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Rev.

Ciencias Sociales 160: 119-135 / 2018 (II)


ISSN: 0482-5276

PSICOPOLÍTICA SURREALISTA: MARXISMO, PSICOANÁLISIS,


VANGUARDISMO ARTÍSTICO Y CRÍTICA DE LA PSICOLOGÍA

SURREALIST PSYCHOPOLITICS: MARXISM, PSYCHOANALYSIS,


ARTISTIC AVANT-GARDE AND CRITIQUE OF PSYCHOLOGY

David Pavón Cuellar*

RESUMEN

La psicología moderna, como especialidad científica-profesional y como saber general


popularizado y difundido en el dominio social, se basa en varios supuestos, entre ellos, la
distinción de su objeto con respecto a todo lo demás, como el cuerpo y el mundo externo.
El presente artículo mostrará cómo esta distinción y otros supuestos psicológicos fue-
ron implícita o explícitamente desafiados, en los años 20 y 30, por ciertas concepciones
de inspiración marxista y freudiana que se encuentran en las vanguardias artísticas del
surrealismo francés, la corriente poetista-surrealista checa, la antropofagia brasileña y el
surrealismo latinoamericano.

PALABRAS CLAVE: SURREALISMO * MARXISMO * PSICOANÁLISIS * PSICOLOGÍA * POLÍTICA

ABSTRACT

Modern psychology, as a scientific-professional specialty and as popularized and general


knowledge spread in the social domain, rests on several assumptions, including the
distinction of its object from everything else, including the body and the outer world. This
article will show how this distinction and other psychological assumptions were implicitly
or explicitly challenged in the 1920s and 1930s by certain conceptions of Marxist-Freudian
inspiration found in the artistic avant-gardes of French surrealism, the Czech poetic-
surrealist movement, Brazilian anthropophagy and Latin American surrealism.

KEYWORDS: SURREALISM * MARXISM * PSYCHOANALYSIS * PSYCHOLOGY * POLITICS

* Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México.


davidpavoncuellar@gmail.com
120 David Pavón Cuellar

INTRODUCCIÓN: MONISMO SURREALISTA surrealistas promulgaron la relación comple-


mentaria entre el psicoanálisis, con el que bus-
Al representarse el psiquismo, los su- caban situar “la surrealidad en un inconsciente
rrealistas abren espacios lógicos inhabituales en el que pudiera estudiarse científicamente”,
que politizan lo representado y posibilitan la y el marxismo, con el que intentaban liberar la
coexistencia del marxismo y del psicoanálisis, al
misma surrealidad del “yugo de la estructura
tiempo que desafían perspectivas más conven-
capitalista” y evitar que fuera una “quimera
cionales, más “realistas”, como las que suelen
sólo accesible a unos cuantos privilegiados”
operar en la psicología científica y académica
(Duplessis, 1950, p. 111). Este anudamiento
desde hace casi 200 años. La especialidad psi-
marxista-psicoanalítico hará que el surrea-
cológica dominante desde el siglo xix, con su
lismo coincida con el freudomarxismo que se
dualismo constitutivo que la hace distinguir su
encuentra en la misma época, entre los años
objeto de todo lo demás, no podría ni siquiera
20 y 30, con Vera Schmidt (1924), Alexandr
justificar su existencia en un discurso tan ra-
Luria (1925), Siegfried Bernfeld (1972), Wil-
dicalmente monista y antidualista como aquel
helm Reich (1934), Otto Fenichel (1934) y otros.
en el que se despliega el surrealismo. No hay
Habrá también otras importantes coincidencias
aquí lugar para la psicología con su objeto: un
políticas e intelectuales entre los surrealistas y
objeto abstracto que se distingue y se aparta de
los freudomarxistas, entre ellas, la radicalidad
una realidad con la que solo puede relacionarse
extrínsecamente al percibirla con los sentidos, en las posiciones adoptadas, las propuestas
al interpretarla mediante las facultades menta- innovadoras y generalmente incomprendidas,
les y al incidir en ella a través de las acciones el desafío de la tradición y del conservaduris-
o conductas de los sujetos. En lugar de este mo, los desencuentros con el establishment
mundo interno que se arranca y se desgarra del psicoanalítico, la oposición histórica puntual
mundo externo de la sociedad y de la historia, contra el fascismo y al nazismo, la proximidad
lo que hay es una región inconsciente, surreal, al comunismo, el frecuente espíritu crítico ante
en la que ambos mundos se funden en una to- el estalinismo y la ya mencionada insumisión
talidad artística-poética tan psíquica o mental ante la línea marcada en Partidos Comunistas
como política, social e histórica. y en la Unión Soviética. Sin embargo, mientras
La fusión interioridad-exterioridad, que que el freudomarxismo era una corriente de
no se entiende siempre de la misma forma en pensamiento más bien crítica y reflexiva que es-
los distintos exponentes del surrealismo, po- taba centrada en las regiones austro-alemana y
sibilita igualmente la compenetración entre soviética, el surrealismo fue un movimiento de
el marxismo y el freudismo (Behar, 1992). Tal vanguardia primordialmente artístico-poético y
compenetración fue decisiva para definir la creativo-expresivo que se desarrolló en especial
orientación del movimiento surrealista desde dentro del espacio cultural francés, aunque
mediados de los años 20 (Breton, 1924; Breton, también tuvo importantes antecedentes, pa-
Aragon y Fourrier, 1988). La importancia de las ralelismos, equivalentes y continuaciones en
opciones marxista y freudiana para los surrea- otros contextos, entre ellos, los de Checoslova-
listas puede apreciarse lo mismo en su tenaz quia, Brasil, Argentina, Cuba y Perú, a los que
devoción al comunismo que en su no menos se referirán más adelante.
obstinado apego al psicoanálisis a pesar de la Antes de explorar lo que se pensaba en
presión de los comunistas que seguían sumisa- la corriente poetista-surrealista checa, en la
mente la dura línea antifreudiana marcada por antropofagia brasileña y entre los surrealis-
el estalinismo (Reynaud, 2010). tas latinoamericanos, se incursionará en el
En los años 20 y 30, en el momento pensamiento prácticamente inabarcable del
mismo en que las policías intelectuales de la surrealismo francés. Este breve recorrido se de-
Unión Soviética y de los Partidos Comunistas tendrá tan solo en aquellas ideas que se refieran
decretaban el carácter mutuamente excluyente al psiquismo, que problematicen el dualismo
del freudismo y el marxismo-leninismo, los interior/exterior, que vinculen el marxismo

