Está en la página 1de 20

BIBLIOGRAFÍAS

UNIDAD 1

1. José Martí  José Julián Martí Pérez (La Habana, Capitanía General de Cuba; 28 de enero de 1853-Dos
Ríos, Capitanía General de Cuba; 19 de mayo de 1895) fue un escritor y político de origen cubano. Político
republicano democrático, pensador, periodista, filósofo y poeta cubano, creador del Partido
Revolucionario Cubano y organizador de la Guerra del 95 o Guerra Necesaria, llamada así a la guerra de
Independencia de Cuba. No sólo perteneció, sino inició el movimiento literario llamado modernismo.

Además de destacado ideólogo y político, José Martí fue uno de los más grandes poetas
hispanoamericanos y la figura más destacada de la etapa de transición al Modernismo, que en América
supuso la llegada de nuevos ideales artísticos. Como poeta se le conoce por Versos libres (1878-1882,
publicados póstumamente); Ismaelillo (1882), obra que puede considerarse un adelanto de los
presupuestos modernistas por el dominio de la forma sobre el contenido; y Versos sencillos (1891), un
poemario decididamente modernista en el que predominan los apuntes autobiográficos y el carácter
popular.

Escritos en su mayor parte en 1882, los poemas de Versos libres no vieron la luz hasta su publicación
póstuma en 1913, muchos años después de su muerte. El propio Martí calificó esos versos de
"endecasílabos hirsutos, nacidos de grandes miedos, o de grandes esperanzas, o de indómito amor de
libertad, o de amor doloroso a la hermosura".

El tono fuerte y áspero de este volumen, por el que Martí proclamaba su propia preferencia, impresionó
vivamente a Miguel de Unamuno, cuyos juicios serían el punto de partida de la valoración de la obra. Su
fuerza vibratoria, tanto formal como en los contenidos, se hace evidente en composiciones como
"Poética", "Mi poesía" o "Cuentan que antaño", en las que se sirvió de un lenguaje vigoroso y oscuro, por
momentos incluso pasional.

La poesía de José Martí se funda en una visión dualista de la humanidad: realidad e idealismo, espíritu y
materia, verdad y falsedad, conciencia e inconsciencia, luz y oscuridad. Los poemas de Ismaelillo (1882),
libro dedicado a su hijo, son un ejemplo de ello: la debilidad y la inocencia del niño son su fuerza.

En Versos sencillos (1891), José Martí expresa el sentimiento que le despierta la alegría de la naturaleza y
el mal de la civilización. El sufrimiento y el temor al paso del tiempo también fueron elementos frecuentes
en su lírica, donde se advierte un acercamiento al romanticismo que muchos críticos han considerado
superior al de otros de sus contemporáneos. En A mis hermanos muertos el 27 de noviembre (1872),
publicado durante su destierro en España, Martí dedica sus versos a los estudiantes muertos en una
masacre acaecida en aquella fecha.
1
José Martí cursó estudios en el colegio San Anacleto, donde conoció a Fermín Valdés Domínguez, y en la
Escuela Municipal de Varones de La Habana, dirigida por Rafael María Mendive. A los diez años escribía
correctamente y a los trece ingresó en la segunda enseñanza.

De adolescente dirigió publicaciones estudiantiles. En 1867, se inscribió en la Escuela Profesional de


Pintura y Escultura de La Habana, conocida como San Alejandro, para tomar clases de dibujo.

Cuando la Guerra de los Diez Años estalló en 1868, José Martí y su amigo Fermín se unieron la causa
nacionalista cubana.

El 21 de octubre de 1869, fue detenido y encarcelado bajo la acusación de traición y soborno; José Martí
confesó los cargos y fue condenado a seis años de prisión. Su madre escribió cartas al gobierno solicitando
su libertad, y su padre contrató a un abogado amigo. Fue obligado a realizar trabajos forzados en las
canteras de La Habana. Poco después le indultaron y le trasladaron a Isla de Pinos. Se le conmutó la pena
por el destierro.

El 15 de enero de 1871, parte con rumbo a España. En Madrid publicó su denuncia El presidio político en
Cuba.

Cursó estudios en la Universidad de Madrid; en mayo de 1873, en la Universidad de Zaragoza, realizando el


bachillerato paralelamente con los estudios universitarios. El 27 de junio de 1874, recibió el título de
bachiller. El 24 de octubre, se graduó en Filosofía y Letras. Salió de España y visitó otras ciudades de
Europa.

En enero de 1875, José Martí llegó a Inglaterra desde donde partió hacia México. El 8 de febrero,
desembarcó en Veracruz, continuando su viaje hacia la capital del país. Publicó por entonces en la Revista
Universal y en El Federalista.

En 1876, contrajo matrimonio con Carmen Zayas Bazán, con quien tuvo a su único hijo: José Francisco
Martí Zayas-Bazan, "Ismaelillo" (1878-1945). En 1878 regresó a su país.

Trabajó como abogado y obtuvo permiso para impartir clases. Fue detenido el 17 de septiembre de 1879
siendo deportado nuevamente hacia España acusado de conspiración.

El 3 de enero de 1880, llegó a Nueva York, donde le nombraron vocal del Comité Revolucionario Cubano.

Reconocido como la figura política más universal de su tiempo, considerado un brillante periodista,
ensayista de primera línea, poeta excelso, diplomático al servicio de varios países, catedrático de lengua
inglesa, literatura francesa, italiana y alemana y de Historia de la Filosofía, políglota, crítico de arte y

2
literatura, traductor y renovador de la lengua. Admirado intelectual que en un siglo dominado por lo
europeo, confirió universalidad a las letras hispanoamericanas.

Al igual que otras figuras ilustres de la independencia americana, fue iniciado en la Masonería.

Organizó un partido, un ejército y una guerra. Fue un respetado jefe que puso bajo su mando a una
pléyade de curtidos generales.

José Martí fue el primero en incorporar la estética al discurso político, describiendo las monstruosidades
de la esclavitud con una belleza que reforzaba la repulsa. Denunció el colonialismo español sin ofender a
España y describió los defectos de la sociedad norteamericana, sin deponer su admiración por las
realizaciones de sus sabios y de su pueblo.

En 1892, fundó el periódico Patria, y en 1894, encabezó a un grupo de revolucionarios armados que
pretendían invadir Cuba, acción que fue interceptada en Florida, teniendo que regresar.

El 11 de abril de 1895, desembarcó con Máximo Gómez y otros cuatro patriotas en Playitas, provincia de
Oriente.

