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Capítulo l.

El "giro afectivo'~ Emociones, subjetividad


y política•

En los últimos años, el "giro afectivo" (the affect turn) parece haber
ganado terreno en la reflexión de las ciencias sociales y humanida-
des -en particular en el mundo anglosajón- en sintonía con ciertos
cambios significativos de las sociedades contemporáneas, que se
manifiestan tanto en la vida cotidiana, los comportamientos y los
hábitos, como en relación con la política. "Vivimos en una socie-
dad afectiva" -dicen algunos- una condición que se despliega en
cantidad de registros donde los medios tienen indudable primacía:
talk shows, realities, expansión de lo auto/biográfico y lo subjetivo,
culto a la intimidad, exaltación confesional en las redes sociales,
hibridación de géneros, voyeurismo y emociones vicarias en la TV,
justicia restaurativa -y juicios mediáticos-, branding publicitario,
inteligencia emocional, carisma y liderazgo como valores priorita-
rios, en definitiva, una esfera pública emocional -con la distinción
normativa entre emociones tóxicas y saludables- que ha permeado
con gran éxito la política, al punto tal que, con una nota de humor,
alguien decía que la "emocionología" parece haber tomado el lugar
de la ideología. Un estado de cosas en el cual vuelve a plantearse
una vieja pregunta con nuevos matices: si este giro emocional su-
pone un capitalismo más humano, de mayor sensibilidad o se tra-
ta, una vez más, del apogeo del individualismo y de la cultura del
hedonismo. Vieja pregunta porque ya hacia fines de los '70 Richard

1
Este ensayo fue publicado en la Sección Debate del dossier Emociones en la
nueva esfera pública, Revista deSignis N° 24, Editorial UNR, ISSN 1578-4223,
Setiembre, 2016, pp. 245-53.

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Sennett, en su clásico El declive del hombre público (1978), analiza- impresiones de viaje, recuerdos de infancia, esbozos de relatos,
ba el creciente privilegio del yo, la personalidad y el carisma como apuntes de clase, agendas-, todo lo que pudo haber tenido contac-
una irremediable caída en el narcisismo, en desmedro de la cultura to con la mano del autor antes de la computadora. Así, en la con-
pública y las identificaciones compartidas. frontación de los diversos corpus, se fue delineando una perspec-
En los '80, tras el fracaso de las utopías revolucionarias, se acen- tiva transdisciplinaria donde el análisis del discurso, la semiótica,
túa esa tendencia a la subjetivación, tanto en los "pequeños rela- la teoría literaria y la crítica cultural se articularon con enfoques
tos" que traía al ruedo la posmodernidad como en la exaltación del filosóficos, sociológicos, psicoanalíticos, en una verdadera "conju-
"cuidado de sí" que se apreciaba en cantidad de publicaciones liga- ra" estética, ética y también política. Desde esa óptica decidí abor-
das al new age, y también en la personalización de la política, que dar el análisis de esa proliferación narrativa difícil de acotar, esas
parecía doblar la apuesta del Nuevo Periodismo de los '60 y su c~á­ "subjetividades en lugar de sujetos': según rezaba el célebre motto,
sico "Cómo se vende un presidente" para instaurar -o produCir- en clara alusión al ocaso de los grandes sujetos colectivos. Postulé
en la pantalla el cuerpo del presidente, tal como Eliseo Verón (2001) así el concepto de espacio biográfico para dar cuenta de esa convi-
lo advirtió, con su aguda mirada semiótica, al analizar la campaña vencia aparentemente sin conflictos de expresiones multifacéticas,
electoral francesa de 1981 y la radical transformación de la imagen no comparables a escala valorativa, pero que sin embargo tenían
de Mitterrand, que pasó de una cierta modestia provinciana a en- rasgos en común. Un espacio que iba más allá de los géneros dis-
carnar el ideal francés bajo el imperio de la mediatización. cursivos -o que los contenía sin taxonomías jerárquicas ni límites
prefijados- y cuya definición, en sintonía con la de Doreen Massey
(2005) era la de una espacio/temporalidad, donde podía trazarse
El espacio biográfico una línea histórica desde los albores del sujeto moderno, cuyo an-
En ese contexto, ya hacia fines de los '80, empecé a pensar que la claje mítico son las Confesiones de Rousseau, hasta las incontables
insistencia y la simultaneidad de estas expresiones definían un cier- variantes contemporáneas, en una trama sin fin de interacciones e
to aire de época. Me propuse entonces una investigación que llevó interrelaciones. (Arfuch, 2002).
su tiempo, ya que afloraban en el horizonte innúmeras narrativas Pero mi propósito iba más allá de lo descriptivo para tratar de
con "parecidos de familia'', desde el auge creciente de los géneros entender fenómenos que se iban produciendo en nuestras socieda-
canónicos -memorias, autobiografías, biografías, diarios íntimos, des: la indistinción entre espacios públicos y privados y el replie-
correspondencias- a sus diversas hibridaciones en los medios -talk gue en lo privado; la afirmación ontológica de la diferencia a través
shows, reality shows, docudrama- y también en la literatura, el cine de la multiplicación de las identidades -y el consecuente replanteo
y las artes visuales, donde el "documental subjetivo" y la au~ofic­ teórico de las mismas, en el sentido de un antiesencialismo-; el
ción dejaban una notoria impronta. Se sumaba a estas expresiOnes afianzamiento del neoliberalismo y por ende, del individualismo
el famoso "retorno del sujeto" en las ciencias sociales, que atenua- a ultranza, la competitividad feroz y el emprendedor de su propio
ban su pulsión cuantitativa para dar primacía a la voz y al relato vi- destino como modelo social o asocial -no por azar se daba el re-
vencial de la experiencia, junto con el auge de la historia oral y un sonante éxito de Gran Hermano-; cierto aflojamiento de las cos-
súbito interés en reconocidos académicos por escribir autobiogra- tumbres y una liberalización de la palabra, sobre todo respecto de
fías más o menos intelectuales. Estaba también el afán por hacer la sexualidad y las emociones -aunque siempre bajo la égida del
públicos los archivos personales -borradores, cuadernos de notas, autocontrol, caro a Norbert Elías (1991)- y un desdibujamiento
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ideológico y programático en la política en aras del carisma y la parece ponerse afuera -en Facebook, por ejemplo. De ahí la idea
personalidad -o el personalismo-, como ya había sido percibido de dilema: una disyuntiva sin apropiada solución.
ácidamente por Habermas ( 1981 ).
El "espacio biográfico" operó entonces no como una mera acu-
mulación fortuita de géneros discursivos sino como una trama El giro afectivo
simbólica, epocal, un horizonte de inteligibilidad para el análisis Desde esta perspectiva, atenta siempre a la relación entre afecto
de la subjetividad contemporánea. No lo nominé entonces como y lazo social, no me resulta del todo novedoso el "giro afectivo" y
un "giro" -pese a estar cerca, por mi formación, del "giro lingüís- la creciente atención a las emociones como fuente privilegiada de
tico"- aunque volviendo sobre páginas dormidas hace mucho, en- verdad sobre el sujeto, encuentro más bien una acentuación de ten-
contré varias veces la expresión, tanto en un plano conceptual-"no dencias ya existentes y otras, con diversos fundamentos, que ad-
se trata solamente de un giro formal, ligado al despliegue de la co- quieren mayor actualidad. Según algunos autores este "giro" ven-
municación"- como de sus efectos de sentido: "las implicancias de dría como reacción al "giro textual", a la primacía de lo discursivo
este giro, de esta vuelta obsesiva sobre la minucia de la subjetivi- en olvido del cuerpo y de las emociones, quizá por influencia del
dad, son considerables" (Arfuch, 2002: 247). Más tarde, algunos psicoanálisis y el post-estructuralismo. Una contraposición entre
colegas hablaron del "giro subjetivo" refiriéndose al auge del testi- lo textual y lo afectivo que sólo podría darse en una concepción
monio sobre nuestro pasado reciente (Sarlo, 2005) y aún, del "giro del lenguaje como código: no en la de Benveniste y su clásico "De
autobiográfico" en la literatura (Giordano, 2008), que ganaba cada la subjetividad en el lenguaje" (1983) o en el dialogismo de Bajtín
vez más terreno a la ficción. ( 1982) y su énfasis en la intersubjetividad y la responsabilidad ética
Pese a ser crítica, mi lectura no fue pesimista. Entendía que por el Otro, y tampoco en la de Wittgenstein ( 1988) y su definición
esa transformación era en cierto modo positiva -pluralidad de las del lenguaje como forma de vida, en su plena dimensión gestual,
voces, emergencia de nuevas identidades y movimientos sociales; corporal, visual, material. Es que el lenguaje no sólo expresa las
asunción orgullosa de la diferencia, como en el caso de las comuni- emociones -sin desmedro de los "cuerpos que importan': recor-
dades LGBT, los feminismos y las minorías- en el sentido deleuzia- dando a Butler (2010) y por cierto nunca del todo- sino que conlle-
no, en su diversidad étnica, religiosa, cultural, lingüística; intento va él mismo "pasiones impersonales" como da fe Denise Riley, en
de proximidad ante el alejamiento que producen las tecnologías; su libro Impersonal passion (2005), que lleva un subtítulo más que
necesidad de autoafirmación; búsqueda de una singularidad que sugerente: Language as affect, [Lenguaje como afecto].
