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ÍNDICE
Primera Parte. Introducción al Registro Arqueológico
1.1- Definiendo la Arqueología
1.1.a.- Concepto de Arqueología
1.1.b.- Arqueología y Arqueologías
1.2.- El registro arqueológico
1.2.a.- Definición y elementos
1.2.b.- Procesos de formación
1.2.c.- Clases de yacimientos
1.2.d.- Lecturas recomendadas
2.4.- Teledetección.
2.4.a.- Sinopsis histórica
2.4.b.- Principios básicos
2.4.c.- Aplicaciones arqueológicas
2.4.d.- Lecturas recomendadas
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2.5.e.- Prospección mediante georadar
2.5.f.- Lecturas recomendadas
3
3.4.c.- Sistemas Mundiales en la Prehistoria europea: la Edad del Bronce
3.4.d.- Lecturas recomendadas
Glosario.
Referencias.
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PRÓLOGO
Si bien hasta la fecha no he tenido la oportunidad de conocer personalmente a L.
García Sanjuán, al abordar el prólogo de esta obra me di cuenta enseguida de la
existencia de un vínculo personal, hasta ahora secreto, que nos une, cual es el de la
persona a quien está dedicada la obra: Enrique Vallespí Pérez. Este paleolitista ba-
joaragonés, adelantado en la prospección arqueológica, se encontraba en peregrina-
je docente en los momentos en que estaba estudiando la entonces generalista carrera
de Filosofía y Letras, especialidad de Geografía e Historia, en la Universidad de
Zaragoza, pero las visitas puntuales a su tierra natal sirvieron para cimentar una
larga amistad y conocer que no sólo desde la excavación se podía hacer Arqueolo-
gía. Su peregrinaje por el norte peninsular lo alejó de la tierra que añoraba, pero
encontró un impensable puerto, en su ya irrenunciable Sevilla, donde su magistral
docencia ha sabido captar la admiración continua y el reconocimiento expreso de
sus alumnos. Por ello, el calificativo que se le hace en la dedicatoria de «hombre
universitario» marca el cordón umbilical existente en la gestación de este libro.
También Sevilla fue destino de otro arqueólogo aragonés, Manuel Pellicer Catalán,
cuya tesis doctoral inédita si bien tenía el título de La Cerámica Ibérica del Valle
del Ebro, recogía el desarrollo de las prospecciones realizadas sobre los asenta-
mientos ibéricos del valle medio del Ebro, cuyo único precedente se encontraba en
los estudios pioneros realizados a principios del siglo XX por el grupo de eruditos
locales que componía el Grupo del Boletín del Bajo Aragón. Cierto es que, en este
investigador, su actividad posterior en las tierras andaluzas se centró en las excava-
ciones, pero dejó en sus artículos publicados en la revista Caesaraugusta un avance
de sus resultados, entre ellos las prospecciones en el río Huerva, y con ellos una
continuidad delegada para quienes en la década de los años 1970s empezábamos a
realizar nuestras primeras investigaciones a partir de la prospección arqueológica,
en mi caso con: El Valle Medio del Ebro en Época Ibérica. Contribución a su Estu-
dio en los Ríos Huerva y Jiloca Medio (Institución Fernando El Católico, Zaragoza,
1980).
Pero el objetivo perseguido en mi Tesis Doctoral era el análisis del territorio y, por
lo tanto, superaba la mera acumulación de la información que solían desarrollar, por
aquel entonces, los planteamientos positivistas. Este enfoque era deudor directo de
las investigaciones anglosajonas surgidas o encauzadas en el núcleo interdisciplinar
de Cambridge, sin duda el que más repercusiones ha tenido en los estudios del terri-
torio: de la Geoarqueología de C. Vita-Finzi (The Mediterranean Valleys. Geologi-
cal Changes in Historial Times, Cambridge University Press, 1969) de los enfoques
ecológicos y económicos de E. S. Higgs (Papers in Economic Prehistory, Cam-
bridge University Press, 1972), de la Geografía Locacional de P. Haggett (Locatio-
nal Analysis in Human Geography, Edward Arnold Publishers Ltd., London, 1972)
y de la Arqueología Espacial de I. Hodder & C. Orton (Spatial Analysis in Archaeo-
logy, Cambridge University Press, 1976) y D. L. Clarke (Spatial Archaeology,
Academic Press, London, New York, San Francisco, 1977).
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En el marco del Colegio Universitario de Teruel tuve la suerte de compartir mi pri-
mera docencia con J. L. Peña Monne y con él comprender las alteraciones geomor-
fológicas que sufren los yacimientos arqueológicos. El primer estudio realizado
sobre el Cerro del Castillo de Alfambra apareció publicado en 1981 en la revista
Kalathos, fue el primero y más convincente de nuestros trabajos conjuntos. Esta
visión de la Geoarqueología se enriqueció con la obra de K. J. Butzer. Archaeology
as Human Ecology, Cambridge University Press, 1982, traducida al castellano en
1989 por Ediciones Bellaterra.
Tras una reunión infructuosa en Madrid, convoqué en Teruel en el año 1984 el pri-
mer Coloquio de Arqueología Espacial sobre el tema Distribución y Relaciones
entre los Asentamientos. Después de veinte años sigo manteniendo que sin el ais-
lamiento que en este lugar periférico ofrecía su Colegio Universitario y el Semina-
rio de Arqueología y Etnología Turolense no se hubiera podido encauzar el apoyo
económico de la Diputación General de Aragón y la Diputación Provincial de Te-
ruel, ni mucho menos el enfoque dado a esta reunión sin ponencias encargadas. La
total libertad en su organización me permitió plantear la realización de un verdade-
ro sueño, que la reunión se alejara de los congresos en uso, en los cuales se emplea-
ba más del noventa por ciento del tiempo a escuchar en silencio las comunicaciones
que se presentaban. Pero, para celebrar un coloquio era preciso la publicación pre-
via de las intervenciones y que los asistentes las tuvieran en sus manos con tiempo
suficiente como para poder leerlas con antelación a la reunión y, de esta manera,
conocer los temas que se presentaban para poder debatirlos. No hubo límites en la
convocatoria, ni tampoco existía en aquel momento un comité científico que se
responsabilizara de su aceptación, por lo que no me sentí con fuerza moral para
denegar alguno de los trabajos presentados. Pensaba que las contribuciones ronda-
rían entre la docena y la veintena, y podrían aparecer en un volumen, pero las 70
aportaciones anunciadas se concretaron en 62 con un total de 1083 páginas, y nece-
sitaron cinco tomos para su publicación. Hubo un total de 270 asistentes, cuyos
nombres aparecen en el sexto tomo donde se transcribieron todas las intervencio-
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nes. Cabe decir que después de la experiencia en otros congresos en los que los
autores solemos dilatar la entrega de los originales, convirtiendo en norma el in-
cumplimiento de los tiempos comprometidos, en este coloquio y en los posteriores
ha existido una entrega en el plazo marcado y, en consonancia, su publicación con
anterioridad a la celebración de los mismos. El segundo se celebró en 1986 con el
tema del Microespacio, el tercero en 1989 sobre Fronteras, el cuarto en 1993 sobre
Procesos Postdeposicionales y el quinto en 1998 sobre Arqueología del Paisaje,
momento a partir del cual la serie de Arqueología Espacial, que acogía estas publi-
caciones se convierte en revista periódica. De forma paralela y dentro de la Univer-
sidad de Verano de Teruel dirijo anualmente desde 1991 los Cursos de Arqueología
Espacial, los catorce cursos impartidos hasta la fecha se centran en el tema de Pros-
pección Arqueológica y Análisis del Territorio.
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que desconozco si existe publicación de las diferentes intervenciones, es conocida
como RAT’92 y puede considerarse como la manifestación científica de esta se-
gunda generación. Desgraciadamente la anunciada Segunda Reunión de Arqueolo-
gía Teórica, cuya celebración estaba anunciada en Almería en el año 1993, nunca
llegó a celebrarse. En esta generación, aunque sin relación con los anteriores, debe
citarse a J. V. Picazo Millán, cuya tesis doctoral dirigí y cuya primera parte, La
Edad del Bronce en el Sur del Sistema Ibérico Turolense, se publicó en el Semina-
rio de Arqueología y Etnología Turolense en 1993.
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bano. En el marco de la Universidad de Alicante se encuentra I. Grau Mira con su
tesis doctoral: La Organización del Territorio en el Área Central de la Contestania
Ibérica, Publicaciones Universidad de Alicante, 2002. Sus estudios posdoctorales
en el ámbito anglosajón le han llevado a profundizar en el tema de los Sistemas de
Información Geográfica aplicados a la Arqueología. Ha coordinado en esta Univer-
sidad en el año 2004 la reunión: Jornadas de Arqueología Territorios Antiguos y
Nuevas Tecnologías. La Aplicación de los SIG en la Arqueología del Paisaje, que
puede considerarse como el primer congreso de esta tercera generación.
El autor de esta obra que prologo, L. García Sanjuán, se encuadra dentro de este
último grupo. Tiene el mérito de haber desarrollado un libro de síntesis sobre la
prospección arqueológica y el análisis del territorio, que no hemos sabido llevar a
cabo los investigadores de las generaciones anteriores. El presente libro llena, pues,
un vacío existente en la bibliografía española, donde se pueden encontrar numero-
sos artículos sobre la materia o aplicaciones concretas, como se recoge en cada ca-
pítulo y en el final de la obra. Tan sólo conozco dos compendios de trabajos hispa-
nos sobre esta materia, la publicación en 1997 en Salobreñas bajo el título de La
Prospección Arqueológica del II Encuentro de Arqueología y Patrimonio, celebra-
do en dicha localidad granadina en 1991, y el número monográfico dedicado a este
tema en la revista Arqueología Espacial, n.º 24. En el ámbito francés debe citarse la
obra dirigida por A. Ferdière, La Prospection. Collection Archéologiques, editions
errance, París, 1998 y en el anglosajón las de D. Wheatley y M. Gillings, Spatial
Technology and Archaeology. The Archaeological Applications of GIS, Taylor &
Francis, 2002 y E. B. Banning, Archaeological Survey, Kluivert Academic, 2002.
Nos encontramos, pues, ante un trabajo necesario para introducir a los nuevos
alumnos en este campo de la Arqueología tan falto de visiones de conjunto. Como
L. García Sanjuán indica, son numerosas las publicaciones a nivel mundial de me-
todología sobre las excavaciones arqueológicas, pero mínimas las que podemos
encontrar sobre prospección. Cierto es que ambas estrategias de registro de la in-
formación son inseparables y sólo desarrollándolas conjuntamente se puede realizar
una visión global de un territorio en el pasado, pero también es cierto que la pros-
pección y la interpretación de los resultados para convertir la Arqueología en Histo-
ria precisa de la aplicación de una estrategia metodológica propia.
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INTRODUCCIÓN
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Cartografía (yo mismo he podido presenciar en múltiples ocasiones la desazón y el
desconcierto con que muchos estudiantes abrían un mapa topográfico por primera
vez en sus vidas). También por esta razón, por tanto, creo que desde hace unos años
a esta parte se venía haciendo preciso un manual que abordase el tema desde una
óptica generalista, siguiendo una estructura coherente con respecto a la realidad
actual de la práctica arqueológica, e ilustrado y complementado con ejemplos y
estudios de caso propios de la disciplina.
La tercera y última razón que creo justifica un libro de esta naturaleza es la propia
importancia que el reconocimiento y el análisis del territorio han adquirido dentro
de la disciplina arqueológica en los últimos 30 años. Sea en el ámbito de la gestión
y protección de bienes culturales, o en el de la investigación académica, el recono-
cimiento territorial se ha convertido en una actividad rutinaria de captura de infor-
mación arqueológica. Es posible que hace 20 años estas prácticas estuvieran cir-
cunscritas a algunos proyectos más o menos privilegiados en lo económico o más o
menos vanguardistas en lo metodológico, pero lo cierto es que, en la actualidad,
cualquier licenciado o licenciada en Arqueología tiene muchas probabilidades de
encontrarse manejando (o produciendo) información de esa naturaleza al poco de
terminar sus estudios. Sin duda el futuro de la Arqueología como disciplina cientí-
fica y como especialidad profesional tendrá mucha relación con el reconocimiento
y análisis del territorio.
La tercera y última parte de este manual trata del análisis del territorio. En este caso
la exposición se detiene bastante en la base teórica de la que han surgido las distin-
tas sensibilidades o enfoques con que se ha abordado el tema. Hubiera sido real-
mente difícil abordar la explicación de la arqueología espacial sin tratar previa-
mente la teoría ecológico-cultural, del mismo modo que resulta difícil interpretar el
significado de la teoría de sistemas mundiales sin hacer una parada, siquiera breve,
en los principios epistemológicos de la perspectiva marxista de la Historia. En esta
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tercera parte me he apoyado en la explicación de un serie de ejemplos tomados de
la Prehistoria Reciente europea que espero sirvan para ilustrar los conceptos teóri-
cos al lector o lectora. Es preciso insistir en que esta parte del libro no versa sobre
el análisis espacial en sentido laxo, sino, más restrictivamente, sobre el análisis
territorial. Ello quiere decir que la teoría y las técnicas de análisis de distribuciones
de artefactos y otras evidencias a nivel de yacimientos o estructuras individuales no
son tratadas.
Mi contacto directo con alumnos y alumnas durante varios años de docencia de esta
materia me ha enseñado que una de las dificultades más importantes para asimilarla
es el lenguaje técnico y especializado que la envuelve. Por ello, al final de este tra-
bajo se incluye un glosario que pretende facilitar el estudio de los principales con-
ceptos tratados a lo largo de la obra. Se trata de una lista de términos especializa-
dos, en una mayoría de casos de uso no exclusivo de nuestra disciplina, aunque sí
de un carácter genéricamente técnico, para cuya confección me he ayudado ocasio-
nalmente de alguno de los diccionarios de Prehistoria y Arqueología que se vienen
publicando desde hace años.
He procurado que los ejemplos utilizados para ilustrar los diferentes temas del libro
sean representativos de la práctica arqueológica actual, y que muestren además la
amplitud de situaciones geográficas, temporales y culturales con que trata nuestra
disciplina. Posiblemente, no obstante, haya un cierto sesgo a lo largo del libro a
favor de ejemplos y casos tomados de la Prehistoria Reciente europea. De hecho,
los estudios de caso empleados para ilustrar los temas de los paisajes simbólicos (el
megalitismo europeo) y la aplicación arqueológica de la teoría de sistemas mundia-
les (las sociedades europeas de la Edad del Bronce) se inscriben en ese contexto
geográfico y temporal. Aunque ello no deja de reflejar ciertamente los personales
intereses científicos del autor (y el lector debe disculparme por ello), creo que los
dos ejemplos en sí son adecuados porque en ambos se han contrastado de forma
muy ilustrativa planteamientos, teorías e interpretaciones que han hecho avanzar
considerablemente el análisis territorial arqueológico en los últimos años.
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nes con respecto a la utilización de algunos términos y conceptos. Otras personas
que han contribuido con numerosas y valiosas opiniones y comentarios a los borra-
dores iniciales del trabajo son Silvia Fernández Cacho, del Instituto Andaluz del
Patrimonio Histórico, Mark Hunt, investigador del Instituto de Historia del CSIC y
David Wheatley, profesor del Departamento de Arqueología de la Universidad de
Southampton (Reino Unido). A todos los y las estudiantes que han cursado la asig-
natura de Técnicas y Tendencias en Prehistoria en la Facultad de Geografía e His-
toria de la Universidad de Sevilla entre los años 2000 y 2004 les debo agradecer las
múltiples ideas, sugerencias y preguntas difíciles con que han enriquecido mi mo-
desta comprensión del tema de este libro. Mi agradecimiento sincero también a José
Luis García Valdivia, por la corrección de pruebas y la organización y diseño de
varios elementos del aparato gráfico. Finalmente, debo mostrar mi reconocimiento
al profesor S. J. Shennan por permitirme trabajar durante el caluroso verano de
2002 en la biblioteca del Institute of Archaeology del University College London,
donde abordé las primeras páginas este trabajo (la Consejería de Educación y Cien-
cia de la Junta de Andalucía me facilitó una beca con la que realizar dicha estancia
londinense). Este libro se ha beneficiado grandemente del conocimiento y amabili-
dad que todas estas personas me han mostrado y prestado. Cualquier error u omi-
sión que en él se encuentre será en cambio solo atribuible a mi entera responsabili-
dad.
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LISTA DE TABLAS
LISTA DE FIGURAS
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Figura 14. La formación del registro arqueológico: degradación diferencial de materiales
constructivos de una vivienda. Fuente: Colección particular del autor.
Figura 15. La formación del registro arqueológico: condiciones excepcionales de preserva-
ción de materia orgánica en ambiente helado. El Hombre de Hielo. Fuente: Spindler,
2001:82.
Figura 16. La formación del registro arqueológico: condiciones excepcionales de preserva-
ción de materia orgánica en ambiente húmedo. El Hombre de Grauballe. Fuente: Damm,
1988:57.
Figura 17. La formación del registro arqueológico: condiciones excepcionales de preserva-
ción de materia orgánica en ambiente húmedo. Hábitat palafítico de Cortaillod (Suiza),
Bronce Final. Fuente: Egloff, 1989:72.
Figura 18. Sitios arqueológicos de carácter habitacional. Ciudad romana de Miróbriga (Se-
túbal, Portugal). Fuente: AAVV, 2001:39
Figura 19. Sitios arqueológicos de carácter productivo. Espacio minero de Las Médulas
(Ponferrada, León). Fuente: Sánchez-Palencia y otros, 1999:81.
Figura 20. Sitios arqueológicos de carácter funerario. Cista de la necrópolis argárica de
Cerro de la Encina (Monachil, Granada). Fuente: AAVV, 2000:129.
Figura 21. Sitios arqueológicos de carácter funerario y ritual. Llanura de Giza (Egipto).
Fuente: David, 1980:45.
Figura 22. Reserva funeraria de valor en el enterramiento de la Edad del Bronce de Hage-
nau (Regensburg, Alto Palatinado, Alemania). Fuente: Boos, 1999:106.
Figura 23. Criterios de delimitación del área de prospección. Utilización de las hojas del
MTN en el caso de las cartas arqueológicas de la provincia de Sevilla. Fuente: Amores y
otros, 1997:132.
Figura 24. Prospección de superficie: delimitación área. Zona afección embalse de Los
Melonares (Sevilla). Fuente: García Sanjuán, 2003.
Figura 25a. Prospección de superficie: toponimia. Grabado del XVII obra de Johan Picardt
mostrando la raza de gigantes que construyó los monumentos megalíticos de los Países
Bajos. Fuente: Moser, 1998:94.
Figura 25b. Prospección de superficie: toponimia: Dolmen del Hoyo del Gigante (Morón
de la Frontera, Sevilla). Fuente: Gil de los Reyes y otros, 1985:Figura 5.
Figura 26. Prospección de superficie: estrategias de muestreo. A) Muestreo aleatorio de
cuadrados. B) Muestreo sistemático de cuadrados. C) Muestreo aleatorio de transectos. D)
Muestreo sistemático de transectos. Fuente: Fernández Martínez, 1985: Figuras 1 a 4.
Figura 27. Influencia del tamaño de la unidad de muestreo en la probabilidad de descubri-
miento de yacimientos mediante prospección de superficie: Fuente: Picazo Millán, 1993.
Figura 28. Prospección de superficie: movimientos de cobertura en transectos paralelos (A
y C) y ondulados (B) y con trayectos orientados a 45º con dos pasadas. Fuente: Banning,
2002:91.
Figura 29. Prospección de superficie: movimientos de cobertura intensiva. Fuente: Ruiz
Zapatero, 1983:16.
Figura 30. Prospección de superficie: condiciones de alta visibilidad del registro. Fuente:
Colección particular V. Hurtado Pérez.
Figura 31. Prospección de superficie: condiciones de visibilidad intermedia del registro.
Fuente: Colección particular del autor.
Figura 32. Prospección de superficie: condiciones de baja visibilidad del registro. Fuente:
Colección particular del autor.
Figura 33. La georreferenciación en la prospección de superficie. Conceptos de longitud y
latitud: Fuente: Joly, 1979:38.
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Figura 34. La proyección UTM (1). Fuente: Elaboración propia.
Figura 35. La proyección UTM (2). Fuente: Elaboración propia.
Figura 36. La proyección UTM. Husos (28, 29, 30 y 31) y Franjas (T, S, R, Q) en la Penín-
sula Ibérica y su entorno. Fuente: Rossignoli Just, 1876:152.
Figura 37. Malla de hojas del MTN para la provincia de Sevilla y denominación de las
hojas más occidentales. Fuente: Elaboración propia.
Figura 38. Ejemplo de georreferenciación en la prospección de superficie. Ubicación del
yacimiento cerro de la Alcornocosa (Encinasola, Huelva) en la hoja 875 (Jerez de los Caba-
lleros) del MTN. Fuente: Elaboración propia.
Figura 39. Ejemplo de georreferenciación en la prospección de superficie. Ubicación del
yacimiento cerro de la Alcornocosa (Encinasola, Huelva) en la hoja 875 (Jerez de los Caba-
lleros) del MTN. Detalle de la caja de declinación del reverso del mapa Fuente: Elabora-
ción propia.
Figura 40. La georreferenciación de la prospección de superficie. El Sistema de Posiciona-
miento Global (GPS). Fuente: Elaboración propia.
