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Qué son las papilas gustativas?

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¿Te has preguntado alguna vez por qué tus alimentos favoritos saben tan bien?
Pues bien, puedes darles las gracias a tus papilas gustativas por dejarte
apreciar el sabor salado de las patatas fritas y el sabor dulce de los helados.
Las papilas gustativas son unos órganos sensoriales que tienes en la lengua y
que te permiten percibir los sabores, que se dividen en dulce, salado, ácido y
amargo. ¿Cómo funcionan exactamente las papilas gustativas? Bueno, saca la
lengua y mírate al espejo.
¿Ves todos esos bultitos? Se llaman papilas, y la mayoría de ellas contienen
unos botones gustativos que tienen unos pelitos microscópicos muy sensibles
denominados cilios. Los cilios envían mensajes al cerebro sobre el sabor las
cosas, para que tu puedas percibir si son dulces, ácidas, amargas o saladas.

Una persona promedio tiene aproximadamente 10.000 papilas gustativas que


se van regenerando cada 2 semanas más o menos. Pero, a medida que una
persona va envejeciendo, algunas de esas células no se regeneran. Un anciano
puede tener sólo 5.000 papilas que funcionan correctamente. Por eso algunos
alimentos pueden saberte más fuertes a ti que a un adulto. El fumar también
puede reducir la cantidad de papilas que tiene una persona.

Pero, antes de atribuirles a las papilas gustativas todo el mérito de que puedas
saborear tus alimentos favoritos, es importante que también se lo agradezcas a
la nariz. Los receptores olfativos que tienes dentro de la parte superior de
la nariz contienen células especiales que te ayudan a oler y envían mensajes
al cerebro.

El proceso consiste en lo siguiente: mientras masticas, la comida libera


sustancias químicas que ascienden inmediatamente por la nariz. Esas
sustancias estimulan a los receptores sensoriales que tienes dentro de la nariz.
¡Y estos receptores colaboran con las papilas gustativas para crear el verdadero
sabor de ese riquísimo trozo de pizza contándoselo todo al cerebro!

Cuando estás acatarrado o alérgico y se te tapa la nariz, tal vez te hayas dado
cuenta de que la comida tiene menos sabor que de costumbre. Eso se debe a
que la parte superior de tu nariz no está lo bastante despejada como para
captar las sustancias químicas que estimulan a los receptores olfativos (que se
encargan de informar al cerebro para que éste cree la sensación del sabor).
Intenta taparte la nariz la próxima vez que comas algo. Tus papilas gustativas
serán capaces de transmitir algo al cerebro sobre lo que estás comiendo -por
ejemplo, que es dulce- pero no podrás identificar exactamente el sabor hasta
que te destapes la nariz.

O sea que la próxima vez que saborees una manzana o un plato de sopa,
agradéceselo a la lengua -¡y a la nariz! Si no fuera por ellas, la vida no tendría
sabor.

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