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Lección 9
Adversidad
La alegría del pastor Alfonso Cabrera jamás se vio diezmada pese a que, cuando
saludaba a ciertos hermanos de la congregación con una sonrisa de oreja a oreja, se
encontraba con respuestas frías y la expresión hosca que no hacía otra cosa que decir,
sin palabras: “¿Para qué nos saluda si no queremos contestarle”.
No dudo que debió pasar malos momentos y es probable que en más de una ocasión
haya sentido el deseo de no hacerlo de nuevo. Pero era el pastor. Y aquellos esperaban
que los saludara; de lo contrario hubiesen socializado entre los creyentes que “El
pastor no se dignaba mirarlos”.
Una situación que bien acompasa con un refrán popular en Latinoamérica: “Palo por que
bogas, palo por que no bogas”, al aludir a los duros tratos de los capataces a los
esclavos en los períodos de colonización, quienes buscaban el menor pretexto para
descargar su ira, rencor y frustraciones en las espaldas de quienes tenían a cargo.
Igual en la vida cristiana. Siempre encontraremos personas a las que, sin haberles
causado daño alguno, buscan traer problemas y ponen tropiezo a quienes son sus
líderes o también a aquellos que buscan vivir conforme a las pautas trazadas por
nuestro amado Señor.
Trabajar, estudiar o tener trato a diario con personas sin principios ni valores, no implica
que debemos identificarnos con su comportamiento errado y menos que estemos
obligados a asimilar lo que dicen o hacen. Es uno de los aspectos que debe asumir el
líder en el trabajo seglar y en el plano eclesial.
¿Se da cuenta qué ocurre cuando alguien advierte preferencias alrededor? Emergen la
envidia y un deseo sutil pero contundente y peligroso de causar daño a quien en la
mayoría de los casos es inocente y recibe todas las atenciones.
Con la mejor de las intenciones y fruto de la nobleza de José, compartía a todos lo que
acontecía en su vida. “Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos
llegaron a aborrecerlo más todavía”(Génesis 37:5).
Lo que soñaba, lo que pensaba, lo que hacía, todo se conjugaba en una sumatoria de
motivos para que sus hermanos pusieran tropiezo a su desenvolvimiento(lea por favor
los versículos 8 y 11).
Un hecho que cabe resaltar en este punto del análisis es que José no permitió que el
resentimiento tomara forma en su corazón. Una pauta de Vida Cristiana Práctica que le
invitamos a asumir: pida a Dios la prudencia y sabiduría necesarias para enfrentar
exitosamente cualquier ataque producto de la envidia, que se produzca a su alrededor.
Hacer caso omiso de este principio dimensionará sin razón las diferencias que hayan
con quienes le envidian hasta convertirse en un problema de impredecibles
consecuencias.
Volvamos a José. Sus problemas no pararon solo en la molestia que despertaba en sus
familiares. En cierta ocasión que iba camino de Dotán, en donde apacentaban ovejas, se
encontró a boca de jarro con un incidente que cambió dramáticamente el curso de su
historia. “Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos,
conspiraron contra él para matarle”(Génesis 37:18).
¿Quién sufre más? Sin duda quien guarda rencor. No solo recogerá aquello que siembra
sino que además, tal actitud se reflejará en su propia salud y estado de ánimo. El
veneno que acompañaba a los hermanos de José, les llevó a venderle como esclavo a
un grupo de comerciantes ismaelitas que iban camino de Egipto (versículo 18). Estos a
su vez lo vendieron a Potifar, oficial de Faraón, máximo gobernante egipcio.
¿Dejó solo Dios a José? En ningún momento. Por el contrario, bendijo todo lo que
tocaba. “Más Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de
su amo el egipcio”(Génesis 39:2).
¿Un jefe o superior jerárquico difícil? No faltarán donde quiera que estemos. Sin
embargo si Dios marcha con nosotros, ocurrirá lo que con José y que se reflejó en su
lugar de trabajo: “Así halló José gracia en sus ojos...”(versículo 4).
Hay un texto que me parece muy significativo y lo comparto con ustedes, tomado de una
versión popular: “Sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los que
lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su propósito”(Romanos
8:28. Nuevo Testamento: la Palabra de Dios para todos”.
Es probable que sienta soledad. Quizá ha razonado que en medio de las circunstancias
adversas, ni siquiera puede escuchar la voz de Dios. Pero está equivocado. A pesar de
los densos nubarrones, nuestro Padre nos acompaña. No nos deja solos y, sin duda, no
lo hará. ¿Una razón? Guardó a José en todo instante:
“...Jehová bendijo la casa del egipcio por causa de José, y la bendición de Jehová
estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo”(Génesis 39:5).
Que alguien alrededor tenga un desliz moral nunca será tan cuestionado como cuando
el protagonista no es alguien del común sino quien ocupa una posición de liderazgo, en
la iglesia o en el plano secular.
¿Se va a los extremos? Creo que no. Por el contrario, es una forma sensata de cuidar su
desenvolvimiento. No olvide que las personas que nos rodean esperan el más mínimo
error para cuestionarnos.
Una oración que no debe faltar jamás en nuestro devocional, es pidiendo a Dios la
fortaleza para vencer la tentación.
El manejo de la desilusión
Algo a lo que no podemos sustraernos y menos quien está matriculado “En la escuela de
Dios” camino al liderazgo, es que siempre encontraremos en el camino a los ingratos.
Personas que no valoran lo que hagamos por ellos.
Su insensibilidad les lleva a sentir que, cuanto hicimos a su favor, es mínimo o no vale la
pena considerarlo. Es el tipo de situaciones que debemos aprender a manejar en
nuestro desenvolvimiento cotidiano.
¿Ejemplos claros? José y dos personas a las que cuidó en la cárcel. Uno era el copero
de Faraón y el otro, su jefe de panaderos. Al primero le interpretó un sueño, por obra de
Dios, que resultó para bien del hombre; al segundo, se le cumplió el anuncio pero en
detrimento de su vida porque fue ajusticiado por orden del monarca.
¿Ha visto líderes que se roban toda la gloria y estando en la cumbre del éxito se olvidan
de Dios y de que fue El quien les ayudó a ascender? Probablemente si. Hay pastores,
obreros y hombres que parecen atribuir a sus méritos y no al poder divino, los logros que
cosechan en su desenvolvimiento eclesial o secular.
Con el paso del tiempo, Faraón tuvo un sueño ¿Recuerda el incidente bíblico? Sí, está
en lo correcto. Soñó con siete vacas flacas que devoraban igual número de vacas
gordas y, a continuación, con siete espigas menudas que se tragaban a siete de buen
tamaño y producción. La situación despertó preocupación en el gobernante.
En tales circunstancias, el jefe de los coperos le dijo al recordar su período en la
cárcel: “Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia;
y se lo contamos, y él interpretó nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme
a su sueño”(Génesis 41:12).
Aquí viene lo interesante. Cuando el joven hebreo fue llevado a presencia del monarca
para resolver el asunto, “Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mi; Dios
será el que de respuesta propicia a Faraón”(versículo 16).
1. Trabajar, estudiar o tener trato a diario con personas sin principios ni valores, no
implica que debemos __________________________con su comportamiento errado,
esto se llama tener ________________________ y obrar conforme a ellos.
3. Aún con todas las situaciones que José tuvo con sus hermanos, el nunca permitió que
el __________________________________ entrara en su corazón.
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