Figura 41. Modelo de ficha de registro para prospección de superficie. La Carta Arqueoló-
gica de Aragón. Fuente: Burillo Mozota y otros, 1993:4.
Figura 42. Prospección de superficie a nivel semi-micro en el asentamiento de la Edad del
Cobre de La Pijotilla (Almendralejo, Badajoz). Densidad de fragmentos cerámicos. Fuente:
Hurtado Pérez, 2000:126.
Figura 43. Prospección de superficie a nivel semi-micro (Itálica, 1991). Distribución de
prospectores. Fuente: Colección particular de V. Hurtado Pérez
Figura 44. El propósito de la fotografía aérea: Fuente: Wilson, 1982:16.
Figura 45. Obtención de fotografías aéreas verticales y oblicuas. Fuente: Piccarreta y Ce-
raudo, 2000:35.
Figura 46. Obtención de fotografías aéreas oblicuas: cobertura del territorio. Fuente: Picca-
rreta y Ceraudo, 2000:35-36.
Figura 47. Fotografía vertical del asentamiento de la Edad del Bronce de La Papúa (Zufre,
Huelva). Fuente: García Sanjuán, 2003.
Figura 48. Fotografía oblicua del asentamiento de la Edad del Bronce de La Papúa (Zufre,
Huelva). Fuente: Colección particular V. Hurtado Pérez.
Figura 49. Indicadores microtopográficos de la fotografía aérea: Abadía de Kirkstead (Lin-
colnshire, Reino Unido). Fuente: Wilson, 1982:28.
Figura 50. Indicadores microtopográficos de la fotografía aérea: Abadía de Kirkstead (Lin-
colnshire, Reino Unido). Fuente: Wilson, 1982:28.
Figura 51. Indicadores microtopográficos de la fotografía aérea: unidades estratigráficas
verticales positivas. Fuente: Wilson, 1982:55.
Figura 52. Indicadores microtopográficos de la fotografía aérea: unidades estratigráficas
verticales negativas. Fuente: Wilson, 1982:55.
Figura 53. Indicadores edáficos de la fotografía aérea Pajares (Osuna, Sevilla). Fuente:
Didierjean, 1983:78.
Figura 54. Indicadores edáficos de la fotografía aérea: vía romana Itálica-Onuba (Cerro de
la Cabeza, Valencina de la Concepción, Sevilla). Fuente: Silliers, 1983:86
Figura 55. Teledetección: el espectro electromagnético. Fuente: Remote Sensing and Ar-
chaeological Research at NASA (http://www.ghcc.msfc.nasa.gov/archeology). Consultado
Julio 2003.
Figura 56. Diagrama general de un sistema de teledetección espacial. Fuente: Rodríguez
Alcalde, 1996:67.
16
Figura 57. Imagen TIMS (Thermal Infra-red Multispectral Scanner) de las calzadas prehis-
tóricas del cañón del Chaco (Nuevo México, EEUU). Fuente: Remote Sensing and Archae-
ological Research at NASA (http://www.ghcc.msfc.nasa.gov/archeology). Consultado Julio
2003.
Figura 58. Imagen TIMS (Thermal Infra-red Multispectral Scanner) de las calzadas prehis-
tóricas del cañón del Chaco (Nuevo México, EEUU). Fuente: Remote Sensing and Ar-
chaeological Research at NASA (http://www.ghcc.msfc.nasa.gov/archeology). Consultado
Julio 2003.
Figura 59. Imagen radar del satélite SPOT del asentamiento galorromano de Bibracte (Bor-
goña, Francia). Fuente: S. Madry en “GIS and Remote Sensing for Archaeology in Bur-
gundy (France).“ (http://www.informatics.org/france/sat.html) (Consultado Julio 2003).
Figura 60. Diagrama de funcionamiento de un resistivímetro. Fuente: Clark, 1990:28.
Figura 61. Prospección de resistividad eléctrica en la ciudad romana de Itálica (Santiponce,
Sevilla). Detalle de la muralla C y el edificio K. Fuente: Rodríguez Hidalgo y otros,
1999:81.
Figura 62. Resultados de la prospección eléctrica en la ciudad romana de Itálica (Santipon-
ce, Sevilla). Fuente: Rodríguez Hidalgo y otros, 1999:82.
Figura 63. Resultados de la prospección magnetométrica en asentamiento Menoken (Dako-
ta del Norte, EEUU), siglo XIII d.n.e. Fuente:
http://www.cast.uark.edu/~kkvamme/geop/geop.htm. (Consultado Julio 2003).
Figura 64. Resultados de la prospección magnetométrica en asentamiento Menoken (Dako-
ta del Norte, EEUUU), siglo XIII d.n.e. Fuente:
http://www.cast.uark.edu/~kkvamme/geop/geop.htm. (Consultado Julio 2003).
Figura 65. Prospección geofísica con geo-radar en Yamashiro Futagozuka (Japón). Sección
tridimensional de una anomalía. Fuente: Conyers y Goodman, 1997: Lámina 6a.
Figura 66. Prospección geofísica con geo-radar en Nyutabara (Japón). Serie de capas mos-
trando diversas anomalías en distintas profundidades. Fuente: Conyers y Goodman, 1997:
Lámina 4.
Figura 67. Respuesta de diferentes tipos de estructuras arqueológicas a diferentes métodos
de prospección geofísica. Fuente: Clark, 1990:126.
Figura 68. Interpretación de las curvas de nivel de un mapa topográfico. Fuente: Estébanez
y Puyol, 1976:14.
Figura 69. Cartografía arqueológica. Distribución de yacimientos sobre la hoja 917 (Arace-
na) del MTN. Fuente: Elaboración propia.
Figura 70. Cartografía arqueológica. Distribución de yacimientos sobre versión digital de la
hoja 917 (Aracena) del MTN con las curvas de nivel y la hidrología vectorizadas. Fuente:
Elaboración propia
Figura 71. Cartografía arqueológica. Localización de tres grandes poblados de la Edad del
Cobre dentro de la provincia de Sevilla. Fuente: elaboración propia
Figura 72. Cartografía arqueológica. Localización de tres grandes poblados de la Edad del
Cobre dentro de la provincia de Sevilla. A) Valencina de la Concepción, B) El Gandul, C)
Marinaleda. Fuente: Elaboración propia.
Figura 73. Estructura de un SIG arqueológico. Fuente: Adaptado de Robinson, 1993:140.
Figura 74. Estructura de un SIG arqueológico: ejemplo de territorio (provincia de Huelva)
desagregado en capas. Fuente: Elaboración propia.
Figura 75. Estructura de un SIG arqueológico: ejemplo de visualización múltiple en Arc
View. Fuente: Elaboración propia.
Figura 76. Estructura de un SIG: modelo de datos vectorial. Fuente: Bosque Sendra,
1992:56.
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Figura 77. Estructura de un SIG: modelo de datos raster. Fuente: Bosque Sendra, 1992:65.
Figura 78. Ubicación de yacimientos de la Edad del Bronce sobre un MDT de la cartografía
1:10.000 del ICA del entorno del embalse de Aracena (Huelva) con superposición de mo-
saico de ortofotos. Fuente: García Sanjuán, 2004.
Figura 79. Ubicación de yacimientos arqueológicos sobre un MDT de la cartografía
1:10.000 del ICA de la zona de afección del embalse de Los Melonares (Sevilla). Fuente:
García Sanjuán, 2004.
Figura 80. Ubicación de yacimientos arqueológicos sobre un MDT de la cartografía
1:10.000 del ICA de la zona de afección del embalse de Los Melonares (Sevilla) y simula-
ción de inundación máxima del embalse. Fuente: García Sanjuán, 2004.
Figura 81a. Curvas de nivel de la micro-topografía del Dolmen de Palacio IV (Almadén de
la Plata, Sevilla). Fuente: Elaboración propia.
Figura 81b. MDT del Dolmen de Palacio IV (Almadén de la Plata, Sevilla). Fuente: Elabo-
ración propia.
Figura 81c. Topografía convencional del Dolmen de Palacio IV (Almadén de la Plata, Se-
villa). Fuente: Elaboración propia
Figura 82. Evolución cuantitativa del inventario francés de yacimientos arqueológicos
(1978-1999). Fuente: Cottenceau y Hanois, 2002:176.
Figura 83. El sistema ARQUEOS de gestión del inventario de yacimientos arqueológicos de
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Figura 89. Evolución del paisaje vegetal en la depresión de Baza-Huéscar (Jaén) durante la
prehistoria Reciente. Fuente: AAVV, 2000:49.
Figura 90. Ejemplo de escala micro de análisis espacial. Cabaña-taller de puntas de flecha
del Fortín 1 de Los Millares (Santa Fé de Mondújar, Almería). Fuente: Ramos Millán,
1998:24.
Figura 91. Ejemplo de escala semi-micro de análisis espacial. Distribución de enterramien-
tos en la necrópolis de la Edad del Bronce de La Traviesa (Almadén de la Plata, Sevilla).
Fuente: García Sanjuán, 1998:161.
Figura 92. Ejemplo de escala macro de análisis espacial. Distribución de asentamientos de
la Edad del Cobre de Sierra Morena occidental con respecto a los recursos metalíferos.
Fuente: García Sanjuán, 1999:244.
Figura 93. Definición del ACR mediante círculos de radio fijo. El asentamiento iberorro-
mano de El pontón de la Oliva (Patones de Abajo, Madrid). Fuente: Blasco Bosqued y
Baena Preysler, 1997:226.
Figura 94. Definición del ACR mediante líneas isocronas. Territorios de explotación de dos
horas de las cuevas del Paleolítico Superior de Les Mallaetes y El Parpalló (Valencia).
Fuente: Davidson y Bailey, 1984:39.
18
Figura 95. La valoración comparativa de la potencialidad agraria del suelo dentro del ACR
en Calañas de Marmolejo (Jaén). Fuente: Molinos y otros, 1994:109.
Figura 96. La valoración comparativa de la potencialidad agraria del suelo dentro del ACR
en Calañas de Marmolejo (Jaén). Fuente: Molinos y otros, 1994:110.
Figura 97. Teoría del Lugar Central según la propuesta de Christaller. Fuente: Elaboración
propia
Figura 98. Polígonos de Thiessen. Mapa de ciudades británico-romanas amuralladas del
Sur de Inglaterra. Los arcos de círculos en línea discontinua muestran el territorio de las
ciudades de rango principal Fuente: Hodder y Orton, 1976:59.
Figura 99. Polígonos de Thiessen. Proceso de saturación del territorio de una llanura alu-
vial como consecuencia del crecimiento demográfico. A) Asentamientos dispersos y sin
fronteras comunes. B) Asentamientos agrupados y con fronteras comunes, manteniendo su
territorio tradicional. C) Empaquetamiento del territorio con formación de territorios hexa-
gonales, agotamiento del suelo disponible y universalización de fronteras comunes. C)
Saturación del territorio y disminución drástica del territorio disponible para cada asenta-
miento. Fuente: Haggett, 1976:67.
Figura 100. Polígonos de Thiessen. Alternativa al problema de los márgenes. Fuente: Ela-
boración propia.
Figura 101. Modelo X-Tent. Fuente: Elaboración propia
Figura 102. Análisis SIG de pendientes de las hojas 918-12 y 918-22 (entorno del embalse
de Aracena, Huelva) de la cartografía 1:10.000 del ICA. A) MDT. B) Mapa general de
pendientes. C) Mapa de pendientes por encima y por debajo del 12%. Fuente: Elaboración
propia.
Figura 103. Hipótesis de trazado del acueducto romano de Cádiz en base a la pendiente:
Fuente: Roldán Gómez y otros, 1997:267
Figura 104. Cuenca visual. Procedimiento de cálculo manual. Ejemplo estudio Cabañas de
Marmolejo (Jaén). Fuente: Molinos y otros, 1994:115.
Figura 105. Cuenca visual. Procedimiento de cálculo manual. Ejemplo estudio Cabañas de
Marmolejo (Jaén). Fuente: Molinos y otros, 1994: 115.
Figura 106. Cuenca visual. Procedimiento de cálculo manual. Ejemplo estudio Cabañas de
Marmolejo (Jaén). Fuente: Molinos y otros, 1994:149.
Figura 107. Cuenca visual. Procedimiento de cálculo automatizado en un SIG mediante
representación raster del terreno. Fuente: Wheatley y Gillings, 2002:205.
Figura 108a. Cuenca visual. Procedimiento de cálculo automatizado en un SIG mediante
representación raster del terreno. El Caso de Peel Gap´s Tower, en la muralla de Adriano
(Northumbria, Reino Unido). Fuente: Gillings y Goodrick, 1996.
Figura 108b. Cuenca visual. Procedimiento de cálculo automatizado en un SIG mediante
representación raster del terreno. El Caso de Peel Gap´s Tower, en la muralla de Adriano
(Northumbria, Reino Unido). Fuente: Gillings y Goodrick, 1996.
Figura 109. Cuenca visual total. Procedimiento de cálculo automatizado en un SIG median-
te representación raster del terreno. Fuente: Llobera, 2003:35
Figura 110. Pautas móviles de territorialidad de cazadores y recolectores. A) Circular
Anual, B) Circular, estacional y multianual, C) Pulsatorio estacional. Fuente: Butzer,
1989:229.
Figura 111. Pauta jerarquizada de territorialidad de una sociedad campesina sedentaria.
Fuente: Elaboración propia.
Figura 112. Asentamientos cerrados. Nuraga de Su Nuraxi di Barumini (Cerdeña). Fuente:
Lilliu y Zucca, 1999:85.
19
Figura 113. Paisajes cerrados. Parcelaciones agrarias de la Edad del Bronce en Dorset
(Reino Unido). Fuente: Coles y Harding, 1979:247.
Figura 114. Patrones fronterizos. Fuente: Ruíz Rodríguez y Molinos Molinos, 1989:124.
Figura 115. Significado simbólico de las distintas partes de un asentamiento Batammaliba
(Togo). Fuente: Blier, 1987 (recogida en Tilley, 1999: Figura 2.2).
Figura 116. La tensión entre lo visible y lo oculto en el megalitismo europeo. El sepulcro
megalítico de Maes Howe (Islas Orcadas, Reino Unido). Fuente: Richards, 1996:196.
Figura 117. La tensión perspectiva/secuencia en el megalitismo europeo. Henge neolítico
de Cairnapple (Escocia, Reino Unido). Fuente: Barclay, 1998:29.
Figura 118. La tensión perspectiva/secuencia en el megalitismo europeo. El paisaje ritual
de Stonehenge (Wiltshire, Reino Unido) entre el Neolítico y la Edad del Bronce. A) Neolí-
tico Medio a Final. B) Neolítico Final a Edad del Bronce Antiguo. Fuente: Parker Pearson
y Ramilisonina, 317-318.
Figura 119. La tensión perspectiva/secuencia en la Prehistoria europea. El escenario de los
henges británicos. Fuente: Bradley, 1998c:125.
Figura 120. La tensión perspectiva/secuencia en la Prehistoria europea. Petroglifos del
Neolítico y la Edad del Bronce en Leiro (La Coruña, Galicia). Fuente: Bradley, 1998c:253.
Figura 121. Los monumentos megalíticos como metáfora de la naturaleza. Formaciones
graníticas naturales y dólmenes en Cornualles (Reino Unido). A) Herman Tor. B) Tumba
megalítica de Chun Quoit. Fuente: Bradley, 1998a:16-17.
Figura 122. Los monumentos megalíticos como metáfora de la naturaleza. Pauta de orien-
tación astronómica de los monumentos megalíticos ibéricos. Fuente: Elaboración propia
sobre datos de M. Hoskin
Figura 123. Posición topográfica de los monumentos megalíticos en Galicia. Fuente: Cria-
do Boado y Fábregas Valcarce, 1989:686.
Figura 124. Efecto visual de la selección de rocas del túmulo del monumento 7 de la ne-
crópolis de Alcalar (Portugal). Fuente: Colección particular del autor.
Figura 125. La temporalidad de los monumentos megalíticos. Cronología de los depósitos
funerarios secundarios dentro de 144 megalitos excavados desde 1945 en Mecklenburgo-
Vorpommerania. Fuente: Holtorf, 1998:29.
Figura 126. Relaciones centro-periferia de un estado tributario débil. Fuente: Gailey y Pat-
terson, 1988:83.
Figura 127. Relaciones centro-periferia de un estado tributario fuerte. Fuente: Gailey y
Patterson, 1988:84.
Figura 128. Relaciones centro-periferia en la Europa de la Edad del Bronce Final. Fuente:
Kristiansen, 1998:95.
Figura 129. Influencia de las relaciones comerciales centro-periferia en las pautas de orga-
nización social, económica y ritual de las comunidades nórdicas en la Edad del Bronce.
Fuente: Kristiansen, 1998:74.
Figura 130. Niveles de complejidad socio-política en la Europa de la Edad del Bronce (c.
1800-1300 a.n.e./2250-1600 A.N.E.). Fuente: Elaboración propia a partir de Lull y otros,
1992:134.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Las evidencias de carácter documental, textual o escrito forman parte del dominio
de estudio de la Historia, mientras que el estudio de las sociedades humanas pre-
capitalistas y/o primitivas (es decir, de su Presente y de su Pasado) a través de
informantes vivos correspondería al dominio de la Etnografía y la Antropología. La
Etnografía cuenta con los testimonios orales (que pueden ser proporcionados direc-
tamente por los propios informantes) y parte de la observación de los individuos de
sociedades primitivas (por ejemplo, prehistóricas) todavía vivas. La Historia (a tra-
vés de la archivística, la paleografía y diversas otras especialidades) interpreta el
Pasado a través del legado de documentos escritos que algunas sociedades han ge-
nerado, en grandes cantidades en tiempos relativamente recientes.
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La Arqueología cuenta con una segunda gran ventaja con respecto a la Historia, una
ventaja que podríamos resumir como el carácter más democrático de las evidencias
sobre las que opera. En efecto, la escritura surge entre las sociedades humanas como
un instrumento de poder y de control social (fundamentalmente un mecanismo del
Estado para el control y la contabilidad tributaria) y como tal se mantiene durante
siglos. Es el poder, el Estado, el que controla los mecanismos burocráticos y admi-
nistrativos de la sociedad, y por tanto el que controla también la producción de do-
cumentos escritos, por lo cual el abanico de temas y perspectivas reflejadas en dicha
documentación reflejan inevitablemente los intereses del poder. Los campesinos de
la Europa medieval y moderna no producían documentos escritos: en realidad ni si-
quiera sabían leer o escribir (nótese que la universalización de la tecnología de la
lectura y la escritura es un fenómeno reciente y que apenas afecta a un porcentaje
mínimo de la humanidad: un gran porcentaje de la población de los países pobres
actuales es analfabeta). La reconstrucción histórica del Pasado está así expuesta a un
importante sesgo potencial en favor de los temas y puntos de vista del poder del que
emanó el registro documental que le sirve de base.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Llegados a este punto quizás sea conveniente hace hincapié en que, como conse-
cuencia de la fuerte complejización metodológica que ha experimentado en las úl-
timas décadas, dentro de la Arqueología se han desarrollado actualmente una serie
de áreas de trabajo que, no siendo objeto de interés didáctico específico dentro de
esta obra, sí deben ser citadas y definidas por su ocasional relevancia dentro de
algunos los temas tratados dentro de la misma. Estas especialidades tratan del es-
tudio de diferentes segmentos del registro arqueológico y se aplican generalmente
(pero no exclusivamente) a los resultados obtenidos mediante la excavación, ya que
esta aporta información mucho más precisa sobre las relaciones contextuales entre
depósitos estratigráficos* y conjuntos artefactuales (Figura 1).
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Ejemplos de algunas de estas Arqueologías temáticas son las conocidas como Ar-
queología de la muerte (estudio de los restos y conjuntos funerarios y su interpre-
tación en clave de organización social), Arqueología experimental (realización de
experimentos controlados para observar el funcionamiento de determinados proce-
sos y fenómenos relevantes para el análisis del registro arqueológico), Arqueoas-
tronomía (estudio de la dimensión astronómica de determinados monumentos y re-
presentaciones simbólicas prehistóricas), Arqueología espacial (análisis de la di-
mensión espacial del registro arqueológico e interpretación de las pautas de com-
portamiento espacial de las sociedades del Pasado) o Etnoarqueología (análisis ar-
queológico de comunidades humanas vivas), por solo citar unos pocos. Natural-
mente sería absurdo negar la existencia de estas denominaciones o el hecho de que
muchos practicantes de la disciplina las emplean. Sin embargo, desde la perspectiva
asumida en este libro, aquellas no constituyen disciplinas separadas de la Arqueo-
logía, sino campos de especialización dentro de la misma y que por tanto en lugar
de Arqueología de la muerte se hablará de estudio arqueológico de las costumbres
funerarias, o que, en lugar de Arqueología espacial, se utilizará la expresión aná-
lisis espacial arqueológico.
Por otra parte, ejemplo de las Arqueologías teóricas son la Arqueología procesual,
la Arqueología postprocesual, la Arqueología simbólica, la Arqueología social, etc.