El 15 de abril recibió los grados de Mayor general del Ejército Libertador. El 25 de marzo de 1895, lanzó en
Santo Domingo el memorable Manifiesto de Montecristi. El 18 de mayo escribió a Manuel Mercado una
carta que está considerada como su testamento político.

Casi nunca gozó de buena salud. A los 18 años se le diagnosticó sarcoidosis en España, y probablemente
también sufrió de problemas oculares, del sistema nervioso, cardíacos y fiebres. Se cree que también
padeció un sarcocele (tumor quístico de testículo) con abundancia de líquido. Para aliviar su dolor se le
puncionaba continuamente. Finalmente el tumor le fue extirpado.

Poco después de haber regresado a Cuba para iniciar la que llamó "la guerra necesaria", José Martí murió
cuando cabalgaba, sin saberlo, vestido de negro sobre un caballo blanco hacia un grupo de soldados
españoles ocultos, siendo alcanzado por tres disparos que acabaron con su vida en Dos Ríos, cerca de la
confluencia de los ríos Contramaestre y Cauto, el 19 de mayo de 1895.

Fue sepultado el día 27, en el Cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.

2. Alejo Carpentier  Alejo Carpentier y Valmont (Lausana, 26 de diciembre de 1904 – París, 24 de abril de
1980) fue un escritor cubano que influyó notablemente en la literatura latinoamericana durante su período
de auge. La crítica lo consideró uno de los escritores fundamentales del siglo XX en lengua española, y uno
de los artífices de la renovación literaria latinoamericana, en particular a través de un estilo que incorpora

3
varias dimensiones y aspectos de la imaginación para recrear la realidad, elementos que contribuyeron a
su formación y uso de lo «Real Maravilloso».

También ejerció las profesiones de periodista, durante gran parte de su vida; y musicólogo, con
investigaciones musicales y organizaciones de conciertos, entre otras actividades; sin embargo, alcanzó la
fama debido a su actividad literaria.

Hijo del arquitecto francés Georges Julien Carpentier y de Lina Valmont, profesora rusa. Tras su
fallecimiento, se empezó a documentar su nacimiento en Lausana, Suiza, el 26 de diciembre de 1904, en
una familia humilde que emigró a Cuba instalándose en La Habana.

Cursó parte de sus primeros estudios en su ciudad natal, y con doce años, se trasladó a París, donde asistió
al liceo de Jeanson de Sailly, iniciando estudios musicales con su madre y desarrollando una intensa
vocación musical.

Al regresar a su Cuba, estudió arquitectura, aunque no finalizaría la carrera.

Comenzó a trabajar como periodista y a participar en movimientos políticos izquierdistas.

Fue encarcelado y con su puesta en libertad se exilió en Francia. Regresó a Cuba donde trabajó en la radio
y llevó a cabo importantes investigaciones sobre la música popular cubana.

En 1941 se casó con Lilia Esteban Hierro en Santa María del Rosario.

Visitó México y Haití donde se interesó por las revueltas de los esclavos del siglo XVIII. Se trasladó a
Caracas en 1945 y no regresó a Cuba hasta 1956, año en el que se produjo el triunfo de la Revolución
castrista. En 1946, y hasta 1957, dirigió la cátedra de Historia de la Cultura en la Escuela de Artes Plásticas.

Trabajó en varios cargos diplomáticos para el gobierno revolucionario. En 1960 fue designado por el
Gobierno Revolucionario vicepresidente del Consejo Nacional de Cultura. En 1962 fue nombrado director
de la Editorial Nacional de Cuba, cargo que ocupó hasta 1966.

En su obra, se puede observar influencias del surrealismo. Trabajó en la revista Révolution surréaliste, por
encargo expreso del poeta y crítico literario francés André Breton.

Entre sus novelas destacan: El reino de este mundo (1949), sobre la revolución haitiana y el tirano del siglo
XIX Henri Christophe; Los pasos perdidos (1953), diario ficticio de un músico cubano en el Amazonas;
Guerra del tiempo (1958) sobre la violencia del gobierno cubano durante la década de 1950.

4
En el año 1962 publicó El siglo de las luces, que trata de la vida de tres personajes arrastrados por la
Revolución Francesa.

Concierto Barroco (1974) expone sus visiones acerca de la mezcla de culturas en Hispanoamérica. Le
siguieron El recurso del método (1974) y La consagración de la primavera (1978).

El término "lo real maravilloso" inventado por Carpentier y divulgado en el prólogo a su novela El reino de
este mundo sirvió para tipificar su propia novelística. Es un símil del llamado "realismo mágico"
incorporado a la descripción de la realidad hispanoamericana.

En 1975, recibió de la Universidad de La Habana el título de Doctor Honoris Causa.

En 1977, recibió el Premio de Cervantes de Literatura, convirtiéndose en el primer latinoamericano en


recibirlo.

Alejo Carpentier falleció el 24 de abril de 1980 en París, Francia.

Su actividad literaria, aunque iniciada en 1933, no tuvo continuidad hasta 1944, año en que vio la luz una
compilación de cuentos titulada Viaje a la semilla. Escribió también antes de su siguiente novela un ensayo
titulado La música en Cuba (1946). Finalmente, en 1949, apareció uno de sus trabajos literarios más
emblemáticos: El reino de este mundo, un ejercicio de excelente rigor histórico, como serán en adelante la
mayor parte de sus obras, en el que Carpentier narró un episodio del surgimiento de la república negra de
Haití.

Precisamente en el prólogo de esta novela el autor expuso la tesis que definía «lo real maravilloso»,
expresión sinónima de «realismo mágico», que tendría mayor fortuna. Para Carpentier, el realismo puro
(que había caracterizado las primeras décadas de la narrativa hispanoamericana) es incapaz de reflejar la
riquísima complejidad del continente; de ahí la necesidad de integrar lo real con lo fantástico, lo mítico o lo
alegórico. Además de su primer teorizador, Carpentier fue, junto con el guatemalteco Miguel Ángel
Asturias y el venezolano Arturo Uslar Pietri, uno de los precursores del realismo mágico, tendencia que
marcaría la producción de parte de los autores del «Boom» de los años 60 (Julio Cortázar, Gabriel García
Márquez), con Cien años de soledad (1967) como obra culminante.

Su definitiva consagración como escritor llegó sin embargo con Los pasos perdidos (1953), novela en la que
un musicólogo antillano que reside en Nueva York, casado con una actriz, es enviado a un país
sudamericano con el encargo de rescatar y encontrar raros instrumentos. En el viaje lo acompaña una
amante francesa, que parece representar la decadencia europea y a la que el musicólogo abandona por
una mujer nativa a través de la cual entra en contacto con la vida de una comunidad indígena, de donde es
rescatado y llevado de nuevo a una civilizada ciudad a la que no llega jamás a adaptarse, hasta que regresa
5
a la selva. Un relato abstracto e irreal donde se funden los conocimientos y la inteligencia del autor con las
imágenes más profundas de su expresión literaria.

