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Consejos básicos sobre cómo prepararse para un juicio por lo

penal, o una audiencia en un juzgado.

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Un juicio por lo penal, no es una situación por la cual ninguno de nosotros


querría pasar. Precisamente lo complejo de la situación genera una gran cantidad
de estrés y emociones muy fuertes ya que algo tan preciado como la libertad de la
persona se puede acabar con tan solo la decisión de un juez.

No vamos a recalcar en este artículo, las razones por las cuales una persona
pudiera verse en una situación de enfrentar un juicio por lo penal. Sino por el
contrario, ver cómo nos podríamos preparar y qué consejos básicos debemos
saber para afrontar un juicio de este tipo.

Para comenzar, no es posible que una persona así no tenga los recursos, asista
juicio sin el asesoramiento y la defensa de un buen abogado, a menos que
desee realizar la defensa propia. Pero en la mayoría de los casos, para comenzar
a preparar un juicio por lo penal, debemos responder las siguientes preguntas:

1 – ¿Necesito un abogado?
Si en su caso, puede acceder y pagar a un abogado penalista para que lo
represente, lo mejor es hacerlo. Llame al servicio de referencias de abogados de
su residencia, o busque en las páginas amarillas bajo la sección de abogados,
donde los abogados que están allí listados se encuentran por áreas legales y
podrás hacer la elección del abogado que necesites.

En la elección de los abogados penalistas, debe ser muy exigente, por lo cual
te recomendamos que preguntes a parientes o amigos sobre experiencias que
hayan tenido con algún abogado en particular. También pudieran reunirse con un
abogado sólo para hablar de su audiencia o juicio la preparación del mismo.
También está la posibilidad de que contrate a un abogado para que lo prepare
usted para representarse asimismo, pero si usted no cuenta con la experiencia
necesaria y con los conocimientos adecuados, esa opción puede ser muy
delicada.

2 – ¿Qué debo saber acerca de los testigos?

Las audiencias pueden determinar asuntos provisionales, pactados, o de


procedimiento. En el juicio es donde en definitiva las partes involucradas van a
presentar las pruebas y argumentos que el juez usará para tomar su decisión final.
En el caso de los testigos, es importante averiguar a quienes usará como testigos
la parte contraria. La mejor manera de averiguar qué testigo citara la otra parte, es
preguntárselo al abogado o directamente a la parte contraria.

En algunos condados, ambas partes deben seguir la programación del caso. La


programación del caso establecerá varias cosas entre ellos la fecha cuando
ambas partes deben intercambiar la lista de los testigos. Allí nos deba recibir una
copia de la lista de los testigos de la parte contraria y la fecha en que se indica la
programación del caso.
También debe seleccionar los testigos que debería usar. Por ejemplo, en asuntos
de custodia o visitas, uno de los testigos que pudiera presentar o que debería
presentar es el evaluador (de los servicios del Juzgado Familiar o CASA, a veces
llamado “guardian ad litem” o “GAL”) que investigó el caso, y además de esto,
también pudiera utilizar como testigo a cualquier consejero que haya dado
tratamiento a los niños, o trabajadores sociales del servicio de protección a
menores que apoyen su caso.

Un punto muy importante es que te aseguras de que tus testigos acudan al juicio y
que efectivamente este seguro de lo que ellos le dieran al juez para ayudarte en
su caso.

3 – ¿Necesito dar al juzgado algún formulario?

La respuesta es sí, hay algunos formularios que antes del juicio tú deberás
completar y entregárselos al juez así como también darle una copia la parte
contraria cuando llegue al juicio. Para informarte más sobre los
formularios, asesórate con el abogado penalista que hayas elegido y él te guiará
sobre lo que estos formularios quieren decir.

4 – ¿Qué más debería llevar al juzgado?