escape a la ley del número ante la creciente uniformidad de las vi- Un rasgo común a varias de las perspectivas que se incluyen en
das -una visión quizá anticipatoria de las redes sociales-; aprecio este "giro" desde las ciencias sociales y humanidades es la influen-
de la heterogeneidad y desvanecimiento de las fronteras canónicas cia de las neurociencias, que, como sabemos, va mucho más allá
en las artes y en las disciplinas; ampliación de los consumos cul- del mundo académico para producir best sellers e invadir escena-
turales en la conectividad global y nuevas formas de universalis- ríos y pantallas de la mano de nuevos gurúes que nos prometen
mo. Y al mismo tiempo, todo lo expresado anteriormente: la acen- descorrer el velo de nuestros cerebros para aumentar nuestras ca-
tuación del individualismo y el afán del consumo, la meritocracia, pacidades y dominar nuestras emociones. Pero yendo a lo acadé-
el desdibujamiento de las utopías colectivas y una aceleración sin mico, no es tarea fácil intentar definir teóricamente tendencias que
pausa de la vida que no da tiempo a la introspección y donde todo ofrecen sutiles diferencias según cada autor o en las cuales podrían
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ser incluidos quienes no declaran esa pertenencia. En líneas ge- del control de la mente: una potencialidad que elude forma, cono-
nerales diríamos que, bajo el influjo de la neurobiología, el afecto cimiento y significado.
aparece como previo a intenciones, razones, significados y creen- Para Ruth Leys (2013), desde una postura crítica en el campo de
cias. El afecto como común a lo humano y lo no humano -otros las humanidades, esta consideración del proceso afectivo en total
animales- pre-subjetivo, visceral, corpóreo: fuerzas e intensidades desconocimiento del objeto que lo causa supone una desconexión
que influyen en nuestros pensamientos y juicios pero separados de entre ideología y afecto, una de cuyas consecuencias es la relativa
ellos. Afecto como diferente de la cognición -que sólo sobreven- indiferencia ante el rol de las ideas y creencias en la política, la cul-
dría después, en un escaso margen temporal- y que se expresa por tura y el arte, en favor de un "involucramiento ontológico" con las
ejemplo, según el clásico paradigma de Tomkins-Ekman, en 6 o reacciones corporales afectivas de la gente. Para la autora se trata
9 afectos básicos y biológicos: interés-excitación; disfrute-alegría; de una nueva división entre sujeto y objeto, mente y cuerpo, como
sorpresa -susto; disgusto- angustia; indignación-ira; miedo-terror; terreno de lo subliminal, visceral, natural, fisiológico -¿un nuevo
vergüenza-humillación; repugnancia-repulsión, pares donde el se- determinismo?- donde la conciencia llegaría en un "half-second
gundo término evoca el grado mayor de intensidad. Afectos que, delay". Afectos inherentes, orgánicos, que -podríamos aventurar-,
a diferencia de la pulsión freudiana, no estarían conectados con o bien difuminan la diferencia entre los sujetos, contrariando la
objetos del mundo -aquí cabría preguntarse si el segundo término idea acendrada de que nuestras reacciones o emociones son aque-
del paradigma está o no relacionado a un objeto- y que tienen ex- llo que nos caracteriza, o bien marcan nuestra "diferencia" por la
presión en los rasgos faciales. peculiar constitución biológica, que puede hacernos melancólicos
Un paradigma biológico, anti-intencional, que ha suscitado u optimistas o más o menos sensibles a determinados estímulos.
múltiples objeciones teóricas y empíricas aún en el mismo cam- Una perspectiva más amable en el terreno de la neurobiolo-
po científico, pero que por inciertas razones aparece ahora como gía es la de Antonio Damasio, quien incorpora de base el para-
mainstream, susceptible de ser considerado, en una lectura crítica digma de Tomkins-Ekman pero hace su propia clasificación, en
desde nuestros saberes, como otra variante del esencialismo. Brian unos diagramas arbóreos que distinguen los varios niveles de la
Massumi (2015), por ejemplo, asume la caracterización anti-in- constitución biológica, desde las respuestas inmunes y los instin-
tencional de Tomkins-Ekman pero define el afecto como fuerzas tos/apetitos, a las emociones, que son corporales y públicas -tie-
e intensidades, en la línea filosófica de Spinoza, Deleuze y Bergson nen expresión facial y corporal-, y ubica en el nivel superior los
entre otros, privilegiando el cuerpo como lugar de efectuación de sentimientos, que son privados, ocultos y tienen relación con la
esa potencia, la cualidad de afectar y ser afectado. En su óptica, los mente. Lo que me interesó en particular en este autor es su rela-
sentimientos son personales, biográficos, las emociones son socia- ción con Spinoza, que busqué, valga la redundancia, en su libro En
les, y los afectos son pre-personales, no conscientes, suponen una busca de Spinoza (2005). Según afirma siguiendo al filósofo, mente
experiencia de la intensidad que no puede realizarse plenamente y cuerpo son atributos paralelos de la misma sustancia y es la cien-
en el lenguaje. En estas y otras perspectivas derivadas de las neu- cia la que los separa para su estudio -cabría preguntarse si esto es
rociencias anti-cognitivistas y anti-intencionales -porque no to- posible-. Habría entonces emociones de fondo -energía, entusias-
das consideran que mente y afectos o emociones actúen separa- mo, excitación-, emociones primarias o básicas -miedo, ira, sor-
damente- acciones y comportamientos están determinados por presa, alegría, tristeza, felicidad- y emociones sociales -simpatía
disposiciones afectivas que son independientes de la conciencia y turbación, vergüenza, culpa, orgullo, celos, envidia, admiración,
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etcétera-. Los sentimientos serían la percepción mental de una así un· comportamiento ético cimentado en producir el bien y no
idea del cuerpo y de pensamientos con determinados temas, en causar daño a otros. Difícil de pensarlo en nuestros días pero váli-
relación a un objeto real en el origen, o sea el cuerpo, sin relación do quizá como horizonte utópico.
todavía con la conciencia. Ambos, emociones y sentimientos están
implicados en la regulación homeostática de la vida y la supervi-
vencia, en vecindad del conatus spinoziano. Hay aquí una relación Emociones, ética y política
ambigua respecto del objeto: por un lado se expresa una cercanía En esta senda, ¿qué interrogantes éticos, estéticos y políticos se
con Freud -afinidades y aborrecimientos de origen inconsciente, abren ante un mundo convulsionado, donde las emociones y las
que se desencadenan sin que el estímulo sea visible (en el depor- expresiones emocionales en la esfera pública alcanzan grados de
te, la política, el trabajo)-, por el otro se insiste en las emociones máxima intensidad y negatividad?
como respuestas químicas de alta complejidad que forman un pa- La reflexión de dos autoras, que siguen otros rumbos del lla-
trón sin objeto preciso, pero hay también repertorios de acción mado "giro afectivo", me parecen muy interesantes para el tema: la
aprendidos en la experiencia de la vida y los objetos pueden ser inglesa Sarah Ahmed y la norteamericana Lauren Berlant. La pri-
varios, algunos asociados a esa experiencia. Parecería que el autor, mera, en su libro The cultural politics of emotion (2004) [La políti-
sin abandonar su "biología de las emociones" no quiere renunciar ca cultural de las emociones] se propone explorar cómo trabajan
a la doble influencia filosófica y psicoanalítica -como otros se han las emociones para moldear la "superficie" de cuerpos individuales
deslindado explícitamente de esta última-, y así pone resguardos y colectivos, para lo cual recurre a la teoría sociológica, en espe-
sobre lo aún no explorado, reconoce que en las ramas superiores cial Durkheim, al marxismo y al psicoanálisis. En su perspectiva,
de su árbol podemos esforzarnos intencionadamente por contro- las emociones no son estados psicológicos sino prácticas sociales y
lar nuestras emociones, al menos en cierta medida, poner frenos, culturales, no suponen una autoexpresión que se vuelca hacia afue-
decir "no': y alerta sobre el riesgo de trivializar al individuo y pre- ra (in/out) sino más bien se asumen desde el cuerpo social (outsi-
tender explicar experiencias propias y únicas de la persona. Avan- de/in), en tanto son las que brindan cohesión al mismo. Esenciales
zando en su razonamiento alude a una memoria emocional, tam- para el aparato psíquico y social, ligadas a objetos no siempre cons-
bién desencadenante, afirma que no podemos sentir si no somos cientes, son inseparables de las sensaciones corporales y suponen
conscientes y plantea la articulación entre emociones, sentimien- tanto ligazón como movimiento, un aspecto importante en térmi-
tos y memoria personal que nos permite construir una autobiogra- nos de estructura social. Más que interrogarse sobre "qué son" las
fía compleja, así como una conciencia extendida, conciencia que emociones la pregunta es "qué hacen" y el terreno para el análisis
supone una mente con un yo. "Con ayuda de una memoria auto- es, en este caso, las figuras del habla o del discurso que condensan
biográfica la conciencia nos proporciona un yo enriquecido por la la emocionalidad de los textos. Nombrar las emociones tiene por
propia experiencia individual" (Ibíd.: 250). Llegamos aquí, afortu- cierto un poder diferenciador y performativo: el sentimiento/afec-
nadamente, a un territorio afín y a una respuesta en relación con la to puede existir antes de su expresión pero deviene real como efec-
ética: siguiendo a Spinoza el autor rescata la idea de que el primer to y puede dar forma y orientar diferentes tipos de acción. La auto-
fundamento de la virtud es conservar el yo individual, y la felici- ra está en verdad preocupada por el discurso público y sus alcances
dad reside justamente en esa capacidad humana de conservarlo, éticos y políticos, y por el modo en que cierta metaforicidad en
liberándose de la tiranía de las emociones negativas, propiciando los mismos puede entrañar serias consecuencias -el "Britain soft
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touch", por ejemplo, la "soft-nation"- expresión usada en la retórica afectiva de apego que la gente establece, pese a la inadecuación a
del Frente Nacional, refiere a la nación como un cuerpo blando que sus fantasías, para sobrevivir en un permanente estado de crisis.