Todas ellas responden a planteamientos disciplinares que enfatizan unas u otras
agendas teóricas, es decir tendencias relativas al estatuto científico y filosófico de
la Arqueología dentro de la Ciencia Social, prioridades en la interpretación de la
causalidad del cambio social y cultural a lo largo de la Prehistoria y la Historia,
prioridades en los problemas a tratar, etc. Es cierto que las diferencias de enfoque
y definición de los propios principios y objetivos disciplinares entre algunas de
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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estas corrientes son enormes. Sin embargo, dado que este libro no contempla un
tratamiento en profundidad de problemas de teoría* y epistemología* arqueológi-
cas más allá de lo pertinente para el tratamiento del tema del reconocimiento y
análisis del territorio, dichas corrientes serán tratadas y presentadas como enfoques
dentro de una disciplina única, la Arqueología, y no desde luego como una multi-
plicidad de Arqueologías.
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b) Tomando estas y otras definiciones como punto de partida, así como la noción
de Arqueología esbozada en la sección anterior, la definición de yacimiento arqueo-
lógico seguida en este trabajo es la de una agrupación espacialmente definida y
funcionalmente significativa de vestigios materiales de actividades humanas desa-
rrolladas en el Pasado. La referencia al carácter material de los vestigios que con-
forman los yacimientos queda explicada por la propia esencia del registro arqueo-
lógico y de la Arqueología como disciplina. Por otra parte, se establece que un
yacimiento se define por ser una agrupación de vestigios materiales espacialmente
definida y funcionalmente significativa. Estos dos elementos de la definición no
están exentos de problemas, por lo que requieren un cierto comentario.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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En cualquier caso, todas las definiciones son imperfectas: sobre todo cuando hacen
referencia a realidades que utiliza mucha gente. Lo importante es entender que el
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dependiendo de qué se hiciera con los sedimentos extraídos del subsuelo. Por
otra parte muchas de estas estructuras constructivas permanecían abiertas du-
rante bastante tiempo, incluso después de su inutilización, con lo cual se relle-
naban gradualmente de sedimentos transportados por el viento el agua, y tam-
bién con artefactos posteriores a su momento de construcción original.
Los artefactos suelen ser clasificados de acuerdo con tres criterios, su morfolo-
gía, su tecnología o su funcionalidad. El criterio de clasificación morfológica
tiene en cuenta la forma, tamaño o estilo de los artefactos (en su caso, también
sus elementos ornamentales o representaciones figuradas) y fue el criterio prin-
cipal de clasificación y análisis artefactual seguido dentro del paradigma histó-
rico-cultural. El criterio tecnológico de clasificación hace referencia a las mate-
rias primas en que está elaborado el artefacto, sus componentes y los procesos a
que aquellas y estos fueron sometidos en el proceso de fabricación. El análisis
tecnológico ha experimentado una expansión enorme en los últimos 30 años con
el desarrollo de las distintas técnicas arqueométricas de caracterización de ma-
teriales.
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Hecha esta matización semántica, se abordarán en esta sección tres de los aspectos
tratados de forma más sistemática en la abundante literatura generada en este
campo, que se considera generalmente parte de la Geoarqueología* (cf. por ejemplo
Vita-Finzi, 1969; 1978; Woods y Johnson, 1978; Butzer, 1982; Schiffer, 1983;
1987; Stein, 1983; Bar-Yosef, 1993; Straus, 1993; Tani, 1995; Waters y Kuehn,
1996; etc.), que son (i) la definición de los principios epistemológicos que rigen el
análisis de los procesos de formación del registro arqueológico, (ii) una discusión
de los mecanismos post-deposicionales generales principales, para finalmente (iii)
hacer referencia a ambientes deposicionales especiales,.
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Los derivados de sucesos catastróficos son con mucho los más excepcionales
de los mecanismos geomorfológicos de transformación post-deposicional de
los yacimientos arqueológicos, pero no por ello deben ser ignorados. Determi-
nados eventos geológicos, como las erupciones volcánicas, han producido en
ocasiones la completa desaparición de la superficie bajo metros de ceniza o lava
de asentamientos humanos completos. Los ejemplos más conocidos son las ciu-
dades romanas de Pompeya y Herculano, en el Sur de Italia, la ciudad minoica
de Acrotiri en la isla de Santorini (antiguamente Thera) en Grecia, o la ciudad
mexicana pre-clásica de Copilco (Vita-Finzi, 1978:40). Otros eventos como te-
rremotos, inundaciones o procesos gravitacionales (como coladas de barro y
deslizamientos de ladera) han sido esporádicamente identificados como respon-
sables de alteraciones post-deposicionales severas de yacimientos arqueológi-
cos.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Por otra parte, el clareo y deforestación de bosques que las comunidades campesi-
nas humanas han llevado a cabo en diversas regiones del planeta desde el comienzo
de la economía agrícola en los milenios IX-VIII a.n.e. han producido graduales
alteraciones de las dinámicas de denudación del suelo con los efectos arqueológicos
ya mencionados anteriormente. Precisamente, uno de los ejes del debate sobre la
morfogénesis de las cuencas sedimentarias fluviales de la región mediterránea ha
sido la contraposición de las hipótesis denominadas climática y antropogenética
respectivamente. Según el marco explicativo climático postulado por Claudio Vita-
Finzi (1969) el último aluvionamiento de los valles mediterráneos ha sido el resul-
tado de dos grandes formaciones denominadas Older Fill (Relleno Antiguo, de en-
tre 50.000 y 10.000 BP) y Younger Fill (Relleno Reciente, posterior a c.10.000 BP),
ambas derivadas fundamentalmente de los cambios climáticos asociados al glacia-
rismo, aunque en el caso del Younger Fill se reconocer una limitada responsabilidad
humana (Mateu Bellés, 1994:678). De acuerdo con la hipótesis antropogenética
sostenida por K. Butzer, en cambio, la deforestación para la apertura de tierras de
cultivo desde el Neolítico, especialmente acentuada en época protohistórica y ro-
mana, con la subsiguiente ruptura de los horizontes edáficos, es la responsable prin-
cipal de los acelerados procesos de erosión que se han dado en las cuencas sedi-
mentarias mediterráneas (Mateu Bellés, 1994:681).
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Por otra parte, es preciso tener en cuenta que la diversidad de clases funcionales
de yacimientos está fuertemente correlacionada con la complejidad de la socie-
dad que los haya generado (entendiendo complejidad en términos sociales, eco-
nómicos y tecnológicos). La diversidad de yacimientos arqueológicos genera-
dos por la sociedad estatal y esclavista romana no es equiparable a la generada
por las bandas* de cazadores y recolectores que ocupaban Europa durante el
Paleolítico Superior. Puesto que en la sociedad romana las actividades econó-
micas están más especializadas, y existe una mayor variabilidad en razón de la
demografía, la organización social y política o la implantación territorial, en su
estudio será posible identificar una mayor diversidad de categorías y subcate-
gorías funcionales de yacimientos, así como una mayor complejidad morfoló-
gica de vestigios materiales.
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humos, calor y riesgo de incendio que muchas de ellas pueden comportar, mien-
tras que por otra se emplazan con frecuencia allá donde se ubican las materias
primas necesarias, trátese de materia inorgánica (vetas metalíferas y aflora-
mientos de rocas diversas en el caso de minas y canteras) u orgánica (lugares
de paso de animales en el caso de cazaderos, comunidades de moluscos en el
caso de los concheros, etc.). En todo caso, el factor ubicación está muy en fun-
ción del nivel de complejidad socioeconómica de la formación social que haya
producido el registro arqueológico.
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En tercer lugar, los contextos funerarios se caracterizan por una más nítida
delimitación espacial y temporal. Al constituir actos deposicionales únicos
y deliberados, los depósitos funerarios mantienen asociaciones espacio-
temporales fácilmente registrables en el campo, lo cual hizo que, con ante-
rioridad al desarrollo de las técnicas de datación absoluta se desarrollasen
métodos de datación relativa basados en este tipo de asociaciones artefac-
tuales funerarias, como es el caso de la seriación propuesta originalmente
por el arqueólogo británico F. Petrie (1853-1942).
En cuarto y último lugar, los depósitos funerarios tienen una función como
reservas de valor (económico o social), lo que desde el punto de vista depo-
sicional se expresa de dos formas. Primero en la tendencia a la monumen-
talidad y voluntad de permanencia de los contextos funerarios: no son in-
frecuentes los casos de sociedades prehistóricas cuyas pautas habitacionales
son de muy difícil (o imposible) lectura arqueológica mientras que las pau-
tas funerarias son fácilmente identificables dada la monumentalidad arqui-
tectónica de las construcciones (un buen ejemplo lo tenemos en el megali-
tismo practicado durante el Neolítico por toda la fachada atlántica europea).
Las construcciones funerarias conllevan con frecuencia importantes mensa-
jes relativos a la organización social y política de las comunidades que las
construyeron. La monumentalidad es un mensaje de presencia y poder fá-
cilmente comprensible (Figura 21). La segunda forma en que los contextos
actúan como reservas de valor es por la presencia de artefactos de prestigio
frecuentemente traidos desde lugares lejanos o elaborados con materias pri-
mas exóticas (piedras, metales, marfiles, etc.) Estos objetos y sus materias
primas no suelen contarse entre los sedimentos arqueológicos de los lugares
de habitación (Figura 22).
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Por otra parte, es posible interpretar las pautas de asociación de los tres as-
pectos o dimensiones fundamentales del ritual funerario (contenedores, obje-
tos y restos humanos) en términos de organización social y política (niveles
de desigualdad, alcance de la jerarquización, presencia de estratificación so-
cial, etc.). Esta interpretación parte de la premisa de que existe cuasi-univer-
salmente una tendencia al isomorfismo entre la expresión del ritual funerario
y la organización social (Binford, 1972:235), esto es que, por ejemplo, los
individuos pertenecientes a las élites manifiestan su poder mediante contene-
dores y depósitos funerarios más costosos (Wason, 1994:84; Bard, 1994:30).
Aunque esta regla isomórfica ha sido objeto de una amplia discusión teórica,
planteándose ejemplos de formaciones sociales donde precisamente las dife-
rencias en la riqueza y complejidad de las estructuras y ajuares funerarios no
se correlacionan directamente con diferencias de estatus social real, que que-
dan emboscadas ideológicamente (Ucko, 1969; Bloch 1981; Hodder, 1982;
Shanks y Tilley, 1982), lo cierto es que cuenta con una abrumadora cantidad
de evidencias etnográficas confirmatorias (Wason, 1994:85-87) que sugieren
que existe una amplia tendencia entre las sociedades humanas a reflejar las
formas de jerarquización y poder en la materialidad de los ritos funerarios.
La práctica que seguían las comunidades argáricas de la Edad del Bronce en
el Sureste de España, consistente en enterrar a los difuntos en cistas y pithoi*
bajo el suelo de las viviendas, ha sido interpretada como manifestación de
una forma de organización social donde la familia nuclear ha adquirido ma-
yor importancia. Esta práctica contrasta con la utilización de enterramientos
comunales, ubicados en las afueras de las aldeas, por parte de las comunida-
des de la Edad del Cobre en la misma región, lo cual es interpretable como
expresión de una sociedad que pone mayor énfasis en la unidad parental am-
plia (el clan, el linaje) o en la comunidad en general.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Maroto Genover, J. (1992): "La Geología aplicada a la Prehistoria." En Roda, I. (Ed.): Ciencias, Me-
todologías y Técnicas Aplicadas a la Arqueología, 19-30. Barcelona. La Caixa
Schiffer, M. B. (1983): “Toward the identification of formation processes.” American Antiquity 48, 675-
706.
Avanzadas
Boceck, B. (1986): "Rodent ecology and burrowing behavior: predicted effects on archaeological site
formation." American Antiquity 51 (3), 589-603. Salt Lake City
Tani, M. (1995): "Beyond the identification of formation processes: behavioral inference based on
traces left by cultural formation processes." Journal of Archaeological Method and Theory 2 (3), 231-
252. New York. Plenum Publishing
Vita-Finzi, A. (1978): Archaeological Sites in Their Setting. London. Thames and Hudson
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
2.1.- Introducción.
Al propio tiempo, a la altura de los años 1960, se acelera en todo el mundo, aunque
especialmente en Europa y Estados Unidos, el proceso de inventariado de los re-
cursos arqueológicos, con el objetivo de posibilitar que su gestión sea más racional
y su protección más efectiva. La creación de inventarios regionales o nacionales de
yacimientos arqueológicos por parte de las administraciones públicas se remonta
en algunos países europeos (notablemente el Reino Unido y Dinamarca) a comien-
zos o mediados del siglo XIX y prosigue con mayor o menor intensidad durante la
primera mitad del siglo XX. El paulatino crecimiento económico y el fuerte desa-
rrollo urbanístico que experimenta Europa a partir de la década de los 1960 hacen
que se implementen procedimientos y actuaciones de emergencia para evitar la des-
trucción masiva de yacimientos arqueológicos como resultado de la ejecución de
grandes obras públicas (autopistas, redes de ferrocarril, pantanos, oleoductos, etc.).
La prospección arqueológica de superficie, la fotografía aérea y la prospección geo-
física recibirán también un fuerte impulso como instrumentos de evaluación y con-
trol del impacto potencial de dichas obras sobre el patrimonio arqueológico, con-
tribuyendo a incrementar los datos disponibles en los inventarios de yacimientos.
Así, hacia mediados de los años 1970 el reconocimiento arqueológico del territorio
experimenta una impactante transformación que lo pone a la altura (o incluso por
encima) de la excavación arqueológica como instrumento para la interpretación del
Pasado a través de los vestigios materiales. Esta transformación se debe, por una
parte, al impulso epistemológico que la Nueva Arqueología (a través de la Ecología
Cultural*) otorga al análisis de la territorialidad de las sociedades pasadas. Por otra,
ha sido consecuencia de la necesidad práctica de identificar y localizar (y en su caso
rescatar) las evidencias arqueológicas en una sociedad industrial donde la expan-
sión urbanística amenaza constantemente con deteriorar el precioso legado material
de nuestro Pasado como especie.
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En este caso, como se verá en las siguientes secciones, la prospección pasa a ser
una actividad realizada no individualmente, sino en equipo (y preferentemente por
equipos multidisciplinares), con una serie de procedimientos formalizados y estan-
darizados, cada vez más sofisticados en su diseño técnico, para la cobertura del
terreno y la recogida de la información. Pasa a ser asimismo una actividad que des-
borda el ámbito local, estableciéndose a escala regional, nacional o incluso interna-
cional, y disponiendo asimismo de mucho más apoyo y patrocinio institucionales.
En las siguientes secciones de describen los principios, métodos y técnicas que ri-
gen actualmente el desarrollo de la prospección arqueológica de superficie. Se pres-
tará atención fundamentalmente a la prospección arqueológica a escala macro, es
decir, aquella que tiene como objetivo la identificación de yacimientos arqueológi-
cos nuevos. Dentro de este ámbito de aplicación de la prospección se hace referen-
cia a un caso de prospección temática concreta, la prospección arqueometalúrgica.
Finalmente se hace referencia a la prospección de superficie a escala semi-micro,
es decir, aquella destinada al establecimiento de inferencias relativas a la organiza-
ción interna de yacimientos concretos.
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Dado que los resultados de una prospección de superficie son presentados necesa-
riamente sobre un soporte cartográfico, el conocimiento y disponibilidad de estas
series cartográficas constituye un paso previo básico para la ejecución del estudio.
Además, el estudio de determinados elementos del territorio reflejados en la carto-
grafía puede contribuir poderosamente a delimitar prioridades y a una dirección
mejor informada del trabajo de campo. Al propio tiempo, la forma más común de
presentar los resultados de la prospección arqueológica de superficie (y ciertamente
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Desde el punto de vista del referente paisajístico que incorporan, los topónimos se
pueden agrupar en una de tres categorías principales según refieran:
Etnias o pueblos
Accidentes geográficos y sus características (colores, formas, alturas)
Eventos y referentes del pasado
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
c) Una tercera categoría de información que debe ser valorada previamente al co-
mienzo del trabajo de campo es la propiamente arqueológica. Si existen preceden-
tes de reconocimiento arqueológico de la zona de prospección es preciso documen-
tarlos, bien sea en trabajos publicados o en la literatura gris (informes oficiales y
administrativos que se encuentran inéditos pero disponibles en los archivos de la
administración pública). Asimismo, dado que en España se vienen sistematizando
desde hace dos décadas los inventarios regionales de yacimientos arqueológicos, es
preciso contrastar la posible existencia de registros ya conocidos relevantes para la
prospección en cuestión.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
s
P=
d
a2 b2
s = 2
2
2 (a 2 b 2 ) / 2
P=
d
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2r
P=
d
Donde r es el radio del yacimiento. Mientras que, si se supone una forma lineal, la
fórmula sería
2l
P=
d
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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a la agricultura (Figura 31). En tercer lugar, los terrenos de uso forestal son los
que presentan niveles más bajos de visibilidad durante todo el año. La presencia
de abundantes arbustos, musgos, hierba y hojarasca impiden de hecho al pros-
pector visualizar las posibles evidencias que aparezcan en superficie (Figura
32). En estos casos, el único procedimiento aplicable es la prospección selectiva
de ventanas del terreno donde las condiciones imperantes hayan eliminado la
vegetación: tal es el caso de, por ejemplo, cortafuegos, caminos, cunetas de ca-
rreteras, o cauces de arroyos y ríos (estos últimos, además ofrecen la posibilidad
de examinar secciones del terreno). Asimismo, en regiones con muy altas tasas
de precipitaciones anuales, la existencia de cobertura vegetal permanente o casi
permanente a lo largo del año condiciona y limita la aplicabilidad y resultados
potenciales de las prospecciones arqueológicas. En algunas de estas regiones,
durante una buena parte del año, es apenas posible prospectar en las ventanas
que ofrece el terreno, como las señaladas más arriba.
En conjunto, existen por tanto toda una serie de factores físicos que delimitan la
capacidad de la prospección superficial para identificar y reconocer las evidencias
materiales del Pasado en el paisaje (Tabla 3). Estos factores físicos deben ser
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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AMBITO FACTORES
Distancia prospectores
METODOLOGÌA Número prospectores
Experiencia prospectores
Tamaño (extensión)
Potencia (profundidad estratigráfica)
REGISTRO Densidad (número de yacimientos por unidad superficie)
ARQUEOLÓGICO Concentración (índice de agrupación)
Sedimentos fluviales
Condiciones geomorfológicas Índices de erosión
Trasgresión/regresión marina
Visibilidad Vegetación (uso del suelo)
SUPERFICIE Vegetación (climatología)
Uso del suelo
Accesibilidad Topografía
Estructura propiedad tierra
Tabla 3
Factores de perceptibilidad del registro arqueológico en la prospección de superficie
Fuente: Elaboración propia
2.2.f.- Georreferenciación.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Toda esta información relativa a husos, franjas, zonas, cuadros de 100 km de lado
y cuadrículas de 1 km aparece reflejada en los mapas topográficos de referencia.
En el caso de España, la cartografía que se podría considerar como oficial a este
respecto es el Mapa Topográfico Nacional (MTN)* a escala 1:50.000
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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(ignoremos por el momento el 42 que aparece en menor tamaño junto a este dígito).
Utilizando de nuevo la cuadrícula de 100 metros de lado que como usuarios hemos
dibujado sobre el mapa, será preciso contar las líneas que quedan por debajo del
yacimiento, en este caso 7 (el yacimiento está a 700 metros de la línea 27). Con ello
la notación de las coordenadas de Cerro de la Alcornocosa queda como [29S PC
906 277]. Aunque imprecisa, porque deja 100 metros de margen de error en longi-
tud y latitud, esta notación es correcta, y de hecho es el tipo de notación que se ha
utilizado para las coordenadas UTM en numerosas prospecciones arqueológicas en
España, por ejemplo en Andalucía. Si fuera posible disponer de información de la
ubicación del yacimiento hasta las decenas de metros o al metro (por ejemplo, el
punto central del yacimiento), se utilizarían dos dígitos más en la longitud y latitud.
Con la extensión del uso de la tecnología GPS y SIG, la tendencia actual es utilizar
siempre la notación de las coordenadas UTM empleando únicamente dígitos (tra-
dicionalmente esta ha sido la forma de emplear las coordenadas para cálculos de
Geodesia* y Topografía). Para coordenadas previamente designadas según el pro-
cedimiento que se acaba de exponer, existen tablas de referencia para transformar
en dígitos las letras relativas a los husos y franjas (Rossignoli Just, 1976). En el
caso de Cerro de la Alcornocosa, las coordenadas aparecerían designadas como
690652 (longitud) y 4227738 (latitud) en caso de aproximación al metro. Si no
existiese aproximación de precisión métrica entonces es preciso redondear la nota-
ción, añadiendo tantos ceros como sea necesario (Wheatley y Gillings, 2002:70).
Así, con una precisión de hectómetro, la forma de designar las coordenadas sería
690600 (longitud) y 4227700 (latitud).
