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JUAN 17

Aunque las oraciones de Mateo 6:9-13 y Lucas 11:2-4 han llegado a conocerse en el ámbito popular como
“la oración del Señor” o “el Padre Nuestro”, esa oración fue en realidad un ejemplo enseñado por Jesús a
los discípulos como un patrón a seguir en sus propias oraciones. La oración que se registra es la verdadera
oración del Señor porque exhibe la comunión del Hijo con el Padre. Esta oración nos revela detalles precisos
de la comunión y la intercesión del Hijo con el Padre. Después de uno de los mejores sermones dados por
Cristo a sus discípulos, la noche termina con una oración sublime. Como diría alguien una vez, “al mejor y
más completo sermón jamás predicado le sucedió la mejor de las oraciones”.
El discurso del aposento alto es como subir una escalera, o como escalar un monte, culminando en esta
oración. Por su parte, Martín Lutero dijo: "En verdad esta oración es sumamente conmovedora y
entrañable. Nos abre la parte más íntima de Su corazón, tanto en cuanto a nosotros, como en cuanto al
Padre. Es tan sincera y tan simple. Es tan profunda, tan rica, y tan amplia, que nadie puede sondear sus
profundidades".
En muchos sentidos la oración constituye un resumen del evangelio de Juan. Sus temas principales incluyen:
1. La obediencia de Jesús al Padre, 2. La glorificación del Padre a través de la muerte y exaltación del Hijo, 3.
La revelación de Dios en Jesucristo, 4. La elección de los discípulos para que no fueran más del mundo sin
salir del mundo, 5. Su misión en el mundo, 6. Su unidad modelada por la unidad del Padre y el Hijo y 7. El
destino final del creyente en la presencia del Padre y el Hijo.
El capitulo se divide en tres partes: 1. La oración de Jesús por sí mismo, 2. La oración de Jesús por los
apóstoles y 3. La oración de Jesús por todos los creyentes.

1. La oración de Jesús por sí mismo

En el capítulo anterior Jesús estaba hablando con sus discípulos sobre lo que sucedería en los próximos días.
Aquí Jesús levanta sus ojos al cielo y comienza a hablar con el Padre. Sabe que su tiempo terrenal llega a su
fin, pero es consciente en que ésta sería la manera en que Dios sería glorificado. Se acercaba su muerte en
la cruz y también su resurrección. Aquel sacrificio que demostraría la grandeza de su amor con todos
nosotros.

V1 ha llegado la hora. El tiempo determinado desde la eternidad para su muerte, resurrección y exaltación.
Glorifica a tu Hijo. El mismo acontecimiento que glorificaría a Jesús era su muerte aceptando así este
camino porque sabía que así sería glorificado junto al Padre. El fin último de todo es que el Padre sea
glorificado, en este caso, mediante el Hijo por su plan de redención. Por eso Jesús al buscar su propia gloria
buscaba la gloria de su Padre. Sin embargo, Su obra no terminaría en la cruz. Terminaría en la resurrección y
exaltación a la diestra de Dios.

V2 autoridad sobre todo mortal. Una absoluta autoridad soberana, señorío sobre todo, es dado a Cristo en
el cielo y en la tierra. Esta es una prueba clara de su deidad. El tiempo de su humillación había finalizado y
Dios lo había exaltado, sobre todo. A Él le sería posible hacer que este universo y cada individuo se
arrodillaran ante Él y declaren que es el Señor.  El único puente, el único Camino a través del cual se
restauraría la comunión total entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre. En él se cumple la obra de
salvación para la humanidad.

V3 vida eterna. La misión del Hijo es motivada por el amor de Dios hacia el “mundo” seres humanos que se
encuentran en rebelión contra Él. “De tal manera” resalta la intensidad o grandeza de ese amor. El Padre
entregó a su Unigénito para que muriera en beneficio y representación de hombres pecadores. Esta obra
generará en todo aquel que crea, una confianza y compromiso con Cristo como Señor y Salvador trayendo
como resultado el recibir una nueva naturaleza generando así un cambio verdadero en el corazón, con
obediencia al Señor.