puede ser fácilmente "penetrado" por inmigrantes ilegales, imagen Se juega aquí, en el plano político, una pedagogía de las emocio-
que refuerza posturas discriminatorias y racistas. Casos que mues- nes, donde la compasión -por ejemplo- aparece como uno de los
tran justamente la naturaleza pública de las emociones o la natu- recursos del conservadurismo: la compasión ante injusticias y vio-
raleza emotiva de lo público, en sus palabras, y donde la atención lencias del mundo, que exime de una participación verdadera y
estará puesta más que en el objeto, contingente, en las relaciones y reactiva. Aunque, podríamos agregar, esta emoción esté mediada,
el apego que generan. En esta perspectiva Ahmed analiza, a través según se trate de vidas que merecen "ser lloradas" -al decir de Ju-
de diversos tipos de discurso -políticos, mediáticos, de las redes dith Butler (2007)- o pertenezcan al distante universo de los que
sociales- los efectos sociales que generan diversas emociones en el "no son como nosotros':
discurso público: la pena, el odio el miedo, el disgusto, la vergüen-
za, el amor, e indaga también en los afectos queer y feministas.
Por su parte Lauren Berlant, desde los estudios culturales, el Epílogo
psicoanálisis, la teoría queer y el feminismo, tiene una obra muy Por cierto, el "giro afectivo" y en general, el campo de estudio de las
significativa en torno de las subjetividades, las fantasías, las emo- emociones excede en mucho este sintético recorrido, habida cuen-
ciones y su impacto en la configuración de lo social y lo político. ta de que compromete múltiples disciplinas y enfoques, desde los
Un aporte pionero fue Intimacy, un emblemático dossier de la re- cientificistas a los ensayísticos y literarios. Pero lo que me interesa
vista Critica[ Inquiry (1998), donde planteaba el concepto de "inti- aquí en particular es poner en contrapunto estas dos posiciones,
midad pública" para dar cuenta de los fenómenos que se iban pro- por un lado las "anti-intencionales" o "pre-discursivas", por el otro
duciendo en el horizonte mediático y cultural con la evanescencia las que articulan lo corporal, lo discursivo y lo social, para analizar
de los límites entre público y privado, que fue de gran inspiración tanto sus implicancias teóricas en cuanto al abordaje de fenóme-
para mi trabajo sobre lo biográfico. Entre su variada obra posterior nos contemporáneos, como sus consecuencias políticas, dado que
destaca Cruel optimism (2011), un libro y un concepto que expre- se trata de una problemática que va más allá de la vida académica
sa cabalmente la encrucijada en la que se encuentra la afectividad para alcanzar el amplio territorio de la vida, a secas.
en el contexto actual. En él la autora analiza la crisis del neolibera- En primer lugar cuestionaría la pertinencia, para las ciencias
lismo, sobre todo en Europa y los Estados Unidos y el fracaso de sociales, de la separación entre lo emocional y lo cognitivo o in-
las fantasías de movilidad social asociadas al estado liberal. El oxí- tencional, por más que haya ese "half-second" delay en la dinámi-
moron intenta dar cuenta de la dinámica relacional en la cual los ca cerebral, preguntándome si en verdad podemos pensar que las
individuos crean ciertos lazos, en términos de un cúmulo de pro- reacciones emocionales sean meramente corporales, sin investi-
mesas hacia objetos de deseo que sostienen la fantasía de una bue- dura significante, o a -significante. En segundo lugar diría que no
na vida aunque esas ataduras sean en verdad una amenaza para el hay oposición entre discurso y afecto o emociones, en tanto el len-
florecimiento personal y la realización de esas promesas. Y no son guaje es también el lugar del afecto aunque por cierto no exclu-
los objetos en sí mismos los "crueles" sino las relaciones -de doble yente. Y si no, volvamos a Barthes y sus Fragmentos del discurso
restricción- que suelen establecerse con ellos. Tampoco el "opti- amoroso (2000): por qué los amantes -también lo decía Wittgens-
mismo" se refiere a la emoción en sí misma sino a la estructura tein- necesitan todo el tiempo reafirmar lo que sienten -y cuánto
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lo sienten-. Si bien en algunas posturas antidiscursivas hay un re-
interpela en realidad desde el "nuevo espíritu del capitalismo" -se-
chazo al discurso racionalista de la modernidad, y quizá al tipo de
gún Boltanski y Chiapello (2002)-; con las que nos agobian con el
modelo habermasiano de la "competencia comunicativa" que ex-
martilleo mediático de la "inseguridad" haciendo del miedo y la
cluye otras dimensiones del sujeto, también hay quienes, desde la
amenaza el pan de cada día -apenas uno de los rostros del biopo-
reivindicación de la afectividad, plantean un retorno a "los crudos
der-; con las que pretenden suplantar la argumentación y abolir la
hechos" desde un materialismo rasante, contrapuesto al supues-
ideología en pro de las buenas intenciones y las promesas de feli-
to "idealismo" de los enfoques discursivos, giro al que Yannis Sta-
ciclad; con las que nos mueven a la compasión y a la pena ante las
vrakakis (2014), con un poco de ironía, llama "la venganza de lo
imágenes desgarradoras de la desposesión de los que ya no tienen
real", jugando también con lo reallacaniano. En estas lides se cue-
ni patria ni hogar; y las que nos paralizan ante esa violencia incon-
lan también posiciones antagónicas de la filosofía y la teoría políti-
cebible que las pantallas traen a casa con la asiduidad de una rutina
ca, que contraponen la afectividad, y las fuerzas e intensidades de
y que ponen en suspenso la idea misma de civilización.
inspiración spinoziana y deleuziana, a la teoría de la hegemonía
-según Laclau/Mouffe (2005)- ya sea en términos de alternancia
o recambio -la "multitud" según Negri-Hardt (2004)- o de finitud
-la "post-hegemonía" según Scott Lash (2007) o Jon Beasley-Mu-
rray (2010)-. Este me parece uno de los terrenos más interesantes
para la discusión, en tanto remite a acontecimientos en la escena
internacional -Ocuppy Wall Street, en los Estados Unidos, los In-
dignados en España, los movimientos griegos que luego se articu-
laron en Syriza- donde los cuerpos agrupados por la afectividad en
el espacio público tienen una alternativa posible -y en la teoría de
la hegemonía, deseable- en la articulación horizontal de deman-
das diferenciales en un nivel superior, vertical, y propiamente po-
lítico para disputar la hegemonía desde adentro de las instituciones
en lugar de postular el éxodo de las mismas. (Mouffe, 2014). Una
postura que no niega por cierto la importancia de las pasiones en
la política.
Pero si en la perspectiva de la performatividad el lenguaje hace
cosas y no meramente refleja los estados del mundo -o, dicho de
otro modo, no hay "hechos" por fuera de la dimensión simbóli-
ca-, si consideramos que discurso y afecto no son excluyentes sino
ca-constitutivos, podríamos preguntarnos qué hacen las emo-
ciones ante este estado del mundo. Y qué hacemos nosotros con
ellas. Con las que llevan al "cruel optimismo" de pretender superar
nuestras capacidades para lograr una "buena vida" que quizá nos
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Capítulo 111. Narrativas de la memoria:
la voz, la escritura, la mirada 1

La voz, la escritura, la mirada, el recuerdo súbito o la introspec-


ción, lo que emerge de pronto para ser olvidado, lo que queda la-
tente para un no decir... en ese devenir incierto se despliegan las
narrativas de la memoria, que, como la biografía, evocan -y re-
quieren-la figura sensible de la delicadeza. 2
Una primera distinción se impone entre plural y singular: "na-
>t
rrativas': que alude a todo lo que puede narrarse, ya sea literatura,
historia, crónica periodística, estados de mundo y del alma, y na-
rrativa en singular, como perspectiva teórico-metodológica -que
algunos llamarían epistemológica- relevante para la investigación
social y también para los estudios literarios. Este es el terreno que
invito a transitar, en la certeza de que la teoría, el pensamiento
crítico -y también la poesía- son una ayuda invalorable ante la
flaqueza del andar, incluso allí donde parece que todo está per-
dido. Una perspectiva que permite por cierto abordar las narra-
tivas, cualquiera sea su género o su especie y sobre todo aquellas
atravesadas por la experiencia traumática de guerras, violencias,
dictaduras.