Otras cosas debería llevar al juzgado y tener todo preparado cuando afronte un


juicio por lo penal, y entre muchas otras cosas deben llevar lo siguiente:
– Una lista de los nombres de sus testigos

– Materiales de prueba

– Si el juicio por lo penal que está afrontando tiene que ver con la manutención
de menores, debes llevar sus más recientes talones de pago.

– Si el juicio por lo penal que vas a afrontar está relacionado con la pensión
alimentaria, también debe llevar sus más recientes talones de pago, que tienen
que ver con declaraciones de impuestos del año pasado, y una declaración
financiera ya completa.

– Memorando de juicio

Cuando se enfrenta a un juicio por lo penal, es importante prepararse bien, de


que la diferencia entre el éxito y fracaso está en la preparación previa, y la
elección de cada uno de los puntos que hemos mencionado anteriormente.
Esperamos que este artículo haya aclarado varias dudas y pueda darle una
orientación sobre qué debe hacer cuando se enfrentó un juicio por lo penal.

Por: Gonzalo Andrés Muñoz.


Débora fue la primera jueza de la historia en Occidente, hace 3.135
años

Yolanda Rodriguez y Carlos Berbell


7 agosto, 2016
Desde el principio de la civilización, la mujer no ha tenido nada fácil su acceso al
mundo de la judicatura. Y eso que las cosas pintaron bien al principio. Corría el
año 1.115 antes de Cristo. Fue cuando apareció la primera jueza, Débora.

Es decir, hace 3.130 años contando atrás desde este año. Cuando el pueblo de
Israel llegó a la “tierra prometida” empezó a ser gobernado por los Jueces.

En esa época y tal y como aparece escrito en la Biblia, en los capítulos IV y V del
Libro de los Jueces, Débora asumió su nuevo cargo, ejerciendo un liderazgo
impensable en aquellos tiempos para una mujer.

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Unos tiempos en los que los hombres tenían todas las responsabilidades sociales
y religiosas. Las mujeres no contaban.

Pero Débora supo hacerse respetar. Más tarde sería llamada “la madre de
Israel”. Era una mujer hábil y muy inteligente.

Como juez, administraba justicia, sentada bajo una palmera, entre Rama y Betel, y
ayudaba a la gente con sus diferencias tribales y problemas familiares. Su función
basculaba entre la de una “mujer buena”, una mediadora, un juez de paz de
nuestro tiempo y, cuando las cosas eran gordas y serias, un juez al uso.

Por aquel tiempo, la división de poderes ni existía ni se la esperaba, y la


democracia era un concepto alienígena al ser humano.

Débora hacía bien su trabajo. Resolvía los pleitos que le presentaban sus


conciudadanos, y aunque la parte perdedora no quedaba contenta, contribuía a la
paz social de forma determinante.

Pero Débora hacía más que juzgar.

También podía “ver” los peligros que acechaban desde el futuro. Poseía el don de
conocer el futuro. Lo que hoy denominamos “videncia”.
En una ocasión percibió una grave amenaza. Los cananeos, los habitantes de la
tierra de Canaá, como hasta la llegada de los israelias se denominaba lo que más
tarde éstos bautizaron como Israel y después se ha conocido como Palestina,  
veían a los israelitas como unos intrusos y unos invasores de sus tierras.

Estaban determinados a borrar al pueblo de Israel de la faz de la tierra y a


recuperar lo que consideraban suyo, por derecho de posesión.

La juez Débora se movilizó a toda velocidad y encomendó al militar Barac que


reuniera un gran ejército entre las tribus de Israel e hiciera frente a los cananeos.

Además, le profetizó que Dios les daría la victoria.

El general Barac, que no se creía mucho lo de la videncia de Débora, le contestó


positivamente, pero le puso como condición que le acompañara en la batalla.

Sin ponérselo en palabras, le dejó claro que, si fallaba en su pronóstico, morirían


los dos.

Débora accedió sin titubear.

