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2- Datos de la ponencia
Cada regió n presenta una personalidad singular y ocupa un lugar ú nico dentro de la
totalidad (Quintero, 2002). Fotografiar y auto-fotografiarse permite una reflexió n
sobre: el yo, el lugar, el tiempo y el otro y, má s aun, cuando esas construcciones
ingresan en las redes sociales.
La naturaleza presenta dos cualidades sugerentes: la relacionada con lo productivo
(siembras y cosechas y las el mercado de tierras), de corte concreto, mercantilizable y
medible; y aquella simbó lica en que colabora en la construcció n de los espacios en
tanto bellos, silvestres, vírgenes, ú nicos. En tal sentido, construyen imá genes
identitarias.
Los parques nacionales en tanto reservas de naturaleza (fauna y flora autó ctonas) se
erigen como reservorios de identidad nacional: ¿acaso no escuchamos y estudiamos
que las cataratas de Iguazú , la cordillera de los Andes, el glaciar Perito Moreno son
argentinos y al nombrarlos los imaginamos? (Carreras Doallo, 2012).
En este registro pero a menor escala, diferentes parajes rurales se construyen como
destinos turísticos y parte de su oferta se sustenta mediante imá genes paisajísticas y
de lo natural a través del uso de las redes sociales. Estas nuevas postales provocan un
vínculo entre el paisaje y el espectador y los receptores.
Las redes sociales ponen en circulació n entre “amigos” mis imá genes (sea community
manager del paraje o turista), con mi edició n y en las que se indica a otros dó nde estoy
aquí y ahora (y có mo es) al tiempo que permiten un recorrido diferente del de los
medios de comunicació n masivos, con ventajas de instantaneidad, de pú blico
segmentado y de elecció n de contenidos compartidos.
A diferencia de las tarjetas postales y de las fotografías familiares, en estas imá genes
no só lo se incluye la naturaleza y el paisaje sino al enunciador (por el recorte y-o
edició n o por su propia participació n). Lo natural es espacio y marco, en clave de su
magnificencia, de su unicidad y por el registro de lo autó ctono, inclusive por su
capacidad de comercializarlo, en tanto turismo.
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La idea de la refracció n de la realidad y no el reflejo aparece en autores Bourdieu (1990) y Burke
(2005).
que gran parte de la visió n aprendida es personal, otra gran parte también es social,
gobernada por convenciones sobre lo que se debe ver, quién lo debe ver, cuá ndo y en
qué contexto, sobre las asociaciones y significados atribuidos a una escena dada y
sobre sus propiedades formales y compositivas” (Cosgrove, 2002: 69).
Tal como se intentará demostrar las selfies son fotos plenas de studium de acuerdo a R.
Barthes “el studium es el campo tan vasto del deseo indolente, del interés diverso, del
gusto inconsecuente: me gusta/ no me gusta […] moviliza un deseo a medias, un
querer a medias, es el tipo de interés vago, liso, irresponsable que se tiene por
personas, espectá culos, vestidos o libros que encontramos bien. Reconocer el studium
supone dar de manera fatal con las intenciones del fotó grafo, entrar en armonía con
ellas, aprobarlas, desaprobarlas pero siempre comprenderlas, discutirlas en mí pues
la cultura (de la que depende el studium) es un contrato firmado entre creadores y
consumidores. El studium es una especie de educació n (saber y cortesía)” (Barthes,
1980: 60).
En este sentido, las redes sociales virtuales refuerzan la fotografía como prá ctica ya
que “se encuentran insertas en una diná mica narrativa del Yo propia de internet. El
sujeto de la comunicació n -a veces llamado prosumidor- se encuentra por lo general a
sí mismo, tiene amigos, seguidores y narra la cotidianidad de su vida con ellos […] la
imagen ocupa un rol central” (Murolo, 2015: 676).
