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CAPÍTULO 2: ESTUCTURA DEL ACTO JURÍDICO:

El acto jurídico como los muchos sistemas que conforman el Derecho también se
encuentra estructurado y posee diferentes componentes, los mismos que van a
ser clasificados de diferentes formas por la doctrina Tradicional y la doctrina
Moderna, de modo que para una mejor comprensión del tema mencionaré la
posición de ambas doctrinas. Antes, redefiniré el acto jurídico como base para
comenzar el estudio de su estructura. Según nuestro código civil peruano se
establece: “El acto jurídico es la libre manifestación de voluntad destinada a crear,
regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas” (CC. 1984, art. 140)

Pues bien, hasta ahora entonces ya conocemos el concepto de acto jurídico y su


ubicación dentro de los diversos hechos humanos voluntarios e involuntarios. Por
consiguiente, ilustraré la estructura general de los elementos del acto jurídico
para dar una alcance general y posterior a ello iré desarrollando uno a uno
Ahora bien, la posición de la doctrina tradicional o clásica respecto a la estructura
del acto jurídico considera necesario dividirla en elementos quienes componen
toda su estructura válida para el Derecho. Siguiendo el orden estructurado dichos
elementos poseen tres órdenes: Los elementos esenciales, los elementos naturales
y los elementos accidentales quienes pasaré a definir y mencionar sus respectivos
subelementos..

1. Los Elementos esenciales. – Estos elementos se denominan esenciales


porque son imprescindibles para la existencia del acto jurídico como tal, y
representan la esencia misma del acto, a su vez, sumados a los elementos
naturales y accidentales completan la formación de un acto jurídico válido
y que puede darse en diferentes formas. Los elementos que conforman esta
categoría se subdividen en: Elementos Generales y los Elementos Especiales.

Los elementos generales son los que al compararlos con la doctrina


moderna vendrían a ser “los requisitos de validez”, los mismos que se
encuentran especificados en nuestro código civil y que sumados a algunos
otros como: “la manifestación” y “la forma” que no están explícitamente en
el artículo del C.C. pero que se sobreentienden como requisitos inherentes
conforman toda la estructura. Los elementos señalados por la doctrina son:

- Manifestación de la voluntad.
- Capacidad
- Objeto
- Finalidad
- Forma

Y los elementos Especiales son también esenciales, pero que tienen


características particulares que cumplen una función diferenciadora de los
demás. Los elementos pueden ser, por ejemplo: Un contrato de
compraventa, que necesitará de elementos agregados que son típicos de este
tipo de contratos.

2. Los Elementos naturales. - La definición clara de estos elementos es


recogida por un autor, Vidal, R. (2011): “Son los que están insertos en la
naturaleza de un acto concreto y determinado, de manera tal que el
derecho objetivo se los atribuye aun cuando las partes no los hayan
incluido” (p.84). Es decir, son aquellos actos inherentes al acto jurídico
que no tienen la necesidad de ser expresados, sino que la ley los
sobreentiende; sin embargo, los efectos que generen no son esenciales
para el acto jurídico solo lo amplían en caso sea necesario, así como
también pueden ser excluidos. Ejemplo: el pago de intereses, saneamiento
por evicción. (Art. 1484° y 1489°)

3. Los Elementos accidentales. - Y por último, los elementos de tercer orden


que son introducidos al acto jurídico por voluntad expresa, tácita o escrita
de sus celebrantes, siempre y cuando su naturaleza lo permita, por
considerarlos relevantes en su mutuo acuerdo y que servirán como alcance
para cumplir con el contrato establecido por ambas partes. Es importante
concluir que estos elementos no son imprescindibles como los elementos
esenciales para la validez del acto; ni necesarios como los elementos
naturales, esto por ser ajeno al acto jurídico en sí sino como voluntad de
las partes. Podemos mencionar a quienes conforman esta categoría, los
elementos son:

- La condición.
- Modo o cargo
- El plazo

Ya habiendo dado a conocer los elementos que conforman la doctrina tradicional,


pasaré a mencionar cual es la posición de la doctrina moderna con respecto a la
estructuración del acto. Esta corriente tiene como principal figura a Lizardo
Taboada Córdova quien narra con mayor detalle la figura del negocio jurídico en
la doctrina moderna en su libro: “Elementos de la responsabilidad civil”, allí señala
como componentes principales del acto a tres grupos: Los elementos, los
presupuestos y los requisitos.

