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Nefi Reyes
Dr. Daniela Raducanu

Borges y Cortázar: Juegos mentales

Los sueños son parte importante de nuestra identidad humana. Muchas culturas consideran que

los sueños determinan nuestra personalidad e inclusive que pueden revelarnos el futuro. Esta idea

es parte importante de la corriente surrealista. Además de ser ambos, escritores argentinos,

Borges y Cortázar comparten un papel importante en el surrealismo y sus métodos son

verdaderamente destacables. El Etnógrafo y La Noche Boca Arriba juegan con las mentes de los

lectores principalmente con el uso de los sueños y al burlarse de lo predeterminado.

La primera característica importante de estos escritores es el uso de los sueños como elemento

esencial de sus cuentos. Por un lado, Borges utiliza los sueños de una manera muy sutil y se

menciona tan solo una vez en su cuento El Etnógrafo. Como se encuentra registrado en el cuento

“comprobó que en las noches de luna llena soñaba con bisontes” (Borges, 60). Aunque esta es la

única ocasión en la que se mencionan los sueños, éste es de gran importancia en el resto del

cuento; pues “éste acabó por revelarle su doctrina secreta” (Borges, 60). A diferencia de Borges,

Cortázar utiliza los sueños de una manera mucho más frecuente en su cuento La Noche Boca

Arriba. De hecho, el cuento está basado en sueños. En este cuento el protagonista se mueve de un

sueño a otro, de una realidad a otra (Cortázar, 63). Resaltando Cortázar de este modo, la

importancia de la naturaleza surrealista de su historia.

La segunda característica es como estos autores se burlan de lo predeterminado, dándole a sus

historias un final completamente inesperado. En su cuento La Noche Boca Arriba, Cortázar


culmina de una manera inesperada. Durante todo el cuento el lector se ve envuelto en dos

historias, siendo el sueño la que menos se espera; diciendo que “el sueño maravilloso había sido

el otro” (Cortázar, 67). De igual manera, Borges deja sorprendidos a sus lectores. Al final del

cuento El Etnógrafo se encuentra esta frase: “Fred se casó, se divorció y ahora es uno de los

bibliotecarios de Yale” (Borges, 60). Logrando con esto que sus lectores no encuentren ninguna

conexión entre el final y la historia; siendo esta la herramienta que Borges utiliza para burlarse

de lo fijo.

De una manera, Cortázar utiliza diferentes herramientas para evitar el típico estilo de escritura

lineal. Por ejemplo: Crea nuevas palabras combinando términos del lenguaje como el uso de la

palabra “moteca” (Cortázar, 63); también el estilo en que Cortázar cambia de un ambiente a otro

en el cuento podría confundir hasta al lector más hábil si no tiene cuidado o no se percata de

ambas realidades existiendo en una misma atmosfera. Mientras que Borges en su cuento El

Etnógrafo comparte, de una manera muy sutil, la naturaleza cambiante del ser humano. Al

principio de su cuento describe al personaje principal como alguien que se dejaba llevar

fácilmente por los ideales de otras personas, pero al concluir el cuento recalca como este mismo

personaje decidió que hacer con el conocimiento que él había adquirido.

Borges y Cortázar han demostrado la manera de proceder de un buen escritor perteneciente a la

corriente surrealista. Han puesto a prueba con sus juegos mentales que se necesita mas que una

simple historia o personajes para lograr conectar al lector; de echo, el personaje de La Noche

Boca Arriba carece de nombre alguno y aún así provoca los mas profundos sentimientos de

tristeza al conocer la desdicha de este hombre. Con toda propiedad, al hablar de estos dos

celebres escritores, podríamos cambiar la famosa frase de los magos: ¿Ahora me ves? Por ¿ahora

me entiendes?
Obras citas

Borges, Jorge Luis. “El Etnógrafo”. Aproximaciones al estudio de la literatura hispánica, edited

by Edward H. Friedman. L. Teresa Valdivieso and Carmelo Virgilio, McGraw-Hill, 2011,

pp 59-60.

Cortázar, Julio. “La Noche Boca Arriba”. Aproximaciones al estudio de la literatura hispánica,

edited by Edward H. Friedman. L. Teresa Valdivieso and Carmelo Virgilio, McGraw-

Hill, 2011, pp 62-67.

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