Spurgeon dijo: "No es tu gozo en Cristo lo que te salva. Es Cristo mismo. No es tu fe en Cristo, aunque ella es
el instrumento. Es la sangre y el mérito de Cristo". Eso es lo que salva. Es posible que uno crea en algo que
no debe creer. Es el objeto de la fe lo que es importante. El evangelio es que Jesús murió por nuestros
pecados, fue sepultado y resucitó. Esos son los hechos. Nuestro conocimiento de los hechos y nuestra
respuesta a tal conocimiento es la fe. 

Vs 4-5 glorifícame en tu presencia. Consciente de saber que en pocas horas le esperaba una muerte y
muerte de cruz Jesús escoge enfocarse en el gozo de la obra redentora que había realizado y en el hecho de
que pronto, después de la resurrección, estaría nuevamente en la presencia de Dios «con la gloria que tuve
contigo antes de que el mundo existiera». Tras completar su obra, Jesús miró mucho más allá de la cruz y
oró por esa gloria que había compartido con su Padre antes de que el mundo existiera. Esa glorificación
tendría un cumplimiento literal al Cristo exclamar: “Consumado es” (19:30). Y eso quiere decir que nuestra
redención fue consumada. Había hecho todo lo que era necesario hacer. Y no podemos añadir nada a Su
obra terminada. Por eso, el evangelio de la salvación no es lo que Dios pide que uno haga, sino lo que Dios
le está diciendo que ya ha hecho por usted.

