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Osos y toros en el mundo de la bolsa  

luisgomez
07/11/2013
1
¿Por qué osos y toros en el mundo de la
bolsa?

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este manual

Toda persona que empieza a operar con


el Trading en el mundo bursátil no sabe
de dónde viene ni a que se debe el hecho
de que a los movimientos alcistas
bursátiles se les llame “toros” (bulls) y a
los movimientos bajistas bursátiles se les
llame “osos” (bears).
Como ya casi todos conocemos, los
índices y los precios de las acciones van
variando dependiendo de la ley de la
oferta y la demanda, la compra y la venta.
El toro representa al comprador como
tendencia alcista, al otro lado
representando a los osos la tendencia
bajista.
El toro transmite fuerza, fortaleza en
fundamentos, agresividad en la entrada,
al contrario, el oso falta de fundamentos,
tranquilidad y malos momentos en el
mercado bursátil. Podríamos decir que
para invertir en un mercado financiero
debemos fijarnos en los momentos osos y
momentos toro.

¿Pero a qué se debe que los toros son


alcistas y los osos son bajistas?
La verdad es que realmente nadie lo sabe,
pero como para casi todas las historias,
existen diferentes teorías y esta es una
de ellas:
Al parecer el término bearish (oso)
empezó a usarse en Nueva York, cuando
aún eran legales las ventas de acciones al
descubierto, y entonces era muy popular
escuchar el proverbio que decía: “no es
prudente vender la piel del oso antes de
cazarlo”. Algunas de las teorías por las
que se llega a la conclusión de que el oso
es bajista se debe a que el oso es un
animal noble y conservador, en el
invierno, que representa el tiempo más
duro donde el frío y la escasez de
alimentos son la tónica general, un
tiempo duro que será pasajero, pero que
ocurrirá sin remedio, al cual el oso está
bien adaptado.
El oso representa un mercado débil, que
intenta liberarse de las peligrosas caídas
de la desconfianza de los inversores,
hasta que el oso se cansa y tranquiliza y
los miedos se agotan. Es entonces el
momento de la llegada del toro que lucha
por reactivar la bolsa. Ambos se
encuentran en una lucha constante.

En cambio el toro tiene un carácter


enérgico y fornido que simboliza la
potencia y la confianza. Su cabeza
levantada por encima del cuerpo, el
cuello de los toros tiene un ángulo hacia
arriba, que representa el mercado alcista,
por otro lado el toro al contrario que el
oso cuando enviste con sus cuernos lo
hace de abajo hacia arriba, y por tanto
representa la fuerza que coge al mercado
desde abajo y le imprime la fuerza que lo
lleva hacia arriba. Al mismo tiempo el
término “toro” se hizo también popular y
originalmente se refería a una compra
especulativa de acciones con la
expectativa de que estas subirían con
fuerza.

Hace muchos años existían espectáculos


circenses y se organizaban extraños
combates para entretener al público,
donde la gente apostaba por el animal
que ellos creían más fuerte. En estas
luchas eran populares las luchas entre
distintos animales, y la más importante
era la que enfrentaba entre ellos a un
toro contra un oso.

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canon
La recepción crítica de El pez de oro de
Gamaliel Churata(1)
 
Introducción
La literatura ha sido siempre un espacio de comunión entre dos sujetos: el autor y
el lector. Cada uno de ellos da de sí mismo numerosos factores que ayudan en la
interpretación del discurso y en la visión que tenemos de una obra al interior del
espacio social en la que se halla inscrita. El pez de oro, por ejemplo, fue una novela
que apareció en 1957 en Bolivia, pero de la que poco supimos sino hasta los años
90, cuando un estudiante de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos dedicó
su tesis a desenmarañar los recovecos discursivos de este inusual libro. Y es que
una novela publicada en Bolivia y reeditada en Puno 30 años después tenía que
naufragar en la desatención y el olvido de la crítica literaria.

En el presente ensayo buscamos realizar un acercamiento a la recepción crítica del


único libro publicado por Arturo Peralta Miranda (más conocido por su profético
seudónimo de Gamaliel Churata), El pez de oro, con el objetivo de indagar el
proceso por el cual dicha novela ha ido insertándose en el canon académico
durante las últimas décadas. Indagaremos los motivos por los cuales ha sido
vencido el centralismo limeño, generándose un espacio de investigación que busca
rescatar obras antes marginadas por las voces intelectuales hegemónicas.

Iniciaremos con un breve estudio de los principales aspectos, a nivel formal,


estructural y temático, que han hecho de esta obra una novela calificada como
“hermética”, no comprendida por la crítica tradicionalista. Posteriormente,
ahondaremos en las distintas etapas de la recepción crítica, poniendo énfasis en
fijar el tránsito por el cual esta obra ha ido introduciéndose en el ámbito académico
limeño.

A raíz de las numerosas publicaciones en torno a El pez de oro surgidas


recientemente, se hace necesaria una revisión de la recepción de esta novela desde
su escritura hasta el presente. Dicha revisión puede iluminar algunos de aspectos
fundamentales de la obra ya que una novela es, en gran medida, el resultado de
las sucesivas lecturas que hacemos de ella.

1.  El pez de oro:  ¿Un texto hermético o una literatura otra?

El pez de oro se publica por primera vez en Bolivia en 1957(2), su segunda edición
es peruana (Puno: Editorial CORPUNO) y data de 1987. La existencia de estas dos
únicas ediciones podría responder a varios factores: la ignorancia de la crítica, el
escaso desarrollo editorial peruano o, la más importante, la complejidad excesiva
del texto.

No estamos ante un libro de fácil lectura, al factor escritural de vanguardia se aúna


una visión de mundo particular: la utopía del hibridismo. Es un texto que está
doblemente codificado; Thomas Bosshard, al respecto, menciona: “se trataría de
un texto doblemente provocador, operando no solamente con un código
vanguardista formal, sino que remite al mismo tiempo a  un código cultural que se
basa en la cosmovisión indígena” (2007: 535). Esta doble codificación ha hecho
que este libro sea calificado por la crítica como un texto incomprensible. A
continuación, enumeramos las características que hacen de este discurso una voz
diferente, atípica e incomprendida al interior de la vanguardia:

 Posee una lengua híbrida conformada por vocablos castellanos, aymaras,


quechuas y latinos.
 Mezcla diferentes géneros, como el ensayo, la poesía, el drama y la novela,
entre otros.
 Su escritura es la expresión de corrientes contrapuestas (Indigenismo,
surrealismo, expresionismo).
 Es, más que un discurso comunicativo, un conjunto de imágenes estéticas
basadas en la cultura indígena, por lo que resulta casi imposible establecer
una relación entre la expresión y el contenido.
 No posee un argumento explícito, es sólo la mitología andina la que crea un
nexo entre los capítulos.

Gamaliel Churata fue un intelectual que buscó no sólo la ruptura con la literatura
precedente por medio de mecanismos estéticos; él fue más allá: exploró los límites
de la palabra en busca de una literatura propia y enmarcada en sus raíces
culturales. Así, postuló la existencia de una nueva lengua americana, que sería la
base para la nueva literatura del continente(3). Dicha lengua tendría que contener
todos los idiomas usados por el sujeto indígena: el español, el aymara y el quechua
(el latín sería sólo usado para un interlocutor occidental). De este modo, lo que
propuso Churata fue la instalación de una lengua híbrida que fuera capaz de
producir un arte nuevo, propio de América Latina. Así, su tesis traspasó la esfera
del idioma para construirse como una opción que brindaría identidad al nuevo
sujeto americano: el nuevo indio(4). Todo lo que hemos visto hasta aquí ya no
pertenece simplemente a una propuesta de ruptura vanguardista: esta propuesta
idiomática es, también, una propuesta de identidad continental.

