La jurisprudencia posee el papel de
ser una fuente secundaria
indirecta, que posee una labor
innegable en la interpretación y
armonización del ordenamiento
jurídico. Siendo así, la
jurisprudencia se encuentra
dirigida a la búsqueda que en su
actuar se proyecte la finalidad
misma del derecho.
Distintos doctrinarios llegaron a la
conclusión de determinar a la
jurisprudencia como fuente de
derecho, dado que aquella
aplicación del derecho repetida y
constante, uniforme y coherente
por tal modo que revele un criterio
y pauta general, un hábito y modo
constante de interpretar y de
aplicar las normas jurídicas.
Las pretensiones del actuar de los
jueces deben dirigirse a lograr
establecer la paz judicial en la
sociedad, puesto que sobre ellos se
vierte el poder decisorio de juzgar
a fin de solucionar conflictos a
través de resoluciones
debidamente motivadas,
razonables y en concordancia con
el derecho.
La jurisprudencia persigue la
búsqueda de la justicia en el caso
particular y a través de éste, el
logro de la paz judicial, siendo en
paralelo que esta búsqueda sea a
través de una correcta aplicación
de derecho por medio de
resoluciones coherentes,
justificadas, empapadas de
racionamiento, que den certeza y
pretenden seguridad, de manera
que sean respetadas, aceptadas y
emuladas.
Distintos doctrinarios se oponen a
la idea de concebir a la
jurisprudencia como una fuente
del derecho, puesto que posee la
característica de no poseer
seguridad jurídica, ya que la
jurisprudencia a lo largo del
tiempo es cambiante y
contradictoria, ya que el juicio de
cada juez es diverso en cada
distrito judicial
Las pretensiones del actuar de los
jueces deben dirigirse a lograr
establecer la resolución de
conflictos independientemente del
aspecto ontológico de la justicia.