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Breve ensayo de un recorrido…

Si una cosa me queda en claro acerca de la investigació n, es que bastante se ha


discurrido en torno a la forma en que ésta se concibe. Y entre esa diversidad de ideas,
me parece muy pertinente la de que la investigació n tiene que ver con producir un
nuevo conocimiento, es decir, con aportar algo distinto a lo que ya se ha dicho acerca
de un tema o una problemá tica. Y esto puede generarse a partir de dar seguimiento,
de agregar algo, o bien, de producir lo nuevo a partir de una confrontació n, o incluso,
de refutar lo ya “afianzado”. Cabe aclarar que la propuesta de dar un seguimiento o
una continuidad, no implica la ausencia de lo innovador, como podría pensarse, ya que
consiste en dar un paso má s en el camino, donde alguien, en un tiempo anterior, no
pudo seguir avanzando.

Sin embargo, de manera muy frecuente, ocurre una situació n que contraría el objetivo
de la investigació n. Las má s de las veces se tiene la “tendencia” (en el sentido de que
no se hace de manera consciente) de dedicarse a la comprobació n de cuerpos teó ricos
ya establecidos. Por otra parte, no quiero incluir en este ejercicio de aproximació n, la
idea de que la investigació n interviene cuando hay un descubrimiento. Porque me
parece que éste se acerca má s a algo del orden del encuentro, a una experiencia
donde, tal y como lo el término mismo lo refiere, se quita a algo que ya estaba ahí,
aquello que solamente lo cubría. Y creo que la esencia de la indagació n radica en
construir, no en develar, y de esta manera no se perdería el hecho esencial de que el
sujeto que investiga, posee un papel activo. El encuentro, en ocasiones, es mero azar.

El investigador, tiene que asumir o adquirir una posició n que le permita entrar en
contradicció n de una manera constante; debe estar en condiciones de ir y venir; de
cuestionar su trabajo en no pocas ocasiones; de convertir una afirmació n en pregunta.
Recordemos que el enigma, para el psicoaná lisis, es el cimiento de la construcció n de una
posició n subjetiva diferente. Estar en falta frente al conocimiento, brinda la posibilidad de
movimiento, y con ello, de dar una lectura distinta a lo que acontece, sin quedar detenido en
una sola perspectiva.

Quizá s, los movimientos que, por estructura conforman el proceso investigativo,


lleguen a provocaren algunos inquietud e incluso desesperació n. Pero no hay que
perder de vista que, cuando se está frente a la posibilidad de construir, el trabajo toma
como requisito nuestra creatividad, nos brinda la posibilidad de hacer y deshacer; y
entonces el camino se torna un tanto má s interesante y menos difícil de transitar. Y
sobre todo considerando que aquello de lo que se parte, aunque después sea objeto de
refutació n, constituye un referente que nos sirve de anclaje por má s lejos que
queramos ir.
Desde hace ya mucho tiempo, he estado interesada en esclarecer hasta cierto punto el
vínculo entre el asunto cognitivo y el subjetivo en el ser humano, entendiendo a este
ú ltimo como abarcando los aspectos inconscientes de la estructura psíquica humana
y no sin darme cuenta de que estoy suponiendo de entrada la existencia de dicho
vínculo.

Para centrar la problemá tica en un asunto concreto, me había propuesto trabajar


sobre el fracaso en el aprendizaje de las matemá ticas y su relació n con la funció n
simbó lica, pensada ésta ú ltima en el sentido en que lo hace Danny-Robert Dufour en su
libro: “El arte de reducir cabezas”, en donde afirma que la transmisió n de la funció n
simbó lica vía la palabra, ha sido trastocada por una exposició n masiva a las imá genes.

Me parecía que uno de los problemas má s importantes de la educació n actual en las


escuelas se circunscribía a las dificultades por parte del niñ o en el aprendizaje de las
matemá ticas y que esto se derivaba de ciertos rasgos de su estructura psíquica o de
las dificultades de esta estructuració n. Y es evidente que, tanto para maestros como
pedagogos, la bú squeda de la solució n a este problema no ha sido fá cil; y el empleo de
técnicas pedagó gicas y didá cticas se ha mostrado insuficiente hasta el momento.

En cuanto a la vía que me parecía pertinente para abordar dicha problemá tica,
consideraba que el carácter simbólico del nú mero, célula fundamental y estructural
de las matemá ticas, me permitiría reconducir sus orígenes má s primitivos a la
adquisició n de la funció n simbó lica, misma que está en intrínseca relació n con el
asimiento del lenguaje por parte del niñ o en el seno familiar, en épocas primordiales
de su crianza.

Me interesaba ir má s allá en la bú squeda de una explicació n a estos problemas y poder


brindar una solució n efectiva. Indagando en las causas de los fracasos escolares que se
suscitan alrededor del aprendizaje matemá tico, apuntando a encontrar las fallas en el
proceso de transmisió n del lenguaje, en la adquisició n de la palabra.

Sin embargo, tanto mi planteamiento original como mi manera de apreciar el asunto


cognitivo en general dieron un giro de trescientos sesenta grados, a partir de mi corta
experiencia clínica analítica con pacientes niñ os.

Uno de los ejes fundamentales en el trabajo clínico con niñ os, es el hecho de que
generalmente llegan a consulta con una neurosis actual, mejor conocida como
neurosis de transferencia.

Las neurosis actuales llevan este nombre precisamente porque solo se requiere de la
acció n de un acontecimiento para detonar la enfermedad. Sin embargo, se trata de un
estado patoló gico muy peculiar, en el que a diferencia de las otras neurosis, no implica
una inscripció n psíquica, es decir, no hay una representació n reprimida. Y por lo tanto
lo que en ellas aparece no es algo que esté retornando hacia la Cc en forma de un
sustituto. Tal y como ocurre también, en el las otras formaciones del Icc como el
chiste y los sueñ os. De hecho, las neurosis actuales son fundamentalmente un
intento de inscripció n psíquica. Mediante el mecanismo de la compulsió n a la
repetició n, se trata de que algo de eso que aparece de manera compulsiva y repetitiva,
quede inscrito, deje una huella.

Este tipo de patología psíquica conlleva cierto sufrimiento, porque se manifiesta como
la irrupció n del real en la realidad del cuerpo. Se trata entonces no solo de actos, sino
de todo aquello que puede desplegarse en la corporeidad del sujeto. En los niñ os
puede por ejemplo, aparecer la enuresis, la encopresis y hasta el hecho de no hablar o
de no hablar bien.

Las neurosis actuales son el pan nuestro de cada día en el trabajo clínico con niñ os. Y a
grandes rasgos el objetivo con ellos, es trasladar el real de su síntoma hacia el registro
simbó lico en el juego, para que en transferencia pueda constituirse una neurosis
ordinaria.

Responder a las preguntas y comentarios del profesor

una temá tica totalmente distinta apuntaba a de dar visos de algo diferente sin
despegarme tanto de mi r establecido

Me encuentro en u n punto en el que aú n no cuento con la posibilidad de generar un


nuevo saber.

La fobia a la letra de Erik Porge

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