El segundo aspecto que hace de este libro un texto complejo es el uso de diversos
géneros en su elaboración. La afirmación de una identidad múltiple e híbrida del
indio se asume por medio de su escritura, por lo que estamos ante una obra “que
subvierte el concepto de género, en ella encontramos hayllis, harauis,
pensamientos, poemas líricos, fragmentos narrativos, historia, crítica, mitologías,
ideología, etc.” (Beltrán 1998: 73). La obra de Churata implica la presencia de un
nuevo género denominado tinkuy(5): su unidad es la unidad de contrarios en una
ligazón tensiva. Podríamos decir, entonces, que si la genial obra de Martín Adán
pulveriza los límites convencionales entre la estructura poética y la estructura
novelista, siendo una estupenda renovación vanguardista de la novela, El pez de
oro va más allá en su osadía y en su insularidad al proponer una escritura en la
que la tensión, y no la coherencia, es el eje discursivo.

La mezcla de géneros era solamente uno de los aspectos de renovación de la


vanguardia, otro de ellos lo fue la unión de diversas manifestaciones literarias. Se
daba una articulación de la escritura moderna con “lenguajes que pertenecen a
otras estéticas y corrientes literarias” (Bueno 1995: 40). En este sentido, la
incorporación de elementos de la tradición (como el paisaje andino o el hacer del
sujeto indígena) no era un “síntoma de pasatismo incompatible con el afán de la
novedad” (Chueca 2009: 30), sino un rasgo propio de la vanguardia
latinoamericana. La conjugación de diversas manifestaciones culturales fue,
entonces, un rasgo propio de nuestra vanguardia que asumió Churata para
expresar, una vez más, su hibridismo ontológico.

El pez de oro, y aquí ingresamos al cuarto rasgo, busca expresar, no comunicar.


Una prueba de ello es el uso de las numerosas interjecciones, exclamaciones e
interrogaciones a lo largo de la obra. El discurso churatiano se instala como una
escritura casi hecha al azar, pero plena de vitalismo; no estamos ante una
escritura subordinada a patrones analíticos ya establecidos por la escritura
occidental, sino ante una escritura que se basa en la sensibilidad indígena, telúrica.
Esto ocasiona una confusión en el lector, quien no logra establecer una relación
entre la expresión y el contenido, ya que el libro se construye en base a imágenes
estéticas: el proceso de escritura se queda en una “apreciación fragmentaria, en
esporádicas impresiones de sentido y destellos de ininteligibilidad” (Huamán 1994:
31). Se trata de un discurso autónomo, destinado a sí mismo, no a los otros que
intenta revelar y expresar la esencia del sujeto indígena, no comunicarla.

Finalmente, hallamos la ausencia de un tema global y un argumento explícito. El


texto es concebido como un retablo de palabras, como una superposición de
espacios cuya única coherencia está dada por el ente mítico, simbólico y
omnipresente: el pez de oro. Así:

el crítico tradicionalista, anclado en esquemas foráneos, se desconcierta ante la particular


geografía del libro de Churata. Intenta establecer un orden y una coherencia espacial
correlativa a su concepto de tiempo y verdad; ausculta desconcertado abismos y montañas, ve
sombríos en quebradas inaccesibles y se sorprende, no atina a ver senderos donde su lectura
sólo ve enmarañadas aristas, contradictorios paisajes, convivencia pasmosa de sembríos y
páramos baldíos. (Huamán 1994: 59-60)

El texto nos lleva de la mano por personajes y paisajes andinos, por reflexiones
filosóficas y sociales, por mitos altiplánicos y discursos identitarios y nacionales.
Aparentemente no existiría una coherencia interna, pero sí la hay y está dada por
el mito. El pez de oro es, así, no sólo un motivo literario, sino también el elemento
cohesionador. Simboliza tanto el discurso tradicional andino como el magma vital
que lo abarca todo; no se trata de una leyenda osificada, es un ser pleno de
vitalismo cuyo significado recorre las latitudes del texto mostrándonos su esencia,
que es tanto vanguardista como indigenista.

Todo lo ya mencionado hace de El pez de oro un discurso atípico, cuya insularidad
deviene de numerosas estrategias usadas por su autor con un único objeto: el de
elaborar una literatura distinta, una literatura otra. No se trata, entonces, de un
texto “hermético”, sino de una escritura que nos impone el abandono del
“colonialismo mental”. Estamos ante una “escritura deconstructiva”(6), escritura
que implica una reivindicación del significante en tanto expresión lúdica. Es un
texto que no se lee: se dramatiza, se oye. No es un libro, sino un “retablo de
palabras” que incluye una actitud de participación por parte del lector, quien debe
realizar un rito: la activación de un modo cognitivo de raíces indígenas. Rito, pero
también tarea ardua iniciada por uno de los escritores más inventivos al interior de
la narrativa vanguardista: Gamaliel Churata.

2. La escritura y el descubrimiento de El pez de  oro: la recepción crítica


entre las décadas de 1950 y 1980

El pez de oro fue publicado en la ciudad de La Paz por la editorial Canata hacia


finales de la década de los 50. El mismo año de su publicación, 1957, aparecieron
algunos artículos en diarios bolivianos como La Nacióno  Última Hora que intentaron
un acercamiento crítico a la novela. En el Perú, lugar de nacimiento de Gamaliel
Churata, no hubo noticia alguna en el ámbito oficial hasta 1969(7), cuando un
amigo de juventud del autor le dedicó una página en el suplemento de El
Comercio, “El Dominical”.

Fernando Diez de Medina publicó en El Diario un artículo extenso titulado “Gamaliel
Churata y El pez de oro”. En dicho artículo Churata es concebido como un autor
prolijo en el ámbito periodístico: son de su autoría “seis mil artículos y crónicas
desperdigados en diarios y revistas de Bolivia” (1957: 393). Asimismo, Churata es
visto por Diez de Medina como un escritor americano, entendiendo América no sólo
como una filiación territorial, sino como un sentimiento y una fuerza creadora. El
pez de oro es visto como un texto de bagaje mestizo, pero de un mestizaje
particular que aúna el elemento indígena al occidental sin restar valor a ninguno de
los dos. De América se toma la fuerza vital de los Andes y de Occidente las “savias
culturales en el episodio y la técnica”.

Diez de Medina se permite, también, críticas a la obra de Gamaliel. Nos habla de la


necesidad de un argumento cohesionador y de un estilo más directo: “Si fuera más
ceñido el tema, menos reiterada la expresión ideativa, más directo el estilo,
alcanzaría a verdadera obra maestra” (1957: 395). Líneas más arriba, sin
embargo, demostramos que El pez de oro es no una obra hermética e
incomprensible, sino  un texto de frontera, transcultural, que define su propio
modo de lectura, desafiando a la crítica occidental tradicional. Esto no lo
comprende Diez de Medina: el tema cohesionador es el mito y el estilo es el de un
discurso deconstructivo.
Sin embargo, lo que sí entiende este crítico —y muy claramente— es que Churata
es el “primer prosista indio”, si por indio entendemos “la melodía sanguínea de una
América anterior al hecho hispano, que sigue latiendo en la célula individual a
pesar de técnicas y aportes culturales trasatlánticos” (1957: 395). El pez de oro es
visto como un discurso cuya raigambre indígena se revela y se impone: no se trata
de una aprehensión pasiva del elemento externo, sino de la latencia vital del
discurso y cosmovisión andinos. Otro de los rasgos apuntados por este autor es la
presencia de un género distinto, “americano”:

¿Pero qué es EL PEZ DE ORO? Difícil - si no imposible – clasificarlo. Novela no. Tampoco
tratado filosófico Ni ensayo sociológico. Para prosa lírica, sobra sustancia. Para interpretación
histórica, faltan sistema y método. Pero la garra del pensador y la zarpa del estilista prenden
tan fuerte, que sean memorias, impresiones subjetivas, o retablos descriptivos, el libro surge
con presencia mágica, para culminar en mensaje de presentismo inminente: parece, en
verdad, el cubículo del brujo andino. (Ibíd., 396)

Este género insular y atípico podría equipararse a lo que Miguel Ángel Huamán
denominaría años más tarde el género tinkuy, es decir, un género plagado de
elementos contrarios que conforman una unidad tensiva.

