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Agosto 2020
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a Novelas de 0,00 El título del texto es "La isla misteriosa". En una lectura superficial, el estudiante podría suponer que el misterio es el eje de
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El estudiante reconoce información literal que aparece en el segundo párrafo: "Se trata de una novela de aventuras, como
Novelas de
b 1,00 la mayoría de las historias del autor francés". Si bien hay paráfrasis en el texto (Verne= autor francés), se considera que se
aventuras.
trata de lectura literal.
Novelas sobre La reiterada mención al ingeniero y sus aportes provenientes de la ciencia puede hacer que el estudiante confunda la obra
c 0,00
ciencia. de Julio Verne con hechos de la novela reseñada.
Novelas sobre La presencia de un naufragio en el texto puede conducir a suponer incorrectamente que este es el eje de las novelas del
d 0,00
naufragios. autor.
Clave b
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3 de 20 12/08/2020 16:16
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b relatar un viaje. 0,00 El estudiante comprende los segmentos textuales narrativos pero no los relaciona con la intencionalidad persuasiva.
El estudiante reconoce la intencionalidad principal del texto, que aparece especialmente en el principio y el final.
recomendar un
c 1,00 Comprende que la narración está al servicio de la persuasión.
libro.
promover la El estudiante comprende que el relato trata sobre las ventajas de la ciencia aunque no comprende la intención global del
d 0,00
ciencia. texto.
Clave c
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Escribe sus El estudiante no repara en que esta acción la realiza un periodista: “un periodista que va documentando su
b 0,00
experiencias en la isla. estancia en la isla”.
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El estudiante centra su atención en Cyrus, el personaje que es destacado permanentemente en la reseña y que
Mejora las condiciones
d 0,00 tiene características heroicas. Es estudiante no repara en el agente de la acción, Cyrus "... sin el cual los demás
de vida en el refugio.
vivirían en unas condiciones peores..." (párrafo 2).
Clave c
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Los personajes arrojan sus pertenencias al mar cuando van en el globo porque
A) estaban muy apretados en el globo.
B) estaban escapando de la guerra de Secesión.
C) sabían que iban a recuperarlas en la isla.
D) querían que el globo ganara altura rápidamente.
estaban escapando de la Al leer que están huyendo de la guerra, el estudiante puede suponer que deshecharon sus pertenencias por
b 0,00
guerra de Secesión. esta razón.
7 de 20 12/08/2020 16:16
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querían que el globo ganara El estudiante reconoce la causa directa del hecho a partir de una inferencia que el texto permite realizar.
d 1,00
altura rápidamente. Entiende la relación entre el peso y la flotación del globo que se infiere de la reseña.
Clave d
8 de 20 12/08/2020 16:16
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A partir de la lectura de la reseña, ¿por qué Verne habrá elegido el título La isla misteriosa?
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Los personajes creían que estaban solos en la isla pero no era así.
Aparecen materiales.
Respuestas que no dan cuenta de la presencia de otros seres en la isla, y se focalizan en otros aspectos, como la geografía del lugar
o su localización indeterminada. Ejemplos:
Tienen suerte.
Hay un volcán.
Clave A
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"Hacia la mitad de la novela se unen dos personajes más al grupo: Ayrton, un presidiario que escapó de la
cárcel, y Júpiter, un mono al que consiguen amaestrar para que los ayude en las tareas más cotidianas del
refugio".
A) una enumeración.
B) un ejemplo.
C) una aclaración sobre un personaje.
D) una cita textual de un personaje.
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D una cita textual de un personaje. 0,00 Confunde con el uso de otro signo de puntuación.
Clave C
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Matilda
(Fragmento)
Al cumplir los tres años, Matilda ya había aprendido a leer sola valiéndose de
los periódicos y revistas que había en su casa. A los cuatro, leía de corrido y
empezó, de forma natural, a desear tener libros. El único libro que había en aquel
ilustrado hogar era uno titulado Cocina fácil, que pertenecía a su madre. Una vez
que lo hubo leído de cabo a rabo y se aprendió de memoria todas las recetas,
decidió que quería algo más interesante.
