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NORMA FINK
© NORMA FINK
SER O NO SER
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SINOPSIS
Desenfreno, lujuria, celos, libertinaje como formas de vida ¿o recato y
autocontrol? Todo en una sola historia de amistad, sus contradicciones y
amor no correspondido que puede cambiar.
No es necesario nombrar a los protagonistas. Cada uno se perfilará a
través del argumento y seremos testigos privilegiados de las decisiones que
tomen.
.
A mis seres queridos.
NOTA DE LA AUTORA
Toda la novela es pura ficción y eso comprende el argumento, los
personajes vivos o no y cualquier parecido con la realidad es pura
coincidencia.
ÍNDICE
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 1
Los días siguieron pasando y si bien uno pensaba en el otro, nadie daba
el brazo a torcer. Era una guerra de voluntades.
Capítulo 7
Raúl, que era de todo menos santo, estaba detrás de una mujer bonita,
que ejercía como representante de actores en el mundo del teatro y la TV.
Su relación empezó en un encuentro casual en un panel de psicoanalistas
que utilizaban la expresión corporal y la representación teatral como
práctica terapéutica. Era bonita e inteligente. Se parecía a Celina por varios
motivos, el principal era que ambas eran buenas en su trabajo y en la cama.
Si se ponía en sincero consigo, celaba de Celina su capacidad de generar
amistades, cosa que seguramente aprendió de él. Pero “nunca enseñes a un
tonto porque puede superarte”. Creía que ese era el dicho o su concepto.
Además, Celina tenía una energía descomunal para preparar trabajos y
presentar disertaciones en cualquier parte donde hiciera falta un exponente.
Estaba en todas, era estudiosa y le encantaba sobresalir, aunque lo
disimulaba haciéndose la humilde. La tenía bien calada. Admiraba su
capacidad y le enojaba su desorden y falta de puntualidad. La cabeza la
tenía bien amueblada. Ser infieles no era novedad para ellos. Eso no le
molestaba como sí lo hacía su esfuerzo por sobresalir en su profesión,
aunque fuere a nivel teórico. En eso era celoso.
Este sábado saldría con la representante de actores que le tiraba los tejos
bien pulidos. Suponía que la rayuela era su juego favorito cuando niña. No
la tomaba en serio o eso creía. A veces las cosas se daban por inercia luego
de un primer movimiento. Y si era por moverse, con ella no tenía
problemas.
Celina, tenía un enredo fatal. Por un lado quería que se concretara esa
relación, aunque en un rincón de su corazón guardaba un sentimiento
especial por Sebastián, que nunca fue correspondido. Pero su pasión por
Raúl opacaba cualquier otro sentimiento que pudiera asomar. Nada era
grave, solo celaba a su marido aunque lo disimulaba muy bien para no
parecer una desvalida. Frente a sus ojos quería parecer una mujer segura y
exitosa. Y eso era lo que la hacía trabajar en proyectos que la hacían
aparecer en público.
Si hubiera sabido que eso era lo que la llevaría al principio del fin de su
relación, otra habría sido su actitud.
Tal vez nunca terminabas de conocer bien a una persona o, quizá, las
personas cambiaban con el pasar del tiempo y las circunstancias.
Eso la llevó a recordar sus épocas de estudiante universitaria cuando
concurría a los grupos de jóvenes de su edad en los que participaba
Sebastián. Se adhirieron a las reglas del psicoanálisis, introducido en el
país en los años cuarenta, y aceptaron una nueva actitud frente a la vida.
Los no adeptos los miraban como portadores de un halo especial, pero no
entendían si lo hacían por puro esnobismo o por una sincera aceptación y
práctica de una nueva filosofía de vida. Nadie lo tenía claro, ni ella misma.
Siempre ignoró la presencia de Norah en esos grupos.
Capítulo 9
Sebastián estaba en una cena que compartía todos los meses con tres
amigos del secundario.