Un último aspecto mencionado por el crítico boliviano es la hibridación idiomática,


el libro estaría plagado de “trenos que recuerdan hablas de Gracianes y
Calderones, junto a barbarismos, americanismos y modismos quechuas que
esmaltan la parla del mestizo” (Ibíd., 398). Todos estos aspectos van delineando
un mismo perfil en la primera etapa de la recepción de El pez de oro: Gamaliel
Churata un autor insólito e impenetrable y lo único aprehensible de su insularidad
es el rasgo de americanidad de toda su obra.

Un mes después aparece el artículo de José Viaña(8), titulado “El pez de oro”,
como respuesta al de Diez de Medina. En él su autor afirma que el crítico olvidó
aclarar el título del libro y da una hipótesis al respecto: “Para mí este libro se llama
“Qori Challwa”, porque pretende… ser la iniciación de un nuevo sentido de ser…en
América” (1957: 448). Para Viaña, el símbolo del pez representa tanto el origen
mítico del hombre en la cultura Tiahuanaco como “el símbolo de Cristo en el nuevo
vivir de Occidente” (Ibíd.), por lo que no debería sorprendernos que se haya
elegido para representar el inicio de una nueva etapa histórica: la era indigenista.
Así, para este autor, El pez de oro es entendido como un libro ideológico, más que
estético: “es libro para ser pensado más bien que para ser leído” (Ibíd., 451). Y es,
precisamente, esta carga ideológica lo que lo hace imprescindible en el ámbito de
las letras bolivianas: “estamos en la obligación de conocer, de buscar el
comprenderlo…para iniciar descubrimientos propicios para el reencuentro de
América en nuestra tierra” (Ibíd., 452).

Hasta aquí hemos observado como la novela de Churata fue catalogada como una
novela ideológica. La búsqueda de una esencia americana fue un rasgo que
caracterizó el periodo de escritura de El pez de oro, por lo que no sorprende los
numerosos aspectos resaltados por los críticos antes mencionados.

A la inesperada muerte de Churata en 1969 sucedieron cuantiosos artículos en


diversos diarios peruanos. La mayoría fueron escritos por amigos de la infancia y
de la juventud del narrador. Uno de ellos, titulado “El panindigenismo de Churata”,
fue publicado en “El Dominical” el mismo año de su muerte. En él, Emilio Armaza
afirma que Churata es uno de los autores más reconocidos en Puno: “el nombre de
Churata es pregonado por los puneños, quienes ven en él a su más genuino
intérprete en el siglo XX” (1969: 471). Asimismo, llama la atención a los editores
ante el olvido de la obra churatiana y propone una posible solución para evitar la
pérdida de los textos: “la obra inédita de Churata es muy extensa, copiosa en
numerosos libros de títulos inspirados. Habrá que evitar que se pierda. Tomar
precauciones reproduciéndola, provisionalmente, por ejemplo, en microfilms”
(1969: 472-473).
Otros artículos publicados en esta etapa fueron “Churata y su obra” (1970) de
Emilio Vásquez, “El pez de oro” (1970) de Luis Varcárcel y “Gamaliel Churata, el
medio, el momento y el hombre” (1971) de Emilio Romero. Todos ellos fueron
publicados en Lima y giran en torno a la vida de Gamaliel Churata y a su activismo
cultural antes que a su obra literaria. Vásquez, por ejemplo, atraviesa la obra
periodística y cultural de Churata durante las primeras décadas del siglo XX,
pasando por la publicación de La Tea y la germinación del Boletín Titikaka en 1917,
hasta llegar a la fundación del grupo “Orkpata” en 1926. Luis Varcárcel intenta, en
cambio, hacer una descripción crítica de El pez de oro, sin embargo, su artículo
está compuesto por 40 anotaciones acerca de la novela que, más que un registro
hermenéutico, resultan ser fragmentos que parafrasean la obra de Gamaliel
Churata.

La revisión hecha corrobora, entonces, nuestra hipótesis: la recepción crítica de


esta época estuvo basada en meras impresiones y no en un trabajo exhaustivo de
interpretación textual de El pez de oro. Así, nacen artículos de homenaje a
Gamaliel Churata que nos narran su itinerario vital y su labor cultural en el
Altiplano o artículos que intentan explicar la novela sólo afirmando su
“americanidad”, sin un análisis de sus componentes discursivos.

Otra conclusión de este estudio es la afirmación del olvido que sufrió esta obra en
su primera etapa de recepción. La mayoría de artículos mencionados fueron
escritos por amigos y compañeros de Churata, lo que confirma la desatención del
los intelectuales limeños ante esta insular novela.

En 1971 el Instituto Puneño de Cultura publica una antología en homenaje a la


obra de Gamaliel Churata. El libro comprende fragmentos de El pez de oro,
ensayos y poemas del narrador peruano, así como algunos artículos literarios que
giran en torno a su obra y que aparecieron en numerosos medios entre 1928 y
1960. Este es el primer intento de acercamiento al canon literario que posee el
texto, sin embargo, el origen de la edición hizo que los intelectuales limeños no
atendieran a dicho homenaje, dejando en el olvido la obra del puneño.

Otra antología que incluye la obra de Churata es Poesía peruana: antología


general dirigida por Ricardo González Vigil. En ella el compilador acepta el
desconocimiento general que existe del autor en el ámbito académico peruano y
afirma que esto deviene de la “inusitada originalidad de su obra”  basada en el
hibridismo idiomático(9) y de su “tardía y magra difusión editorial” (1984: 41).
Además, nos habla de la importancia que tiene Churata al interior del llamado
indigenismo literario; él sería el “creador… más lúcido del Indigenismo durante el
periodo en que esta corriente focalizó la reflexión sobre la cultura nacional: 1920-
1935” (Ibíd.). Así, Arturo Peralta sería para González Vigil “una especie de puente
entre Guamán Poma de Ayala y Arguedas, con la lucidez artística que le faltaba a
aquel, pero todavía sin la plenitud expresiva de éste” (Ibíd.).

Las dos antologías antes estudiadas siguen la línea vertida por los artículos de este
primer periodo de recepción crítica: se consolidan como un acercamiento a El pez
de oro validando su bagaje indigenista o “americano”, no atendiendo a un análisis
discursivo de la obra. Así, entonces, podemos afirmar que las décadas
comprendidas entre los años 50 y los 80 conformaron un periodo de
descubrimiento de la obra churatiana que no logró ir más allá de la revelación de
un americanismo subyacente o de la rememoración de itinerarios vitales por parte
de compañeros intelectuales de antaño.

3. Los años 90 o la afirmación de una escritura deconstructiva

La década de 1990 marca el segundo periodo en la recepción crítica de El pez de


oro, en ella encontramos investigaciones más profundas que intentan esclarecer las
estrategias discursivas y el modus operandi de la obra de Gamaliel Churata.

