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-No te preocupes, Andresito, que eso es bueno -interrumpió mamá-. Lo que te ha dicho la
madre de Pepito es bueno. Y tiene toda la razón. Alegras a todo el mundo.
-Pero ¿qué tiene que ver la alegría con la huerta? -preguntó el niño.
-Eso es una expresión que se hizo popular hace muchos años. ¿Quieres que te cuente la
historia? -preguntó mamá.
-Verás, hace muchos años, allá por el año 1900, se estrenó una zarzuela muy bonita
-empezó a contar mamá.
-Parecido, pero en español y con un estilo muy peculiar. En su época llamaban a la ópera el
género chico, en comparación con la ópera.
-Pues bien -continuó mamá-. En 1900 estrenaron una zarzuela con música de un
compositor muy famoso que se llamaba Federico Chueca. La historia, escrita por Enrique
García Álvarez y Antonio Paso, se desarrollaba en la huerta murciana. Uno de los
protagonistas se llamaba Alegrías. La zarzuela se hizo muy popular y por eso se extendió la
expresión ‘ser la alegría de la huerta’.
COLEGIO ALEGRÍA DE LOS NIÑOS
Alegría – Trabajo – Futuro
Resolución de aprob. # 000460 de Noviembre 23 de 2018
Nº DANE 320001068045
-¡Qué buena idea! -dijo mamá. Y se pusieron a ello. ¡Qué rato tan divertido pasaron juntos!
1. TAREA
COLEGIO ALEGRÍA DE LOS NIÑOS
Alegría – Trabajo – Futuro
Resolución de aprob. # 000460 de Noviembre 23 de 2018
Nº DANE 320001068045
-Natalia, mira lo que he hecho para ti -dijo el abuelo-. La llamado La Casita Del Mal Humor.
-Cuando te enfades solo tienes que venir aquí y dejar el mal humor -respondió el abuelo-.
Solo tienes que subir, cerrar la puerta, y dejar el mal humor en los platos que hay dentro.
-De tonterías nada guapa -dijo el abuelo-. Tú prueba a ver si funciona. Ya verás que cuando
vuelvas el malhumor ya no está.
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-Sale, de verdad -dijo el abuelo-. A veces tarda, pero al final sale. Tú solo tienes que mirar
los platos hasta que estén llenos.
Natalia se encogió de hombros y decidió seguirle la corriente a su abuelo. Esa misma tarde
cogió un berrinche tremendo y se fue a la casita del árbol que le había hecho su abuelo. Allí
miró los platos. Tenían unos dibujos preciosos. En algunos había escritos unos versos muy
bonitos que hablaban de las flores, el cielos azul y el mar en calma. Sin darse cuenta,
Natalia se tranquilizó y salió de allí.
-
Abuelo, estoy más tranquila, pero en los platos no hay nada -dijo la niña.
-Pues es verdad, aquí no queda nada -dijo el abuelo-. Hay que ver lo bien que funcionan
estos platos, que evaporan el malhumor en cuanto lo sienten.
Natalia se rió mucho con su abuelo. Pues sí que iba a ser verdad que la casita del mal
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Desde entonces, Natalia visita la casita del árbol cada vez que se enfada. Algunos días
incluso va sin haberse enfadado, porque aquel rincón era realmente mágico, porque salía
llena de alegría, tranquila y feliz.
2. TAREA