1
Este texto, en una versión más breve, fue la conferencia inaugural del Semi-
nario Internacional Narrativas de la Memoria, que tuvo lugar en la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Chile el28 de setiembre de 2016.
2
Una vez más, la figura barthesiana "ronda'' e inspira este recorrido: la mi-
nucia, la consideración, la cortesía y hasta la levedad. En Fragmentos de un
discurso amoroso, por ejemplo, evoca a Platón, que habla de la delicadeza de
Até, la diosa del extravío, cuyo pie es alado y apenas toca el piso. (Barthes,
1993).

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La narrativa imprime un giro peculiar a la reflexión, atenuando la fantasía de
Podríamos comenzar diciendo que la investigación desde la narra- aprehensión del hecho "puro" o el afán de alcanzar la plenitud del
tiva requiere ante todo de una posición de escucha atenta: no sólo sentido. Cuando creemos hablar de los hechos, nos advertía ellin-
el qué sino también el cómo del decir, no sólo el "contenido" de güista francés Oswald Ducrot (1980), en verdad estamos siempre
una historia sino los modos de su enunciación, no sólo el contorno hablando de palabras sobre los hechos. Y la palabra, más allá de su
de una imagen sino su profundidad, su fondo, aquello que oculta (obligada) pretensión de exactitud, está marcada por la duplicidad,
tanto como muestra. Una escucha -en el sentido fuerte que le da- la falta, el desvío, el desvarío ... La primacía de la dimensión sim-
mos, siguiendo a Derrida ( 1987)- como tensión, disposición hacia bólica como distancia crítica de toda afirmación es, desde esta óp-
el otro, que supone tanto la apertura afectiva, la percepción de los tica, inherente a toda indagación en el campo cultural.
detalles, como una fundada curiosidad analítica. Este énfasis en torno del lenguaje no supone dejar de lado el
No es un camino definido de antemano sino más bien un andar cuerpo, la corporalidad y las innúmeras formas de la acción huma-
que articula diversos enfoques en el intento de pensar la compleji- na sino, por el contrario, establecer una relación indisociable con
dad de nuestro tiempo y sus desafíos. ¿Desde dónde partir en este ellos. En esta perspectiva, si el acontecimiento habita el lenguaje lo
itinerario? En mi caso, desde una perspectiva transdisciplinaria hace en una noción de discurso que no se deslinda de él: discur-
donde confluyen teorías del lenguaje y del discurso, la teoría polí- so no sólo como palabra sino también cuerpo, gesto, acción, for-
tica, el psicoanálisis, y donde la dimensión simbólica se interpone ma de vida, según la metáfora de Wittgenstein (1988). Una noción
ante toda ilusión de capturar el "hecho" o "la cosa" en sí, recordán- que no supone una equivalencia entre ambos pero que nos exi-
donas que nuestra pertenencia al mundo está modelada por ella. me de la vieja distinción entre "discursivo" y "extradiscursivo" así
En esta perspectiva cobran relevancia los modos de la enunciación, como también entre "sujeto" y "mundo" como dos entidades que
los sujetos y sus interacciones, las tramas del discurso social, las se enfrentarían desde una mutua exterioridad. Sujeto en el mundo
ideologías, los pequeños relatos, la memoria, las identidades, los y mundo en el sujeto, podría ser una manera de enunciar el prin-
afectos, la relación entre lo personal y lo colectivo. Me centraré en- cipio dialógico de Mijaíl Bajtín (1982), ese vaivén que hace de la
tonces en lo que considero esencial para abordar las narrativas de razón -y de la afectividad- una construcción social al tiempo que
la memoria: una interrogación en torno del lenguaje, el sujeto, el una creadora potencia individual.
espacio biográfico y las "identidades narrativas': tomando el con- Es precisamente la afectividad lo que aleja al lenguaje de la es-
cepto de Ricoeur (1983/84/85). trecha concepción de un "código': Lenguaje como tesoro de la ex-
periencia de la humanidad, donde los sentidos y los significados
han sido amasados con la vida misma de las generaciones. Len-
En torno del lenguaje guaje -lenguas particulares- en cuya puesta en juego puede en-
La interrogación sobre el lenguaje es un paso necesario en toda in- contrarse, según nos enseñara Émile Benveniste (1983), tanto el
vestigación narrativa. En su dimensión formal como sistema, en su fundamento de la subjetividad y la persona - "YorTú"- como la
potencialidad semiótica, en su variación sintáctica, en su enorme fuente del tiempo en su presente -"ahora''- junto a un "aquí", trian-
riqueza discursiva. El lenguaje como objeto de la filosofía, como gulación que delimita la espacio/temporalidad de la enunciación,
constructor del mundo, como configurativo de la subjetividad, haciendo de ella un acontecimiento. En esa definición de "la sub-
jetividad en el lenguaje" -que es en verdad una intersubjetividad-,
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la instancia de la enunciación es también el momento en el cual confesión- y señalan a su vez su conflictividad inherente: la idea de
la multiplicidad del sujeto se articula fugazmente en una unidad que los enunciados, en su diversa temporalidad, constituyen siem-
imaginaria cuyo soporte no es el abismo de la interioridad sino pre campos de fuerzas en pugna.
una marca gramatical: "Es Ego quien dice 'ego"' nos recuerda Ben-
veniste, y en ese acto da testimonio de su identidad (Ibíd.: 183).
Esta temprana intuición -que es ya una referencia ineludible- se- En torno del sujeto
ñalaba el camino para las definiciones no esencialistas de la identi- ¿Qué idea de sujeto rige nuestra reflexión? En una perspectiva
dad que priman en el horizonte contemporáneo. donde confluyen variables del "giro lingüístico, y el psicoanálisis,
La dimensión enunciativa es entonces el primer paso para la se delinea un sujeto constitutivamente incompleto, modelado por
consideración de los discursos -y en particular de las narrativas- el lenguaje, cuya dimensión existencial es dialógica, abierto a (y
esa "toma" de la palabra por la cual la lengua se modula en el uso, construido por) un Otro: el Tú de la interlocución, la otredad mis-
hace valer sus reglas formales pero sin reaseguro posible de sus re- ma del lenguaje y del sí mismo, un Otro como diferencia radical e
sultados. Instancia conflictiva para todo afán de acotar el sentido, inerradicable (Bajtín, 1982). Hablar de subjetividad en este contex-
limitar sus efectos o evitar la confusión -todas, potencialmente, to será entonces, nuevamente, hablar de intersubjetividad.
buenas intenciones- pero que al mismo tiempo torna apasionante La concepción bajtiniana del dialogismo y la otredad es de toda
el desafío de la interpretación. importancia para el campo de las narrativas: la idea de un prota-
Si la teoría de la enunciación conlleva una preocupación ética gonismo simultáneo de los partícipes de la comunicación, en tanto
-el discurso como vínculo social, intersubjetiva, donde la referen- la cualidad esencial del enunciado es la de ser destinado, dirigirse
cia al mundo es ca-referencia- esta se despliega explícitamente en a un otro, el destinatario -presente, ausente, real o imaginario- y
la obra filosófica de John Austin (1982), que considero de la mayor entonces, atender a sus expectativas, anticiparse a sus objeciones,
pertinencia para toda perspectiva de investigación analítico- crí- responder, en definitiva, tanto en el sentido de dar respuesta como
tica. En efecto, tanto su concepto de performatividad -la potencia de hacerse cargo de la propia palabra y también de responder por
del lenguaje para crear realidades y construir mundos y no me- el otro: "respondo por ti': Así, respuesta y responsabilidad -de raíz
ramente "representarlos"- como el de fuerza ilocutoria -la acción común- se anudan en un plano ético: el destinatario está primero
que supone el decir, más allá de lo dicho- cuestionan no solamente en el proceso de la comunicación, mi palabra es para y por el otro.