Más tarde llegó El acoso (1956), tras su experiencia en Venezuela, una novela corta de temática entre
política y psicológica, donde se refleja fielmente el círculo de represión y violencia de la Cuba anterior a la
Revolución, en la década de 1950, aunque no fue una novela documental: en esta obra los episodios se
suceden en coincidencia con los cuarenta y seis minutos que dura la interpretación de la Sinfonía Heroica
de Beethoven.

Le siguió el volumen Guerra del tiempo (1958), donde el autor reunió tres relatos que suponían otras
tantas variaciones sobre el tiempo en una ambientación pretérita: Camino de Santiago, una reedición de
Viaje a la semilla y Semejante a la noche. Fueron tres breves incursiones de Carpentier en el mundo de lo
fantástico y de la ficción, protagonizadas por la irreversibilidad de lo ocurrido. Posteriormente regresó a la
novela histórica con El siglo de las luces (1962), ambientada en Francia y las Antillas en el período de la
Revolución Francesa. En esta obra narró la peripecia de un personaje llamado Víctor Hugues que llevó a la
isla de Guadalupe la ideología de los revolucionarios franceses y también la guillotina. Una novela
cautivante que confirmó el poder de convocatoria visual de su autor, en la que presenta personajes y
ambientes lejanos en la historia y los acerca al lector atrapándolo en un asombroso tejido verbal.

A esta célebre novela siguió Concierto barroco (1974), una obra breve donde reconstruyó, con minucioso
detalle y estricto rigor histórico y musicológico, el viaje de un criollo por la Europa dieciochesca,
acentuando la funcionalidad de la música en su narrativa, ya que el libro está organizado y estructurado
sobre fundamentos musicales. El mismo año publicó El recurso del método, en la que recrea la imagen del
tirano ilustrado, en versión latinoamericana.

Cronológicamente se sitúa luego La consagración de la primavera (1978), novela en la que recreó una
historia ambientada en tiempos de la Revolución Cubana y que había anticipado en forma de relato breve
en Los convidados de plata (1973). La consagración de la primavera muestra su proceso autorreflexivo
acerca de las revoluciones, a lo largo de un período que abarca desde la soviética hasta la castrista,
incluyendo los hechos de Playa Girón, y donde además aparecen la Guerra Civil española y los ecos de la
Segunda Guerra Mundial. Finalmente, El arpa y la sombra (1979), supuso una visión desmitificadora de
Cristóbal Colón y el descubrimiento de América a través del relato de una íntima confesión en la que el
Almirante, a las puertas de la muerte, decide hacer una especie de inventario de sus hazañas y debilidades.

En su totalidad, la narrativa de Carpentier no se caracterizó por los análisis psicológicos, dada la vastedad
de una propuesta que planteaba más bien la diversidad de lo real. No mostró por tanto con excesivo
detalle los aspectos de la vida individual, más allá de arquetipos como el Libertador, el Opresor o la
6
Víctima. Su propósito central fue acaso cambiar la perspectiva del lector, trasladarlo hasta un universo más
amplio, un cosmos donde la tragedia personal queda adormecida dentro de un conjunto que, aun siendo
sencillo, es mucho más vasto y profundo.

Cabe recordar también sus títulos teóricos, tales como Tientos y diferencias (1964), Literatura y conciencia
política en América Latina (1969) y Razón de ser (1976), ensayos recogidos en un volumen publicado
póstumamente en La Habana, precisamente bajo el título genérico de Ensayos (1984). En 1977 se le
concedió el Premio Cervantes.

UNIDAD 2

1. Carlos Fuentes  Carlos Fuentes Macías (Panamá, 11 de noviembre de 1928-Ciudad de México, 15 de


mayo de 2012) fue un escritor, intelectual y diplomático mexicano, uno de los autores más destacados de
su país y de las letras hispanoamericanas, escribió novelas como La región más transparente, La muerte de
Artemio Cruz, Aura, Cambio de piel y Terra nostra y ensayos como La nueva novela hispanoamericana,
Cervantes o la crítica de la lectura, El espejo enterrado, Geografía de la novela y La gran novela
latinoamericana, entre otros.

Recibió, entre otros, el Premio Rómulo Gallegos en 1977, el Cervantes en 1987, y el Príncipe de Asturias de
las Letras en 1994. Y fue nombrado gran oficial de la Legión de Honor en 2003 y en 2009 caballero gran
cruz de la Orden de Isabel la Católica. Fue nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la
Lengua en agosto de 2001 y doctor honoris causa por varias universidades, entre ellas Harvard, Cambridge
y Nacional de México.

Hasta el día de su fallecimiento fue considerado por un sector del público y de la crítica literaria candidato
para obtener el Premio Nobel de Literatura. Mario Vargas Llosa expresó su deseo de que el siguiente autor
de la lengua en recibirlo fuera Carlos Fuentes. Poco antes, Fuentes dijo, aludiendo al boom
latinoamericano: «Cuando se lo dieron a García Márquez (1982) me lo dieron a mí, a mi generación, a la
novela latinoamericana que nosotros representamos en un momento dado. De manera que yo me doy por
premiado».

Hijo de un diplomático de carrera, tuvo una infancia cosmopolita y estuvo inmerso en un ambiente de
intensa actividad intelectual. Licenciado en leyes por la Universidad Nacional Autónoma de México, se
doctoró en el Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza. Su vida estuvo marcada por
constantes viajes y estancias en el extranjero, sin perder nunca la base y plataforma cultural mexicanas. En
la década de los sesenta participó en diversas publicaciones literarias. Junto con Emmanuel Carballo fundó
la Revista Mexicana de Literatura, foro abierto de expresión para los jóvenes creadores.

7
A lo largo de su vida ejerció la docencia como profesor de literatura en diversas universidades mexicanas y
extranjeras, y se desempeñó también como diplomático. Impartió conferencias, colaboró en numerosas
publicaciones y, junto a la narrativa, cultivó también el ensayo, el teatro y el guión cinematográfico.
Algunos de sus ensayos de tema literario fueron recopilados en libros, como La nueva novela
hispanoamericana (1969) o el dedicado a Miguel de Cervantes, Cervantes o la crítica de la lectura (1976).

