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¿Hay lugares donde el socialismo tiene éxito?

Mauricio-José Schwarz
, Socialista y periodista
Respondido el 22 de julio de 2016

Para responder a esta pregunta tenemos que acordar primero a qué llamamos
“socialismo”, considerando que la palabra tiene unos 200 años de uso en constante
evolución.

Yo creo que hoy en día debemos definir “socialismo” según lo define la Internacional
Socialista, de acuerdo con su Declaración de Principios (Políticas Progresistas Para un
Mundo Más Justo), considerando que es una organización formada por 153 partidos
en más de 100 países, todos unidos alrededor de la ideología socialdemócrata. Esto lo
separa del comunismo, pese a su origen común. El socialismo pretende, muy
resumidamente, hacer avanzar los derechos sociales en una sociedad democrática y
libre, con un mercado regulado, con un capitalismo controlado por la sociedad, con un
sistema fiscal progresivo que permita el financiamiento de un estado de bienestar
sólido que garantice los mínimos dignos para toda la población y una verdadera
igualdad de oportunidades para los hijos de todos independientemente de la riqueza
de los padres. El comunismo no pretende regular al capitalismo y al mercado, sino
suistituirlos por un estado fuerte que actúe en nombre de la sociedad y que mantenga
-temporalmente al menos- una “dictadura del proletariado” que suspenda algunas de
las libertades esenciales (como las de prensa y de partidos).

Con esta definición, el socialismo tiene éxito casi donde sea que se haya aplicado.
Hablo de las políticas socialistas en toda Europa e incluso en Estados Unidos
(educación pública y pagada por la sociedad, sanidad pública y universal, sistema de
pensiones suficiente y digno, protección social de los más desvalidos de la sociedad), y
sobre todo en los países donde más se ha profundizado en las reformas socialistas: los
países del norte de Europa, Canadá y Nueva Zelanda.
La medida de su éxito no es subjetiva ni caprichosa. Los llamados “países más
socialistas” son también los países que obtienen las más altas puntuaciones en las
valoraciones de felicidad de la población. Allí tendríamos que acordar también que el
éxito de un sistema o enfoque político se debería medir por la felicidad de los
integrantes de sus sociedades incluso por encima de indicadores económicos que
pueden fluctuar por diversos motivos.

El éxito del socialismo también radica en su capacidad de normalizar los derechos que


consagra. Hoy en día, incluso cuando los socialistas pierden elecciones y los
neoliberales las ganan, éstos no tienen fácil acabar con la educación, la sanidad, las
pensiones, los logros sociales, porque éstos se han convertido en parte de lo que
todos esperan de su sociedad, incluso cuando no se definen como socialistas. Pero
todo ello fue, en su momento, violentamente rechazado por las élites, por los
poderosos: la jornada laboral de 8 horas, las vacaciones pagadas, la educación de los
hijos de los trabajadores, la sanidad pública, la jubilación con derecho a pensión, la
seguridad e higiene en el lugar de trabajo, los salarios remuneradores, el voto de la
mujer, la igualdad de derechos de los sexos, el respeto a la gente sexualmente diversa,
el matrimonio igualitario, etc., son derechos que hoy nos parecen “normales” donde el
socialismo ha hecho su trabajo, cuando hace apenas 100 años eran sueños extremistas.

Sólo como ejemplo, la idea del día de 8 horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho
horas de descanso fue postulado apenas hace 199 años, en 1817, por Robert Owen en
Inglaterra, pero no se hizo realidad para la mayoría de los trabajadores sino hasta
mediados del siglo XX.

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