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García Vélez Iraís Eréndira

16-011-0994
Lenguaje y pensamiento III
Trabajo Final
Ojos que no ven… mensaje que no se entiende
Eréndira García

En México hay alrededor de setecientos mil sordos (aquellas personas que


no pueden oír, ya sea desde el nacimiento o por haber perdido la capacidad
auditiva), de acuerdo con último censo de población llevado a cabo por el INEGI1.
Si comparamos este último número con el total de mexicanos que es de
aproximadamente 120 millones, pudiéramos creer que son más bien pocos
cuando en realidad la población es más numerosa que la de Belice, por ejemplo.
Sin embargo, la comunidad sorda ha sido dejada de lado como sucede con otros
“grupos minoritarios”: indígenas, jóvenes pertenecientes a tribus urbanas,
personas de la tercera edad, etc. De esta manera, existen pocas opciones
educativas, laborales y de esparcimiento para la comunidad sorda, quienes viven
en medio de mensajes confusos nunca fáciles de abordar.

Este grupo en especial, resulta invisible porque su discapacidad no es notoria;


pueden hacer todo: correr, dibujar, ir de compras, andar en bicicleta, pero no
pueden oír. Podemos darnos cuenta de que en realidad no parecen ser
discapacitados, no al menos en el sentido en que nos hemos acostumbrado: una
persona en silla de ruedas que no puede valerse por sí misma y que por lo tanto
requiere de ayuda para sobrevivir. Esto provoca que en muchas ocasiones ellos
padezcan atropellos debido a equivocaciones, insultos, malos tratos, etc. Sordos y
oyentes se ven inmersos en una dinámica de poco entendimiento pese a compartir
el mismo espacio en común. Más aún, incluso entre sordos no terminan por
comprenderse. ¿Carecen de capacidad para comunicarse? No, pero las
situaciones resultan dispares.

Primero, no todos los sordos del país se comunican con la misma lengua, esto
depende de cómo hayan sido educados y del contexto en el que se desarrollaron;

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Censo de población 2010.

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algunos aprenden desde niños la Lengua de Señas Mexicana (LSM), que es el
idioma con el que se comunican la mayoría de las personas con discapacidad
auditiva; no obstante, otros individuos son aislados por sus propios padres por lo
que terminan desarrollando un código de comunicación casero, mismo que resulta
estéril cuando buscan conversar con sujetos (con sordera) de otros lugares.
Incluso, son varios a quienes se les enseña a leer los labios, a descifrar las
palabras ininteligibles que varían de persona a persona porque no todos los
oyentes gesticulan de la misma manera al hablar.

Hay además, personas que aprenden a balbucear; se les enseñan a imitar aunque
los sonidos nunca son similares, ¿cómo podrían darle forma a algo que no
escuchan? Es como si a los oyentes les pidieran que dibujaran una especie
extraterrestre desconocida, de la misma forma, ellos no pueden emular los
sonidos de la manera correcta. Se dice que un sordo fue oralizado cuando crece
en un entorno con estas prácticas (Pérez, 2011). De tal manera, los mensajes no
se entienden, porque ni los oyentes saben LSM ni la totalidad de sordos
comparten la lengua.

Otro factor que no permite que los sordos terminen por entender los mensajes que
los rodean, es que los ejercicios de inclusión resultan inadecuados. Por un lado,
en México existen solamente cuarenta intérpretes certificados de Lengua de
Señas Mexicana (Ortuño, 2015). En consecuencia, en los eventos oficiales
muchas veces se suelen contratar a personas que carecen de dominio de LSM,
las cuales en realidad emiten en español signado, siendo que las gramáticas de
ambos sistemas son muy distintas. Esto es debido a que en los cursos, los futuros
traductores solamente tienden a aprender listas de vocabulario sin sentido
lingüístico, es decir, palabras aisladas y frases incomprensibles para los no
oyentes.

