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Ritmo natural

Érase una vez en un universo paralelo, donde gobernaban otras leyes de la física y los
soles eran lámparas de una mesita de noche que funcionaban con energía nuclear, se
encontraba un ser ancestral creado por la mismísima soledad y oscuridad, este ser se
llamaba Cthulhu, era uno más de los millones de Dioses que habitaban en aquel universo, a
él le gustaba crear objetos uniendo todo tipo de átomos que encontraba esparcidos por los
conglomerados gravitacionales de materia, aunque la mayoría de tiempo no hiciera nada
bien y creara cosas sin sentido hasta para aquél lugar, él fue pionero en la investigación de
“maquinaria biológica”, empezó con bases en silicio, pero se dio cuenta de que necesitaba
átomos más versátiles para crear maquinaria más sofisticada, In situ usaría el carbono, la
débil vida de los desechos estelares necesitaba curiosamente de un hábitat simple, por
consiguiente le pidió a un fiel amigo llamado Caos que le regalara un planeta.
Lo primero que hizo Cthulhu fue crear una planta que estaba destinada a morir por la
precariedad de su estructura biológica, esto no impidió que quisiera conservarla, poniéndola
así en una maceta y dilatando el tiempo con materia oscura para que durara viva toda la
eternidad. La creación de vida no era su fuerte, Caos apiadándose del bueno de Cthulhu le
regaló una “creadora de vida” para que así aprendiera de ella, ergo, le regaló a Equidna.
Equidna ponderó las decisiones que tomaba Cthulhu a la hora de crear vida guiando al
mismo, llegando así al máximo entendimiento en pocos milenios, el carácter rudimentario
de Equidna hizo a Cthulhu enamorarse del cinismo embriagador, estudió a Equidna para así
poder modificarse a él mismo y tener una descendencia digna, con la que le gustaría pelear
por el dominio del universo. Invitó a Equidna a un ágape, luego procedió con el asunto
menester.
Pasaron siglos esperando la descendencia, le pondrían Thot, llegó el susodicho día, pero
lo único que vio fue un pulpo de una naturaleza execrable. Nuevamente luego de largas
peroratas con Equidna, llegó a la conclusión de que lo quería aun siendo inferior a una
planta que creó en el antaño. Creó objetos a su calaña para criarlo, un biberón, un sonajero
y una cama.
Cthulhu jamás en su inconmensurable mente imaginó llegar a amar, ese no era el
destino que el mismo se impuso, pero el placer de crear cosas para disfrute ajeno, el placer
de estudiar para el mejoramiento del universo que crearía para Equidna, la divulgación de
sus conocimientos al incapaz de Thot, ver a Thot ponerle pimienta con un pimentero
chusta a las pizzas que le hacía, escuchar a Equidna quejarse de todo sin saber por qué y
salir con Caos a asesinar Sátiros eran cosas que no tenían una razón de ser, su poder de
creación de vida, realmente le dio a la vida a él.

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