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EL IRIS EN EL SEXTANTE

Los tejidos de antropoficción de Antonieta Clunes

Por Rael Salvador

Mi actitud es similar a la de Marlow: las manos en los bolsillos, los pulgares


fuera y la barba apuntando al horizonte. Depredador rapaz por añadidura, marino
mercante por excelencia, el capitán de barco inglés solía penetrar la bruma salvaje
de toda culpabilidad histórica y, con aura cientificista, retornar con excéntricos
tesoros que conmocionaban a la aristocracia europea.

Tiempo de colonialismo –persistente en siniestros yugos y cadenas


cantarinas–, de imaginar el excepcional esplendor del pasado en un montaje
paulatino y, sextante al ojo, una escenificación de altura, donde el prodigio es la
fotografía en la marisma de la tradición fantástica.

Camanchacos* u Hombres de niebla, primitivos, incultos, naturales del norte


de Chile, quienes sobrevivían de la pesca –utilizando la sal para hacer charqui y
cueros de Otaria flavescens** para flotar sus balsas– y que, semidesnudos, se
embriagaban de sangre de lobo marino, la cual se pudría entre sus barbas y, al
observarlos de cerca, su piel se encontraba perforada de gusanos (el cuerpo, reino de
las inscripciones más íntimas).

Después de lo anterior nos queda, como un sorpresivo reflujo de astillas, la


mala idea de que la Humanidad se instituyó con miras a fundirse en una enorme
amabilidad.

Los tejidos de antropoficción (fotografías y vitrinas), de la artista visual


Antonieta Clunes R., son parte de una trama que reitera en contarnos la realidad en
el sesgo que hay entre el verismo y la verosimilitud, permitiendo penetrar en
escenarios posibles a través de una impostada indumentaria concreta. Si el animismo
implícito impulsa a su creación, la naturalización de la Historia, a partir de la imagen
–y su recomposición antropomórfica– concreta el lugar ficticio: la luz primigenia del
mito y, en pose sobrenatural, la seña inmemorial de los personajes.

De indudable efectividad cósmica, la magia es una voz narrativa; las tiras de


alga, realidad adyacente que funde dos mundos –pasado y presente, originarios e
invasores, realidad y fantasmagoría, impostura y revelación–, elementos que
coronan de extraña luminiscencia el testimonio imaginario de una ribera lejana.

*Neblina, en lengua aymara.


**Lobo de mar común.

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