Esta etapa inicia con la publicación de las actas del coloquio internacional Avatares
del surrealismo en el Perú y en América Latina realizado en 1991. En dicho evento,
Ricardo González Vigil presenta un artículo titulado “Surrealismo y cultura andina:
la opción de Gamaliel Churata”, en el cual intenta un acercamiento a El pez de
oro desde otra óptica: la obra de Churata sería un “ejemplo de elaboración sui
generis del surrealismo en diálogo con la cultura andina” (1992: 112). Para
González Vigil, el surrealismo traería consigo no solo una nueva técnica, sino
también una nueva sensibilidad capaz de adaptarse al ámbito latinoamericano. No
se trataría, entonces, de un automatismo psíquico tal como lo concebía la
vanguardia europea, sino de una reelaboración del psicoanálisis en base a una
cosmovisión andina mítica y colectiva. Propone, así:

entender y sentir aquello del inconsciente, automatismo psíquico, sueño, locura, etc. No a un
nivel de la psicología individual, de experiencias oscuras de una biografía secreta; sino a nivel
de los genes biológicos, del instinto de la especie y la herencia histórico-cultural…de una
colectividad” (González Vigil 1992: 125)

La herencia andina milenaria nos rodea, está en cada árbol y en cada laguna, es
sólo que no sabemos escucharla: la mayoría de nosotros optamos por abrir los
oídos a lo extranjero, dejando de lado nuestra propia alma indígena. Se trata sólo
de abrir los sentidos, de dejar de recepcionar lo externo e inmiscuirnos en lo
propio, en lo nuestro, en la célula madre. Así, según el autor, podremos
conectarnos con nuestros ancestros y crear una forma de expresión nueva,
telúrica, un surrealismo sui generis cuyo único objeto sea manifestar el ahayu, el
ánima indígena que pervive escondida en la psiquis del indio.

Churata y, en general, el grupo Orkopata no abogaba, entonces, por un


“indigenismo “arqueológico” que pretendía inmovilizar la herencia andina, y aislarla
de los aportes culturales de otras latitudes (…) vivieron abiertos al mundo y
gozosos se apoderaron de las más novedosas propuestas vanguardistas, ligándolas
a sus raíces andinas” (González Vigil 1992: 119). El pez de oro sería, siguiendo
esta línea, la mayor muestra de una “adaptación singular del surrealismo en el
ámbito latinoamericano” (Ibíd., 118).

Pero la propuesta de Ricardo González Vigil sería solo el inicio de nutridos estudios
que intentarán dar una explicación del fenómeno discursivo de la obra churatiana.
El mismo año, un estudiante de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
decide dedicar su tesis de Bachillerato(10) al libro insular del cual venimos
hablando, intentando dilucidar la complejidad discursiva de un libro de frontera, así
como su cosmovisión de raigambre andina.

Miguel Ángel Huamán, sin duda, marca un hito al interior de la recepción crítica
de El pez de oro al realizar el primer trabajo de investigación minucioso de la obra
de un autor casi olvidado por la crítica. Así, si González Vigil postula un
surrealismo sui generis basado en la cosmovisión andina, Huamán nos muestra la
instalación de una literatura otra, de una escritura deconstructiva en el discurso
churatiano.

Para este crítico, Churata activa la noción de una escritura deconstructiva, que se


presenta como aquella que cuestiona la jerarquía del logocentrismo occidental y
que implica una reivindicación de una cosmovisión distinta, en este caso la
andina. El pez de oro, así, no se concibe como un libro, sino como un “retablo de
palabras” que incluye una actitud de participación por parte del lector, quien debe
realizar la lectura del libro como un rito: cada palabra instalada en el texto debe
conllevar a la activación de un modo cognitivo indígena. Estamos, entonces, frente
a una literatura otra, cuya lengua y formas se instalan como una nueva propuesta
escritural que responde, a su vez, a una propuesta de identidad americana.
América es vista como un espacio que reclama un nuevo modo de comprensión
distinto del modo occidental. Así, los aparentes “defectos” (la lengua y género
híbridos, la mezcla de corrientes y la ausencia de un argumento explícito
subsanada por la coherencia mítica) en el discurso churatiano no están haciendo
más que presentarnos “la culminación de una primera etapa del proceso de
apropiación por parte de sujetos subordinados del instrumento de dominación
esencial desde la invasión española: la escritura” (Huamán 1994: 116). La
escritura como instrumento de poder, entonces, es subvertida por una cosmovisión
que responde a la cultura indígena y que sobrepasa los límites textuales.

La presencia de un modelo cognitivo andino planteado en El pez de oro es uno de


los aspectos fundamentales planteados por Miguel Ángel Huamán. Dicho modelo se
configura en torno a los once capítulos o “retablos” planteados por Churata, los
cuales contienen una estructura de raigambre indígena. Nos dice el crítico que el
texto “ha organizado su estructura externa de retablo en función del modelo del
pensamiento social y religioso andino, el mismo que ha sido estudiado en los
dibujos de los cronistas Pérez Bocanegra y Juan Santacruz Pachacuti” (1994: 53).
Así, el esquema de organización

se estructura verticalmente a partir de la dualidad, de manera que se presentan cuatro pares


de arriba para abajo siendo los elementos de la izquierda signados por la carga masculina y
los de la derecha por la carga femenina. Sobre ellos coronando en el medio de la estructura
aparece el elemento rector y suma vital de todos los otros ocho (Ibíd.)

A continuación incluimos la estructura gráfica del planteamiento de Huamán:

Esta estructura se basa en la planteada por Zuidema para el caso del texto de
Santacruz Pachacuti y nos revela no sólo otro modo de construir la realidad
presente en El pez de oro, sino también la vigencia de una estructura social y
religiosa andina que logra subvertir a la escritura de herencia occidental.

Podemos afirmar, entonces, con lo expuesto líneas arriba que la década de los 90
fue un periodo sumamente fructífero en cuanto a la investigación de la obra de
Churata. Todos los intelectuales que estudian El pez de oro coinciden en que están
frente a un libro no solo inusual, sino también subversivo. Hablamos, en otras
palabras, de un discurso deconstructivo que anticipa la emergencia de lo que
posteriormente se denominaría “literatura indígena”. Dicha literatura no sólo
vendría a constituirse como una literatura propia, sino que también implicaría el
uso de un nuevo tipo de lengua nacional así como la instauración de una forma y
género propios.

En 1996 Guissela Gonzáles Fernández y Juan Carlos Ríos Moreno presentan un


trabajo de investigación conjunto en torno a la obra de Gamaliel Churata. El
proceso americano: Evolución de una estética en los artículos Gamaliel Churata  es
el producto de años de una paciente labor de indagación en los diversos países
recorridos por el autor puneño con el objeto de recopilar algunos de los “seis mil
artículos desperdigados” en Puno y Bolivia anunciados por Fernando Diez de
Medina. Si bien esta tesis no trata, específicamente, de El pez de oro, sí se la
puede situar dentro del segundo periodo de recepción crítica del texto porque
concibe al discurso churatiano, también, como una escritura deconstructiva.

Los investigadores proponen una división de la evolución estética de los artículos


de Churata en dos momentos. Uno que va desde su incursión en el periodismo en
las dos primeras etapas del siglo XX (con publicaciones en revistas como Gesta
Bárbara, La tea  y  Amauta) hasta su colaboración en Semana Gráfica y La
calle durante la década del 30. Y otro que engloba el periodo comprendido entre
los años 40, con la colaboración en Cuadernos Literarios, y la muerte del escritor.
La primera etapa es denominada la “Época del sujeto hegemónico” y se caracteriza
por la influencia de discursos externos en la preocupación por lo americano; en ella
tenemos una escritura caracterizada por la influencia  modernista, el
cosmopolitismo y el influjo de diversas corrientes filosóficas occidentales. El
segundo periodo es denominado la “Época del realismo psíquico” y está
determinado por una nueva noción del sujeto indígena, que se logra construir por
medio de una estética que pretende no “rescatar lo oral, sino la acción, la dinámica
del mundo andino” (González Fernández y  Ríos Moreno 1996: 140).