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con el psicoanálisis o que permitan reflexionar Quizás el único límite de Breton es que reduce
críticamente sobre la psicología y su campo de la fusión a una simple comunicación en la que
estudio. Estas ideas permitirán apreciar una el psiquismo y el mundo se prolongan el uno en
libertad, originalidad y profundidad en la re- el otro. Esta comunicación es representada con
flexión que tal vez únicamente puedan ser con- las metáforas de los “vasos comunicantes”, los
seguidas bajo el impulso del arte y de la poesía. “tejidos capilares” y los “hilos conductores” que
restablecerían el “intercambio constante” y la
BRETON: EXCLUSIÓN DE LA PSICOLOGÍA EN LOS “interpenetración continua” entre “la vigilia y
VASOS COMUNICANTES ENTRE EL MARXISMO Y el sueño, el exterior y el interior”, pero también
EL PSICOANÁLISIS entre “la razón y la locura, la calma del conoci-
miento y el amor, la vida por la vida y la revolu-
El francés André Breton (1896-1966),
ción” (Breton, 1932, pp. 103 y 160).
quizás el más representativo exponente del su-
La transformación revolucionaria del
rrealismo, fue de los que manifestó de manera
mundo es una ocasión para “vivir por vivir”,
más abierta e insistente su doble adhesión a
sin mediaciones ni enajenaciones de ningún
Marx y a Freud, coincidiendo así con Trotsky,
tipo, lo que demostraría que nuestra vida está
al que respaldó en el terreno político y con el
fuera de sí misma y de la esfera subjetiva a la
que se encontró en 1938 en México, en donde
que suele ser confinada por psiquiatras, psicó-
el poeta y el bolchevique discutieron largamen-
te sobre marxismo y psicoanálisis (Schwarz, logos y psicoterapeutas. Lo mismo ocurre con
1974). Años antes, en el Primer manifiesto del las facultades psicológicas del razonar y del
surrealismo, razonando como lo haría De Man conocer, que solo se realizan plenamente al
en la misma época, Breton invocó a Freud por- sacarse o arrebatarse de sí mismas, al escapar
que lograba sacar la experiencia humana de la de su cárcel interior definitoria-normalizadora
“jaula” en la que imperaban el “racionalismo” y y al abrirse a la otredad, al delirio y al amante,
el “buen sentido” (Breton, 1924, p. 316). Luego, al razonar-enloqueciendo y al conocer-amando.
en el Segundo Manifiesto, sin abandonar la En fin, el exterior y el interior, los mundos que
“crítica freudiana de las ideas”, aceptó la “fór- se recorren dormidos y despiertos, “no hacen
mula marxista” para estudiar la sociedad y más que uno” (Breton, 1932, p. 70). Están uni-
rechazó cualquier “explicación social que no dos, conectados, comunicados en una única
fuera la de Marx”, cuyas “previsiones” siempre dimensión psíquica-física en la que ni siquiera
“se mostraron justas” (1930, pp. 805-808). Más es posible distinguir claramente las formas en
adelante, además de insistir en retomar “todas las que se vive y se sueña. Breton observa, en
las tesis” del marxismo, entre ellas la “concep- efecto, cómo se procede en la vigilia tal como
ción materialista de la historia” y la “necesidad se hace en el sueño, ya sea percibiendo o rete-
de la Revolución social”, Breton permaneció fiel niendo selectivamente lo que “sirve la causa”
a las teorías freudianas del sueño y de la “vida del deseo (p. 123), o bien procesando las percep-
inconsciente” (1935a, p. 449). Simultáneamen- ciones a través de procesos de “condensación,
te, unió el imperativo marxiano de “transfor- desplazamiento, sustitución, retoques” (p. 129).
mar el mundo” a la consigna del poeta Arthur Además de afirmar su tesis monista de
Rimbaud de “cambiar la vida” (1935b, p. 459). la comunicación entre el interior y el exterior,
La asimilación del mundo que ha de entre el sueño y la vigilia, Breton (1932) recha-
transformarse a la vida que se debe cambiar za explícitamente cualquier perspectiva dualista
expresa una lógica monista prefigurativa por que “aísle” y “oponga” ambos términos (pp.
la que desaparecen los desfases presente/futuro 10-11). Este rechazo lo es de la psicología, pero
y vida/mundo, sujeto/objeto, interior/exterior, también de la psicologización del psicoanálisis y
en los que se ve brotar el dualismo y florecer de ciertas desviaciones del propio Freud, quien
la psicología. Si una visión dualista psicológi- se habría deslizado hacia el dualismo al suponer
ca debe mantener los términos desfasados, el que “la realidad psíquica es una forma de exis-
surrealismo los puede superar al fusionarlos. tencia particular que no debería confundirse

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con la realidad material” (p. 20). Al diferenciar mejor expresión bretoniana de tal monismo
las dos realidades psíquica y material, Freud absoluto se encuentre en la manera en que
aceptaría la dualidad que Breton intenta evitar. Breton (1937), intentando “conciliar a Engels y
Sin embargo, exceptuando este desliz dualista, a Freud” en el Amor loco, se representa el azar
Freud tiende hacia una visión materialista mo- como “manifestación de la necesidad exterior
nista como la de Marx, lo que se confirmaría, que se abre camino en el inconsciente humano”
por ejemplo, cuando reconoce que “toda la sus- (p. 690). En el punto en el que la necesidad ex-
tancia del sueño está atrapada en la vida real” terior se torna interior, el azar del “encuentro”
(p. 18). En el materialismo que Breton atribuye aparece como un “maravilloso precipitado de
a Freud, en efecto, es el sueño el que forma deseo” (p. 682).
parte de la vida real en su materialidad. El El azar consigue realizar el deseo psí-
sueño es vida, pero la vida no es sueño, como se quico interno, inconsciente en Freud, al
imaginaría en el idealismo y en ciertas formas realizar la necesidad histórica externa, no-
extremas de psicologismo. consciente en la óptica engelsiana (Engels,
Siguiendo a Freud al asimilar el sueño 1878 y 1888). Es así como Breton concluye
a la vida y no la vida al sueño, Breton (1932) triunfalmente su “asimilación” entre el inte-
reconduce también el interior al exterior y rior y el exterior, entre la esfera del psicoaná-
no el exterior al interior, y así admite cierta lisis y la del marxismo, entre “la emancipación
“diferencia” entre el exterior y el pliegue inte- individual y la revolución colectiva”, entre
rior del exterior: una diferencia que le permite “el deseo amoroso y el deber revolucionario”
“reforzar con la unidad” la concepción marxis- (Rubio, 2009, pp. 290-295). La revolución res-
ta materialista del mundo real (p. 127). Pero ponde a una implacable necesidad históri-
esta diferencia únicamente parece interesarle ca inconsciente que no solo ha de asumirse
a Breton por su carácter superable, es decir, conscientemente como deber, sino también
desencadenante de una revolución entendi- inconscientemente como deseo. Es así como el
da como superación de la diferencia entre el individuo puede llegar a liberarse a sí mismo
sueño y la realidad, como cierta realización de al actuar colectivamente en el movimiento
los sueños, como la “conversión” de lo “imagi- revolucionario. Lo colectivo media en lo indi-
nado” en “lo vivido” (pp. 10-11). Es así como el vidual, así como, la historia opera en el deseo.
surrealista puede justificar su creencia en el
“sueño profético” (p. 20). Este sueño se torna CREVEL Y TZARA: LA SÍNTESIS MARXISTA-
profecía cuando permite realizarlo al “elimi- FREUDIANA CONTRA LA PSICOLOGÍA, EL
DUALISMO, LA ESPECIALIZACIÓN Y EL
nar lo inasimilable del pasado” y así ayudar a
REALISMO ADAPTACIONISTA
“cumplir el salto vital” (p. 59).
Cuando se cambia con Breton de la rea- En el contexto francés, además de Breton,
lidad en la que se vive a la realidad con la que destacan otros dos surrealistas que defienden un
se sueña, cuando se realiza así realmente el monismo anti-psicológico al reunir las perspec-
deseo ya realizado proféticamente en el sueño, tivas marxista y freudiana. Uno es Tristan Tzara
entonces se efectúa un acto revolucionario por (1896-1963), mejor conocido como fundador del
el que no solo se salva en la práctica la distancia dadaísmo, y el otro es René Crevel (1900-1935),
teórico-política entre el psicoanálisis y el mar- quizás el surrealista que se aproxima con mayor
xismo, sino que se anula el desfase real entre seriedad al marxismo y al psicoanálisis. Entre
el interior y el exterior, se elimina el intersticio 1932 y 1935, Crevel y Tzara, unidos por la amis-
en el que brotan la psicología y otras ilusiones tad, coinciden en su firme compromiso con el
dualistas, y se conquista, al menos por un ins- comunismo, en varios aspectos de su visión del
tante, un monismo absoluto. Este monismo, en surrealismo y en algunas discrepancias con res-
efecto, es el que se consigue cuando se anula pecto a las posiciones bretonianas (Buot, 1991).
cualquier distancia entre lo exteriormente exis- Ambos, al plantear su opción monista, van más
tente y lo interiormente deseado. Quizás la allá de una “comunicación” como la de Breton y

