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1 EN LA AMERICA insforma a los jefes timbiies Mangoré y Si 6 en principes a ibérica, Miguel de Ci + Miguel de Cervantes dio el gran espa dela produccdn clisicay bzamtinn cow ae 8 de Argel, y una 1a sobre el te. : era novela moder pa Mis vando esta vena tematica en Los banos de Argel, El galled espanol y Le pram Shion oe cortas: El amante liberal y La galatea. “Con estas pices. c tablas espafiolas con el mas variado conjunto imagyak dos, moros y turcos. sin ia novelas . Cervantes poblé lag naginable de cautivor reness aa acontecimie oes vo él mismo en Argel. Cervantes e El Ingenioso Hidalgo Don Ouijote de i Marge et 2 Seed parte de version sexual de los moros y al py aie sentaba caer en poder de los ture Abencerraje y la novela O: araja, de iovela Ozmin y Daraja, de le gran tale El romaneaertit” Pavan de Mateo Alemin, som antecedente © Por su parte, habi mances de cautivos dentro de la 7 rere pada cicos den tedores reson yon itro de la tradicién de romances fronterizos, th Ya se ha indicado la carencia casi total de narrativa de ficcién ropias ica durante In colonia. Algunas earas nee ee none ee etter fe ora por sigue ce £01634 con bastante éxito. La come, epresenads og ee s Conformes”, trata de un soldado espafiol Sapa eietpee a = eae Iverio se cnamora de la hija de u cig Se incindose un intenso romance. El desenlace ane de masa he ne no después que el soldado ha sido "ya amas capac maa Por las tropas espafiolas, El ei mena “ Sika leases osiblemente en a construci del romance intracal nan ueat 36 Los imi sob ce % he Domingue“ os Superior 1975 37 Bauer ob. cpp 58 Nose hn comserndo ea ® Tres novelas moriscas, Montevideo, last ‘Lohmann : del Ara CAUTIVOS DE LA LITERATURA 241 ero cristiano, Cervantes escuché a durante su cautiverio que lo inspir6. Se trata de |p leyenda de la mora Zahara -hija de un rico renegado argelino, Agi Morato-, nstruida en el cristianismo por una esclava, se enamoré de un cautivo la huida y escapé con él, Establecer Sf través de las cuales una leyenda se difunde es una tarea casi imposible. Las leyendas y los mitos tienen su propia vida e indescifrables canales de difusién. Sin embargo, no podemos dejar de seftalar la consistencia con que este aspec- to de la trama se repitié en otras latitudes. Ffectivamente, ya hemos visto que tanto en las crdnicas como en la ficcién se reprodujo la historia de una india ;morada o movida por la compasién, salva en diltima instancia la vida cautivo 0 le permite escapar. la tradicién anglosajona, tomé forma en una de las leyendas de mas im- ja narrativa de cautivos; se trata de la historia del capitan John Smith tina leyenda popular arge quien, eristian, le fac pacto ¥ la princesa Pocahontas, Relatada por vez primera por Smith en General His torie of Virginia, New England, and the Summer Isles (1624), ha sido desde en- tonces objeto de inspiracion de novelas, cuentos, piezas drami Imes, poemas, pinturas y esculturas, transformandose en un icono de la cultura po- pular, La veracidad de la historia nunca ha sido probada y present6 en su ges- tacién algunas incongruencias.*° En Hispanoamérica, la leyenda fue adoptada por el Inca Garcilaso, Fernandez de Oviedo, Marifio de Lobera y Diego de Ro- sales, entre otros. ‘Al margen de este aspecto singular, me inclino a pensar que ambas tradicio- nes, la producida durante el Siglo de Oro en Espafia y la hispanoamericana, atravesaron experiencias distintas. Mientras que en la peninsula se a fortablemente en la ficcién, en la América hispénica no logré salir de los mar- ‘genes de las crénicas y de aislados poemas épicos. Por su parte, en Nueva Inglaterra, el tema del cautivo alcanzé extraordina- tias proporciones y sirvi6 para afirmar ciertas creencias arraigadas como estereo- tipos culturales del periodo: que los indios eran salvajes e instintivamente crueles, que el movimiento de expansién europea hacia el interior del continente era una misidn de destino manifiesto y que las mujeres, guardianas del honor fami liar, erar las victimas propiciatorias sobre las que los indios proyectaban su ins- tinto animal. Los relatos de o sobre cautivos alcanzaron el nivel de best-sellers Segiin Richard VanDerBects, “a medida que la frontera se expandia hacia el oes- las historias sobre los cautivos de los in- te en un continuo conflicto, aj 242 HISTORIAS DE LA FRONTERA: EL CAUTIVERIO EN LA AM dios, histor de cata gradualmente is en una época en la que la fiec -va Inglatert décadas del s larmente a lo largo de iempo se fueron articulando algunas coi fan el género. Un cierto patrén articulaba las acciones de los héroes fi 