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All content following this page was uploaded by Víctor Andrés Arévalo Cabra on 18 May 2018.
La teoría de la prueba en Hilbert consiste de cuatro etapas (cf. Von Neumann 1983: 63):
1. Enumerar todos los símbolos usados en matemáticas y lógica.
2. Caracterizar sin ambigüedad todas las combinaciones de estos símbolos que
representen enunciados “con significado” (meaningful) en matemáticas clásicas.
Estas combinaciones son llamadas fórmulas.
3. Dar un procedimiento de construcción que permita elaborar de manera sucesiva
todas las fórmulas que corresponden a los enunciados probables de las
matemáticas clásicas. Esto debe ser llamado “procedimiento de demostración”.
4. Mostrar, en una forma combinatoria finitista, que aquellas fórmulas que
corresponden a enunciados de las matemáticas clásicas –los cuales pueden ser
revisadas por métodos aritméticos finitistas– pueden ser probados por el proceso
descrito en (3) si y sólo si la revisión del enunciado correspondiente indica que es
verdadero.
El teorema de los cuatro colores fue planteado por Francis Guthrie en 1853 y conocido de
primera mano por el célebre Augustus De Morgan, que lo difundió en el medio académico.
El problema plantea la posibilidad de pintar un mapa con cuatro colores de tal forma que
ninguna región adyacente tenga el mismo color, esto es, que todo grafo planar (planar
graph) sea 4-coloreable [1]. Esta es la llamada conjetura de Guthrie. La primera prueba
data de 1879, realizada por Alfred Kempe: su prueba se basaba en la idea del cambio de
coloración de aristas en grafos planares. En 1890, P. J. Heawood encuentra un error en
la demostración de Kempe lo que no le impide demostrar, utilizando la metodología de
prueba de Kempe, que todo mapa planar se puede colorear con cinco colores. Durante el
siglo XX la conjetura sufre diversas redefiniciones conceptuales. En Saaty (1972)
aparecen aproximadamente 30 teoremas y conjeturas que implican o son equivalentes a
la conjetura de Guthrie. Entre estos avances vale la pena citar las investigaciones de G.
A. Dirac, y W. T. Tutte., y el trabajo de varios matemáticos en la redefinición analítico –
teórica de la conjetura. Errera dio un nuevo contraejemplo a la prueba de Kempe y probó
que un mapa 5-coloreable tiene al menos 26 regiones, 13 de ellas pentagonales. O. Ore
amplio el número de regiones de un mapa 4-coloreable a 39 y publicó un libro clásico en
teoría de grafos que dio luces importantes sobre la conjetura de Guthrie (cf. Saaty 1972:
6). Hadwiger en los años cincuenta del siglo XX postuló la conjetura de que todo grafo
k-cromático conectado es contraible a un grafo completo en k vértices y mostró que la
conjetura de Guthrie no es más que un caso especial de dicha conjetura [2].
En los años setenta, K. Appel, W. Haken y J. Koch prueban la conjetura recurriendo a la
verificación de 1936 casos de mapas relevantes. La prueba (en adelante prueba AHK) se
basa en la irreducibilidad [3] de grafos: debían probar que no existen grafos irreducibles.
Si probaban esto, probaban la conjetura de Guthrie. La esencia de la prueba consiste en
mostrar que todo grafo planar tiene una configuración reducible [4], lo que negaría que el
más pequeño grafo fuese 5-coloreable. Para ello, debían asegurar la existencia de un
conjunto “inevitable” de configuraciones reducibles (cf. Appel 1984), de tal forma que para
cada grafo existiese al menos una configuración reducible (en ello radica su
“inevitabilidad”). Para ello debían probar que toda configuración del conjunto es
efectivamente reducible y que al menos un grafo contiene alguna de estas
configuraciones. Lo primero requirió la ayuda de un computador. Lo segundo fue
verificado a mano. La primera tarea fue realizar pruebas con un programa ideado por
Haken. Una vez se tenían fuertes indicios de la existencia de dicho conjunto, Koch entró
al equipo investigador suministrando el programa con el que se iba a desarrollar la
prueba. Eliminando configuraciones y haciendo pequeños ajustes, les tomo cerca de seis
meses el desarrollo completo de la prueba, publicándola en 1977 y siendo confirmada en
1980 en su totalidad. Veinte años después, el matemático Robertson y otros más
probaron el teorema, siendo verificado nuevamente por un computador gracias a Gonthier
y al programa Coq (cf. Crespo 2005). La última parada en esta historia es la prueba
concisa de I. Cahit, publicada en 2004 y aún no verificada. Cahit ha sido fuerte crítico de
las pruebas por computador por lo que su trabajo se basó principalmente en la prueba
falaz de Kempe, utilizando cadenas espirales nuevamente con la intención de corregirla.
