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La organización territorial de la Nueva España.

Desde 1548, la Nueva España estuvo dividida en reinos y gobernaciones, los


reinos eran el de México y el de la Nueva Galicia; a partir de 1580 existió el Nuevo
Reino de León.
Las Gobernaciones eran la de Nueva Vizcaya y de Yucatán.

Cada reino o gobernación tenía provincias la cual estaba dividida en distritos o


partido. Tenía su capital y el jefe administrativo de esta ciudad era el “corregidor”.

En 1786 el sistema de intendencias implementado en España fue aplicado en el


Reino de la Nueva España, expidiéndose la Real Ordenanza para el
Establecimiento e Instrucción de Intendentes de Ejército y Provincia en el Reino de
la Nueva España, con reglas para la administración de justicia, la fiscal, y la militar,
el fomento de la economía agrícola, industrial y minera. Esta ordenanza es como
una especia de código administrativo para la Nueva España.

Bajo el nuevo sistema, los gobernadores, corregidores y alcaldes mayores fueron


sustituidos por 12 intendentes, encargados de la justicia, el cobro fiscal, el fomento
económico y la organización de la milicia local.

La repartición del territorio en intendencias fue básica para la división territorial que
hallamos más tarde en la primera Federación Mexicana.
La política económica de la Nueva España.

Observaremos, rama por rama, las principales medidas e instituciones


relacionadas con el desarrollo de la economía de la Nueva España.

I. Comencemos por la agricultura.


En sus cartas al Emperador, Cortés pide que no se permita la salida de
ningún barco de España, sin que trajera algunas plantas útiles de allí; esta
súplica fue atendida. El fomento de ciertas ramas de la agricultura tomó
también la forma indirecta de estimular la industrialización de sus
productos.
II. Explotación Forestal.
En este ámbito encontramos algunas prohibiciones y limitaciones de tala u
órdenes de reforestación en la legislación indiana. Desgraciadamente,
parece que no fue muy eficaz la política forestal virreinal, ya que se aprecia
una bárbara destrucción de los bosques durante casi 300 años.
III. La Ganadería.
El caballo jugó un papel tan importante para la Conquista diversos nuevos
animales entraron aquí, sobre todo desde 1525: cerdos, ovejas, vacas,
gallinas, palomas, patos, gatos, perros, abejas y unos más. Esta añadidura
a la fauna mexicana resultó ser una calamidad para el paisaje y para el
bienestar del indio. Solo el burro andaluz y la mula resultaron ser buenas
innovaciones para el indio.
En las indias se estableció la Real Corporación de la Mesta que defendían
los intereses comunes y vigilaban contra el abigeato.
IV. La Minería.
El ideal primitivo de la Corona era que las Indias, con su “suelo que suda
plata”, mandarían sus metales preciosos a la Metrópoli, recibiendo de ella
los productos industriales y algunos agrícolas que necesitaban.
La influencia que el oro y la plata de México han tenido para el desarrollo de
la economía europea fue enorme. Al comienzo de la conquista, las Indias
entregaron a Europa más oro que plata, en 1545, la plata de Potosí vino a
cambiar esta relación y sobre todo desde la aplicación de la amalgamación
(1577).
Durante el siglo XVII, la minería Novohispánica sufrió una larga depresión,
pero en el siglo XVIII le era de nuevo favorable.
En algún tiempo de la colonia México producía inclusive las dos terceras
partes de toda la plata producida en el mundo.
A pesar de la frecuente escases del azogue, tan necesario para obtener
plata, sobre todo el siglo XVI y el siglo XVIII muestran una minería
floreciente en la Nueva España, y la prosperidad emanada de los diversos
Reales de Minas repercutió favorablemente en el erario, creó una nueva
nobleza de mineros, además de dejarnos una herencia tan atractiva de
bellos edificios e instituciones importantes.
V. El comercio entre las Indias y España.
Fue controlado por el Estado y para este fin se había creado en 1503 la
Cada de Contratación, la cual fungía como tribunal, civil y penal, en
controversias relacionadas con el comercio ultramarino y la navegación.
La casa de contratación también vigilaba que la Corona recibiera su parte
en los beneficios que las Indias produjeron. La cual realizo importantes
mapas y se idearon nuevos instrumentos náuticos.
También encontramos la Universidad de Cargadores de las Indias, un
Consulado, agrupación de mercaderes que llevaban mercancías a las
Indias o las recibían de allí. Este consulado podía decidir en forma práctica,
sumaria, en los pleitos entre sus miembros. En Sevilla se encontraba el
Correo Mayor de las Indias, para la correspondencia entre España y las
Indias.
Hasta el tratado de Utrech (1713), comerciantes no-españoles estaban
excluidos, como regla general, del comercio con las Indias, de modo que
las mercancías francesas, inglesas, etcétera, solo por vía de comerciantes
españoles, lo cual, desde luego, aumentó su precio.
Uno de los resultados de estas restricciones fue el enorme volumen el
contrabando, sobre todo en barcos ingleses. Se afirma que el comercio
ilegal, al comienzo del siglo XVIII, correspondía, más o menos, a la mitad
del comercio total con las indias.
En 1713 con el Tratado de Utrecht otorgó a Inglaterra el derecho exclusivo
de introducir esclavos africanos a las posesiones españolas.
VI. La Industria.
Este ambiro novo-hispano se encontraba frenado por una serie de
prohibiciones de estableces industrias que podrían causar competencia a
productos españoles.
VII. En otros ámbitos de la vida económica, los consejos municipales podían
establecer precios máximos para mercancías importantes, sobre todo para
“cosas de comer y beber”, y estos precios sólo debían dejar una ganancia
moderada, término espantoso para lo grandes mercaderes de Sevilla, que
combatieron constantemente esta política.
Clero Regular en la Nueva España.

