Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Debido a la crisis sanitaria por COVID-19 que atravesamos desde marzo del presente
año, hemos tenido que hacer frente a diferentes situaciones socioemocionales que
hemos ido atravesando a lo largo de este periodo. Muchas veces nos hemos visto
atrapados por nuestras emociones al contemplar situaciones a las que no estábamos
acostumbrados a lidiar diariamente, es por esto, que hoy presento diferentes estrategias
de contención emocional y autocuidado para abordar con alumnos, familia y equipos de
trabajo.
Acepte y pida ayuda: Las tareas y cuidado de los niños deben ser compartidas. En casa
se debe distribuir las tareas y el cuidado entre la familia, por ejemplo, los adolescentes
podrían ayudar a cuidar a los hermanos menores cuando ambos padres tienen que
trabajar. La mayoría de los niños pueden poner la mesa, ayudar a mantener limpios los
espacios comunes, lavar los platos o sacar la basura. Incluso los niños pequeños pueden
aprender a recoger sus propios juguetes. Trabajar en equipo ayudará a toda su familia a
mantenerse ocupada y a asegurarse de que ninguna persona esté abrumada. En cuanto al
trabajo con niños, se debe tener en cuenta que generalmente este se lleva a cabo en
equipos de trabajo, por lo tanto es necesario tener conocimiento de nuestras capacidades
y solicitar ayuda de colegas si la situación lo amerita.
Escucha Activa.
Reentramiento de la (B)entilación.
Categorización de las necesidades.
PsicoEducación.
Derivación a redes de apoyo.
Escucha activa
Debemos tener en cuenta que al momento de ser conscientes que el niño presenta una
crisis de angustia, al momento de comunicarnos con ellos, existen 2 opciones, que el
niño quiera, o no quiera comentar el porqué de la situación inmediatamente. Es
necesario proporcionar el espacio necesario para que el niño se exprese de manera
espontánea sin presiones. Debemos tener especial cuidado en no caer en el impulso de
“hacer algo” por quien esta atravesando la crisis. En este caso el lenguaje corporal es
fundamental para transmitir comprensión y empatía.
Lo que se debe hacer:
Hágale entender al afectado que está escuchándolo.
Resuma las causas del sentimiento utilizando el estilo del relato y considerando
las palabras referidas por el afectado (parafrasear). Asienta con la cabeza o diga:
“mmm...claro, sí” otra alternativa: “entonces me dijiste que…” y posteriormente
repite lo que la persona ya le comentó.
Tenga paciencia con el relato, sin preguntar por detalles que la persona no ha
referido.
Tolere los espacios de silencio, la pena o el llanto.
Permanezca cerca a la persona, sentado a su lado y mirando al rostro. Sólo toque
a la persona en actitud de apoyo si está confiado de que será bien recibido por
ésta. Puede preguntarle si le incomoda.
Utilice técnica reflejo, adoptando posturalmente una actitud similar a la del niño,
que le comunique que usted está en la misma “sintonía afectiva”. Hágale saber
que comprende su sufrimiento y que entiende que se puede estar sintiendo muy
mal, sin ser autoreferente.
Lo que NO se debe hacer:
No se precipite a decir algo inapropiado “por hacer algo”.
Si es señalado, pregunte por la situación de otras personas si es el caso. Por
ejemplo: no cuente la historia de otra persona o la suya propia.
No juzgue lo que la persona hizo o no hizo, sintió o no sintió: “no debiste haber
hecho eso…” “no debiste sentirse así…”.
No se distraiga.
No mire el reloj ni mire insistentemente hacia otro lado.
No se apresure a dar una solución
No toque a la persona si no está seguro de que sea bien recibido.
No minimice ni dé falsas esperanzas: “puedo asegurarle que usted va salir
adelante” “Dios sabe por qué hace las cosas” “todo pasa por algo” “no hay
mal que por bien no venga” “no te preocupes… eres joven, y ya vas a ver que
vas a encontrar pareja pronto” “ahora tiene un angelito que la cuida”
“afortunadamente no fue para tanto”.
