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Ciclo vocacional

IV° Medio
Profesora: Camila Roure

Guía Literatura e identidad

Nombre María Jesús Araos Curso IV° B Fecha 02/08

La Hispanidad, una Identidad Histórica

Hace justamente quinientos seis años, el célebre grito de ¡Tierra!, emitido por Rodrigo de
Triana, atravesó los mares y los continentes, anunciando el descubrimiento de América y el
advenimiento de la conquista española a las extensas y ricas tierras de este nuevo mundo. A
partir de esa trascendental hazaña colombina y a través de su conquista por España,
América se integró efectivamente al curso de la historia universal, dentro del contexto
cultural del occidente cristiano. Porque, con la llegada de los españoles, la cultura
occidental comenzó a penetrar en la región, dado el hecho determinante de que en aquel
tiempo España era nación principal y guía espiritual de occidente. Por lo mismo, el hallazgo
del nuevo mundo representó para España, por sobre todas las cosas, la más amplia
posibilidad de expansión de la cultura occidental, que se cumplió mediante el proceso de
culturización, introduciendo en el continente americano el idioma castellano, la religión
católica y los conceptos básicos de su civilización. En efecto, más allá del afán de dominio
sobre las nuevas tierras y de la explotación de sus enormes riquezas, a España entonces la
inspiró el preclaro propósito de proyectarse históricamente a sí misma allende sus fronteras,
expandiendo la presencia de su lengua, de su religión, de sus tradiciones, de sus valores y
de sus instituciones en el espíritu virgen de los pueblos amerindios.

América fue conquistada con la espada, pero principalmente con la cruz. La sangre ibérica
no despreció a la sangre aborigen, sino que se fundió con ella para fecundar y potenciar a
los pueblos hispanoamericanos. España consideró a los indígenas como iguales ante el
derecho y les ofreció el orden de principios y fines de la cristiandad. Esta vigorosa
inyección de sangre y cultura, producto de la conjunción de conquista y evangelización, fue
lo que hizo posible que América pasara culturalmente del pensamiento puramente mítico al
pensamiento simbólico, de la anarquía linguística a la unidad idiomática en el castellano, de
los signos y caracteres elementales al alfabeto y a la imprenta, de los sacrificios humanos a
la fe católica.

La conquista evangelizadora adquirió diversas formas, de acuerdo con las características


culturales que originariamente presentaron los distintos pueblos americanos, buscando
siempre conciliar los rasgos de la identidad cultural primaria de cada pueblo aborigen con

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las concepciones de la civilización occidental cristiana que inspiraron la acción de los
descubridores. Esta empresa, fundamentalmente colonizadora y misionera, no ignoró ni
aniquiló a las culturas autóctonas, sino que, por el contrario, las respetó y cobijó,
permitiendo que los pueblos sometidos mantuvieran muchas de sus tradiciones y
costumbres, excluyendo naturalmente aquellas que eran irreconciliables con los valores
esenciales de la cultura occidental.

Desde entonces, la presencia hispana está tan profundamente arraigada en la sangre, en el


alma, en la lengua y en la historia de nuestros pueblos, que la idea misma de América es
absolutamente impensable al margen de España. Desde entonces, la unidad cultural de los
pueblos hispanoamericanos se funda en una trayectoria común de adscripción inclaudicable
a los valores capitales de occidente. Desde entonces, hasta nuestros días, Hispanoamérica
ha entregado muchas contribuciones propias y originales a la cultura occidental,
manifiestas, por ejemplo, en los valiosos aportes realizados en los ámbitos del arte y de la
literatura, que junto a su apreciable producción en los demás campos culturales, han
concurrido a configurar en el tiempo un modo hispanoamericano de ser en el mundo
occidental, porque, al interior de este último, Iberoamérica no ha sido una entidad pasiva,
sino un sujeto histórico activo que ha desarrollado una capacidad creadora situada muy por
encima de la disposición puramente asimiladora, tanto que, en la actualidad, occidente
resulta difícil de entender en plenitud sin considerar el singular e importante concurso de
nuestra América española. Desde entonces, más allá de las distancias físicas y de las
diferencias de clima, de población, de progreso o de posiciones políticas circunstanciales,
viene forjándose sólidamente una gran comunidad hispanohablante, la comunidad de
espíritu y de destino que denominamos hispanidad, que hoy no comprende únicamente la
españolidad, sino también la chilenidad, la cubanidad, la argentinidad, la peruanidad, la
colombianidad, la mexicanidad y la condición cultural de la totalidad de los pueblos de
Hispanoamérica.