A los veintiséis años se dio a conocer como escritor con el volumen de cuentos Los días enmascarados
(1954), que fue bien recibido por la crítica y el público. Se advertía ya en ese texto el germen de sus
preocupaciones: la exploración del pasado prehispánico y de los sutiles límites entre realidad y ficción, así
como la descripción del ambiente ameno y relajado de una joven generación confrontada con un sistema
de valores sociales y morales en decadencia.

Su éxito se inició con dos novelas temáticamente complementarias que trazaban el crítico balance de
cincuenta años de "revolución" mexicana: La región más transparente (1958), cuyo emplazamiento urbano
supuso un cambio de orientación dentro de una novela que, como la mexicana de los cincuenta, era
eminentemente realista y rural; y La muerte de Artemio Cruz (1962), brillante prospección de la vida de un
antiguo revolucionario y ahora poderoso prohombre en su agonía. Ambas obras manejan una panoplia de
técnicas de corte experimental (simultaneísmo, fragmentación, monólogo interior) como vehículo para
captar y reflejar una visión compleja del mundo.

La muerte de Artemio Cruz (1962)

La denuncia del fracaso de la Revolución se halla en la base de diversas obras de Carlos Fuentes, y muy
especialmente en La muerte de Artemio Cruz (1962), una de las mayores novelas de las letras mexicanas.
Sus páginas detienen por un instante, con una prosa compleja de identidades fragmentadas, el flujo de
conciencia de un viejo militar de la Revolución de 1910 que se encuentra a punto de morir, e indagan
también en el sentido de la condición humana. El magisterio de James Joyce (autor le que impresionó
profundamente) es patente en el uso del monólogo interior como técnica narrativa fundamental; en el
manejo del monólogo, Fuentes superó en esta obra en complejidad (y acaso en riqueza) al mismo maestro.

Alegóricamente, la historia de Artemio Cruz es la del nacimiento, implantación y muerte de la Revolución


mexicana; el antiguo revolucionario refleja el modo en que se prostituyeron sus valores, subrayando que
tal traición fue libre decisión de su soberana voluntad y no de presiones históricas, aunque sí quizá de una
inquietante atmósfera común o de una huidiza naturaleza humana: el egoísmo, la ambición, la sed de
poder y riqueza lo movieron lo mismo que a tantas personas de su entorno, carentes de todo escrúpulo.

Pero el relato, en el que destacan un amor juvenil de Artemio que coincide con los días entusiastas de la
revolución, su posterior matrimonio por interés y sin amor en tiempos de la institucionalización y un amor
8
clandestino de la madurez con el que intenta rehabilitarse espiritualmente, perdería gran parte de su
autoridad de no ser por la forma con que Fuentes ha sabido arroparlo.

Viejo, rico y poderoso en la hora de su muerte, Fuentes relata la larga agonía de Artemio Cruz y los
episodios en ella evocados mediante el empleo riguroso y sistemático del "yo", del "tú" y el "él". A través
del "yo" nos ofrece, en tiempo presente (la obra se sitúa en el año 1959), el monólogo interior del antiguo
revolucionario agonizante, mientras que el "tú" corresponde a su subconsciente, que instruye al
moribundo acerca del futuro de sus elucubraciones mentales, y con el "él" recuerda, por el contrario, la
historia pasada de Artemio y de quienes le rodearon o bien se rodeó en los distintos momentos de su vida.

Estas narraciones o intervenciones en primera, segunda y tercera persona forman una especie de tríadas
que se van repitiendo a lo largo de las páginas del libro hasta doce veces, tantas como las horas que dura la
agonía de su protagonista. A lo largo de la misma se nos ofrecen otras tantas revisiones de su pasado, que
no se producen cronológicamente, sino a la manera de William Faulkner, de acuerdo con los desordenados
y caprichosos saltos mentales a los cuales se entrega el moribundo.

El último de todos ellos, que se remonta a 1889, cuando Artemio vino al mundo, no es fruto de su
pensamiento ni forma parte de la película de su vida que presencia mientras agoniza, sino obra del autor.
Una última tríada, a la cual correspondería el fatídico número trece, queda truncada de repente por la
muerte de Artemio tras la sola intervención del "yo" y el "tú". Así termina sus días el viejo caudillo
mexicano; su historia simboliza la historia colectiva de su país, en cuyo intento de transformación
revolucionaria participó, al que luego (como hicieron muchos otros) inevitablemente traicionó, y al que
también corresponde buena parte de responsabilidad en sus destinos.

2. Pablo Neruda  Pablo Neruda, seudónimo y posterior nombre legal de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes
Basoalto (Parral, 12 de julio de 1904-Santiago de Chile, 23 de septiembre de 1973), fue un poeta y político
chileno.

Neruda es considerado entre los más destacados e influyentes artistas de su siglo; además de haber sido
senador de la república chilena, miembro del Comité Central del Partido Comunista, precandidato a la
presidencia de su país y embajador en Francia. Entre sus múltiples reconocimientos, destacan el Premio
Nobel de Literatura en 1971 y un doctorado honoris causa por la Universidad de Oxford.

El escritor Gabriel García Márquez se refirió a él como «el más grande poeta del siglo XX en cualquier
idioma» y el crítico literario Harold Bloom señaló: «ningún poeta del hemisferio occidental de nuestro siglo
admite comparación con él», quien lo considera uno de los veintiséis autores centrales del canon de la
literatura occidental de todos los tiempos.

9
Nacido el 12 de julio de 1904 en Parral, en la región chilena de Maule, la madre del poeta murió sólo un
mes más tarde de que naciera él, momento en que su padre, un empleado ferroviario, se instaló en
Temuco, donde el joven Pablo Neruda cursó sus primeros estudios y conoció a Gabriela Mistral. Comenzó
muy pronto a escribir poesía, y en 1921 publicó La canción de la fiesta, su primer poema, con el seudónimo
de Pablo Neruda (en homenaje al poeta checo Jan Neruda), nombre que mantuvo a partir de entonces y
que legalizaría en 1946.

También en Temuco comenzó a trabajar en un periódico, hasta que a los dieciséis años se trasladó a
Santiago para cursar estudios de profesor de francés. Allí se incorporó como redactor a la revista Claridad,
en la que aparecieron poemas suyos. Tras publicar algunos libros de poesía, en 1924 alcanzó fama
internacional con Veinte poemas de amor y una canción desesperada, obra que, junto con Tentativa del
hombre infinito, distingue la primera etapa de su producción poética, señalada por la transición del
modernismo a formas vanguardistas influidas por el creacionismo de Vicente Huidobro.

