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EL REGRESO…

“Cámpora al gobierno, Perón al poder”, el lema, señalaba el carácter ficticio de la


representación política. El 11 de marzo de 1973, el peronismo triunfó con casi el 50% de los
votos, asumiendo Cámpora la presidencia el 25 de mayo.
Para algunos –peronistas de siempre, sindicalistas y políticos–conservaba la imagen del
líder histórico, que, como en 1945, traería la antigua bonanza, distribuida por el Estado
protector. Para otros –los más jóvenes, los activistas de todos los pelajes– Perón era el líder
revolucionario del Tercer Mundo, que eliminaría a los traidores de su propio movimiento y
conduciría a la liberación, nacional o social, potenciando las posibilidades de su pueblo.
Inversamente otros, encarnando el ancestral anticomunismo del movimiento, veían en
Perón a quien descabezaría con toda la energía necesaria la hidra de la subversión social, más
peligrosa y digna de exterminio en tanto usurpaba las tradicionales banderas peronistas.
Para otros muchos –sectores de las clases medias o altas, quizás los más recientes
descubridores de sus virtudes- Perón era el pacificador, el líder descarnado de ambiciones, el
“león herbívoro” que anteponía el “argentino” al “peronista”, capaz de encauzar los conflictos
de la sociedad, realizar la reconstrucción y encaminar al país por la vía del crecimiento hacia la
“Argentina potencia”.
El 11 de marzo de 1973 el país votó masivamente contra los militares y el poder
autoritario y creyó que se iban para no volver. El 20 de junio, Perón volvió definitivamente al
país. Su llegada estuvo precedida por una gigantesca movilización de masas de más de un
millón de asistentes que revelaban las expectativas que la sociedad había depositado en él.
Los sectores de la izquierda revolucionaria fueron reprimidos por los militares
asociados a sectores de derecha, provocando 13 muertos y muchos heridos en lo que se llamó
luego “la masacre de Ezeiza”.
Dentro del movimiento peronista no se resolvieron los conflictos entre los distintos
sectores que lo conformaron, ejerciendo presión sobre Cámpora que finalmente renunció,
cumpliendo con su parte en la preparación de elecciones para el retorno del líder al poder.
En las elecciones de septiembre de 1973 la fórmula del Frente Justicialista para la
Liberación Nacional estuvo integrada por Perón y su esposa, María Estela Martínez, conocida
como Isabelita, logrando un masivo respaldo en las urnas: el 62% de los votos.

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