Y para demostrarle que ella no era ninguna echadora de cartas de pacotilla al uso,
le profetizó algo muy concreto: “Al general Sísara, líder de los cananeos, no lo
matará tu espada. Lo hará una mujer”.

Barac le contestó con una mirada de incredulidad suprema.

El militar no le dio la menor importancia y se entregó a la preparación del ejército


israelita que debía librar la batalla.

Semanas más tarde tuvo lugar la batalla.

Barac y sus hombres se enfrentaron a los cananeos.

Como profetizó Débora, les dieron “una manita”. La derrota fue estrepitosa.

Sísara huyó a toda velocidad para salvar la vida.

En su fuga encontró una tienda, la tienda de Jael, esposa de Heber Ceneo. Los
dos pertenecían al pueblo de los recabitas, que convivieron armónicamente con
los israelitas en Canaá, como también lo hicieron con los cananeos.

El general estaba agotado, después de horas batiéndose el cobre frente a sus


enemigos. Por eso le pidió a la mujer un poco de agua y cobijo para descansar y
recuperar fuerzas.
No temió ni sospechó nada. La mujer no era judía. Por lo tanto, no la consideraba
enemiga. Al contrario.

Jael, primorosa en el trato, le dio leche y le llevó sobre una mullida alfombra.
Luego le cubrió con una manta y le dejó dormir.

Cuando había alcanzado un sueño profundo, Jael se acercó al general Sísara y le


clavó una estaca en la cabeza, de las que utilizaban para sujetar las tiendas,
quitándole así la vida.

De esa forma se cumplió la profecía de la jueza Débora: “El enemigo no morirá


por la espada deBarac sino a manos de una mujer…”.

Desde entonces el pueblo israelí entona el Cánto de Débora, uno de los pasajes
más antiguos de la Biblia (Jueces 5:23-27, en el Antiguo Testamento) que viene a
enfatizar que Dios usó a las mujeres valientes, como Débora, para guiar y liberar
a su pueblo:

“Maldecid á Meroz, dijo el ángel de Jehová: Maldecid severamente á sus


moradores, Porque no vinieron en socorro a Jehová, En socorro á Jehová contra
los fuertes. Bendita sea entre las mujeres Jael, mujer de Heber Cineo; Sobre las
mujeres bendita sea en la tienda. El pidió agua, y dióle ella leche. En tazón de
nobles le presentó manteca. Su mano tendió á la estaca, Y su diestra al mazo de
trabajadores. Y majó á Sísara, hirió su cabeza. Llagó y atravesó sus sienes. Cayó
encorvado entre sus pies, quedó tendido. Entre sus pies cayó encorvado. Donde
se encorvó, allí cayó muerto.

Y no hay duda que la jueza Débora lo consiguió, porque, según la Biblia, en su


tierra hubo paz durante los 40 años siguientes.
 
Horror nuclear sacude a Japón

El 6 de agosto de 1945, el fuego nuclear de Estados Unidos redujo a cenizas la ciudad


japonesa de Hiroshima, carbonizando instantáneamente a más de 25 mil personas.
Sesenta y cinco horas después, el 9 de agosto, le tocó el turno a Nagasaki, con un saldo
de más de 13 mil muertos.

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ataque nuclear,
bomba nuclear,
Estados Unidos,
II Guerra Mundial,
Japón
Por Néstor Galicia
Esas dos bombas atómicas matarían en total, año tras año y tras una lenta
agonía, a unas 330 mil personas, entre ellas a unos 10 mil trabajadores forzados
coreanos. Marcarían además, el fin de la Segunda Guerra Mundial, con la
capitulación de Japón, seis días más tarde, y el comienzo de la Guerra Fría.