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proponen una “síntesis” marxista-freudiana que operaciones psicológicas de la escisión dualista


supera de manera dialéctica la división entre y de la pulverización atomista, que introducen
el exterior y el interior, la vigilia y el sueño, lo al sujeto en la dimensión de la “propiedad” y
físico y lo psíquico, lo social y lo individual: en que terminan reduciéndolo, siguiendo la ima-
Tzara, síntesis entre “el inconsciente reprimido gen hegeliana, a un “saco de facultades” (Cre-
por el intelecto y el proletariado oprimido por vel, 1932, p. 69). Sobra decir que esta hipótesis
la burguesía”, entre “la revolución social y la creveliana está en perfecta sintonía con la psi-
revolución poética” (Tison-Braun, 1977, p. 67); cología marxiana de la determinación mate-
en Crevel, síntesis entre “lo imaginario y la rea- rial dominante y con la explicación engelsiana
lidad, entre el individuo y la sociedad, entre la del dualismo por la dominación material. Sin
poesía y el socialismo científico” (Cornacchia, embargo, prefiriendo invocar el psicoanálisis,
2002, pp. 294-295). Crevel (1932) critica explícitamente la “psicolo-
En realidad, además de buscar sintetizar gía tradicional” idealista no-freudiana que “re-
lo social-real y lo individual-imaginario, Crevel duce las cuestiones a sí mismas” y que impide
(1932) aspira a una “síntesis de lo consciente así que “reciban una solución justa” (p. 158).
y lo inconsciente” (p. 93), de la “acción” y el La solución justa no se encuentra, desde este
“sueño” (p. 84), en donde los términos opuestos punto de vista, dentro del mismo psiquismo al
dejan de serlo, “dejan de ser percibidos contra- que se confina la psicología, sino en el exterior
dictoriamente”, impidiéndose así “divinizar” lo económico-social-político, esto es, aludiendo
inconsciente o lo irracional, porque “es impo- a la famosa metáfora de Diderot (2014), en la
sible divinizarlos sin divinizar sus contrarios” rectificación material de la manera “injusta” en
(1934, pp. 172-173). Por su lado, Tzara (1935), que se toca el “clavecín sensible” del ser huma-
invocando la dialéctica marxista, no solo busca no (Crevel, 1966, p. 160).
sintetizar la poesía y la sociedad o la represión Según Crevel, los problemas psíquicos no
sexual y la opresión política, sino que también radican en el psiquismo, sino en las injusticias
intenta recobrar “de un modo más elevado la económicas, sociales y políticas de la que es víc-
realidad sintética en la que el primitivo con- tima. La causa es exterior a la esfera individual
fundía sus diversos conocimientos, mezclando psicológica, y no interior, como lo supone la
los del día con los de la noche” (pp. 168-169). psicología, reduciendo erróneamente las cues-
Los dos surrealistas rechazarán también explí- tiones psicológicas a sí mismas. Para Crevel
citamente cualquier visión dualista que aísle (1932), por cierto, este error de la psicología
el psiquismo y así justifique la existencia de la es también el del psicoanálisis psicologizado,
psicología. Si Tzara (1935) descarta el “dualis- reducido a una simple psicología, recuperado
mo burgués” en el que “la mano derecha no por los “cuidadores del alma” y adaptado a los
sabe lo que hace la mano izquierda” (p. 210), “prejuicios” de quienes lo utilizan (p. 98).
Crevel (1932) denuncia la estrategia dualista La impugnación creveliana de la psico-
del “mundo capitalista” que busca “dividir para logía y del psicoanálisis psicologizado forma
reinar”, ya que “es para poseerse que el hombre parte de una crítica más amplia similar a la
primero se divide en cuerpo y espíritu” y luego efectuada por el marxismo occidental, por
divide su espíritu en distintas “categorías”, al- Lukács (1923) y Korsch (1923), y dirigida con-
gunas de las cuales ejercen un “poder dictato- tra el conjunto de las especializaciones anima-
rial” sobre las otras (p. 67). das por sus “mezquindades divisoras” y por su
La ecuación denunciada por Crevel es “manía analítica” ejercida contra el propio ser
una ecuación crucial de la psicología: si el hom- humano al oponerlo a todo lo que ha extraído
bre debe partirse y desmenuzarse, creando así de él (Crevel, 1932, p. 69). Esta crítica de las
el psiquismo y las distintas funciones psíquicas, especializaciones se encuentra igualmente en
es para poseerse, pero si debe poseerse, es Tristan Tzara (1935), para el cual, en una evo-
para someterse al capital. La dominación cadora metáfora, especializarse es como “por-
capitalista depende así de las dos clásicas tar anteojeras” que sirven para “no ver más

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que lo que se quiere” (p. 211). El psicólogo, por su expresión más importante en un “pensa-
ejemplo, vería el problema psíquico para no ver miento no-dirigido” que el propio Tzara diseña,
los problemas sociales, políticos y económicos que vincula con el comunismo, que describe
del mundo. como un “soñar despierto”, que asimila a la
En la perspectiva de Tzara, esta ceguera “poesía” como “actividad del espíritu” de todos
ante el mundo parece vincularse intrínseca- y no como simple “medio de expresión” de los
mente con la orientación psicológica introspec- poetas, y que está en contradicción con la pro-
tiva del sujeto que le impide “inclinarse fuera de moción capitalista de “la adaptación al medio”
sí mismo” y que le hace “mantenerse dentro”, y de “la producción económica” (1931, pp. 270-
en donde “un sillón ha crecido” y ha pasado a 276; 1935, pp. 156-169).
constituir “estructura” y “esqueleto”, así como La orientación dirigida instrumental y
un “simulacro de universo” que asegura la “co- utilitaria del capitalismo contradice diametral-
modidad moral” (p. 66). ¿Acaso no resulta de- mente la acción colectiva poética no-dirigida
masiado fácil quedarse dentro de uno, en el propuesta por Tzara, así como también parece
mundo interno de la psicología, y pretender contradecir sus términos correlativos en el psi-
arreglar aquí los problemas que únicamen- coanálisis, aquellos en los que parece inspirarse
te pueden resolverse de verdad a través de la el mismo Tzara, la atención flotante y la aso-
acción colectiva revolucionaria en el mundo ciación libre, en los que se rechaza igualmente
externo? La realidad plantea obstáculos y predi- cualquier dirección deliberada y estratégica
camentos morales que resultan insoportables y de las ideas y de las palabras (Freud, 1912). El
que tan solo pueden sortearse al encerrarse uno rechazo de la direccionalidad no solo permitiría
cómodamente, como “alma bella” hegeliana, liberarse de los fines precisos que el sistema
dentro de uno mismo. Es también para huir así capitalista hace cumplir, sino también de la
del exterior hostil hacia el confortable interior propia lógica instrumental del sistema.
que sirve la perspectiva psicológica. La inspiración psicoanalítica de Tzara es
Además de concordar en la crítica del patente lo mismo en su propuesta de práctica
dualismo y de la especialización que subyacen militante anticapitalista que en su visión de
a la psicología, Tzara y Crevel coinciden en una sociedad capitalista cuyas mayores defi-
su oposición al realismo adaptacionista que ciencias y perversiones, descritas en clave más
triunfará poco después en la psicologización y freudiana que marxista, estribarían en su “eco-
en la nazificación y americanización del psi- nomía psíquica” (1935, p. 219) e incluirían el
coanálisis. Crevel (1932) condena el “realismo” “pensamiento dirigido” (1931, pp. 270-277), la
consistente en “dejar de intentar actuar sobre “inhibición del complejo de castración” (1935,
el mundo exterior, aceptarlo tal como es, estar p. 173), la imposibilidad de “identificación entre
dispuesto a volverse como es, por hipocresía, las realidades interna y externa” (p. 215) y la
oportunismo, cobardía” (p. 77). Este realismo “insatisfacción” o el “debilitamiento y envileci-
será detectado en aquellos científicos “neutros” miento” de los deseos por causa de su “sofoca-
y “objetivos” entre los que se podría contar a la ción”, “represión”, “amputación” y “desviación”
mayoría de los viejos y nuevos psicólogos acadé- (pp. 173-174, 218, 248). Esta centralidad de los
micos, los cuales, “aliándose” con un “estado de deseos hace que Tzara llegue incluso a definir
cosas”, lo que hacen es “tolerar lo intolerable” y “la historia de la humanidad” como “la historia
optar por “la comodidad y el letargo” (p. 81). De de los deseos del hombre” (p. 218).
un modo más activo y propositivo, Tzara (1935) El eje rector y el contenido esencial del
va más allá de la crítica del realismo y promue- proceso histórico residirían en los deseos y no
ve una práctica militante poética-onírica y anti- en las necesidades, los intereses, las fuerzas
realista encaminada principalmente a “sabotear fuerzas ni en las relaciones de producción. Apa-
la realidad del mundo exterior” al “volverla rentemente, según Tzara, los hombres no hacen
confusa, dislocarla, fragmentarla, diseminarla su propia historia, como creía Marx, de acuerdo
e insensibilizarla” (p. 105). Esta práctica tendrá a las circunstancias con las que se encuentran,