Los problemas económicos indujeron a Pablo Neruda a emprender, en 1926, la carrera consular que lo
llevó a residir en Birmania, Ceilán, Java, Singapur y, entre 1934 y 1938, en España, donde se relacionó con
Federico García Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Miguel Hernández y otros
componentes de la llamada Generación del 27, y fundó la revista Caballo Verde para la Poesía. Desde su
primer manifiesto tomó partido por una «poesía sin pureza» y próxima a la realidad inmediata, en
consonancia con su toma de conciencia social. En tal sentido, Neruda apoyó a los republicanos al estallar la
Guerra Civil española (preludio de la Segunda Guerra Mundial) y escribió España en el corazón (1937).

Previamente, sin embargo, sus poemas habían experimentado una transición hacia formas herméticas y
hacia un tono más sombrío al reflejar el paso del tiempo, el caos y la muerte en la realidad cotidiana, temas
dominantes en otro de sus libros imprescindibles, Residencia en la tierra, publicado en dos partes en 1933
y 1935 y que constituye el eje de su segunda etapa. Imágenes originalísimas y audaces de raigambre
surrealista expresan en esta obra una visión profundamente desolada del ser humano, extraviado en un
mundo caótico e incomprensible.

De regreso en Chile, en 1939 Neruda ingresó en el Partido Comunista y su obra experimentó un giro hacia
la militancia política. Esta tercera etapa, que tuvo su preludio en España en el corazón (1937), culminaría
con la exaltación de los mitos americanos de su Canto general (1950). En 1945 fue el primer poeta en ser
galardonado con el Premio Nacional de Literatura de Chile. Al mismo tiempo, desde su escaño de senador,
Pablo Neruda utilizó su oratoria para denunciar los abusos y las desigualdades del sistema. Tal actitud
provocó la persecución gubernamental y su posterior exilio en Argentina.

10
De allí pasó a México, y más tarde viajó por la URSS, China y los países de la Europa del Este. Tras este
viaje, durante el cual Neruda escribió poemas laudatorios y propagandísticos y recibió el Premio Lenin de la
Paz, volvió a Chile. A partir de entonces, la poesía de Pablo Neruda inició una nueva etapa en la que la
simplicidad formal se correspondió con una gran intensidad lírica y un tono general de serenidad; el mismo
título de una obra central de este periodo, Odas elementales (1954-1957), caracteriza los versos de
aquellos años. En 1956 se separó de su segunda esposa, Delia del Carril, para unirse a Matilde Urrutia, que
acompañaría al poeta hasta el final de sus días.

Su prestigio internacional fue reconocido en 1971, año en que se le concedió el premio Nobel de
Literatura. El año anterior Pablo Neruda había renunciado a la candidatura presidencial en favor de
Salvador Allende, quien lo nombró poco después embajador en París. Dos años más tarde, ya gravemente
enfermo, regresó a Chile. Falleció en Santiago el 23 de septiembre de 1973, profundamente afectado por
el golpe de estado del general Augusto Pinochet, que doce días antes había derrocado a Salvador Allende.
De publicación póstuma es la autobiografía Confieso que he vivido.

UNIDAD 3

1. Sor Juana Inés de la Cruz  Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana, o mejor conocida como sor
Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, Nueva España, 12 de noviembre de 1648-México, Nueva
España, 17 de abril de 1695) fue una religiosa jerónima y escritora novohispana, exponente del Siglo de
Oro de la literatura en español.

Considerada por muchos como la décima musa, cultivó la lírica, el auto sacramental y el teatro, así como la
prosa. Con muy temprana edad aprendió a leer y a escribir. Perteneció a la corte de Antonio de Toledo y
Salazar, marqués de Mancera y 25.º virrey novohispano. En 1669, por anhelo de conocimiento, ingresó a la
vida monástica. Sus más importantes mecenas fueron los virreyes De Mancera, el arzobispo virrey Payo
Enríquez de Rivera y los marqueses de la Laguna de Camero Viejo, virreyes también de la Nueva España,
quienes publicaron los dos primeros tomos de sus obras en la España peninsular. Gracias a Juan Ignacio
María de Castorena Ursúa y Goyeneche, obispo de Yucatán, se conoce la obra que sor Juana tenía inédita
cuando fue condenada a destruir sus escritos. Él la publicó en España. Sor Juana murió a causa de una
epidemia el 17 de abril de 1695 en el Convento de San Jerónimo.

Sor Juana Inés de la Cruz ocupó, junto con Juan Ruiz de Alarcón y Carlos de Sigüenza y Góngora, un
destacado lugar en la literatura novohispana. En el campo de la lírica, su trabajo se adscribe a los
lineamientos del barroco español en su etapa tardía. La producción lírica de Sor Juana, que supone la mitad
de su obra, es un crisol donde convergen la cultura de una Nueva España en apogeo, el culteranismo de
Góngora y la obra conceptista de Quevedo y Calderón.
11
La obra dramática de sor Juana va de lo religioso a lo profano. Sus obras más destacables en este género
son Amor es más laberinto, Los empeños de una casa y una serie de autos sacramentales concebidos para
representarse en la corte.

12
La poesía de Sor Juana Inés de la Cruz

Aunque su obra parece inscribirse dentro del culteranismo de inspiración gongorina y en ocasiones en el
conceptismo de Quevedo, tendencias características del barroco, el ingenio y originalidad de Sor Juana Inés
de la Cruz la han colocado por encima de cualquier escuela o corriente particular. Ya desde la infancia
demostró gran sensibilidad artística y una infatigable sed de conocimientos que, con el tiempo, la llevaron
a emprender una aventura intelectual y artística a través de disciplinas tales como la teología, la filosofía, la
astronomía, la pintura, las humanidades y, por supuesto, la literatura, que la convertirían en una de las
personalidades más complejas y singulares de las letras hispanoamericanas.

En la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz hallamos numerosas y elocuentes composiciones profanas
(redondillas, endechas, liras y sonetos), entre las que destacan las de tema amoroso, como los sonetos que
comienzan con "Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba" y "Detente, sombra de mi bien esquivo". En "Rosa
divina que en gentil cultura" desarrolla el mismo motivo de dos célebres sonetos de Góngora y de
Calderón, no quedando inferior a ninguno de ambos. También abunda en ella aquella temática ascética y
mística que desde el renacimiento español había cuajado en obras cimeras como las de Fray Luis de León y
San Juan de la Cruz; en este grupo, la fervorosa espiritualidad de Juana se combina con la hondura de su
pensamiento, tal como sucede en el caso de "A la asunción", delicada pieza lírica en honor a la Virgen
María.