La primera prueba de este problema surge con el mismo Euler en 1752 y fue producto de
la elaboración de tablas comparativas de poliedros. Debido a que sus resultados fueron
también alcanzados por Descartes, a la fórmula V – A + C = 2 se le conoce como la
conjetura Euler – Descartes (hoy fórmula poliedral de Euler - Poincaré). La prueba de
Cauchy es una de las primeras en ser aceptada y asimismo refutada. Se supone un
poliedro que está hecho de goma al cual le eliminamos su cara frontal y lo aplanamos,
creando una red poligonal plana. Para esta red se cumple que V – A + C = 1. Esta red se
triangula, exigiendo que cada vértice pueda ser unido a otro por medio de una diagonal.
Esto asegura la existencia de por lo menos dos tríangulos con aristas límite (en la red
poligonal triangulada hay 4) y la no variación de la fórmula. Empezamos a eliminar
triángulos de dos formas: eliminando una arista o eliminando dos aristas y un vértice; la
eliminación debe mantener la existencia de dos triángulos con aristas límite. Al eliminar
una de ellas, reducimos las caras y las aristas, manteniendo la existencia de al menos dos
triángulos fronterizos y, por lo tanto, la igualdad de la ecuación en todo momento. Luego
eliminamos dos aristas y un vértice hasta que sólo nos queda un triángulo para el que se
cumple V – A + C = 1. Y, puesto que a nuestra red le quitamos una cara, tenemos que V –
A + C = 2 para el poliedro completo. La prueba sufre críticas relacionadas con la forma en
que se desarrolló la prueba: puede que no todos los poliedros puedan estirarse en un
plano; no todos los que se puedan estirar en el plano puedan dividirse en triángulos y el
orden de esta eliminación influye en el resultado. Ante el aparente fracaso de la prueba,
en 1794 Legendre traslada su demostración al terreno de la geometría esférica. Se
supone un poliedro –en este caso un tetraedro– que se coloca dentro de una esfera de
radio equivalente a la unidad y se proyecta dentro de ella, formando una red poligonal
esférica susceptible de ser triangulada. Usando las áreas y los ángulos internos de cada
triángulo esférico, logra probar la fórmula. En el siglo XIX surge una nueva prueba que
redefine todos los conceptos utilizados (vértice, arista, polígono, poliedro, conexidad).
Esta prueba se debe a Raschig y Lhuilier.
Con la redefinición conceptual, logran ampliar el concepto de poliedro a varias superficies
consideradas como no-poliedros. De esta forma se llega a dos fórmulas: V – A + C = 2 –
2(n – 1) que se aplica a poliedros convexos y la fórmula
El problema planteado por Fermat fue una nota marginal a sus comentarios sobre la
Aritmética de Diofanto y se puede expresar en la fórmula xn + yn = zn que no tiene
soluciones enteras para n>2. Se llamará en adelante a este problema UTF. Se cree que
Fermat, que logró probar la ecuación para n = 4, tenía en mente la técnica del descenso
infinito para probar la ecuación en general. En 1729 Euler demuestra UTF para n=3
utilizando números complejos (de la forma p + q√-1) y basándose en el estudio de la
ecuación x3 = y2 + 2, que resulta ser un ejemplo de una curva elíptica, a la postre clave en
la prueba de UTF. Sophie Germain, matemática francesa del siglo XVIII, logra mostrar
que si p y 2p + 1 son primos, entonces UTF no tiene solución si p no divide al producto
xyz. Este es el llamado caso I de UTF. El caso II, más difícil, se da cuando p divide al
producto xyz. Este resultado permitió un avance en el estudio del problema, porque
Dirichlet y Legendre logran probar el caso II de UTF para n= 5 y el primero lograr probarlo
para n= 14. Lamé, que había probado el caso II de UTF para n= 7, y Cauchy dan pruebas
falsas del teorema. Kummer, intentando probar los teoremas de reciprocidad, en los que
también trabajaba Gauss, hace uso tanto de enteros ciclotómicos [10] y números ideales
así como de la técnica del descenso infinito y de la factorización de la parte derecha de
UTF, como lo hicieran también Euler, Legendre y Lamé (cf. Cox 1994: 5 – 6). Kummer
llega a varios resultados: ya que los enteros ciclotómicos violan el teorema fundamental
de la aritmética, esa violación puede medirse asignándole un número de clase h, que
muestra qué tanto falla esa factorización. De esto logra probar que UTF se mantiene
para p si p divide a h y p es primo. A tales primos los llama primos regulares. También
logra probar que p es regular si y solo si no divide ciertos números especiales llamados
números de Bernoulli. Esto es útil para UTF porque muestra que éste se cumple para
todo p<100 aunque 37, 59 y 67 son primos irregulares.
