Está en la página 1de 2

Hoy en casos de la vida real.

Furia de Titanes, la saga del albañil.

Hace algunos años, antes de en que la ciudad de Barranquilla se prohibiera el tránsito de


vehículos de tracción animal, conocidos tradicionalmente como "carro e' mulas" y que no
eran otra cosa que una improvisada y variopinta carreta hecha con madera reciclada, restos
de un antiguo chasis de algún auto chatarrizado, y dos o cuatro viejos neumáticos;
arrastrada por un viejo y flaco caballo, o en su defecto por algún burro que no había pasado
los controles de calidad para la fabricación de chorizos fucsia, como les llamamos
cariñosamente en la costa. Estos vehículos eran – y aún son– conducidos por vendedores de
verduras, recicladores y albañiles. Era común verlos transitando por toda la ciudad desde
los barrios más bajos hasta los más altos. Fueron en su momento, indispensables para el
retiro de escombros y transporte de material de construcción; sobre todo en las
edificaciones del norte de nuestra amada urbe.

Un día cualquiera el protagonista de nuestra historia al que llamaré Diomedes –por el


mítico domador de caballos y no por el cantante, ¡oh Lala señor francés!–deambulaba por
el exclusivo sector ubicado entre las calles 84 y 93 con Cra 51 b. Cuando fue llamado a
gritos desde un edificio de apartamentos en construcción por un vigilante; quien le pidió
que retirara unos escombros y una arena que había en la entrada del mismo obstaculizando
el ingreso, y que al terminar, él, le tiraría la liga.

Diomedes, inmediatamente se baja de su carreta, amarra al animal justo al lado de cuatro


lujosas motocicletas tipo Harley y agarra su inseparable herramienta, la pala, el gladuis del
legionario del repelle.

(Nota aclaratoria para mis fans no barranquilleros: liga: dícese del salario o recompensa.

Repelle: acción o efecto de cubrir con cemento o yeso una pared.

Fin de la nota aclaratoria)

Justo cuando Diomedes estaba a punto de terminar su labor salen del gimnasio ubicado al
lado del edificio, tres tipos, que por sus dimensiones bien podrían parecer Titanes
mitológicos, con músculos hasta en las orejas. Estos al ver que el carro e' mula del enjuto
Diomedes estaba peligrosamente cerca de sus costosas motocicletas sin titubear le gritan a
nuestro héroe: ¡Ey quita esa mda de ahí, hpta! Grave error... Estos hombres con cuerpos
forjados en la fragua del gimnasio, no comprendían que su entrenamiento y repeticiones no
se acercaban ni remotamente al de este moderno espartano; capaz de levantar dos o tres
bultos de cemento, que para hacer cardio subía varios pisos con galones llenos de concreto;
que fortalecía sus manos arrojando y atrapando ladrillos desde varios metros de distancia; y
que su espalda se había marcado completamente después de apilar con su pala incontables
cargas de arena o cemento...

–¡Más hpta será tu madre care'v@#$a! –contestó Diomedes.

Está respuesta hizo hervir la sangre de aquellos tres gigantes, que sin dudarlo se
abalanzaron sobre él... Lo que pasó a continuación debe ser leído en cámara lenta.

Diomedes en un movimiento ágil como de gato, suelta la pala, se quita la camisa dejando al
descubierto su torso; se pone en guardia y al primero que se acerca le lanza un poderoso jab
que impacta contra la mandíbula descubierta provocándole una súbita caída. Uno menos.
Acto seguido gira hacia el segundo oponente y le lanza un directo de derecha que le hace
explotar la nariz provocando un derribo igual al del primer oponente. Van dos. El tercero es
sorprendido por una ráfaga de golpes en combinación uno-dos, haciendo varios cortes en su
cara; pero a diferencia de los dos anteriores, que en un acto de prudencia decidieron no
intentar levantarse, este último se incorporó tres veces más, solo para llevarse la golpiza de
su vida.

Fin de la cámara lenta.

Al verse derrotados, sin ánimos, avergonzados y con sus caras necesitando una repellada, se
subieron silenciosos a sus motos y partieron del lugar a toda velocidad.

Un minuto después, sale del mismo gimnasio otro tipo aún más musculoso que los
anteriores, mira a Diomedes y le dice: amigo, me da un permiso para rodar mi moto, no
vaya a ser y le raye el carro e' mula.

También podría gustarte