El catolicismo no encontró grandes obstáculos en las Indias; con sus matices


politeístas. Este pudo formar puentes hacia el pensamiento religioso indio,
sugiriendo las relaciones como entre Tonantzin y la Virgen, etcétera. Además, la
religión azteca tenía ideas sobre una vida más allá de la tumba, con premios y
castigos, que podían transformarse en ideas cristianas. También el bautismo y la
confesión encontraban puntos de coincidencia en las prácticas indígenas.

Primero llegaron a nuestro territorio los franciscanos, tan caritativos para con
otros, tan ascéticos para consigo mismos. Los dominicos solo llegaron desde
1526. Mientras que los franciscanos ocuparon el centro del país, los dominicos se
establecieron más bien en Oaxaca, Chiapas y Guatemala.

Todos estos reglares estaban repartidos entre “provincias” de su orden, siendo


cada una de éstas dirigida por un “provincial”, asistido por un consejo de
“definidores”, el “definitorio”. Periódicamente había asambleas generales de los
regulares superiores (rectores de colegios, priores de conventos, ex-provinciales,
etcétera.
En todas las órdenes era necesario hacer los votos de pobreza, castidad y
obediencia, en adición a los cuales cada orden particular exigía aún sus propios
votos.

Cuando los franciscanos y dominicos ya estaban establecidos finalmente el rey


permitió la entrada de los jesuitas en 1571. Los cuales contribuyeron a la lucha por
la justicia social, denunciando los abusos de los corruptos corregidores.
La expulsión de los jesuitas, en 1767, daño a la educación de la Nueva España,
provocó violentas protestas populares, arruino florecientes empresas y causó un
problema con las misiones jesuitas, a veces esenciales vanguardias de la Nueva
España

Un importante logro de personas ligadas a la Iglesia es la abolición de la


esclavitud en la Nueva España.

Clero Secular en la Nueva España.

