Está en la página 1de 1

Hojas sólo caen, dejando una estela de aire, ese mismo aire que alguna vez las acarició

haciéndolas silbar, tiritar hasta caer en lo que significa su inminente perdición.

Yacían brillantes como aquel sol que las hizo florecer, en la cúspide de su vida ofrecieron tal
amanecer, inevitablemente lo que no pudieron ver fue su apremiante perecer.

La imberbe madera como astas de alce, sus pies cubría con amarillentas sábanas, sábanas
que alguna vez fueron las protagonistas de aquella escena brillante.

El cielo gris lo anunciaba, las nubes no se diferenciaban, como un domo gigante del cual
nadie escapaba, pues ya era hora el frío no tardaba.

Inmersos en la confusión, en la incertidumbre de su apagón, una duda existencial acribillara


sus mentes, una angustia permanente, la cual repetía como un taladro interrogante, si
alguna vez volverán las flores a darse.

También podría gustarte