Anteriormente se indicó que algunos de los síntomas de un ataque de ansiedad pueden
tener que ver con el sistema respiratorio, por lo que debemos dar paso a la segunda
indicación:
Re-entrenamiento de la (B)entilación
Diríjase al niño y dígale: “Ahora ensayaremos el re-entrenamiento de la respiración:
consiste en inspirar, exhalar y luego esperar un momento con los pulmones vacíos
hasta volver a inspirar… lo importante es la pausa luego de vaciar los pulmones”.
Proponle que entrenarán juntos la respiración, donde irás dando el ejemplo con tu
cuerpo. Indícale tomar una postura cómoda donde se puedan sentirse relajados, si es de
ayuda pueden cerrar los ojos o mirar un punto fijo.
Una vez listos indica que debe inhalar durante 4 segundos, retener durante 4 segundos y
exhalar durante 4 segundos. Repetir el ejercicio hasta aproximadamente 10 minutos.
Luego explique la lógica del ejercicio: “La forma como respiramos modifica nuestras
emociones. Cuando botamos el aire nos relajamos más que cuando inspiramos (al
contrario de lo que se suele creer), por lo que podemos entrar en un estado de calma si
prolongamos el tiempo en que nuestros pulmones están vacíos…”. Es importante que el
niño sepa y comprenda el porqué realiza esta acción.
Una vez ya mas calmada la situación, donde el niño pueda comunicarse y/o expresarse
de mejor manera, pasamos al siguiente punto.
PsicoEducación
Si bien es recomendable acceder a un profesional de la salud mental, muchas veces el
acceso a ello es un poco difícil, por lo que en momentos de crisis tanto apoderados
como el equipo educacional deben tener en cuenta qué conducto seguir paso a paso.
Esta sería la ultima etapa de la contención, la psicoeducación, durante este paso es
importante guiar al niño a comprender que lo que siente en esos momentos es
totalmente normal. Durante esta crisis sanitaria es normal sentirnos abrumados, ansiosos
y desesperados por volver en el tiempo y que todo sea como antes, pero durante este
proceso, lo importante es ser resilientes y saber enfrentar los obstáculos que se nos van
presentando.
Es por esto, que es muy importante que usted normalice aquellas reacciones
emocionales que –aunque por cierto incómodas– son normales en situaciones de crisis,
como “flojera” emocional, dificultad para pensar, insomnio, angustia, entre otras. De
esta manera el niño no interpretará lo que le ocurre como una señal de estar “perdiendo
la cabeza” o “que va a morir”. Enfatícele que lo más probable es que el malestar que
siente se vaya pasando sin necesidad de ayuda en algunas semanas, muéstrele cómo
ayudarse a sí mismo y a sus conocidos, cuáles son las señales de alarma, y qué hacer si
aparecen.
Ante estas situaciones, utilizaremos frases como:
“Todas esas sensaciones que está experimentando son muy comunes después de una
experiencia así. Nunca habíamos pasado tanto tiempo en casa, pero la mayoría de las
personas que han vivido una situación tan estresante las presentan por días e incluso
semanas, pero luego se van yendo. No significan que esté perdiendo la cabeza o que
sea débil, esta situación es momentánea y pronto podremos salir a visitar a nuestros
familiares y amigos”.
“Durante estos días me preocuparé de ti, y vamos a pasar un tiempo de relajo junto a
su familia (o compañeros de clase) que puede ser muy útil durante estos días difíciles”.
Por último, es importante tener en cuenta que, si la aparición de ataques de angustia se
vuelve frecuente, no se debe dudar en buscar ayuda profesional, ya sea del cesfam más
cercano si los síntomas físicos son muy intensos, un psicólogo clínico experto en el área
o ya sea un psiquiatra infantil. Nunca se debe temer buscar ayuda, no se deben de
minimizar los síntomas que presente el niño, la búsqueda de ayuda oportuna es la más
efectiva.