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Sobre el terreno, la forma más práctica de orientarse es con una brújula, para cuya
utilización es importante tener en cuenta los conceptos de Norte verdadero y Norte
magnético. El punto donde covergen los meridianos, es decir, los extremos del eje
de rotación de la Tierra, marcan el Norte y el Sur geográficos. El Norte geográfico
es el que se dibuja en los mapas y con respecto al cual se expresan las direcciones,
recibiendo también el nombre de Norte verdadero. Ahora bien, cuando la brújula
señala al Norte no está indicando el Norte verdadero, sino el Norte magnético, que
no coincide exactamente con él y que además cambia constantemente de lugar.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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tres partes, el campo magnético principal (de origen interno), el campo magnético
transitorio (basado en la rotación terrestre y con perturbaciones derivadas de los
procesos atmosféricos) y las anomalías magnéticas (asociadas con las rocas de la
corteza terrestre y su imantación). El campo magnético terrestre experimenta va-
riaciones de cientos y miles de años, incluyendo inversiones completas de la pola-
ridad (Díaz del Olmo, 1990:159). Las variaciones de la polaridad magnética han
sido estudiadas en profundidad por la Geología en las últimas décadas, de forma
que actualmente es posible incluso utilizar el paleomagnetismo como procedi-
miento de datación absoluta. En efecto, los cristales de las rocas volcánicas conti-
nentales se orientan al enfriarse hacia el Norte magnético, dondequiera que éste se
encuentre, del mismo modo que los cristales de los minerales férreos (hematites,
magnetita) presentes en artefactos de arcilla cocida se orientan en el momento de
la cocción (si la temperatura de cocción es superior a 650º) hacia el Norte magné-
tico de forma permanente.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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En los últimos cinco años, sin embargo, la precisa georreferenciación de los yaci-
mientos arqueológicos ha dejado de depender de la calidad de la cartografía exis-
tente (en realidad se puede decir que ha dejado de ser un problema en general)
gracias a la extensión del Sistema de Posicionamiento Global* o GPS (Global Po-
sitioning System). Dada su creciente accesibilidad económica, su precisión y su ca-
rácter portátil, la incorporación de la tecnología GPS a la Arqueología de campo ha
sido fulgurante (Amado Reino, 1997; Estrada, 1997; Colosi y otros, 2001a; 2001b;
Gabrielli, 2001), viniendo a solventar definitivamente el viejo problema de la geo-
rreferenciación, y abriendo otras posibilidades como la realización de micro-topo-
grafías tanto en prospección como en excavación (esta prestación del GPS es dis-
cutida en la sección dedicada a la cartografía arqueológica).
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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anteriormente. Cuatro son los aspectos empíricos principales que deben ser objeto
de control en el curso de la prospección.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Normalización de vocabulario
Estandarización de los formularios de registro de datos
Informatización de los datos.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Lugares con historia de actividad minera. Con frecuencia los lugares con ex-
plotaciones mineras recientes (contemporánea, moderna) se ubican en lugares,
áreas o comarcas donde ya se dieron tales explotaciones en épocas precedentes
(época medieval, época romana, Prehistoria). Tanto en la Prehistoria como en
la Historia, la minería es una actividad que muestra una fuerte tendencia a su-
perponerse de forma reiterativa en los mismos puntos del paisaje, normalmente
como resultado de avances tecnológicos que permitieron poner en explotación
recursos que anteriormente habían sido dados por improductivos. Por ello, en
la fase de documentación de la prospección previa al propio trabajo de campo
debe hacerse una consulta exhaustiva de las fuentes bibliográficas, cartográfi-
cas y documentales que identifiquen empresas y actividades mineras o (simple-
mente) lugares con recursos mineros verificados.
Toponimia. Toda una serie de topónimos hacen referencia a lugares con historia
de explotación minera, incluyendo:
53
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Introductorias
Avanzadas
Bintliff, J. -Kuna, M. -Venclova, N. (Eds.) (2000): The Future of Surface Artefact Survey in Europe.
Sheffield. Sheffield University Press
Dunnell, R. C. y Dancey, W. S. (1983): "The site-less survey: a regional scale data collection stra-
tegy.” En SCHIFFER, M. B. (Ed.): Advances in Archaeological Method and Theory 6, 267-287. New
York. Academic press
Ebert, D. (2002): "The potential of geostatistics in the analysis of fieldwalking data.” En Wheatley, D.
-Earl, G. -Poppy, S. (Eds.): Contemporary Themes in Archaeological Computing, 82-89. Oxford. Ox-
bow Books
Francovich, R. y Patterson, H. (Eds.) (2000): Extracting Meaning from Ploughsoil Assemblages. The
Archaeology of Mediterranean Landscapes 5. Oxford. Oxbow Books
55
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Gallant, T. W. (1986): "Background noise and site definition: a contribution to survey methodology"
Journal of Field Archaeology 1, 403-418. Boston. Boston University Press
García Sanjuán, L. (2004): “La prospección arqueológica de superficie y los SIG.” En Martín de la
Cruz, J. C. y Lucena Martín, A. M. (Eds.): Actas del I Encuentro Internacional de Informática Aplicada
a la Investigación y la Gestión Arqueológicas (I IAIGA, Córdoba, 5-7 de Mayo de 2003). Córdoba.
Universidad de Córdoba
Gillings, M. (2000): "The utility of the GIS approach in the collection, management, storage and anal-
ysis of surface survey data." Bintliff, J.-Kuna, M.-Venclova, N. (Eds.): The Future of Surface Artefact
Survey, 105-120. Sheffield. Sheffield University Press
Terrenato, N. (2000): "The visibility of sites and the interpretation of field survey results: towards an
analysis of incomplete distributions.” En Francovich, R. y Patterson, H. (Eds.): Extracting Meaning
from Ploughsoil Assemblages. The Archaeology of Mediterranean Landscapes 5, 60-71. Oxford. Ox-
bow Books
Wheatley, D. (1996): "Between the lines: the role of GIS-based predictive modelling in the interpre-
tation of extensive survey data.” En Kammermans, H. y Fennema, K. (Eds.): Interfacing the Past,
Analecta Prahistorica Leidensia 28, 275-292. Leiden. Leiden University Press
56
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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57
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
58
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
En un sentido general se puede decir que la fotografía aérea permite al ojo humano
ver y apreciar cosas que simplemente pasan desapercibidas a nivel de la superficie
terrestre. La Figura 44 ilustra muy bien esta cuestión: seguramente, ninguno de los
usuarios del campo de fútbol captado por la fotografía sospechó nunca la irregula-
ridad de la forma del terreno de juego en que practicaban.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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1 En general se considera que las condiciones óptimas para la realización de fotografías aéreas oblicuas con
interés arqueológico son de una visibilidad mínima de 20 kms. y con el sol a no más de 20º sobre el horizonte.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
de apreciar a ras de suelo, pero que son fácilmente detectables desde el aire. Tam-
bién en este caso se dan una serie de factores condicionantes que delimitan la utili-
dad y virtualidad que tienen las variaciones edafológicas como indicador arqueoló-
gico.
Por un lado. está, una vez más, el factor de tamaño y concentración de los pro-
pios restos de construcciones existentes en el subsuelo. Su paulatina erosión por
el constante paso del arado producirá manchas de coloración tanto mayores (y
por tanto más visibles desde el aire) cuanto mayor sean los restos enterrados.
Por otro lado, está la coloración predominante del suelo y el grado de contras-
tación que puedan ofrecer los restos arquitectónicos del subsuelo. Si los mate-
riales constructivos de los elementos arquitectónicos sumergidos tienen la
misma coloración que la superficie, su visibilidad desde el aire disminuye. En
cambio, cuando hay una fuerte contrastación de colores la visibilidad potencial
se incrementa. Tal es el caso, por ejemplo, de UEs verticales negativas colma-
tadas de materia orgánica (y por tanto de coloración oscura) que fueron exca-
vadas en suelos margosos o calizos de colores claros (blancos, amarillos). O
también de UEs verticales positivas elaboradas con materiales calizos (blancos)
cuando se encuentran enterrados en suelos arcillosos (rojizos, pardos).
Introductorias
63
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Fabre, G. (1992): "La fotografía aérea a baja altura y su utilización en arqueología, con especial
atención al Norte de Francia." En Roda, I. (Ed.): Ciencias, Metodologías y Técnicas Aplicadas a la
Arqueología, 139-154. Barcelona. Edicions La Caixa
Orejas, A. (1995): Del Marco Geográfico a la Arqueología del Paisaje. La Aportación de la Fotografía
Aérea. Madrid. CSIC
Avanzadas
Bewley, R. (Ed.) (1999): Archiving Aerial Photography and Remote Sensing Data: A Guide to Good
Practice. Oxford. Oxbow Books for the Arts and Humanities Data Service
Bewley, R. H. y Raczkowski, W. (2002): Aerial Archaeology. Developing Future Practice. NATO Sci-
ence Series. Life Series vol. 337. Amsterdam. IOS Press
Wilson, D. R. (Ed.) (1982): Air Photo Interpretation for Archaeologists. London. Batsford. [Reeditado
en 2000]
2.4.- Teledetección.
2.4.a.- Sinopsis histórica.
64
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
La serie de satélites cuya puesta en órbita habría de tener un gran impacto en disci-
plinas como la Geografía, la Geología, la Biología o la propia Arqueología, co-
mienza con los norteamericanos Landsat 1 a 7 (lanzados a partir de 1972). A ella
siguió la serie SPOT (Système Probatoire d’Observation de la Terre), cuyos saté-
lites 1 a 5 han sido puestos en órbita entre 1986 y 2002 por un consorcio de los
gobiernos y diversas empresas privadas de Bélgica, Francia, Italia y Suecia. Final-
mente, en los años 1990 dio comienzo el programa ERS (European Remote Sensing
Satellites) de la Agencia Espacial Europea, que ya ha puesto dos satélites (ERS 1 y
2) en órbita.
2Mientras que en Europa la gestión y protección del patrimonio arqueológico está fuertemente asociada a la
del conjunto de bienes culturales históricos, artísticos, arquitectónicos, etc. en EEUU se ha consolidado más
como parte de la gestión del medio ambiente natural.
65
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
La Tierra recibe constantemente energía procedente del sol. Cuando esa energía
impacta en la tierra es sujeta a dos posibles procesos físicos principales: o bien es
absorbida (la tierra retiene una parte de la energía que recibe) o es reflejada (es
dispersada en muchas direcciones y devuelta al espacio). Las diferentes interaccio-
nes de las radiaciones electromagnéticas con los diferentes materiales que compo-
nen la superficie de la Tierra (rocas, vegetación, agua) son captadas por lo sensores,
de forma que el análisis e interpretación de la información captada permite estable-
cer inferencias relativas a dichos materiales. Con ayuda de sensores que capturan
las radiaciones reflejadas, y mediante su análisis con sistemas informáticos que las
analizan e interpretan, es posible interpretar cuestiones como la naturaleza de los
materiales, su distancia, su temperatura, etc. El espectro de emisiones electromag-
néticas se encuentra dividido en bandas* contiguas, por lo que existen dispositivos
sensores capaces de capturar emisiones de numerosas bandas, generando imágenes
que se denominan multiespectrales* o hiperespectrales (según el número de bandas
que detecten).
66
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Por otro lado, está la resolución espectral, que se refiere a la cantidad y anchuras
de bandas de emisiones electromagnéticas que un sensor puede registrar. Cuan-
tas más bandas pueda registrar un sensor y cuanto más estrechas sean (y por
tanto cuanto mayor sea su capacidad para generar imágenes multiespectrales),
mayores posibilidades ofrecerá a nivel de interpretación. La utilización de sen-
sores hiperespectrales de última generación, cuya disponibilidad se ha genera-
lizado en los últimos años, permite un análisis más detallado de los materiales
de la superficie terrestre.
Las diferentes misiones y satélites que han aportado a lo largo de las últimas déca-
das imágenes susceptibles de explotación arqueológica reunían diversas combina-
ciones de instrumentos sensores y variables de resolución (Wheatley y Gillings,
2002:78-80) (Tabla 5). Así, en las misiones Landsat 1 a 5 el instrumento sensor
principal era el Escáner Multiespectral, o MSS (Multispectral Scanner) en sus si-
glas inglesas, que obtenía datos con una resolución espacial de 80x80 metros en las
bandas roja, verde, azul e infrarroja. Las misiones Landsat 4 y 5 portaban además
un sensor denominado Thematic Mapper, un escáner radiométrico multiespectral
de 7 bandas con una resolución espacial de 60 metros en la banda termal infrarroja
y de 30 metros en las 6 bandas restantes. Finalmente, el Landsat 7 transporta una
67
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
En base a los principios teóricos esbozados, es posible, por tanto, identificar ciertos
elementos antrópicos en el paisaje, y con ello determinar la posible localización de
yacimientos arqueológicos. A este respecto, se pueden señalar dos grandes ventajas
de la teledetección sobre la fotografía aérea. Por un lado, es menos dependiente de
las condiciones climáticas. La mayoría de los sensores espaciales operan con inde-
pendencia de las condiciones atmosféricas que suelen afectar a los aviones a la hora
de tomar las fotografías aéreas, ya que en el espacio no hay turbulencias ni huraca-
nes que dificulten la navegación. Ello, sin embargo, no quiere decir que la capaci-
dad de los satélites para observar la corteza terrestre no se vea mermada por deter-
minadas condiciones atmosféricas como la nubosidad. Por otro lado, las imágenes
capturadas por sensores a bordo de satélites pueden servir para estudiar regiones
extremadamente remotas e inaccesibles (selvas tropicales, desiertos), donde la uti-
lización de aviones es complicada o imposible, y en regiones con cubierta vegetal
de tipo arbóreo extremadamente densa (por ejemplo, las selvas tropicales) donde la
fotografía aérea es poco útil.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Introductorias
Montufo, A. M. (1997): “The use of satellite imagery and digital image processing in landscape ar-
chaeology. A case study from the island of Mallorca, Spain.” Geoarchaeology 12 (1), 71-85.
Avanzadas
69
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Campana, S. y Forte, M. (Eds): (2001): Remote Sensing in Archaeology. XI Ciclo di Lezioni Sulla
Ricerca Applicata in Archeologia (Certosa di Pontignano, Siena, 6-11 diciembre 1999). Siena. Uni-
versitá di Siena
Gaffney, V. – Ostir, K. – Podobnikar, T. – Stancic, Z. (1996): “Satellite imagery and GIS applications
in Mediterranean Landscapes.” En Kammermans, H. -Fennema, K. (Eds.): Interfacing the Past, An-
alecta Prahistorica Leidensia 28, 338-342. Leiden. Leiden University Press
Limp, W F. (1989): The Use of Multispectral Digital Imagery in Archaeological Investigations. Re-
search Series 24. Fayetteville. Arkansas Archaeological Survey
Lyons, T. R. (Ed.) (1981): Remote Sensing: Multispectral Analyses of Cultural Resources, Chaco
Canyon and Bandelier National Monument. Washington. National Park Service
Sever, T.L. y Wagner, D.W. (1991): “Analysis of prehistoric roadways in Chaco Canyon using re-
motely sensed digital data.” En Trombold, C. (Ed.): Ancient Road Networks and Settlement Hierar-
chies in the New World, 42-52. Cambridge. Cambridge University Press
70
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Los métodos pasivos son aquellos en los que se mide la presencia e intensi-
dad de señales asociadas con las propiedades de los materiales enterrados
en el subsuelo, sin que haya emisión alguna de señales por parte del pros-
pector. Entre ellos contamos la prospección magnética, la sísmica, la mag-
netotelúrica o la de microgravedad.
71
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Entre los años 1970 y 1980 esta metodología se extiende notablemente por la Ar-
queología, consolidándose como un procedimiento estándar de reconocimiento de
yacimientos arqueológicos previo a (o independiente de) la excavación, capaz de
proporcionar datos cada vez más precisos y significativos sobre la naturaleza de los
mismos. En algunos países, como el Reino Unido o Alemania, esta extensión tiene
sobre todo gran significación a efectos de protección – intervenciones de urgencia
– generando importantes dinámicas comerciales y empresariales (empresas de con-
sultoría geoarqueológica). Prueba de la rápida consolidación de la prospección
geofísica arqueológica es la proliferación de obras monográficas en los últimos 10
años, tanto a efectos de manuales y obras de referencia que introducen métodos
cada vez más sofisticados (Scollar y otros, 1991; Heimmer y De Vore, 1995; Clark,
1996; Conyers y Goodman, 1997; Hasek, 1999) como de resultados de conferencias
internacionales especializadas (Fassbinder e Irlinger, 1999; Doneus y otros, 2001)
o guías de referencia sobre criterios de normalización y estandarización de las apli-
caciones y de los datos resultantes (English Heritage, 1995; Schmidt, 2001).
72
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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tamaño ganan y pierden agua rápidamente, mientras que las fosas grandes re-
tienen humedad de forma más constante).
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Debido a que la magnetización que se trata de identificar es mucho más tenue (es
natural, por así decirlo, y no termorremanente), en el caso de las prospecciones
geofísicas de susceptibilidad magnética los instrumentos utilizados deben ser acti-
vos, y no pasivos. Los magnetómetros son instrumentos pasivos en tanto que úni-
camente miden la magnetización almacenada en los materiales sometidos a proce-
sos de combustión (es decir, con termorremanencia). En cambio, la prospección de
susceptibilidad magnética requiere de la utilización de instrumentos activos, es de-
cir, que inyectan una señal en el subsuelo, midiendo luego la respuesta que se ob-
tiene en base a su susceptibilidad magnética.
76
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
En tercer lugar, dado que los sensores detectan de forma precisa la profun-
didad a que dichas anomalías se encuentran, es posible elaborar perfiles (i.e.
secciones) del subsuelo, mostrando la localización de las anomalías en pro-
fundidad, no solo horizontalmente (en su extensión).
77
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Introductorias
Clark, A. J. (1996): Seeing Beneath the Soil: Prospecting Methods in Archaeology. London. Batsford
Dabas, M. y Tabbagh, A. (2000): “Thermal surveying.” In Ellis, L. (Ed.): Archaeological Method and
Theory: An Encyclopedia. New York. Garland
Avanzadas
English Heritage (1995): Geophysical Survey in Archaeological Field Evaluation. Research and Pro-
fessional Services Guideline 1. London. English Heritage
Schmidt, A. (2001): Geophysical Data in Archaeology.A Guide to Good Practice. Oxford. Oxbow
Books
Spoerry, P. (Ed.) (1992): Geoprospection in the Archaeological Landscape. Oxbow Monographs 18.
Oxford. Oxbow Books
78
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Son varios los conceptos de carácter técnico y científico que deben ser asimilados
para analizar, utilizar y crear mapas como parte del trabajo de reconocimiento y
análisis arqueológico del territorio. Entre los más importantes están los de proyec-
ción y coordenadas, orientación (norte y declinación magnética), escala y semiótica
79
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
La escala numérica* es el cociente entre la distancia que separa dos puntos situados
en el mapa y sus homólogos situados en el terreno, medidos siempre con unidades
de la misma especie. La escala se expresa como una fracción donde el numerador
es una distancia cualquiera en el mapa y el denominador indica cuantas veces es
esa distancia mayor en la realidad. Así, la escala 1:50.000 indica que una unidad
sobre el mapa equivale en la realidad a 50.000 veces dicha unidad: 1 centímetro
equivale a 50.000 centímetros (500 metros) y un 1 milímetro equivale a 50 metros.
Una escala es “grande” cuando el denominador es pequeño, es decir abarca poco
terreno (1:5.000, 1:10.000), mientras que es “pequeña” cuando el denominador es
grande, es decir abarca mucho terreno (1:5.000.000, 1:40.000.000).
No puede existir ningún mapa sin escala, ya que sin ella, un mapa pierde una infor-
mación necesaria (tanto así que de hecho puede decirse que pierde todo su carácter
de mapa). Aunque sea posible encontrar en publicaciones arqueológicas casos
80
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Pero el concepto de escala va más allá del elemento cartográfico numérico o gráfico
que permite comprender las relaciones de tamaño y distancia entre lo representado
y lo real. En un nivel más conceptual, la escala determina el ámbito geográfico y el
alcance del análisis: a distintas escalas se pueden representar y analizar diferentes
fenómenos y procesos, sean de orden biológico, físico o humano (arqueológico).
81
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
relación con los métodos de análisis espacial que se discuten en la tercera parte de
este trabajo).
82
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Durante muchos años los mapas topográficos han sido utilizados de forma regu-
lar en Arqueología como escenario sobre el cual representar las distribuciones de
yacimientos resultantes de la prospección de superficie. La extensión de los Sis-
temas de Información Geográfica (discutida en la sección siguiente) ha hecho
que el abanico de mapas utilizados con este y otros fines se haya ampliado mu-
cho, dando paso sobre todo a una generalización del uso de mapas temáticos.
Desde el punto de vista arqueológico, la diversidad de temas que pueden ser re-
presentados cartográficamente es igualmente vasta. Las más habituales en la li-
teratura incluyen desde la propia distribución de yacimientos y artefactos por cla-
ses y por periodos cronológicos, hasta las vías de comunicación y rutas comer-
ciales antiguas, distribución de áreas de influencia cultural, paleogeografía (anti-
guos cursos de agua hoy desaparecidos, antiguas líneas de costa, etc.), rutas mi-
gratorias, etc. Una clasificación útil de los mapas temáticos arqueológicos es la
propuesta por G. Priestley (1992:98-99) en tanto que mapas inventario (simple-
mente contienen gran cantidad de información en bruto, en el caso de una
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Otra propiedad que define de forma bastante elemental a los SIG es su capaci-
dad para la construcción dinámica de cartografía nueva mediante el álgebra de
mapas y la reclasificación. Con respecto a la cartografía tradicional, expresada
en forma de una hoja en papel donde se imprime el mapa, en los SIG la carto-
grafía es dinámica y puede ser manipulada, editada y transformada constante-
mente para producir cartografía nueva. Las operaciones de edición más senci-
llas se suelen aplicar a elementos representados vectorialmente y permiten, por
ejemplo, extraer una parte de una cobertura a partir de uno o varios elementos
de otra, agrupar los elementos de un mapa (por ejemplo polígonos) que tienen
un mismo valor para un atributo dado, creando un mapa nuevo más simplifi-
cado, unir dos mapas de regiones contiguas y adyacentes, interseccionar dos
mapas, creando un tercero más complejo con los elementos comunes de los
primeros, etc. Otro tipo de función propia de los SIG es la reclasificación de
mapas. Un ejemplo clásico para la prospección arqueológica de superficie es el
de una cobertura de usos del suelo que es reclasificada en términos de la difi-
cultad que supone para la prospección arqueológica. Los polígonos de la
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cobertura de usos de suelo que tiene un valor definido como de “cultivos her-
báceos” puede ser definida como de elevado potencial para la prospección ar-
queológica, ya que, como se vió anteriormente, este tipo de uso de suelo facilita
el acceso y paso de los prospectores y ofrece una buena visibilidad de los ves-
tigios arqueológicos en superficie (el suelo está removido, arado, y con algo de
suerte la mitad de los terrenos estarán en barbecho). En cambio los polígonos
de dicha cobertura que aparezcan codificados como de “cobertura forestal ar-
bustiva” deberán ser clasificados como de elevada dificultad para la prospec-
ción, ya que el suelo no estará removido por el arado y la vegetación dificultará
el paso y la visibilidad. La reclasificación de mapas representados en un modelo
raster de datos permite obtener resultados analíticos mucho más sofisticados.