la vieja antinomia entre "decir" y "hacer, sino que abren un amplio Es evidente la potencia de esta concepción en cuanto a las na-
espacio de indagación sobre las modalidades de la acción lingüís- rrativas de la memoria, el modo en que estas pueden abrirse a la
tica, que son las que dan forma a los enunciados y definen pre- escucha del investigador, el modo en que este puede responder. El
cisamente su sentido. Largamente apropiados por las ciencias del desplazamiento que implica respecto de la idea de que un enun-
lenguaje, la filosofía política, la crítica feminista, los estudios cultu- ciador produciría el mismo discurso en cualquier escena de inter-
rales y otros dominios de las humanidades y ciencias sociales, estos locución, sin estar condicionado por el tiempo, el lugar, el género
conceptos no sólo enfatizan el carácter configurativo del lenguaje discusivo, la expectativa del otro. Por cierto, hablar de simultanei-
-identidades, identificaciones, posiciones, creencias, tradiciones- dad entre partícipes no supone equivalencia ni olvida la cuestión
sino que conllevan una ética del decir -lo dicho puede ser reclama- del poder y tampoco el dialogismo remite a un acuerdo tácito entre
do en sus términos de obligación, afirmación, promesa, juramento, partes: si el otro es una diferencia radical habrá siempre diferencias
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particulares. Bajtín lo ejemplifica incluso refiriéndose a la mirada: formas híbridas, estilos y soportes de la más variada especie: la en-
aunque nos ubiquemos al mismo tiempo y en la misma posición, trevista, el testimonio, la autoficción, la novela biográfica, el show
para ver lo mismo hay que ser la misma persona. (1997: 49) Esta televisivo, el documental subjetivo, innumerables prácticas de las
concepción nos alerta ante la tentación de equiparar lisa y llana- artes visuales y por cierto, la creciente mostración de sí en las redes
mente las experiencias de quienes compartieron ciertas condicio- sociales. Una incesante multiplicación de voces donde los géneros
nes de vida y nos habla de unicidad y singularidad, como recaudo clásicos siguen siendo best-sellers y donde lo vivencia!, lo privado y
ético ante el ser y la palabra del otro. lo íntimo se narran en distintos estilos desde el registro hipotético
Este protagonismo simultáneo no implica sin embargo estar en de la "propia, experiencia, y adquieren así un suplemento de valor:
el "origen, del sentido. Por el contrario, la concepción bajtiniana veracidad, autenticidad, proximidad, presencia. (Arfuch, 2002)
ofrece más de una coincidencia con el psicoanálisis, en especial Esta tendencia, que marca una reconfiguración de la subjeti-
en su vertiente lacaniana: la idea de un doble descentramiento del vidad contemporánea -nunca habremos visto tal énfasis en dar
sujeto, respecto del lenguaje, al que no "domina, como un hacedor cuenta "en carne propia, de la eterna travesía del vivir, tal apertu-
sino que adviene a él, ocupa un lugar habitado por palabras aje- ra de los espacios más recónditos de la intimidad- no deja de ser
nas -aunque pueda apropiarse de ellas a través de su combinatoria sintomática. Por cierto, los medios de comunicación, en todas sus
peculiar, del estilo, la entonación, la afectividad-; y también des- variables, tienen mucho que ver con este despliegue, no sólo por
centrado respecto de su inconsciente, que aparece como un límite la clásica obsesión de atisbar la vida de los "ricos y famosos, sino
interno que impide al sujeto realizar su identidad plena y donde el también -y a veces, sobre todo- por la fagocitación de las vidas co-
proceso de subjetivación -del cual las narrativas del yo y de la me- munes, ya sea en la crónica roja o pseudoantropológica, en los talk
moria son parte esencial- no será sino el intento, siempre renova- shows, reality shows, o en esa intensa vida on line que transcurre en
do y fracasado, de "olvidar, ese trauma, ese vacío constitutivo. Po- la web donde nuevas afinidades, relaciones y sociabilidades pare-
demos encontrar aquí una de las razones del despliegue sin pausa cen rescatar de la soledad y el anonimato. Sin contar el ya clásico
del espacio biográfico, esas innúmeras narrativas donde el "yo, se registro de la política, donde, como lo advirtieran hace décadas
enuncia para y por un otro -también de manera elíptica, enmas- distintos pensadores, el carisma, la personalidad y la vida priva-
carada-, un gesto que pone en forma -y por ende, en sentido- esa da, expuestas en el marketing de la esfera pública, priman sobre lo
incierta vida que todos llevamos, ese caótico flujo de sensaciones, ideológico y lo programático.
vivencias, imágenes, memorias, cuya unidad, como tal, no existe El privilegio de la voz, el cuerpo, la persona, aparece también
por fuera del relato. La idea perturbadora de que la vida solo ad- en la insistencia en relacionar toda ficción con la "vida real" -de
quiere una forma en la narración. novelistas, cineastas, dramaturgos, guionistas-, como si ningu-
na creación pudiera despegarse de lo efectivamente vivido. En la
El espacio biográfico investigación social, por otra parte, se han intensificado los abor-
dajes cualitativos con acentuación en lo biográfico -entrevistas
Pero ¿a qué llamamos "espacio biográfico,? En mi definición, no so- narrativas, memorias, historias y relatos de vida, trayectorias pro-
lamente al conjunto de géneros consagrados como tales -biografías, fesionales- muchas veces sin los resguardos teóricos necesarios,
autobiografías, confesiones, memorias, diarios íntimos, correspon- tanto respecto del lenguaje -y su nunca obligada espontaneidad-
ciencias- sino también a su enorme expansión contemporánea en como del rol configurativo -y no meramente representativo- de
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las narrativas en el campo de la subjetividad. En este espacio, el de ficción, por más que todo relato de vida sea inevitablemente fic-
testimonio en todas sus variables y las narrativas de la memoria cional. Es ese valor, esa proximidad que anuda la creencia, si no en
ocupan por cierto un lugar destacado. los "hechos" (narrados) en el hecho de una existencia, lo que hace
¿Por qué tal obsesión por esas presencias en letra o en panta- de las formas biográficas, en la indistinción entre "auto" y "bio''
lla; por esos yoes que afloran en las más variadas inflexiones del grafías -un yo o un otro yo, no hay diferencia sustancial- una ina-
discurso, por esas vidas de los otros que atisbamos cual voyeurs, gotable fuente de atracción e identificación, en preferencia quizá
con interés mediático, informativo, compasivo, científico, artísti- respecto de otras.
co, literario y muchos otros etcéteras no tan positivos? Dicho de En efecto, si el interés por las vidas ajenas es un viejo meca-
otro modo, si desde la teoría -y también desde nuestra práctica de nismo de identificación, cuyo despliegue público provee modelos
avezados receptores- no puede sostenerse la creencia de que este de conducta y hasta una pedagogía de las pasiones, también pare-
tipo de relatos nos asegure verdad, transparencia, autenticidad, es- ce ser, en nuestro conflictivo presente, un motor de cohesión y de
pontaneidad, ¿qué es lo que ha llevado a ese despliegue sin fin que control social. Así, más allá del voyeurismo y la pulsión escópica,
permite hablar hoy de un espacio, de un giro y hasta de una con- las tragedias contemporáneas, "naturales" o producto de esa vio-
dición biográfica? lencia sin nombre que va de la delincuencia común o las "violen-
Aquí sólo podemos aventurar algunas hipótesis. Quizá sea el cias de Estado" (Calveiro, 20 12) a la guerra perpetua, han hecho
aire de los tiempos que lleva a una búsqueda exacerbada de indi- de la categoría de víctima una figura reconocible también en el es-
viduación en contrapartida de la uniformidad y la monotonía de pacio biográfico. Relatos e imágenes, testimonios, biografías de un
las vidas en su devenir cotidiano. Pero también podemos pensar trazo, que nos recuerdan todo el tiempo la fragilidad del vivir, las
en una afirmación identitaria, en una búsqueda del propio senti- múltiples amenazas que nos acechan en el más simple devenir co-
do de la vida a través de esa puesta en orden del relato, donde la tidiano y que los medios se encargan de incrementar cada día bajo
repetición sin pausa de historias singulares entrama a su vez -de el latiguillo infatigable de la "inseguridad': Vidas precarias, al decir
modo ejemplar y ejemplarizador- lo individual, lo social, loco- de Judith Butler (2006), donde esas víctimas sufren las más de las
lectivo. Así, la fantasía, a modo de un escenario imaginario, pro- veces una doble afrenta: la del infortunio o la muerte y la pérdida
veerá una suerte de apoyo positivo, un ideal de completitud y au- del nombre en el devenir incesante del número.
torrealización especialmente valorable en tiempos de incertezas,
donde el futuro -y aún el presente- aparecen como imprevisibles.
Evidentemente, hay allí un valor biográfico, como lo llamara Identidades narrativas
Bajtín, que impulsa tanto el mercado mediático y editorial como la La dimensión ética alienta también en la teoría de la narrativa, que
indagación académica. Un plus de valor, podríamos decir, que "no tiene un hito en la analítica de la temporalidad de Paul Ricoeur
sólo puede organizar una narración sobre la vida del otro sino que desplegada en su magna obra Tiempo y narración ( 1984) y en otras
también ordena la vivencia de la vida misma y la narración de la posteriores. El filósofo se hace cargo allí de una larga tradición de
propia vida de uno; este valor puede ser la forma de comprensión, la teoría literaria, sin olvido de la lingüística, la semiótica, el psi-
visión y expresión de la vida propia" (1982: 136). coanálisis, la historia y por cierto, la filosofía. Aparece así la idea
Identificación especular que me coloca en el lugar del otro -sin de un tiempo narrativo como clase peculiar de discurso (Barthes,
confundirme con él o ella- con mayor cercanía que ante un relato 1974), un tiempo cósmico, crónico y psíquico (Benveniste, 1983),
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conceptos que Ricoeur reelaborará posteriormente para llegar a su se cuenta una historia, cómo se articula la temporalidad en el rela-
propia definición de un "tercer tiempo': configurado en el relato, to, cuál es el principio que se postula, cómo se entraman tiempos
una inteligencia narrativa, que crea cierta unicidad del tiempo his- múltiples en la memoria, cómo se distribuyen los personajes y las
tórico donde el ser humano puede situar su propia experiencia en voces, qué aspectos se enfatizan o se desdibujan, qué causalida-
un antes y un después. des -o casualidades- sostienen el desarrollo de la trama, qué zonas
A partir de aquí se delinean algunas coordenadas de lo que po- quedan en silencio o en penumbra ... Una tarea por demás revela-
dríamos llamar "el giro narrativo": la idea de que la temporalidad dora, que torna significantes aspectos que pasarían, en una lectura
-el tiempo humano- sólo es aprehensible en la narración; que todo poco atenta, totalmente desapercibidos.