1. Los elementos: El primer grupo está compuesto por los elementos aquellos
que son fundamentales para celebrar cualquier acto jurídico realizado
entre los agentes interesados. Dichos elementos determinan la base de
cualquier voluntad jurídica que tenga como fin dar origen a un acto
jurídico y que además tenga relevancia para el Derecho. Además, ambos
coinciden como elementos centrales en cualquier negocio jurídico; Estos
son: La declaración o manifestación de la voluntad y La causa o la finalidad.

2. Los presupuestos: Son aquellos componentes necesarios para que


preexista el acto jurídico, es decir son los antecedentes del mismo, son
indispensables para ejercer la relación causal del propio acto y poder
celebrarlo. En esta fase solo se aceptan a dos componentes: el Sujeto y el
Objeto. Cabe mencionar que en la doctrina clásica se consideraba tanto al
sujeto o agente capaz y al objeto como elementos esenciales del acto
jurídico.

3. Los Requisitos: Hace referencia a la reunión de todas las condiciones


necesarias que deben cumplir los anteriores componentes en cuestión
para considerar un acto jurídico VÁLIDO. Los requisitos son en teoría
exactamente iguales a los que están tipificados en nuestro código civil
peruano, la diferencia sería solo que contiene ciertas especificaciones que
considera importante la teoría moderna; las cuales son:

a) Capacidad plena del sujeto


b) Objeto con posibilidad física y jurídica
c) Determinación del objeto
d) Libre y consciente manifestación de la voluntad
e) Licitud del fin
f) Observancia prescrita bajo sanción de nulidad
g) Respeto a las normas de carácter imperativo, de orden público, y al de
las buenas costumbres

Ahora bien, describiré a detalle los elementos principales que conforman el acto
jurídico y que están presentes tanto en el clásico como en el moderno; puesto si
bien las doctrinas han evolucionado de acuerdo a las diferentes necesidades del
hombre mantienen la esencia misma del acto el cual no varía y que tendrá como
elementos principales a los siguientes:

CAPÍTULO 3: REQUISITOS DE VALIDEZ

a) La manifestación de la voluntad

La voluntad de un agente es la base de cualquier acto jurídico, por lo cual es


importante conocer su definición. Existen varias acepciones de diferentes autores
como por ejemplo, quienes seguían la teoría clásica como Savigny consideraban a
la voluntad como lo primordial y la esencia de cualquier acto jurídico que tenga
la intención de efectuar algo, por otro lado, quienes seguían la corriente moderna
como lo son Bahr, Kohler y Thon consideraban en cambio, que la voluntad se
podía dar solo en caso que esta se manifieste para “generar efectos jurídicos”, sin
embargo una posición más objetiva como la del tratadista Manuel Albaladejo que
siguiendo la corriente española, considera a la voluntad como un acto voluntario
propio de la raza humana con el fin de exteriorizar la intención, o mejor dicho la
voluntad interna, sin dejar de lado los efectos que pueden surgir y redireccionar
dicho acto. Por lo tanto, puedo concluir que la manifestación de la voluntad es la
exteriorización de un deseo o propósito que se efectúa por una declaración
expresa o por actos que revelen en el sujeto el ánimo de realizar acciones que el
derecho reconoce y a las cuales imputa consecuencias jurídicas.

Según Guillermo Barda (2011) si bien lo normal en un acto jurídico es que la


intención coincida con la declaración de la voluntad es imprescindible que, por
tanto, exista una correlación entre la intención y la manifestación de esta, pero
existe en ciertas ocasiones que hay conflicto en la identificación y el uso
correspondiente de ambas en un acto jurídico, por ejemplo: Cuando se manifiesta
algo que en realidad no se desea, cuando se fuerza a emitir una declaración sin
consentimiento o en la simulación de un acto jurídico, son algunos de los casos
en los que puede ocurrir.

En todos estos casos es importante diferenciar el uso que se le da a ambas en


diferentes circunstancias que se presentan en un hecho jurídico, y luego de
haberlas diferenciado serán factores importantes en la interpretación jurídica. A
partir de las diferencias entre ambas pasaremos a desarrollar sus teorías.

1. Teoría de la voluntad:

Es de origen francés y adoptaba también por los primeros pandecistas


alemanes, conocida también como Teoría Voluntarista o Teoría Clásica.
En la teoría clásica el elemento imprescindible para cualquier vínculo
contractual era la voluntad interna, y que en cualquier supuesto de
discrepancia esta debería prevalecer. De esta forma permanecía un criterio
de protección de las partes y a su mutua intención.
Para esta teoría era suficiente con tan solo la intención de las partes y que
la tarea del juez era desentrañar la verdadera voluntad de ambos y hacerla
producir efectos.