El pez de oro es parte del periodo del realismo psíquico, etapa caracterizada por un nuevo
pensamiento de raigambre indígena. El realismo psíquico, así, se presenta como una nueva
epistemología, como una nueva forma de  conocimiento de la realidad, en este caso, de la
realidad americana. Esta se origina en la cosmovisión andina pero es una lectura nueva,
reelaborada, en la que también se articulan elementos occidentales (González Fernández
2009: 63)

Esta nueva epistemología consiste en una escritura signada por la irrupción de un


inconsciente “americano”, por la regresión de la herencia andina oculta en el
pensamiento del escritor. Lo que estamos presenciando es la conceptualización
teórica de lo que Ricardo González Vigil denominó un “surrealismo sui generis”;
para los investigadores se trata más que de una herencia surrealista, de una
asimilación de categorías occidentales en pos de la creación de una epistemología
propia, denominada “realismo psíquico”.

A las dos tesis ya citadas se sumarán numerosos trabajos de investigación como,


por ejemplo, el de Manuel Pantigoso (1999), quien intentará explicar los esquemas
mentales andinos que subyacen a la estructura de El pez de oro para probar la
existencia de una nueva escuela artística de vanguardia: la ultraórbica(11). Su
trabajo de investigación, no obstante, no logra tal cometido, ya que solo nos
prueba las diversas manifestaciones que tuvo un fenómeno tan inusual como el de
la vanguardia indigenista. Así, observamos como los diversos trabajos de recepción
enmarcados en este periodo responden a un solo objeto: la aprehensión del
discurso churatiano como un discurso otro, como una escritura rebelde que logra
cuestionar el logos occidental, en fin, como un texto deconstructivo.

4. Los estudios recientes o la vanguardia híbrida

Tras la afirmación de una escritura deconstructiva desarrollada a lo largo de la


década de los 90, se alzan algunas investigaciones que intentan un desarrollo de
los principales aspectos que hacen de El pez de oro una novela perteneciente a una
vanguardia híbrida.

En el 2000 Cynthia Vich publica su tesis de doctorado con el nombre


de Indigenismo de vanguardia en el Perú. Un estudio sobre el Boletín Titikaka. En
dicho libro la autora realiza un extenso estudio acerca del surgimiento y el
desarrollo de la vanguardia indigenista en el Perú, haciendo énfasis en las
publicaciones periodísticas del momento y en el análisis de algunos textos poéticos.
Si bien es cierto que Vich no realiza un examen específico de El pez de oro, su
investigación nos da cuenta de algunos aspectos fundamentales de la corriente a la
cual se adscribe la obra churatiana.

El objetivo de la vanguardia indigenista era, según Vich, eliminar los límites que
había entre la tradición y la modernidad, entre el regionalismo y el cosmopolitismo,
entre el indigenismo y la vanguardia para plantear una modernidad que tomara en
cuenta la heterogeneidad cultural de nuestro país. En esta manifestación surge un
nuevo modo de construir y pensar el futuro de América, un modo basado en la
confluencia de principios ideológicos y estéticos: se articula la tradición propia con
un lenguaje y espíritu pertenecientes a la modernidad. Así, en obras como Ande de
Alejandro Peralta o El pez de oro de Gamaliel Churata este doble código (el formal,
bagaje de la modernidad estética, y el cultural de raíz indígena) se explicita de
modo novedoso e inclasificable.

Con este estudio inicia una nueva etapa en el proceso de recepción crítica de la
obra de Churata, la cual estará destinada a la investigación de la vanguardia
peruana como un espacio atípico que propició diversas manifestaciones culturales
antes ignoradas por la crítica. Lo fundamental de la vanguardia latinoamericana
radicará, entonces, no en un mimetismo con respecto a la vanguardia europea,
sino en la pluralidad de lenguajes o registros que se entrecruzan, así como el uso
combinado de elementos pertenecientes a diversas corrientes. Esta pluralidad de
registros y elementos usados al interior de la literatura vanguardista harán de esta
una vanguardia híbrida y este será, precisamente, el rasgo que tomará en cuenta
la crítica reciente en torno a El pez de oro.

Ricardo Badini sigue esta senda al presentar en las Jornadas Andinas de Literatura


Latinoamericana una ponencia titulada “Los inéditos de Gamaliel Churata. Rutas
para la construcción de una modernidad indígena”, en la cual intenta mostrar cómo
en la obra churatiana emerge un nuevo “modelo de literatura que al hacer propia la
herencia indígena trata no tanto de llegar a la modernidad sino de subvertir este
mismo concepto partiendo de una mirada fuertemente anclada en una perspectiva
indígena” (2005: 137).

Badini señala que Churata estaba obsesionado con la idea de escribir una nueva
enciclopedia que se alejara de la aplicación inconsciente de los parámetros
occidentales a la realidad americana. Dicha enciclopedia estaría regida por el uso
de un nuevo lenguaje americano y por la utilización de esquemas propios de la
cosmovisión andina que revelaran una nueva construcción discursiva, que
posteriormente tomaría el nombre de literatura “transcultural” —caso similar al
de Guaman Poma de Ayala y su Corónica—. La transculturalidad que venimos
señalando corrobora lo mencionado líneas arriba: la vanguardia peruana fue una
vanguardia que combinó elementos aparentemente disímiles, fue una vanguardia
híbrida.

La hibridez de la vanguardia americana, así, estaría en el proyecto lingüístico de


Churata, que consistía en rechazar la romántica recuperación de las lenguas
indígenas y proponer, más bien, un nuevo idioma híbrido como idioma nacional y
americano. Por otro lado, estaríamos frente a una obra que postula un nuevo
sujeto híbrido, capaz de actualizar la herencia de sus antepasados con una forma
de expresión moderna, parecida al fluir de una consciencia colectiva(12). Con todo
lo cual El pez de oro se lograría instalar como un texto que logra la subversión del
concepto de modernidad propio de la vanguardia, postulando la universalización de
categorías indígenas afincadas no ya en el problema de la tierra sino en las  esferas
psíquica y lingüística.

De este modo, y como bien lo menciona Thomas Bosshard, El pez de oro inicia “el


traslado  al paradigma posmoderno de la hibridez en las letras peruanas” (2007:
536). Churata postula la necesidad de la integración del elemento indígena a la
literatura moderna de principios del siglo XX, pero no como lo habían hecho sus
predecesores: “No es lo andino como elemento temático lo que se integra a las
formas europeas; son estas formas las que son modificadas. Churata intenta
subvertir los componentes literarios occidentales y someterlos a la lógica andina”
(Hernando, s/p). Esta subversión ya la hemos visto: la lengua americana y el uso
del mito andino son sólo breves ejemplos de las distintas estrategias usadas por el
autor para mostrarnos que la esencia de un sujeto no “está en el color de piel, está
en el movimiento del alma, está en el impulso de la voluntad creadora” (Churata
1966: 64).

Doble codificación, literatura transcultural o vanguardia híbrida. Démosle el nombre


que le demos estamos frente a un mismo objeto de estudio: una nueva forma de
expresión nacida de dos instancias que no abogan por un mestizaje pasivo, sino
por la reactualización de una tradición por medio de elementos modernos. Así, la
crítica reciente en torno a la novela de Gamaliel Churata inaugura una nueva fase
que consolida a El pez de oro  no sólo como un discurso deconstructivo, sino
también como la manifestación de una vanguardia híbrida, como un intento de
“acceder al centro de la cultura dominada pero para subvertirla, cuestionarla; un
apropiarse de un espacio para instalar nuevas raíces culturales autóctonas”
(Huamán 1995: 375).