La explosión de Hiroshima el 6 de agosto de 1945.(Foto: AFP)


La II Guerra Mundial vivía sus últimos días, pero se temía que el Ejército Imperial
de Japón prolongara los combates por varios meses más. El físico Henry de Woolf
Smyth refiere que el 4 de agosto estuvo presente en una reunión en la que el
presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman preguntó a sus asesores cuántos
habitantes tenía Hiroshima. Le dijeron que alrededor de 60 mil.
Truman dijo: "Es mejor que mueran 60 mil japoneses a dejar que maten a un
millón de americanos" (diario contenido en la Biblioteca Harry Truman). Sin
embargo la decisión estaba tomada desde días antes. Un borrador con el
comunicado oficial estaba listo ya el 31 de julio.

El 6 de agosto, el Departamento de Guerra transmitió un mensaje en el que


exponía el "hercúleo" trabajo que había representado la fabricación de la bomba,
fruto de la "colaboración" entre industria, ciencia y ejército. Sobre su potencial
destructivo se limitaba a decir que "rebasaba" la imaginación. Y que nadie podía
imaginar tanto dolor y sufrimiento civil.

El equipo de la aeronave Enola Gay desde la cual se lanzó la bomba "Little Boy"
sobre la ciudad de Hiroshima. Al centro el piloto Paul Tibbets. (Foto: AP)

Sonriente, el coronel Paul Tibbets saludaba desde la ventanilla de la cabina


delEnola Gay, el avión que horas más tarde soltaría la primera bomba atómica
sobre la ciudad japonesa de Hiroshima aquel 6 de agosto. Un reloj, que
milagrosamente sobrevivió intacto entre los escombros, se detuvo a las 8.15, la
hora en que la mortífera explosión tuvo lugar.
Según los cálculos, la bomba explotó a 500 metros del suelo. El hongo atómico se
elevó a más de 10 kilómetros de altura. El copiloto del Enola Gay, Robert Lewis,
refiere el panorama tras la explosión: "Donde habíamos visto una radiante ciudad
dos minutos antes, ahora no podíamos ver nada. Podíamos ver humo y fuegos
trepando las montañas".

El presidente Truman estaba a bordo del buque crucero Augusta cuando recibió la
notificación del ataque con la bomba, que había sido bautizada "Little Boy" por su
tamaño menor a "Fat Man", la otra bomba disponible, que caería el 9 de agosto a
las 11 de la mañana sobre la otra víctima estratégica: la ciudad de Nagasaki. A las
11.02 fue lanzada la segunda bomba, Fat Man. El cielo, nuboso, no permitió
visualizar el objetivo prioritario: la ciudad de Kokura. Un barrio popular resultó
totalmente arrasado.

Una parte de Nagasaki que quedó reducida a cenizas. (Foto: Hemeroteca PL)
Efectos terribles

En los primeros segundos de la explosión de una bomba nuclear se propaga una


onda térmica que incendia cualquier material inflamable en un radio de varios
kilómetros. Después viene una onda de presión (llamada onda de choque)
desplazándose rápidamente desde el centro de la explosión hacia afuera, que
supera los efectos de un huracán en un radio aproximado de 1 km.

Le sigue una onda de succión que acaba de destrozar lo que aún quedaba en pie.
A todo esto hay que añadir los efectos de la radiactividad que contamina la zona
de la explosión y que puede producir la llamada lluvia radiactiva (caída de material
radiactivo que se había elevado en la explosión) en puntos más alejados.

Lo que Lewis, Truman y muchos más otros no vieron fue que Hiroshima tenía
entonces unos 250 mil habitantes, de los cuales murieron entre 70 mil y 80 mil
solo por la onda expansiva, pero dado que la bomba atómica no solo mata por la
detonación sino por la radioactividad, para el final de 1945 habían muerto otras 50
mil personas.
Los efectos de la radiación afectaron a los japoneses décadas después. (Foto:
Hemeroteca PL)