En palabras de Alexis Martínez, director del Instituto Mexicano de Lengua de

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Señas A.C. e intérprete reconocido por su labor en los debates presidenciales, el
trabajo de interpretación “[…] realmente hay que profesionalizarlo y que no se vea
realmente como una cuestión mímica, que realmente se vea como un trabajo
profesional", (Guerrero, 2018). Sin embargo, aun cuando el traductor esté lo
suficientemente capacitado, el cuadro que se le asigna en los medios televisivos
es tan pequeño, que el mensaje llega de manera incoherente a los sordos;
quienes dependen de los gestos, microgestos, muecas, y ligeros movimientos
corporales para recibir la información de manera correcta. De nuevo, mensajes
confusos. Porque o el intérprete no se alcanza a apreciar o porque españoliza la
lengua de señas (combinándola con mímica) ante su incompetencia.

Por otro lado, los rótulos en carteles, los subtítulos en cine, los mensajes escritos,
entre otros, también resultan inadecuados ya que la comunidad sorda no siempre
entiende el español escrito. En efecto, requieren formación escolar para
entenderlo; como sucede con cualquier persona que está aprendiendo una lengua
extranjera. De ahí que los sordos que entienden el castellano escrito se
consideran sujetos bilingües.

Por último, el mensaje más confuso que pueden recibir los no oyentes, es aquel
que no coincide con la realidad. Aquel que solo existe en el mundo de la
demagogia, aquel en el que la inclusión está en todos los discursos oficiales; en el
que incluso se celebra el día del sordo (el 28 de noviembre), pero que no se
materializa en escuelas bilingües, museos suficientes, servicios de salud y legales
con interpretación, en libros con gramática LSM y en plazas laborales dignas.
Este mensaje es el más claro y desalentador, porque confirma que la discapacidad
que poseen las personas sordas es debida a la marginación que provoca la
dinámica social. Por ejemplo, no pueden escuchar el timbre del metro, no se
percatan de si el botón de sonido de los camiones funciona correctamente para
poder bajar, no reaccionan a la alerta sísmica en un primer momento; entre otros.
En conclusión, se puede decir que los servicios públicos no consideran a la

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comunidad sorda debido a la falta de un programa federal que realmente los
considere. El gobierno no los ve.

En definitiva, queda mucho trabajo por hacer en materia de inclusión de la


comunidad sorda. Se requiere más voluntad política y social para poder crear
opciones para ellos. Más no se trata de crear instituciones exclusivamente para
los sordos, por el contrario, se requiere crear mecanismos con base en la
solidaridad, la equidad, la justicia y la empatía que permitan la integración con los
oyentes. Por ejemplo, existe una compañía teatral, única en su género, llamada
“Seña y verbo”, cuya labor es un verdadero ejemplo de interacción social. Todas
las obras que producen, además de generar empleos para los sordos, son una
oda a la diversidad; con historias extraordinarias, personajes entrañables, pero
sobre todo con la conciencia fraternal de que así como no es agradable ser
discriminado, tampoco lo es actuar de la misma manera. Las puestas en escena
son bilingües, permiten que en un mismo espacio convivan quienes hablan con las
manos y quienes lo hacen de viva voz. Por un momento, todos ríen y todos
aprenden, aunque la igualdad aún continúe pendiente en otros órdenes, este es
un gran paso hacia el reconocimiento de un “otro”. Una magia que puede lograr el
arte cimentado con un propósito social y que se puede trasladar a otros ámbitos:
laborales, sociales, educativos, etc. Un mensaje que ambos lados pueden ver,
sentir y entender. Porque la hermandad siempre podrá mirarse, escucharse y
sentirse. Esos mensajes, son los que debemos lograr que sean vistos y que se
puedan entender.

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Referencias bibliográficas:

- Discapacidad en México. (s/f). INEGI. Recuperado de:


http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/discapacidad.aspx?tema=P
- Guerrero, C. (20/05/2018).Para entender a los políticos. Recuperado de:
https://www.reforma.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=1397600
- Ortuño, G. (10/02/2015). Denuncian intereses políticos y económicos en
certificación de traductores de personas sordas. Recuperado de:
https://www.animalpolitico.com/2015/02/denuncian-intereses-politicos-y-
economicos-en-certificacion-de-traductores-de-personas-sordas/
- Pérez, B. (2011). Sordo y feracidad. Recuperado de: http://www.cultura-
sorda.org/sordo-y-feracidad/
- Serafín, M. y González, R. (2011). Manos con voz. Diccionario de Lengua
de señas mexicana. (Pp. 7-10). México: CONAPRED.

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