La teoría clásica se mantuvo predominante y en contradicción hasta


principios del siglo XIX en donde los alemanes reaparecieron para
refutarla y sostener, por su parte, otra teoría mucho más objetiva que se
sustentaba en el principio de la declaración de la voluntad.
Más adelante la posición que asumió esta teoría en la aparición de la nueva
era desprestigiarla considerándola como únicamente un acto de
formalidad y accidental.

2. Teoría de la declaración de la voluntad:

La segunda teoría surge en Alemania como reacción contra la inseguridad


jurídica que generaba la teoría de la voluntad que se basaba puramente en
la intención del acto y que era conocida sólo por el agente. Lo que interesa
centralmente en el planteamiento de esta teoría es el hecho objetivo de la
declaración y manifestación, que a diferencia de la clásica es conocida por
los demás al hacerla expresa y que deberá prevalecer ante la intención.
Con lo anterior, la posición que tiene esta teoría sobre la primera es que la
considera “puramente psicológica, insuficiente e inaccesible a terceros”,
por lo tanto, no puede ser la base de un acto jurídico tan relevante para el
derecho.
*
Sin embargo, considera que la declaración de la voluntad y la intención
forman un todo indisoluble, en el que se necesitan mutuamente para
existir, es decir, que para que la intención sea dada a conocer es
indispensable la exteriorización de la voluntad.

A la actualidad esta teoría prevalece al ser la más fundamentada y con base


en cuanto a la eficacia del acto pues la declaración como acto permite que
se pueda conocer la voluntad del sujeto y analizar si el fin y la intención se
encuentran dentro del marco de la legalidad del derecho y de esta forma
cumplir el objetivo del acto o negocio jurídico a ejecutar.

Ahora bien, según nuestro código civil la voluntad puede darse de dos
formas: de forma expresa y tácita
1. Manifestación de voluntad expresa

Es aquella declaración dada por el hombre en donde expresa su


voluntad interna a quien desee darla a conocer, esto puede darse desde
un gesto o mímica hasta la elaboración escrita de un contrato pactado.
Se pueden dar de tres formas:
 forma oral
 forma escrita o
 medio electrónico.

2. Manifestación tácita

Se habla de una manifestación de esta forma cuando el agente da a


conocer su voluntad interna sin necesidad de ser expresarla
literalmente sino exteriorizándola a través de actitudes y
comportamientos que hacen que el receptor pueda inferir o deducir
lógicamente la voluntad del manifestante. Según Aníbal Torres
Vásquez señala que para que sea considerada voluntad tácita se tiene
que cumplir con tres requisitos, los cuales mencionaré a continuación:
que del comportamiento del sujeto se pueda deducir su intención o
voluntad, que la ley no exija una declaración expresa, que no exista una
reserva o declaración en contraria a ley (Torres, 2008).

3. La aparición del silencio dentro de la manifestación de voluntad

El silencio también forma parte de las posibilidades ante un acto


jurídico, para el cual muchos civilistas han discrepado en considerarlo
o no como una forma de manifestación de la voluntad. Ante esto
podemos decir que el silencio no es más que la abstención de dar a
conocer la voluntad del agente, así que tampoco pertenece a una
manifestación ni de carácter tácito, porque no da indicios si quiera de
exteriorizar la voluntad interna, ni puede considerarse como una
manifestación presunta.

Al respecto, en nuestro CC. se señala: “El silencio importa


manifestación de voluntad cuando la ley o el convenio le atribuyen ese
significado” (CC., 1984, art. 142) complementando esto el silencio
entonces es interpretado solo por atribución de la ley o el convenio,
quienes le dan un significado sobreentendido en ocasiones especiales a
través de dos fuentes: las normas supletorias y las hipótesis y sus
respectivas consecuencias entre los celebrantes del acto; pero para
ambos casos es necesario que se trate de un acto jurídico que ya ha
sido celebrado por las partes en donde su relación jurídica se haya
dado con la manifestación de las partes porque de otro modo sólo con
el silencio es imposible realizar un acto jurídico.

