El centro de la práctica de la pintura, la música y la danzase ha desplazado estos
últimos años. No hay todavía etiquetas pero las ideas están. Ellas obran, sobre todo, para considerar que cada cosa es como es en su tiempo y espacio y no dentro de sus relaciones reales o simbólicas con otras cosas .Una cosa es simplemente esa cosa. Acordando a cada cosa su reconocimiento y su amor. El mundo es lo que es. Es momento que comencemos a comprender que es ahora. Sabemos que cada cosa es también todas las otras cosas, sea realmente o sea potencialmente. Es por consiguiente inútil, me parece, que nos esforcemos en establecer las relaciones, las continuidades, el orden y las estructuras. Todo eso es desde ahora nosotros mismos, nuestro material y nuestro circo.
Si un bailarín danza eso es diferente de tener teorías sobre la danza, o de desear
danzar, o de ensayar danzar, o de tener en su propio cuerpo el recuerdo de la danza de algún otro. Pero si el bailarín danza todo está ahí, el sentido está ahí, si eso es lo que ustedes quieren. Es como el departamento donde habito: miro alrededor mío a la mañana y me pregunto ¿qué significa todo esto? Esto significa este lugar donde habito. Cuando bailo, eso significa eso que yo hago. Una cosas simplemente esa cosa. En pintura, todavía comenzamos a ver la pintura y no el pintor que está pintando. Comenzamos a ver como es un espacio pintado. En música comenzamos a entender con los oídos libres de un humor igual. En danza eso se trata del simple hecho que un salto es un salto y debe ser suplementario que constituye la forma que toma ese salto. La atención que llevamos al salto ilumina la necesidad de sentir que el sentido de la danza reside dentro de todo lo que no es la danza, de más eso elimina la necesidad, inquietud da causalidad, cuanto que aquel movimiento debe servir a aquel otro, nos liberamos de la necesidad de continuidad y establecemos que cada hecho de la vida puede ser su propia historia, pasado, presente y futuro y puede ser observado en tanto tal.