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c) Un ejemplo específico del impulso que los SIG han proporcionado al reconoci-
miento arqueológico del territorio son los modelos digitales del terreno (MDT)*.
Los MDT son representaciones tridimensionales de la topografía de un territorio
realizada en un SIG por medio de un modelo de datos bien raster o vectorial. Un
MDT es un caso específico (de representación de la topografía) de un Modelo Di-
gital de Elevación (MDE), donde se representa tridimensionalmente la variación en
el espacio de cualquier variable (Wheatley y Gillings, 2002:107). Los MDT son de
hecho mapas topográficos tridimensionales donde la forma del terreno puede ser
aprehendida y evaluada de una forma más intuitiva y eficaz por el ojo humano. En
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Los programas actuales de SIG contienen rutinas y utilidades muy avanzadas para
el tratamiento de los MDT, lo que ha contribuido a simplificar y extender su apli-
cación entre los usuarios arqueológicos, para modelizar bien el territorio de pros-
pección en su conjunto, bien yacimientos concretos. En la Figura 78 se muestra un
ejemplo del primer caso, en el que se han digitalizado las curvas de nivel de la
cartografía topográfica 1:10.000 del ICA para el entorno del embalse de Aracena
(Huelva), generándose un modelo tridimensional del paisaje recubierto con un mo-
saico de ortofotos también a escala 1:10.000. La combinación del relieve tridimen-
sional del terreno con su imagen permite obtener una representación aún más rea-
lista del territorio sobre el que se muestran la distribución de yacimientos de la Edad
del Bronce. Otro buen ejemplo de modelización de las condiciones topográficas del
territorio de prospección se muestra en las Figuras 79 y 80. Aquí, de nuevo sobre
un MDT generado a partir de la cartografía 1:10.000 del ICA se muestra la distri-
bución de los yacimientos localizados en la zona de inundación de embalse de Los
Melonares (Sevilla) durante las prospecciones llevadas a cabo antes de su construc-
ción (Figura 79). A continuación (Figura 80), se añade una simulación de la lámina
de agua en unas condiciones de inundación máxima del pantano (cota de 82 me-
tros), comprobándose de forma efectiva los yacimientos que desaparecen bajo el
agua (García Sanjuán, 2004).
Los MDT de yacimientos singulares han recibido asimismo bastante atención re-
cientemente, ya que gracias a la paulatina extensión de los GPS diferenciales la
captura de información de alta resolución relativa a la topografía de yacimientos
individuales se está haciendo más económica y efectiva (Colosi y otros, 2001a,
2001b; Wheatley y Gillings, 2002:111-112; García Sanjuán y Wheatley, 2003). En
la Figuras 81a y 81b se muestra un ejemplo de un MDT de alta resolución de un
complejo megalítico de la provincia de Sevilla generado a partir de los datos obte-
nidos directamente sobre el terreno con la ayuda de un GPS diferencial. En este
caso, la topografía cuenta con 692 puntos de altitud real distribuidos por un área de
835 m2, lo cual supone un promedio de 0.82 cotas/ m2) para un área de poco más
de 2,40 metros de desnivel (altitud máxima sobre el nivel del mar 70,40 metros,
altitud mínima 68 metros). El mapa de curvas de nivel (Figura 81a) resultante de la
interpolación de estas cotas tiene un intervalo de 10 cm de desnivel entre cada curva
de nivel y puede ser utilizado para crear un MDT de alta resolución del monumento
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megalítico (Figura 81b). El mapa de curvas de nivel en cuestión puede ser compa-
rado con un levantamiento topográfico realizado de este mismo yacimiento con
medios convencionales (Figura 81c), resultando en un plano en soporte papel (por
lo que su manipulación o transformación en un SIG hubiera requerido un impor-
tante trabajo de digitalización) que muestra curvas de nivel con un intervalo de 25
centímetros.
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Introductorias
Espiago, G. y Baena, J. (1997): "Los Sistemas de Información Geográfica como tecnología informá-
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Westcott, K. y Brandon, J. (Eds.) (1999): Practical Applications of GIS for Archaeologists: A Predic-
tive Modelling Toolkit. London. Taylor and Francis
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Casi todas las técnicas de obtención de datos descritas se pueden aplicar a escala
macro o a escala semi-micro (más difícilmente a escala micro), es decir, bien sea
para rastrear regiones y comarcas amplias, o para obtener información de un yaci-
miento específico. Uno de los más trascendentes objetivos finales del reconoci-
miento del territorio a escala macro y semi-micro es la elaboración de inventarios
de yacimientos o cartas arqueológicas.
Los inventarios de yacimientos son documentos (o por ser más precisos, actual-
mente bases de datos) que compendian y sistematizan la totalidad de localizaciones
arqueológicas identificadas en un municipio, comarca, región o país. Es decir, cons-
tituyen el almacén de datos donde se contiene toda la información obtenida por
medio de la prospección de superficie, la fotografía aérea y la teledetección y la
prospección geofísica. Normalmente estos inventarios son gestionados por organis-
mos públicos responsables de la protección del Patrimonio Arqueológico (ministe-
rios, consejerías, o en algunos casos universidades y centros de investigación) y
constituyen la piedra angular de todas las políticas de protección patrimonial (es
imposible proteger lo que se desconoce). En España, el concepto de carta arqueo-
lógica (el término “carta” constituye un galicismo derivado del francés charte –
“mapa”) se ha utilizado desde hace décadas para designar los documentos resultan-
tes de trabajos de reconocimiento arqueológico del territorio, documentos a medio
camino entre un informe de prospecciones y un inventario de yacimientos. A veces,
de hecho, la expresión se emplea en la literatura como sinónimo de inventario de
yacimientos.
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Arqueología como disciplina científica. Los pasos más precoces en esta dirección
fueron dados en Dinamarca, donde la primera ley de protección de los yacimientos
arqueológicos frente a las actividades agrícolas e industriales, que data de 1807,
propone la creación de una lista de los monumentos más importantes del país. Pre-
cisamente, J. Worsaae (1786-1865), que propuso el revolucionario sistema de las
tres edades para la periodización de la Prehistoria europea, trabajó como inspector
de monumentos del Museo Nacional de Copenhague, organismo responsable desde
entonces del mantenimiento del inventario nacional de yacimientos de Dinamarca
(Kristiansen 1984; 1989). En el Reino Unido también se producen esfuerzos bas-
tante tempranos hacia la sistematización de un inventario nacional de monumentos
y yacimientos arqueológicos en forma de una ley aprobada en 1882 por iniciativa
del prehistoriados J. Lubbock (1834-1913) (Cleere, 1984; Startin, 1995). El proceso
de reconocimiento sistemático de las Islas Británicas arranca con fuerza a partir de
este momento, de forma que en 1908 se crea la Royal Comisión on the Historical
Monuments of England (luego seguida por comisiones paralelas en Escocia y Ga-
les) como organismo dedicado exclusivamente a la creación, mantenimiento y ac-
tualización del inventario de yacimientos de Inglaterra (Aberg y Leech, 1992;
Pugh-Smith y Samuels, 1996). Comparativamente, el origen de los inventarios na-
cionales en Francia es algo más tardío, produciéndose los primeros impulsos lega-
les en 1913 (Schnapp, 1984), aunque el trabajo efectivo de creación y manteni-
miento avanzaría a mucha mayor velocidad después de la II Guerra Mundial.
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Efectivamente, los SIG han proporcionado la base para una aproximación más in-
tegradora y eficaz a la gestión de los inventarios de yacimientos, superando algunas
de las importantes limitaciones que sufrían las bases de datos alfanuméricas con-
vencionales. El impacto de los SIG ha supuesto una importante mejora de la gestión
de datos de inventarios de yacimientos en una serie de áreas clave como las ya
descritas en la sección precedente y ha posibilitado la aparición de metodologías
enteramente nuevas, como por ejemplo las evaluaciones multicriterio de los niveles
de riesgo potencial de destrucción para yacimientos, que se han reflejado en docu-
mentos a veces denominados cartas de riesgo* (Accardo, 1992).
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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(países escandinavos, Reino Unido, Francia, Italia). Esta trayectoria ha sido anali-
zada en varios trabajos (sobre todo Sánchez-Palencia, 1981; Martín-Bueno, 1984;
García Fernández, 1989; Querol y Martínez, 1996; Ruiz Zapatero y Jimeno Martí-
nez, 1999) y puede ser contemplada desde la perspectiva de los cuatro impulsos
principales mencionados en la sección precedente a propósito de los inventario eu-
ropeos.
a) En una primera fase de impulso (c. 1911-1939), desde los primeros pasos de la
Arqueología científica en España (bien entrada ya la segunda mitad del siglo XIX)
hasta el final de la Guerra Civil, el desarrollo de los inventarios fue muy incipiente.
El primer texto legal que plantea la conveniencia de elaborar un inventario del pa-
trimonio histórico español data de 1911 (García Fernández, 1989), es decir, es en
varias décadas posterior a las que impulsan ese movimiento en el Reino Unido o
Dinamarca. Pero a esa altura de comienzos del siglo XX la institucionalización de
la Arqueología española es todavía muy débil, casi inexistente (la primera cátedra
universitaria de Prehistoria se crea en 1922), por lo que en realidad apenas hay una
base organizativa suficiente como para abordar un registro sistemático
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Esfuerzos similares se han llevado a cabo en otras regiones como Cataluña (Caste-
lls, 1986; Hernández y Castells, 1993) y Galicia (Tallón, 1993; AAVV, 1995),
mientras que en otros casos la creación de inventarios regionales ha sido abordada
muy recientemente o no ha sido abordada en absoluto. Precisamente, dentro de la
evolución reciente de los inventarios españoles una cosa que ha destacado bastante
ha sido la falta de acción coordinada inter-regional que planteara una plataforma de
unificación de criterio, y estándares en cuanto a estructura, registro y gestión de
datos. La disgregación de objetivos, aproximaciones y resultados a este respecto
está siendo notable, y sin duda puede llegar a ser percibida como un problema en
el futuro, cuando se plantee la necesidad de una mayor conectividad en el acceso y
consulta interoperativa de los inventarios arqueológicos españoles.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Como se señaló en la primera parte de este libro, aún siendo la categoría conceptual
más ampliamente utilizada en el reconocimiento arqueológico del territorio, la no-
ción de yacimiento (y sus diferentes tipos funcionales y cronológicos) dista mucho
de ser universalmente aceptada como la única o la más apta para comprender la
naturaleza espacial y territorial de los vestigios materiales del Pasado.
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c) Son numerosos los casos, sin embargo, en que en lugar de la representación po-
ligonal se utiliza la representación puntual (par único de coordenadas), un formato
de representación no apto para expresar la forma y extensión del yacimiento. Por
lo general las representaciones puntuales en inventarios de yacimientos se deben a
que el yacimiento fue dado de alta en una época en que no existían ni GPS ni car-
tografía de suficiente detalle que permitiese distinguir magnitudes decamétricas.
En estos casos, solo reconocimientos posteriores pueden permitir recoger in situ los
datos pertinentes para una más adecuada representación gráfica. Por lo general,
para minimizar problema de infra-estimación de la extensión inherente a la repre-
sentación puntual se utilizan buffers de 100-500 metros en torno al punto represen-
tado.
2.7.d.d.- Estandarización
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Otra ejemplo de iniciativa en esta dirección son la Caere Survey (Moscati y Taglia-
monte, 1998), que examinó el grado de implantación de los sistemas informáticos
(y especialmente los SIGs) en los inventarios de yacimientos de diversos países, o
la World Survey of National Archaeological Sites también realizada por el CIDOC
(CIDOC-ASWG, 2000) con el objetivo de examinar las fuentes de datos, campos
y problemas conceptuales y prácticos principales de una amplia serie de inventarios
regionales y nacionales de yacimientos a escala mundial. La Figura 84 muestra los
resultados de la encuesta del ASWG en relación con las fuentes de datos más fre-
cuentemente citadas para los inventarios encuestados, destacando de forma especial
los mapas.
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últimas décadas han tenido como objetivo principal lograr una mayor consistencia
en la descripción y organización de la documentación arqueológica. Avances sig-
nificativos (si bien no específicamente arqueológicos) son el bien conocido tesauro
de arte y arquitectura de la J. Paul Getty Trust (Petersen, 1990) y el tesauro de
arquitectura del Ministerio de Cultura de Francia (Chatenet y Verdier, 2000). Un
caso especialmente interesante y de mucha mayor relevancia arqueológica es el de
los tesauros publicados en el Reino Unido desde mediados de los 1980 por English
Heritage y la Royal Comisión on the Historical Monuments of England (RCHME,
1986; 1989; RCHME-EH, 1992; 1995; 1996; 1998) y la Museum Documentation
Association (MDA, 1997).
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(iii) Simplificar y hacer más efectiva la recuperación y consulta de datos por parte
de los usuarios de las bases de datos de yacimientos arqueológicos.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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No resulta desde luego una coincidencia que Dinamarca aparezca como el país eu-
ropeo con una más alta densidad de yacimientos, con casi 3.5 yacimientos/Km2,
esto es, 24 y 25 veces por encima de la registrada en, por ejemplo, Portugal (0.14
yacimientos/Km2). Incluso la distancia que separa a Dinamarca de otras regiones y
países europeos con densidades bastante altas, como por ejemplo Holanda (1.77),
Irlanda (1.70), Polonia (1.43) o Escocia (1.39), es lo suficientemente llamativa
como para requerir una explicación. Esta explicación reside precisamente en que,
como se mencionó anteriormente, Dinamarca ha sido un país pionero a escala eu-
ropea en la construcción de su inventario nacional de monumentos y yacimientos
arqueológicos, comenzando un reconocimiento intensivo de su territorio a tal efecto
ya a comienzos del siglo XIX.
Con respecto a España no existen muchas estimaciones fiables. Los datos del in-
ventario Andaluz de yacimientos muestran amplias variaciones en el número de
yacimientos registrados por municipio, que pueden oscilar desde varias decenas
(incluso algunos centenares) hasta cero (Figura 85). Esta irregularidad obedece a
los factores antes señalados, aunque muy especialmente sin duda a la irregularidad
territorial con se ha desarrollado el reconocimiento arqueológico del territorio an-
daluz (hay zonas donde nunca se han hecho prospecciones). En aquellos municipios
o comarcas donde se han llevado a cabo trabajos de prospección intensiva la den-
sidad media de yacimientos arqueológicos se acerca mucho a los parámetros euro-
peos citados arriba. Tal es el caso en Sierra Morena occidental (Figura 86) donde
la densidad de yacimientos prehistóricos (no se incluyen los de época romana, me-
dieval y postmedieval) alcanzan en los sectores que han sido objeto de prospeccio-
nes intensivas (enmarcados dentro de los polígonos) parámetros por encima de 1.5
yac./Km2).
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En los últimos años, y sobre todo como consecuencia de la rápida expansión que,
gracias a las redes de ordenadores han tenido los accesos remotos a bases de datos,
se han comenzado a plantear en Europa la necesidad de conectar de alguna forma
los inventarios de diferentes países. Al fin y al cabo, se piensa, para el estudio ar-
queológico de muchos problemas históricos y prehistóricos (por ejemplo, el pro-
ceso de neolitización, o la red de comunicaciones dentro del imperio romano), las
actuales fronteras europeas son un completo anacronismo y un obstáculo para la
comprensión de un Pasado en el que dichas fronteras no existían.
Así, durante la última década han tenido lugar una serie de iniciativas hacia la crea-
ción de inventarios y bases de datos arqueológicas de ámbito europeo, cubriendo
aspectos bastantes diversos, desde la legislación (COE, 1992; 1997), hasta la es-
tructura básica de los datos (CIDOC, 1995; Oberlander, 1995; Quine, 1999) pa-
sando por el vocabulario de descripción de los datos (COE, 1995; Van Leusen,
2001), o el acceso a Internet (Van Leusen y Prinke, 2001). En la Tabla 9 se listan
algunos ejemplos de tales proyectos.
De las seis iniciativas listadas en la Tabla 9, cinco han tenido como objetivo prin-
cipal incrementar la conectividad de las organizaciones arqueológicas a través de
Internet. Así, HEREIN ha creado una red general de organizaciones implicadas en
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introductorias
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
3.1.- Introducción.
Una vez tratado el tema del reconocimiento arqueológico del territorio (incluyendo
la recogida y registro de toda la información arqueológica que no requiera del con-
curso de las técnicas de excavación) y habiendo culminado dicho reconocimiento
con la construcción de un inventario de yacimientos (o localizaciones) arqueológi-
cos, la tercera parte de este trabajo aborda la cuestión del análisis e interpretación
arqueológica del territorio.
Como la mayor parte de los métodos, técnicas y procedimientos que hemos visto
en la sección anterior, también el análisis arqueológico del territorio ha experimen-
tado una trascendental evolución durante los últimos 30 años. A la altura de media-
dos de los años 1960, la variable espacio apenas había sido articulada o sistemati-
zada como elemento básico del análisis arqueológico del Pasado. En las tres déca-
das recorridas desde entonces, diversos impulsos derivados de movimientos epis-
temológicos más bien dispares han hecho que el estudio de la dimensión espacial y
territorial haya adquirido una tremenda complejidad, proporcionando lecturas mu-
cho más sofisticadas, precisas y enriquecedoras del comportamiento humano en el
Pasado.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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A menudo, estos impulsos han sido presentados en la literatura, bien sea por sus
propios proponentes iniciales o por defensores posteriores, como mutuamente in-
compatibles. Esto es con frecuencia un error. La perspectiva de tres décadas de
intenso debate teórico y epistemológico muestra que, en efecto, en ocasiones deter-
minados elementos de unas y otras propuestas son difíciles de compatibilizar: má-
xime cuando algunas de ellas derivan de marcos teóricos rivales que se vienen en-
frentando desde hace décadas por la supremacía en el análisis de la Historia y la
Prehistoria (por ejemplo. el marxismo, la Ecología Cultural o el estructuralismo).
La ocasional intensidad del debate arqueológico da cuenta de estas incompatibili-
dades puntuales. Y, sin embargo, para un analista desapasionado es rápidamente
evidente que estas cuatro grandes propuestas pueden ser vistas como mutuamente
complementarias, con gran beneficio para la Arqueología como disciplina.
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sabido hacer frente al problema de las relaciones entre las sociedades humanas y su
medio ambiente de una forma satisfactoria (es difícil pensar cómo la oportunidad
de dicha constatación podría ser negada por cualquier arqueólogo actualmente). La
Ecología Cultural propuso con éxito una gran cantidad de principios científicos que
transformaron eficiente y radicalmente el modo en que los arqueólogos estudian las
relaciones entre las comunidades humanas y sus nichos ecológicos. Posteriormente,
ya en los años 1980, una nueva generación de arqueólogos y arqueólogas (a menudo
referidos/as como postprocesualistas o contextualistas) sintió que la Ecología Cul-
tural había prestado demasiada poca atención a un problema crucial en la forma en
que las sociedades humanas se relacionan con el medio ambiente: los símbolos. A
partir de esa constatación hicieron una serie de propuestas orientadas a comprender
con más profundidad la forma en que las sociedades del Pasado percibían su en-
torno y cómo esa percepción era integrada en sus construcciones religiosas, míticas
y simbólicas. Ciertamente, es difícil no concurrir con ese diagnóstico: en efecto la
Ecología Cultural se había centrado casi exclusivamente en establecer una metodo-
logía arqueológica adecuada para el análisis de la adaptación humana al medio am-
biente y de la explotación de los recursos culturales. Simplemente, dejó de lado
otros problemas. Por tanto, es cierta la observación hecha por los postprocesualis-
tas respecto al vacío dejado por la Ecología Cultural, así como respecto a la nece-
sidad de instrumentalizar también metodologías adecuadas para el análisis de esa
dimensión no-material (si queremos, espiritual) que para los seres humanos tiene
el mundo. En este sentido, ambas propuestas son complementarias, afortunada-
mente complementarias incluso, y no incompatibles. Al analizar otros niveles epis-
temológicos, como por ejemplo en el énfasis puesto por una y otra propuesta res-
pecto a qué variables deben ser tenidas más en cuenta a la hora de establecer la
causalidad del cambio social y cultural, es posible que la compatibilidad disminuya
bastante y aumenten las razones lógicas y epistemológicas para el desacuerdo.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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sociales que a veces se encuentran a gran distancia (cientos, quizás miles de kiló-
metros), pero que tienen un enorme poder de influencia comercial, política o mili-
tar.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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En síntesis, Hempel asume una postura optimista y robusta con respecto a la posibi-
lidad de construir un conocimiento científico del mundo cierto y fiable y con respecto
a la posibilidad de delimitar el mismo frente al conocimiento pseudocientífico o
acientífico (Hempel, 1989:54). Tres elementos de su propuesta tienen especial rele-
vancia en la Nueva Arqueología. Por una parte, el énfasis en el método hipotético-
deductivo, donde la parte empírica de la investigación (trabajo de campo, recogida y
análisis de datos) está guiada y ordenada por una serie enunciados o generalizaciones
teóricas de carácter hipotético. Por otra parte, el carácter nomológico del conoci-
miento científico, esto es, que las hipótesis y teorías más confirmadas por las eviden-
cias empíricas se subsumen en leyes científicas, de tipo universal o de tipo estadís-
tico, mientras que el grado de credibilidad de las teorías científicas es mesurable en
términos de sus contrastaciones empíricas y del grado de conocimiento sobre esa
materia en un momento dado. Finalmente, rechazando el falsacionismo popperiano,
Hempel plantea que la comparación entre diferentes teorías científicas es posible y
necesaria y se verifica, más allá de la existencia de diferentes enfoques teóricos o
paradigmas, a través de indicadores tales como la cantidad de evidencias confirma-
torias, la variedad de las evidencias confirmatorias, el apoyo lógico-teórico, la con-
sistencia con hipótesis o teorías bien demostradas, la simplicidad en el enunciado,
etc. (Hempel, 1989).
