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Fernando Iwasaki.

De la historia como género literario:

“Filosofar como una manera estética de escribir”: también se puede escribir historia desde
formas relacionadas con el arte y la estética; Que nada se sabe, de Bernard Castán, sobre
como Borges transformó la tradición filosófica del escepticismo en una estética literaria.
Contingencia, ironía y solidaridad, de Rorty. El arte de la novela, de Milan Kundera: “Hay una
dimensión histórica, y hay una situación histórica; la primera se refiere a una condición
humana que puede, situación histórica como contexto, tenemos una historiografía novelada”.
En este sentido, hablando de novela histórica, tratamos “lo histórico dentro de una dimensión
literaria”.

Borges y El pudor en la historia: “En la historia verdadera, los acontecimientos esenciales son
secretos, nadie se da cuenta de que son históricos en el momento” (igual que el unicornio en
las fábulas chinas, o Allan Poe en La carta robada); o en el prólogo de Páginas de historia sobre
Gibbon: “Cuando Gibbon escribe historia, su escritura se abandona, y de repente adquiere un
tono en el que se vuelve verdaderamente un narrador” / “Es tan fascinante como Gibbon nos
describe el campamento de Atila, como pensar cómo se lo imagina un caballero del siglo XVIII ”.
Colocando el acontecimiento como la mirada de quien lo describe, y no el propio
objeto/hecho desde sí mismo, transformándolo desde las tensiones entre sus horizontes de
espera/históricos (Pierre Menard, autor del Quijote).

*Nabokov a sus estudiantes: “Enseñar a disfrutar las sensaciones del autor, no solo de los
personajes”, situando la situación y experiencia del autor, al mismo nivel que de sus criaturas.

Escritores que querían escribir literatura  G.K. Chesterton, Breve historia de Inglaterra:
atrevimiento de escribir una historia, no siendo historiador. Stefan Zweig, Momentos estelares
e la humanidad: contar episodios de la historia, con esa nominalización tan fuerte. Cabrera
Infante, Vista del amanecer en el trópico: sin prólogo ni palabras liminares, empezando a
narrar en fragmentos de menos de diez líneas (que no es microrrelato, sino “otra cosa”, algo
así como acuarelas o viñetas), que terminan contando toda la historia de Cuba hasta la
Revolución. Jorge Ibargüengoitia, Los relámpagos de agosto: no nos dice que sea una novela
histórica, pues no viene al caso, pero al leerla, “uno descubre que está en ese modo que decía
Borges que escribía Gibbon sus palabras sobre Roma”. Julian Barnes¸ Una historia del mundo
en diez capítulos y medio: especie de ensayo como experimento literario entre la historia y la
literatura.

Escritores que querían escribir historia, y terminaron escribiendo literatura, que termina
interesándoles las crepitaciones de un mundo diegético-autoral, y no relatar la historia ajena a
su persona  El otoño en la Edad Media, El queso y los gusanos: grandes libros
historiográficos, pero también inmensas narraciones de un gran disfrute literario. Las formas
complejas de la vida religiosa: utiliza toda la investigación de los heterodoxos españoles
(Pelayo...), pareciendo que uno está leyendo una gran novela picaresca del siglo XVI y XVII. El
mundo del barroco, “Imago” / “Mundo simbólico”, De la Flor.

Edmundo O’Gorman, La invención de América, como gran ejemplo: llama la atención sobre
algo que se piensa poco, diciendo que “América nunca fue descubierta, sino que fue
interpretada” (Colón escribió pensando en Asia, Japón y China, y solo fue cuando fueron
avanzando por el continente, cuando descubrieron que América era otra cosa, casi diez años
más tarde). Por lo tanto, los primeros textos leídos sobre América parten desde una
perspectiva falsa, desde un acto de fe sobre algo que no era cierto: “inventando América”
(importancia en el mundonovismo). En definitiva, se fue escribiendo pensando en que era
Asia, y describiéndola como tal, desde la presunción; y también, desde la propia Biblia,
interpretando lo que veían de acuerdo a la religión cristiana (“Dios creó esas tierras, en
realidad”, planteándose: ¿qué lugares bíblicos correspondían a Perú, qué figuras representan
a las de las escrituras allí?).

José Durán, Ocaso de sirenas, esplendor de manatíes: al ver en los diarios de los colonizadores
ciertas “avistaciones de sirenas”, observó que los confundían en la noche con manatíes,
creando su propia historia de acuerdo a sus deseos calenturientos y a sus imaginarios
culturales. Escribiendo de esto, parece un libro de zoología, pero que casi termina siendo
literatura sobre este curioso hecho.

Ricardo Piglia: tanto escritor como historiador, y el primero que reflexiona sobre la literatura
teniendo una formación de historiador: “Un historiador es lo más parecido que conozco a un
novelista, pues trabajan con los entresijos de la historia (…) con materiales secretos
apócrifos”…., al trabajar precisamente con estos materiales de potencia literaria, se
desarrollan formas de narrar totalmente peculiares: el archivo como el modelo del relato, con
gran cantidad de materiales diferentes hacia un centro a reconstruir, como una “especie de
novela policial al revés”, teniendo todos los datos, pero los cuales no se pueden llegar a
descifrar del todo y correctamente. También reflexionó mucho sobre la “idea del lugar”, y
también sobre el lugar de la historia: “La historia es el lugar en el que se ve que las cosas
pueden cambiar y transformarse, en momentos en los que parece que nada cambia, cuando la
historia parece eterna y clausurada, y donde siempre hay una salida, estando los rastros del
futuro en el pasado” (recuerda a los “hechos secretos” de Borges). “Sabiendo lo anterior, hay
que narrar una historia conocida”: trabajar con una trama definida y “ escribir una historia que
ya existe” (La Eneida de Virgilio: trabajó con una historia conocida en su imaginario cultural,
insertando en ella a Roma, y explicando la aparición de Augusto, y al igual, todas las obras
griegas narraron “historias conocidas”, llegando a experimentar la catarsis a pesar de
conocerla, porque lo que importaba era la interpretación y el sentimiento del autor sobre la
obra, hacia los espectadores).

Una poética de la historia como género literario:

1. “Elementos pudorosos de la historia”: secretos borgianos, intrahistoria, personajes


menores…, lo inrastreable, lo ininterpretado, y por ello lo más interesante.
2. “Hay que convertirse en parte de la historia, a la hora de narrar”: para lograr
contagiar esa emoción del autor, y transformarnos nosotros mismos en parte de esa
historia.
3. “Invención de la historia”: utilizar los archivos y las fuentes para convertirlos en
narrativa.
4. “Crear un territorio hibrido entre la ficción y la realidad”: tratar de crear una fisura
interrelacional entre ambos mundos.
5. “Relevancia de lo REAL-INVEROSÍMIL”: algo que es o fue real, pero al ser tan
rocambolesco, se siente como irreal (“cuando la realidad supera a la ficción”).

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