Hasta 1952, la censura estadounidense prohibió a Tokio publicar cualquier


información sobre los dos bombardeos, justificados por la necesidad de asestar el
golpe de gracia al imperialismo japonés. El 14 de agosto de 1945, el imperio Nipón
pidió la paz, y capituló sin condiciones el 2 de septiembre. Pero los documentos
diplomáticos de la época revelan que Japón decidió rendirse a causa de la
declaración de guerra soviética, el 8 de agosto.
Quemaduras, úlceras, pérdida de cabello, alteraciones genéticas y cáncer fueron
algunas de las afecciones que sufrieron los sobrevivientes, algunos de los cuales
todavía son testimonio vivo, tal es el caso de Eiji Nakanishi, que tenía 3 años de
edad. Sobrevivió gracias a una gran cantidad de ceniza que le cayó encima y a
que los pilares de su casa quedaron en pie. Sin embargo, en lugar de tratar de
olvidar la tragedia, Nakanishi se ha dedicado a promover el desarme nuclear. "Ese
fue un infierno creado por el hombre. Fue la acción terrorista más importante del
siglo XX, a pesar de la obstinación de algunos políticos, aún es posible evitar la
proliferación atómica", indicó en una entrevista.

Cada 6 de agosto, Hiroshima recuerda con un minuto de silencio a sus muertos.


Ceremonias, oraciones y llamados al desarme nuclear son constantes en el
fatídico día. Hoy Hiroshima, es una urbe de más de un millón de habitantes, hay
aproximadamente 68 mil supervivientes de la bomba atómica con una edad media
de 77 años, cuyos relatos adquieren cada vez más valor para proteger sus
experiencias del olvido.
La estructura de este edificio quedó en pie a pesar de la explosión,
actualmente es un monumento a la paz mundial y Patromonio de la
Humanidad. (Foto: AFP)

Nueva era bélica

El 16 de julio de 1945, a las 5.30 (hora local), comenzó la era de las armas
nucleares. En el desierto de Alamogordo, Nuevo México, en un recinto acotado y
estrictamente vigilado, los estadounidenses hicieron explotar la primera bomba
nuclear. Hasta el último segundo nadie sabía con certeza si los cálculos
efectuados habían sido los correctos, si todo iba a quedar en una fallida y ridícula
explosión, o si ésta podía ocasionar una catástrofe gigantesca, a nivel mundial.

La primera bomba nuclear fue el producto de la colaboración internacional, ya que


tuvo como padres a científicos ingleses y estadounidenses como J. Robert
Oppenheimer; italianos, Enrico Fermi; daneses, Niels bohr, y otros destacados
hombres de ciencia de varias nacionalidades, entre ellos emigrantes europeos,
como el doctor Klaus Fuchs, el comunista alemán que comunicó a
los sovietsimportantes datos sobre la bomba.

Las bases teóricas las estableció, decenios antes, Albert Einstein, quien
recomendó, en 1941, la fabricación de la bomba, pero que, posteriormente, no
tomó parte en los trabajos y acabó señalando que la recomendación había
sidouno de los grandes errores de su vida. El físico alemán Otto Hahn pertenece
también, como mínimo, a la generación de los padrastros de la bomba nuclear, ya
que consiguió en Berlín, en 1938, la fisión de uranio con ayuda de neutrones.
Pocos sabían la verdad
Solo pocas docenas, o como mucho 100, de los científicos, técnicos y militares
sabían exactamente en qué y para qué estaban trabajando. Ninguno de los casi
300 mil estadounidenses que construyeron las gigantescas instalaciones para la
fabricación de las sustancias explosivas nucleares: Uranio 235 y Plutonio, tenía la
menor idea de su finalidad última.

Sí que pudieron contemplar como montañas de materias primas, sobre todo


mineral de uranio, desaparecían en las misteriosas instalaciones y que se
utlizaban cantidades ingentes de energía, pero sin ver lo que al final se producía.
Un producto que se podía llevar en una cartera de mano. Nunca hasta entonces
había confiado la jefatura política de un país tan ciegamente en un puñado de
científicos y había puesto tanto en juego como lo hicieron los estadounidenses en
la fabricación de la bomba atómica. Solo una guerra a vida y muerte posibilitó esta
apuesta hasta el final y la disposición de todos los medios necesarios para el fin.  
La bola de fuego de Alamogordo pudo ser avistada a 700 kilómetros de distancia,
en Amarillo.