0s que parecian estar copiadas de baladas, poemas y cuentos. El piblico se identificaba con ellos en un proceso de reconocimiento simbidtico. Personajes audaces, estos héroes se enfrentaban a circunstancias desfavorables (superiori. dad fisica y numérica de sus captores) que, gracias a su mgenio y superio ligencia, lograban superar. Peligros inesperados y dramticas fugas compontan los momentos mis tensos de la aventura. Con el tiempo se fueron desarrollan. s Upificadoras de las fugas que pe iar al fugitivo con personajes legendarios: David Crockett y Dani entre otros Drama mo, ambiente exético exclusivamente american, y los riesgos asociados al pionerismo occidental en su marcha constante hacia el oeste, for. jaron una corriente artistica de considerable compromiso. La frontetalisica dio Paso a Ia frontera imaginada. El cautiverio invitaba a la imaginacin a cruvar al otro lado de una frontera repleta de inesperadas amenazas y maravillosos mundos. Entre los trabajos pioneros hay que citar la novela sentimental de Ann Eliza Bleecher, The History of Maria Kittle, de 1797 y la novela gotica de Char. les Brockden Brown, Edgar Huntly or Memoirs of a Sleepwalker, de 1799, Nel. son Barker recuperé uno de los episodios més difundidos sobre cautivos, el rescate de John Smith por la joven india Pocahontas y lo transformé en el dea- ma, The Indian Princess; or, La Belle Sauvage, de 1808. Fue, no obstante, con Leatherstocking Tales que James Fenimore Cooper capté definitivamente la atencién de la sensibilidad de un piiblico mayoritario.41 Leatherstocking es un héroe de la frontera en la tradicidn de Daniel Boone. En The Last of the Mo. bicans (1826), Cooper retorné al tema con una novela que, a decit de David Haberly, es “la novela norteamericana més influyente del siglo XIX? El im- pacto de esta novela fue mas alla de la simple definicin de un género singulay ¥ contribuyé a modelar una idea de América con profundas ramificaciones en Europa y América Latina.*¥ El gran reto al que se enfrent6 Cooper en un pe- riodo en que bullia una efervescencia por extirpar toda teaza de indios salvas Jes, fue conciliar posiciones incorporando en un mismo mapa la gran empresa 4° VanDerbcets, Held Captive, ob. 41 Levernier y Col fiel: The Figure of 129, octubre de 1978, p. 8 te trabajo de David T. the Mo CAUTIVOS DELA LITERATURA 243 dio noble yal otro indo salvaje cuyas barbarida vos. Cooper consiguié encontrar la formula ifacética de la mujer eautiva como per intermedia a partir de la ona : : * s muchos cultivadores del género en América 'No parece que Cooper o los much nei del Nome tvieran algae inflencia ene sus pares en la Ameria hip vor en el la ficcién no se produjo con la misma asiduidad y fer jntinente hispénico, con la txeepeion del Rio dela Plata. Muy pocas son tes obras dedicadas al tema en ottos pats del nines et — Cu ‘ecuatoriano Juan Leén Mera, Tabaré del uruguayo Juan Zorrilla seat Marine "iain la Laguna de Ranco”, poema del chileno Salvador De La CAUTIVA A MARTIN FIERRO atiz6 a las poblaciones la Argentina, la cotidianidad del cautiverio familiariz6 a las p Sanaa ealdad que no necesitaba el estimate de a fantasia. La gran mayor elas poblaciones del interior habia sufrdo el flagelo del cautiveio. Sin em- Beco, ta polices dl adminnracton se bata sobre abe ca adoptar can respecto al indio. En ese sentido es donde la ficcién penetra abriéndose a So con su poder recreador, dramatizando episodios y, en iltima instancia, inci- do a Balanea hacia uno de los lados. La vision dantesca de la primera parte ea cautva Es el infernal pasaje con que se ini- dde La canta (1837), de Esteban Echeverria, o el infernal p. in tia la segunda parte del Martin Fierro (1878), de Jose Hernnder, no pueden eludir la pesada carga ideoldgica con que estan escritos. La sociedad argenti n, tenia urgencias por solucionar el problema del indio. aa vata funciona como metéfora del antagonismo entre dos sociedades en lucha por su supervivencia. Echeverria antagoniza esa cultura de frontera ue tantos problemas teérieos presen a fos escitores des generac, inca paces de adoptar una vision intermedia el colic maniguen ene cz cidn y barbaric La cautiva blanca de Echeverri es la mujer sublime que eseapa de los horrores de la barbarie, entre ellos a posblidad de mestzaje, queen a vision roméntica implicaba la pérdida de la pureza sobre a que se querian asentar los cimientos dela nueva nacin: una acign ica y eulturalmente blanca La cautiva Mari encarnacin de a civic, lucha @ muerte por defender su virtud ante la acometida del salvaje. Esta propuesta se a

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