Sor Juana empleó las redondillas para disquisiciones de carácter psicológico o didáctico en las que analiza
la naturaleza del amor y sus efectos sobre la belleza femenina, o bien defiende a las mujeres de las
acusaciones de los hombres, como en las célebres "Hombres necios que acusáis". Los romances se aplican,
con flexibilidad discursiva y finura de notaciones, a temas sentimentales, morales o religiosos (son
hermosos por su emoción mística los que cantan el Amor divino y a Jesucristo en el Sacramento). Entre las
liras es célebre la que expresa el dolor de una mujer por la muerte de su marido ("A este peñasco duro"),
de gran elevación religiosa.

Mención aparte merece Primero sueño, poema en silvas de casi mil versos escritos a la manera de las
Soledades de Góngora en el que Sor Juana describe, de forma simbólica, el impulso del conocimiento
humano, que rebasa las barreras físicas y temporales para convertirse en un ejercicio de puro y libre goce
intelectual. El poema es importante además por figurar entre el reducido grupo de composiciones que
escribió por propia iniciativa, sin encargo ni incitación ajena. El trabajo poético de la monja se completa
con varios hermosos villancicos que en su época gozaron de mucha popularidad.

13
El teatro y la prosa

En el terreno de la dramaturgia escribió una comedia de capa y espada de estirpe calderoniana, Los
empeños de una casa, que incluye una loa y dos sainetes, entre otras intercalaciones, con predominio
absoluto del octosílabo; y el juguete mitológico-galante Amor es más laberinto, pieza más culterana cuyo
segundo acto es al parecer obra del licenciado Juan de Guevara. Compuso asimismo tres autos
sacramentales: San Hermenegildo, El cetro de San José y El divino Narciso; en este último, el mejor de los
tres, se incluyen villancicos de calidad lírica excepcional. Aunque la influencia de Calderón resulta evidente
en muchos de estos trabajos (como la de Lope de Vega en su compatriota Juan Ruiz de Alarcón), la claridad
y belleza del desarrollo posee un acento muy personal.

La prosa de la autora es menos abundante, pero de pareja brillantez. Esta parte de su obra se encuentra
formada por textos devotos como la célebre Carta athenagórica (1690), y sobre todo por la Respuesta a
Sor Filotea de la Cruz (1691), escrita para contestar a la exhortación que le había hecho (firmando con ese
seudónimo) el obispo de Puebla para que frenara su desarrollo intelectual. Esta última constituye una
fuente de primera mano que permite conocer no sólo detalles interesantes sobre su vida, sino que
también revela aspectos de su perfil psicológico. En ese texto hay mucha información relacionada con su
capacidad intelectual y con lo que el filósofo Ramón Xirau llamó su "excepcionalísima apetencia de saber",
aspecto que la llevó a interesarse también por la ciencia, como lo prueba el hecho de que en su celda,
junto con sus libros e instrumentos musicales, había también mapas y aparatos científicos.

De menor relevancia resultan otros escritos suyos acerca del Santo Rosario y la Purísima, la Protesta que,
rubricada con su sangre, hizo de su fe y amor a Dios y algunos documentos. Pero también en la prosa
encuentra ocasión la escritora para adentrarse por las sendas más oscuras e intrincadas, siempre con su
brillantez característica, como vemos en su Neptuno Alegórico, redactado con motivo de la llegada del
virrey conde de Paredes.

A causa de la reacción neoclásica del siglo XVIII, la lírica de Sor Juana cayó en el olvido, pero, ya mucho
antes de la posterior revalorización de la literatura barroca, su obra fue estudiada y ocupó el centro de una
atención siempre creciente; entre los estudios modernos, es obligado mencionar el que le dedicó el gran
poeta y ensayista mexicano Octavio Paz. La renovada fortuna de sus versos podría adscribirse más al
equívoco de la interpretación biográfica de su poesía que a una valoración puramente estética.
Ciertamente es desconcertante la figura de esta poetisa que, a pesar de ser hermosa y admirada, sofoca
bajo el hábito su alma apasionada y su rica sensibilidad sin haber cumplido los veinte años. Pero la crítica
moderna ha deshecho la romántica leyenda de la monja impulsada al claustro por un desengaño amoroso,

14
señalando además como indudable que su silencio final se debió a la presión de las autoridades
eclesiásticas.

2. Delmira Agustini  (Montevideo, 1886 - 1914) Destacada poetisa uruguaya, adscrita al modernismo,
que inauguró con su obra lírica la trayectoria de la poesía femenina del siglo XX en el continente
sudamericano. Formó parte de la llamada "generación de 1900", a la que también pertenecieron Julio
Herrera y Reissig, Leopoldo Lugones y Rubén Darío, al que consideraba su maestro, y con el que mantuvo
correspondencia tras conocerlo en 1912 en Montevideo.

Su obra se vincula a la vasta corriente modernista rioplatense, dominada mayoritariamente por hombres, y
contó con la admiración de las principales figuras de la época como el propio Ruben Darío, Miguel de
Unamuno y Manuel Ugarte. La tónica general de su poesía es erótica, con imágenes de honda belleza y
originalidad. El mundo de sus poemas es sombrío y atormentado, con versos de una musicalidad
excepcional. Su lirismo llega a profundidades metafísicas que contrastan con su juventud.

Delmira Agustini perteneció a una familia acomodada, descendiente de alemanes, franceses y porteños.
Todos ellos sobreprotegían aquella vocación poética con la que escandalizó a la burguesa sociedad
rioplatense. En su infancia realizó estudios de francés, música y pintura. Su vida y su personalidad están
llenas de enigmas y contradicciones. En su corta vida tuvo una terrible peripecia sentimental que provocó
su trágica muerte a los 27 años de edad: su matrimonio con Enrique Reyes, la separación posterior y el
asesinato a manos de su ex marido.Tras su desaparición nació un mito que desafía a ensayistas y biógrafos
y sigue vigente en infinidad de versiones.

Desde temprana edad envió colaboraciones en prosa a la revista Alborada, que se publicaba por entonces
en la capital del país. En 1907 editó su primer poemario, El libro blanco, al que siguieron Cantos de la
mañana (1910) y Los cálices vacíos (1913). Póstumamente, en 1924, salieron a la luz las Obras completas
(tomo 1, El rosario de Eros; tomo 2, Los astros del abismo), con un prólogo de Alberto Zum Felde, y en
1969 su Correspondencia íntima. Su prematura muerte le impidió prolongar una trayectoria que sin duda
la habría situado, junto a Gabriela Mistral, Alfonsina Storni y sus compatriotas María Eugenia Vaz Ferreira y
Juana de Ibarbourou, entre las grandes poetisas de América.

