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Apuntes Derecho Penal 3 PUCV 2018.

Luis Rodríguez / Guillermo Oliver / Jaime Vera / Andrea Pinto 1

DELITOS CULPOSOS CONTRA LA VIDA Y LA SALUD

1. SOBRE LOS DELITOS CULPOSOS EN GENERAL

En el sistema penal una de las clasificaciones fundamentales es la que distingue entre


delitos dolosos y delitos culposos. Delitos culposos son aquellos en que se verifica un
resultado dañoso, producto de la falta de cuidado en que ha incurrido el sujeto activo al
ejecutar una conducta. En ellos se ejecuta una conducta que en sí no es típica, pero a la que no
se imprime toda la dirección de que se era capaz, a fin de evitar resultados lesivos para bienes
jurídicamente protegidos.
Según el parecer mayoritario, la diferencia fundamental entre una figura dolosa y otra
culposa radica en que en esta última el autor no ha aceptado la lesión del bien jurídico. Sin
embargo, pese a esta falta de aceptación, el daño igualmente se ha producido, como resultado
del descuido ya mencionado.
El castigo para de los delitos culposos, que nuestro Código denomina cuasidelitos,
tiene por objeto motivar a los individuos para que en sus actuaciones empleen todo el cuidado
que sea necesario para no lesionar bienes jurídicos de los otros miembros del cuerpo social. De
ahí, en consecuencia, que el núcleo del tipo en esta clase de delitos consiste en una divergencia
entre la acción realizada y la que debería haber sido ejecutada, en virtud del deber de cuidado
que era necesario observar. Tal divergencia puede materializarse en la realización de una
conducta en vez de otra; o de una misma conducta, pero en condiciones menos riesgosas.
Sabemos que puede existir culpa con o sin representación (que la doctrina denomina
culpa consciente y culpa inconsciente, respectivamente). En el primer caso, el autor ha creído
equivocadamente que es capaz de evitar el resultado dañoso. En el segundo, el sujeto ni
siquiera percibe la posible realización del hecho típico. En ambos supuestos, sin embargo, la
ocurrencia del evento dañoso debe ser previsible, pues de lo contrario no puede decirse que ha
existido falta de cuidado. Examinemos el siguiente cuadro:

¿El resultado es ¿El resultado fue


¿El resultado fue aceptado?
previsible? previsto?

Dolo eventual SI SI Fue aceptado como probable

Culpa consciente SI SI Fue rechazado

Culpa inconsciente SI NO Ni siquiera se lo pudo representar

Caso fortuito NO NO Ni siquiera se lo pudo representar


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El deber de cuidado es objetivo, porque (para los efectos de la tipicidad) no interesa


cuál es el cuidado que en el caso concreto podía aplicar el autor (aunque obviamente podrá
interesar este tema en materia de culpabilidad), sino el que habría podido emplear el hombre
común. Es además normativo, porque hay que “valorar” los hechos conforme a la conducta
que un hombre razonable y prudente habría ejecutado. En apoyo a esta labor de valoración
pueden utilizarse los reglamentos que regulan ciertas actividades como el tránsito o la práctica
de deportes, o la lex artis de la profesión de que se trate.
Los delitos culposos exigen siempre un resultado. Por lo mismo, será necesario que
exista una relación de causalidad entre la conducta que expresa la falta al deber de cuidado (el
antecedente) y el resultado (la consecuencia).

2. SISTEMAS DE PUNICIÓN DE LOS DELITOS CULPOSOS

Para castigar los delitos culposos existen varios sistemas, que en general se agrupan
bajo las siguientes denominaciones:
a) Sistema de numerus clausus. En este sistema la ley indica específicamente qué conductas
incriminadas admiten comisión culposa, por lo que la regla general es que sólo se
castiguen las acciones típicas cometidas con dolo.
b) Sistema de numerus apertus. A diferencia del anterior, en este sistema la regla general es
que todos los delitos admiten en principio comisión culposa, por lo que habrá que
interpretar en cada caso si se admite una o ambas modalidades de comisión.
c) Sistema mixto. Como es obvio, se combinan los dos sistemas anteriores. Así, existen
figuras culposas específicas y, además, hay una o varias clases o categorías de delitos que
por regla general pueden ser cometidos con culpa.
El sistema chileno es mixto. En efecto, en el Código Penal existen figuras culposas
específicas, como por ejemplo los artículos 224 n° 1 (prevaricación); 234 (malversación por
apropiación), 243 inc. 2°, (quebrantamiento de sellos); 302 (evasión de detenidos); 333
(destrucción de líneas telefónicas); 495 n° 21 (delito falta de daños), etc.
Además, el título X del Libro II del Código Penal contiene tres artículos que establecen
el castigo de la comisión culposa de los crímenes o simples delitos contra las personas,
entendiéndose por tales, aquellos que se encuentran regulados dentro del Título VIII del Libro
II del Código Penal.
La regla general, sin embargo, es la impunidad de los cuasidelitos. Ello en virtud del
art. 10 n° 13 del Código Penal.