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sino más bien según sus deseos con sus avata- dialéctico” y “la interferencia entre lo cons-
res y sus impedimentos u ocasiones de satisfac- ciente y lo inconsciente” (p. 290). Sin embargo,
ción. Estos deseos, irremediablemente causados ya sea por la sumisión de las periferias a los
y extraviados por las fantasías del sujeto, acaba- centros o por el sentido profundo y englobante
rían siendo más decisivos que las condiciones del movimiento francés, el poetismo terminó
materiales objetivas. Ideas como esta justifican alineándose con el surrealismo a finales de
sobradamente que el checo Vítězslav Nezval los años 20, lo que se consumó y formali-
(1936) condenase a Tzara por “deslizarse peli- zó cuando Nezval y Teige fundaron la rama
grosamente hacia el idealismo al intentar ex- checa del movimiento surrealista en 1934.
plicar el proceso histórico mediante fórmulas Es la misma época en la que se les unió Záviš
psicoanalíticas” (p. 56). La diferencia entre la Kalandra (1902-1950), el cual, marxista como
orientación más freudiana de Tzara y la predo- ellos, también habrá de acompañarlos en una
minantemente marxista de Nezval aparecerá original aleación anti-psicológica de marxismo
en cierto momento como la gran línea divisoria y psicoanálisis.
por la que se deslindan las versiones francesa y La tradición marxista no se retoma de
checa del surrealismo. la misma forma que la freudiana en el grupo
checo. Teige, Nezval y Kalandra son primera-
NEZVAL, TEIGE, KALANDRA Y EL MOVIMIENTO mente marxistas. Se guían por el marxismo,
POETISTA-SURREALISTA CHECO: DEL lo adoptan como referencia básica y constante,
AISLAMIENTO PSICOLÓGICO DEL PSIQUISMO A en este fundan y encuadran todo lo que hacen
SU DISOLUCIÓN POÉTICA EN EL MUNDO
y piensan. Como lo dice el propio Teige, “el
El escritor Vít zslav Nezval (1900-1958) poetismo no tiene Weltanschauung” (cosmo-
fue uno de los dos principales animadores del visión), sino que es el marxismo “el que ocupa
movimiento poetista checo. El otro fue el ar- su lugar, el que le da su visión del mundo”
tista Karel Teige (1900-1951). Ambos eran mar- (Teige, 1924, p. 45). Por el contrario, en el caso
xistas y comunistas, vivían en Praga y tenían la del psicoanálisis, el grupo checo muestra una
misma edad, solo 23 años, cuando en 1923 fun- actitud menos comprometida, más prudente
daron el poetismo, un movimiento vanguardis- y selectiva, y adopta de este solo algunas ideas
ta literario, artístico, intelectual y político en el o perspectivas, pero siempre a través de la me-
que la poesía era promovida como actitud y es- diación interpretativa del marxismo. Nezval
tilo de vida, no como simple actividad de poetas (1934, citado en Král, 1983) es claro al respec-
profesionales. En esta concepción de la poesía, to: “no somos totalmente freudianos; acepta-
como en la opción marxista y en otros detalles mos tal o cual conquista precisa del freudismo
importantes que se examinarán en las páginas revisado y corregido por la dialéctica materia-
siguientes, el poetismo checo revela su conver- lista” (pp. 291-292).
gencia con Tzara y con el surrealismo francés Simplificando algo bastante complejo,
en general, así como también converge con cabe decir que el surrealismo checo es más
el movimiento antropófago brasileño, el que marxista que freudiano, lo que permite com-
después se desarrollará. Los tres movimientos prender en parte, cuando se lee a Nezval (1936),
de vanguardia, que muestran profundas coin- sus diferentes actitudes hacia los surrealistas
cidencias entre sí, aparecen y se desarrollan de franceses: tanto la vehemente adhesión a las
manera simultánea y paralela en sus respecti- posiciones materialistas claramente marxistas
vos países. de “revolucionarios del tipo de Crevel” (p. 52)
Al igual que la antropofagia, el poetismo, como el mencionado rechazo hacia el supues-
como bien lo aclara Teige (1938, en Král, 1983), to “idealismo” freudiano de Tzara (p. 56). Sin
no fue un “retoño” del surrealismo francés, sino embargo, aunque ciertamente recelosos ante el
que, por “caminos diferentes”, los poetistas y psicoanálisis, los poetistas-surrealistas checos
los surrealistas llegaron a los mismos resulta- lo necesitaron para internarse en tres campos
dos, como “el arraigo sólido en el materialismo de negatividad ubicados más allá de tres lugares

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comunes de positividad legitimados por la ideo- inconsciente descubierto por Freud, haciendo
logía: más allá de la racionalidad, la irracionali- suyo el proyecto freudiano de tornarlo cons-
dad; más allá de la conciencia, el inconsciente; ciente, aunque no mediante el proceso analí-
más allá del principio de realidad, el de placer. tico, sino a través de la creación artística. El
De los tres campos en los que se requiere arte surrealista es el que haría consciente lo
del psicoanálisis, el primero que atrae la atención inconsciente, pero también el que tomaría con-
del poetismo es el de “la existencia y la eficacia ciencia del inconsciente como tal, distinguién-
irracionales” que se desenvuelven “tras la apa- dose así del arte realista, clásico y académico,
riencia racional” (Teige, 1925, p. 82). Ir más allá que mantendría inconsciente lo inconsciente
de lo aparente conduce a una irracionalidad que al ignorarlo y al hacer como si no existiera. De
no ha sido “advertida” por “el sistema científico” cualquier modo, según Kalandra (1934, citado
(1924, p. 43). Sin embargo, esta irracionalidad en Král, 1983), el arte realista se vería afecta-
no deja de operar en el seno mismo de la racio- do por el inconsciente al recibir de este cierta
nalidad, en la ciencia y en la tecnología, en la “deformación artística”, mientras que el arte
máquina con su “irracionalidad innata y oculta” surrealista, al tratar de “ser consciente”, le per-
(1925, p. 81), en las ecuaciones en las que no mitiría al artista “dar libre curso a su actividad
puede prescindirse de valores numéricos irracio- inconsciente, examinándola y estudiándola con
nales como el de π, es decir, números que deben este fin” (p. 299).
“reprimirse” porque no pueden “borrarse” ni Esta diferenciación entre el realismo que
“racionalizarse por completo” (p. 82). Además de ignora el inconsciente y el surrealismo que lo
estas expresiones objetivas, la irracionalidad tiene
reconoce, entre el realismo reproductor del
expresiones subjetivas en la “sensibilidad nerviosa
inconsciente y el surrealismo productor de
moderna” (pp. 82-83) y quizás incluso en “la sen-
conciencia, adquiere una relevancia psicoló-
sibilidad, la vida afectiva, la alegría” por las que se
gica general cuando el movimiento checo la
deja “gobernar” el poetismo (1924, p. 52).
encuentra en cualquier tipo de aprehensión del
Este gobierno sensible del poetismo no
mundo por el sujeto. Cada “representación” de
debe reducirlo a un irracionalismo. Su opción
la realidad, cada “contenido de la conciencia”,
por la sensibilidad y su pasión por la irraciona-
funcionaría como el arte realista, pues fraca-
lidad no excluye el reconocimiento de la “utili-
saría en su realismo, en su afán de representar
dad” de lo racional para los ingenieros (p. 43),
así como la necesidad de un “socialismo gober- fielmente la realidad, al deformarse bajo el
nado por la razón” en lugar del “capitalismo efecto del inconsciente, al revelar así “procesos
gobernado por el dinero” (pp. 52-53). Sencilla- inconscientes” y al ser “un signo de realidades
mente, al enfrentarse al capitalismo, el movi- con las que el deseo relaciona lo que nos re-
miento político socialista puede y debe hacerlo presentamos a través de conexiones secretas”
a partir y en nombre de una racionalidad como (Teige, 1945, p. 296). El inconsciente distorsio-
la marxista, pero entonces deja de lado la irra- naría entonces cualquier imagen de la realidad
cionalidad, como ya lo habían mostrado Henri en el psiquismo consciente del sujeto realista,
De Man (1926) y Max Eastman (1927). Es, de el cual, en su ingenuo realismo, no se perca-
hecho, para atender lo inatendible por el mar- taría de la distorsión. En cambio, en una toma
xismo que el movimiento poetista necesita re- de conciencia del inconsciente y de sus efectos
currir al psicoanálisis en una prefiguración de distorsionadores, la vida psíquica del surrea-
la división frankfurtiana del trabajo de la crítica lista buscaría una “solución dialéctica de la
entre la especialización marxista en lo racional antinomia entre el consciente y el inconscien-
y la especialidad freudiana en lo irracional (por te”, acondicionaría “caminos de comunicación
ejemplo, en Horkheimer, 2008). practicables entre ambos” y se esforzaría tanto
Además de abordar la sensibilidad y en “hacer consciente lo inconsciente” (Teige,
la irracionalidad, el movimiento poetista- 1935, citado en Král, 1983, pp. 304-305) como
surrealista checo volcará su interés hacia el en tener presente la inevitable “interferencia