3. Juana de Ibarbourou  Juana de Ibarbourou (Fernández Morales, de soltera), también conocida como
Juana de América (Melo, Uruguay, 8 de marzo de 1892-Montevideo, 15 de julio de 1979), fue una poetisa
uruguaya. Es considerada una de las voces más personales de la lírica hispanoamericana de principios del
siglo XX, cuyos poemas tienden a la exaltación sentimental de la entrega amorosa, de la maternidad, de la
belleza física y de la naturaleza. El 10 de agosto de 1929 recibió, en el Salón de los Pasos Perdidos del
Palacio Legislativo, el título de «Juana de América» de la mano de Juan Zorrilla de San Martín frente a una
15
multitud de poetas y personalidades. Fue enterrada con honores de Ministro de Estado en el panteón de
su familia del Cementerio del Buceo.

Sus primeros poemas aparecieron en periódicos de la capital uruguaya (principalmente en La Razón) bajo
el seudónimo de Jeannette d’Ibar, que pronto abandonaría. Comenzó su larga travesía lírica con los
poemarios Las lenguas de diamante (1919), El cántaro fresco (1920) y Raíz salvaje (1922), todos ellos muy
marcados por el modernismo, cuya influencia se percibe en la abundancia de imágenes sensoriales y
cromáticas y de alusiones bíblicas y míticas, aunque siempre con un acento singular.

Su temática tendía a la exaltación sentimental de la entrega amorosa, de la maternidad, de la belleza física


y de la naturaleza. Por otra parte, imprimió a sus poemas un erotismo que constituye una de las vertientes
capitales de su producción, la cual se vio tempranamente reconocida: en 1929 fue proclamada "Juana de
América" en el Palacio Legislativo del Uruguay, ceremonia que presidió el poeta "oficial" uruguayo Juan
Zorrilla de San Martín y que contó con la participación del ensayista mexicano Alfonso Reyes.

Poco a poco su poesía se fue despojando del ropaje modernista para ganar en efusión y sinceridad. En La
rosa de los vientos (1930) se adentró en el vanguardismo, rozando incluso las imágenes surrealistas. Con
Estampas de la Biblia, Loores de Nuestra Señora e Invocación a san Isidro, todos de 1934, inició en cambio
un camino hacia la poesía mística.

En la década de 1950 se publicaron sus libros Perdida (1950), Azor (1953) y Romances del destino (1955).
En esta misma época, en Madrid, salieron a la luz sus Obras completas (1953), donde se incluyeron dos
libros inéditos: Dualismo y Mensaje del escriba. De su obra poética posterior destaca Elegía (1967), libro en
memoria de su marido.

Juana de Ibarbourou ocupó la presidencia de la Sociedad Uruguaya de Escritores en 1950. Cinco años más
tarde su obra fue premiada en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, y en 1959 el gobierno uruguayo
le concedió el Gran Premio Nacional de Literatura, otorgado por primera vez aquel año. Su obra en prosa
estuvo enfocada fundamentalmente hacia el público infantil; en ella destacan Epistolario (1927) y Chico
Carlo (1944).

La poesía de Juana de Ibarbourou

La literatura uruguaya del siglo XX contó entre la nómina de sus autores con una serie de poetisas cuya
obra reviste fundamental importancia: María Eugenia Vaz Ferreira, Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou.
Cada una de ellas desplegó un acento propio y característico; así, mientras Vaz Ferreira representa la altiva
castidad, y Agustini la mujer en espera anhelante, Juana de Ibarbourou es el equilibrio de la entrega
espontánea.

16
Pero es con la chilena Gabriela Mistral con quien Juana de Ibarbourou mantiene un parentesco más
directo: ambas poseyeron la misma sensibilidad exquisita y arrebatadora, la misma sinceridad de pasión, la
misma facilidad y sencillez en la expresión. Las separa, en cambio, el mundo anímico que expresan:
Gabriela Mistral está poseída de un espiritualismo cristiano; Ibarbourou, al menos en sus primeras obras
(en las últimas se aproxima al tono de la poetisa chilena), aparece loca de vida, pagana, desbordando toda
ella vitalidad y sensualidad: "Tómame ahora que aún es temprano / y que llevo dalias nuevas en la mano".

En sus inicios, Juana de Ibarbourou no escapó a la influencia modernista, pero paulatinamente su poesía se
desviste de pompas para ganar en efusión y sinceridad. En su producción poética encontramos una
continua evolución que ha sido comparada al ciclo de la vida humana; se ha dicho que Las lenguas de
diamante (1919) equivalen al nacimiento a la vida, Raíz salvaje (1922) a la apasionada juventud, La rosa de
los vientos (1930) a la madurez y Perdida (1950) a la vejez. En cada uno de esos libros el paso del tiempo,
en continua progresión, va adquiriendo una mayor importancia. Estampas de la Biblia (1934) y Loores de
Nuestra Señora (1934) acusan una evolución religiosa.

Los sentimientos de la autora, en soledad o en diálogo con la naturaleza, constituyen la temática central de
sus versos. El escritor venezolano Rufino Blanco Fombona dijo de Ibarbourou que su filosofía se reduce al
horror a la nada; por eso concebirá a la muerte como una continuación de la vida, casi como su evolución
natural. No existe un verdadero horror a la muerte; en "Vida garfio", uno de sus mejores poemas, se
imagina muerta, pero, en realidad, continua sobreviviendo por el amor: "¡Por la parda escalera de raíces
vivas / yo subiré a mirarte en los lirios morados!".

Nada hay menos intelectual, pues, que la lírica de Ibarbourou; todos sus pensamientos arrancan de sus
propias sensaciones. La naturaleza le atrae, la siente, y habla con ella, con el río y con el árbol; les da carne
y sangre y hace que aparezcan ante nosotros con sus sufrimientos y alegrías. A veces recurre para ello a
atrevidas imágenes; así describe el ciprés: "Parece un grito que ha cuajado en árbol / o un padrenuestro
hecho ramaje quieto".

Pero, ante todo, Juana de Ibarbourou es la voz del amor juvenil y ardoroso, de la mujer que se sabe
admirada y deseada por el hombre y que lleva dentro de sí toda la fuerza de esa naturaleza que ama
("Besarás mil mujeres, mas ninguna / te dará esta impresión de arroyo y selva / que yo te doy"). Para ella el
amor no es sino una forma de participación en el misterio continuo del mundo: "Somos grandes y solos
sobre el haz de las campos", le dirá a su amado. Siempre se encuentra en su voz, exigida por la fuerza de
sus sentimientos, una sinceridad total en el pensamiento, y al mismo tiempo la expresión violenta e
ingenua de la pasión.

