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Sin embargo, de manera muy frecuente, ocurre una situació n que contraría el objetivo
de la investigació n. Las má s de las veces se tiene la “tendencia” (en el sentido de que
no se hace de manera consciente) de dedicarse a la comprobació n de cuerpos teó ricos
ya establecidos. Por otra parte, no quiero incluir en este ejercicio de aproximació n, la
idea de que la investigació n interviene cuando hay un descubrimiento. Porque me
parece que éste se acerca má s a algo del orden del encuentro, a una experiencia
donde, tal y como lo el término mismo lo refiere, se quita a algo que ya estaba ahí,
aquello que solamente lo cubría. Y creo que la esencia de la indagació n radica en
construir, no en develar, y de esta manera no se perdería el hecho esencial de que el
sujeto que investiga, posee un papel activo. El encuentro, en ocasiones, es mero azar.
El investigador, tiene que asumir o adquirir una posició n que le permita entrar en
contradicció n de una manera constante; debe estar en condiciones de ir y venir; de
cuestionar su trabajo en no pocas ocasiones; de convertir una afirmació n en pregunta.
Recordemos que el enigma, para el psicoaná lisis, es el cimiento de la construcció n de una
posició n subjetiva diferente. Estar en falta frente al conocimiento, brinda la posibilidad de
movimiento, y con ello, de dar una lectura distinta a lo que acontece, sin quedar detenido en
una sola perspectiva.
En cuanto a la vía que me parecía pertinente para abordar dicha problemá tica,
consideraba que el carácter simbólico del nú mero, célula fundamental y estructural
de las matemá ticas, me permitiría reconducir sus orígenes má s primitivos a la
adquisició n de la funció n simbó lica, misma que está en intrínseca relació n con el
asimiento del lenguaje por parte del niñ o en el seno familiar, en épocas primordiales
de su crianza.
Uno de los ejes fundamentales en el trabajo clínico con niñ os, es el hecho de que
generalmente llegan a consulta con una neurosis actual, mejor conocida como
neurosis de transferencia.
Las neurosis actuales llevan este nombre precisamente porque solo se requiere de la
acció n de un acontecimiento para detonar la enfermedad. Sin embargo, se trata de un
estado patoló gico muy peculiar, en el que a diferencia de las otras neurosis, no implica
una inscripció n psíquica, es decir, no hay una representació n reprimida. Y por lo tanto
lo que en ellas aparece no es algo que esté retornando hacia la Cc en forma de un
sustituto. Tal y como ocurre también, en el las otras formaciones del Icc como el
chiste y los sueñ os. De hecho, las neurosis actuales son fundamentalmente un
intento de inscripció n psíquica. Mediante el mecanismo de la compulsió n a la
repetició n, se trata de que algo de eso que aparece de manera compulsiva y repetitiva,
quede inscrito, deje una huella.
Este tipo de patología psíquica conlleva cierto sufrimiento, porque se manifiesta como
la irrupció n del real en la realidad del cuerpo. Se trata entonces no solo de actos, sino
de todo aquello que puede desplegarse en la corporeidad del sujeto. En los niñ os
puede por ejemplo, aparecer la enuresis, la encopresis y hasta el hecho de no hablar o
de no hablar bien.
Las neurosis actuales son el pan nuestro de cada día en el trabajo clínico con niñ os. Y a
grandes rasgos el objetivo con ellos, es trasladar el real de su síntoma hacia el registro
simbó lico en el juego, para que en transferencia pueda constituirse una neurosis
ordinaria.
una temá tica totalmente distinta apuntaba a de dar visos de algo diferente sin
despegarme tanto de mi r establecido
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