Está en la página 1de 6

8.

Un sistema tan bueno que pocos perciben


8
Milton Friedman y Rose D. Friedman

Existen ideas tan simples y obvias que por eso son ignoradas. Un caso de
estos es el sistema de precios en un mercado libre, algo tan engañosamente
natural y sencillo que se pasa por alto con la mayor facilidad. La idea (8) de
los Friedman hace recordar el funcionamiento del sistema de precios y
hacerlo de tal manera que ahora es fácil entenderlo, pero sobre todo,
comprender lo que puede suceder cuando se propone que el Estado entre a
remediar las fallas del mercado.

DA INICIO CON una referencia a Adam Smith: es embaucadoramente


sencillo lo que ese autor ha dicho cuando afirmó que si un intercambio entre
dos personas es voluntario, se llevará a cabo solamente si ambas partes
resulten beneficiadas. Cuando se ignora esta realidad se crean falacias
económicas que presuponen que lo que uno gana el otro lo pierde.

Eso puede comprenderse si se imagina un intercambio sencillo entre dos


personas que se ven cara a cara, pero no es así de sencillo cuando se
intenta imaginar cómo es posible que personas repartidas en todo el mundo
se beneficien de ese beneficio mutuo, cooperando entre ellas para lograr
sus personales objetivos.

Entran aquí los autores ya con el tema. Es el sistema de precios el que hace
posible esa colaboración entre las personas, sin requerir que se conozcan, ni
que se hablen; es un sistema que no tiene control central. El sistema de
precios hace posible la cooperación de personas que compran y venden sin
saber ni importarles dónde fue fabricado un lápiz, ni si el que cortó la
madera es negro, blanco, chino, chileno, hombre o mujer.

El chispazo genial de la idea de Smith, dicen los autores, fue entender que
los precios que surgen de los acuerdos entre vendedores y compradores, en
un mercado libre, coordinarán las acciones de millones de personas, cada
una de ellas ocupada con sus propios asuntos y de tal manera que todos
ganarían.

En realidad, ese sistema de precios funciona tan bien que no nos damos
cuenta de que está trabajando, hasta que alguien impide su funcionamiento
y surgen problemas, con la desventaja de no darnos cuenta de que esos
problemas vienen del no haber permitido funcionar al sistema de precios.
Sufrimos problemas, pero no sabemos su causa.

Más tarde, los autores trazan su plan para tratar el tema. Dicen que los
precios realizan tres funciones cuando coordinan a la actividad económica.
Los precios transmiten información; los precios crean un incentivo para
8
Friedman, Milton, Friedman, Rose D. (1990). FREE TO CHOOSE: A PERSONAL STATEMENT.
San Diego. Harcourt Brace Jovanovich. 0156334607, chapter 1 The power of the market, pp 13-24.
Originalmente publicado en 1980 y un clásico de su tópico.

42
adoptar los métodos más eficientes para el uso de los recursos,
asignándolos a los usos de más valor; y los precios determinan la
distribución del ingreso. Todas esas funciones están interrelacionadas y son
vistas por los autores en secciones separadas.

TRANSMISIÓN DE INFORMACIÓN

Los autores acuden a un ejemplo sencillo para explicar esta función.

Por cualquier razón se eleva la demanda de lápices; las tiendas venden más
lápices y ordenan más a sus proveedores; los proveedores orden más a los
fabricantes; los fabricantes ordenan más madera, grafito y demás artículos
necesarios para fabricarlos. Para obtener esos insumos, los fabricantes
ofrecen precios más altos por ellos; esos precios mayores inducen a los
proveedores a usar más recursos para atender la mayor demanda, por
ejemplo, emplearán a más trabajadores.

Esa es la manera en la que se esparce cada vez más ampliamente la


información a todos sobre la existencia de una mayor demanda de lápices, o
mejor dicho, del producto que fabrican, por razones que pueden no conocer
o no necesitar conocer.

La información es transmitida en forma de precios, es información vital y


sólo llega a las personas que necesitan saberlo. Si la demanda de lápices es
debida a la apertura de más escuelas o a la apertura de más oficinas de
gobierno, eso no importa.

Incluso el proveedor de madera no requiere saber que la mayor demanda


de su producto se debe a la demanda mayor de lápices. Lo que se requiere
saber es que el precio ha subido y que ese precio mayor se mantendrá el
tiempo suficiente como ser de beneficio el satisfacer la demanda.

En esto puede surgir un problema, el de la saturación de información, que


es de tal cantidad que puede colmar a las personas. Pero por diseño, el
sistema de precios resuelve esto.

Quien necesita información busca precios, pues le conviene, haciendo caso


omiso de lo que no le interesa saber. El fabricante de lápices va a buscar
información sobre precios de madera, pero no sobre los precios del salmón.
Además, los sistemas modernos de información facilitan la distribución de
esa información en medios especializados de comunicación.