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entre lo consciente y lo inconsciente” (Teige, asimilando el de realidad al de placer, ya que


1938, citado en Král, 1983, p. 290). la realidad no debería diferir de lo que aporta
Por último, además de reconocer y placer. Lo placentero y lo real tendrían que ser
favorecer el intercambio constante entre la una sola cosa. Es precisamente para lograr esta
conciencia y el inconsciente, el movimiento unidad por lo que se necesita a los artistas. El
surrealista checo admite y cultiva la incidencia trabajo artístico de los surrealistas coincide así
inevitable del principio de placer y sus vínculos con su lucha por el comunismo, por “un mundo
indestructibles con el principio de realidad. El sin clases” en el que “el principio de placer va a
surrealismo, para empezar, debe distinguirse de confundirse o unirse progresivamente con su
“otros ismos” al “ser consciente del funciona- contrario, con el principio de realidad” (Teige,
miento del principio de placer” y al “someterlo a 1935, citado en Král, 1983, pp. 304-305), en
examen” (Kalandra, 1934, ciatdo en Král, 1983, una suerte de “realización de un sueño pan-
p. 299). Los surrealistas analizan cómo se ma- humano” (Teige, 1945, p. 297).
nifiesta el principio de placer en sus creaciones El comunismo es como un gran sueño
artísticas y en sus experiencias vitales, cómo lo colectivo global, pan-humano, que satisface los
que viven y lo que hacen está determinado por más íntimos deseos, proporcionando el máximo
sus deseos, pulsiones y fantasías. Es así como se placer en la realidad y de este modo suprime la
distinguen de los realistas, quienes se engañan distancia y la diferencia entre el principio de
al imaginar que pueden excluir el principio de realidad y el de placer, también, en el mismo
placer y orientarse tan solo según el principio sentido, entre la “realidad real”, tal como es y
de realidad, a partir de lo que perciben y no lo la “realidad imaginaria” que se representa de
que desean, lo que fantasean y lo que los im- cierto modo para satisfacer los deseos. Al darle
pulsa. Lo cierto es que el trabajo del artista y la una realidad a esta representación, la sociedad
conciencia de cualquier sujeto deben seguir el comunista realiza a gran escala exactamente lo
principio de placer y no pueden “obedecer úni- mismo que el arte surrealista realiza a pequeña
camente al principio de realidad” (Teige, 1945, escala en una suerte de prefiguración. De lo que
p. 296). Incluso, la imitación artística “es tam- se trata en ambos casos es de hacer coincidir lo
bién de algún modo una realización del deseo” real y lo placentero. El surrealismo, en efecto,
(p. 297). Lo es al retratar siempre también lo propone una creación que le dé un lugar en la
que se desea mirar y nunca solamente lo que realidad al principio de placer, anulando así,
se mira. La realidad que se retrata con el arte al menos por un momento y en un rincón del
o que simplemente se capta con los sentidos no mundo, su discrepancia con respecto al princi-
solo es la realidad que existe, sino que es tam- pio de realidad.
bién cierta realización de los deseos. Además de tender a la desaparición de
Como bien lo sabía Freud, todo lo que se los desfases realidad/deseo, conciencia/incons-
representa como realidad está siempre también ciente y racionalidad/irracionalidad, el movi-
interiormente moldeado y estructurado por el miento poetista-surrealista checo, al igual que
principio de placer y no es tan solo conocido en el surrealismo francés, trabajó para suprimir
función del principio de realidad. Esto lo sabían las divergencias cuerpo/espíritu, exterioridad/
muy bien los surrealistas checos y sobre la base interioridad, realidad/sueño, psiquismo/ma-
de su saber, pudieron al fin dedicarse, en un terialidad y conciencia/existencia. Kalandra
plano estético-psicológico, a la investigación y (citado en Nezval, 1936) explicitó este propósito
experimentación en torno al principio de placer, al invocar a Breton y al salir a la defensa de los
pero también, en un plano histórico-político, a “vasos comunicantes” y los “tejidos capilares”
la “emancipación” del principio de placer (Ka- entre “el ser y la conciencia” (pp. 77-78). En un
landra, 1934, citado en Král, 1983, p. 299) y a discurso también muy próximo al del surrea-
su “reconciliación” con el de realidad (Teige, lismo francés, Teige (1945) quería “derrumbar
1945, p. 297). El fin último utópico es el de su- el muro que separa el sueño y la realidad, el
primir la diferencia entre uno y otro principio, sujeto y el objeto, la representación imaginaria

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y la percepción real” (p. 297). Este proyecto la conciben los poetistas-surrealistas checos,
monista se basaba una vez más, al igual que ahora sí de acuerdo con Tzara (1981), dejará
las vinculaciones entre la conciencia y el in- de ser “la obra de una minoría” y se convertirá
consciente o entre el principio de realidad y el “mañana en la obra de todo el mundo” (Nezval,
de placer, en la premisa de la imposibilidad del 1936, p. 75). Todos serán poetas en el comunis-
realismo y de la conciencia pura, es decir, en la mo y como poetas, podrán prescindir totalmen-
convicción de que incluso la percepción cons- te de la psicología. De hecho, si se cree en Teige
ciente cotidiana y la imitación artística realista (1928), quizás la psicología ya resulte prescin-
implican inevitablemente un elemento interno dible, pues ya puede remplazarse, en una her-
inconsciente, una deformación irrealista como mosa prefiguración del comunismo, al hacerse
la reconocida por Engels en su teoría del reflejo, poesía “con la vida” y “aun cuando no hay nin-
un psiquismo internamente desfigurado bajo el gún rastro de arte” (p. 87), es decir, “fuera del
efecto de la materialidad externa sociohistórica, dominio de la producción artística y estética”,
“un intercambio entre las realidades psíquicas y en el mundo que nos rodea, en el que siempre
materiales” (Teige, 1945, p. 297). existen “objetos y acontecimientos poéticos,
Lo psíquico y lo material están siempre seres poéticos y vidas poéticas” (Teige, 1938,
internamente imbricados entre sí, pero se re- citado en Král, 1983, p. 290). Esta poetización
quería de un materialismo psicológico o anti del mundo, como correlato de la socialización y
psicológico tan claro y tan decidido como el politización del arte, no solo manifiesta el sen-
del poetismo-surrealismo checo para que la tido más profundo que se le atribuye al trabajo
imbricación adquiriese un carácter consciente de los artistas por el comunismo, sino también
y deliberado. En el plano práctico, además de la significación inmediata del materialismo ra-
volverse objeto de conciencia y deliberación, la dical en el que el surrealismo de Teige coincide
imbricación psíquico-material debía desplegar- con la antropofagia de Andrade.
se y manifestarse a través de un “instinto crea-
tivo” que hundiría sus “raíces en la sexualidad”, LA ANTROPOFAGIA DE ANDRADE: MATRIARCAL,
que se ejercería en “la frontera entre lo espiri- DESNUDA, CARNAL, VERDADERA, SIN
PSICOLOGÍA
tual y lo corporal” y que buscaría “liquidar las
desarmonías entre el cuerpo y el espíritu”, des- Aproximándose asombrosamente a Teige,
conociendo cualquier “diferencia entre el arte un contemporáneo suyo, el brasileño Oswald de
corporal y el espiritual”, y derrocando así “la Andrade (1890-1954), partió de la premisa de
dictadura cristiana del alma” (Teige, 1928, pp. que “la poesía existe en los hechos”, en “hechos
86-88). Este derrocamiento parece involucrar, estéticos” como “las casuchas de azafrán y ocre
en definitiva, la abolición de la tiranía psicoló- en los verdes de la Favela” (de Andrade, 1924,
gica del psiquismo. La “realidad psíquica” debe p. 167). Este punto de partida materialista y
reincorporarse a la “material”, tal como sucede popular, aunado a la apreciación positiva de los
en el “pensamiento infantil”, así como en el “errores” (p. 168), permitió llegar más tarde
“poético”, en el que se alcanza la “identidad a una original articulación del marxismo y el
entre la cosa y su representación”, yéndose así psicoanálisis en el programa “antropófago”,
“más allá” de la “dualidad” que separa el mundo el cual, reivindicando una devoración o apro-
interno del externo (Teige, 1945, p. 297). piación activa latinoamericana del enemigo
Gracias a la poesía y a su anulación de la cultural europeo, buscaba desencadenar una
dualidad interior/exterior, se observa esfumarse “revolución caraíba” que hoy consideraríamos
el espacio que albergaba el objeto de la psico- decolonial, por su propósito de subversión de
logía. El aislamiento psicológico del psiquismo las relaciones coloniales que se juzgan aún vi-
se ve superado por su disolución poética en gentes, y que se emparentaría con el socialismo
el mundo. Y no son únicamente los poetas de soviético y con la vanguardia estética de Breton,
profesión los que deberían liberarse así poética- con la revolución “bolchevique” y con la “su-
mente de la psicología, pues la poesía, tal como rrealista” (1928, p. 175; 1929, p. 575).

