Está en la página 1de 11

Y las reglas cambiaron…

Por Itamar Neuner.

Mayor Piloto Aviador (Retirado). Fuerza Aérea de Israel.

Todos los derechos reservados.

Derribar un avión enemigo debe ser el clímax en la vida de un piloto de caza. ¿En serio? No. En
realidad, lo que te deja la impresión más duradera, es cuando fallas por poquísimo, cuando, “casi
derribas”. Lo recordarás continuamente hasta en el más mínimo detalle.

Esta no es la historia de un “casi derribo”. Los aviones enemigos de cualquier forma caen, pero el
derribo, la victoria, se tiene que registrar a nombre de alguien. Cuando dos pilotos disparan sobre
el mismo avión, hay una regla que decide a quién se le acredita la victoria aérea. Esta regla ha sido
cambiada.

Originalmente, la regla decía que, cuando dos pilotos atacan un avión simultáneamente y este es
derribado, la victoria se le acredita al piloto que le disparó al último.

0–0–0–0–0–0

1967. Estamos en plena Guerra de los Seis Días. Yari y yo despegamos en misión de intercepción al
norte del Sinaí. Es el segundo día de la guerra y el cielo está lleno de efervescente actividad aérea.
Los aviones zumban en todas direcciones y altitudes. Algunos vuelan rápido en misión de
intercepción. Otros navegan con lentitud, pesadamente cargados de bombas y combustible, hacia
algún blanco lejano. Una formación dañada viene de regreso de una profunda incursión en
territorio enemigo. Otra formación está atacando al Ejército Egipcio dentro del Sinaí.

Todas las frecuencias de radio están saturadas con gritos, con reportes de resultados de aviones
que regresan después de atacar y con órdenes de los controladores de radar. Gritos de auxilio se
escuchan en la frecuencia de emergencia. El aire está lleno de estallidos negros y blancos de la
artillería antiaérea -de las pocas posiciones egipcias que todavía disparan- y de humo negro de
vehículos quemándose en tierra.

Nos sumergimos en este remolino, cazando MiGs. Es una nueva experiencia para mí –guerra de
verdad, ejércitos destruidos, páginas de la historia escritas a cada hora; amigos que son derribados
y mueren-. Todo transcurre dentro de un ritmo asesino. La transición del entrenamiento a la
guerra real es dura, difícil de digerir, demasiado súbita. Nos preparamos para combatir,
entrenamos muchísimo, pero ¡qué enorme diferencia hay entre el adiestramiento y la guerra real!
En los entrenamientos, un controlador en completa calma, dirige una pareja de aviones contra
otra, en un dogfight en un área bien delimitada, y nos da toda la ayuda que puede a lo largo de la
“batalla”, nos alerta y conduce. Si repentinamente un avión rival te sorprende a tus “seis en
punto”1 y eres “derribado”, sigues con vida. Es un simulacro.
-2-

Pero aquí, en la vorágine del Norte del Sinaí, la historia es absolutamente diferente. Aquí Yari y yo
estamos solos. El controlador está demasiado ocupado para ayudarnos y en medio de la
confusión, no hay forma de que nos diga quién es amigo y quién es enemigo.

Volamos a enorme velocidad en nuestra zona de patrulla asignada. Yari es el líder, yo soy su
número Dos. Busco a mi alrededor, me desgasto los ojos en pos del enemigo, peinando el
horizonte y los aires por encima y por debajo nuestro. El que aviste primero al enemigo, ganará.
Pero si no ves nada, si no encuentras tu blanco, regresarás a la base sin haber cumplido tu misión,
sin ayudar al esfuerzo de guerra, sin ser acreditado con el derribo de ese ansiado MiG.