—Papá —dijo—, ¿podrías comprarme algún libro?
—¿Un libro? —preguntó él—. ¿Para qué quieres un libro?
—Para leer, papá.
—¿Qué demonios tiene de malo la televisión? ¡Hemos comprado un precioso
televisor y ahora pides un libro! Te estás echando a perder, hija...
Entre semana, Matilda se quedaba sola en casa casi todas las tardes. Su
hermano, cinco años mayor que ella, iba a la escuela. Su padre iba a trabajar y
su madre se marchaba a jugar al bingo. La tarde del día en que su padre se negó
a comprarle un libro, Matilda salió sola y se dirigió a la biblioteca pública. Al
llegar, se presentó a la bibliotecaria, la señora Phelps. Le preguntó si podía
sentarse un rato y leer un libro. La señora Phelps, algo sorprendida por la llegada
de una niña tan pequeña y sola, le dio la bienvenida.
— ¿Dónde están los libros infantiles, por favor? —preguntó Matilda.
—Están allí, en las estanterías más bajas —dijo la señora Phelps—.
¿Quieres que te ayude a buscar uno bonito con muchos dibujos?
—No, gracias —dijo Matilda—. Creo que podré arreglármelas sola.
A partir de entonces, todas las tardes, en cuanto su madre se iba al bingo,
Matilda se dirigía a la biblioteca. El trayecto le llevaba diez minutos y le quedaban
dos hermosas horas, sentada tranquilamente en un rincón acogedor, devorando
libro tras libro. Cuando hubo leído todos los libros infantiles que había allí,
comenzó a buscar alguna otra cosa.
La señora Phelps, que la había observado fascinada durante las dos últimas
semanas, se levantó de su mesa y se acercó a ella.
—¿Puedo ayudarte, Matilda? —preguntó.
—No sé qué leer ahora —dijo Matilda—. Ya he leído todos los libros para
niños.
—Querrás decir que has contemplado los dibujos, ¿no?
—Sí, pero también los he leído.
Bajó la vista hacia Matilda y la niña le devolvió la mirada.
—Algunos me han parecido muy malos —dijo Matilda—, pero otros eran
bonitos. El que más me ha gustado ha sido El jardín secreto. Es un libro lleno de
misterio. El misterio de la habitación tras la puerta cerrada y el misterio del jardín
tras el alto muro.
La señora Phelps estaba estupefacta.
—¿Cuántos años tienes exactamente, Matilda? —le preguntó.
—Cuatro años y tres meses.
La señora Phelps se sintió más estupefacta que nunca, pero tuvo la habilidad
de no demostrarlo.
—¿Qué clase de libro te gustaría leer ahora? —preguntó.
—Me gustaría uno bueno de verdad, de los que leen las personas mayores.
Uno famoso. No sé ningún título.
La señora Phelps ojeó las estanterías, tomándose su tiempo. No sabía muy
bien qué elegir. Su primera idea fue darle alguna novela de amor de las que
suelen leer las chicas de quince años pero, por alguna razón, pasó de largo por
aquella estantería.
—Prueba con este —dijo finalmente—. Es muy famoso y muy bueno. Si te
resulta muy largo, dímelo y buscaré algo más corto y un poco menos complicado.
—Grandes esperanzas —leyó Matilda—. Por Charles Dickens. Me gustaría
probar.
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—Debo estar loca —se dijo a sí misma la señora Phelps, pero a Matilda le
comentó—: Claro que puedes probar.
Durante las tardes que siguieron, la señora Phelps apenas quitó ojo a la niñita
sentada hora tras hora en el gran sillón del fondo de la sala, con el libro en el
regazo. Se apenaba cuando llegaba el momento de acercarse y decirle: «Son las
cinco menos diez, Matilda».
era hermoso el Confunde el placer del tiempo en la biblioteca con el tiempo del trayecto de su casa a la biblioteca: "El trayecto le llevaba
B 0,00
trayecto. diez minutos y le quedaban dos hermosas horas”.
