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LA ÉTICA DE LA CIENCIA

La investigación es un proceso indagatorio que le ha permitido a la humanidad


incrementar sus conocimientos acerca de hechos concretos, situaciones determinadas,
en definitiva, le ha permitido precisar aspectos sobre la realidad. Ahora bien, hay que
tener en cuenta que el término realidad no debe limitarse en su entendimiento a un
contexto exclusivo, sino que mas bien debe asumirse en todo lo amplio de su definición.
Así pues, gracias a la amplitud de pensamiento y a la búsqueda de soluciones la
humanidad ha alcanzado grandes desarrollos en astronomía, física, biología, medicina,
genética, computación, economía, y en otras ciencias y disciplinas.
Es de destacarse, que este proceso indagatorio se ha venido presentando desde tiempos
remotos en todas las culturas u organizaciones sociales que han existido sobre la faz del
planeta. En este sentido, las primeras civilizaciones se enfrentaron a los dilemas
fundamentales de existencia y a la búsqueda de solución de esas necesidades (comida,
vestido, hábitat, entre otros) con procesos indagatorios que aunque no pudiesen
definirse como investigación en el sentido estricto del término, en cierta medida esos
procesos permitieron obtener conocimiento nuevo sobre la realidad. Ha sido en este
proceso de búsqueda de conocimiento y de beneficios (satisfacción de necesidades), a
través del tiempo, que la humanidad ha moldeado su condición social, política,
económica, cultural y ética y a su vez ha potenciado su capacidad creativa y destructiva.
En este aspecto, lo relevante es que para la humanidad las necesidades y percepciones
sobre la realidad han ido tomando matices más complejos en función de los niveles de
abstracción que ésta ha alcanzado, es decir, que en la medida que se han estructurado
conceptos y definiciones la humanidad ha abordado la realidad de una forma
determinada. Este abordaje ha respondido no sólo a la intención de describir, analizar e
interpretar los fenómenos y situaciones sino que a su vez ha respondido a finalidades
concretas supeditadas a una valoración particular de dicha realidad.
En este sentido, es claro afirmar que los niveles de abstracción alcanzados por la
humanidad no sólo han representado mayores grados de complejidad y sistematización
en el conocimiento, sino que a su vez se han visto influenciados por una orientación una
carga valorativa y una ética particular propia de las culturas y sociedades. Asimismo, es
importante destacar que estos aspectos valorativos y éticos de las culturas también se ha
venido desarrollando a la par de los procesos indagatorios.
En otros tiempos -y aun en lo días presentes- el sentido ético y valorativo de los
procesos indagatorios de la ciencia, era particularmente minimizado en aras del
conocimiento y de la solución a las interrogantes que cada día se manifestaban en la
realidad. El afán y extremismo científico por abordar y solucionar problemas devino en
una falta de responsabilidad en cuanto a los efectos y resultados obtenidos en los
procesos indagatorios. Este descuido hizo posible que la ciencia se pusiera al servicio de
intereses absolutistas y particulares, que en cierto modo terminaron por degenerar los
fundamentos de la ciencia y de la academia.
Asimismo, el hacer irresponsable de la investigación ha permitido que aflore la idea de
la ciencia como un arma de destrucción de la vida y de la humanidad. El extremismo
científico motivado por posturas éticas y valorativas particulares devino en nocivas
aberraciones como los experimentos del médico Joseph Menguele en seres humanos,
durante la segunda guerra mundial; o los experimentos del Gobierno Norteamericano
con soldados y retrasados mentales tras las primeras pruebas nucleares realizadas en
Nuevo México. En estos y otros muchos casos debidamente documentados la ciencia ha
perseguido el conocimiento y ha buscado soluciones a problemas puntuales, que bien
pudiesen haber redundado en beneficios sociales y de otra índole, pero cabría
preguntarse si ¿el valor científico de un descubrimiento podría, en algún momento,
compensar la violación y vejación de la condición humana y hasta el derecho a la vida?
Es por lo anterior y por muchas otras consideraciones valorativas del conocimiento, que
en la actualidad se hace imperioso precisar las motivaciones éticas y las valoraciones
culturales y sociales que están detrás de todo proceso investigativo. Hoy en día la
ciencia y la academia no pueden considerarse desde una posición meramente altruista,
es importante tomar en cuenta que en sus actos existen implicaciones de tipo político,
económico y cultural, puesto que los científicos aparte de liderizar investigaciones
también forman parte de la sociedad, poseen una ética particular y se ven sujetos a las
presiones y posiciones institucionales, que generalmente se mueven tras intereses
específicos.
El plano de la ética toca muy de cerca a la ciencia, la academia y sobretodo a la
investigación, porque no es suficiente con establecer una ficción normativa acerca de
cómo y qué investigar, con ello no se resuelve el dilema sino que por el contrario se
fomenta el desarrollo de investigaciones y centros de investigación paralelos a la norma,
o se buscan otros contextos nacionales con regulaciones más permisivas, ejemplo: las
investigaciones sobre la clonación humana y las investigaciones sobre el manejo
genético de alimentos. Todo estos aspectos traen a la discusión una nueva reflexión:
¿cuál es la ética del investigador?
En todo caso, el dilema de la ética en el contexto de la ciencia, y particularmente en la
investigación, no se resuelve a través del establecimiento de normas y códigos, sino a
través de una comprensión ética más amplia de las implicaciones y efectos futuros de
los resultados en todos los contextos y ámbitos del hacer humano. En este sentido, la
postura ética de cada hacedor de ciencia debería conjugar una capacidad de
visualización y percepción del impacto de los nuevos conocimientos, una actitud más
responsable y respetuosa para con la humanidad y los valores sociales de esta.
Finalmente, es de considerarse que la ética como disciplina del ser en sus múltiples
dimensiones y estadios (en devenir, en relación, en situación, en comunicación) no es un
fin último y acabado. La ética es parte indisoluble del proceso de vida del ser humano y
del la humanidad como totalidad, esto quiere decir, que en la medida que las sociedades
avancen en el tiempo consumando nuevos conocimientos y conjugando nuevas formas
de abordar la realidad siempre estará implícita una valoración ética de esos
conocimientos, de la finalidad de los mismos y de cómo se adquirieron. Y si esta noción
ética se fundamenta en el respeto y en la comprensión humana el desempeño de la
ciencia siempre estará en pro de la humanidad.

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