Desde 1518 existió un obispado en Yucatán y por iniciativa del emperador Carlos
V se creó en 1527 el obispado de la Capital.

En 1546, los obispados Novohispánicos fueron independizados del arzobispo de


Sevilla, y colocados bajo el arzobispado de México. A medidad que progresaba a
conquista del territorio y su penetración con la nueva civilización, fueron
añadiéndose nuevos obispados.
Al alto clero le correspondían parte de los diezmos, en cambio el bajo clero, que
no tenían acceso a la fuente de los diezmos, tuvo que vivir de los derechos
cobrados por los servicios parroquiales.

Gran parte de la riqueza de la Iglesia tomaba la forma de fundaciones.

La Inquisición.

Tradicionalmente, cada obispo debía perseguir a los herejes dentro de su diócesis;


pero, como muchos obispos no se mostraron muy activos al respecto, el Vaticano
medieval introdujo la costumbre de enviar a legados pontificios a las regiones
donde hubiera peligro para la fe, para iniciar una investigación y para sancionar a
los heterodoxos, independientemente de la acción episcopal. Con dicha costumbre
se pude ver el origen de la famosa Inquisición.

El tribunal de la Inquisición se componía de dos inquisidores y un acusador


además hubo delegados fuera de la ciudad de México.

La reputación que tuvo la inquisición Novohispánica no era muy mala; en primer


lugar, no molestaba a los indios; en segundo lugar, varios de sus jueces eran
ejemplos de integridad; en tercer lugar, sus víctimas eran en parte judíos y
extranjeros; en cuarto lugar, un auto de fe era siempre un espectáculo grato; y en
quinto lugar, los heterodoxos religiosos tenían a menudo también ideas
heterodoxas en materia política, de manera que “los de arriba” vieron con buenos
ojos la ayuda prestada por la Inquisición para conservar la Nueva España segura
de sus privilegios.

El poder económico de la Iglesia.

Una cuestión controvertida es la cuantía del patrimonio eclesiástico a fines de la


fase virreinal.
Según el doctor Mora, a fines de la fase virreinal un 90% de las fincas urbanas
perteneció al clero.
Locas Alamán, autor católico, conservador, considera que la Iglesia dominaba la
mitad de la riqueza inmueble del país, al comienzo del siglo XVIII.

El Derecho Penal de la Nueva España.

El derecho indiano contiene normas penales dispersas en las Leyes de Indias,


pero especialmente en el séptimo libro, que contiene la curiosa disposición de que
las penas pecuniarias, aplicadas en las Indias, será, como regla general, del doble
de las mismas penas aplicadas en la península.
Supletoriamente estuvo aquí en vigor el derecho penal castellano, que proporciona
la mayor parte de las normas, aplicadas en las Indias, Este derecho, en su
aspecto penal no es muy homogéneo: como sus fuentes debemos mencionar el
Fuero Juzgo, Las Siete Partidas, el Ordenamiento de Alcalá. Entre estas fuentes
sobresalen las siete partidas, la séptima de las cuales contiene normas de
derecho penal.

Este derecho penas de las Partidas combina la tradición romana con la germánica,
dejando sentir a veces cierta influencia del derecho canónico, se trata de un
sistema penal muy primitivo, con restos de los juicios de Dios, diferenciación de
tratamiento según la clase social, aplicación del tormento, confusión constante
entre los conceptos de pecado y de delito, y penas crueles.

El derecho canónico tenía su propia rama penal, y la Iglesia insistía en su


privilegio de tratar casos delante de sus propios tribunales, sobre todo cuando se
trataba de delitos cometidos por el clero.

Para delitos contra la fe existió finalmente, aquella jurisdicción especial,


relativamente independiente del arzobispo mexicano, y autorizada por el Estado,
que era la Inquisición.

El Derecho Privado Indiano.