3. FORMAS DE CULPA

La doctrina suele distinguir entre la imprudencia, la negligencia, la impericia y la


infracción de reglamentos. Se les caracteriza como formas particulares de culpa, dotada cada
una de sus propias características.
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Se concibe la negligencia como una infracción al deber de cuidado producto de la falta


de actividad del sujeto. La imprudencia, en cambio, supone un actuar excesivo, un
afrontamiento del riesgo más allá de lo razonable. La impericia consiste en realizar una
determinada actividad sin contar con los conocimientos o destrezas necesarios, por lo que se
trata en realidad de una forma específica de negligencia o imprudencia.
La infracción de reglamentos es en realidad una forma compleja de negligencia o
imprudencia. En ella se precisan dos requisitos:
a) El sujeto transgrede un reglamento, ya sea en forma dolosa o culposa.
b) La referida infracción da lugar a una actuación culposa (por ejemplo, un chofer que
conduce a exceso de velocidad).
Como se ve, la distinción esencial en doctrina es entre imprudencia y negligencia. La
impericia y la infracción de reglamentos son en realidad sólo formas específicas de las dos
primeras. Pese a todo lo anterior, el Código Penal utiliza diversas expresiones para referirse a
la culpa sin distinguir técnicamente entre imprudencia y negligencia. Por ello, existe acuerdo
en que los tres delitos que analizaremos a continuación comprenden ambas formas de culpa.

4. LOS DELITOS CULPOSOS CONTRA LAS PERSONAS

Los artículos 490 y 492 contienen una remisión genérica a los crímenes y simples
delitos contra las personas, remisión que claramente también alcanza al art. 491 del CP. Sin
embargo, existe unanimidad en la doctrina para reconocer que no todos los crímenes y simples
delitos de esa clase admiten comisión culposa.
El parricidio requiere conocimiento del vínculo de parentesco, exigencia que la
doctrina también establece respecto del infanticidio. La concurrencia del vínculo de parentesco
debe estar siempre cubierta por el dolo, por lo que es obvio que no es posible la comisión con
culpa si se requiere un conocimiento del mismo.
Similar es la situación del homicidio calificado. En este caso existen dos razones para
descartar la figura culposa: 1.- Para que exista homicidio calificado el dolo debe cubrir la
calificante. 2.- Por las características propias de las calificantes, el hecho que estas concurran
supone siempre dolo directo del autor respecto del resultado (la muerte de la víctima).
En todo caso, debemos advertir que el hecho que los tres delitos anteriores no admitan
comisión culposa, no significa la impunidad del delincuente. Por el contrario, éste será
responsable como autor de homicidio simple culposo.
Tampoco admiten comisión culposa el auxilio al suicidio y los delitos contra el honor.
En el primer caso debe actuarse “con conocimiento de causa”, lo que es incompatible con la
culpa. En cuanto a los delitos contra el honor, la calumnia requiere conciencia de la falsedad
de la acusación, mientras que la injuria exige una actuación en deshonra, descrédito o
menosprecio de la víctima, comportamientos son incompatibles con un actuar culposo.
En cuanto a la castración y las mutilaciones, ambos delitos exigen malicia. Es decir
dolo directo, por lo que no son punibles a título culposo. En estos casos, sin embargo, podrá
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penarse al autor por los cuasidelitos de lesiones graves o menos graves, siempre y cuando se
cumpla con los requisitos típicos de estas últimas figuras.
Deben descartarse también los delitos relacionados con la riña y el duelo, simplemente
porque no se concibe la comisión culposa de los mismos. Por último, tampoco son punibles,
en virtud de los artículos 490 y siguientes, el aborto y las lesiones leves, ya que estas figuras
no están tratadas dentro del Título de los delitos contra las personas, sino que están dentro de
los delitos contra el orden de la familia y la moralidad pública y entre las faltas,
respectivamente.
Hechos todos estos descartes, solamente quedan los delitos de homicidio simple,
lesiones graves y menos graves. En otras palabras, la remisión aparentemente amplia del art.
490 y siguientes debemos entenderla hecha a estas tres figuras.