Les planteó su interés por Norah y que estaba decidido a dar un paso
importante y hasta poner nombre a la relación.
Le aconsejaron no apurarse pues ya era grandecito para equivocarse.
También sabían que cuando tenía algo en mente no aflojaba hasta lograr lo
que quería.
Describió a Norah con tantos valores que, de no estar casados, la
hubieran cortejado.
Cuando sonó su celular, si bien era tarde, quedó con Celina que iría a su
departamento en una hora.
Celina lo esperó con café y alguna bebida alcohólica en una bandeja. Él
se sirvió un whisky con hielo.
Sebastián que conocía los pormenores de la separación, le dijo:
—Estoy aquí para escucharte y darte mi opinión, si me dejas.
—Para eso te llamé, amigo. Di lo que quieras que sabré asimilarlo por
duro que sea.
—Reitero que Raúl es un reverendo mal nacido. Lo ha demostrado en
muchas ocasiones. Él es él esté donde esté. Siempre quiere ser primera
figura. A mí no me conmueve. Lo dejo moverse a su aire y soporto sus
juegos de seducción hasta que me canso y me alejo lo más posible de él y
de sus fans que giran a su alrededor para ver si pueden absorber algo de su
encanto para su propia cosecha. En el fondo lo admiran y lo odian. Amigos
verdaderos tiene pocos. Como padre es injusto pues critica a su hijo cada
vez que puede y de mala manera. Lo he presenciado, nadie me lo contó y tú
siempre actúas de mediadora. Es como si le temieras.
—Sí, es verdad, le temo y ese temor se ha hecho realidad con el
abandono. Siempre tuve la intuición de que se cansaría de mí. No era una
fantasía, era una realidad. Tuvo períodos de ser amoroso con nosotros, nos
hizo viajar, comprar casas de veraneo que disfrutamos todos. ¿Quién pagó
el precio? Yo. Pero igual se esforzaba por hacer él mismo los arreglos
poniendo sudor y cuerpo. Lo apoyé en todo para mostrarle mi felicidad.
Pero ahora todo se fue al carajo.
Sebastián no tenía palabras de consuelo. La dejó dándole el consejo de
sentarse ante su analista y seguir con su vida.
La rabia de Sebastián, que venía de tiempo atrás, no fue la manera
correcta de consolar a su amiga. Pero ya estaba hecho. Callar lo que
pensaba de Raúl hubiera sido hipocresía y no podía ser hipócrita con ella.
El tiempo acomodaría todo y a todos.
Celina esa noche volvió al departamento de Norah. Supo por su hijo que
Raúl llamaba para saber si necesitaban algo. Ya no tenía esperanzas.
Norah repetía: “espera y verás, si no es por él, será por ella, pero a esa
pareja no le veo futuro”.
Lo decía convencida pues conocía a Raúl más de lo imaginado por
todos. No era mal tipo, era casi un desamparado emocional, celoso, rabioso,
impotente (no en el sentido sexual). Algo así como un ET humano. Toda su
apariencia, aunque era un buen mozo de aquellos, se desvanecía para dejar
a la vista un ser incomprendido e incomprensible. Seductor y a la vez
agresivo, malhumorado, con ojos desorbitados que trataban de producir
temor. En realidad, era un tierno desvalido. Su retorno era indubitable.
Celina enjugaba sus lágrimas y se iba reconfortada. Su amiga valía oro.
Norah no pudo ver ese día a Sebastián, pero recibió mensajes de
WhatsApp y llamadas, en las que expresaba que ella era su todo, que sus
hoyuelos lo tenían loco, que deseaba tener intimidad con ella en forma
permanente y que no oyó decirle si lo amaba.
Entonces Norah respondió que lo amaba desde siempre y que en vez de
disminuir su sentimiento aumentaba en proporción geométrica.
Se despidieron hasta el día siguiente con un “te adoro” y un “yo a vos”.
Capítulo 13