LA CUESTIÓN VA más allá. Los precios llevan información en sí mismos a


los últimos compradores, a los detallistas, a los mayoristas, a los
fabricantes; pero también trasmiten información en el otro sentido.

Si, por ejemplo, varios incendios redujeran la disponibilidad de la madera,


eso sería un mensaje al fabricante de lápices para que usara ese recurso
con mayor eficiencia, quizá incluso teniendo que vender los lápices a mayor
precio y ajustar la producción para un volumen menor. Ese mayor precio es
igualmente un mensaje para el comprador, mandando otro mensaje muy
claro: debe usar los lápices con más cuidado.

43
La conclusión es clara. Todo aquello que impide que los precios transmitan
―sin censura‖ las condiciones de la oferta y de la demanda en el mercado
está interfiriendo con la transmisión de información exacta y real. Es decir,
los precios pueden seguir existiendo, pero la información que esos precios
artificialmente alterados contienen es falsa o distorsionada.

La afectación del sistema de precios puede ser realizada por monopolios o


cárteles, pero también con otras medidas tomadas por los gobiernos como
impuestos a la importación y restricciones al libre comercio, por fijación de
precios, regulación de industrias, políticas monetarias que causen inflación y
otros muchos más. La inflación errática, por ejemplo, produce ―estática‖ en
la comunicación de los precios; si la madera sube de precio, sus
productores ignorarán si eso se debe inflación o a una elevación de la
demanda.

CREACIÓN DE INCENTIVOS

Transmitir información no tiene sentido si esa información no produce


decisiones de acción por parte de quien la recibe.

Esta es una característica que los autores califican de ―belleza‖ del sistema
de precios libres: los precios trasmiten información, pero al mismo tiempo
contienen un incentivo para actuar, para reaccionar a esa información y los
modos de hacerlo.

El ingreso del productor es la diferencia entre lo que recibe por vender su


producto y lo que sale de su bolsillo para pagar lo que necesita para
producirlo. Él maneja esos ingresos y gastos de forma que produce la
cantidad máxima posible hasta el punto en el que vender más tendría un
costo igual al de su venta. Cuando los precios cambian, él también cambia
esa decisión.

Cuanto más se produce más cuesta hacerlo. Si él produce madera y decide


producir más tendría que recurrir a lugares menos accesibles, a mano de
obra menos calificada o pagar más a obreros calificados. Pero si los precios
se elevan, eso le permitirá aceptar costos más altos. Y viceversa, desde
luego.

La información que contienen los precios también conlleva incentivos para


producir con más eficiencia el artículo. El fabricante de madera, por
ejemplo, buscará formas más eficientes de cortarla si se presenta una
reducción en su precio, es decir, en sus ingresos; la nueva manera de
cortarla estará dirigida a reducir ese costo. Si un tipo de madera eleva su
precio, el fabricante de lápices buscará el posible uso de otro tipo de
madera. Si los carburantes suben de precio, se dará un incentivo para
elevar la eficiencia de, por ejemplo, automóviles y otros medios de
transporte. Las conexiones en el mercado son infinitas.

Si sube el precio de la madera, los leñadores y trabajadores de esa industria


elevarán sus ingresos. Esa elevación es un mensaje muy claro: la madera
ha elevado el valor que se le da. Esa información es invaluable. Puede

44
incentivar la formación de más empresas madereras, la mayor venta de
herramientas para cortar, la contratación de más personal, la mayor oferta
de camiones de transporte de madera. Todas estas reacciones ante una
realidad se ven alteradas severamente si se interfiere con los precios.

Los precios contienen información valiosa sobre cómo usar los recursos pero
también sobre cómo usar el propio trabajo personal. La conclusión anterior
se hace aún más importante cuando se entiende que los precios llevan
información y que las personas actúan usando como base de sus decisiones
esa información. Es obvio que si la información que llevan es distorsionada,
las decisiones tomadas serán erróneas y causarán daño.

DISTRIBUCIÓN DE INGRESO

Esta es la tercera de las funciones que los Friedman asigna a los precios.
Inician con una afirmación simple: el ingreso que cada persona obtiene de
un mercado es la diferencia entre lo que recibe y lo que paga. Entre el
monto que recibe por la venta de lo que ofrece y el monto del costo en el
que incurre para producir eso que vende.

Lo que se recibe viene principalmente de los pagos que se hacen a los


recursos que posee cada persona, como por ejemplo, trabajo personal o un
edificio de su propiedad. Entre esos recursos que se poseen puede estar la
habilidad administrativa para organizar y coordinar el empleo de recursos.
La existencia de la empresa no altera esto.