Documental sobre el ataque nuclear sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y


Nagasaki. (Video: tomado de Youtube)

Visita histórica
El 27 de mayo de 2016 será recordado como un hito en la historia mundial ya que
por primera vez un Presidente de los Estados Unidos visitó el epicentro de la
tragedia de Hiroshima. 
En el marco de la cumbre mundial del G7 que se realizara en Japón, el presidente
Barack Obama visitó la ciudad de Hiroshima y rindió un emotivo homenaje a las
víctimas, acompañado del primer ministro de Japón, Shinzo Abe. Aunque Obama
no se disculpó por el ataque de su nación, en su discurso abogó por un mundo sin
armas nucleares, además convivió con tres sobrevivientes de aquel fatídico 6 de
agosto de 1945.

La determinación de la lesión dolosa, como delito o falta, le


corresponde al legislador, no al operador jurídico

El Fiscal Adjunto al Superior, Roberto Carlos Reynaldi Román, en esta nota


intitulada “La determinación de la lesión dolosa, como delito o falta, le corresponde
al legislador, no al operador jurídico”, ha compartido sus interesantes reflexiones
en torno a este tema de palpitante actualidad, que aquí difundimos, como siempre,
para promover la discusión y el debate.

El artículo 441 del Código Penal [en adelante CP], establece como Faltas contra
la Persona, la lesión dolosa, que requiere hasta diez días de asistencia o
descanso, según prescripción facultativa, siempre que no concurran circunstancias
o medios que den gravedad al hecho, en cuyo caso será considerado como delito.
Se indica además que se considera circunstancia agravante [de las Faltas],
incrementándose la prestación de servicios comunitarios, cuando la víctima sea
menor de catorce años o la lesión se produzca como consecuencia de un hecho
de violencia familiar, o el agente sea el tutor, guardador o responsable de aquel.

Por su parte, el artículo 122 del CP [como tipo penal más cercano], define el delito
de Lesiones leves, como la causación de lesiones en el cuerpo o en la salud que
requiera más de diez y menos de treinta días de asistencia o descanso, o nivel
moderado de daño psíquico, según prescripción facultativa.

El problema que plantea la interpretación de ambos tipos penales, es determinar


¿cuáles son esas circunstancias o medios que dan gravedad al hecho, que
permiten elevar una falta, a la categoría de delito? El legislador ha guardado
silencio al respecto, permitiendo el paso al intérprete, quien en la errónea
creencia, que se trata de un tipo penal abierto, ley penal en blanco o tipo judicial,
se ha encargado de construir [más no de completar] una conducta típica, no
fundada en la previsión legislativa, sino en la costumbre judicial.

El respeto al principio de Legalidad, implica que tanto un tipo penal básico como
agravado o, un tipo penal con agravantes, exige una determinación previa, escrita,
cierta y estricta de los elementos que fundamentan el injusto; ello a fin de lograr un
mensaje descriptivo claro, que permita al ciudadano, elegir o apartar las
consecuencias de sanción penal, derivadas de la infracción normativa.

Sin embargo, la precisión y rigor de la determinación legal, no implica una relación


de sucesos posibles, un catálogo de definiciones aplicables, ni un traslado de
otras normas a cada tipo penal; sino que demanda, la descripción clara de una
conducta disvaliosa general, que a su vez, permite diversos matices de actuación,
ámbitos de aplicación y métodos de interpretación.