Infiere la relación entre el deseo de leer que tiene Matilda con la falta de libros en su hogar: "A los cuatro, leía de corrido y
no había libros en
C 1,00 empezó, de forma natural, a desear tener libros. El único libro que había en aquel ilustrado hogar era uno titulado Cocina
su casa.
fácil, que pertenecía a su madre”.
era amiga de la Infiere que el vínculo de Matilda con la bibliotecaria es el motivo por el cual concurre a la biblioteca. Repara en la relación
D 0,00
bibliotecaria. que mantienen pero no en el motivo, acceder a los libros que no tiene en su casa.
Clave C
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Matilda
(Fragmento)
Al cumplir los tres años, Matilda ya había aprendido a leer sola valiéndose de
los periódicos y revistas que había en su casa. A los cuatro, leía de corrido y
empezó, de forma natural, a desear tener libros. El único libro que había en aquel
ilustrado hogar era uno titulado Cocina fácil, que pertenecía a su madre. Una vez
que lo hubo leído de cabo a rabo y se aprendió de memoria todas las recetas,
decidió que quería algo más interesante.
—Papá —dijo—, ¿podrías comprarme algún libro?
—¿Un libro? —preguntó él—. ¿Para qué quieres un libro?
—Para leer, papá.
—¿Qué demonios tiene de malo la televisión? ¡Hemos comprado un precioso
televisor y ahora pides un libro! Te estás echando a perder, hija...
Entre semana, Matilda se quedaba sola en casa casi todas las tardes. Su
hermano, cinco años mayor que ella, iba a la escuela. Su padre iba a trabajar y
su madre se marchaba a jugar al bingo. La tarde del día en que su padre se negó
a comprarle un libro, Matilda salió sola y se dirigió a la biblioteca pública. Al
llegar, se presentó a la bibliotecaria, la señora Phelps. Le preguntó si podía
sentarse un rato y leer un libro. La señora Phelps, algo sorprendida por la llegada
de una niña tan pequeña y sola, le dio la bienvenida.
— ¿Dónde están los libros infantiles, por favor? —preguntó Matilda.
—Están allí, en las estanterías más bajas —dijo la señora Phelps—.
¿Quieres que te ayude a buscar uno bonito con muchos dibujos?
—No, gracias —dijo Matilda—. Creo que podré arreglármelas sola.
A partir de entonces, todas las tardes, en cuanto su madre se iba al bingo,
Matilda se dirigía a la biblioteca. El trayecto le llevaba diez minutos y le quedaban
dos hermosas horas, sentada tranquilamente en un rincón acogedor, devorando
libro tras libro. Cuando hubo leído todos los libros infantiles que había allí,
comenzó a buscar alguna otra cosa.
La señora Phelps, que la había observado fascinada durante las dos últimas
semanas, se levantó de su mesa y se acercó a ella.
—¿Puedo ayudarte, Matilda? —preguntó.
—No sé qué leer ahora —dijo Matilda—. Ya he leído todos los libros para
niños.
—Querrás decir que has contemplado los dibujos, ¿no?
—Sí, pero también los he leído.
Bajó la vista hacia Matilda y la niña le devolvió la mirada.
—Algunos me han parecido muy malos —dijo Matilda—, pero otros eran
bonitos. El que más me ha gustado ha sido El jardín secreto. Es un libro lleno de
misterio. El misterio de la habitación tras la puerta cerrada y el misterio del jardín
tras el alto muro.
La señora Phelps estaba estupefacta.
—¿Cuántos años tienes exactamente, Matilda? —le preguntó.
—Cuatro años y tres meses.
La señora Phelps se sintió más estupefacta que nunca, pero tuvo la habilidad
de no demostrarlo.
—¿Qué clase de libro te gustaría leer ahora? —preguntó.
—Me gustaría uno bueno de verdad, de los que leen las personas mayores.
Uno famoso. No sé ningún título.