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Durante toda la década de los 1970 se importan numerosas técnicas de análisis cuan-
titativo de otras disciplinas, como la Biología, la Sociología o la Geografía y se co-
mienza a experimentar su aplicabilidad en investigación arqueológica: análisis de
conglomerados, análisis de factores, análisis de componentes principales, técnicas de
seriación y muestreo, pruebas de significación, etc. Los años 1980 (al menos en los
Estados Unidos, Francia o el Reino Unido) suponen la consolidación del razona-
miento estadístico en Arqueología. Cada vez más estudios arqueológicos incorporan
técnicas analíticas de tratamiento de los datos, lo que se ha reflejado en la prolifera-
ción de revistas y conferencias, en una abundante literatura teórica y metodológica
(Orton, 1980; Whallon y Brown, 1982; Carr, 1985; Aldenderfer, 1987, Madsen 1988;
118
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Shennan, 1988; Voorrips, 1990; Fletcher y Lock, 1991) y en una inabarcable litera-
tura de aplicaciones empíricas.
Puesto que este libro no asume ningún conocimiento previo por parte del lector o
lectora, la explicación del enfoque teórico ecológico-cultural es abordada de una
forma genérica. Por ello la Ecología Cultural es tratada como un conjunto de prin-
cipios y métodos de gran relevancia para la comprensión de cómo la Arqueología
estudia las relaciones de las sociedades humanas con su entorno. Se procede esta-
bleciendo (i) los precedentes de los que surge la Ecología Cultural, (ii) su origen y
consolidación, (iii) sus principios epistemológicos básicos y (iv) su impacto ar-
queológico.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Con el paso del tiempo, quizás como resultado de su propio éxito, el concepto de
Ecología Cultural ha acabado englobando una amplia diversidad de planteamientos
que en muchos casos comparten unos fundamentos epistemológicos básicos, pero
que en otras ocasiones muestran un cierto grado de incoherencia o incluso desorden
(Ellen, 1978:121). Naturalmente, una discusión en profundidad de la epistemología
de la Ecología Cultural, expresada en toda su complejidad de matices (cf. buenas
discusiones en Trigger, 1971; Hardesty, 1977; Kirch, 1980; Butzer, 1989 o Storå,
1994), queda fuera del alcance de este libro. Por ello se plantea a continuación una
síntesis sucinta de los principales conceptos implicados en este marco teórico con
el propósito de sentar las bases de una posterior valoración de su impacto e instru-
mentalización en la metodología arqueológica de análisis del territorio.
121
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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123
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Leonardo García Sanjuán
Por otra parte, la Prehistoria y la Historia cuentan con numeras instancias de procesos
en los que determinadas formaciones sociales entran en crisis por una ruptura de la
capacidad de carga del nicho ecológico sobre el que se encuentran asentadas. La re-
solución a la aparente contradicción se encuentra en la constatación de que, sobrepa-
sado el límite demográfico impuesto por la capacidad sustentadora se desencadenan
procesos compensatorios, sean bien tendentes a reducir los efectivos poblaciones,
como por ejemplo la reducción de la natalidad, el incremento de los decesos por con-
flictos (derivados de la competición por los recursos) o la salida de excedentes po-
blacionales mediante la expansión (migración y colonización de nuevas tierras si ello
es posible, es decir si existen tierras libres), sean tendentes a incrementar la eficacia
productiva, como por ejemplo la introducción de innovaciones tecnológicas (Har-
desty, 1977:12).
El factor demográfico alcanza asimismo gran primacía causal dentro del materia-
lismo cultural. Para Harris, K. Marx menospreció la importancia de la obra de Tho-
mas R. Malthus (1766-1834) y no se interesó por los aspectos más positivos de ésta,
cuando en realidad, el hecho más notable e inmediato en la evolución de la especie
humana ha sido su constante crecimiento cuantitativo. El factor demográfico debe
ser tenido en cuenta para la explicación de grandes procesos prehistóricos e históricos
como por ejemplo el surgimiento de la economia productora (neolitización). Así, Ha-
rris cuestiona la teoría marxista de que la evolución de un modo de producción a otro
se produce por el desarrollo y agudización crítica de contradicciones internas insal-
vables (entre los medios de producción y las relaciones de producción) y plantea a
cambio que los factores demográficos contribuyen a explicar la expansión histórica
de las fuerzas productivas, por lo cual es necesario hablar de un modo de reproduc-
ción cuyo efecto sobre las estructuras sociales y la ideología es tan importante como
el del modo de producción (Harris, 1987: 83).
124
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Gladfelter, 1977; Hassan, 1979; Rapp y Gifford, 1985; Butzer, 1989; Stafford,
1995; Waters y Kuehn, 1996; etc.).
Introductorias
127
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Hardesty, D. L. (1983): Antropología Ecológica. Barcelona. Bellaterra [1ª Edición inglesa 1977]
Kirch, P.V. (1980): "The archaeological study of adaptation: theoretical and methodological issues."
Schiffer, M. B. (Ed.): Advances in Archaeological Method and Theory 3, 101-156. New York
Nissinaho, A. (Ed.) (1994): Cultural Ecology. One Theory? Turku. University of Turku
Steward, J. H. (1955): Theory of Culture Change. The Methodology of Multilinear Evolution. Chicago
3.2.c.a.- Definición
En una definición sencilla, el análisis espacial sería de modo general aquel “con-
junto de técnicas cuyos resultados son dependientes de la localización de los obje-
tos analizados” (Goodchild, 1996:241). Más específicamente, el análisis espacial
arqueológico puede ser definido como la “… recuperación de información relativa
a las relaciones espaciales arqueológicas y estudio de las consecuencias espaciales
de las pautas de actividad homínida del pasado dentro y entre contextos y estructu-
ras, así como su articulación dentro de asentamientos, sistemas de asentamientos y
sus entornos naturales” (Clarke, 1977:9). La Arqueología espacial no atañe solo a
los asentamientos, sino a cualquier tipo de yacimientos (es decir contempla la pre-
sencia humana en el paisaje y la naturaleza en su totalidad, aunque el estudio de los
asentamientos tenga un indudable protagonismo) y se desenvuelve en tres escalas
de análisis espacial denominadas micro, semi-micro y macro (Clarke, 1977:11-14).
Estas tres escalas o niveles de análisis espacial son arbitrarias (es decir, constituyen
un heurístico destinado a facilitar la investigación), ya que en realidad las relaciones
espaciales conforman un continuo fluido y constante.
128
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
La escala macro explora las relaciones entre los asentamientos y entre los asenta-
mientos y el medio ambiente, lo que en la práctica equivale (al menos en parte) a
decir las relaciones entre comunidades humanas y entre las comunidades humanas
y el medio ambiente en el que se desenvuelven. Se trata de una escala regional de
análisis que pone el énfasis principal en las estrategias de ocupación y explotación
económica de la naturaleza, así como en la territorialidad teórica, es decir, las rela-
ciones grupo-grupo (desigualdad, conflictividad, cooperación, comunicaciones, co-
mercio, etc.). En este caso una influencia determinante proviene de la escuela de la
Geografía Locacional de Cambridge, uno de cuyos máximos exponentes es Peter
Haggett (1933 - ), autor de un influyente libro, todavía utilizado como obra de re-
ferencia en este campo y titulado Locational Analysis in Human Geography (Aná-
lisis Locacional en Geografía Humana, publicado en 1965). Los distintos modelos
y métodos de análisis espacial a escala macro, que han generado una gran masa de
bibliografía especializada, son discutidos en profundidad a lo largo de las secciones
siguientes. Un ejemplo previo es ofrecido en la Figura 92, donde se muestra la dis-
tribución de asentamientos de la Edad del Cobre en Sierra Morena occidental contra
el conjunto de lugares descritos como recursos minero-metalíferos por parte de la
administración de minas de Andalucía.
Como es natural, las escalas micro, semi-micro y macro operan dentro de escalas y
magnitudes cartográficas muy diferentes. La cabaña del fortín 1 de Los Millares
tiene apenas unos metros cuadrados de extensión, mientras que la región que en la
figura anterior es designada como Sierra Morena occidental tiene unos 120 kms. de
eje máximo Este-Oeste por unos 60 de eje máximo Norte-Sur y unos 5000 Km2 de
extensión. La Tabla 6 muestra una síntesis de las escalas espacio-temporales de
representación y análisis espacial desde lo micro hasta lo macro.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Las críticas metodológicas a la aplicación del ACR se han derivado (i) de la utili-
zación mecánica de datos contemporáneos (actuales) sobre potencialidad agraria y
uso del suelo sin el adecuado soporte de evidencias de carácter paleoambiental
(Butzer, 1989:209), (ii) de la reducción del modelo a la mera descripción de las
características del medio físico en torno a un asentamiento o serie de ellos (Roper,
1979:132), y (iii) de la utilización sistemática, y no argumentada teóricamente, de
círculos concéntricos de un radio fijo para delimitar el área de captación.
133
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
En cualquier caso, a pesar de las críticas a que ha sido sometido (en parte como
respuesta a su aplicación abusiva o simplista), el ACR constituye una buena herra-
mienta exploratoria para la valoración de los recursos bióticos disponibles en el
entorno de un asentamiento y su potencial en términos alimenticios: no hay que
olvidar que el ACR fue inicialmente concebido como un dispositivo para el reco-
nocimiento del territorio (Vita-Finzi, 1978:29), lo que debe ser tenido en cuenta a
la hora de su aplicación.
a) La Teoría del Lugar Central (TLC en adelante) es uno de los modelos de análisis
de territorialidad teórica que más aplicación ha tenido en Arqueología, generando
una considerable literatura teórica – cf. discusiones en Johnson, 1972; Butzer,
1989:209-213; Crumley, 1976; Clarke, 1977:21-22; Burillo Mozota, 1984a; Wags-
taff, 1986; Collis, 1986; Haselgrove, 1986; Vicent García, 1991:56-59; etc.).
134
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
ya que, aunque en principio las áreas de influencia de los lugares centrales ten-
drían forma circular, la presencia en el entorno de otros centros del mismo rango
hace que sus fronteras se ajusten y recorten, adoptando finalmente esa planta
(Burillo Mozota, 1984a:433) (Figuras 97 y 99). De acuerdo con Christaller, el
número de jerarquías existentes (parámetro K) en el territorio variaría de
acuerdo con el principio regulador considerado, de los cuales en su estudio de
caso existen tres tipos, esto es, el mercado (K=3 –aldea, pueblo y ciudad), el
transporte (K=4) y la organización político-administrativa (K=7).
135
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
los datos sobre productos y servicios demandados y abastecidos desde los asen-
tamientos a sus territorios. Pero en Arqueología, en cambio, la obtención de
estas evidencias no es ni mucho menos sencilla ni inmediata, y en todo caso la
disponibilidad y alcance de los datos está sujeta a importantes limitaciones (Bu-
rillo Mozota, 1984a:441; Collis, 1986:37-38; Butzer, 1989:211-212). Por una
parte, para disponer de información sobre la cantidad, densidad y atributos de
los asentamientos de un territorio es preciso que dicho territorio haya sido pros-
pectado intensivamente, lo cual, por ser altamente costoso, suele constituir un
caso infrecuente. En segundo lugar, la TLC parte de la base de la coetaneidad
entre los asentamientos analizados, lo cual en Arqueología requiere de datacio-
nes precisas derivadas de excavaciones practicadas en los mismos. En realidad,
ni siquiera en las regiones del mundo que han sido sujetas a investigaciones más
intensivas, como Europa o Norteamérica, hay muchos territorios donde los sis-
temas de asentamiento primitivos cumplan tan exigente condición. En tercer y
último lugar está la determinación de los diferentes niveles funcionales y jerár-
quicos. En el reconocimiento arqueológico del territorio es perfectamente posi-
ble establecer en qué puntos hubo asentamientos de qué época: establecer cua-
les asentamientos eran aldeas, cuales villas y cuales ciudades, y qué productos
eran ofrecidos por cada uno de ellos a sus respectivos mercados o áreas de in-
fluencia, en cambio, puede requerir algo más que una prospección de superficie,
lo cual, de nuevo, comporta años de costosas investigaciones.
Haciendo una valoración general, en conjunto las críticas empíricas señalan más
la dificultad que la imposibilidad de la aplicación de la TLC en el análisis arqueo-
lógico del territorio. En este sentido, la crítica empírica ha venido a decir que la
disciplina arqueológica sería todavía demasiado joven para que la aplicación de
modelos como la TLC fuese efectiva, pero no se niega que en algunos casos
concretos, donde la acumulación de resultados de investigación tenga la calidad
suficiente, esta aplicación pueda ser teóricamente efectiva. Otra cosa es el con-
junto de premisas teóricas que se asuman con respecto al funcionamiento de las
economías pre-capitalistas, pero evidentemente, y al igual que en el caso del
ACR, se trata de un debate epistemológico de carácter general, y no específico
del modelo de Christaller. En general, a pesar de las acertadas críticas que se
han planteado, puede decirse que la TLC ha tenido un papel positivo al estimu-
lar la formalización teórica del análisis arqueológico del territorio, incluso aun-
que se haya utilizado una versión algo simplificada del mismo.
136
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
vecinos, de forma que los territorios resultantes tienen la propiedad de que cualquier
punto situado dentro de ellos estará más cerca del asentamiento a cuyo territorio per-
tenece que a cualquier otro vecino. Dicho de otra forma, cada polígono engloba tan
solo el territorio que queda más cerca de su asentamiento que de cualquier otro. La
Figura 98 muestra uno de los primeros mapas de polígonos de Thiessen que se pu-
blicaron, un estudio, ya clásico, de la distribución de centros urbanos romanos en el
Sur de Inglaterra.
Como se vio anteriormente, este modelo ha sido utilizado para estimar las áreas de
captación de recursos en ausencia de datos relativos a distancias recorridas por uni-
dad de tiempo. En efecto, una vez delimitada la trama de polígonos es posible estimar
el territorio atribuible a cada asentamiento y cuantificar así los recursos disponibles
en su interior de una forma semejante al ACR (porcentaje de suelo arable, recursos
hídricos, etc.). Esta utilización de los polígonos de Thiessen es plausible en tanto que
determinados procesos de colonización y ocupación del territorio pueden dar lugar
de forma espontánea a una malla hexagonal de saturación del espacio. Una reproduc-
ción de un proceso semejante es mostrada en la Figura 99. En una primera fase los
asentamientos se encuentran dispersos, espaciados, y existe una gran cantidad de te-
rreno libre entre ellos, de forma que carecen de fronteras comunes. Con el paso del
tiempo y el crecimiento demográfico acumulado, todo el espacio se va poblando, de
forma que desaparece el territorio libre, aunque los asentamientos siguen dispo-
niendo de su territorio tradicional. En el siguiente paso se produce un empaqueta-
miento de los territorios, cuyas delimitaciones o fronteras optimizan ahora la super-
ficie disponible mediante una disposición hexagonal en la que cada asentamiento ha
visto reducida una parte de su territorio. En una fase ulterior la forma hexagonal del
territorio se exacerba, con un empaquetamiento aún mayor de los territorios, que di-
minuyen de tamaño, lo que provoca un proceso de tensión y competencia por los
recursos entre las comunidades.
Los polígonos de Thiessen también han sido utilizados para valorar la posible pre-
sencia, dentro del territorio teórico estimado, de asociaciones significativas entre el
asentamiento y otras localizaciones especializadas en la producción de determinados
bienes, con lugares rituales o funerarios, y con otros asentamientos que puedan en-
contrarse en una situación de subordinación jerárquica. Asimismo se ha afirmado que
una propiedad potencialmente ilustrativa de los polígonos de thiessen es la posible
coincidencia de las delimitaciones con accidentes o eventos paisajísticos naturales
tales como ríos o cadenas montañosas que actúen como fronteras.
Los polígonos de thiessen han sido a veces utilizados en combinación con la deno-
minada triangulación de Delaunay, en la que los puntos de una distribución son uni-
dos por líneas de forma que los triángulos resultantes se aproximen lo más posible a
la equilateralidad (Wheatley y Gillings, 2002:150). Las circunferencias que pasan
por los vértices de los triángulos resultantes tienen la propiedad de que no contienen
ningún otro punto de la distribución, de forma que la triangulación puede ser útil para
valorar relaciones de proximidad de asociación entre grupos de asentamientos.
137
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
c) El Modelo X-TENT parte precisamente de esa debilidad del APT, planteando una
alternativa estrictamente arqueológica sobre la base del principio o regla rango-ta-
maño* (cf. Renfrew y Level, 1979:145-167; Grant, 1986:19-21; Renfrew y Bahn,
1991:159-160 para una discusión de este método). El principio rango-tamaño esta-
blece que el rango político (influencia, capacidad de acción territorial) de una comu-
nidad tiende a covariar positivamente con el tamaño del asentamiento en el que vive,
es decir, a mayor la población, mayor la superficie del asentamiento y tanto mayor el
territorio controlado por la comunidad (Figura 101). Aunque ha sido cuestionado so-
bre la base de que el rango y el tamaño de los asentamientos no ofrecen siempre una
covariación positiva perfecta (Cherry, 1987:154), lo cierto es que este principio
cuenta con el sólido respaldo de una abrumadora casuística etnográfica que demues-
tra que el rango político y el tamaño de los asentamientos muestran una fortísima
tendencia a covariar positivamente entre las sociedades sedentarias prehistóricas (Te-
rrell, 1986:210; Webster, 1990:339) aunque naturalmente haya excepciones. La
ecuación rango-tamaño, dicho sea de paso, ha jugado un importante papel en el aná-
lisis de la jerarquización entre asentamientos que acompaña al proceso de jerarqui-
zación social y surgimiento del estado (Wason, 1994:131).
138
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
D1 2
E A2
PA1
1
PA2
Este modelo supera la limitación del APT (que parte únicamente de considerar la
posición de los asentamientos), aportando un factor de ponderación (tamaño del
asentamiento) que lo hacer más al modelo X-TENT.
P1 P2
I=
R
139
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
1
R = do da =
da n
2
A
En la versión arqueológica del mismo discutida por I. Hodder y C. Orton (1976: 38-
51) el CVMP (expresado como grado de aleatoriedad de la distribución) R resulta
del cociente de la densidad media de puntos r o y la distancia media de cada punto a
su vecino más próximo r e . Aquí r o es el sumatorio de la distancia de cada asenta-
miento a su vecino más próximo (r) dividido por el número de asentamientos (n).
r
R = ro ro =
re n
1 (n 1)
re = =
(2 ) A
N
R n = 2d
S
140
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
D = 1,11
S
d=
d
N N
( x - x )( y - y )
n n
i=1
i i y -b i
b= n a= i=1 i=1
( x - x )
2 n
i
i=1 Coeficiente de Corte.
Coeficiente de Pendiente.
141
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Así, se han propuesto diversos índices de altitud relativa para expresar numérica-
mente el grado de preponderancia topográfica de un asentamiento con respecto a su
entorno (Nocete, 1989:55-56; Molinos y otros, 1994:107-108). Estos índices resultan
de los cocientes entre la altitud del asentamiento (Aas) y las altitudes máximas (Amx)
y mínima (Amn) de la región considerada (o del área de captación de recursos)
Aas Aas
AR1 = AR 2 =
Amx Amn
142
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
porcentaje. Los índices de pendiente pueden ser interpretados desde un punto de vista
económico en tanto que tienen implicaciones para el potencial agrológico de un te-
rreno. En términos agrológicos las pendientes pueden pueden ser clasificadas en in-
tervalos fundamentales, esto es, pendientes entre 0 y 12% (0o a 6o 51') para suelos
cultivables, pendientes entre 12 y 20% (6o 51' a 11o 19') para suelos ocasionalmente
cultivables y pendientes mayores de 20% para suelos no cultivables, aptas solo para
usos ganaderos y forestales (López Cadenas y Blanco, 1976; Aguiló y otros, 1993).