Ante esta primera reacción positiva deben elevarse algunos cuestionamientos. Primero:
¿qué explicó sobre la naturaleza de los grafos planares y la irreducibilidad el teorema
demostrado caso por caso? Segundo, ¿la prueba AHK sí cumple con los requisitos del
método de pruebas y refutaciones? A simple vista, la prueba viola las consecuencias de
aceptar el método, pues una prueba caso por caso no podría ser refutada, no podría
mantener un valor de verdad falible, pues hay un hecho indiscutible, en este caso, la
existencia de un conjunto de configuraciones reducibles. Refutar la prueba implicaría
refutar cualquiera de los lemas auxiliares menos el que asegura la existencia de ese
conjunto, lo cual parece en primera instancia difícil de realizar. Appel asegura que “this
attitude [la de pensar en la imposibilidad de justificar la existencia del conjunto más
pequeño de configuraciones reducibles por medio de un sistema computacional] appears
justified when the problem is considered with respect to the tools available prior to 1960…
Thus by 1970 it became a problem of discovering whether efficient use of known
techniques and technical… improvements would enable one to find an unavoidable set of
reducible configurations” (Appel 1981: 118). Esta posición resulta falaz, pues aún con la
prueba por casos, sigue siendo posible pensar en su viabilidad no por una imposibilidad
técnica sino por una imposibilidad heurística (¿Cómo se mejora una prueba por casos?
¿Qué partes de la prueba podrían ser útiles en otras demostraciones como por ejemplo
en una posible prueba directa de la conjetura de Hadwiger?).
Nótese, en cambio, que las nuevas investigaciones retoman avances históricos sobre la
conjetura. La prueba de Cahit se basa en una corrección de los resultados de Kempe,
haciendo uso de la cadena espiral (spiral chain), con la que demostró las reducciones de
Tait. Cahit ha defendido la utilidad heurística de la investigación sobre cadenas espirales
en grafos planares: “Our aim from this paper [con su prueba directa] is several fold first is
to convinced the reader that the use of spiral chains would add more visual abstraction to
the proof of the theorem, secondly is the possibility of the use of spirals in the other similar
graph coloring problem and lastly is to show that the spiral-chain technique is powerful
enough to devise a non-computer proofs for the four color map theorem in three different
ways” (Cahit 2005). Robertson, citado por Cahit, también considera que la solución al
problema no radica en las configuraciones reducibles sino en las cadenas de Kempe: “In
recent talk Neil Robertson has said: “The four-color theorem for planar graphs continues to
stimulate the development of chromatic graph theory. Most mathematicians would like to
see the reliance on the computer in the proof reduced. A direct approach would involve
developments in the theory of Kempe chains”” (Cahit 2005). Tanto Cahit como Robinson
estarían de acuerdo en que la prueba AHK evitó partes del descubrimiento matemático
importantes como la aparición de resultados transversales no exclusivamente
metodológicos como los que propone. De esta manera, hay grandes dudas sobre la
utilidad heurística de la prueba e, incluso, del teorema mismo; también podría verse
cuestionado el valor epistémico y justificativo de aquella pues es innegable que la prueba
rechaza la heurística como fundamento epistemológico del método, lo que haría imposible
la distinción entre diversas pruebas y refutaciones de las mismas, así como el
establecimiento de teoremas temporalmente útiles.
5. Conclusiones
NOTAS
[1] Un grafo se dice k-coloreable (k-colorable) si tiene una k-coloración, esto es, si se da una asignación de k colores a
los vértices del grafo de tal forma que no haya dos vértices adyacentes que tengan el mismo color.
[2] Un grafo es k-cromático si los vértices de ese grafo pueden ser divididos en k conjuntos disyuntos tal que en cada
uno de ellos no existan vértices conectados por la misma arista.
[3] Si hay un grafo planar cuyo número cromático es 5, decimos que es irreducible si cualquier otro grafo planar de
menos regiones tiene como número cromático a n < 5.
[4] Una configuración reducible es un grafo que no puede ser un subgrafo dentro de un grafo irreducible.
[5] Un poliedro se dice euleriano si cumple con la fórmula V – A + C = 2
[6] Una matriz de incidencia es una tabla que nos indica cuáles vértices pertenecen a cuáles aristas y cuáles aristas
pertenecen a qué cuáles caras (cf. Lakatos 1978: 129).
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[7] La frontera de un k–politopo es la suma de los (k-1) politopos que pertenecen a él; esa suma será llamada una
k–cadena. La frontera de una k–cadena es igual a la suma de los (k-1) politopos que pertenecen a la k–cadena. Las
sumas son en módulo 2 (cf. Ibid: 134).
[8] Una k–cadena está cerrada (o es un k–circuito) si y sólo si su frontera es cero (cf. Ibid: 135).
[9] Un k–circuito limita si es la frontera de una (k + 1)–cadena (cf. Ibidem).
[10] Un entero ciclotómico es un entero de la forma akζ donde ζ = e2πi/p y ζn = 1, es decir, ζ es una raíz de unidad.
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