La señora Phelps ojeó las estanterías, tomándose su tiempo. No sabía muy
bien qué elegir. Su primera idea fue darle alguna novela de amor de las que
suelen leer las chicas de quince años pero, por alguna razón, pasó de largo por
aquella estantería.
—Prueba con este —dijo finalmente—. Es muy famoso y muy bueno. Si te
resulta muy largo, dímelo y buscaré algo más corto y un poco menos complicado.
—Grandes esperanzas —leyó Matilda—. Por Charles Dickens. Me gustaría
probar.
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—Debo estar loca —se dijo a sí misma la señora Phelps, pero a Matilda le
comentó—: Claro que puedes probar.
Durante las tardes que siguieron, la señora Phelps apenas quitó ojo a la niñita
sentada hora tras hora en el gran sillón del fondo de la sala, con el libro en el
regazo. Se apenaba cuando llegaba el momento de acercarse y decirle: «Son las
cinco menos diez, Matilda».
Recupera información que no atiende las preferencias de lectura de Matilda. Fija la atención en el pasaje citado, tal vez
Los libros de relacionando con sus intereses personales por este tema: “La señora Phelps ojeó las estanterías (...) Su primera idea fue darle
B 0,00
amor. alguna novela de amor de las que suelen leer las chicas de quince años pero, por alguna razón, pasó de largo por aquella
estantería”.
Los libros Localiza información referida a las preferencias de lectura de Matilda: “ —Me gustaría uno bueno de verdad, de los que leen
C escritos para 1,00 las personas mayores. Uno famoso. No sé ningún título”. Comprende que "adultos" es un sinónimo textual de "personas
adultos. mayores", proceso necesario para resolver este item de lectura literal.
Los libros
Presta atención a las lecturas iniciales de Matilda en la biblioteca, pero no a sus preferencias explicitadas en el texto. Tiene en
D escritos para 0,00
cuenta que Matilda es una niña y supone que por ese motivo prefiere leer libros para niños.
niños.
Clave C
16 de 20 12/08/2020 16:16
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Matilda
(Fragmento)
Al cumplir los tres años, Matilda ya había aprendido a leer sola valiéndose de
los periódicos y revistas que había en su casa. A los cuatro, leía de corrido y
empezó, de forma natural, a desear tener libros. El único libro que había en aquel
ilustrado hogar era uno titulado Cocina fácil, que pertenecía a su madre. Una vez
que lo hubo leído de cabo a rabo y se aprendió de memoria todas las recetas,
decidió que quería algo más interesante.
—Papá —dijo—, ¿podrías comprarme algún libro?
—¿Un libro? —preguntó él—. ¿Para qué quieres un libro?
—Para leer, papá.
—¿Qué demonios tiene de malo la televisión? ¡Hemos comprado un precioso
televisor y ahora pides un libro! Te estás echando a perder, hija...
Entre semana, Matilda se quedaba sola en casa casi todas las tardes. Su
hermano, cinco años mayor que ella, iba a la escuela. Su padre iba a trabajar y
su madre se marchaba a jugar al bingo. La tarde del día en que su padre se negó
a comprarle un libro, Matilda salió sola y se dirigió a la biblioteca pública. Al
llegar, se presentó a la bibliotecaria, la señora Phelps. Le preguntó si podía
sentarse un rato y leer un libro. La señora Phelps, algo sorprendida por la llegada
de una niña tan pequeña y sola, le dio la bienvenida.
— ¿Dónde están los libros infantiles, por favor? —preguntó Matilda.
—Están allí, en las estanterías más bajas —dijo la señora Phelps—.
¿Quieres que te ayude a buscar uno bonito con muchos dibujos?
—No, gracias —dijo Matilda—. Creo que podré arreglármelas sola.
A partir de entonces, todas las tardes, en cuanto su madre se iba al bingo,
Matilda se dirigía a la biblioteca. El trayecto le llevaba diez minutos y le quedaban
dos hermosas horas, sentada tranquilamente en un rincón acogedor, devorando
libro tras libro. Cuando hubo leído todos los libros infantiles que había allí,
comenzó a buscar alguna otra cosa.
