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El arte imperante

El centro de la práctica de la pintura, la música y la danzase ha desplazado estos


últimos años. No hay todavía etiquetas pero las ideas están. Ellas obran, sobre
todo, para considerar que cada cosa es como es en su tiempo y espacio y no
dentro de sus relaciones reales o simbólicas con otras cosas .Una cosa es
simplemente esa cosa. Acordando a cada cosa su reconocimiento y su amor. El
mundo es lo que es. Es momento que comencemos a comprender que es ahora.
Sabemos que cada cosa es también todas las otras cosas, sea realmente o sea
potencialmente. Es por consiguiente inútil, me parece, que nos esforcemos en
establecer las relaciones, las continuidades, el orden y las estructuras. Todo eso
es desde ahora nosotros mismos, nuestro material y nuestro circo.

Si un bailarín danza eso es diferente de tener teorías sobre la danza, o de desear


danzar, o de ensayar danzar, o de tener en su propio cuerpo el recuerdo de la
danza de algún otro. Pero si el bailarín danza todo está ahí, el sentido está ahí, si
eso es lo que ustedes quieren. Es como el departamento donde habito: miro
alrededor mío a la mañana y me pregunto ¿qué significa todo esto? Esto significa
este lugar donde habito. Cuando bailo, eso significa eso que yo hago. Una cosas
simplemente esa cosa. En pintura, todavía comenzamos a ver la pintura y no el
pintor que está pintando. Comenzamos a ver como es un espacio pintado. En
música comenzamos a entender con los oídos libres de un humor igual. En danza
eso se trata del simple hecho que un salto es un salto y debe ser suplementario
que constituye la forma que toma ese salto. La atención que llevamos al salto
ilumina la necesidad de sentir que el sentido de la danza reside dentro de todo lo
que no es la danza, de más eso elimina la necesidad, inquietud da causalidad,
cuanto que aquel movimiento debe servir a aquel otro, nos liberamos de la
necesidad de continuidad y establecemos que cada hecho de la vida puede ser su
propia historia, pasado, presente y futuro y puede ser observado en tanto tal.

Merce Cunningham 1973

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