4. La Formación de la Voluntad:

Según Vidal R. en su libro El acto jurídico (2011) El proceso de formación


de la voluntad pasa por diferentes etapas para que esta sea válida como
elemento que conforma el acto jurídico. Estas son las 3 etapas esenciales:

1. Proceso Formativo de la voluntad interna.


Ahora bien, en el proceso de la formación de la voluntad interna si esta
no es manifestada, no es de relevancia para el Derecho, por lo tanto, en
la medida que la voluntad produzca un hecho de mayor carácter
jurídico será importante para el Derecho. Para que los hechos se
constituyan como voluntarios requieren de 3 factores importantes:

a) El discernimiento: Es la capacidad de conciencia y de toma de


decisiones de un sujeto ante cualquier situación que deberá considerar
como conveniente o perjudicial para sí mismo, para esto deberá hacer
uso de buen juicio y análisis del contexto y las consecuencias que
deriven de dicha decisión.

b) La intención: Este elemento es fundamental en el proceso ya que


permite desentrañar el propósito y el fin del acto, si es lícito o no, si es
si es beneficioso para ambas partes o no, y si trae efectos negativos a las
partes o a uno solo. Surge internamente y de forma deliberada en el
individuo y dado el caso de un acuerdo contractual, ambos celebrantes
deben tener la misma intención de beneficiarse con el negocio jurídico
a ejecutar.

c) La libertad: Es la naturalidad de realizar un acto sin presiones de


ningún tipo para optar de forma responsable sobre el procedimiento a
seguir ante un objetivo personal, en este caso de realizar un acto
jurídico o contrato de mutuo acuerdo, todo esto sin dejar de lado al
discernimiento y la intención que determinarán un buen uso de la
libertad.

5. Exteriorización de la voluntad interna

Una vez formada la voluntad interna, esta debe de exteriorizarse para


constituir la voluntad propiamente jurídica o jurígena y así estar
contenida dentro de la manifestación, sin embargo, también existen
factores perturbadores que pueden afectar el proceso formativo de la
voluntad interna a la siguiente etapa que corresponde a la
manifestación, como pueden ser: que el sujeto haya incurrido
espontáneamente en un error, o que haya sido dolosamente inducido
al error, esto porque quizá haya sido intimidado y también puede darse
el caso que el sujeto no ha podido correlacionar su voluntad interna
con su manifestación lo que claramente pudo generar un error.
6. Manifestación de la voluntad interna

La manifestación vendría a ser lo más importante y sustancial para


emprender todo acto jurídico; el mismo que irá tomando forma como
resultado del proceso de la formación y exteriorización de la voluntad,
que a su vez han tenido que cumplir con los requisitos para llegar a
formar la voluntad con un fin jurídico relativo al Derecho. En esta
etapa se da a conocer a través de la expresión verbal, escrita o cualquier
otro medio que denote la intención y la voluntad al agente; la voluntad
y manifestarla con el fin de recibir una correspondencia y generar un
acuerdo mutuo con la intención y manifestación voluntaria de los
individuos. Por lo tanto, esta fase es crucial y constituye el acto jurídico
mismo.

b) La capacidad del agente

Este es un requisito sumamente importante para quienes deseen celebrar el acto;


si bien la manifestación es en primera instancia es la base de todo acto jurídico, la
plena capacidad del sujeto es algo que complementa como requisito importante,
pues va a darle el peso necesario de validez al acto en sí.

1. El sujeto de derecho

En este aspecto como ya es conocido en el ámbito del derecho todas las


personas naturales o jurídicas tan solo por su naturaleza humana son
consideradas “centro de imputación de derechos y deberes”, los cuales van
a ser primordiales a la hora que estas, como en este caso, deseen realizar
un acuerdo contractual o negocio jurídico. Estas personas poseen total y
absoluta libertad ante la ley para realizar un acuerdo jurídico pero con las
respectivas manifestaciones de voluntad, sin embargo no debe dejar de
lado que al ser un sujeto de derecho debe cumplir con los acuerdos por
tener responsabilidad ante estos y si se diese el caso de no cumplir con lo
acordado deberá asumir las consecuencias de la falta y ponerse de acuerdo
a ley.

2. El sujeto y su capacidad de goce y de ejercicio

Dentro de los requisitos del sujeto de derecho frente a la capacidad, se


distinguen dos: La capacidad de goce y la capacidad de ejercicio. El
primero hace referencia a la aptitud del sujeto para recibir tanto derechos
como deberes que le son consignados por el Estado y que, forman parte de
sus derechos fundamentales inherentes por el solo hecho de su calidad
humana; y el segundo, que consta de la posibilidad de recibir estos
derechos y deberes mediante la celebración de diversos actos sea de
naturaleza jurídica o de la vida diaria.