2. La oración de Jesús por los apóstoles


V6 He manifestado tu nombre. En esta parte de la oración, nuestro Señor comienza a hablar de su pueblo
creyente: directamente de los once Apóstoles, pero también indirectamente y en parte de todos los
creyentes de todas las épocas. Y a partir de este punto la oración se dedica exclusivamente a la situación de
los discípulos. La frase que tenemos ante nosotros significa: “Te he dado a conocer a Ti, tu naturaleza y tus
atributos, a mis discípulos”. Lo primero que Cristo enseñó y reveló a sus discípulos fue un conocimiento
correcto de Dios el Padre.
Eran tuyos: El Padre tenía toda autoridad para darlos porque eran suyos. Son del Padre por tres motivos: a)
Por derecho de creación, ya que todo procede del Padre, hecho por la voz de autoridad del Hijo (1 :3). b) Por
derecho de redención, que el Hijo de Dios iba a realizar en la Cruz, pero que constituía la expresión
definitiva de la voluntad del Padre, quien pagó el precio de redención, dando a Su Hijo por el pecado de
ellos. c) Por derecho de elección, habían sido escogidos y puestos aparte por Él para buenas obras.
Vs 7-8: En este punto sus discípulos conocían tanto al Señor que “saben que todo lo que les he dado viene
de ti,” y el mismo Señor nos deja ver que esto es el resultado de 1. Haber aceptado la palabra que Cristo les
dio, 2. Saben con certeza que Cristo venia del Padre -reconociendo su divinidad- y han creído que por el
Padre fue enviado. El Señor sigue reafirmando en estos versículos la importancia de Su divinidad y su
estrecha relación con el Padre, al punto de afirmar que ya le conocen. Como el mismo dice en otra porción
de las escrituras: “si ustedes realmente me conocieran, conocerían también a mi Padre” (Juan 14:7).
Debiéramos prestar gran atención al elevado rango que atribuye nuestro Señor a sus discípulos. A primera
vista, si recordamos los muchos defectos de su fe y de sus conocimientos, sorprende que nuestro Señor
elogiara el hecho de que “conocieran” y “creyeran”. Sin duda estas palabras son comparativas. Sin embargo,
si tenemos en cuenta lo inmensamente difícil que era la situación de los discípulos y la oposición que les
presentaban los fariseos y escribas, y por encima de todo recordamos que Cristo no había resucitado aún de
entre los muertos, veremos que su fe no debía tomarse a la ligera. Después de todo, es un gran consuelo
pensar que nuestro Señor no desprecia una gracia débil, y que honra la veracidad y la sinceridad de la fe por
pequeña que esta sea.
Vs 9-10 Cristo no pide al Padre por el mundo, habían tenido tiempo de oír Sus palabras y el anuncio de las
buenas noticias de salvación para quienes crean. Se habían posicionado en contra de Jesús, que es hacerlo
en contra de Dios. Sobre el mundo del entorno de Jesús, los que procedían, humanamente hablando, del
mismo origen, los de Israel, pesaba ya la reprobación a causa de su incredulidad (12:39-40). Sin embargo,
Dios no se olvidaba de ellos, amándolos y proveyendo para todos de la salvación en Cristo (3: 16). Todos
pueden creer y ser salvos, y para ellos se escribe este Evangelio (20:31). Esta petición se hace a favor de los
que ya creen y por medio de quienes el mundo creerá, por su predicación.
y por medio de ellos he sido glorificado. esto debe ser visto desde la óptica de la fe de los discípulos. La fe
de ellos había hecho que se mantuvieran fieles al Señor. Todo su pueblo le había abandonado, pero estos,
eran el remanente obediente, fiel, leal a su Maestro). De esta forma, la gloria de Cristo se manifiesta en
ellos por cuanto su fe se traduce en obediencia. No hay que dejar de ver, como diría en efesios que La
salvación del hombre conduce a la alabanza de la gloria de su gracia (Ef. 1 :6, 12, 14).
Vs 11-15
Para que sean uno, así como nosotros la labor de guardar de Dios el Padre por los discípulos no solo era
mantenerlos en él, sino también mantenerlos juntos. Jesús oró para que ellos fueran uno, y uno según el
ejemplo de unidad de Dios el Padre y Dios el Hijo (para que sean uno, así como nosotros).
Ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición: Hubo una excepción a la labor de Jesús de guardar a
sus discípulos, Judas. Esto fue en cumplimiento a las escrituras; Judas fue  el hijo de perdición, el que estaba
destinado al mal y a la destrucción. Las escrituras que se cumplieron por la traición de Judas fueron
especialmente Salmos 41:9 y Salmos 109:8, especialmente señaladas en Hechos 1:20. La traición de Ahitofel
contra el rey David fue una profecía de la traición de Judas contra el hijo de David.
No ruego que los quites del mundo: Esta oración de Jesús nos advierte en contra de buscar refugio en el
aislamiento cristiano; en los monasterios modernos. Nuestra meta es estar en el mundo pero no ser parte
de él o del mal; así como un barco está en el océano, pero sin permitir al océano estar en el barco. Si somos
quitados del mundo no podemos brillar (somos luz del mundo), ni testificar, ni prepararnos para ir al cielo,
ni mostrar el poder de la gracia de Dios. Jesús definitivamente quiere que estemos en el mundo, pero no
quiere que seamos malos o marcados por el mal.
los protejas del maligno. Cristo pide por su cuidado. El motivo por el cual el Señor pide esto es porque sabe
que NO son del mundo y que, así como el mundo le odió a él, también a ellos los odiarán. Es por esto que
pide que sean cuidados del mundo, no arrancados de él, porque al mundo deben ir, y la unidad será
fundamental para que cumplan con su llamado y al escuchar las palabras del Maestro “tengan la alegría
plena”.
Vs 17-19 santifícalos. el mismo verbo se utiliza en Juan 10:36. Su uso hace referencia a ser apartados para
un uso particular. El hombre puede esforzarse, comprometerse, pero solo Dios es el que santifica y el medio
para ello es su Palabra. “Como tú me enviaste… así…” Cristo establece de forma clara quien le envió, el
Padre. Así mismo, esta vez es el Hijo quien envía a los discípulos. Cristo fue enviado como salvador y sus
discípulos como mensajeros. La misión del Salvador ahora es delegada a los suyos, los cuales estarán ahora
enfocados en cumplir con la misión encomendada, entendiendo que han sido apartados para ello
-santificados- y que así mismo serán odiados y perseguidos, así como a su Maestro. En conclusión, Él se
apartó, para que así también los suyos fueran apartados.
en tu verdad; tu palabra es verdad: La dinámica detrás de la santificación es la verdad: la palabra de Dios
leída, escuchada, comprendida y aplicada.
Y por ellos yo me santifico a mí mismo: Uno no debe pensar que Jesús no estaba santificado a ese punto.
Sin embargo, ahora estaba por entrar a un nuevo aspecto de ser apartado para Dios y su propósito: para
completar la obra de la cruz. Fue a través de esa obra terminada que la Palabra de Dios y la obra de Dios se
volverían completamente efectivas en las vidas de los discípulos
3. La oración de Jesús por los discípulos
Es la intercesión de Jesús por nosotros, como Sumo Sacerdote.
Vs 20-23 Permite que alcancen la perfección de la unidad. Jesús oró por sus once discípulos, pero tuvo el
corazón para orar más allá de ellos. Él oró por aquellos que llegarían por fe mediante la gracia a creer en Su
Nombre. ¡Él oró por nosotros! Lo primero que pide para sus discípulos y para los que creerían gracias al
mensaje de ellos es unidad. Una como la que él tenía con el Padre. Pide que los creyentes alcancen la
perfección en la unidad ya que ese sería el distintivo de su iglesia. Así el mundo reconocería que Dios había
enviado al Hijo al mundo. Básicamente esta unidad espiritual entre creyentes está ligada con la manera que
la iglesia presenta a Jesús ante el mundo.  Los cristianos tienen una gran responsabilidad de mostrar a Jesús
al mundo a través de su amor y su unidad.
para que todos sean uno. En la mente de Jesús estaba la gran multitud delante del trono de Dios, todos
reunidos sin distinción de nación, raza, lengua, clase, denominación, (Apocalipsis 7:9-10). Jesús oró para que
pudieran ir más allá de aquellas diferencias de “forma” y se enfocaran en lo esencial para comprender la
verdadera unidad. Es como si Jesús orara con esto en mente: “Padre, he orado por la unidad de los
discípulos que me diste. Sin embargo, todos son galileos, de este tiempo y de este lugar. Habrá muchos
otros que también se volverán discípulos, y todos vendrán de toda nación, toda lengua, toda cultura, toda
clase, todo estatus, de todas las edades por el resto de la historia. Padre, hazlos uno.”

