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Acerca Del Papel y de Las Tareas de Los Sindicatos en Las Condiciones de La Nueva Política Económica
Acerca Del Papel y de Las Tareas de Los Sindicatos en Las Condiciones de La Nueva Política Económica
Mientras existen las clases, la lucha de estas es inevitable. Durante el periodo de transición
del capitalismo al socialismo es inevitable la existencia de las clases; y el programa del PC
de Rusia dice, de una manera absolutamente precisa, que solo estamos dando los primeros
pasos en la transición del capitalismo al socialismo. Por eso, tanto el Partido Comunista
como el Poder soviético, lo mismo que los sindicatos, deben reconocer abiertamente la
existencia de la lucha económica y su inevitabilidad, en tanto que no se termine, aunque
solo sea en lo fundamental, la electrificación de la industria y la agricultura, en tanto que
con ello no se corten todas las raíces de la pequeña economía y del dominio del mercado.
Por otra parte, es evidente que la meta final de la lucha huelguística dentro del capitalismo
es la destrucción del aparato del Estado, el derrocamiento del poder del Estado de
determinadas clases. Y en un Estado proletario de tipo transitorio, como es el nuestro, el
objetivo final de toda actuación de la clase obrera puede ser solamente el fortalecimiento
del Estado proletario y del poder del Estado proletario de clase, mediante la lucha contra las
deformaciones burocráticas en este Estado, contra sus defectos y yerros, contra los apetitos
de clase de los capitalistas que se esfuerzan por desembarazarse del control de este Estado,
etc. Por lo tanto, ni el Partido Comunista, ni el Poder soviético, ni los sindicatos deben
olvidar de ningún modo, y no deben ocultarlo a los obreros y a las masas trabajadoras, que
el empleo de la lucha huelguística en un Estado con un poder estatal proletario puede
explicarse y justificarse exclusivamente por la deformación burocrática del Estado
proletario y por toda clase de reminiscencias del pasado capitalista en sus instituciones, de
un lado, y la falta de desarrollo político y el atraso cultural de las masas trabajadoras, de
otro lado.
Por eso, en orden a los rozamientos y conflictos entre grupos aislados de la clase obrera y
empresas y organismos aislados del Estado obrero, la tarea de los sindicatos estriba en
contribuir al arreglo más rápido y menos penoso de los conflictos, con el máximo de
ventajas para los grupos obreros que estos sindicatos representan, en la medida que dichas
ventajas pueden ser aprovechadas sin perjuicio para otros grupos y sin daño para el
desarrollo del Estado obrero y su economía, ya que solo este desarrollo puede crear las
bases para el bienestar material y espiritual de la clase obrera. El único método acertado,
sano y conveniente de liquidar los rozamientos y conflictos entre grupos aislados de la clase
obrera y los organismos del Estado obrero es la participación de los sindicatos como
intermediarios, los cuales, representados por sus organismos correspondientes, entran en
negociaciones con los respectivos organismos económicos interesados en la cuestión, a base
de reivindicaciones y proposiciones exactamente formuladas por ambas partes, o bien
apelan a instancias superiores del Estado.
Uno de los criterios más importantes e infalibles de la justedad y del éxito del trabajo de los
sindicatos es el tener en cuenta en qué grado de eficacia evitan los conflictos de masas en
las empresas del Estado mediante una política previsora, encaminada a la verdadera y
completa salvaguardia de los intereses de la masa obrera y a la eliminación oportuna de las
causas de los conflictos.
La actitud formal que adoptan los sindicatos en la inscripción como miembros de los
mismos de todos los trabajadores asalariados, sin exclusión, ha introducido cierto grado de
deformación burocrática en los sindicatos y el aislamiento de los mismos de las amplias
masas de sus afiliados. Por lo tanto, es preciso llevar a efecto con toda decisión la afiliación
voluntaria en los sindicatos, tanto en lo que respecta al ingreso individual como al colectivo.
De ningún modo se debe exigir a los miembros de los sindicatos que profesen un
determinado credo político; en este sentido, lo mismo que con respecto a la religión, los
sindicatos no deben ser una organización de partido. En un Estado proletario debe exigirse
de los miembros de los sindicatos solo la comprensión de la disciplina entre camaradas y de
la necesidad de que las fuerzas obreras se unan para defender los intereses de los
trabajadores y para ayudar al poder de los trabajadores, es decir, al Poder soviético. El
Estado proletario debe estimular la unión sindical de los obreros, tanto en el sentido jurídico
como en el material. Pero los sindicatos no deben tener ningún derecho sin deber.