17
El aspecto más débil de su producción nos lo ofrecen sus versos narrativos, como los contenidos en
Romances del destino (1955), en los que se evidencia una clara y no muy feliz influencia de Federico García
Lorca. En 1967 publicó Elegía, obra dedicada a su esposo Lucas Ibarbourou, fallecido muchos años antes.
Como su título indica, el libro es un apasionado pero contenido canto de amor entonado en voz baja;
aunque contiene algunas exasperadas quejas, por todos los poemas cruza un dulce sosiego, una sosegada
resignación. "Ahora, ¿qué hacer, caídos los dos brazos, / rodeada de crepúsculo y de bruma?", se pregunta
ante su pérdida; sin embargo, algo la empuja a esperar que en alguna parte podrá recuperar aquel amor,
que sigue vivo: "Nadie olvida porque yo no olvido, / y para que él no muera yo no muero".

4. Gabriela Mistral  Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga (Vicuña, 7 de abril de 1889-
Nueva York, 10 de enero de 1957), fue una poeta, diplomática y pedagoga chilena. Por su trabajo poético,
recibió el premio Nobel de Literatura en 1945, fue la primera mujer iberoamericana y la segunda persona
latinoamericana en recibir un premio Nobel.

Nacida en una familia de recursos modestos, Mistral se desempeñó como profesora en diversas escuelas y
se convirtió en una importante pensadora respecto al rol de la educación pública, llegó a participar en la
reforma del sistema educacional mexicano.2 A partir de la década de 1920, Mistral tuvo una vida itinerante
al desempeñarse como cónsul y representante en organismos internacionales en América y Europa.

Como poeta, es una de las figuras más relevantes de la literatura chilena y latinoamericana. Entre sus obras
destacan Desolación, Tala y Lagar.

La poesía de Gabriela Mistral

De tendencia modernista en sus inicios, su poesía derivó hacia un estilo personal, con un lenguaje coloquial
y simple, de gran musicalidad, y un simbolismo que conecta con una imaginería de tradición folclórica. En
sus obras expresó temas como el sufrimiento o la maternidad frustrada, así como inquietudes religiosas y
sociales que responden a su ideología cristiana y socialista. Poetisa de acento genuino y entrañable, parte
de su no muy abundante producción está dedicada a los niños (fue maestra rural durante quince años), y
tal vez sea éste el aspecto más conocido y celebrado de su obra. Sin embargo, su verdadera personalidad
se revela, sincera, poderosa y conmovedora, en versos por los que circula una intimidad dolorida y una
ternura en busca de sus propios cauces de manifestación.

La obra de Gabriela Mistral pasó por distintas etapas; en un primer momento, con la publicación de
Desolación (México, 1922), existe un fuerte predomino del sentimiento sobre el pensamiento, a la vez que
una cercanía muy estrecha con lo religioso. Los temas que aparecen en este libro, bajo una profunda
reivindicación del retorno a valores de una trascendente espiritualidad, giran en torno a la frustración

18
amorosa, al dolor por la pérdida, la muerte, la infidelidad, la maternidad y el amor filial, todo ello envuelto
en la reflexión adulta de la poetisa, que vivió el suicidio de su amado como una pérdida irreparable.

Pese al lastre modernista, se aprecian ya en este primer poemario manifestaciones de un lenguaje más
sencillo, particularmente patente en las canciones de cuna que contiene su última sección. También en
México publicó Lecturas para mujeres (1923), una selección de prosas y versos de diversos autores
destinada al uso escolar a la que incorporó textos propios, algunos ya incluidos en Desolación.

Las composiciones "para niños" son el núcleo de su segundo libro, Ternura (1924), en el que se advierte la
pureza expresiva propia de aquella lírica humana y sencilla que convivió con las vanguardias tras la
liquidación del modernismo; una lírica generalmente inspirada en la naturaleza y que de hecho fue
también abordada por algunos escritores vanguardistas, que con frecuencia conciliaron la experimentación
con su interés por la poesía popular. Dedicado a su madre y hermana, está dividido en siete secciones:
Canciones de Cuna, Rondas, Jugarretas, Cuenta-Mundo, Casi Escolares, Cuento y Anejo. Para el lector
adulto, el conjunto viene a expresar la pérdida de la infancia, que es restituida, en parte, a través del
lenguaje.

Con Tala (1938), considerada una de sus obras más importantes, Gabriela Mistral inauguró una línea de
expresión neorrealista que afirma valores del indigenismo, del americanismo y de las materias y esencias
fundamentales del mundo. En los sesenta y cuatro poemas de este libro se produce una evolución
temática y formal que será definitiva. Aunque en el arranque del libro el poema "Nocturno de los tejedores
viejos" sólo insinuaba un renovado tratamiento fantástico, la sección Historias de loca esbozaba ya un
nuevo acento que se consolidará en las siguientes, Materias y América, hasta alcanzar la plenitud de su
expresión en la sección titulada Saudade, donde se encuentran piezas memorables como "Todas íbamos a
ser reinas", en la que la poetisa rememora la infancia junto a sus tres hermanas y evoca sus respectivos
sueños, eternizados pese el paso del tiempo mediante un lenguaje a la vez humorístico y mágico, teñido
también por momentos de un cierto tradicionalismo folclórico.

En Chile apareció su siguiente colección de poemas, Lagar (1954), la última que publicó en vida. En esta
obra estarían presentes todas las muertes, las tristezas, las pérdidas y el sentimiento de su propio fin. Un
profunda originalidad convive con la carga de tristeza y trascendencia que ya había impregnado parte de
sus primeros escritos, culminando una temática presidida por la resignación cristiana y el encuentro con la
naturaleza.

Póstumamente aparecieron el poemario Poema de Chile (1967), un recorrido por la geografía, la


naturaleza y las gentes de su país, y la primera edición de sus Poesías Completas (1970), así como diversas
antologías de sus versos y recopilaciones de sus cartas y textos: Motivos de San Francisco (1965), serie de
19
poemas en prosa dedicados al admirado San Francisco de Asís, y Cartas de Amor de Gabriela Mistral
(1978).

Atenta a los problemas de su tiempo, en el género de los "Recados" (un tipo muy personal y elaborado de
artículo periodístico, recogidos en Recados: contando a Chile, 1957), Mistral analizó múltiples temas, como
la condición de la mujer en América Latina, la valoración del indigenismo, la educación de los pueblos
americanos, la necesidad de elevar la dignidad y condición social de los niños en el continente, la
religiosidad, el judaísmo y la maternidad. Sus ensayos educacionales fueron reunidos en el libro Magisterio
y niño (1982).

20

También podría gustarte