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viernes, 16 de octubre de 2009

Algo sobre el perfil del abusador sexual

En su libro El estudio del delincuente, Hilda Marchiori, realiza los siguientes argumentos
respecto al abusador sexual:
A.- “La personalidad del delincuente sexual se caracteriza por una acentuada inmadurez
emocional, existe un desequilibrio afectivo que se proyecta en las conductas repetitivas”
B.- “La personalidad básica del abusador sexual se puede manifestar en un comportamiento
tímido, inhibido, reservado este comportamiento resulta paradojal en la conducta sexual”.
C.- “Presenta dificultades para la comunicación interpersonal, puede existir cierto
aislamiento”.
D.- “Es evidente que el área donde confluye la conflictiva es la afectiva, la búsqueda de
afecto en otra persona es evidente”.
E.- “El abusador sexual, como medida de protección niega su conducta sexual
manifestando como un recurso protector de tipo inconsciente”

La misma autora nos menciona en su libro Psicología criminal en la pág. 42 que:


“Los delitos sexuales pueden ser cometidos por individuos “adaptados” y a la dinámica de
esa conducta está ligada a una momentánea excitación erótica que viene a desarrollarse
bajo la influencia de estados de intoxicación como puede ser el alcohol”.
Asimismo la personalidad del abusador sexual está centralizada en el área sexual y puede
presentarse en todos los niveles de la vida de una forma seudoadaptativa, como puede ser
en el área laboral, educacional, familiar y social.
Por otra parte, Beate Beesten en su obra “Abusos sexuales en los niños” refiere que:
“Los autores de actos sexuales son personas “normales” son profesores, terapeutas,
vendedores, médicos, sacerdotes, pedagogos, cocineros, criadores de perros,
administradores, funcionarios, padres de familia, vecinos, tíos, hermanos, abuelos, etc.”.
Así entonces, tenemos que, de acuerdo con lo anterior, cualquier persona, bajo ciertas
condiciones puede emitir una conducta de abuso sexual, por lo tanto, se debe desechar la
idea de que un abusador sexual es una persona perversa y enferma que se encuentra
escondida en un rincón obscuro esperando el momento adecuado para atacar a su víctima,
esto no es así, por lo tanto cuando un psicólogo forense que evalúa a un individuo acusado
de abuso sexual, encuentra en él a una persona totalmente adaptada, sin patología evidente
y sin trastorno psicológico alguno, esto no quiere decir que él no cometió la conducta que
se le imputa, pero tampoco existen los elementos para negar dicha acusación. Por esto, la
labor del psicólogo forense en este tipo de asuntos es muy delicada, pues se corre el riesgo
de catalogar como abusador sexual a un inocente o por el contrario dejar sin castigo a una
persona que ha abusado sexualmente de alguien.
Definitivamente, el perito en psicología forense difícilmente se va a encontrar con una
persona que cumpla con todos los criterios del DSM-IV para diagnosticar un trastorno
sexual como la pedofilia.
Cuando se tiene una intervención de esta naturaleza se debe analizar todas las
circunstancias alrededor el hecho, analizar todas las evidencias, la versión de la parte
acusadora, la versión del acusado, analizar la personalidad de la víctima y del abusador para
analizar si existe una correspondencia, recordemos que el abusador va a escoger a su
víctima en base a sus características de personalidad.
Pero sobre todo se debe ser completamente objetivo, dejando fuera cualquier tipo de
prejuicio y evitando que nuestras emociones personales interfieran con nuestro análisis y
que pudieran afectar nuestra conclusión final.

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