Jorge Sisti recupera la figura de la postal y la imbricació n “de lo pú blico en lo privado y
de lo privado en lo pú blico, que se desarrolla durante el siglo de su apogeo [… ya que
la postal] comporta la apropiació n privada de un elemento pú blico: nosotros
estuvimos allí y te tuvimos en nuestros pensamientos; situació n revelada en el acto de
enviar la carta postal a amigos o familiares”. El valor de la tarjeta postal entonces está
dado por el doble entrecruzamiento del que hablara Veró n: de lo pú blico en lo privado
y de lo privado en lo pú blico. Es interesante destacar que de igual modo que en las
postales, en las redes sociales se suele acompañ ar a las fotografías y selfies con un
breve mensaje explicativo y a veces descriptivo.
La selfie propone una ló gica alternativa a la de la fotografía de un evento social que era
una fuente documental testimonial: por el criterio temporal, por la circulació n, por el
valor en sí y por el soporte y hasta por el productor. “La definició n de selfie incluye ser
compartida vía redes sociales virtuales, por lo cual en su constitució n se encuentra el
cará cter de ser vista en el momento que se toma. Los mensajes en las redes sociales
virtuales son efímeros a las pocas horas quedan tapados por otros contenidos y por
otros seguimientos, por otros compartimientos, por otros favoritos. […] la selfie es
instantá nea [da cuenta de la cotidianeidad], es sincró nica, es la fotografía del ahora. Y
allí radica su potencia comunicacional, su valor estético y su apuesta política […] la
selfie se construye desde el presentar para el presente en tanto presente […] Decía
Barthes que el noú meno de la fotografía es esto ha sido. El noú meno de la selfie sería,
entonces, esto es” (Murolo, 2015: 696).
Es destacable que la emergencia de la carta postal es central ya que, luego de la
aparició n y nacimiento de la fotografía, se constituye como “uno de los grandes
medios2 aparecidos durante del siglo XIX” (Sisti, 2010). Y cuenta con la particularidad,
por sobre otros modos de representació n, que exponen con calidad un objeto que ha
existido.3
Jorge Sisti indica que “con la tarjeta postal privada se desarrollan nuevos diseñ os y se
avanza en lo tecnoló gico de los sistemas de impresió n, lo que permitió la edició n de
tarjetas ilustradas con vistas de ciudades, paisajes y otros motivos […] es un medio
que incluye imá genes, por lo que también comunica mensajes visuales. Esto permite
incluir intenciones publicitarias, vinculadas al turismo, al difundir las vistas de
diferentes sitios” (Sisti, 2010).
Se intenta dar visibilidad a lo atractivo de los lugares y para lograrlo se estimula la
experiencia visual, a través de las imá genes, “como si de ello emanaran los valores
positivos que encarnarían los paisajes” (Troncoso y Lois, 2004). Mientras por otro
lado el turismo dinamiza esa conciencia identitaria a través del conocer la naturaleza
y apropiá rsela a partir del recorrer y descubrir.
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Eliseo Veró n (1993) afirma que: “…el concepto de medio define el conjunto constituido por una
tecnología sumada a las prá cticas sociales de producció n y apropiació n de la misma. Ademá s hay acceso
pú blico a los mensajes.”
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Jorge Sisti destaca que las imá genes representadas en pinturas son “una opinió n pintada, una visió n de
la sociedad en un sentido ideoló gico y visual. Los fotó grafos constituyen una excepció n a la regla, pues
como señ ala el crítico norteamericano Alan Trachtenberg, un fotó grafo no tiene por qué convencer al
espectador que adopte su punto de vista, pues el lector no tiene opció n; en la foto vemos el mundo
desde el á ngulo de visió n parcial de la cá mara, desde la posició n que tenía en el momento en que se
apretó el obturador. El punto de vista en este sentido literal, influye a todas luces –aunque no lo
determine– el punto de vista en el sentido metafó rico” (Burke, 2005).
Con el desarrollo de los medios de comunicació n y de la informació n así como con la
popularizació n de la fotografía amateur y la posesió n de cá maras familiares, durante
la segunda mitad del siglo XX la tarjeta postal pierde protagonismo. Con el paso del
tiempo y má s aú n a principio del siglo XXI, aquella apropiació n de los espacios se
realiza de modo personal y a través de la imagen subida con edició n propia a las redes
sociales. En algunos casos como selfies.