relato supone una "puesta en forma" que es a la vez una puesta en Aunque parezca obvio, cabe decir que todos estos aspectos
sentido; y por ende, que es la configuración del relato/la tempora- también son analizables en la narrativa audiovisual y que el propio
lidad lo que da sentido tanto a la historia como a la ficción, al tes- concepto de "narrativa'' comprende todos los registros significan-
timonio o la autobiografía. Una perspectiva que, de la teoría lite- tes y no solamente la palabra. Es por eso que un gran relato, como
raria a la filosofía, está abierta al diálogo con otras disciplinas -la la nación o la nacionalidad, por ejemplo, puede ser estudiado des-
antropología, la sociología, la psicología, la historia, la teoría polí- de esta perspectiva incluyendo la multiplicidad de sus registros:
tica- sin renuncia a sus propios instrumentos. La narrativa como palabra, imagen, gesto, mito, rito ...
cercana a la experiencia, como inscripción, traza, huella, delinea El ejemplo nos lleva no azarosamente a un territorio afín en la
prioritariamente un espacio ético, que es en verdad el norte de su reflexión del filósofo: el de la identidad/identificación, entendida no
indagación. Es por eso que no solo en la formulación del filósofo como un conjunto de atributos inmutables o una esencia, sino como
sino también en otros desarrollos "narrativistas" no necesariamen- un proceso abierto a la temporalidad y por ende, a la transformación
te coincidentes -los trabajos de Arthur Danto (1989) o de Hayden y a la fluctuación. Ricoeur propone el concepto de identidad narra-
White (1992; 2010), por ejemplo- la narrativa no consiste mera- tiva para pensar tanto la identidad personal como la colectiva, dis-
mente en dar estatuto de verdad o de documento fehaciente a si m- tanciándose así del esencialismo y postulando la figura del intervalo
ples anécdotas, sino en valorizar justamente la narratividad -pues- como la más afín: es en el intervalo entre dos polos hipotéticos, el de
ta bajo distancia crítica y análisis de sus procedimientos- como la mismidad- el/uno mismo- y el de ipseidad -el sí mismo/otro-
uno de los modos posibles -y confrontables con todo otro tipo de que se despliega la identidad narrativa, que puede oscilar entre am-
vestigio o registro documental- de aproximarse al conocimiento a bos pero sin fijarse nunca. Oscilación entre el auto/reconocimiento
través de la práctica del relato, la más extendida y democrática de de lo que permanece a lo largo de la vida -el documento de identi-
la humanidad (Barthes, 1974). dad o la firma darían prueba de ello- y un devenir-otro, que mues-
Si, en tanto postura teórica, la narrativa recoge el primigenio tra, en sus innúmeras facetas, la heterogeneidad constitutiva de cada
sentido ético del cuento popular desde sus más remotas expresio- ser. Esta diversidad en la configuración misma del sujeto, así como
nes, en tanto perspectiva analítica se aleja de toda ingenuidad res- la articulación obligada entre la biografía personal y las trayectorias
pecto del lenguaje y la comunicación, la supuesta espontaneidad y memorias colectivas, son de toda importancia para una definición
del decir o la adhesión inmediata a la palabra dicha. Así, más allá no esencialista de las identidades, atenta a su cualidad relacional,
de la enunciación y de los mecanismos usuales de análisis discur- contingente, al devenir más que al ser (Hall, 1996), eludiendo crista-
sivo, repara justamente en el componente narrativo, es decir, cómo lizaciones o definiciones a priori según categorías inmutables.
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Narrativas de la memoria para un tribunal. Fue sin duda el momento de las víctimas, don-
Si de algún modo las narrativas del yo construyen los efímeros su- de el atributo "inocentes" se agregaba de suyo, casi sin advertir su
jetos que somos, esto se hace aún más perceptible en relación con redundancia. Más tarde, con cautela, fueron apareciendo otros re-
la memoria, en tanto proceso de elaboración de experiencias pasa- latos, que traían al ruedo la militancia, la prisión, la resistencia 0
das y muy especialmente cuando se trata de experiencias traumá- el exilio y alejaban la imagen de seres del común, sin un fuerte
ticas. Allí, en la dificultad de traer al lenguaje vivencias dolorosas compromiso político y existencial. Una característica destacable
que están quizá semiocultas en la rutina de los días, en el desa- de estos relatos fue su impronta auto/biográfica y testimonial: re-
fío que supone volver a decir, donde el lenguaje, con su capacidad latos de vida, memorias, correspondencias, entrevistas, diarios de
performativa, hace volver a vivir, se juega no solamente la puesta cárcel, recuerdos, confesiones, conversaciones ... Con el tiempo, y
en forma -y en sentido- de la historia personal sino también su sin perder el tono testimonial, fueron apareciendo formas diversas
dimensión terapéutica -la necesidad del decir, la narración como de autoficción, tanto en la escritura como en la imagen, un género
trabajo de duelo- y ética, por cuanto restaura el circuito de la inter- híbrido que juega con anclajes biográficos pero sin ataduras con
locución quizá silenciado y permite asumir la escucha con toda su una "verdad" referencial. Vino también la ficción lisa y llana, en la
carga significante en términos de responsabilidad por el otro. Pero novela, el cine, el teatro, la televisión, así como una interesante ex-
también permite comenzar a franquear el camino de lo individual perimentación en las artes visuales y performáticas. Por su parte,
a lo colectivo, la memoria como paso obligado hacia la historia. la intensa investigación académica y periodística, junto a cantidad
Ese largo camino del decir, esas temporalidades de la memoria, de debates y eventos públicos -conmemoraciones, congresos, se-
han caracterizado los procesos de elaboración de las post -dicta- minarios, jornadas- aportó un enorme caudal de conocimiento y
duras, tanto en la Argentina como en Chile, con sus similitudes y de opinión. En esta recuperación de memorias traumáticas afloró
diferencias. En la Argentina, en la primera etapa, luego del retorno también, como era esperable, la de la guerra de Malvinas.
a la democracia (1983), las narrativas fueron netamente testimo- En esos géneros diversos, el recurso a la ficción se presenta-
niales: la emergencia del horror en las voces de víctimas, sobre- ha a menudo como incapaz de alejarse demasiado de lo testimo-
vivientes, familiares, testigos y hasta represores, convocadas por nial, aún en obras sin pretensión autobiográfica. Como si hablar
una Comisión de notables, 3 que luego se transformaron en pruebas de ese pasado todavía presente no fuera posible sino recuperando
-idealmente-las voces protagónicas en su inmediatez, en ese "gra-
do cero" en el cual, como afirmaba Derrida ( 1995) "no hay testigo
3
La CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas)
reunió los testimonios de torturas, violaciones, detención en campos clan- para el testigo':
destinos, fusilamientos, desaparición de personas, apropiación de niños na-
cidos en cautiverio -cuyos padres fueron asesinados-, saqueos de viviendas y
falsificación de títulos de propiedad, toda una panoplia delictiva del terroris- luego, entre 1989 y 1990, indultos que beneficiaron a cerca de 200 conde-
mo de Estado comprendida dentro de los crímenes de lesa humanidad. Esos nados. En 2003, bajo otro gobierno, comenzaron a haber fallos de incons-
testimonios dieron lugar a un libro, el Nunca Más, y muchos de ellos fueron titucionalidad de esos indultos -favorecidos por la declaración de la Corte
refrendados luego por los mismos testigos en el histórico Juicio a las ex- jun- Internacional de La Haya que definía, con valor universal, los "crímenes de
tas militares que por primera vez en América Latina juzgó y sentenció a pri- lesa humanidad" y su carácter imprescriptible (1998)- y finalmente en 2005,
sión perpetua a los principales responsables (1985). Después de este Juicio, bajo el gobierno de Néstor Kirchner, se derogaron todas las llamadas "Leyes
que algunos llamaron "el Nüremberg argentino" hubo leyes de "Punto Final" de impunidad" permitiendo la (re)apertura de los juicios, que siguen tenien-
y "Obediencia debida'' que impidieron el juzgamiento de otros represores y do lugar.
68 69
Por cierto, a lo largo de todos estos años y del despliegue acti- intelectual, barrial, estudiantil y sindical de base, no siempre invo-
vo de la justicia, el horizonte de las memorias no ha sido pacífico. lucrada en la lucha armada.
