did a ]a evidencia de que tampoco 61 era el elegido, Merlin
solemne : -Ninguno de vosotros es el designado para cefflr la coron de Inglaterra. Idos en paz y proclamaremos esa maravilla todo el pats, a los cuatro vientos, para que los que se sient llamados por el Destino, acudan aqui para probar su suerte. Inmediatamente, orden6 que, a partir de aquel momento, d Soldados montasen la gijardi.a. di'a y r``cche, junto a la «Espa CAPI'1'tJLO XII Excalibur».
Modred era uno de los pocos caballeros que no hablan asis.
udo a la llamada del conde de Canterbury,-pero cuando supo suceso casi se arrepinti6 de no haberlo hecho. Tat vez 61 hu- ose podido arrancar la espada. Se hallaba en uno de los departamentos de su castillo y, des- ds de meditar unos momentos sobre el particular, sonri6 con allcia, al pensar que tampoco el hubiera sido capaz de llevar oabo la proeza. Otros mss allegados a la familia de Uther, no habian conseguido y era evidente que no seria 61 tampoco llamado por el Destino. Pero Modred no podia darse pop vencido. Su ambicl6n era •medida y, desde mucho tiempo atras, habia pensado que no lrfa mal sentarse en el troap de Inglaterra. Y para 61 existia medio mucho mds corto pa-ra lograrlo. Ya sabemos que se habia fijado en Morgana, Ia hija mayor Uther, la cual era oficialmente la heredeia del trono, puesto no existfa descendencia masculina. A partir de aquel instante no abandon6 su proyecto hasta eguir que le fuera concedida la mano de la princesa, con la se cas6 poe.o tiempo despu6s. 'Sus ambiciones estdban, fues, satisfechas y s6lo le faltaba rse coronar para mandar a su antojo en el pats. |a suerte le favoreci6 en gran maneia, ya que en su esposa ontr6 una verdadera aliada, a la que supo conquistar hfbil- te para que trabajase por su causa. s primeros tiempos fueron de sondeo, pero Qua,ndo hizo r claramente a los demas nobles que pre-tendr'a ser proclai a roy, 6stos no aceptaron la imposici6n y se negaron a arle. OABALI.EROS