Como vemos, el proceso de recepción de El pez de oro ha pasado por tres fases
claramente definidas: una de descubrimiento y otras dos de comprensión e
interpretación del texto. A partir de la década de los 90 se inaugura un periodo de
análisis exhaustivo, que culminará con la inserción de la novela en un nuevo
espacio de estudio: el de la vanguardia híbrida. Así, con el devenir del tiempo esta
obra antes incomprendida ha ido ingresando al ámbito académico.

Quizá este ingreso paulatino se deba a la emergencia de las investigaciones en


torno a la heterogeneidad literaria peruana dada en las últimas décadas. O, quizá,
y esto es lo más probable, simplemente devenga de la conciencia de la función de
una crítica literaria que, más que deconstruir textos, debería buscar la
incorporación al conocimiento de obras y productos culturales cuyos contenidos y
mecanismos textuales hayan impactado de algún modo el ámbito cultural y
literario. No debemos olvidar que “el intento por revitalizar el ejercicio crítico, el
rescate de autores olvidados o subvalorados, de obras sincréticas y conflictivas…
juega un papel clave” (Huamán 1994: 20).

5. Camino hacia el Dorado: nadando por los límites del canon

Desde que Antonio Cornejo Polar afirmara en 1989 en una nota al pie de página
que El pez de oro era “uno de los grandes retos no asumidos por la crítica peruana”
(1989: 140, nota 97), han ido sucediéndose numerosos artículos y libros dedicados
a la obra de Gamaliel Churata. Muchos de ellos, al catalogarla de “hermética”, nos
han servido como incentivo para ingresar al universo insular de esta novela,
mientras que otros nos han mostrado la complejidad y la magnitud de su discurso.
Lo cierto es que desde el reto planteado por Cornejo Polar la crítica ha intentado
tomar postura frente a este inusual texto; hoy en día, y como producto de este
esfuerzo, parece haber ya un consenso: el de la necesidad de estudiar más a fondo
esta obra para incorporarla a la tradición literaria, al canon académico.
El pez de oro, así, ha hecho denotados esfuerzos por nadar hacia el espacio de
consagración y legitimación literaria: el canon. Como un pez sin agua ha ido
naufragando en diversos mares, buscando siempre el lugar soñado de aceptación
de la crítica. Su esfuerzo, como vemos, no ha sido en vano: durante los últimos
años dos tesis y numerosos estudios han sido la corriente ideal que lo ha llevado a
transitar por los límites del canon académico. Será, sin embargo, sólo el tiempo el
juez que dictaminará su inserción en el espacio de poder.

Uno de los principales inconvenientes para la introducción de un libro como El pez


de oro al canon ha sido el centralismo de la crítica peruana:

Las instituciones culturales y los medios masivos han construido el canon cultural y literario.
Como resultado, dicho canon está constituido por obras artísticas y literarias producidas por
capitalinos e inmigrantes de provincias que representan la cultura nacional y gozan de la
atención de críticos y comentaristas (Zevallos 2007: 29)

La capital ha sido, y sigue siendo, el ónfalo cultural indeclinable por donde deben
pasar escritores y artistas para lograr la difusión de su obra por el resto del país.
Aunque el Perú cuente con ciudades como Puno o Cuzco, centros artísticos en
distintos periodos históricos, la cultura, como un rito, se consagra solo en la capital
y se difunde desde ella. Así, un libro tal insular como el de Churata tuvo que
recorrer pedregosos caminos hasta llegar al ámbito académico. Si a esto aunamos
el desconocimiento que tiene la crítica de manifestaciones tan atípicas como la
vanguardia indigenista, el destino de El pez de oro hubiese sido aún más nefasto
de no ser por la voluntad de algunos investigadores que buscaron el rescate de
autores marginados por la tradición.

Otro de los problemas por los que ha tenido que pasar esta obra en su tránsito
hacia el espacio canónico ha sido la comprensión de la singularidad de su género al
interior de las primeras letras del siglo XX. El acercamiento de la crítica tradicional
hacia el fenómeno de la vanguardia había privilegiado el análisis del discurso
poético, considerándolo, en algunas ocasiones, como el único espacio de discusión.
No obstante, algunos trabajos recientes (Jazmín López Lenci y Cynthia Vich, entre
otros) volvieron la mirada hacia un espacio antes no considerado: las revistas
literarias. Sin embargo, este reciente logro no debe alejarnos de la recuperación de
un espacio ignoto: el de la narrativa vanguardista.

Espacio ignoto, pero también insular, y esto lo prueba el  discurso doblemente
codificado, polifónico, dialógico y extraño de El pez de oro. Todas estas cualidades
han hecho que este texto transite por los límites del canon, pero nunca logre
ingresar a él. Sólo ha sido en los últimos años, y con las recientes investigaciones
inauguradas por la tesis de Miguel Ángel Huamán, que este texto ha sido
recuperado como un corpus válido para la crítica literaria y como uno de los tantos
libros que deberá hacer cola para su ingreso al espacio de poder, hoy denominado
“canon literario”.

BIBLIOGRAFÍA
(Por orden cronológico)

Fuentes primarias (por orden cronológico)

Churata, Gamaliel.

1957 El Pez de oro. La Paz: Canata.

1966 “Conferencia” [1966]. En: MOROTE GAMBOA, Godofredo. Motivaciones del


escritor. Arguedas, Alegría, Izquierdo Ríos, Churata. Lima: Universidad Nacional
Federico Villareal. 1989.1987            

1971 Antología y valoración. Lima: Instituto Puneño de Cultura.

1987 El Pez de oro: retablos del Laykhakuy. Puno: Corpuno.

Fuentes secundarias (por orden cronológico)

a. Libros y tesis

1991 HUAMÁN, Miguel Ángel. Deconstrucción de una utopía (claves para la


lectura de "El pez de oro" de Gamaliel Churata).  Lima, Tesis UNMSM.

1994 _____. Fronteras de la escritura. Discurso y utopía en Churata.  Lima :


Horizonte.

1996 GONZÁLES FERNANDEZ, Guissela y RÍOS MORENO, Juan Carlos. El


Proceso americano: evolución de una estética en los artículos de Gamaliel
Churata.  Lima, tesis UNMSM.

1998 BELTRAN PEÑA, José. Poesía concreta del Perú: vanguardia plena - estudio


y antología.  Lima: San Marcos.

1999 PANTIGOSO, Manuel. El pensamiento ultraórbico en  el pensamiento de


Gamaliel Churata.  Lima: UNSMP.

2009 GONZÁLES FERNANDEZ, Guissela. El dolor americano. Literatura y


periodismo en Gamaliel Churata.  Lima: Fondo editorial del pedagógico San Marcos.

b. Artículos

s/f  HERNANDO MARSAL, Meritxell. El hibridismo (im)posible: El pez de oro de


Gamaliel Churata. En: http://skepsis-wilmer.blogspot.com/2007/11/meritxell-
hernando-marsal-viene.html.[Consulta: 15 de noviembre del 2009]

1957 DIEZ DE MEDINA, Fernando. “Gamaliel Churata y El pez de oro”. El


Diario. La Paz, junio de 1957. Reproducido en CHURATA, Gamaliel: Antología y
valoración.