Así concebida, la hispanidad se nos revela como una forma de nacionalidad superior,
plenamente compatible con la nacionalidad natural de cada uno de nosotros. De tal forma
que el nacionalismo chileno, como el paraguayo, el venezolano, el uruguayo o el de
cualquier otro país hispanoamericano, en su más profundo y amplio sentido, ha de ser
además nacionalismos hispánicos, esto es, nacionalismos que reafirmen con orgullo y sin
reservas nuestra raza, nuestra lengua y nuestra fe, desplazando las posturas indigenistas y
los criollismos estrechos que exaltan errónea y extemporáneamente las ficciones de la
leyenda negra. La hispanidad define esencialmente nuestra identidad histórica. Es carne y
espíritu, generosa sangre española transfundida a las venas de América y una trascendental
idea-fuerza que nutre e impele la existencia de nuestros pueblos en el tiempo. Es mezcla de
sangres y un alma común que se revela en la historia a través de una magnífica contribución
de cultura, de desarrollo y de catolicidad. 

José Ramón Molina Fuenzalida

Doctor en Filosofía

Universidad Complutense de Madrid

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Profesor Titular

Universidad de Santiago de Chile

Actividad:
1. Responde las siguientes preguntas teniendo en consideración el texto de José Ramón
Molina.
a. ¿Estás de acuerdo con el texto? ¿Por qué? Fundamenta y da citas textuales.
Al menos 2 párrafos
b. ¿Existía una “Identidad” antes de que llegaran los colonizadores a América
latina?
c. ¿Cómo crees que se relacionan las identidades de los colonizadores con la de
los indígenas? relaciónalo con la noción de hegemonía y fundamenta según lo
visto en clases

Respuestas:
A. Sí estoy de acuerdo con el contexto, ya que la conquista y la llegada de los
españoles a América fue un hecho histórico que marcará generaciones, la cual
contiene muchas ventajas que beneficiaron a los indígenas en ese periodo. España
consideró a los indígenas como iguales ante el derecho y les ofreció el orden de
principios y fines de la cristiandad; Asimismo, España amplio las posibilidades de
su expansión de cultura occidental que se cumplió mediante el proceso de
culturización, introduciendo en el continente americano el idioma “castellano”, la
religión católica y los conceptos básicos de su civilización. En el siguiente extracto
se representa claramente la expansión de beneficios marcados por el texto “La
conquista evangelizadora adquirió diversas formas, de acuerdo con las características
culturales que originariamente presentaron los distintos pueblos americanos”.
Desde entonces, la presencia hispana está tan profundamente arraigada en la sangre,
en la lengua y en la historia de nuestros pueblos, que la idea misma de América es
absolutamente impensable al margen de España. Definiendo a la hispanidad
esencialmente nuestra identidad histórica.
B. Sí, hasta nuestros días, hay muchas contribuciones y desarrollos propios y originales
en la cultura occidental, en donde hay valiosos aportes realizados en los ámbitos del
arte y de la literatura, que, junto a su apreciable producción en los demás campos
culturales, han concurrido a configurar en el tiempo un modo hispanoamericano, sin
descontar los beneficios que nuestros amigos españoles nos aportaron.
C. Se relacionaron de tal manera, que la Hegemonía española logro “educar” y
reactivar a estos indígenas, de tal forma que se pudieran complementar con sus
beneficios y pudieron generar que una sociedad de indígenas como mestizos
aprovecharán las ventajas que los españoles inculcaron.

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