Es por ello, que dentro de los parámetros legítimos de la determinación legal,


resultan admisibles figuras como: 1) Tipos Penales Abiertos, que deben ser
completados con métodos interpretativos, pero siempre deducidos de la cláusula
legal [lesión dolosa, el que por culpa, índole obscena, buenas costumbres, el que
ilegítimamente, etc.] ó 2) Leyes Penales en Blanco, cuyos [ciertos] elementos
típicos no deben ser completados, sino buscados en normas extrapenales [delitos
ambientales, contra la propiedad industrial, acaparamiento, especulación, etc.].

Al respecto, hay que puntualizar que, el Principio de Reserva de la Ley, implica


que la interpretación judicial nunca debe reemplazar a la construcción legal, sino
que es a partir de la cláusula legal, que opera la deducción judicial; de tal manera
que si el legislador, no concede contenido a un elemento objetivo del tipo [por
ejemplo: medio o circunstancia], no estamos frente a un tipo penal abierto ni una
ley penal en blanco, sino ante la ausencia de tipo legal [básico o agravado].

En el caso de faltas de lesiones dolosas, existe un anuncio legislativo, en el


sentido que, de presentarse “circunstancias o medios que dan gravedad al hecho”,
éste debe ser considerado como delito; sin embargo, el legislador ha guardado
silencio, respecto del contenido típico de tal anuncio. Como sabemos, las
circunstancias o medios agravantes, se constituyen en elementos accidentales de
modificación de la responsabilidad, lo cual involucra, la necesidad de definir
cláusulas generales de actuación o contextos de gravedad, que permita construir
un delito, a partir de un tipo penal de faltas.

En este caso, no podemos invocar un tipo penal abierto o ley penal en blanco, ya
que la ausencia de contenido típico, no es susceptible de completitud ni de
búsqueda extrapenal [que podría generar una analogía prohibida]. Esta falta de
previsión legal, sólo puede generar una consecuencia: la condicional legislativa,
sobre la concurrencia de circunstancias y medios de gravedad, para la conversión
de falta a delito, es inaplicable.

Sin embargo, tal razonamiento, es totalmente ajeno a la práctica judicial que [con
voz unánime y convicción], ha creado elementos típicos, que permiten desarrollar
la condicional legislativa [vacía de contenido]. Así, es unánime la posición, que si
la lesión se causa con un objeto contundente duro, ello constituye un medio que
da gravedad al hecho y debe ser considerado como delito.
No obstante, razonamientos como estos, pese a su aceptación general, obedecen
a mera intuición; ya que no se habla de un margen de discreción judicial legítima,
sino de elaboración de tipos legales, por costumbre judicial. De la misma manera,
se podrían ensayar [sujeto a la imaginación claro está], diversas circunstancias
que no se deducen válidamente de la condicional legislativa [concurso de
personas, mayor estado de vulnerabilidad, el sujeto pasivo sufre de anomalía
psíquica, etc.], dando paso a los tipos penales judiciales, cuya proscripción
obedece a la vigencia del Principio de Separación de Poderes. En consecuencia,
la construcción de elementos accidentales de gravedad, ya no es producto de la
interpretación judicial, sino de la invención, cuya labor es privativa del legislador.

En efecto, es el legislador, quien debe elaborar y establecer las circunstancias


accidentales que implican una sanción mayor, como sucede en los tipos
agravados o con agravantes [Homicidio calificado, Sicariato, Robo agravado,
Estafa agravada, etc.]. De la misma forma, es el legislador quien tuvo que elaborar
y dar vigencia a las circunstancias y medios que dan gravedad al hecho, en las
faltas de lesiones dolosas, que al final implicarán una sanción mayor [como es una
pena privativa de libertad] y no dejar dicha tarea a la imaginación judicial.

Tales medios o circunstancias, tampoco las podríamos encontrar en las


agravantes genéricas previstas en el artículo 46 del CP, ya que dichas
circunstancias únicamente sirven para ladeterminación judicial de la pena [en
este caso prestación de servicio comunitario] y no para permitir el tránsito de una
falta a delito.

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