La señora Phelps, que la había observado fascinada durante las dos últimas
semanas, se levantó de su mesa y se acercó a ella.
—¿Puedo ayudarte, Matilda? —preguntó.
—No sé qué leer ahora —dijo Matilda—. Ya he leído todos los libros para
niños.
—Querrás decir que has contemplado los dibujos, ¿no?
—Sí, pero también los he leído.
Bajó la vista hacia Matilda y la niña le devolvió la mirada.
—Algunos me han parecido muy malos —dijo Matilda—, pero otros eran
bonitos. El que más me ha gustado ha sido El jardín secreto. Es un libro lleno de
misterio. El misterio de la habitación tras la puerta cerrada y el misterio del jardín
tras el alto muro.
La señora Phelps estaba estupefacta.
—¿Cuántos años tienes exactamente, Matilda? —le preguntó.
—Cuatro años y tres meses.
La señora Phelps se sintió más estupefacta que nunca, pero tuvo la habilidad
de no demostrarlo.
—¿Qué clase de libro te gustaría leer ahora? —preguntó.
—Me gustaría uno bueno de verdad, de los que leen las personas mayores.
Uno famoso. No sé ningún título.
La señora Phelps ojeó las estanterías, tomándose su tiempo. No sabía muy
bien qué elegir. Su primera idea fue darle alguna novela de amor de las que
suelen leer las chicas de quince años pero, por alguna razón, pasó de largo por
aquella estantería.
—Prueba con este —dijo finalmente—. Es muy famoso y muy bueno. Si te
resulta muy largo, dímelo y buscaré algo más corto y un poco menos complicado.
—Grandes esperanzas —leyó Matilda—. Por Charles Dickens. Me gustaría
probar.
17 de 20 12/08/2020 16:16
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—Debo estar loca —se dijo a sí misma la señora Phelps, pero a Matilda le
comentó—: Claro que puedes probar.
Durante las tardes que siguieron, la señora Phelps apenas quitó ojo a la niñita
sentada hora tras hora en el gran sillón del fondo de la sala, con el libro en el
regazo. Se apenaba cuando llegaba el momento de acercarse y decirle: «Son las
cinco menos diez, Matilda».
Localiza información cercana y atribuye la pena de la bibliotecaria al género mencionado::”Su primera idea fue
Porque Matilda no leía
B 0,00 darle alguna novela de amor de las que suelen leer las chicas de quince años pero, por alguna razón, pasó de
novelas de amor.
largo por aquella estantería”.
Porque la niña pasaba Localiza información en el último párrafo referida al tiempo que pasa con la señora Phelps e interpreta que eso la
C demasiado tiempo en la 0,00 apena: "la señora Phelps apenas quitó ojo a la niñita sentada hora tras hora, en el gran sillón del fondo de la sala,
biblioteca. con el libro en el regazo".
Clave A
18 de 20 12/08/2020 16:16
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Matilda
(Fragmento)
Al cumplir los tres años, Matilda ya había aprendido a leer sola valiéndose de
los periódicos y revistas que había en su casa. A los cuatro, leía de corrido y
empezó, de forma natural, a desear tener libros. El único libro que había en aquel
ilustrado hogar era uno titulado Cocina fácil, que pertenecía a su madre. Una vez
que lo hubo leído de cabo a rabo y se aprendió de memoria todas las recetas,
decidió que quería algo más interesante.
—Papá —dijo—, ¿podrías comprarme algún libro?
—¿Un libro? —preguntó él—. ¿Para qué quieres un libro?
—Para leer, papá.
—¿Qué demonios tiene de malo la televisión? ¡Hemos comprado un precioso
televisor y ahora pides un libro! Te estás echando a perder, hija...