4.1 Conducta típica


Las fórmulas generales relativas a los delitos contra las personas no precisan cual es la
conducta que se sanciona. Utilizan fórmulas amplias como “ejecutar un hecho” (art. 490);
“causar mal” (art. 491); “ejecutar un hecho o incurrir en una omisión” (art. 492). En todos
estos casos, el tipo debe ser complementado con las conductas que mencionan las figuras
dolosas a las cuales ellos se remiten.
Ahora bien, en el caso de los delitos dolosos, la conducta que el sujeto realiza en el
mundo real puede ser fácilmente encasillada dentro del concepto jurídico que sirve de base al
tipo. Por ejemplo, la conducta real de “disparar” puede ser subsumida en el concepto jurídico
de “matar”, porque aquella posee en sí misma un disvalor de ilicitud relacionado con el bien
jurídico que se pretende tutelar. En el caso de los delitos culposos, en cambio, la conducta real
que el sujeto realiza, no admite esa especie de subsunción en el concepto jurídico utilizado por
el tipo; más aún, generalmente es una conducta lícita.
En los delitos culposos, para poder asimilar la conducta realmente ejecutada a los
términos que la ley emplea, suele utilizarse la noción de infracción al deber de cuidado ya
expuesta. Es precisamente esta falta de cuidado la que origina que, aunque el hecho no haya
sido querido por el autor, se produzca la consecuencia dañosa.

4.2 Figura del artículo 490


Este artículo exige imprudencia temeraria. Es decir, el grado máximo de culpa. Si
hacemos un paralelo con el Derecho Civil, correspondería a lo que se conoce como culpa
grave. En este caso, la temeridad se traduce, justamente, en que el autor somete el bien
jurídico a un riesgo de gran entidad, sin observar siquiera el mínimo de cuidado que la
situación aconsejaba.
En España la expresión “imprudencia temeraria” fue sustituida por la de “imprudencia
grave”, por cuanto se estimaba que la primera hacía referencia al ámbito subjetivo de la culpa
(consciente o inconsciente) cuando lo determinante para el concepto es el plano objetivo. Así,
la jurisprudencia y la doctrina están contestes en que la imprudencia será calificable como
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grave cuando conlleve la infracción grosera de normas de cuidado elementales y exigibles a


cualquier persona, incluso a la menos diligente.

4.3 Figura del artículo 491


Esta figura contempla dos hipótesis. La primera sanciona al profesional de la salud que
causa la muerte o lesiones en otra persona por “negligencia culpable”. La segunda sanciona al
dueño de un animal feroz que causa la muerte o lesiones de otra persona, como consecuencia
de haber incurrido en “descuido culpable”.
La doctrina, en general, concuerda con que el Código Penal no castiga el equivalente a
lo que en Derecho Civil llaman la culpa levísima. En otras palabras, no se castigan faltas
mínimas al deber de cuidado. Lo impide, por una parte, el principio de “extrema necesidad de
la intervención punitiva”, según el cual, el Derecho Penal no puede castigar todo lo que sea
ilícito; y, en segundo lugar, que el castigo de toda forma de culpa en el fondo importaría la
paralización de numerosas actividades que en sí mismas son riesgosas, pero necesarias para la
comunidad.
Un sector de la doctrina (por ejemplo el profesor Juan Bustos) sostiene que
“negligencia o descuido culpable” equivalen en orden de gravedad a la temeridad del art. 490.
Sostiene que en estos casos la culpa proviene del incumplimiento de un deber específico que
pesa en razón de una función (profesionales de la salud) o por una determinada situación que
está a cargo del sujeto activo (dueño del animal feroz) y que para expresar la gravedad de la
culpa del legislador simplemente no pudo utilizar de nuevo el adjetivo temerario, porque
semánticamente no cabe calificar así el incumplimiento de tales deberes, sino que se vio
forzado a emplear un adjetivo (culpable) que fuera compatible con los mismos.
Otro sector de la doctrina (por ejemplo el profesor Jaime Campos) sostiene que
“negligencia o descuido culpable” equivale a la “mera imprudencia o negligencia” (que
haciendo un paralelo con el Derecho Civil equivale a la culpa leve) a que alude el art. 492.
Esta opinión nos parece más adecuada, ya que si el grado de descuido exigido por este delito
fuese el máximo, es decir el del 490, el art. 491 sería en realidad inútil. Esto porque como el
art. 490 es de sujeto indiferente, de todos modos captaría los comportamientos incluidos en el
art. 491. Por otra parte, si los profesionales y los dueños de animales feroces del art. 491,
como se dijo, tienen un deber especial de cuidado, es lógico que se les exija más que al común
de los individuos y que se les sanciones no sólo cuando incurran en una temeridad, sino que
también cuando incurran en una falta de cuidado ordinaria.
El empleo de la expresión “en el desempeño de la profesión” excluye lo que se conoce
como imprudencia del profesional, que es aquella que se comete en el marco del ejercicio
profesional, pero que recae sobre actos no estrictamente técnicos, sino propios del actuar
común.
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4.4 Figura del artículo 492