Luego de los efectos del llamado "Show del horror': en el umbral La investigación académica también tuvo su parte en el escla-
de la democracia, cuando empezó a revelarse la magnitud de los recimiento de los hechos y de sus consecuencias en el plano polí-
crímenes, con la aparición de las fosas, los cadáveres y los restos, tico, económico, social y subjetivo. En ciencias sociales y huma-
como en los campos nazis -revelación que tuvo un carácter obs- nidades sobre todo se abordó con fuerza la dimensión narrativa,
ceno en ciertos medios gráficos que habían sido incluso cómplices la recolección de testimonios, el dar voz a víctimas, deudos y alle-
de la dictadura- se hizo manifiesta la famosa "teoría de los dos gados, tratando de reponer el clima de una cotidianidad amena-
demonios" que trazaba un paralelo entre la violencia guerrillera y zada, aún para aquellos no estigmatizados por la consigna "algo
el terrorismo de Estado, aunque sin igualarlas por completo. Ese habrán hecho': Otras investigaciones se centraron en el análisis po-
fue incluso el espíritu que animó la convocatoria a la Comisión lítico e histórico, privilegiando al plano conceptual. De algunas de
de notables que recogió los testimonios del Nunca Más, y el de un ellas surgió la caracterización de "genocidio" para el caso argentino
gobierno que sin embargo tomó el camino del juicio y del afianza- (Feierstein, 2007), que suscitó algunos reparos teóricos que com-
miento de los derechos humanos, un significante que apenas co- parto -preferiría hablar de "prácticas genocidas" en todo caso, no
menzaba a tomar cuerpo en el discurso público. 4 A partir de allí asumirla como definición global-, pero que fue de gran utilidad en
la tensión memorial, si pudiera decirse, nunca cedió, aunque sin los juicios, para dar cuenta del grado inaudito de ensañamiento y
duda el trabajo de los organismos de DDHH dio sus frutos, aun de crueldad.
con disidencias entre ellos, en hacer prioritaria la línea del recono- Llegó asimismo el momento de las políticas públicas de memo-
cimiento público de los crímenes de lesa humanidad, por sobre los ria, memoriales, monumentos y contra-monumentos, de abrir a la
esfuerzos de sectores militares y sus simpatizantes de equiparar- visita los espacios sórdidos del horror, los ex -centros clandestinos
los con los de las organizaciones armadas y darles así un carácter de detención, que fueron campos de concentración y también de
justificatorio. Cabe recordar aquí que la brutal represión se dio no exterminio funcionando en el corazón de las ciudades, 5 con el pro-
solamente sobre formaciones guerrilleras, algunas de ellas ya en pósito de hacer partícipes del no-olvido a quienes vivieron la época
las postrimerías de su accionar, sino también sobre una militancia y a su posteridad. Esto permitió un anclaje barrial de la actividad
de organismos, asociaciones vecinales y ONG's, con la consecuente
4
Según Marina Franco (2014), la "teoría de los dos demonios" como tal expansión de la red memorial, y una serie de iniciativas, militantes
no existe sino que recoge -y en ciertos usos cristaliza- una serie de sentidos
comunes previos incluso al golpe del '76, que se afianzan en el retorno de la y artísticas, dentro de la sociedad civil, para producir marcas urba-
democracia ante la necesidad de establecer una relación entre la violencia nas de recuerdo y homenaje. 6 Se sumó a ello la creación de museos,
guerrillera y la del terrorismo de Estado -concepto que se define posterior-
mente con mayor claridad- como paso previo al juzgamiento y la condena de
los ex jefes militares en los primeros tramos de la transición. La autora señala 5
Apenas un delgado muro separaba, muchas veces, esos lugares de tortura,
incluso diferencias entre la posición expresada en el Nunca Más (la represión vejación y sufrimiento, de la algarabía de la calle, de la vida cotidiana de las
como "una violencia infinitamente peor...") y los discurso del presidente Al- gentes.
fonsín, más anclados en una lógica binaria, aun con la firme resolución del 6
Entre ellas se destacan las baldosas recordatorias frente a domicilios o lu-
juzgamiento de los responsables y del afianzamiento a futuro de los derechos gares de desaparición, así como diversas placas y señaléticas. La apertura del
humanos con forma de ley. Ver Foro "La 'teoría de los dos demonios' en deba- Parque de la Memoria, en un gran predio a orillas del Río de la Plata, marcado
te': agosto/setiembre 2014, http: //memoria.ides.org.ar/archivos/2363 por el recuerdo de los "vuelos de la muerte': también fue un jalón importante
70 71
archivos de memoria y centros culturales en distintas ciudades/ enfilada también contra las propias filas, que tuvo lugar entre 2004
que atesoran todo tipo de materiales, incluidos los archivos biográ- y 2006, y que tomó la forma epistolar en varias revistas especiali-
ficos que las Abuelas de Plaza de Mayo construyeron, con datos y zadas y sitios de Internet, a partir de una encendida carta que el
objetos a su alcance, para entregar a los nietos "recuperados, como filósofo heideggeriano Osear del Barco publicara en una revista de
una primera aproximación a la historia de sus padres. 8 Córdoba, La Intemperie, con el título "No Matarás': donde expre-
En el devenir sin pausa de las memorias hubo asimismo, y des- saba su arrepentimiento por haber dado apoyo intelectual a una
de muy temprano, un cuestionamiento, teórico, ideológico y po- aventura guerrillera en los tempranos años '60 y su condena irres-
lítico en algunos sectores de la izquierda, a la lucha armada y a tricta a todo atentado contra la vida humana, cualquiera sea su sig-
las arbitrarias decisiones que tomaron sus cúpulas, especialmen- no o su razón. La carta respondía a una entrevista realizada por la
te la de Montoneros. Ya desde el exilio en México, y a través de la misma revista a Héctor Jouvé, uno de los protagonistas y sobrevi-
Revista Controversia, editada entre 1979 y 1981, una plana mayor vientes de la guerrilla guevarista, donde este evocaba, y no por pri-
de intelectuales militantes condenaba sin tapujos esas prácticas y mera vez, su rechazo y su conmoción -sin sosiego, después de tan-
las víctimas que producían, amén de las muertes de combatientes tos años-, ante la ejecución de dos de sus compañeros de ruta por
en acciones aisladas, sin verdadero apoyo popular. En esa línea se sospechas de inminente traición o quiebre del ánimo combatiente.
inscribe el debate intelectual más importante sobre esa violencia, A partir de esa carta -que su autor definió como un grito estre-
mecido más que como un planteo de argumentos- se desencade-
de estas políticas. Allí se despliega el Monumento a las Víctimas del Terroris- nó una profusa correspondencia entre ex militantes, intelectuales,
mo de Estado, un muro en cinco partes quebradas, discontinuas, concebido escritores, psicoanalistas, pensadores, reunida luego en un primer
con el criterio de "contra-monumento" -como una instancia reflexiva y crí-
tica, no "restauradora''- que asemeja una gran cicatriz a cielo abierto, donde volumen de casi 500 páginas bajo el título No Matar. Sobre la res-
están inscriptos miles de nombres, con una estremecedora primacía de años ponsabilidad (2007), al que se agregó un segundo volumen con
de juventud. cartas y ensayos. Un largo debate, pleno de pasión y también de
7
Varios de ellos se agrupan en el Espacio Memoria y Derechos Humanos, violencia -de esa violencia de la escritura que tanto Derrida como
en el extenso predio de la ex ESMA, el mayor centro clandestino de deten-
ción y exterminio, ubicado en uno de los barrios preciados de la ciudad de Barthes percibieran bien-, que puso al descubierto, en el atisbo
Buenos Aires. de cada biografía, viejas heridas, silencios, olvidos, tabúes, agra-
8
La apropiación ilegítima de hijos de desaparecidos, nacidos en cautiverio o vios, decepciones y, como era imaginable, nunca fue saldado. En
secuestrados durante los allanamientos de viviendas, entregados a los propios esa senda, el trabajo de Pilar Calveiro Política y/o violencia (2005),
represores o sus familias y en menor medida a otros "adoptadores': es un de-
lito de lesa humanidad que no tiene precedente. En este sentido, las Abuelas aparece por el contrario como una consistente articulación entre
de Plaza de Mayo han desarrollado una tarea ciclópea, casi detectivesca, en la experiencia personal y elaboración crítica.
búsqueda de esos nietos a quienes se ha negado el derecho a la identidad. De Desde otras perspectivas, algunas publicaciones académicas
un cálculo aproximado de 500 nietos en esa situación, se han recuperado has-
ta ahora 127, usando para la identificación las más modernas tecnologías de aparecidas por esos años venían a cuestionar algunos aspectos de
análisis de ADN. Algunos jóvenes, alertados por esa búsqueda y con sospe- la orientación general que había tomado el trabajo de la memoria,
cha de no ser verdaderamente hijos de sus familias de crianza se han acerca- tanto de parte de los organismos como de ex militantes reacios a
do por propia iniciativa a las Abuelas, otros fueron intensamente buscados y
encontrados a partir de pistas ciertas, hay también casos que se han negado a ampliar la pregunta por la responsabilidad. Se insinuaba allí tam-
la identificación, aunque últimamente se sancionó una ley que obliga, cuando bién cierta inquietud por la temporalidad, si no habría un ti em-
hay presunción, a la confrontación genética. po suficiente para la reconciliación con el pasado, aunque esto no
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implicara necesariamente el perdón (Sarlo, 2005; Vezzetti, 2009). obtenerse de los militares respecto de desapariciones y niños apro-
Paralelamente aparece la demanda de "memoria completa", sos- piados a cambio de una reducción de condenas- mientras que, in-
tenida por familiares y sectores militares -que se expresa clara- versamente, en el país sudafricano, por mor de la reconciliación, se
mente en sus publicaciones (Salvi, 2012)- y que tiende a equipa- antepuso la verdad -en tanto confesión producida en el encuentro
rar las víctimas de ambos "bandos" sin distinción de instancias ni entre perpetradores y víctimas o ante comisiones ad hoc- a la justi-
procedimientos. cia. Argumentación objetable, no sólo por la disimetría de los res-
Esa equiparación también fue planteada, casi una década des- pectivos contextos históricos, sociopolíticos y culturales sino por
pués, en un enfático Testamento de los años 70 (Leis, 2013) donde, la suposición, en el caso argentino, de una hipotética voluntad de
sin arrepentimiento, un ex guerrillero condena las acciones en las verdad en quienes jamás se arrepintieron -y de lo innoble que re-
que participó y propone un panteón igualitario para todas las víc- sulta un "trueque" de esas características- y, en el caso sudafricano,
timas, "de un lado y de otro", cuestionando tanto la caracterización de una estimación idealizada en cuanto a los verdaderos alcances
de terrorismo de Estado como la de crímenes de lesa humanidad. de la reconciliación a la que se pretendía llegar con esos procedi-
A distancia notable de la carta de del Barco y en cercanía del pen- mientos.9 Espacios críticos donde, pese a sus diferencias, se rea-
samiento de los sectores más retrógrados, la sorpresa que provo- firma la idea de reconciliación, ligada o no a la de perdón, ya sea
ca esta postura no es tanto la del célebre "colmo" barthesiano, ni como culminación necesaria del tiempo de los juicios o como ate-
su obvio impacto mediático, sino que haya despertado cierto con- nuación de antagonismos que trazan líneas divisorias en la socie-
senso en sectores intelectuales considerados como progresistas. Se dad respecto del pasado reciente.