Hay un punto… no, dos puntos en el horizonte. Yari, sin decir palabra, se abre a la derecha y nos
apresuramos a investigar. Nos acercamos rápidamente y los puntos se agrandan. Son cazas, por
supuesto, pero ¿de dónde? Ahora vemos dos más, un cuarteto. Nosotros somos dos y ellos,
cuatro, vuelan hacia el este, hacia nuestro territorio. Pero ellos vienen bastante lento: OK, son
nuestros. Cuatro Mysteres que vuelven tras un ataque. Uno de ellos va dejando una estela de
humo blanco. Una fuga de combustible, probablemente fue alcanzado por fuego enemigo. Los
dejamos en paz y seguimos buscando intrusos.

Sigo volteando la cabeza en todas direcciones. Cada músculo de mi cuello y hombros trabaja duro.
Un vistazo a retaguardia –todo despejado- al frente –despejado también- a un lado –una ligera
neblina blanca sobre un cielo vacío. Arriba –despejado- ¿Yari? –despejado- nadie intenta
sorprendernos. Me esfuerzo para mantener mi posición en la formación. subo, bajo, derecha,
izquierda, delante y detrás, pongo todo en marcha. En todo momento vigilo alrededor. Debajo –no
hay nada- algo arde en el suelo. Adelante y arriba, despejado. ¿justo sobre nosotros? ¡Sí, hay algo!
¡cuatro MiGs! ¡y se acercan sigilosamente a un cuarteto de Mirages!

Mi dedo presiona el botón de transmisión ubicado en el bastón y grito en el radio “¡Mirages


volando al este en Bardawil, tienen MiGs a las Seis en Punto!”. Al mismo tiempo, me abalanzo con
post-combustión a tope mientras me deshago de mis tanques de combustible externos.

En la frecuencia común, continúa el estruendo, voces, gritos de decenas de formaciones a lo largo


de todo el frente de batalla. Llamadas de ayuda, de advertencia, órdenes. ¡Los MiGs se acercan a
los Mirages, que por lo visto no me escucharon! Les grito de nuevo, pero siguen volando recto y
nivelado, tengo que actuar rápidamente, cada segundo cuenta. Los egipcios se acercan a nuestros
compañeros y soy el único que se ha percatado.

Estoy solo. El radio está saturado con tantos gritos. No estoy seguro de que Yari me haya
escuchado, y si lo hizo, no sé si ya los vio. Estoy solo, todo depende de mí y del armamento de mi
avión. En aquellos lejanos días, volábamos con dos misiles del primer modelo hecho en Israel, el
Shafrir MK I. Un pequeño misil verde, super secreto. Tan secreto que cuando se les montaba en los
aviones en alerta, se cubrían con madera pintada de gris, camuflados como tanques externos de
combustible, para que ningún extraño viera nuestra asombrosa nueva arma. El misil nunca había
sido probado en combate, pero teníamos grandes esperanzas sobre esta maravilla del futuro. Y yo
traía dos de ellos, uno bajo cada una de mis alas.
-3-

Estoy trepando con postcombustión al máximo, vigilo mi velocidad y busco la mejor posición para
lanzar mis misiles. El Shafrir Mk I es un misil de primera generación y necesita condiciones
óptimas. Tiene que ser disparado justo detrás del blanco a una distancia de 1,000 a 1,500 metros,
dependiendo de la altitud, velocidad y tasa de acercamiento. Nuestros Mirages vuelan recto, los
MiGs se les acercan por detrás. Cierro con rapidez, reduciendo la distancia sobre el MiG de la
extrema izquierda. Ajusto mis miras en él, escucho un zumbido y veo una luz azul en mis
instrumentos –indicando que el misil está detectando calor proveniente del motor de mi blanco-
¿el ángulo es el correcto? No lo suficiente ¡corrígelo, rápido! ¿distancia? Exactamente la ideal.
¿Detección? Perfecta: un zumbido fuerte y continuo.

