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Objecion de Conciencia
Objecion de Conciencia
Justamente, esa figura ha sido alegada por ciudadanos de diversos países, para
rehusarse a prestar el servicio militar obligatorio, realizar ciertos procedimientos
médicos o científicos, estudiar algunas asignaturas académicas, prestar juramento,
ejecutar obligaciones laborales e, incluso, pagar impuestos.
En Colombia, la despenalización parcial del aborto y la autorización
constitucional para que parejas del mismo sexo formalicen su vínculo
marital son cuestiones en las que jueces, notarios, médicos y centros
hospitalarios, entre otros, han ofrecido resistencia con base en
razones personales e institucionales.
Ante el gran margen de aplicación de ese derecho fundamental y la falta de
certeza frente sus titulares, las condiciones de ejercicio y el procedimiento para
lograr su reconocimiento, cabe la probabilidad de que la expedición de una norma
que regule su contenido ofrezca la claridad esperada por los defensores y
opositores.
Mandato constitucional
En el ámbito del servicio militar, las sentencias C-728 del 2009 y T-18 del 2012
señalaron que, si bien la objeción de conciencia requiere un desarrollo legislativo,
la ausencia de este no implica la ineficacia de aquella, pues su núcleo esencial
puede hacerse valer directamente a través de la Carta Política y vía acción de tutela.
A pesar de eso, el fallo de constitucionalidad advirtió que la inexistencia de un
marco legal en esa circunstancia genera vacíos en el ordenamiento jurídico. Por
eso, exhortó al legislador para que fije las reglas de procedencia, lo cual tampoco
logró ser una realidad en la última legislatura.
A juicio de Diego Carreño, miembro de la Acción Colectiva de Objetores y Objetoras
de Conciencia, ese derecho no exige reglamentación, pero esta repercutiría en una
ampliación de aquel a la ciudadanía en general, ya que, sin ella, su ejercicio se
limita a casos particulares.
De cualquier modo, “debido a las condiciones de militarización que vivimos los
colombianos, la ley podría ser más restrictiva que garantista. Probablemente, se
profundice el carácter probatorio en cabeza del objetor y no del Estado”, añade
Carreño.
Tensiones
Por su parte, Montoya asevera que los jueces de tutela terminarán fijando las reglas
jurisprudenciales para garantizar la objeción y proteger a los perjudicados.
Es evidente la tarea pendiente que tiene el Legislativo y el arduo trabajo a cargo de
los operadores judiciales al decidir los casos que lleguen a sus despachos.