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Existen ideas tan simples y obvias que por eso son ignoradas. Un caso de
estos es el sistema de precios en un mercado libre, algo tan engañosamente
natural y sencillo que se pasa por alto con la mayor facilidad. La idea (8) de
los Friedman hace recordar el funcionamiento del sistema de precios y
hacerlo de tal manera que ahora es fácil entenderlo, pero sobre todo,
comprender lo que puede suceder cuando se propone que el Estado entre a
remediar las fallas del mercado.
Entran aquí los autores ya con el tema. Es el sistema de precios el que hace
posible esa colaboración entre las personas, sin requerir que se conozcan, ni
que se hablen; es un sistema que no tiene control central. El sistema de
precios hace posible la cooperación de personas que compran y venden sin
saber ni importarles dónde fue fabricado un lápiz, ni si el que cortó la
madera es negro, blanco, chino, chileno, hombre o mujer.
El chispazo genial de la idea de Smith, dicen los autores, fue entender que
los precios que surgen de los acuerdos entre vendedores y compradores, en
un mercado libre, coordinarán las acciones de millones de personas, cada
una de ellas ocupada con sus propios asuntos y de tal manera que todos
ganarían.
En realidad, ese sistema de precios funciona tan bien que no nos damos
cuenta de que está trabajando, hasta que alguien impide su funcionamiento
y surgen problemas, con la desventaja de no darnos cuenta de que esos
problemas vienen del no haber permitido funcionar al sistema de precios.
Sufrimos problemas, pero no sabemos su causa.
Más tarde, los autores trazan su plan para tratar el tema. Dicen que los
precios realizan tres funciones cuando coordinan a la actividad económica.
Los precios transmiten información; los precios crean un incentivo para
8
Friedman, Milton, Friedman, Rose D. (1990). FREE TO CHOOSE: A PERSONAL STATEMENT.
San Diego. Harcourt Brace Jovanovich. 0156334607, chapter 1 The power of the market, pp 13-24.
Originalmente publicado en 1980 y un clásico de su tópico.
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adoptar los métodos más eficientes para el uso de los recursos,
asignándolos a los usos de más valor; y los precios determinan la
distribución del ingreso. Todas esas funciones están interrelacionadas y son
vistas por los autores en secciones separadas.
TRANSMISIÓN DE INFORMACIÓN
Por cualquier razón se eleva la demanda de lápices; las tiendas venden más
lápices y ordenan más a sus proveedores; los proveedores orden más a los
fabricantes; los fabricantes ordenan más madera, grafito y demás artículos
necesarios para fabricarlos. Para obtener esos insumos, los fabricantes
ofrecen precios más altos por ellos; esos precios mayores inducen a los
proveedores a usar más recursos para atender la mayor demanda, por
ejemplo, emplearán a más trabajadores.
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La conclusión es clara. Todo aquello que impide que los precios transmitan
―sin censura‖ las condiciones de la oferta y de la demanda en el mercado
está interfiriendo con la transmisión de información exacta y real. Es decir,
los precios pueden seguir existiendo, pero la información que esos precios
artificialmente alterados contienen es falsa o distorsionada.
CREACIÓN DE INCENTIVOS
Esta es una característica que los autores califican de ―belleza‖ del sistema
de precios libres: los precios trasmiten información, pero al mismo tiempo
contienen un incentivo para actuar, para reaccionar a esa información y los
modos de hacerlo.
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incentivar la formación de más empresas madereras, la mayor venta de
herramientas para cortar, la contratación de más personal, la mayor oferta
de camiones de transporte de madera. Todas estas reacciones ante una
realidad se ven alteradas severamente si se interfiere con los precios.
Los precios contienen información valiosa sobre cómo usar los recursos pero
también sobre cómo usar el propio trabajo personal. La conclusión anterior
se hace aún más importante cuando se entiende que los precios llevan
información y que las personas actúan usando como base de sus decisiones
esa información. Es obvio que si la información que llevan es distorsionada,
las decisiones tomadas serán erróneas y causarán daño.
DISTRIBUCIÓN DE INGRESO
Esta es la tercera de las funciones que los Friedman asigna a los precios.
Inician con una afirmación simple: el ingreso que cada persona obtiene de
un mercado es la diferencia entre lo que recibe y lo que paga. Entre el
monto que recibe por la venta de lo que ofrece y el monto del costo en el
que incurre para producir eso que vende.
Hablar de los ingresos de una corporación es una figura del lenguaje, pues
la empresa es un intermediario entre sus propietarios y los recursos
empleados que no son de ellos. La realidad es que sólo las personas tienen
ingresos y esos ingresos vienen, por medio del mercado, de los recursos
que cada persona posee, Esos recursos pueden ser la capacidad de trabajo,
bienes raíces, acciones y demás.
Añaden los autores, haciendo referencia a su país, los Estados Unidos, que
el mayor recurso es la capacidad productiva personal. Este capital humano
recibe unas dos terceras partes de todos los ingresos de esa economía; es
decir, sueldos e ingresos que reciben empleados y trabajadores.
Existe también el capital físico. Está formado por fábricas, minas, edificios,
centros comerciales, casas, aviones, refrigeradores, presas y una cantidad
infinita de recursos similares. Sin la acumulación de ese capital físico el
progreso económico no hubiera sido posible; sin el mantenimiento dado a
ese capital lo logrado en una generación hubiera desparecido en la
siguiente.
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ENTRAN AHORA los autores a señalar que los recursos de los que cada
persona es propietario es en parte el resultado de factores aleatorios
(chance) y en parte el resultado de decisiones propias y ajenas. Ese chance
determina los genes de la persona, su familia y atributos corporales y
mentales; incluso puede ser de ayuda o de estorbo para el desarrollo de los
recursos con los que iniciamos la vida.
Los compradores deciden los precios de los recursos que les ofrece cada
persona, pero ese precio también depende de las decisiones de quienes
ofrecen sus recursos. Decisiones como las del modo de uso de los recursos
que poseemos, la selección que hacemos de quién los ofrecemos y muchas
más.
El intento, por lo visto antes, carece de lógica. No puede entenderse que los
precios lleven información, que originen acciones y que eso no tenga una
consecuencia en el ingreso personal. En otras palabras, si no hay
consecuencias de ingreso en las decisiones de trabajar mucho o poco,
sencillamente desaparece la razón por la que se trabaja mucho. Si no hay
consecuencias diferenciales entre ahorrar y gastar, se borra la causa por la
que no conviene dilapidar el ingreso personal
Los Friedman, en esta obra clásica de nuestros tiempos, dejan una idea
clara. El sistema de precios, dentro de un mercado libre, funciona tan bien
que no tenemos plena conciencia de su marcha. Peor aún, si se interfiere
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con ese sistema libre de precios, surgen problemas que nos abruman
porque desconocemos que su causa es esa interferencia con los precios.
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