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La mano en el espejo

Descripción: Después de mudarse a casa de su abuela, un espejo y una sesión de


espiritismo, llevan a Ana y Cordelia a presenciar algo espantoso.
Personajes: Ana, Cordelia, Abuela Beatriz
ACTO ÚNICO
El telón se abre para mostrar una sala de estar de aspecto antiguo, con sillones tapizados,
una vieja mesa de café y una chiminea, sobre la cual reposa un espejo. Dos jóvenes entran
entonces, mirando todo con curiosidad. Son Ana y Cordelia, primas que acaban de llegar
para instalarse en la casa de su abuela. Cargan con ellas un tablero de ouija.

Cordelia (con cara de disgusto): Pero que pésimo gusto tenía la abuela Beatriz. Mira que yo
la quería, pero sinceramente, estos muebles hace siglos que pasaron de moda.

Ana: A ella le gustaban, pobre abuela. Aun no me puedo creer que haya muerto tan de
repente.

Cordelia: Ya vez lo que decía tu padre. A mi tío nunca le gustó que tomara tantas medicinas,
dice que eso fue lo que le afectó.

Ana: Sin embargo, yo la veía bien…

Cordelia: Y bueno, justamente es lo que vamos a averiguar. Si vamos a vivir en su casa a


partir de ahora, tenemos que asegurarnos de que no siga rondando por ahí. (Pone el tablero
ouija en la mesita y las dos se sientan sobre sus rodillas frente a ella).

Ana: ¿Estás segura de que quieres hacer esto, Cordelia? Yo no sé…

Cordelia: Pero vamos Ana, si no va a pasar nada, hombre. Si acaso solo haremos el ridículo,
(ríe), pero si llega a funcionar… ¿no te gustaría preguntarle a la abuelita como murió
realmente? Sé que tienes tus sospechas.

Ana (suspira): Hagámoslo de una vez.

Las dos colocan sus manos sobre el apuntador del tablero. Cordelia enciende un par de
velas y las luces del escenario bajan.

Cordelia: Buscamos a una mujer llamada Beatriz Santillán, ¿hay alguna Beatriz Santillán en
la habitación?

El apuntador se mueve sobre el tablero y las chicas abren mucho los ojos.
Ana: ¿Lo has hecho tú, Cordelia?

Cordelia: Qué no, boba, si tú has sentido también como se ha movido. ¡Se me ha puesto la
piel de gallina! (Mira al tablero). Abuela Beatriz, ¿eres tú? (Lee el tablero). Sí.

Ana: Abuela Beatriz, ¿estás bien? (Lee también y pone cara asustada). No.

Cordelia: Abuela, ¿qué ha ocurrido contigo? ¿Por qué no puedes descansar en paz?

El apuntador se vuelve a mover mientras las chicas van deletreando, cada vez más
asustadas.

Ana: A… Y… U… D… A… Ayuda.

Las chicas se miran entre sí, sorprendidas.

Ana: ¿Ayuda por qué, abuela? ¿Qué ha pasado? ¡Háblanos!

El apuntador se vuelve a mover más rápido.

Cordelia: E… S… P… E… J…

Algo detrás de ellas se cae con estrépito, haciéndolas gritar. Es una lámpara que se
encontraba sobre una cómoda cercana. Se ha caído y hecho añicos. Las chicas respiran
agitadamente.

Cordelia: Ana… mira hacia el espejo…

Las dos observan el espejo antiguo, detrás del cual ahora se ve una extraña niebla. De
pronto, una mano aparece sobre el cristal al otro lado y ellas gritan. La mano se desliza sobre
el vidrio como tratando de escapar pero luego se queda quieta.

Una risa siniestra de anciana se escucha en la sala.

FIN
La señorita Roger
Descripción: En el cuarto vacío de un hotel, hay un espectro que se aparece todas
las noches. Pero estar frente a él podría ser tu peor pesadilla.
Personajes: Señorita Rogers, Bill, Botones, Recepcionista
PRIMER ACTO
Se muestra en el escenario la recepción de un hotel. Hay un hombre bien vestido que
atiende tras el mostrador. De pronto, un hombre entra arrastrando una maleta tras de
sí.

Bill: Buenas noches, ¿es tarde para alquilar una habitación?

Recepcionista: Desde luego que no, señor. Treinta dólares la noche.

Bill saca su cartera y deja el dinero sobre el mostrador.

Bill: Regístrame por dos noches entonces. Necesito subir a descansar cuanto antes.

Recepcionista: Desde luego, señor. (Toca un timbre y al instante, aparece un


muchacho con uniforme de botones). Haz el favor de subir el equipaje de nuestro
huésped a la habitación 126.