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El propósito de Andrade (1929) es “la ida y sin penitenciarías del matriarcado de Pin-
(no el regreso) al hombre natural”, un hombre dorama”, en contraste con la “realidad social,
encarnado por el indígena caníbal, pero sin un vestida y opresora, inventariada por Freud”
fundamento racial como en el fascismo verde- (Andrade, 1928, p. 180). Esta segunda realidad,
amarillista brasileño, ya que “el hombre natural en la que se condensan “los males identificados
puede tranquilamente ser blanco, vestir saco por Freud”, no se asocia con la “sublimación del
y andar en avión” (p. 574). Se trata, entonces, instinto sexual”, sino con el “envilecimiento”
del “hombre natural tecnificado” (1950, p. 179). del “instinto antropofágico” que pasa de lo “car-
Hay, con todo, una revalorización de la cultura nal” primero a lo “electivo”, luego a lo “afectivo”
indígena que “ya tenía el comunismo” y “la len- y finalmente a lo “especulativo” (pp. 179-180).
gua surrealista”, así como “la justicia, codifica- La transición de lo somático a lo psíquico es
ción de la venganza”, y “la ciencia, codificación descrita por de Andrade como un descenso
de la magia” (1928, pp. 176-177). hacia lo vil y no como un ascenso hacia lo su-
Los indígenas tenían también una orga- blime. Desde este punto de vista patentemente
nización matriarcal que debe hacerse renacer materialista, la antropofagia, lejos de ennoble-
en la utopía del “matriarcado de Pindorama” cerse y salvarse, habrá de envilecerse y perderse
(p. 180). Esta organización matriarcal adquiere al trascenderse, al desmaterializarse, al caer
la mayor importancia en la última reflexión de desde el objeto carnal-corporal del psicoanálisis
Andrade (1950), en la cual, aunque se mantenga hasta el objeto ideal-espiritual de la psicología.
la doble inspiración de Marx y Freud, hay una En el materialismo antropófago de An-
valiosa crítica tanto del psicoanálisis, atrapado drade, la psicologización, entendida como
en la “pauta histórica del patriarcado”, como del idealización y espiritualización, parece corres-
marxismo soviético-estalinista que se “amolda- ponder a una degradación, descomposición,
ría” a la “economía del Haber (patriarcado)” en disgregación, corrupción o consunción de la
lugar de mantenerse fiel a la orientación mar- sustancia material del cuerpo y de su carne. La
xiana hacia la “economía del Ser (matriarcado)” inmaterialidad no aparece ya como una virtud,
(pp. 209-215). sino como lo que es en su negatividad: como un
Quizás lo que aquí más interese de la an- defecto, una carencia de la idealidad y de la es-
tropofagia sea la manera en que las oposiciones piritualidad. De Andrade se opone así decidida-
ser/haber y matriarcado/patriarcado se desdo- mente al idealismo y al espiritualismo, y adopta
blan en las contradicciones desnudez/vestido, una posición materialista, freudiana y marxista,
monismo/dualismo y psicología/psicoanálisis. en la cual, además, reconduce lo espiritual a lo
De Andrade (1928) celebra explícitamente a corporal. Este suplemento monista de su ma-
Freud por haber terminado con las condiciones terialismo le permite afirmar, jugando con las
de posibilidad del tema literario-dramático del palabras, que “el espíritu se rehúsa a concebir,
adulterio burgués, “con el enigma mujer y con el espíritu sin cuerpo” (de Andrade, 1928, p.
otros sustos de la psicología impresa”, y precisa 175). Lo corporal es necesario para la concep-
metafóricamente: “lo que atropellaba la verdad ción, para la creación y la generación, para el
era la ropa, lo impermeable entre el mundo pensamiento y la representación. Para esto, el
interior y el mundo exterior” (p. 174). En la espíritu no puede bastarse a sí mismo, sino que
visión de Andrade, el dualismo interior/exterior requiere del cuerpo. Se necesita de lo corporal
es mantenido por el púdico vestido burgués, para que lo espiritual sea e incluso para que
por su ilusión de interioridad, por su psicología acepte concebirse a sí mismo. El espíritu, para-
que oculta la verdad de la desnudez y de la se- dójicamente, piensa con el cuerpo.
xualidad femenina, es decir, la verdad monista En realidad, más allá de considerar el
de la continuidad interior-exterior, tal como es cuerpo en el espíritu, de lo que se trata en el
revelada en el psicoanálisis. proyecto antropófago es de fundir o disolver
La verdad monista remite a la “realidad lo espiritual en lo corporal, en lo carnal, en
sin complejos, sin locura, sin prostituciones lo material. Se trata de acabar con el espíritu.