Entre semana, Matilda se quedaba sola en casa casi todas las tardes. Su
hermano, cinco años mayor que ella, iba a la escuela. Su padre iba a trabajar y
su madre se marchaba a jugar al bingo. La tarde del día en que su padre se negó
a comprarle un libro, Matilda salió sola y se dirigió a la biblioteca pública. Al
llegar, se presentó a la bibliotecaria, la señora Phelps. Le preguntó si podía
sentarse un rato y leer un libro. La señora Phelps, algo sorprendida por la llegada
de una niña tan pequeña y sola, le dio la bienvenida.
— ¿Dónde están los libros infantiles, por favor? —preguntó Matilda.
—Están allí, en las estanterías más bajas —dijo la señora Phelps—.
¿Quieres que te ayude a buscar uno bonito con muchos dibujos?
—No, gracias —dijo Matilda—. Creo que podré arreglármelas sola.
A partir de entonces, todas las tardes, en cuanto su madre se iba al bingo,
Matilda se dirigía a la biblioteca. El trayecto le llevaba diez minutos y le quedaban
dos hermosas horas, sentada tranquilamente en un rincón acogedor, devorando
libro tras libro. Cuando hubo leído todos los libros infantiles que había allí,
comenzó a buscar alguna otra cosa.
La señora Phelps, que la había observado fascinada durante las dos últimas
semanas, se levantó de su mesa y se acercó a ella.
—¿Puedo ayudarte, Matilda? —preguntó.
—No sé qué leer ahora —dijo Matilda—. Ya he leído todos los libros para
niños.
—Querrás decir que has contemplado los dibujos, ¿no?
—Sí, pero también los he leído.
Bajó la vista hacia Matilda y la niña le devolvió la mirada.
—Algunos me han parecido muy malos —dijo Matilda—, pero otros eran
bonitos. El que más me ha gustado ha sido El jardín secreto. Es un libro lleno de
misterio. El misterio de la habitación tras la puerta cerrada y el misterio del jardín
tras el alto muro.
La señora Phelps estaba estupefacta.
—¿Cuántos años tienes exactamente, Matilda? —le preguntó.
—Cuatro años y tres meses.
La señora Phelps se sintió más estupefacta que nunca, pero tuvo la habilidad
de no demostrarlo.
—¿Qué clase de libro te gustaría leer ahora? —preguntó.
—Me gustaría uno bueno de verdad, de los que leen las personas mayores.
Uno famoso. No sé ningún título.
La señora Phelps ojeó las estanterías, tomándose su tiempo. No sabía muy
bien qué elegir. Su primera idea fue darle alguna novela de amor de las que
suelen leer las chicas de quince años pero, por alguna razón, pasó de largo por
aquella estantería.
—Prueba con este —dijo finalmente—. Es muy famoso y muy bueno. Si te
resulta muy largo, dímelo y buscaré algo más corto y un poco menos complicado.
—Grandes esperanzas —leyó Matilda—. Por Charles Dickens. Me gustaría
probar.
19 de 20 12/08/2020 16:16
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—Debo estar loca —se dijo a sí misma la señora Phelps, pero a Matilda le
comentó—: Claro que puedes probar.
Durante las tardes que siguieron, la señora Phelps apenas quitó ojo a la niñita
sentada hora tras hora en el gran sillón del fondo de la sala, con el libro en el
regazo. Se apenaba cuando llegaba el momento de acercarse y decirle: «Son las
cinco menos diez, Matilda».
en la biblioteca Lee en el texto que Matilda va a la biblioteca todos los días. Apela a su conocimiento de mundo y considera que la
B 0,00
cercana. biblioteca es un lugar adecuado para tal fin.
con la bibliotecaria Relaciona las visitas diarias de Matilda a la biblioteca y su relación con la bibliotecaria e imagina que es ella quien le
C 0,00
Phelps. enseña a leer.
en periódicos y Localiza la información en el primer párrafo: “Al cumplir los tres años, Matilda ya había aprendido a leer sola
D 1,00
revistas. valiéndose de los periódicos y revistas que había en su casa”.
Clave D
20 de 20 12/08/2020 16:16