3. La capacidad necesaria para dar validez al acto jurídico

No solo basta con que un sujeto posea la capacidad de goce y de ejercicio


que es elemental para toda persona natural y jurídica sino que esa
capacidad sea plena en su totalidad, es decir que la persona esté apta y que
cuente con todas las condiciones tanto físicas, mentales y jurídicas para
celebrar dicho acto. Existen casos en los que la persona, por ejemplo,
posee una absoluta incapacidad o una incapacidad relativa, lo que no
permitiría en esos casos darse el acto y como consecuencia, declararlo
nulo.

c) La Causa o Finalidad

La finalidad de un acto jurídico debe ser lícita y está vinculada a la problemática


de la causa, por lo que en su desarrollo es necesario detenerse a entender la
misma.
El fin como contenido del acto entonces, se refiere a la causa o razón de la
voluntad para crear consecuencias jurídicas; estas causas no deben estar
prohibidas por la ley.

La causa o finalidad del acto persigue, como consecuencia última, producir


consecuencias de derecho de acuerdo con la ley y no simulaciones o cosas
parecidas que no estén debidamente reguladas en algún ordenamiento jurídico.

Es importante mencionar que, para la existencia de la causa como tal, fue


debatida por dos teorías que seguían diferentes corrientes doctrinarias, la teoría
de la causa objetiva y la teoría de la causa subjetiva, esta última que fue
desarrollada ampliamente y por encima de la otra.

1. Teoría Objetiva:

La teoría objetiva consta principalmente en la idea de que la finalidad del


acto jurídico no se encuentra como se afirma dentro de la voluntad de los
agentes, es decir del sujeto y objeto, sino que es inherente al acto o
negocio mismo. Por lo tanto, la causa o fin no es un atributo propio de los
móviles de las partes sino del acto mismo que se desea realizar con efectos
jurídicos negociales.

Según Taboada, dentro del marco de la concepción objetiva existen dos


funciones causales: La primera era la que denominaba como causa a la
función económica- social del acto y la segunda que comprende como
causa a la función jurídica del acto jurídico. Es así como se puede entender
que la causa tiene un valor específico diferente a la voluntad de las partes
que le va dar el sentido de relevancia para el derecho al negocio que se
quiera ejecutar de mutuo acuerdo.

2. Teoría Subjetiva:
En cambio, en la presente teoría se defiende lo contrario, tal como lo
afirma Romero Montes en su libro Acto jurídico “la causa es un requisito
del acto jurídico, subjetivo o psicológico, que consiste en la razón concreta
o abstracta determinante de la celebración del acto jurídico”. Lo que nos
lleva a definirlo como un acto meramente psicológico e interno como
voluntad de los sujetos interesados en realizar dicho acto, formando así
parte inherente de ellos. Algo importante a diferenciar es que la causa o
fin, no es lo mismo que los motivos, puesto que la causa es centralmente la
razón de la declaración de la voluntad, mientras que los motivos son
aquellas circunstancias indirectas que complementan el fin del acto a
realizar.

d) El Objeto jurídicamente posible

1. La posibilidad física del objeto

La posibilidad física del objeto es un punto importante y se refiere a poseer


la existencia física en primer lugar, y esto hace referencia a que el sujeto
quien va a darle uso hacer posible ejercer sus derechos y obligaciones
sobre dicho objeto, es decir, que si por ejemplo, en el contrato se establece
el alquiler de un bien cualesquiera ; quien logre adquirirla pueda darle uso,
goce y disfrute, sin ser impedido por nada, de acuerdo a lo establecido en
el contrato.

2. La posibilidad jurídica del objeto

En referencia a la posibilidad jurídica esta refiere que el objeto debe


cumplir y ser conforme a lo estipulado en la normativa legal, esto va muy
vinculado a la licitud del objeto pues no se puede hacer un acto jurídico
con objetos que no están regulados legalmente o que sean ilegales; y que
por lo tanto el agente se encuentra totalmente impedido de ejercer su
capacidad de goce y ejercicio sobre él.

A modo de apreciación personal puedo concluir diciendo que el acto


jurídico en un sistema muy bien estructurado, el cual para lograr la validez
del mismo es necesario cumplir con cada uno de sus respectivos requisitos
y que estos se encuentran tan interrelacionados que no es posible cumplir
uno sin el otro. Lo más importante a la hora de dar origen a un acto
jurídico es la intención del agente hacia querer o no, generar un acuerdo
con otra persona y que dicho acuerdo sea legal y transparente y además,
que ambos puedan expresar y/o manifestar las voluntades personales para
poder enrumbar a el mismo y concretar un acto jurídico que será de
relevancia para el Derecho.

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