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POESÍA DE LA GUERRA CIVIL
JOSÉ ANTONIO
Madrid, corazón de España,
[…]
que es de tierra, dentro tiene,
Para hacer que la victoria
si se le escarba, un gran hoyo,
sea de todos.
profundo, grande, imponente,
¡Acuérdate de nosotros!
como un barranco que aguarda...
Sólo en él cabe la muerte.
Para llevar a los débiles
sobre el hombro. Rafael Alberti
¡Acuérdate de nosotros!
EL SOLDADO (fragmento)
[…]
Soldado, ¿sabes por qué luchas?
Para que amemos a España
Por la tierra que tú labraste;
sobre todo
y la fábrica en que trabajaste;
¡Acuérdate de nosotros!
por el pan que te regatearon;
y la instrucción que te negaron;
¡Y para ser en la Patria
por una vida mejor para los tuyos
la exactitud y el decoro,
y para ti mismo, ¡Quién sabe!;
para buscar el milagro
porque los hombres cuando nazcan
con los ojos!
tengan un mundo propio, como el ave,
como la estrella y el gusano;
¡Para salvar la esperanza!
por la luz y por la verdad.
José Antonio:
camarada soldado, luchas
¡Acuérdate de nosotros!
por la justicia y por la libertad.
Luis Rosales
Pedro Garfias
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POESÍA DE LA DERROTA: MIGUEL HERNÁNDEZ
La cebolla es escarcha
Pintada, no vacía:
cerrada y pobre.
pintada está mi casa
Escarcha de tus días
del color de las grandes
y de mis noches.
pasiones y desgracias.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
Regresará del llanto
grande y redonda.
adonde fue llevada
con su desierta mesa
En la cuna del hambre
con su ruidosa cama.
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
Florecerán los besos
se amamantaba.
sobre las almohadas.
Pero tu sangre,
Y en torno de los cuerpos
escarchaba de azúcar,
elevará la sábana
cebolla y hambre.
su intensa enredadera
[…]
nocturna, perfumada.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
El odio se amortigua
Soledades me quita,
detrás de la ventana.
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
Será la garra suave.
corazón que en tus labios
relampaguea.
Dejadme la esperanza.
[…]
Desperté de ser niño:
Del libro El hombre acecha
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
[…]
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.
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AÑOS 40: POESÍA ARRAIGADA
LA PARTIDA
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PORQUE TODO ES IGUAL Y TÚ LO SABES,
has llegado a tu casa y has cerrado la puerta
con aquel mismo gesto con que se tira un día,
con que se quita la hoja atrasada al calendario
cuando todo es igual y tú lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y, al entrar,
has sentido la extrañeza de tus pasos
que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
y encendiste la luz, para volver a comprobar
que todas las cosas están exactamente colocadas, como estarán dentro de un año,
y después,
te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
y te has sentido solo,
humanamente solo,
definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes.
Al día siguiente,
-hoy-
al llegar a mi casa -Altamirano, 34- era de noche,
y quién te cuida, ¿dime?; no llovía;
el cielo estaba limpio;
-«Buenas noches, don Luis» -dice el sereno,
y al mirar hacia arriba,
vi iluminadas, obradoras, radiantes, estelares,
las ventanas,
Gracias, Señor, la casa está encendida
-sí, todas las ventanas-,
Gracias, Señor, la casa está encendida.
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AÑOS 40: POESÍA DESARRAIGADA
INSOMNIO
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche
de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?
NO BASTA
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El indiferente
Ahora seremos felices,
cuando nada hay que esperar.
Que caigan las hojas secas,
que nazcan las flores blancas,
¡qué más da!
HOMBRE
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.
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AÑOS 50: POESÍA SOCIAL
EN LA PLAZA
[…]
No es bueno
quedarse en la orilla
como el malecón o como el molusco que quiere calcáreamente imitar a la roca.