¡Fuego! –¡¡FFFFFFUUUOOOOSSSSHHHHH!! Misil del lado derecho en camino. Se retuerce y se


desploma hacia el suelo…

Cambio el interruptor al otro misil. ¡Fuego! ¡FFFFUUUUOOOOSSSHHH!! El misil se desprende de mi


ala izquierda, gira al mismo lado y desaparece en el cielo azul. Nuestra soberbia arma ultrasecreta
se ha ido. Me quedan solo mis cañones, pero perdí la ventaja de la sorpresa. El MiG me vio y
rompe hacia abajo conmigo detrás, me mantengo en su giro, reduzco distancia, pero el egipcio no
contraataca, sino que trata de evadirme, no hace lo que se esperaría de un piloto de caza.
Simplemente baja la nariz en un amplio giro hacia Egipto, desciende casi a nivel de suelo y huye.
Seguramente es un piloto joven como yo, asustado –igual que yo- y con un estrés aún mayor que
el mío, porque trae un temible Mirage en la cola.

Él acelera sobre las dunas al norte del Sinaí, conmigo pisándole los talones. Vuela en un curso
nivelado, con la sombra de su avión oscilando arriba y abajo sobre la arena del desierto.

Intento atacar desde su popa, pero la turbulencia de su estela casi me hace perder el control.
Cuando se vuela así -directamente detrás de otro avión- tienes que acercarte desde abajo, debajo
de su estela, pero él está volando demasiado bajo y no me deja espacio para intentarlo.

Lo intento de nuevo, ahora desde arriba. Lo centro en mis miras, compenso su velocidad, ajusto la
distancia… y disparo mis cañones ¡Impacto! Surge humo blanco de la raíz de su ala derecha. El MiG
se eleva y casi se detiene en el aire. Yo casi lo rebaso. Maldición, debo mantenerme detrás. Jalo
con fuerza sobre él, cierro el postquemador, doy vuelta y me preparo para rematarlo en una
segunda pasada. ¿pero qué sucede? Otro Mirage plateado llega apresuradamente detrás de mi
“Veintiuno”… dispara… y el MiG explota. El piloto se eyecta.

¡Yari! ¿qué hiciste? Me robó mi presa ya herida, la reventó y ahora el MiG derribado se le
acreditará a él, porque cuando dos pilotos le disparan al mismo avión, la victoria se acredita al que
disparó al último.

0–0–0–0–0-0

Y luego, ordenaron cambiar la regla.


-4-

Guerra de Yom Kippur-octubre de 1973-. El Escuadrón de Mirage del norte está combatiendo
sobre los Altos del Golán. Es una lucha sangrienta, de perros. El Golán es pequeño, abarrotado.
Grandes ejércitos se enfrentan. Aviones enemigos -la mayoría Sukhois- tratan de colarse y atacar a
nuestras tropas, algunas veces lo logran. La misión de nuestro Escuadrón es evitarlo.

El combate se ha vuelto sofisticado. Las armas enemigas han mejorado. Nuestra principal amenaza
es el misil antiaéreo SAM-6, pequeño y feroz. Ligero, rápido, casi invisible, efectivo contra blancos
en vuelo bajo, es operado desde vehículos portamisiles a oruga. El SAM-6 ha transformado el
combate aéreo, ahora debe realizarse pegado el suelo. Quien se eleve, sufrirá las consecuencias.
Quien se desconcentre por un instante, lo pagará caro. Quien ignore dónde se encuentra
exactamente nuestra línea frontal, también.

Aquel que caiga en la tentación de acercarse a MiGs volando a gran altura, quizá no viva para
contarlo. Los rusos le enseñaron a los sirios y estos aprendieron muy bien: nos ofrecen carnadas
tentadoras y preparan emboscadas, y nuestros pilotos caen en ellas. En esta batalla, el piloto que
sobrevive es aquel que está alerta, tranquilo y cuidadoso, que conoce la topografía de memoria,
los límites del área bajo nuestro control, y sobre todo, que sabe dónde comienza la línea defensiva
de los misiles enemigos.