A pesar de que el derecho castellano sólo es supletorio del indiano, la escasez de


normas jusprivatistas en éste hace que para el derecho privado que valía en la
Indias las fuentes del derecho castellano fueron predominantes. Cabe observar
que la distinción entre derecho público y privado no es muy convincente en lo que
se refiere a la Nueva España: instituciones que tradicionalmente consideramos
como pertenecientes al derecho privado eran colocadas entre los derechos público
y privado. También muchos contratos reciben su perfil, no de las normas
jusprivatistas del derecho castellano, sino de disposiciones de carácter
administrativo, expedidas especialmente para las Indias.

Pero a esto el derecho indiano aporta sus propias disposiciones, como un mayor
flexibilidad para obtener dispensas respecto de los excesivos impedimentos
matrimoniales, una suavización en beneficio de negros y mulatos del principio de
que se necesite la licencia paterna para el matrimonio, una presión legal para que
los solteros se cases, cierta presión para que negros se casen con negras,
prohibiciones de que virreyes y otros altos funcionarios se casen con mujeres
domiciliadas en el territorio donde ejercen sus funciones, reglas especiales para la
transformación de los matrimonios de indígenas, en válidos matrimonios
cristianos, reglas para que los colonos no abandonen a sus esposas en España, y
normas para preservar la unidad de la familia indígena.
En materia de derechos reales existen reglas especiales sobre el hallazgo de
tesoros, a cuyo respecto los colonos insisten en su derecho de pagar a la Corona
sólo una quinta parte, por analogía con el sistema minero, mientras que la Corona
insiste en su derecho de cobrar una mitad, aunque se dice, que en la práctica el
punto de vista de los colonos prevalecía.

En materia de contratos y obligaciones, el derecho indiano contiene normas


especiales sobre “juegos y jugadores” y reglamente en forma especial los
contratos de seguro y fletamento. También en relación con el contrato de trabajo,
el derecho indiano añade al fondo castellano gran cantidad de normar protectoras
de los indígenas. Otras especialidades del derecho indiano en materia de
contratos y obligaciones pertenecen claramente al derecho administrativo, como
sucede con las restricciones al comercio entre las Indias y España, el control de
precio por parte de los cabildos, los monopolios de la Corona respecto de ciertas
mercancías, y medidas de salubridad respecto de otras (como el tabaco), o las
restricciones impuestas a ciertos funcionarios para determinados actos jurídicos.

La estratificación social Novohispánica.

En la cúspide de la pirámide social Novohispánica encontramos la alta burocracia,


ocupada por los peninsulares, a menudo pertenecientes a la nobleza española.

Luego vienen los criollos, entre los cuales se destacan los descendientes de los
primeros colonos, los conquistadores, su riqueza se debe a menudo a la
explotación de minas, surgió entre ellos una nobleza local.
Otras familias debían su nobleza a la agricultura latifundista y los monopolios
comerciales.

A lado de la aristocracia criolla de alto nivel, encontramos la pequeña aristocracia


surgida de las oligarquías municipales o gremiales.
Además cabe mencionarse el alto clero, generalmente venido de España que vivía
de una cuota de los diezmos, además de derivar mucha prosperidad e influencia
social de la enorme fortuna, acumulada en diversas formas entre manos
eclesiásticas.

Luego venía una delgada clase media, de mestizos, dedicados a los estratos
inferiores de la vida burocrática, gremial, sacerdotal o comercial, y finalmente la
masa de los indios, los pequeños campesinos, peones en los latifundios, u
obreros. Entre ellos encontramos grandes diferencias. El trabajador minero fue
bien pagado; así se formó una élite de obreros mineros.

Luego vino el peón de la gran hacienda, aún favorecido por una vida en el campo,
que era relativamente saludable y que le permitía generalmente cultivar pequeñas
superficies por propia cuenta, aun así esclavizado por el sistema de deudas
transmisibles de padre a hijo, eternizadas. En un escalón más bajo encontramos al
obrero de los “obrajes” de textil y otros.

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