Veró n usa el concepto fotos categoriales -las que se usan en la prensa- como categoría
compartida de individuos respecto de la representació n de lo bello y de los valores
inmanentes y elaboran otra idea de tiempo, que refuerza el imaginario colectivo: la
imagen que se reedita y reproduce como un lugar tranquilo, bello, ú nico, que invita al
descanso aunque también puede incluir marcas del trabajo rural.
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Sin embargo, para muchos autores, se trata de una segunda naturaleza ya que sostienen que no hay
lugar en el mundo en que el hombre no haya puesto su mano. Se trata pues de un mundo post-natural,
mediante agricultura, deforestació n, contaminació n, en que se remarca el estado de naturaleza
protegida –Parques Naturales y Reservas- (Aledo, 2002; Diegues, 2005: 4-5 y 94-95). Empero se
sostiene que esta representació n y simbolismo de la naturaleza como virgen para los hombres y en
particular en la Argentina es central
central el territorio5 y los habitantes así como el lenguaje y la cultura compartida, de
igual modo sucede en lo local.
Ahora bien, só lo puede transmitirse lo que ya fue elaborado, sobre aquello que se
reflexionó y se guardó en la mente del sujeto. Esto hace que las representaciones
individuales se conviertan en colectivas. Las representaciones dan cohesió n, si son
socialmente compartidas en la comunidad, y só lo algunas de ellas logran
transformarse en leyes (Raiter, 2002: 13-19).
Así las representaciones sociales se concretan mediante el discurso, que como
producto simbó lico, son una expresió n de ellas y las constituyen (Pardo Abril, 2007:
62). Por tanto es su espacio de acció n, su có digo y su parte esencial. De manera que
só lo en este espacio se facilita la transformació n y la negociació n de significados y
sentidos de las representaciones. Mediante la palabra y el lenguaje 6 y a través de las
imá genes.
e. Kress, Leite-García y Van Leeuwen con su semió tica del espacio visual
Kress, Leite-García y Van Leeuwen (2000: 373) indican la prominencia de lo visual hy
“como forma de comunicació n de lo que lo fue durante siglos” y desde esta hipó tesis
sostienen que, los intereses de quien produce un signo llevan a una relació n motivada
entre significante y significado, y, por lo tanto, a signos motivados. Se trata así de
generar la representació n má s apropiada de lo que se quiere significar. La semió tica
social del espacio visual rescata que la posició n es una elecció n y entonces puede
“asociá rsele una significació n” (Kress, Leite-García y Van Leeuwen, 2000: 375, 404).
La representació n y la comunicació n visual revelan motivaciones y efectos que son
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“El territorio implica la acció n política sobre él, y con ello, la noció n de soberanía. Así el territorio es el
sustento indispensable para la organizació n de los Estados y para los agentes econó micos en el
complejo proceso de apropiació n de los recursos” (Chiozza y Carballo, 2006: 141-142).
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Ferdinand de Saussure define al lenguaje como un sistema convencional de signos ordenados en una
estructura que sirven para establecer la comunicació n. Mediante la construcció n simbó lica de la
realidad má s allá de lo concreto del yo, aquí y ahora, el lenguaje posibilita la sociabilidad del individuo y
su referencia a otros tiempos, espacios y sujetos para constituir su propia identidad. El lenguaje
entonces se presenta como un sistema externo al sujeto para su expresió n y su acció n.
Este sistema de signos ayuda en la representació n de la realidad pero a la vez limita a los usuarios ya
que no es infinito y sus combinaciones son limitadas -por las propias reglas internas-. Tanto el lenguaje
como las palabras posibilitan el pensamiento humano, por tanto se experimenta y conoce a través de
ellas (Cft. Baylon y Mignot, 1996: 79).
sociales e ideoló gicos (Kress, Leite-García y Van Leeuwen, 2000: 382) y está n
disponibles para “una utilizació n motivada desde lo social por parte de individuos con
intereses específicos” (Kress, Leite-García y Van Leeuwen, 2000: 383).