En este caldero de fuego hirviente, salimos de cacería. Voy de líder y Elisha Freedman es mi
número Dos. Es un buen amigo mío y piloto veterano, fuimos compañeros en el Curso de
Aviación2, como cadetes del aire. Patrullamos la pequeña franja entre el monte Jermón3 al norte y
Tel Abu-Nida en el sur. Cincuenta segundos de vuelo en una dirección, un giro a la derecha, al este,
y cincuenta segundos de regreso. Si descuidas tu atención tan solo un instante, te convertirás en
un hongo humeante sobre la ladera del Jermón, o harás un cráter sobre la superficie rocosa de Tel
Abu-Nida. Si te atreves a relajar tan solo un poco tu estado de alerta total, podrías desintegrarte
en el aire, ayudado por un SAM-6. Volamos bajo, muy bajo, tanto como podemos. De modo que
chocar accidentalmente contra el suelo es un peligro muy real.

Buscamos aviones enemigos. Nuestros ojos están abiertos al máximo. A la dificultad del vuelo
extremadamente bajo, se añade tener que proteger la cola del compañero y encima, rastrear los
cielos. Un controlador de radar nos ayuda hasta cierto punto, pero no siempre alcanza a ver,
tampoco sabe quién es enemigo y quién no. Así que básicamente estamos solos.

Izquierda, un giro ajustado hacia el norte. El Jermón se agranda rápidamente. 500 nudos -950
kilómetros por hora- 16 kilómetros por minuto. Un poco más y a la derecha, a Tel. Seguimos bajo,
buscando. Giramos de nuevo, a la izquierda. ¿Elisha? Está a mi derecha. Muy bien. ¿el horizonte al
este? Despejado. Un agudo giro de regreso al sur. Mi cabeza se aplasta entre mis hombros, mi
traje a presión se infla y presiona fuerte en mi estómago. Izquierda, al norte. Todos los
interruptores de armamento están “calientes”, cañones cargados y listos, y los dos misiles Shafrir
Mk II bajo la punta de las alas, emiten su acostumbrado chirrido.

El controlador nos habla. Informe periódico: “Revisen combustible”.


-5-

-“Roger”4.

Nos da información sobre otras formaciones en nuestra área, Skyhawks atacando, Mirages
defendiendo, para que no vayamos a atacarlos por error.

Derecha, al sur, cincuenta segundos –izquierda, al norte. Nos apresuramos, patrullamos, tensos
como resortes. Mano derecha en el bastón, mano izquierda en el acelerador, mi espalda apenas
toca el asiento.

-¡“ ‘Sheriff’ dentro de tu giro, dos Sukhois, dirección oeste”!

Casi al mismo tiempo que escucho al controlador, los veo. Lanzamos nuestros tanques de
combustible externo, en un instante calculamos cuanta turbosina5 nos queda, giramos
apretadamente hacia ellos. Nariz directa al objetivo, cerramos distancia. El misil lo “engancha”,
lanzamiento, impacto y explosión. Y el enemigo se estrella contra el suelo en una bola de fuego.

Silencio. La batalla ha terminado. El sudor se secó, mi respiración se calma, mi pulso se estabiliza.


Vamos de regreso a casa.

-“ ´Sheriff´, reporte resultados”.


-6-

“Roger, ‘Sheriff Uno’ un Sukhoi derribado”. Un frío reporte, la voz suena como en una llamada de
negocios.

-“Uno, aquí Dos. ¡Yo fui quien lo derribó!” Es Elisha. ¿Qué quiere? ¿Qué demonios murmura? ¡Yo
encontré al Sukhoi, disparé el misil, el avión explotó, el derribo es mío! ¡hay una filmación de la
cámara de mira, no debe haber nada qué alegar! Quizá si él hubiera reventado otro avión, pero es
imposible, porque vi de cerca cuando lancé mi Shafrir y le pegó al Sukhoi.

