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(Nota aclaratoria para mis fans no barranquilleros: liga: dícese del salario o recompensa.
Justo cuando Diomedes estaba a punto de terminar su labor salen del gimnasio ubicado al
lado del edificio, tres tipos, que por sus dimensiones bien podrían parecer Titanes
mitológicos, con músculos hasta en las orejas. Estos al ver que el carro e' mula del enjuto
Diomedes estaba peligrosamente cerca de sus costosas motocicletas sin titubear le gritan a
nuestro héroe: ¡Ey quita esa mda de ahí, hpta! Grave error... Estos hombres con cuerpos
forjados en la fragua del gimnasio, no comprendían que su entrenamiento y repeticiones no
se acercaban ni remotamente al de este moderno espartano; capaz de levantar dos o tres
bultos de cemento, que para hacer cardio subía varios pisos con galones llenos de concreto;
que fortalecía sus manos arrojando y atrapando ladrillos desde varios metros de distancia; y
que su espalda se había marcado completamente después de apilar con su pala incontables
cargas de arena o cemento...
Está respuesta hizo hervir la sangre de aquellos tres gigantes, que sin dudarlo se
abalanzaron sobre él... Lo que pasó a continuación debe ser leído en cámara lenta.
Diomedes en un movimiento ágil como de gato, suelta la pala, se quita la camisa dejando al
descubierto su torso; se pone en guardia y al primero que se acerca le lanza un poderoso jab
que impacta contra la mandíbula descubierta provocándole una súbita caída. Uno menos.
Acto seguido gira hacia el segundo oponente y le lanza un directo de derecha que le hace
explotar la nariz provocando un derribo igual al del primer oponente. Van dos. El tercero es
sorprendido por una ráfaga de golpes en combinación uno-dos, haciendo varios cortes en su
cara; pero a diferencia de los dos anteriores, que en un acto de prudencia decidieron no
intentar levantarse, este último se incorporó tres veces más, solo para llevarse la golpiza de
su vida.
Al verse derrotados, sin ánimos, avergonzados y con sus caras necesitando una repellada, se
subieron silenciosos a sus motos y partieron del lugar a toda velocidad.
Un minuto después, sale del mismo gimnasio otro tipo aún más musculoso que los
anteriores, mira a Diomedes y le dice: amigo, me da un permiso para rodar mi moto, no
vaya a ser y le raye el carro e' mula.