Actualmente, la extensión de los SIG ha hecho que el cálculo de pendientes a partir
de topografía digital (y especialmente de los MDT) sea muy eficiente y rápido, por
lo que es posible producir mapas de pendiente con diferentes intervalos y contrastar-
los con la distribución de los asentamientos y otros tipos de localizaciones. La Figura
102 muestra un ejemplo de ello. En el mapa (a) de esta figura se muestra un MDT de
las hojas 918-12 y 918-22 del MTA del ICA para el entorno del embalse de Aracena,
un ejemplo ya utilizado anteriormente. El mapa (b) muestra las pendientes agrupadas
en cinco intervalos. Finalmente, en el mapa (c) se ha hecho una discriminación de las
zonas con pendiente por encima y por debajo del 12% sobre la base precisamente del
argumento de que por debajo de ese umbral la potencialidad agraria del suelo es más
alta.
Dentro del capítulo del análisis del factor topográfico en la definición de la territo-
rialidad, el estudio de las pautas de intervisibilidad y cuencas visuales ha jugado un
papel especialmente importante. En este sentido la visibilidad es entendida en el
sentido empírico de accesibilidad sensorial de los ítems antrópicos y naturales del
paisaje bajo determinadas condiciones de distancia, topografía y ambiente atmosfé-
rico (Aguiló y otros, 1993:544-546) y no ya en el sentido de visibilidad superficial
del registro a efectos de prospección de superficie, como se discutió anteriormente.
143
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Como demuestra una amplia casuística prehistórica e histórica, la búsqueda del do-
minio visual como instrumento de control y gestión territorial se encuentra íntima-
mente ligada a situaciones de conflicto o tensión entre comunidades donde se da
primacía del factor defensivo. Por otra parte, los estudios de inspiración fenomeno-
lógica han puesto un gran énfasis en el estudio de las propiedades visuales de los
monumentos prehistóricos en términos de su dimensión escénica y panorámica, es
decir en tanto que atributos que pueden hacer un monumento más fácilmente per-
ceptible, destacando su presencia y provocando determinados efectos y reacciones
en los agentes sociales (Villoch Vázquez, 2001:16).
144
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Para ser estadísticamente riguroso, el análisis SIG de las cuencas visuales de una
serie de puntos de interés arqueológico debe ser contrastado con el análisis de las
cuencas visuales de una serie de puntos elegidos aleatoriamente, de forma que, me-
diante las oportunas pruebas de significación, se pueda determinar si el tamaño y
145
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Los análisis SIG de cuencas visuales son por supuesto mucho más robustos y po-
tentes que los procedimientos manuales mencionados anteriormente, ya que define
superficies continuas y completas (y cuantificables) de visibilidad e invisibilidad.
Además, gracias a la capacidad de procesamiento de los ordenadores el análisis SIG
permite repetir el análisis para un elevado número de localizaciones y representar
los resultados de una forma cartográfica apropiada (colores, tres dimensiones, etc.).
Ahora bien, el análisis de cuencas visuales en un entorno SIG no está exento de
problemas y limitaciones. Algunos de estos problemas son comunes al análisis ma-
nual de la visibilidad, pero otros son específicos del análisis SIG. Estas limitaciones
pueden ser agrupadas en dos bloques: las que hacen referencia a la propia comple-
jidad física o medioambiental de la percepción visual y las que derivan de las pro-
pias limitaciones técnicas de los SIG. Entre las primeras, son importantes variables
tales como la cobertura vegetacional del terreno (las coberturas de tipo arbóreo
pueden limitar drásticamente la visibilidad, haciendo irrelevante el análisis desde
la óptica de la topografía), la curvatura de la tierra (un factor que debe ser tenido
en cuenta para áreas de estudio de gran tamaño), la definición del límite de visión
(que depende del caso específico estudiado, ya que no es lo mismo el control visual
directo del ojo humano sobre un territorio que la utilización de señales desde torres-
vigia y atalayas) y los propios efectos de los límites del área de estudio designada
(los asentamientos cercanos a los rebordes pierden parte de su cuencas visuales de
forma artificial simplemente por que no se considera todo el territorio que los cir-
cunda).
Entre las limitaciones de los análisis de cuenca visual a partir de herramientas SIG,
destacan las que se derivan de la cartografía utilizada como fuente y de los algorit-
mos de cálculo del MDT. Diferentes algoritmos pueden proporcionar distintas re-
presentaciones de la altitud de un punto dado, lo que puede tener un importante
impacto en el resultado del análisis de cuenca visual, sobre todo si los errores se
producen en la altitud de las cimas de los cerros y montañas. Se ha señalado que
los MDT de base TIN son preferibles a los de base raster ya que aquellos permiten
representar de forma más fidedigna las crestas y cimas de las elevaciones, permi-
tiendo incrementar la densidad de datos en áreas con oscilaciones especialmente
intensas de la altitud (Wheatley y Gillings, 2000:10). Otra solución propuesta a este
problema pasa por repetir varias veces el cálculo de la cuenca de visibilidad para
cada punto de observación, introduciendo cada vez un pequeño error aleatorio en
el modelo digital del terreno, de forma que los diferentes resultados obtenidos son
luego combinados en forma de la más probable cuenca visual potencial (Wheatley
y Gillings 2002:209). Por otro lado, los algoritmos de cálculo de la cuenca visual
propiamente dicha también pueden producir variaciones en los resultados: a este
respecto, los estudios del geógrafo P. Fisher (1993) han demostrado la existencia
de variaciones de hasta el 50% en el tamaño de una misma cuenca visual
147
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Sin embargo, a pesar de esas limitaciones, una valoración global honesta de los
resultados del enfoque procesualista del análisis territorial tiene que empezar por
admitir que, como conjunto metodológico, ha producido una verdadera revolución
interpretativa en Arqueología, más que evidente si se tiene en cuenta el estado en
el que se encontraba el tema con anterioridad a los años 1960, cuando aún predo-
minaba de forma casi absoluta el enfoque histórico-cultural. Ello es particularmente
obvio en el caso de la Arqueología Prehistórica europea.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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149
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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cerrados de toda la Prehistoria europea: las nuragas de Cerdeña (otros ejemplos son
los fortines de la Edad del Cobre de la Península Ibérica). La aparición de los pri-
meros sistemas de parcelación agraria y de sistemas de zonificación social (asen-
tamientos con estructuras murarias y otras delimitaciones físicas internas que pare-
cen sugerir procesos de segregación entre los miembros de una misma comunidad),
de los cuales los más antiguos actualmente conocidos corresponden a la Edad del
Bronce, expresan espacialmente los procesos de creciente privatización de la pro-
ducción y jerarquización social (en definitiva, extensión de las desigualdades) en
que se encuentran inmersos los campesinos del algunas regiones europeas. La Fi-
gura 113 muestra un ejemplo de algunas de las primeras parcelas agrarias docu-
mentadas en la Prehistoria de Europa.
Definición
Introductorias
150
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Fernández Martínez, V. y Ruiz Zapatero, G. (1984): "El análisis de territorios arqueológicos: una
introducción crítica" Arqueología Espacial 1, 55-71. Teruel. Colegio Universitario de Teruel
Orejas, A. (1998): "El estudio del paisaje. Visiones desde la Arqueología.” Arqueología del Paisaje.
Actas del Coloquio Celebrado en Teruel (septiembre, 1998). Arqueología Espacial 19-20, 9-20. Te-
ruel. Instituto de Estudios Turolenses
Avanzadas
Burillo Mozota, F. (Ed.) (1984): Coloquio Sobre Distribución y Relaciones Entre Asentamientos. Ar-
queología Espacial 1 a 6. Teruel. Colegio Universitario de Teruel
Hodges, R. (1987): "Spatial models, anthropology and archaeology.” En Wagstaff, J. M. (Ed.): Land-
scape and Culture. Geographical and Archaeological Perspectives, 118-133. Oxford. Basil Blackwell
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A mediados de los años 1980 comienza a gestarse una reacción crítica contra el
enfoque procesualista y la teoría que lo inspira en el ámbito del análisis del territo-
rio, la Ecología Cultural. Esta reacción, arranca y arraiga con fuerza en la Arqueo-
logía británica a partir de los trabajos de I. Hodder (1949 - ) y se la ha venido co-
nociendo dentro de la disciplina con varias denominaciones tales como post-proce-
sualismo, contextualismo o Arqueología simbólica. Aunque sería posible establecer
una serie de matices entre los contenidos de las mismas, en esta sección, aún a
riesgo de pecar de un cierto exceso de generalización, nos referiremos genérica-
mente a ellas como postprocesualismo.
En los años 1970 Hodder se había interesado por el análisis espacial en Arqueología
(es co-autor junto con C. Orton de un manual clásico de este tema citado en varias
ocasiones en la sección anterior). Sin embargo, después de una investigación de
campo con el pueblo Baringo de Kenia, su concepción del papel de la cultura ma-
terial en la sociedad humana experimenta una profunda transformación, dando co-
mienzo a una andadura teórica novedosa que cristalizaría con la publicación de li-
bros como Symbols in Action en 1982 y Reading the Past en 1986, cimientos de
una fecundísima producción académica posterior. Estos y otros trabajos resultarán
influyentes en un grupo de investigadores británicos quienes en años recientes han
comenzado a consolidar lo que parece ser un nuevo frente teórico en la Arqueología
contemporánea. Aunque hasta cierto punto heterogéneas y sin conexión de escuela
propiamente dicha, expresiones de esta corriente de pensamiento arqueológico son,
entre otros, trabajos como Social Theory and Archaeology (Teoría Social y Arqueo-
logía) publicado en 1987 por M. Shanks y C. Tilley, Time, Culture and Identity
(Tiempo, Cultura e Identidad) de J. Thomas, publicado en 1996, o Metaphor and
Material Culture (Metáfora y Cultura Material) de C. Tilley, aparecido en 1999.
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son la reconstrucción de los sistemas de pensamiento que dieron lugar a los hechos
del Pasado, así como la caracterización de cada periodo de la Historia en términos
de la metafísica y la estética en ellos predominante.
Estas investigaciones se han reflejado sobre todo en los trabajos de los investiga-
dores anteriormente citados (Tilley, 1994; 1998; Thomas, 1996; etc.), aunque po-
dría decirse que también han tenido su expresión en aproximaciones teóricas e in-
terpretativas de carácter no estrictamente postprocesualista. De algún modo, el én-
fasis del enfoque postprocesual en el aspecto cognitivo de la vida humana ha esti-
mulado una importante corriente de interés por el estudio de la mente humana
(véase por ejemplo Renfrew, 1985; Renfrew y Zubrow, 1994; Mithen 1996; Brad-
ley, 1996; Nash, 1997; Gibson y Simpson, 1998; etc.). Por ello, habría que concluir
que una de sus más importantes contribuciones al debate arqueológico reciente está
siendo la maduración de una verdadera “Arqueología de los sistemas de creencias”
que con anterioridad había sido bien, considerada inviable, (imposible dada la pro-
pia naturaleza epistemológica de la Arqueología) o bien simplemente dejada de
lado por agendas teóricas con prioridades más urgentes.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Europa atlántica como estudio de caso para ejemplificar de forma práctica el análi-
sis arqueológico de los paisajes rituales.
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Uno de los ejemplos utilizados por esta crítica para expresar el distanciamiento que
la mirada occidental sufre con respecto a la naturaleza es la pintura paisajística
europea moderna y contemporánea (Thomas, 2001:168), una pintura a través de la
cual el espectador mira a la naturaleza como asomándose desde una ventana, sepa-
rado del objeto de su mirada por un aséptico cristal protector. El distanciamiento
de la percepción occidental y contemporánea del paisaje (trasunto artístico del de-
nostado objetivismo) se expresa también en la cartografía, ya que el mapa encarna
una forma muy específica de percibir, registrar y entender la naturaleza, el paisaje
y el mundo: la forma propia del estado capitalista. La cartografía constituye una
representación del mundo de orden cartesiano y geométrico que aspira a una ilusión
de transparencia y neutralidad y que trabaja para posibilitar la domesticación y con-
trol de una naturaleza cosificada, una representación en nada parecida a la de las
sociedades prehistóricas y no-occidentales (Bender, 1999:31-32). Incluso, aplica-
das por el científico al reconocimiento y análisis del paisaje, la cartografía y sus
modernas tecnologías (sistemas de información geográfica, teledetección, mapas
digitales) son interpretadas como trasunto o metáfora de los sistemas de vigilancia
160
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Semejante importancia tienen los senderos y los caminos como “palabras” o “tex-
tos” escritos en el paisaje y dotados de significados muy precisos para los actuantes.
Senderos y caminos como “señales” de actividad humana presente y pasada, pro-
vistos de significados que deben ser interpretados y con respecto a los cuales se
reacciona de una u otra forma (Tilley, 1994:29-31; Bender, 2001:82). Igualmente,
complejos simbolismos religiosos, místicos y cosmogónicos, que abarcan múltiples
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la una incidiendo en la evolución del medio físico (nicho ecológico) a partir de los
factores naturales y antrópicos, la otra más interesada por la temporalidad cultural
(genealógica y mítico-cosmogónica).
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Como se dijo anteriormente, uno de los ámbitos empíricos en los que la aproxima-
ción postprocesualista a los sistemas de creencias y a los paisajes rituales ha tenido
más influencia es el del megalitismo. El megalitismo presenta la notable particula-
ridad de constituir un fenómeno cultural de escala planetaria. Durante las últimas
décadas, la investigación arqueológica ha progresado en la definición y precisión
del ámbito de distribución geográfica de este fenómeno, que, según sabemos ac-
tualmente, abarca regiones de Eurasia (Guilaine, 1999), Africa (Zangato, 1999;
Joussaume, 1999), Madagascar (Bloch, 1981), el subcontinente indio (Allchin y
Allchin, 1982; Moorti, 1994) y Melanesia (Terrell, 1986; Kirch, 1991). La discu-
sión contemplada en esta sección en relación con el megalitismo como estudio de
caso con el que ilustrar la plasmación empírica de la teoría postprocesualista del
paisaje se restringe a la casuística europea. Sin embargo, el fenómeno en sí ofrece
la virtualidad de trasladar al alumnado una serie de implicaciones interpretativas
extensibles a una amplia gama de sociedades prehistóricas a escala mundial. A lo
largo y ancho de nuestro planeta, numerosas sociedades prehistóricas enormemente
alejadas entre sí desarrollaron de forma independiente, y durante un vasto arco tem-
poral (desde el V milenio a.n.e. hasta el presente) pautas concomitantes de expre-
sión ideológica y simbólica que llevaban implícitas la erección de grandes cons-
trucciones en piedra. Precisamente, como veremos a continuación, el megalitismo
es primero interpretado desde la óptica teórica postprocesualista como una forma
de pensamiento (Criado Boado, 1989:79), una forma de pensamiento, se podría
añadir, que se constituye en un semi-universal entre un determinado tipo de socie-
dades humanas.
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La discusión que sigue a continuación no intenta otra cosa que sintetizar los resul-
tados de la interpretación alternativa que se ha venido planteando en un importante
grupo de trabajos sobre el megalitismo europeo occidental. Por supuesto no todos
los temas o enfoques a este respecto aquí discutidos son aportaciones enteramente
originales de los teóricos del postprocesualismo. En diversas ocasiones sí puede
ser este el caso y realmente es innegable que desde este marco de análisis se han
hecho propuestas muy novedosas, principalmente (no exclusivamente) en relación
con el megalitismo en las Islas Británicas. Pero en muchos otros aspectos las lectu-
ras postprocesualistas han supuesto simplemente revisiones de datos y enfoques ya
previamente aceptados.
3
Naturalmente, según se viene desprendiendo de los abundantes estudios realizados en este ámbito durante los
últimos años, el universo simbólico reflejado en el arte megalítico no se detiene ahí, sino que incluye también
otras representaciones naturalistas (como antropomorfos, objetos de prestigio, etc.) así como abstractas (que
han sido interpretadas en algunos casos como entópticos*, siguiendo la línea de algunas propuestas formuladas
en relación con el arte rupestre paleolítico).
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En amplias regiones del Viejo Mundo, las tumbas megalíticas muestran una orien-
tación sistemática hacia el orto solar, es decir, hacia la parte del horizonte por la
que nace cada día el sol. En el caso de la Península Ibérica, según las investigacio-
nes más recientes llevadas a cabo por M. Hoskin (2001), hasta el 99% de todos los
monumentos megalíticos cuya orientación ha podido ser establecida se orientan en-
tre 55º y 125º, es decir, entre los puntos del orto solar de verano y el de invierno
(Figura 122). Probablemente el caso más espectacular y conocido de la dimensión
astronómica de los monumentos megalíticos europeos sea el del templo de
Newgrange, el más grande de Irlanda. Este monumento tiene sobre la entrada un
pequeño hueco por el que durante unos pocos minutos al amanecer de cada 21 de
diciembre (es decir, el día del solsticio de invierno) los rayos del sol penetran a todo
lo largo del corredor sepulcral para iluminar al fondo de su cámara una serie de
grabados realizados en los ortostatos.
Los datos arqueoastronómicos pueden ser vistos en conexión con otras evidencias
como evidencia de un verdadero culto astronómico extendido por Europa occiden-
tal durante el Neolítico, la Edad del Cobre y la Edad del Bronce (Briard, 1987:22-
23). En este sentido, el megalitismo es un claro vestigio material de la nueva forma
de pensar la naturaleza a la que se hacía referencia más arriba: dada su fuerte de-
pendencia de los ciclos de la naturaleza, marcados y señalados por los movimientos
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Leonardo García Sanjuán
Esta dimensión astral del megalitismo europeo encaja perfectamente con el predo-
minio de construcciones, espacios y representaciones de forma circular: tanto cro-
mlechs como henges como numerosísimas cámaras sepulcrales (y los túmulos que
las recubren) del megalitismo de Europa occidental son, efectivamente, de forma
circular (Bradley, 1998b:132; Parker-Pearson y Ramilisonina, 1998:314). Además,
muchas representaciones geométricas y abstractas del arte megalítico son circula-
res, con motivos que se han identificado como solares o esteliformes.
Por otro lado, la elección de la posición topográfica en tanto que factor que que
determina la visibilidad del monumento desde determinados puntos (Criado y
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la galería de este monumento, algunos de los cuales habían sido pintados por
todas sus caras antes de ser colocados en su emplazamiento definitivo dentro
de la construcción (Bueno y Balbín, 1996).
4
De hecho, en cierto sentido, algunos monumentos megalíticos europeos son re-utilizados todavía en nuestros
días. Cada año en junio se da una cierta polémica en el Reino Unido porque las asociaciones druídicas exis-
tentes en este país pugnan por celebrar el solsticio de verano dentro del recinto de Stonehenge, a lo que se
oponen las autoridades culturales de English Heritage por el perjuicio que ello puede suponer para tan antiguo
y frágil monumento.
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Por un lado, en muchas cámaras funerarias de las Islas Británicas los cuerpos son
depositados completos y luego, una vez que los huesos han quedado secos, reorga-
nizados parcial o completamente (Thomas, 1993a:35). Más que lugares de reposo,
las cámaras mortuorias son lugares de transformación y control de los vestigios de
las generaciones pasadas y por tanto del tiempo genealógico. Dado su papel como
depósitos inmanentes de identidad cultural del grupo humano, no es de extrañar que
la profanación de cámaras funerarias colectivas y el robo y destrucción de los hue-
sos de los antepasados allí enterrados tenga el efecto de producir en las comunida-
des afrentadas una profunda desmoralización (Anderson, 1990).
En regiones del norte de las islas británicas donde durante la Edad del Bronce ya
no se practica la construcción de megalitos se construyen viviendas a la entrada de
antiguos dólmenes, controlando su acceso (Hingley, 1996:236). No parece proba-
ble que la construcción de espacios domésticos a la entrada de los antiguos mauso-
leos de los antepasados sea un acontecimiento aleatorio, carente de una significa-
ción simbólica. Por diversas regiones de Europa occidental es frecuente la presencia
173
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Incluso cuando la extensión del cristianismo por todo el continente europeo esta-
blece una importante barrera para la reproducción de viejos sistemas de creencias
ahora paganos, los monumentos megalíticos seguirán ejerciendo una poderosa fas-
cinación sobre las poblaciones locales. Tanto así, que las primeras iglesias cristia-
nas se ven obligadas a adoptar medidas para combatir la existencia de cultos paga-
nos asociados a lugares y templos prehistóricos, bien sea por la vía del rechazo
radical y de la destrucción (purificación), bien sea mediante intentos de transfor-
mación y adaptación (asimilación) (Holtorf, 1997:81-82). En relación con la pri-
mera de ambas estrategias, por toda Europa encontramos hoy día una casuística
extraordinaria de capillas e iglesias cristianas erigidas encima o alrededor de mo-
numentos megalíticos, al igual que se detectan casos de continuidad milenaria de
lugares que son sagrados durante la Prehistoria Reciente (por ejemplo, santuarios
rupestres) y posteriormente son asimilados en forma de ermitas cristianizadas (Par-
cero y otros, 1998). En relación con la segunda ellas, una reciente biografía del
monumento neolítico británico de Avebury deja vívida constancia de la fascinante
historia de supervivencia que las grandes piedras de sus cromlechs y avenidas ce-
remoniales han vivido hasta nuestros días, superando milagrosamente, no ya solo
la piqueta de los canteros locales, sino también la furia catártica de los autos de fe
(sic) que la iglesia anglicana llegó a organizar en el siglo XVII d.n.e. para acabar
con el paganismo y la brujería que el sitio suscitaba (Pollard y Reynolds, 2002).