“Amados, aquellos en quienes Cristo vive no son uniformes, sino uno. La uniformidad puede ser encontrada
en la muerte, pero esta unidad es vida. Los que son bastante uniformes aun así pueden no tener amor unos
por otros, mientras que los que son diferentes aun así pueden ser verdadera e intensamente uno. Nuestros
hijos no son uniformes, pero conforman una familia.” (Spurgeon)

V24 estén conmigo donde yo estoy. “¿Acaso no se dejó llevar por el fervor de su devoción? Si sigo el
lenguaje puedo concluir que nuestro Señor ya estaba en el cielo. Él dice ‘más bien, yo quiero que también
ellos, quienes me has dado, estén conmigo donde yo estoy: para que contemplen mi gloria.’ ¿No se refiere a
que deben estar en el cielo con él? Claro que sí; sin embargo, aún no estaba en el cielo; aún estaba en
medio de sus apóstoles, en el cuerpo sobre la tierra; y aún tenía a Getsemaní y al Gólgota frente a él antes
de poder entrar a su gloria. Había orado en tal exaltación de sentimiento que su oración estaba en el cielo, y
él mismo estaba ahí en espíritu.” (Spurgeon)

Vs 25-26 Padre Justo. Jesús estaba por ir a la cruz y someterse a toda la prueba de su pasión. Sin embargo
Jesús, lleno de amor y honra hacia Dios el Padre clamó al concluir esta oración: “Padre justo“

Seguiré haciéndolo. El gran deseo del corazón de Jesús es que Su amor sea manifestado en las vidas de
aquellos a quienes Él ha redimido. Cultivar el amor a la verdad y el amor a los hermanos. La mejor
conclusión en su oración: Amor. No hay virtud más excelente que esta. Dios es amor. Será este amor lo que
permitiría finalmente que aquella oración se convirtiera en una realidad. Un amor que ahora para el
creyente no demanda holocaustos ni sacrificios, sino obediencia, intimidad y santidad.

Y Jesús sigue orando por nosotros: “Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él
se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos“ (Hebreos 7:25). “Hijitos míos, os escribo
estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”
(1 Juan 2:1).

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