plantea aquí un serio problema de la crítica, que como tal tiene que Líneas divisorias que no hacen sino poner de manifiesto los di-
ponerse a distancia de la adhesión fácil o la simple identificación lemas de la memoria, o bien la memoria como dilema. No solamen-
emocional con las "buenas causas': que tiene que atreverse a cues- te por sus "contenidos': por lo que ella trae al presente de la en un-
tionar sentidos instituidos, memorias oficiales, simplificaciones y ciación, a la vivencia herida de quienes recuerdan, sino también
estereotipos -como lo hizo Nelly Richard, por ejemplo, que se atre- por las modalidades de esa evocación y las diferencias irreducti-
vió, en su Crítica de la Memoria (2010), a enfrentarse a un signifi- bles de los puntos de vista, que hacen perentorio el plural, memo-
cante sacralizado- pero la pérdida del rumbo ideológico en cuanto rias, y problemático el concepto mismo de "memoria colectiva':
a ciertas distinciones básicas en el campo de los derechos humanos Tal es la complejidad que entraña este significante que ni siquie-
señala un punto límite. ra Paul Ricoeur, luego de una larga argumentación filosófica y de
En la misma línea de indagación crítica sobre los '70 pero de-
jando en claro que el horror del terrorismo de Estado no es equi- 9
Un análisis pormenorizado sobre las Comisiones de Verdad en el mun-
parable a la violencia guerrillera, Claudia Hilb, en su libro ¿Qué do puede encontrarse en Hayner, P. (2008). Respecto de las de Sudáfrica, la
hacemos hoy con los setenta? (2013) plantea, además de la condena autora señala las dificultades y los límites de su funcionamiento en cuanto a
sobre medios y fines, una disyuntiva en cuanto al camino elegi- alcanzar "verdad y reconciliación': así como la cantidad de crímenes graves
que quedaron impunes gracias a la amnistía, que se promulgó como una al-
do para el juzgamiento de los represores, apoyada en la compara- ternativa a la que se podía aspirar, previa a la apertura de las Comisiones. Por
ción entre Argentina y Sudáfrica. En su opinión -una opinión que su parte, Antje Krog, periodista y escritora sudafricana que cubrió el desarro-
también se expresa en otras voces- en nuestro país se privilegió llo de esas Comisiones, narra esa experiencia, mostrando sus ambigüedades
y contradicciones, al tiempo que la pervivencia dolorosa de lo no saldado, en
la justicia antes que la verdad -datos que supuestamente podrían un libro desgarrador, El país de mi calavera (2016).
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confrontar el concepto con su propio creador, Maurice Halbwachs Sin pretender dar respuesta a esos interrogantes, sólo retomaré
(1992), deja saldada la cuestión, más bien sugiere, al final del cap. 3 algunos aspectos que considero importantes para abordar el de-
de la Primera Parte de La memoria, la historia, el olvido, la alterna- licado terreno de las narrativas de la memoria, donde también se
tiva de considerar una triple atribución de la memoria: "a sí, a los juega la biografía y la identidad, en particular ésta última, en tan-
próximos, a los otros" (Ricoeur, 2004: 172). to autoafirmación, desafío a una época que pretendió, en tantos
Pero en tanto esas memorias son, por definición, inagotables, casos, negarla. En primer lugar, es importante atender a la auto-
su proliferación puede producir también un efecto contrario, una definición, que explicita desde dónde se habla: víctimas, sobrevi-
saturación que lleve al límite de lo asimilable. Algo de eso ha suce- vientes, exiliados, exiliados-hijos, militantes, hijos, nietos, genera-
dido en Argentina con esta historia que no es todavía "una": la exa- ción, etcétera. Cómo se ubica cada uno frente a su propia palabra,
cerbación del testimonio y la autobiografía, el anclaje en el yo no y cómo traza el arco de sus pertenencias e identificaciones sociales:
meramente como sostén de la ilusoria unidad del sujeto sino tam- muchas veces asistimos a agrupamientos caprichosos de experien-
bién como prestigio de la palabra autorizada y justificación histó- cias disímiles, hechos desde una exterioridad. En segundo lugar,
rica por la "propia'' experiencia. Si bien esta exacerbación ha mere- la consideración del género discursivo en el cual toma cuerpo esa
cido análisis críticos, podría pensarse que en la emergencia quizá palabra: entrevistas, memorias, escrituras, presencias mediáticas,
excesiva de esos "yoes" se juega precisamente la propia figura de la performances, testimonios, filmes, prácticas artísticas, grupos de
desaparición, ese silencio de los destinos, ese vacío de los cuerpos, reflexión ... Una distinción capital para la interpretación, en tanto
esa penuria de los documentos -escamoteados, ocultos, destrui- no se dice lo mismo en uno u otro: cada género discursivo, nos re-
dos- esas identidades apropiadas, que son una fractura irreparable cuerda Bajtin (1982), tiene su propio régimen de verdad y su escala
en la idea misma de comunidad. ética y valorativa del mundo.
¿Cómo situarnos, como analistas -en sentido amplio- ante esas Y está también esa pregunta clave: ¿Quién habla allí?, que con-
narrativas de la memoria, tanto en su primeridad, si pudiera decir- lleva un sentido de reconocimiento y atribución, no sólo en cuanto
se, como en sus incontables expresiones actuales, a más de 40 años a la identificación en las coordenadas socioculturales sino también
después? ¿Cómo definir un interés por el conocimiento y la expe-
riencia que emanen de ellas? ¿Cómo hacer justicia a la singulari-
dad de cada experiencia? ¿Cómo evitar la repetición estereotípica, escena de reconocimiento colectivo, más allá de las cargas de la propia me-
moria: pienso en Laura Alcoba, Raquel Robles, Mariana Eva Pérez, Ángel~
el anclaje en la escena traumática, la "victimología"? Pero al mismo Urondo Raboy, Albertina Carri, Marta Dillon, Félix Bruzzone, y otros, en m1
tiempo, ¿Cómo dar hospitalidad a lo nuevo que surge, a las voces país, y Alejandro Zambra, Macarena Aguiló, Nona Fernández, Alvaro de la
que antes no pudieron hablar, por miedo, por vergüenza, porque Barra, Diego Zúñiga, Lina Meruane, y tantos otros en Chile. Tiempo de los
hijos, más allá de los datos específicos de su filiación. Y también de los nietos,
no había oídos que pudieran escuchar? ¿O a las nuevas voces, las que hacen filmes para descubrir quiénes fueron en verdad sus abuelos, como
de los hijos, las generaciones que vinieron después y llevan la mar- el reciente caso de Mariano Corbacho, con su filme 70 y pico (2016), cuyo
ca de una época, aunque no hayan vivido en carne propia el dolor abuelo, decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad
de Buenos Aires, durante la dictadura, colaboró con la ESMA en la denuncia
o la pérdida? 10 de estudiantes que luego fueron desaparecidos. Voces a las cuales se agregan
ahora las de "hijos de represores" que expresan diversas posturas en relación
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a sus padres y algunos de ellos -con primacía de "ellas"- se declaran abier-
Es interesante aquí el trabajo del arte, la literatura, la ficción, la autofic- tamente en contra de su accionar y se agrupan para construir visiones dife-
ción, que permite elaborar el trauma con otros materiales, o construir una renciadas en el espacio público, como es el caso de "Historias desobedientes".
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psicoanalíticas. El lugar del narrador, esa emergencia de la voz, que
asume la enunciación y es quizá capaz de inducir, con nuevas tona-
lidades, esa mítica ronda de la escucha en comunidad cuya pérdida
en el temprano siglo XX lamentaba Walter Benjamin (2008). Una
escucha atenta a las vacilaciones, los sobresaltos, los silencios, cui-
dadosa de no infringir, en aras de "la buena causa" los umbrales de
la privacidad y del pudor -memorias de la violencia sobre los cuer-
pos que pueden desbordar la normalidad del decir-, y que logre
dar hospitalidad y visibilidad a una palabra que desafía las diversas El país de la infancia
formas, pasadas y presentes, de desaparición.

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