Es de noche, afuera está oscuro. Ha terminado otro día de combate. Todo el escuadrón está en la
Sala de juntas, para el debriefing6 diario y la evaluación de películas. Vemos mi filmación: se ve el
Sukhoi, un pequeño punto en el centro de la imagen, las miras están sobre él, un misil lo sigue,
directo al blanco. Es un buen misil el Shafrir II, se hace cada vez más pequeño hasta que solo se ve
el humo de su motor. Desaparece, el motor se apaga. Una imagen más, luego otra y ¡una
explosión! El pequeño punto que fue un Sukhoi enemigo, se convierte en un hongo de fuego y
humo, el misil, como un hacha, lo destrozó en mil pedazos.

Un derribo más para el maravilloso Shafrir Mk II, otra Victoria para el Escuadrón, y mi sexto avión
enemigo derribado.

Y ahora, la película de Elisha. Veamos. Su argumento como sea, se acabó. Todos vieron que el
Sukhoi es mío. ¿Qué es eso? Hay algo, un pequeño punto negro en sus miras, un Sukhoi dentro
del rango de misil. Un Shafrir es lanzado y comienza la persecución, se engancha, navega bien, se
ajusta a sí mismo, fijo sobre su blanco. ¡Alto! Detienen la película. Van a revisar cuadro por cuadro.
Sí, ahí está el blanco y un misil que se acerca. Siguiente cuadro, el Shafrir está aún más cerca.
Siguiente ¿qué es eso? Otro misil aparece por la derecha ¿Será el mío? Elisha estaba a mi izquierda
cuando atacamos. Siguiente cuadro, el misil de Elisha casi da en el blanco y el mío también está
muy cerca, a la derecha. Qué tensión. Cada cuadro dura un dieciseisavo de segundo. Siguiente
imagen: el proyectil de Elisha impacta y el Sukhoi empieza a explotar, mi misil está muy cerca. Un
cuadro más, el mío casi toca el blanco y en el siguiente, lo alcanza.

Pero el Sukhoi se le acredita a Elisha porque su Shafrir pegó primero –tres cieciseisavos de
segundo antes que el mío-.

Traducción: Mayor de Caballería (Retirado) Luis Espino Alcaraz.

Ejército Mexicano.
-7-

NOTAS DEL TRADUCTOR:

1. Los pilotos usan como referencia las horas del día en una carátula imaginaria de reloj, para
indicar direcciones. Así, “las doce en punto” es al frente, “las seis en punto” o “la hora seis”
es exactamente detrás, las “tres en punto” es a la derecha y así sucesivamente.
2. En la Academia de Vuelo de la Fuerza Aérea de Israel.
3. Jermón o Hermón. Cadena montañosa que sirve como frontera natural entre Israel, Líbano
y Siria, en la zona de los Altos del Golán. Es la montaña más alta de Israel.
4. Roger. En el código de comunicación aéreo, tanto militar como civil, significa “enterado” o
“recibido”.
5. Turbosina. Jetfuel o Avtur, también conocido por sus siglas en inglés como ATF (Aviation
Turbine Fuel) Combustible utilizado en aeronaves impulsadas por motores de turbina
(turbohélices, turborreactores).
6. Debriefing. Junta o reporte realizado al concluir una operación militar, donde se analizan
los resultados obtenidos.
-8-

ILUSTRACIONES:

Guerra de los Seis Días. 1967. Frente del Sinaí.


-9-

Dassault MD.454 Mystère IV. Fuerza Aérea de Israel. Guerra de los Seis Días. 1967.

Mikoyan-Gurevich MiG-21 “Fishbed” Fuerza Aérea de Egipto. Guerra de los Seis Días. 1967.

Pod de cañones gemelos DEFA 552 calibre 30 milímetros para Mirage III.
-10-

Guerra de Yom Kippur. 1973. Frente de los Altos del Golán.

Sukhoi Su-7 “Fitter” Fuerza Aérea Siria. Guerra de Yom Kippur. 1973.
-11-

Douglas A-4 “Skyhawk”. Fuerza Aérea de Israel. Guerra de Yom Kippur. 1973.

Vehículo lanzamisiles SAM-6 “Gainful”. Ejército Sirio. Guerra de Yom Kippur. 1973.

También podría gustarte