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Es por esto que de Andrade invita sin ambages psicológico es impedimento para lo ideal: es
a “suprimir las ideas”, las cuales, para él, como un estorbo, un peso, una carga que impide as-
en la concepción freudiana de la neurosis, son cender hasta el idealismo. Para poder elevarse
una forma de “parálisis”, y además “vigilan, re- y así alcanzar lo ideal, en efecto, hay que em-
accionan, queman gente en las plazas públicas” pezar por superar y dejar atrás la “psicología de
(p. 179). Lo que se quema es el cuerpo, la carne, cocido familiar” que impide “batir verdaderos
pero las hogueras son encendidas por las ideas, récords de altura” (Carpentier, 1928, p. 455).
por el espíritu que es como una flama que lo De modo análogo, el materialismo corporal
devora todo, incluyendo sus propias condicio- de Abril (1988), próximo al de Andrade, viene
nes corporales de posibilidad. después de la psicología, por delante de ella,
dejándola detrás, pero no por ello puede liberar-
CARPENTIER, ABRIL, PITERBARG Y EL se de ella, pues requiere de su herencia, de su
SURREALISMO HISPANOAMERICANO: MÁS ALLÁ “esqueleto”, para su “cuerpo humano y maravi-
DE LA PSICOLOGÍA ESPIRITISTA, DE COCIDO lloso” (p. 375). No hay aquí, en una formulación
FAMILIAR, DE BURGUESES Y AUTÓMATAS perfectamente aristotélica, ninguna fisiología
El proyecto ultra-materialista antropó- sin psicología, ningún cuerpo sin alma, ningu-
fago de supresión de las ideas, involucrando na materia sin forma.
cierta eliminación de la conciencia, parece La proximidad al materialismo corporal
contraponerse al programa idealista poetista- de Andrade se manifiesta de modo aún más
surrealista checo encaminado a la aprehensión contundente en el argentino Elías Piterbarg
consciente de la indistinción inconsciente entre (1904-1969), el cual, descartando ideas como
lo psíquico y lo material. Esta misma contra- la “Verdad” y la “Razón” con “los pliegues y
posición reaparece en el contexto hispanoame- elegancias de sus ropas” que “encadenan”, se
ricano, en el que se alcanza a distinguir dos queda tan solo con las “cosas extraídas de sí
visiones del surrealismo que se pueden asociar, mismo”, es decir, con una “desnudez” como
de modo bastante aproximativo, al materialis- “justificación suficiente del nacer” y como “ex-
mo y al idealismo. Así, por ejemplo, en el mo- cusa de cualquier error” (Piterbarg, 1930, p.
mento mismo en que el cubano Alejo Carpentier 471). Esta desnudez, ya reivindicada preceden-
(1904-1980) defiende el movimiento surrealista temente por de Andrade, se presenta una vez
como expresión de un “espíritu eminentemente más como la figuración reveladora de un mate-
idealista” y de una “actitud de fe en realidades rialismo corporal en el que la corporeidad y su
superiores” (Carpentier, 1928, p. 456), el perua- existencia material se bastan para justificarse
no Xavier Abril (1905-1990) deslinda históri- a sí mismas. No parece haber aquí necesidad
camente el surrealismo de cualquier idealismo alguna de un vestido enajenante y sofocante
y lo asocia directamente a lo corporal y a una como el de las explicaciones psicológicas del
“cultura biológica” en la que puede prescindirse fenómeno humano.
de las “explicaciones” de la “cultura universita- En el materialismo corporal de Piter-
ria”, descritas como “didáctico servilismo” ante barg, como se ha visto, la psicología vuelve
la realidad (Abril, 1988, p. 374). a ser aparentemente un vestido prescindible
Quizás pueda considerarse que el posi- como el que había sido para de Andrade. Esta
cionamiento materialista de Abril opta por lo concepción tácita de la psicología contrasta
biológico y lo somático en lugar de lo psicológi- con la concepción explícita que se encontró el
co, pero esto no significa de ningún modo que mismo año en el materialismo también corpo-
el posicionamiento idealista de Carpentier opte ral de Abril, en el que lo psicológico no es algo
inversamente por lo psicológico. Por el contra- superficial e innecesario, sino profundo y ne-
rio, Carpentier no menciona explícitamente la cesario. La “psicología espiritista”, como ya se
psicología sino para descartarla, situándola por mencionó, es un “esqueleto”: el sostén interno
debajo de lo ideal a lo que apunta su idealismo. aportado por la burguesía para el “verdadero
Su idealismo no es ningún psicologismo. Lo cuerpo” del mundo que es descubierto por el

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Psicopolítica surrealista: marxismo, psicoanálisis, vanguardismo artístico y crítica de la psicología 131

marxismo, por la “revolución materialista de sin poderlo evitar y subconscientemente, unos


nuestra época” y en el que “el psicoanálisis re- intelectuales anarquistas incurables” (p. 467).
volucionario ha revelado la libido” (Abril, 1988, Por el contrario, Mariátegui (1930) celebró
p. 375). Esta libido no radica entonces en la que el surrealismo no ejerciera “su derecho al
forma de la que se ocupan los psicólogos, sino disparate, al subjetivismo absoluto, sino en el
en la materia de la que se ocupan los marxistas. arte”, y que reconociera “validez en el terre-
El objeto del marxismo es la esfera en la que se no social, político, económico, únicamente
ubica el objeto del psicoanálisis. al movimiento marxista” (p. 463). No deja de
Al considerar lo libidinal y lo corporal, ser divertido ver cómo Vallejo y Mariátegui
lo sexual y lo material, el surrealismo puede utilizan prácticamente los mismos términos
nutrirse tanto del psicoanálisis como del mar- para formular sus juicios contradictorios acer-
xismo, pero también, según Abril (1929), de la ca del surrealismo: si el primero desprecia
“pura geometría” del cubismo, de la “velocidad” el marxismo surrealista y lo describe como
del futurismo y de la “dinamita” de las “bombas algo disparatado, el segundo lo toma en serio
anarquistas” por las que se inspira el dadaísmo y aprecia precisamente que no se trate de un
(pp. 50-51). Todos estos torrentes confluyen simple disparate. Estas reacciones bastan para
en un surrealismo que puede aparecer enton- ilustrar el desconcierto que provocaba el posi-
ces, a los ojos del mismo Abril (1929), como cionamiento marxista de los surrealistas entre
“verdadero círculo totalizador”, el cual, por un los comunistas de América Latina.
lado, “tiene toda su seguridad y realización en Lo cierto es que el marxismo, por más
la teorética científica —como respaldo y segu- determinante que fuera, no bastaba para dar
ro— de la obra genial del judío vienés Sigmund sentido al programa social-político-económico
Freud”, y por otro lado, mantiene “su adhesión del surrealismo latinoamericano, en el que se
en política a la fe marxista, a la revolución co- resalta un conjunto coherente de referencias
munista”, no limitándose a ser ni “arte por el oníricas-psicoanalíticas. Aquello por lo que
arte” ni “propaganda exclusivamente social”, luchan los surrealistas, según Abril (1929), es
sino englobando el “subconsciente de todas las por una “cultura del sueño” que podrá com-
trayectorias del espíritu” (Abril, 1929, p. 51). El prenderse a través de las “obras de Freud” des-
surrealismo es, por lo tanto, la suma de los ac- critas como “diccionarios de esta sensibilidad”
tores freudiano y marxista, los cuales aparecen, (p. 52). Tal sensibilidad será la del sujeto del
respectivamente, como factores teórico y prác- futuro, el hombre nuevo, el “hombre subcons-
tico, científico y político. ciente” cuya “inteligencia psicoanalista” se
El marxismo será especialmente deter- contrapone diametralmente a la psicología de
minante para el surrealismo de América Lati- aquellos “autómatas de la realidad burguesa”
na y para sus ramificaciones posteriores en el que llenan “los bancos, clubs, hoteles, teatros,
realismo mágico y en otras corrientes literarias asilos o prostíbulos” (Abril, 1988, pp. 374-375).
y artísticas (Larsen, 2000). Sin embargo, en Tras la psicología correspondiente al “realismo
el contexto latinoamericano al igual que en burgués” con “los gases asfixiantes que creó
el europeo, la opción marxista del surrealis- el capitalismo”, tendrá que advenir la “cultura
mo fue más polémica que la opción freudiana. del subconsciente” correspondiente al surrea-
Destacan aquí particularmente las reacciones lismo y al “ser con todas sus pertenencias de
contrapuestas que los dos marxistas peruanos paraíso” (p. 375).
César Vallejo y José Carlos Mariátegui expresa- En la visión de Abril, para alcanzar el
ron en el mismo año de 1930. Vallejo (1930) no triunfo del surrealismo freudiano-marxista y
dudó en reducir injustamente la opción mar- de la cultura psicoanalítica del hombre nuevo
xista del surrealismo a “un disparate juvenil o subconsciente, hay que superar el realismo
una mistificación provisoria”, pues los surrea- burgués y la psicología de los actuales autó-
listas, según él, “contrariando sus estridentes matas. Esta sucesión histórica es equivalente
declaraciones de fe marxista, siguieron siendo, de las que hacían posible: en el mismo Abril,