1957 VIAÑA, José. “El pez de oro”. Del diario Última hora. La Paz, julio de 1957.
Reproducido en CHURATA, Gamaliel: Antología y valoración.

1957 RODRÍGUEZ, César. “El pez de oro de Gamaliel Churata”. Arequipa.


Reproducido en CHURATA, Gamaliel: Antología y valoración.

1969 ARMAZA, Emilio. “El panindigenismo de Churata”. De “El Dominical”,


suplemento de El Comercio. Lima. Reproducido en CHURATA, Gamaliel: Antología y
valoración.

1970 VÁSQUEZ, Emilio. “Churata y su obra”.  Lima, enero de 1970. Reproducido


en CHURATA, Gamaliel: Antología y valoración.

1970 VARCÁRCEL, Luis. “El pez de oro”.  Lima. Reproducido en CHURATA,


Gamaliel: Antología y valoración.

1971 ROMERO, Emilio. “Gamaliel Churata, el medio, el momento y el hombre”. 


La Cantuta, Lima, abril de 1971. Reproducido en CHURATA, Gamaliel: Antología y
valoración.

1983 TORRES, Ángel. “Retorno a las raíces”.  Del diario Última Hora.  La Paz, 23


de setiembre de 1983. Reproducido en GONZÁLES, Guissela: El dolor americano.

1992 GONZALEZ VIGIL, Ricardo. “Surrealismo y cultura andina: la opción de


Gamaliel Churata”. En: Avatares del surrealismo en el Perú y en América Latina =
Avatars du surrealisme au Pérou et en Amérique Latine. Actas del coloquio
internacional.  Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos: Pontificia Universidad
Católica del Perú.

1995 GONZÁLES FERNANDEZ, Guissela y RÍOS MORENO, Juan Carlos.


“Apuntes para una reconstrucción de la categoría del realismo psíquico de Gamaliel
Churata”. En: Memorias JALLA, La Paz 1993. La Paz: Plural editores.

1995 HUAMÁN, Miguel Ángel. “Un pez sin agua. ¿Cómo saborear El Pez de
Oro de Churata?”.  En: Memorias JALLA, La Paz 1993. La Paz: Plural editores.

2005 BADINI, Ricardo. “Los inéditos de Gamaliel Churata. Rutas para la


construcción de una modernidad indígena”. Memorias de JALLA 2004. Lima: Fondo
Editorial UNMSM. Tomo I.

2005 USANDIZAGA, Helena. “Cosmovisión y conocimiento andinos en el Pez de


oro de Gamaliel Churata”. En Revista andina.   Nº 40. p. 237-259

2005 ARANTO ARAGÓN, David. “El pez de oro de Gamaliel Churata”. En: Revista


de Literatura Peruana. Nº 3. Ene-Mar.

2007 BOSSHARD, Marco Thomas. “Mito y mónada: La cosmovisión andina como


base de la estética vanguardista de Gamaliel Churata”. En: Revista
Iberoamericana.  Vol. 73.  Nº 220. Jul.- Set. p. 515-539

c. Antologías

1971 CHURATA, Gamaliel. Antología y valoración. Lima : Instituto Puneño de


Cultura.

1984 GONZÁLEZ VIGIL, Ricardo. Poesía peruana: antología general. Tomo III.


De Vallejo a nuestros días. Lima: Edubanco.

1997 “Centenario de Gamaliel Churata”. En: Palabra en Libertad. Año 1, Nº 1.

1998 BRAVO, José Antonio. Fundadores de la narración en el Perú: nacidos entre


1805-1905.  Lima: Banco Central de Reserva del Perú. Fondo Editorial.

2004 IDELFONSO, Miguel. 21 poetas peruanos. Lima: Zignos.

Fuentes complementarias (por orden alfabético)

BUENO, Raúl.
1995 “Apuntes sobre el lenguaje de la vanguardia poética
hispanoamericana”. Hispamérica  Nº 71. Maryland. Agosto, 1995.

CHUECA, Luis Fernando.


2009 “Aproximaciones a la poesía de vanguardia en el Perú”. En: Poesía
vanguardista peruana.  Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. 2 tomos.

CORNEJO POLAR, Antonio.


1989 La formación de la tradición literaria en el Perú.  Lima: Centro de Estudios y
publicaciones.

GARCÍA, Uriel.
1927 “El nuevo indio”. En revista Amauta. Año 2, Nº 8. Lima, abril de 1927. p.
19,20 y 25.

LÓPEZ LENCI, Jazmín.


1999 El laboratorio de la vanguardia literaria en el Perú. Trayectoria de una
génesis a través de las Revistas Culturales de los años veinte.  Lima: Horizonte.

VICH, Cynthia.
2000 Indigenismo de vanguardia en el Perú. Un estudio sobre el Boletín Titikaka.
Lima: Fondo editorial de la PUCP.

ZEVALLOS AGUILAR, Juan.


2007 “Culturas de las periferias internas en la región andina. El grupo Okopata
(1926-1930)”. En: Intermezzo tropical.  Año 5, Nº 5. Diciembre, 2007.
____________
1 El presente ensayo se realizó en 2010. Actualmente se ha publicado una edición crítica de El pez
de oro a cargo de José Luis Ayala (Lima: A.F.A. Editores Importadores, 2011)  que no ingresa en la
presente compilación.
2 Cabe mencionar que la escritura de este libro data de la década del veinte. Los primeros
ejemplares fueron quemados en la imprenta a causa de un incendio provocado por revueltas sociales
en 1927. De aquí que se rescata a El pez de oro como parte de la vanguardia peruana.
3 Para Churata no es posible la existencia de una literatura americana sin un lenguaje americano: no
hay literatura nacional sin lengua nacional. Lo que persigue El pez de oro es, entonces, la hibridación
del español en una lengua nueva que refleje la realidad multicultural del indio. Al respecto, Churata
menciona: “Para que nuestra literatura pueda ser nacional, pueda ser americana, es necesario que
parta del principio del que partieron los españoles. Los españoles poseen un idioma, no es el latín
que engendró la cultura de la península, es la hibridación del latín con los idiomas aborígenes. Y
entonces surge el romance español (…) Mientras esto no sea posible, los pueblos no tendrán
personalidad literaria” (Churata 1966: 61).
4 Para mayor información acerca de la propuesta del nuevo sujeto americano, véase el artículo de
Uriel García titulado “El nuevo indio”. En: Amauta. Año 2, Nº 8. Lima, abril de 1927. p. 19,20 y 25.
5 Véase al respecto la propuesta de Miguel Ángel Huamán en Fronteras de la escritura,  p. 60-65.
6 Una escritura deconstructiva es aquella que cuestiona la jerarquía del logocentrismo occidental, al
instaurar un modo de lectura que difiere de los paradigmas usados por los lectores occidentales.
7 En 1957 César Rodríguez publicó un artículo titulado “El pez de oro de Gamaliel Churata”, no lo
consideramos, sin embargo, por ser un artículo de poca extensión que no tuvo mucha difusión en el
medio periodístico. Fue publicado en un diario de Arequipa.
8 Viaña fue uno delos integrantes del grupo Gesta Bárbara, dirigido por Gamaliel Churata.
9 Ricardo González Vigil afirma, retomando la afirmación hecha por Ángel Torres un año antes en el
diario Última Hora de Bolivia,que “El pez de oro buscó “quechuizar y aymarizar” el español” (41).
10 La tesis de Miguel Ángel Huamán lleva el nombre de Deconstrucción de una utopía (claves para la
lectura de "El pez de oro" de Gamaliel Churata), aquí, sin embargo, haremos referencia a la edición
de la misma publicada en 1994 denominada Fronteras de la escritura. Discurso y utopía en Churata,
por ser esta de fácil acceso al público no perteneciente al ámbito sanmarquino.
11 El ultraorbicismo, concepto muy próximo al de indianismo, está concebido como una nueva
escuela vanguardista que se opone al indigenismo en tanto se expresa desde la conciencia misma
del sujeto indígena y no como dicho sujeto. Esta escuela se caracterizaría por establecer relaciones
entre elementos contrarios como el mundo de arriba/mundo de abajo, el más allá/más acá, el
hombre andino/el cosmos,  la lejanía/la proximidad en una síntesis o totalidad tensiva que no
anularía uno de los contrarios.
12 Ricardo Badini postula que Churata crea un nuevo tipo de surrealismo, basado en el fluir de una
consciencia de tipo colectivo, cósmico. Esto demostraría la concepción de una nueva modernidad
afincada en conceptos enraizados a la cosmovisión andina.
 