Sino que es puro y sereno arrasarse en la dicha
de fluir y perderse,
encontrándose en el movimiento con que el gran corazón de los hombres palpita
extendido.
[…]
Baja, baja despacio y búscate entre los otros.
Allí están todos, y tú entre ellos.
Oh, desnúdate y fúndete, y reconócete.
Entra despacio, como el bañista que, temeroso, con mucho amor y recelo al agua,
introduce primero sus pies en la espuma,
y siente el agua subirle, y ya se atreve, y casi ya se decide.
Y ahora con el agua en la cintura todavía no se confía.
Pero él extiende sus brazos, abre al fin sus dos brazos y se entrega completo.
[…]
Así, entra con pies desnudos. Entra en el hervor, en la plaza.
Entra en el torrente que te reclama y allí sé tú mismo.
¡Oh pequeño corazón diminuto, corazón que quiere latir
para ser él también el unánime corazón que le alcanza!
CANTO A ESPAÑA
Oh España, qué vieja y qué seca te veo.
Aún brilla tu entraña como una moneda de plata cubierta de polvo.
Clavel encendido de sueños de fuego.
He visto brillar tus estrellas, quebrarse tu luna en las aguas,
andar a tus hombres descalzos, hiriendo sus pies con tus piedras ardientes.
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Defensa de la poesía social – Gabriel Celaya
"La poesía no es un fin en sí. La poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el
mundo. […] Nada de lo que es humano debe quedar fuera de nuestra obra. En el poema debe
haber barro, ideas, calor animal. Y debe haber retórica, descripciones y argumentos, y hasta
política […] La Poesía no es neutral. Ningún hombre puede ser hoy neutral. Y un poeta es por de
pronto un hombre."
AVISO
La ciudad es de goma lisa y negra,
pero con boquetes de olor a vaquería,
y almacenes de grano, y a madera mojada,
y a guarnicionería, y a achicoria, y a esparto.
Hay chirridos que muerden, hay ruidos inhumanos,
hay bruscos bocinazos que deshinchan
mi absurdo corazón hipertrofiado.
Yo me alquilo por horas; río y lloro con todos -
pero escribiría un poema perfecto
si no fuera indecente hacerlo en estos tiempos. Gabriel Celaya
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A LA INMENSA MAYORÍA EN CASTELLANO
Así es, así fue. Salió una noche Él ha muerto hace tiempo, antes de ayer. Ya hiede.
echando espuma por los ojos, ebrio Aquí tenéis mi voz zarpando hacia el futuro.
de amor, huyendo sin saber adónde: Adelantando el paso a través de las ruinas,
a donde el aire no apestase a muerto. hermosa como un viaje alrededor del mundo.
[…]
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces Mucho he sufrido: en este tiempo, todos
en vuelo horizontal cruzan el cielo; hemos sufrido mucho.
horribles peces de metal recorren Yo levanto una copa de alegría en las manos,
las espaldas del mar, de puerto a puerto. en pie contra el crepúsculo.
Yo doy todos mis versos por un hombre Borradlo. Labraremos la paz, la paz, la paz,
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso, a fuerza de caricias, a puñetazos puros.
mi última voluntad. Bilbao, a once Aquí os dejo mi voz escrita en castellano.
de abril, cincuenta y uno. España, no te olvides que hemos sufrido juntos.
FIDELIDAD
Creo en el hombre. He visto
espaldas astilladas a trallazos,
almas cegadas avanzando a brincos
(españas a caballo
del dolor y del hambre). Y he creído.
Blas de Otero
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AÑOS 60: POESÍA DEL CONOCIMIENTO
PRIMERA EVOCACIÓN
Recuerdo
bien
a mi madre.
Tenía miedo del viento.
Era pequeña
de estatura,
la asustaban los truenos,
y las guerras
siempre estaba temiéndolas
de lejos,
desde antes,
de la última ruptura
del tratado suscrito
por todos los ministros de asuntos exteriores.
[…]
Llegó también la guerra un mal verano.