Hablar de los ingresos de una corporación es una figura del lenguaje, pues
la empresa es un intermediario entre sus propietarios y los recursos
empleados que no son de ellos. La realidad es que sólo las personas tienen
ingresos y esos ingresos vienen, por medio del mercado, de los recursos
que cada persona posee, Esos recursos pueden ser la capacidad de trabajo,
bienes raíces, acciones y demás.

Añaden los autores, haciendo referencia a su país, los Estados Unidos, que
el mayor recurso es la capacidad productiva personal. Este capital humano
recibe unas dos terceras partes de todos los ingresos de esa economía; es
decir, sueldos e ingresos que reciben empleados y trabajadores.

Existe también el capital físico. Está formado por fábricas, minas, edificios,
centros comerciales, casas, aviones, refrigeradores, presas y una cantidad
infinita de recursos similares. Sin la acumulación de ese capital físico el
progreso económico no hubiera sido posible; sin el mantenimiento dado a
ese capital lo logrado en una generación hubiera desparecido en la
siguiente.

Obviamente la acumulación de capital humano ha jugado un papel esencial,


elevando el conocimiento y las habilidades de las personas, su salud y
longevidad. Ambos capitales se refuerzas mutuamente, deben ser cuidados
y reemplazados, lo que es más difícil y costoso para el capital humano. Esta
es la razón por la que los ingresos del capital humano se han elevado
mucho más rápidamente que los del capital físico.

45
ENTRAN AHORA los autores a señalar que los recursos de los que cada
persona es propietario es en parte el resultado de factores aleatorios
(chance) y en parte el resultado de decisiones propias y ajenas. Ese chance
determina los genes de la persona, su familia y atributos corporales y
mentales; incluso puede ser de ayuda o de estorbo para el desarrollo de los
recursos con los que iniciamos la vida.

Pero también las decisiones personales tienen efectos sobre nosotros.


Decisiones sobre trabajar mucho o no hacerlo, sobre si hacer algo o no,
sobre si ahorrar o gastar. Son decisiones que hacemos nosotros y las
personas que nos rodean. Igualmente, el precio que en el mercado se da a
los recursos que cada quien posee es el resultados de decisiones personales
y de ese chance. La privilegiada voz de un cantante puede tener un alto
precio en cierto país, pero no en otro; la gran habilidad para cazar fue más
valorada en siglos pasados que en la actualidad.

Los compradores deciden los precios de los recursos que les ofrece cada
persona, pero ese precio también depende de las decisiones de quienes
ofrecen sus recursos. Decisiones como las del modo de uso de los recursos
que poseemos, la selección que hacemos de quién los ofrecemos y muchas
más.

No importa el tipo de sociedad ni cómo esté ella organizada, siempre


existirá en ella descontento sobre la distribución de los ingresos de las
personas. Es humano el no aceptar con facilidad que otros tienen ingresos
mayores que los nuestros a pesar de parecer con menos méritos que
nosotros. Si se vive en una sociedad autoritaria culpamos al sistema; si se
vive en una sociedad libre, se culpa al mercado.

LAS QUEJAS SOBRE la distribución del ingreso han generado el intento de


separar las tres funciones del sistema de precios. Las funciones de
transmisión de información y de creación de incentivos han querido ser
separadas de la función de distribución de ingreso. El objetivo es modificar
la distribución que logra el sistema libre de precios por una forma de
distribución diferente.

El intento, por lo visto antes, carece de lógica. No puede entenderse que los
precios lleven información, que originen acciones y que eso no tenga una
consecuencia en el ingreso personal. En otras palabras, si no hay
consecuencias de ingreso en las decisiones de trabajar mucho o poco,
sencillamente desaparece la razón por la que se trabaja mucho. Si no hay
consecuencias diferenciales entre ahorrar y gastar, se borra la causa por la
que no conviene dilapidar el ingreso personal

Si se desea quitar la tercera función de los precios, la distribución del


ingreso, la única opción posible sería la de una autoridad que centralmente
decidiera lo que se debe producir y en qué volúmenes, quién barrería las
calles y quién administraría las empresas.

Los Friedman, en esta obra clásica de nuestros tiempos, dejan una idea
clara. El sistema de precios, dentro de un mercado libre, funciona tan bien
que no tenemos plena conciencia de su marcha. Peor aún, si se interfiere

46
con ese sistema libre de precios, surgen problemas que nos abruman
porque desconocemos que su causa es esa interferencia con los precios.

Las tres funciones de los precios, además, permiten entender el


funcionamiento de ese sistema invisible para muchos y comprender que, al
final, los intentos para remediar la pobreza no pueden estar basados en
alterar esas funciones pues los resultados de la interferencia son peores que
la situación que se intenta resolver. Sin embargo, en esas funciones existen
claves vitales para resolver la pobreza con intentos serios y seguros.

47

También podría gustarte