Partiendo de estas tesis de principio, es preciso establecer para un periodo próximo las
siguientes formas fundamentales de participación de los sindicatos en los organismos
económicos y públicos del Estado proletario:
La ligazón con las masas, es decir, con la enorme mayoría de los obreros (y luego con todos
los trabajadores) es la condición más importante, la fundamental para lograr éxito en
cualquier actividad que desplieguen los sindicatos. Desde abajo hasta lo más alto de la
organización de los sindicatos y de su aparato debe ser creado y comprobado en la práctica,
basándose en la experiencia de una larga serie de años, todo un sistema de camaradas
responsables, entre los cuales deben figurar obligatoriamente no solo los comunistas, que
deben vivir muy dentro de la vida obrera, conocerla en todos sus aspectos, saber determinar
infaliblemente en cualquier cuestión y bajo cualquier circunstancia el estado de ánimo de
las masas, sus verdaderas aspiraciones, necesidades y pensamientos, saber determinar, sin la
menor sombra de falsa idealización, su grado de conciencia y la fuerza de la influencia de
estos o los otros prejuicios y reminiscencias del pasado, saber conquistarse una confianza
ilimitada de las masas con una actitud de camaradería ante ellos, con una solícita
satisfacción de sus necesidades. Uno de los mayores y más terribles peligros para un Partido
Comunista numéricamente modesto y que, a título de vanguardia de la clase obrera, dirige a
un enorme país que efectúa (por el momento sin gozar todavía del apoyo directo de los
países más adelantados) la transición al socialismo, es el peligro de quedarse apartado de las
masas, el peligro de que la vanguardia avance demasiado lejos sin «estar alineado el
frente», sin conservar una ligazón estrecha con todo el ejército del trabajo, es decir, con la
inmensa mayoría de la masa obrera y campesina. Lo mismo que la mejor fábrica con un
magnífico motor y con máquinas de primera categoría no podrá funcionar si está averiado el
mecanismo de transmisión que va del motor a las máquinas, igualmente será inevitable la
catástrofe de nuestra construcción socialista si no está estructurado de manera acertada o
trabaja con fallos el mecanismo de transmisión del Partido Comunista a las masas: los
sindicatos. No es suficiente esclarecer, recordar y corroborar esta verdad, es preciso fijarla
orgánicamente en toda la estructuración de los sindicatos y en su labor cotidiana.
De todo lo expuesto más arriba se deducen una serie de contradicciones entre las diversas
tareas de los sindicatos. Por una parte, su principal método de acción es la persuasión, la
educación; por otra parte, como participan en el poder estatal, no pueden negarse a
participar en la coacción. Por un lado, su tarea principal es la defensa de los intereses de las
masas trabajadoras en el sentido más directo y próximo de la palabra; pero, al mismo
tiempo, no pueden renunciar a la presión siendo participantes del poder estatal y
constructores de toda la economía nacional en su conjunto. Por una parte, deben trabajar al
estilo militar, puesto que la dictadura del proletariado es la guerra de clases más
encarnizada, más empeñada y más desesperada, y por otra parte, precisamente a los
sindicatos, menos que a cualquier otro organismo, les son adecuados los métodos
específicamente militares de trabajo. Por una parte, deben saber adaptarse a las masas, al
nivel en que estas se encuentran; y por otra parte, de ningún modo deben alentar los
prejuicios y el atraso de las masas, sino que deben elevarlas constantemente a su nivel cada
vez más alto, etc., etc. Estas contradicciones no son casuales y no podrán ser liquidadas en
el transcurso de varias decenas de años, puesto que, mientras queden vestigios del
capitalismo y de la pequeña producción, son inevitables las contradicciones en toda la
estructura social entre estos vestigios y los brotes del socialismo.
Las deducciones prácticas que se desprenden son de dos aspectos. Primero: para que la
labor de los sindicatos sea eficaz, no basta comprender bien sus tareas, no basta
estructurarlos con acierto; es preciso, además, un tacto singular, saber aproximarse a las
masas de un modo especial en cada caso concreto, logrando, con el mínimo de rozamientos,
elevarlas a un grado más alto en el aspecto cultural, económico y político.
Segunda deducción: las contradicciones citadas engendran inevitablemente conflictos,
desacuerdos, rozamientos, etc. Es necesaria una instancia superior, con suficiente autoridad,
para resolverlos en el acto. Tal instancia es el Partido Comunista y la unión internacional de
los partidos comunistas de todos los países: la Internacional Comunista.
Las tesis fundamentales acerca de esta cuestión se hallan expuestas en el programa del PC
de Rusia. Pero quedarán solo en el papel, si no se fija reiteradamente la atención sobre
hechos que demuestran el grado de su realización en la práctica. Durante los últimos
tiempos, tales hechos son los siguientes: primero, casos de asesinatos de ingenieros,
cometidos por obreros de minas socializadas, no solo de los Urales, sino también de la
cuenca del Donetz; segundo, el suicidio del ingeniero jefe del servicio de abastecimiento de
aguas de Moscú, V. Oldenborger, debido a las intolerables condiciones de trabajo creadas
por la conducta incompetente e inadmisible de los miembros de la célula comunista, así
como de los organismos del Poder soviético, lo que obligó al Comité Ejecutivo Central de
toda Rusia a encomendar a los tribunales el examen de todo este asunto.
Los sindicatos deben desplegar su actividad en todos estos aspectos (o participar de manera
sistemática en el trabajo respectivo de todos los departamentos), no desde el punto de vista
de los intereses de cada departamento, sino desde el punto de vista de los intereses del
trabajo y de la economía nacional en su conjunto. A los sindicatos incumbe, en relación con
los especialistas, la más dura y difícil labor de ejercer influencia cotidiana sobre las más
amplias masas de los trabajadores para crear justas relaciones mutuas entre estos y los
especialistas; solo una labor tal es capaz de dar resultados prácticos de verdadera
importancia.
Fuente: https://revolucionobarbarie.wordpress.com/teoria-revolucionaria/organizaciones-
historicas-del-movimiento-comunista-internacional/posdrb-pcb-de-rusia-y-pcus/la-dictadura-
del-proletariado-y-los-sindicatos/