 
© Brenda Acevedo Guzmán, 2012 

 
Brenda Acevedo Guzmán (Lima - Perú, 1988). Es bachiller en Literatura por la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. Sus áreas de interés son la literatura del siglo XIX y la literatura
escrita por mujeres. Ha publicado en el libro La República de papel. Política e imaginación social en
la prensa peruana del siglo XIX y en la revista Crónicas Urbanas.  Asimismo, ha participado como
ponente en diversos coloquios y congresos. Actualmente realiza estudios de postgrado en Burdeos,
Francia.
 
Supuestos filosóficos del pensamiento de
Gamaliel Churata en “El pez de oro”
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Fecha
2015
Autor(es)
Escarza Maica, Hector Albino
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El propósito radica, en darle interés a la manera en que Gamaliel Churata (Arturo Peralta
Miranda), sustenta sus ideas impregnando algunos supuestos filosóficos, que generan
discusión y por algo intelectuales prestigiosos, han manifestado que el trabajo realizado en
la obra el “Pez de oro” es un libro de estudio y no de distracción. Churata aborda algunos
problemas que pueden ser identificados dentro de la problemática del mito, el ser, el
hombre y su acción moral, tal como son concebidos en el mundo andino, encontramos en
Churata algunos pensamientos que encierran contenidos teóricos, que aclaran el
panorama de las ideas relacionadas al mundo andino. La investigación consiste en
ordenar progresivamente las propuestas teóricas de Gamaliel Churata, que se encuentran
entremezcladas con diversos motivos teóricos en toda su obra, el autor del Pez de oro,
propone argumentos que se enmarcan dentro del contexto filosófico; la indagación, se
propone esclarecer esos planteamientos a la luz de la racionalidad filosófica. Igualmente,
interesa dar a conocer las fuentes filosóficas de las que el autor de El pez de oro, ha
incluido en sus propuestas teóricas que le dieron fortaleza a su pensamiento, mostrar
cómo esas ideas se convierten en nuevas interpretaciones filosóficas.
URI
https://hdl.handle.net/20.500.12672/8915
Colecciones

 Maestría Facultad de Letras y Ciencias Humanas  [253]


 Supuestos filosóficos del pensamiento de Gamaliel Churata en “El pez de oro”
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 Fecha
 2015
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 Escarza Maica, Hector Albino
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 El propósito radica, en darle interés a la manera en que Gamaliel Churata (Arturo
Peralta Miranda), sustenta sus ideas impregnando algunos supuestos filosóficos,
que generan discusión y por algo intelectuales prestigiosos, han manifestado que
el trabajo realizado en la obra el “Pez de oro” es un libro de estudio y no de
distracción. Churata aborda algunos problemas que pueden ser identificados
dentro de la problemática del mito, el ser, el hombre y su acción moral, tal como
son concebidos en el mundo andino, encontramos en Churata algunos
pensamientos que encierran contenidos teóricos, que aclaran el panorama de las
ideas relacionadas al mundo andino. La investigación consiste en ordenar
progresivamente las propuestas teóricas de Gamaliel Churata, que se encuentran
entremezcladas con diversos motivos teóricos en toda su obra, el autor del Pez de
oro, propone argumentos que se enmarcan dentro del contexto filosófico; la
indagación, se propone esclarecer esos planteamientos a la luz de la racionalidad
filosófica. Igualmente, interesa dar a conocer las fuentes filosóficas de las que el
autor de El pez de oro, ha incluido en sus propuestas teóricas que le dieron
fortaleza a su pensamiento, mostrar cómo esas ideas se convierten en nuevas
interpretaciones filosóficas.
 URI
 https://hdl.handle.net/20.500.12672/8915
 Colecciones
 Maestría Facultad de Letras y Ciencias Humanas [253]

 Osos y toros en el mundo de la bolsa
 luisgomez
 07/11/2013
 1


 ¿Por qué osos y toros en el mundo de la bolsa?


 ✎Si quieres seguir aprendiendo, descarga este manual
 Toda persona que empieza a operar con el Trading en el mundo bursátil no sabe
de dónde viene ni a que se debe el hecho de que a los movimientos alcistas
bursátiles se les llame “toros” (bulls) y a los movimientos bajistas bursátiles se
les llame “osos” (bears).
 Como ya casi todos conocemos, los índices y los precios de las acciones van
variando dependiendo de la ley de la oferta y la demanda, la compra y la venta. El
toro representa al comprador como tendencia alcista, al otro lado
representando a los osos la tendencia bajista.
 El toro transmite fuerza, fortaleza en fundamentos, agresividad en la entrada,
al contrario, el oso falta de fundamentos, tranquilidad y malos momentos en el
mercado bursátil. Podríamos decir que para invertir en un mercado financiero
debemos fijarnos en los momentos osos y momentos toro.


  
  
 ¿Pero a qué se debe que los toros son alcistas y los osos son bajistas? 
 La verdad es que realmente nadie lo sabe, pero como para casi todas las historias,
existen diferentes teorías y esta es una de ellas:
 Al parecer el término bearish (oso) empezó a usarse en Nueva York, cuando aún
eran legales las ventas de acciones al descubierto, y entonces era muy popular
escuchar el proverbio que decía: “no es prudente vender la piel del oso antes de
cazarlo”. Algunas de las teorías por las que se llega a la conclusión de que el
oso es bajista se debe a que el oso es un animal noble y conservador, en el
invierno, que representa el tiempo más duro donde el frío y la escasez de alimentos
son la tónica general, un tiempo duro que será pasajero, pero que ocurrirá sin
remedio, al cual el oso está bien adaptado.
 El oso representa un mercado débil, que intenta liberarse de las peligrosas
caídas de la desconfianza de los inversores, hasta que el oso se cansa y tranquiliza y
los miedos se agotan. Es entonces el momento de la llegada del toro que lucha por
reactivar la bolsa. Ambos se encuentran en una lucha constante.


  
 En cambio el toro tiene un carácter enérgico y fornido que simboliza la
potencia y la confianza. Su cabeza levantada por encima del cuerpo, el cuello de
los toros tiene un ángulo hacia arriba, que representa el mercado alcista, por otro
lado el toro al contrario que el oso cuando enviste con sus cuernos lo hace de abajo
hacia arriba, y por tanto representa la fuerza que coge al mercado desde abajo y
le imprime la fuerza que lo lleva hacia arriba. Al mismo tiempo el término “toro” se
hizo también popular y originalmente se refería a una compra especulativa de
acciones con la expectativa de que estas subirían con fuerza.


 Hace muchos años existían espectáculos circenses y se organizaban extraños
combates para entretener al público, donde la gente apostaba por el animal que ellos
creían más fuerte. En estas luchas eran populares las luchas entre distintos
animales, y la más importante era la que enfrentaba entre ellos a un toro contra
un oso.
  

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