Llegó después la paz, tras un invierno todavía peor. Esa vez, sin embargo,
no devolvió lo arrebatado el viento,
ni la lluvia
pudo borrar las huellas de la sangre.
Perdido para siempre lo perdido,
atrás quedó definitivamente
muerto lo que fue muerto.
cuando el viento
se adueña de las calles de la noche,
y golpea las puertas, y huye, y deja un rastro de cristales y de ramas
rotas, que al alba
la ciudad muestra desolada y lívida;
cuando el rayo
hiende el aire, y crepita,
y cae en tierra,
trazando surcos de carbón y fuego,
erizando los lomos de los gatos
y trastocando el norte de las brújulas;
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CIUDAD CERO TIEMPO DE GUERRA
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CONFESIONES CONTRA JAIME GIL DE BIEDMA
[…] De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
Mi familia dejar atrás un sótano más negro
era bastante rica y yo estudiante. que mi reputación —y ya es decir—,
poner visillos blancos
Mi infancia eran recuerdos de una casa y tomar criada,
con escuela y despensa y llave en el ropero, renunciar a la vida de bohemio,
de cuando las familias si vienes luego tú, pelmazo,
acomodadas, embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
como su nombre indica, zángano de colemena, inútil, cacaseno,
veraneaban infinitamente con tus manos lavadas,
en Villa Estefanía o en La Torre a comer en mi plato y a ensuciar la casa?
del Mirador
[…] Te acompañan las barras de los bares
Yo nací (perdonadme) últimos de la noche, los chulos, las floristas,
en la edad de la pérgola y el tenis. las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
La vida, sin embargo, tenía extraños límites cuando llegas, borracho,
y lo que es más extraño: una cierta tendencia y te paras a verte en el espejo
retráctil. la cara destruida,
con ojos todavía violentos
Se contaban historias penosas, que no quieres cerrar. Y si te increpo,
inexplicables sucedidos te ríes, me recuerdas el pasado
dónde no se sabía, caras tristes, y dices que envejezco.
sótanos fríos como templos.
Algo sordo Podría recordarte que ya no tienes gracia.
perduraba a lo lejos Que tu estilo casual y que tu desenfado
y era posible, lo decían en casa, resultan truculentos
quedarse ciego de un escalofrío. cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
De mi pequeño reino afortunado sonrisa de muchacho soñoliento
me quedó esta costumbre de calor —seguro de gustar— es un resto penoso,
y una imposible propensión al mito. un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
NO VOLVERÉ A SER JOVEN de verdadero huérfano, y me lloras
Que la vida iba en serio y me prometes ya no hacerlo.
uno lo empieza a comprender más tarde […]
-como todos los jóvenes, yo vine A duras penas te llevaré a la cama,
a llevarme la vida por delante. como quien va al infierno
para dormir contigo.
Dejar huella quería Muriendo a cada paso de impotencia,
y marcharme entre aplausos tropezando con muebles
-envejecer, morir, eran tan solo a tientas, cruzaremos el piso
las dimensiones del teatro. torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Pero ha pasado el tiempo Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la verdad desagradable asoma: y la más innoble
envejecer, morir, que es amarse a sí mismo!
es el único argumento de la obra.
Poemas póstumos (1968), de Jaime Gil de
Biedma
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TAREA
1. De esta antología escoge tres poemas, uno de cada década (años 40, 50 y 60) y
realiza las siguientes actividades:
a. Identifique las ideas del texto y exponga esquemáticamente su
organización.
b. Explique la intención comunicativa del autor, y comente dos mecanismos
de cohesión distintos que refuercen la coherencia textual.
2. Responde a las siguientes cuestiones:
a. Selecciona el poema de esta antología que más te haya gustado y explica
por qué. Tu respuesta debe ocupar al menos 80 palabras.
b. Escribe un texto argumentativo de entre 150-200 palabras que responda
a esta cuestión: ¿La poesía es útil?
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