Sanciona a quien causare la muerte o lesiones en otra persona “con infracción de
reglamentos y por mera imprudencia o negligencia”. Esto es, se sanciona una mediana falta de
cuidado, como ya se ha dicho, el equivalente en materia penal de la culpa leve civil.
No basta, en todo caso, con la simple actuación imprudente. El legislador ha exigido un
requisito adicional: la infracción reglamentaria. Desde luego, nada obsta a que dicha
infracción sea dolosa (y así ocurrirá generalmente). Por supuesto, al ser parte de la descripción
típica, la infracción de reglamentos debe cometerse al menos con culpa, ello en virtud del
principio de culpabilidad.
El reglamento puede ser cualquiera, aunque en la mayor parte de los casos lo infringido
son las normas que regulan el tránsito vehicular. Puede incluso tratarse de un reglamento que
esté contenido en un texto de jerarquía inferior a la legal. En este último caso el art. 492 asume
la condición de ley penal en blanco, pero sería perfectamente constitucional, porque la ley
“incompleta” de todos modos contendría la descripción de las conductas que se estiman
merecedoras de sanción.

5. PENALIDAD DE LOS DELITOS CULPOSOS

a) La doctrina concuerda en que las causales de justificación, las causales de


inimputabilidad y las causales de inexigibilidad que contempla el Código son
aplicables a los delitos culposos.
b) Se sostiene, en cambio, que no tienen aplicación las circunstancias agravantes, porque
todas ellas suponen, como requisito de orden subjetivo, la voluntariedad de la
actuación del sujeto, lo cual es incompatible con el comportamiento culposo. El
principio de culpabilidad requiere que todo lo que sirva para fundamentar o agravar el
castigo de una persona haya sido tomado en cuenta y aceptado por ésta al momento de
actuar, lo que explica por sí mismo la inaplicabilidad de las agravantes en esta materia.
En cuanto a las atenuantes, son aplicables, pues tienen un efecto restrictivo de la pena.
c) La participación tampoco puede operar, pues se opone a ello el principio de
convergencia intencional, claramente inaplicable a los cuasidelitos. Sí es punible el
encubrimiento, que es en realidad un delito autónomo y no una forma de participación.
Por supuesto, nada impide que un mismo delito culposo sea cometido al mismo tiempo
por varias personas, cada una de las cuales será castigada como autora en virtud de su
propia falta de cuidado.
d) Tampoco son punibles la tentativa o el delito frustrado. En las modalidades de
ejecución imperfecta el fundamento del castigo es la verificación de la intención
criminal, que no existe en los delitos culposos.
e) Las reglas sobre concursos son aplicables a los delitos culposos. Así, por ejemplo, la
comisión por una misma persona de dos o más hechos culposos, o de uno culposo y
otro doloso, da lugar al concurso real o material de delitos. También tiene cabida el
concurso ideal, como sucede en todos aquellos casos en que se configura un delito
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preterintencional. Lo que no puede tener cabida es el concurso medial, porque los


cuasidelitos son incompatibles con la exigencia de que uno de los hechos sea medio
necesario para la comisión de otro.

EJERCICIOS

1. Vamos a suponer que se acuerda sustituir el régimen chileno sobre el castigo de los
delitos culposos por un sistema numerus apertus y que te encargan que redactes el
precepto legal que debe disponer tal cosa. ¿Cómo lo redactarías?
2. Inventa dos situaciones fácticas que claramente correspondan a una actuación
imprudente.
3. Inventa dos situaciones fácticas que claramente correspondan a una actuación
negligente.
4. Inventa una situación fáctica de impericia asimilable a la idea de imprudencia.
5. Inventa una situación fáctica de impericia asimilable a la idea de negligencia
6. Examina el tipo del artículo 224 Nº 1 del Código Penal y señala qué crítica te merece la
forma en que allí se menciona la culpa.
7. Según tu opinión, las fórmulas típicas de los artículos 490 y siguientes, ¿pueden
aplicarse respecto del tipo de la figura de lesiones que contempla el artículo 398?
8. Según tu opinión, ¿qué otros delitos deberían admitir una forma de ejecución culposa?
(Por cierto, fuera de los que actualmente admiten esa posibilidad)

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