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completar el esqueleto de la psicología espiri- CONCLUSIÓN: EL SURREALISMO COMO


tista y recomponer así el cuerpo humano; en TOMA DE CONCIENCIA, DEFENSA DEL
Piterbarg, desvestirse de los pliegues psicoló- MONISMO, EXCLUSIÓN DEL REALISMO Y
PROBLEMATIZACIÓN DE LO PSÍQUICO
gicos y recobrar la verdad intacta de la desnu-
dez; en Carpentier, dejar atrás la psicología de La comprensión del surrealismo como
cocido familiar y elevarse hasta el idealismo una corriente distintivamente consciente, que
surrealista. En todos los casos, hay una vi- se distinguiría por su conciencia o por su toma
sión clara del mundo y del ser humano a los de conciencia, fue compartida por Breton y
que se aspira. Curiosamente, en el caso de por los poetistas-surrealistas checos, en parti-
Abril, el mundo surreal existirá ya de algún cular Teige y Kalandra. Tanto el francés como
modo aun cuando no haya todavía suficientes los checos tenían la convicción de que los su-
hombres subconscientes que lo habiten. Será rrealistas eran conscientes de una esfera de
un mundo que tan solo tendrá sentido para la la que los demás eran inconscientes. Quizás
élite vanguardista de unos pocos surrealistas Carpentier coincidiera con ellos al atribuirle a
extraviados con sus sueños en la masa multi- los surrealistas un acercamiento privilegiado a
tudinaria de autómatas burgueses. Se entien- cierta esfera ideal superior. Sin embargo, como
de entonces que Piterbarg (1930) presente a se observó, esta esfera podía también tener un
los surrealistas como “realistas de la utopía” carácter material o corporal y corresponder pa-
y “voceadores del sueño imposible”, y que radójicamente al inconsciente mismo. Los su-
describa su lucha como una “rebelión contra rrealistas serían entonces, como se vió en Teige
la realidad, contra toda forma de vivir esta- y en Kalandra, conscientemente inconscientes
bilizada”, y por la “preeminencia del sueño y no inconscientemente inconscientes como
sobre la realidad y la trascendente realidad los realistas. Se evidencia que tal razonamiento
del sueño” (pp. 472-473). es próximo al de Breton en su charla con Piter-
Con el paso de los años, Piterbarg ter- barg: en lugar de un mito inconsciente como el
mina reduciendo el surrealismo a un simple del marxismo, el del surrealismo sería un mito
consciente, pero no por ello dejaría de ser un
mito, pero no sin aplicar la misma reducción
mito, el cual, como tal, resistiría de algún modo
al marxismo dominante de su tiempo: el so-
a la comprensión, al conocimiento inteligible,
viético, partidista y estalinista. El horizonte
a la toma de conciencia. Quizás lo que aquí
mítico acaba encerrando lo mismo el “mito
estuviera en juego fue lo que Teige tenía muy
surrealista” que el comunismo de las masas
claro: aquello que debe hacerse consciente es la
que “luchan envolviendo a veces sus justas
imbricación interna entre lo ideal y lo material,
necesidades en un nuevo mito” (Piterbarg, entre lo psíquico y lo físico, entre lo consciente
1948, p. 67). Al charlar con Piterbarg después y lo inconsciente.
de la Segunda Guerra Mundial y escuchar sus Se puede decir que el objeto del monis-
ideas acerca de los mitos comunista y surrea- mo es aquello que se hace consciente en el
lista, Breton hace una distinción importante: surrealismo. Tornarlo consciente, de hecho, es
el estalinismo sería un “mito inconsciente”, ya un aspecto definitorio de la realización del
mientras que el surrealismo sería un “mito monismo. Este, como se ha constatado, es un
consciente” (Breton citado por Piterbarg, propósito central de un surrealismo que por
1948, p. 68) ¿Pero acaso el mito, precisamente esto mismo tiene un carácter intrínsecamente
por ser mito, no implica por fuerza un ele- antipsicológico.
mento inconsciente? De ser así, se encuentra Además de realizar su monismo al in-
aquí nuevamente con esa toma de conciencia teriorizar lo exterior, al hacer consciente el
del inconsciente que ya se vió ocupar un lugar inconsciente y su continuidad con la concien-
central en el surrealismo checo. cia, los surrealistas buscan también la misma

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realización del monismo al intentar exteriorizar se encuentra en Crevel y en Tzara, se vincula


lo interior, al hacer externo lo interno, real lo directamente con el rechazo del realismo, pues
onírico, material lo ideal o físico lo psíquico, impugna el psiquismo como un refugio para
ya sea efectivamente con el arte o la poesía o que el sujeto escape de la transformación del
idealmente a través de una revolución comu- mundo, se repliegue en sí mismo y se entregue
nista. De lo que se trata para los surrealistas, lo al reflejo realista y a la reproducción conser-
mismo en su militancia política revolucionaria vadora de la realidad. Otra problematización,
que en sus acciones poéticas o artísticas, es ofrecida también por Crevel, cuestiona el psi-
de realizar sus sueños, materializar sus ideas, quismo por su origen en un acto por el que se
exteriorizar su interioridad y disolver el psiquis- divide interiormente al ser mismo para vencer-
mo en el mundo. En todos los casos, se disipa el lo, para poseerlo, para disponer de él y así poder
espacio propiamente psicológico al tiempo que entregarlo y someterlo al capital. Por su parte,
se asiste a la desaparición monista de la brecha Andrade y Piterbarg problematizaron el psiquis-
dualista que aparentemente se abría entre los mo como una ilusión de interioridad contenida
ámbitos del marxismo y del psicoanálisis. y desplegada en los pliegues del vestido que
Breton, por ejemplo, concibe la revolu- recubre la verdad material de la desnudez, del
ción comunista, en el sentido marxista de la materialismo corporal y de la continuidad cor-
expresión, como el cumplimiento de un sueño poral-psíquica en la que se funda el monismo.
en el cual, siguiendo la hipótesis freudiana, se Por último, en Andrade, el psiquismo fue pro-
consigue satisfacer el deseo. Lo mismo ocurre blematizado como una degradación y como un
con la poesía de Tzara y de los poetistas y su- envilecimiento de lo corporal, de lo material, de
rrealistas de la antigua Checoslovaquia. Sus físico y somático.
estrategias poéticas-artísticas y políticas revolu-
cionarias buscan realizar el monismo por el que REFERENCIAS
se orientan a través de una materialización mar-
xista del objeto freudiano, es decir, a través de la Abril, X. (1929). Estética del sentido en la críti-
realización externa, histórica y socioeconómica, ca nueva. Amauta 24, 49-52.
del mundo interno del psiquismo, del deseo y del Abril, X. (1988). Palabras para asegurar una
sueño. Esto solo puede conseguirse lógicamente posición dudosa. En N. Osorio (comp.),
al transformar la realidad, transformándola con Manifiestos, proclamas y polémicas de
la fuerza de lo psíquico, de lo deseante y onírico, la vanguardia literaria hispanoameri-
en lugar de proceder como buenos realistas y cana (pp. 372-376). Caracas: Biblioteca
simplemente describirla, conocerla, reflejarla, Ayacucho.
reproducirla o adaptarse a ella. Si los surrealis- Behar, H. (1992). Le freudo-marxisme des sur-
tas rechazan cualquier forma de realismo, como réalistes. Mélusine 13, 173-192.
bien lo plantearon tanto Abril como Tzara y Bernfeld, S. (1972). Socialismo y psicoanálisis.
Crevel, es también porque no se aferran a la rea- En H.P. Gente (Ed.), Marxismo, psicoa-
lidad y porque se rebelan contra ella, tal como lo nálisis y sexpol (pp. 15-37). Buenos Aires:
prescribe Piterbarg. Granica.
Además de excluir el realismo al suble- Breton, A. (1955). Les vases communicants.
varse contra la realidad, se ha visto cómo di- París: Gallimard.
versos exponentes del surrealismo tienden a Breton, A. (2008a). Manifeste du surréalisme.
descartar implícita o explícitamente lo psi- En Œuvres complètes I (pp. 301-368).
cológico al problematizar la idea misma del París: Gallimard.
psiquismo. Se distinguen, para terminar, al Breton, A. (2008b). Second manifeste du sur-
menos cuatro grandes problematizaciones su- réalisme. En Œuvres complètes I (pp.
rrealistas del objeto de la psicología. La primera, 775-828). París: Gallimard, 2008.

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