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Orígenes de la Economía Mundial Europea en el Siglo XVI. Edición española por Siglo XXI (1984)
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6
Evidencia de la fuerza con la TSM arraiga en las ciencias sociales es que en 1995 se crea en Estados Unidos
una revista científica en línea denominada Journal of World-Systems Research (csf.colorado.edu/jwsr/) con el
objeto de dar cauce a las investigaciones que asumen este enfoque para abordar problemas de históricos, so-
ciológicos, arqueológicos o antropológicos.
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Otra importante revisión de la TSM ha venido de la mano del trabajo de los soció-
logos Thomas Hall y Christopher Chase-Dunn, quienes ha introducido nuevos y
significativos elementos en la teoría wallersteniana seminal (Chase-Dunn y Hall,
1991; Hall y Chase-Dunn, 1996; Hall, 1996). Como Frank y Gills, Hall y Chase-
Dunn afirman la gran aplicabilidad e interés de la TSM para el estudio de las socie-
dades pre-capitalistas, proponiendo la profundización en su heurística y su aplica-
ción a casos históricos y prehistóricos concretos, aunque en otros casos divergen
de aquellos autores, matizando sus propuestas. Los elementos fundamentales de la
propuesta de Hall y Chase-Dunn son los siguientes:
La TSM debe ser el marco general desde el que se analice la interacción inter-
social dentro de la totalidad de la evolución socio-cultural humana. Hall y
Chase-Dunn proponen que la TSM debe aplicarse incluso a las sociedades neo-
líticas más antiguas, remontando por tanto su marco cronológico de referencia
hasta c. 10.000 BP. Los ciclos de imperialismo y rivalidad de las potencias cen-
trales y la gradual expansión de los sistemas mundiales, combinados con pro-
cesos demográficos, ecológicos y epidemiológicos de largo alcance conforman
la base para el estudio de la evolución socio-cultural a gran escala. Hall y Chase-
Dunn, por tanto, atribuyen a la TSM una importancia sustancial en el futuro
180
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o De carácter normativo-parental.
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regiones cada vez más alejadas del centro y ocupadas por comunidades de me-
nor grado de complejidad social y política. La importancia dada a la TSM es tal
que no se concibe ya el estudio del cambio social si no es en relación con las
fuerzas económicas y políticas que, a través de redes trans-regionales (a veces
trans-continentales) de intercambio, afectan y alteran el curso de la evolución
estrictamente endógena.
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Buen ejemplo de ello son los múltiples trabajos que han desarrollado la TSM en el
contexto de sociedades prehistóricas documentadas únicamente a través de la Ar-
queología. Tal es el caso de las sociedades estatales prehistóricas mesoamericanas
y andinas (Pailes y Whitecotton, 1975; Di Peso, 1983; Blanton y Feinman, 1984;
Patterson, 1991; Peregrine y Feinman, 1996; etc.) de los estados e imperios del
Próximo Oriente (Kipp y Schortman, 1989; Edens, 1992; Edens y Kohl, 1993;
Frank, 1992; Algaze, 1993a; 1993b; Stein, 1999; etc.), o de la relación del imperio
romano con las poblaciones bárbaras de su entorno (Woolf, 1990).
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menos desarrollada entre las sociedades estatales prehistóricas que dentro del
mundo capitalista moderno. No obstante, cabe observar que en muchos casos
las diferencias a este nivel entre ciertos sistemas mundiales prehistóricos y cier-
tos sistemas mundiales históricos pre-capitalistas son bastante menores de lo
que cabría imaginar en un primer momento.
7
De acuerdo con la terminología propuesta por M. Fried, el estado puede clasificarse preliminarmente en
términos de su origen, de acuerdo a si su desarrollo obedece fundamentalmente a causas endógenas (estado
prístino) o si por el contrario resulta de la activa intervención de un estado ya existente (estado secundario)
(Fried, 1967).
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Como se expuso en la primera parte de esta obra, en tanto que aplicación de prin-
cipios, técnicas y métodos físico-químicos para la resolución de problemas de or-
den arqueológico, la Arqueometría puede aportar evidencias esenciales relativas a
la caracterización composicional (elementos químicos) de los bienes intercambia-
dos (artefactos y ecofactos, bienes subsistenciales y de prestigio) entre el centro y
la periferia. Ello, a su vez, permite la determinación de los procesos técnicos de
fabricación, así como (en determinados casos) la procedencia de las materias pri-
mas empleadas. El análisis arqueométrico de los productos intercambiados (pro-
ductos que conformaban los flujos de bienes susbsistenciales y de prestigio citados
por Chase-Dunn y Hall) es absolutamente fundamental para una verdadera Arqueo-
logía de los sistemas mundiales prehistóricos. Los factores determinantes de la ca-
racterización arqueométrica de tales bienes son tres.
186
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Por otro lado, son determinantes los propios procesos, manipulaciones y transfor-
maciones a que las materias primas son sometidas durante su transformación en
bienes de consumo: así, por ejemplo, la fundición de metales conlleva la desapari-
ción (volatilización) de algunos elementos químicos, mientras que en condiciones
de tecnología primitiva es común la reutilización de artefactos como materia prima
(por ejemplo reciclaje de armas viejas que son fundidas para posibilitar la manu-
factura de otras nuevas). Si el análisis composicional de los artefactos permite de-
terminar pautas regulares en conjuntos de objetos, ello suele atribuirse a un origen
determinado (mismo taller, misma ciudad, misma tradición artesana), posibilitando
la discusión de la procedencia de determinados bienes y sus técnicas o tradiciones
decorativas.
Finalmente, el tercer factor determinante es, claro, la propia precisión de los méto-
dos y técnicas de laboratorio, que, como ya se comentó antes, han experimentado
un tremendo avance en los últimos veinte años. Resumidamente, entre las técnicas
actualmente utilizadas de forma regular para la caracterización de materiales y su
lectura en el marco de redes de intercambio, se cuentan las siguientes (ver Tabla
11):
187
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
188
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
En conjunto, puede afirmarse que tan pronto como se realizaron los primeros expe-
rimentos tendentes a aplicar la TSM a la Prehistoria, se comprobó que existía dentro
de la disciplina arqueológica un cuerpo teórico y metodológico-técnico lo suficien-
temente robusto como para, hechas las necesarias adaptaciones, obtener innovado-
ras interpretaciones de viejos problemas relativos a la dimensión interacción grupo-
grupo. Aparte de los ejemplos mencionados más arriba, un caso empírico específico
en el que la TSM ha venido a aportar una nueva perspectiva de interés es el de las
sociedades de la Edad del Bronce en el continente europeo.
189
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
parten de las ideas seminales de Wallerstein (Kristiansen, 1987; 1998; Frank, 1993;
Harding, 1993; Sherratt, 1993a; 1993b; 1994; Kardulias, 1996; Berg, 1999; Furma-
nek, 1999; etc.).
La utilización de la TSM como marco en el que analizar las relaciones entre las
formaciones sociales del II milenio dentro del continente europeo y entre el mismo
y los emergentes estados de Anatolia, el Egeo y el Próximo Oriente debe ser enten-
dida en la estela del abandono definitivo de las tesis difusionistas8. La demoledora
crítica procesualista a las sobre-simplificaciones planteadas por el modelo difusio-
nista de explicación del cambio socio-cultural dejó (literalmente) un amplio hueco
epistemológico necesitado de revisión. A pesar de la práctica prospcripción de la
noción de difusionismo desde los años 1970, la existencia de procesos de interac-
ción entre las sociedades complejas de Asia occidental y las sociedades europeas
desde el IV milenio a.n.e. seguía requiriendo de un marco general de análisis. De
hecho, como afirma Andrew Sherratt, uno de los prehistoriadores que, junto a K.
Kristiansen, más se ha interesado por la aplicación de la TSM a la Edad del Bronce
europea, todo el continente europeo en sí actúa de hecho como ámbito espacial
marginal-periférico durante 8000 años, por lo que proporciona un perfecto “labo-
ratorio” para el análisis de la interacción a escala “mundial”.
En su análisis del sistema mundial del II milenio a.n.e. Sherratt desarrolla los con-
ceptos de núcleo y margen como alternativa a los de centro y periferia planteados
en la TSM convencional. Núcleo y margen son regiones adyacentes en las cuales
el mayor dinamismo y tasa más acelerada de cambio cultural de la primera acaba
por influenciar a la segunda: esta influencia es, sin embargo, desarticulada y espon-
tánea (coyuntural), no existiendo una articulación sistemática (por ejemplo, por me-
dio de sistemas de intercambio regulares y establecidos) en el sentido en que están
articulados el centro y la periferia de un sistema mundial. Tampoco hay, natural-
mente, una dependencia económica del margen con respecto al núcleo. El esquema
interpretativo planteado por A. Sherrat, G. Frank y K. Kristiansen para el sistema
mundial europeo del II milenio es, a grandes trazos, el siguiente:
Los precedentes del sistema mundial de la Edad del Bronce en Europa se re-
montan a los milenios V y IV a.n.e. cuando Europa es margen del núcleo agrario
urbanizado en rápida expansión del Próximo Oriente. La ola de avance que
supone la expansión de las primeras sociedades agricultoras europeas consti-
tuye un ejemplo de cómo el margen europeo experimenta potentes procesos de
cambio por procesos generados originalmente en el núcleo, aunque no por ello
Europa pase a convertirse en periferia. Para la segunda mitad del III milenio
a.n.e., la expansión del imperio acadio convierte a Anatolia en periferia efectiva
del centro estatal mesopotámico, y a partir de este momento ciertas regiones del
8
Se entiende por difusionismo la aplicación mecánica y sistemática de explicaciones de orden alo-
ctonista/exogenista a todo fenómeno de cambio social o cultural mediante el recurso a procesos de
intercambio comercial, migraciones o invasiones y la negación de la concurrencia de fenómenos de
evolución y desarrollo endógeno a escala local.
190
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
En la primera parte de la Edad del Bronce (c. 1800-1300 a.n.e.), las formaciones
sociales de Anatolia y sur del Egeo asumen un carácter central (imperio hitita
y ciudades-estado minoicas en el Egeo meridional y luego micénicas en Grecia
continental), expandiéndose hacia el Norte y el Oeste del continente europeo
(norte de Grecia, Sur de Italia) determinadas franjas de territorio estrictamente
periférico. La eclosión de pautas de asentamientos altamente territoriales y con
indicios de creciente estratificación social entre las comunidades de los cárpatos
y centroeuropa (especialmente Hungría y Eslovaquia) indican la creciente im-
plicación de comunidades locales en redes de comercio que enlazan Escandi-
navia y las regiones bálticas (productoras de ámbar) con el Egeo y Anatolia.
Las vías de intercambio entre el centro, la periferia y el margen se hacen más
regulares y sistemáticas a través de diversas rutas, fluyendo productos metalúr-
gicos acabados (armas, joyería y otros objetos de prestigio), ámbar, y posible-
mente esclavos y múltiples otros objetos perecederos de los que no ha quedado
apenas constancia en el registro arqueológico. La domesticación del caballo, y
sus trascendentales implicaciones a efectos de comunicaciones y transporte
(pero también por su inmediata transformación en elemento de prestigio social
y de poder para las élites militaristas), introduce a las estepas meridionales rusas
y a determinadas regiones de Europa oriental en el marco de este nuevo e inci-
piente sistema mundial (Figura 130).
En la segunda parte de la Edad del Bronce (c. 1300-750 a.n.e.), se produce una
fuerte recesión en gran parte del centro micénico, hitita y levantino (ugarítico):
un colapso del poder central en varias regiones que ocurre de forma simultánea
y para el que básicamente no se ha encontrado todavía una explicación satisfac-
toria. Ello proporciona un nuevo esquema geoestratégico y comercial donde las
formaciones sociales europeas, y especialmente del occidente mediterráneo
(comunidades nurágicas de Cerdeña) y atlántico (fachada atlántica de Iberia y
Francia), refuerzan y extienden sus propios vínculos comerciales y sus redes
regionales de intercambio. Entre 1300 y c. 700 a.n.e. se produce una relativa
estabilización del proceso de paulatina incorporación del continente europeo a
la periferia del área nuclear-central del Próximo Oriente, pero de hecho el re-
sultado en buena parte de Europa occidental puede valorarse en términos de
reforzamiento de los niveles de integración local, lo que vendrá a hacer mucho
más rápida esa incorporación en la subsiguiente Edad del Hierro (Figura 128 y
129).
191
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
En la primera parte de la Edad del Hierro (c. 750-500) la extensión del sistema
mundial del Viejo Mundo recupera impulso con la extensión de los colonos
griegos y fenicios por todo el mediterráneo. Regiones de Italia, España y el
Norte de África son efectivamente incorporadas al centro del sistema mundial,
incorporándose a la periferia regiones anteriormente remotas (marginales) de
España, Francia y el Magreb.
El ejemplo propuesto, el análisis de la Edad del Bronce en Europa, aporta una nueva
racionalidad (o heurístico) en el marco del cual valorar la tradicional (y falaz) di-
cotomía entre cambio de carácter endógeno e influencia de origen externo que había
presidido buena parte de la investigación en este campo. Una vez adaptada concep-
tual y metodológicamente a la naturaleza de la interpretación arqueológica del Pa-
sado (que es básicamente distinta de la interpretación histórica del Pasado para la
que la TSM fue originalmente concebida) y a la temporalidad de la Prehistoria, la
TSM hace plausible una elegante y parsimoniosa interpretación de la trayectoria
evolutiva de las formaciones sociales europeas de la Edad del Bronce, alejada tanto
de las caricaturescas e hiper-simplificadas exageraciones del difusionismo mecani-
cista, como de la autista interpretación ultra-autoctonista que ignora la realidad de
la constante interacción de las sociedades humanas como un factor motor más de
la evolución social, tan importante (al menos) como los motores tradicionalmente
aceptados (adaptación, conflicto social, ingenio individual...).
En el contexto general del análisis arqueológico del territorio, la TSM, aun cuando
extremadamente joven e incipiente, ha mostrado un vasto potencial de renovación,
contribuyendo con una perspectiva fundamental de la explicación del cambio social
y cultural que no había sido todavía abordada por ninguna otra de las estrategias
teóricas que han confluido en nuestra disciplina
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194
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Glosario 9
9
Todas las definiciones son propias, a menos que se indique lo contrario.
195
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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materias primas, etc. y por otra datarlos (métodos como el radiocarbono, termoluminiscen-
cia, potasio-argón, thorio-uranio, hidratación de obsidiana, resonancia de spin electrónico
o racemización de aminoácidos).
196
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Cobertura: Conjunto de datos coherentes desde el punto de vista temático y que for-
man una “capa” o “tema” de información dentro de un SIG.
197
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Ecofacto: Cualquier resto orgánico (vegetal o animal) derivado de una actividad an-
trópica registrado en un yacimiento arqueológico.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Escala: Razón constante que existe entre las distancias lineales medidas sobre el mapa
y las distancias lineales correspondientes medidas sobre el terreno. [Definición tomada de Joly,
1979:3]
Escala numérica: Cociente entre la distancia que separa dos puntos situados en
el mapa y sus homólogos situados en el terreno, medidos siempre con unidades de la misma
especie. Una escala es “grande” cuando el denominador es pequeño, es decir abarca poco
terreno (1:5.000, 1:10.000), mientras que es “pequeña” cuando el denominador es grande,
es decir abarca mucho terreno (1:5.000.000, 1:40.000.000). [Definición tomada de Joly, 1982:4]
199
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Escatología: Conjunto de creencias y prácticas que tienen que ver con la muerte y
la vida de ultratumba.
Franja: En el sistema de coordenadas UTM, cada una de las 25 filas que, con un ancho
de 81, dividen la Tierra en sentido Este-Oeste. Se designan con letras de la C a la X empe-
zando por el Sur (Andalucía se encuentra en la zona Franja S).
200
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Geodesia: Del griego geo (tierra) e idea (imagen). Especialidad de las Matemáticas
que se ocupa de la representación del globo terrestre y sus partes mediantes mapas.
Henge: Término inglés utilizado para designar un tipo de monumento o espacio cere-
monial propio del Neolítico y la Edad del Bronce en las Islas Británicas, consistente en un
área circular o irregular delimitada por una zanja y/o un terraplén, y ocasionalmente por
círculos de postes y/o bloques de piedra. Su tamaño puede oscilar entre los 30 y los 400
metros de diámetro (como ocurre en los de Avebury y Durrington Walls). Dentro de ellos
se han encontrado fosas ceremoniales, enterramientos, altares y otros elementos arqueoló-
gicos. (Adaptado de Whitehouse, 1993:212)
201
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Heurística: Del griego eurisko (“encontrar”). En términos filosóficos una heurística se-
ría un dispositivo o conjunto de reglas adoptadas para reducir la complejidad de un pro-
blema teórico, lógico, matemático o computacional y hacerlo más manejable y comprensi-
ble. Más generalmente se utiliza este término en el sentido de una técnica o marco concep-
tual para la indagación y el estudio de un problema científico complejo.
Hinterland: Del alemán hinter (detrás de) + land (tierra). Empleado en geografía hu-
mana, este término define de forma general el territorio de influencia de un asentamiento
(habitualmente un núcleo urbano) o estado. Específicamente puede hacer referencia al te-
rritorio tierra adentro de una ciudad costera, a una región alejada de áreas urbanas o a la
región en torno a centros metropolitanos principales.
Huso: En el sistema de coordenadas UTM, cada una de las 60 columnas que, con un
ancho de 6º dividen la Tierra de Norte a Sur. Se numeran de 1 a 60 empezando por el
meridiano 180º opuesto al de Greenwich, de forma que la mitad coincide con éste (España
se encuentra entre los husos 29 y 30).
Icono: Signo que comparte una propiedad con su significado (por ejemplo, el carácter
sagrado de una imagen o escultura de una divinidad). En Historia del Arte, imagen del
mundo cristiano ortodoxo.
202
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
Leonardo García Sanjuán
Longitud de Onda: Distancia que separa dos valores iguales de una onda
eléctrica o electromagnética periódica. Es la distancia que recorre esa onda, propagándose,
en el tiempo que dura un ciclo de la misma. [Definición adaptada de Bewley,1999]
203
Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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igual para todos los elementos de la población. [Definición adaptada de Menéndez y otros, 1997:
275]
Palafito: Término italiano (palafitta; poste – pala – hincado – fitta) que designa una
construcción habitacional construida sobre postes de madera fijados sobre los sedimentos
de las orillas lacustres o pantanosas. Son abundantes entre el Neolítico y la Edad del Bronce
en las zonas lacustres de Suiza, Italia y Francia. (Definición adaptada de Menéndez y otros,
1997:310).
Pecio: Restos de un naufragio, tanto del contenido como del casco, que constituyen
uno de los objetos principales de la Arqueología subacuática. [Definición adaptada de Alcina,
1998:620]
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Petroglifo: Grabado realizado sobre una formación rocosa natural (al aire libre) en la
que se representan todo tipo de temas, desde figurativos (antropomorfos, zoomorfos) hasta
geométricos o esquemáticos. Son parte del conjunto de manifestaciones que conocemos
como arte rupestre” y se interpretan bien como parte de sitios rituales o ceremoniales, bien
como señales o indicaciones relativas a determinados aspectos del paisaje. [Definición adap-
tada de Alcina 1998:620]
Pithos: Vasija cerámica de gran tamaño utilizada para almacenaje de diversos produc-
tos y, ocasionalmente, como contenedor funerario. Es un tipo de enterramiento caracterís-
tico de la Edad del Bronce en diversas regiones del continente Europeo (Anatolia, Egeo,
Península Ibérica).
Píxel: Acrónimo del término inglés "picture element": define la unidad más pequeña de
una imagen digital, uno de los cuadros o puntos coloreados que forman una imagen en una
pantalla de ordenador. Un monitor VGA típico tiene una resolución de 640 (anchura) por
480 (altura) pixels.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Radar: Acrónimo de la expresión inglesa Radio Detection and Ranking. Sistema sensor
activo que transmite ondas electromagnéticas en haces concentrados sobre un objeto, y
analiza, tras recibirla, la propia onda reflejada en el objeto. Por el desfase entre la onda
directa y la reflejada calcula la distancia al objeto, por el efecto Doppler calcula la
velocidad si el objeto está en movimiento. [Definición adaptada de Bewley, 1999]
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Semiótica: Teoría general de los signos. En Cartografía se aplica para hacer inteligi-
ble el mensaje propuesto mediante el uso informado y pautado de los símbolos, tanto en
cuanto a sus elementos (forma, tamaño, color, tono, grano, orientación) como en cuanto a
sus tipos (pictogramas, ideogramas, tramas).
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Tafonomía: Estudio de los procesos a través de los cuales los restos de los organis-
mos muertos en las diversas partes de la biosfera, una vez fosilizados, se convierten en
parte de la litosfera.
Tell: Colina artificial (de carácter antrópico) formada por la acumulación de restos y
sedimentos arqueológicos producto de una prolongada ocupación humana. En el Viejo
Mundo son muy frecuentes en regiones del oriente próximo y el mediterráneo, en sitios
que han sido habitados de forma ininterrumpida a veces durante cuatro o cinco mil años.
En Anatolia se les denomina “tepe”.
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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Introducción al Reconocimiento y Análisis Arqueológico del Territorio
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