Esta teoría establece “el valor de lo real a la secció n inferior de una imagen y
asignamos el valor de lo ideal a la secció n superior [… lo] ideal puede significar
distante en el tiempo, ya sea en el pasado o en el futuro: una forma ideal, un deseo
ideal, etc. Real puede tener las significaciones específicas de aquí y ahora,
empíricamente así, etcétera” (Kress, Leite-García y Van Leeuwen, 2000: 394-395). Por
lo general si revisamos las selfies los sujetos protagonistas aparecen en la parte
inferior de la fotografía, mientras en la secció n superior se destaca el lugar, el paisaje.
Por su parte, la distinció n izquierda-derecha, en parte se relaciona con nuestro modo
de lectura en Occidente. La izquierda suele “poseer significaciones como (lo que se
considera) conocido, lo dado por sentado, lo que se supone que es así, etc. La derecha
[…] tiende a tener significaciones como lo que es nuevo […] La distinció n entre arriba y
abajo se vincula a juicios ontoló gicos, mientras la distinció n izquierda y derecha se
relaciona con la condició n de la informació n” (Kress, Leite-García y Van Leeuwen,
2000: 395).
En este marco Cosgrove señ ala que los sujetos realizan una “apropiació n social del
espacio, [que] implica derechos de propiedad individual y construcciones má s
atomistas del yo y de la identidad” (Cosgrove, 2002: 64). La mirada sobre el espacio y
el compartirla en las redes como Instagram convierte el recorte (propio) de ese lugar
en portable pero al mismo tiempo y, por la instantaneidad, en un recurso de muchos;
la representació n al ser compartida inicia su mote social que puede llegar rodeada de
texto.
En este caso, la construcció n humana aparece pero minimizada por el marco natural.
Se trata de una foto de lo sublime en que el humano es pequeñ o en relació n a la obra
de lo natural.
A modo de conclusión
En este trabajo inicial se intentó dar cuenta que lo natural aquí es importante como
espacio y marco, en clave de su magnificencia, de lo sublime, ú nico y por el registro de
lo autó ctono. Es decir, el enunciador es reconocido por sus enunciatarios –
destinatarios pero ademá s la imagen del lugar es visibilizada como representativa en
sí misma, como lugar identificable per se.
Es importante señ alar la relevancia de hacer pú blico lo privado y que en el acto de
compartir este espacio porque estoy aquí ahora y los recuerdo, las cualidades de
belleza y unicidad del lugar en su reproducció n, permiten el re-conocer la identidad.
Lo local construido a través de representaciones se afianza con las imá genes porque
cuenta con rasgos que son universales, en parte por la historia, en parte por el uso de
filtros, en parte porque redes como Instagram homogeinizan los formatos y la lectura
de los contenidos a nivel global, sin perder de vista el foco en lo local.
Las redes sociales donde de modo individual se ponen en circulació n entre “conocidos
y amigos” las imá genes con mi edició n y en las que se indica a otros dó nde estoy aquí y
ahora, permiten un recorrido diferente del de los medios de comunicació n masivos,
con ventajas de instantaneidad, de pú blico segmentado y de elecció n de contenidos
compartidos.
A diferencia de las tarjetas postales y de las fotografías familiares, en las selfies no só lo
se incluye la naturaleza y el paisaje sino al enunciador. En el caso de las cartas
postales (¿o estas son nuevas cartas postales?), el yo aparece por lo general con la
escritura aunque se ausente en la imagen. El sujeto, el espacio y el tiempo está n
contenidos en las selfies e informados en el envío por las redes sociales, en este caso
Instagram.
Si bien la selecció n de representaciones se abocó a imá genes sobre los lugares y lo
natural, se destaca que: saturan en el studium del que hablara Barthes; se decidió
elegir publicaciones en que el objeto de la selfie fuera el recorte del sujeto y no la
persona en la foto; prevalece el mostrar lo natural como virgen, con una mirada
bucó lica, aunque evidencian la presencia del trabajo en la faena y de lo tradicional. En
ese punto aparece la naturaleza como aquello bello y ú nico, como aquello con lo que
se puede trabajar y como la representació n auténtica del lugar, lo que lo convierte en
un producto vendible en tanto turismo rural, que su imagen descansa en lo que
representa y se incrementa y ajusta su sentido por los hashtag y los textos.
Bibliografia