Botones (alarmado): ¡¿La 126?!

Recepcionista (molesto): Sí, la 126, ¿no me escuchó?

El botones toma la maleta y sale de escena.

Bill: ¿Hay algo malo con esa habitación que deba saber?

Recepcionista: Desde luego que no, solo un problema de fontanería que ya hemos
resuelto. Además, de cualquier manera, esla única que queda disponible. Pero pasará
usted una excelente noche, descuide.

Bill: Eso espero.

SEGUNDO ACTO
Bill y el botones entran en una habitación de hotel limpia pero algo anticuada.
Botones: Aquí estamos, espero que pase buena noche, señor.

Bill: Muchas gracias.

El botones está por salir y se detiene.

Botones: Señor, ¿puedo darle un consejo?

Bill: ¿Un consejo?

Botones: Si yo fuera usted no me miraría en el espejo hasta en la mañana (señala un


espejo colgado en el rincón).

Bill: ¿Por qué? ¿Qué pasa con él? ¿Es esto una broma?

Botones: ¡Solo hágame caso, señor! Por su bien. (Se retira apresuradamente).

Bill: Vaya tipo loco, debe estar drogado. (Mira el espejo con duda). Yo no veo nada
malo. (Se acerca para observar mejor su reflejo y frunce el ceño. Detrás de él, el
armario comienza a abrirse y una mano ensangrentada sale de entre las puertas).
¡¿Qué es eso?! ¡Dios mío!

Una chica joven, vestida de negro y salpicada de sangre sale del armario. Se acerca
lentamente a Bill y este se encoge de terror en una esquina, gritando.

Chica: Yo era muy joven cuando me mataron aquí, nadie hizo justicia por mí. (Se
inclina ante Bill con mirada maniática). No debiste mirar en mi espejo.

Lo último que se ve antes de que se cierre el telón, es como ella saca un trozo de
vidrio de entre sus ropas y se abalanza sobre él.

TERCER ACTO
El recepcionista vuelve a aparecer hablando por teléfono en la recepción.

Recepcionista: Sí, en la 126, el pobre hombre se suicidó… había dejado pagada la


habitación para dos noches, una lástima… por favor, manden a los chicos de la
morgue de inmediato.

Cuelga el teléfono, frustrado. El botones aparece de nuevo ante él.


Recepcionista: ¿Revisó la cartera del huésped?

Botones: Sí, su familia ha sido contactada.

El recepcionista refunfuña.

Botones: ¿Por qué no le cntó lo de la señorita Rogers?

Recepcionista: ¡Usted ya sabe que eso no es más que una leyenda urbana! Ese
hombre se suicidó, a saber que problemas traería. Ahora no más preguntas. No quiero
escuchar nada más de la habitación 126.

FIN

No solo los perros lamen


Esto pasó en una pequeña ciudad de Francia y salió en todos los periódicos locales.
NO SOLO LOS PERROS LAMEN - CREEPY PASTA - REAL LIFE VIDEO
Una niña de 9 años, hija única y de padres pudientes de gran influencia tenía todo lo que hubiese
querido y deseado una niña, pero con una soledad incomparable.Sus padres solían salir a fiestas y
reuniones del ámbito político, y la dejaban sola.
Todo cambió cuando le compraron un cachorro de raza grande, pasaron los años y la niña y el perro se
volvieron inseparables.

Incluso crearon un vínculo especial, el perro se metía debajo de la cama a dormir con ella todas las
noches y cuando la niña se sentía angustiada o asustada asomaba la mano por debajo de la cama y se
dejaba lamer la mano por el perro, era como un código entre ella y el perro, y ella se tranquilizaba.

Una noche, los padres se pasaron a despedirse de la niña antes de ir a una cena, estos se fueron como
muchas otras veces y pronto la niña se sumió en un sueño profundo. En la noche, un fuerte ruido la
despertó, eran como rasguños leves y luego más fuertes. Ella temerosa, bajó la mano para que el perro
la lamiese entonces sintió la húmeda lengua del perro y se tranquilizó, poco después se quedó
durmiendo de nuevo.

Cuando se despertó por la mañana descubrió algo espantoso, el perro no estaba debajo de la cama como
de costumbre, ella bajó las escaleras de su gran casa hasta el pasillo del recibidor, para encontrarse con
una desagradable sorpresa, su perro estaba ahorcado en el pasillo con una herida enorme en el
estómago, y en el espejo del recibidor rezaba un mensaje que decía; "No sólo los perros lamen".

Se dice que cuando los padres volvieron, la niña estaba totalmente trastornada y sólo decía: ¿Quién me
lamió?.Aún se busca al autor de tal aberración.

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