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Liderazgo: Orígenes, alcances y nuevas perspectivas de análisis

Roberto Vega M. (*)

La literatura demuestra que el estudio sobre el liderazgo está de “moda” y las


teorías para explicarlo han sido de interés permanente de historiadores,
políticos, educadores, cientistas sociales y psicólogos, situación motivada
principalmente por dos razones, la primera el gran desarrollo del mundo de la
Empresa y de la economía de mercado en Occidente , a partir de la década de
los ochenta, y el segundo más de fondo, y que le resta crédito a la idea que el
liderazgo es una moda, se refiere al carácter social y cultural de los seres
humanos, los cuales desde temprana edad son socializados para integrarse en
instituciones sociales, generalmente como seguidores, pero también en
ocasiones como líderes.

Sobre este particular Howard Gardner dirá que “a diferencia de las demás
especies, el orden de los primates está organizado en jerarquías con claras
relaciones de dominación de sus miembros” (Gardner, 1998, p.42), un segundo
componente importante de nuestra herencia primate sería la propensión a
imitar, y esa imitación sería casi siempre unidireccional, esto es, las personas
sentirán una tendencia natural a imitar a individuos que reconocen como de
rango superior, esta misma tendencia a imitar estaría asociada a la aceptación
de una supuesta estructura social de liderazgo/seguimiento.

La importancia del liderazgo en el desarrollo de las personas y de las


instituciones, presenta hoy en día mayor actualidad, toda vez que las ciencias
sociales y administrativas muestran una clara tendencia a revalorar la
importancia de las personas en el desarrollo de la sociedad y de las
instituciones.
(*) Roberto Vega Massó, Vicerrector Académico Universidad Finis Terrae; Profesor de
Historia, Magister en Historia, Universidad de Santiago de Chile. Doctor en Liderazgo y
Dirección de Instituciones de Educación Superior, Universidad Anáhuac Norte, México. Director
del Centro de Innovación en Metodologías de Aprendizaje (CIMA) y Director del Diplomado en
Metodologías y Habilidades Docentes UFT. Profesor de Método de Caso. (rvega@uft.cl)
La revisión de la literatura acerca de los estudios sobre el liderazgo, nos
muestra que podemos encontrar a fines del siglo XIX la presencia de lo que
podríamos denominar las teorías tempranas de liderazgo a partir del concepto
de la Teoría del Liderazgo del Gran Hombre (Carlyle, 1907), cuyos principios se
basan en un constructo de carácter genético y de la presencia de cualidades
superiores y diferenciadores en determinados hombres que los eleva a la
categoría de líderes.

Otras teorías tempranas proponen el surgimiento del gran líder como


resultado del tiempo, espacio y circunstancia.

Lo que resulta evidente es que la historia demuestra que desde el


surgimiento del hombre, el liderazgo esta relacionado con la necesidad de
dominar y prevalecer sobre otros grupos de hombres y demás especies,
inicialmente sólo por el hecho de sobrevivir y posteriormente por luchas de
poder, hasta convertirse en una necesidad para el éxito. Será Platón quién
apoyará la idea de que el sistema de formación de los ciudadanos debía ser
estructurada de modo de formar filósofos-reyes y asoció dichas virtudes
superiores con la estructura de clase de un estado ideal, la templanza para la
clase artesana, el valor para los militares y la sabiduría para los gobernantes y
la justicia como virtud que debía caracterizar a la sociedad en su conjunto.

Aportes importantes se observarán siglos después en los trabajos de


Nicolás Maquiavelo quién en su obra El Príncipe, se referirá a los métodos que
debe seguir el gobernante para adquirir y mantener el poder político. Bernard
Bass estima que esta obra hará que la palabra líder se vincule con una
connotación oportunista que aconseja modificar opiniones y criterios según el
interlocutor que se debe afrontar (Bass y Stogdill, 1990).

Como ya señalamos, a fines del siglo XIX Thomas Carlyle, da inicio a la


formulación de una teoría del liderazgo, y lo identificará con el gran hombre,
aquél que es capaz de cambiar el curso de los eventos en la historia. Por tanto
el gran hombre no sería el resultado de las circunstancias o de las
necesidades, sino un dominador victorioso de estas, en su análisis propone
que la capacidad y superioridad de un hombre son las que permiten determinar
el destino, de este modo la historia de la sociedad consistiría en la biografía de
las grandes personalidades.

De este enfoque se desprende la teoría de las características o atributos


personales. La diferencia radicará en que el enfoque de los rasgos ya no solo
identifica a quienes se considera superiores, sino que también se interesa por
el estudio de las características de la personalidad, las cuales determinarían la
condición de líder. Inicialmente se creía que la gente nacía con esto rasgos y
que solo los grandes personajes los poseían, durante un tiempo la
investigación se centró en determinar los rasgos específicos que diferenciaban
a los líderes de sus seguidores (Bass, 1990, Northhouse, 1997).

La literatura demuestra que la importancia concedida a la existencia de


una serie de atributos o características particulares de un líder, ha sido un tema
de interés desde que se comenzó a estudiar con rigor el liderazgo.

Estimamos necesario en este punto detenernos un instante y revisar el


término liderazgo. Diremos en primer lugar que se trata de un concepto
reciente vinculado a conductas sociales, principalmente desde la función
directiva en el contexto organizacional. Un segunda perspectiva sostiene que la
misión básica de todo líder, es la de dirigir a un grupo humano hacia metas
deseadas y propuestas, por tanto todo líder debe moverse entre dos
perspectivas, la de saber motivar, promover y orientar, negociar y la de definir,
proponer y lograr el cumplimiento de tareas y objetivos.

En el trabajo de Bass y Stogdill (1990) se señala que el término


liderazgo, aparece en la lengua inglesa hacia el año 1300, y la palabra
leadership no aparece sino hasta la primera mitad del siglo XIX en escritos
sobre el control y la influencia en el Parlamento Británico. De este modo el
término líder y liderazgo, no aparecía en otras lenguas modernas hasta tiempos
recientes, lo cual invita a algunos autores a hablar de una corta data del
término. La exploración del fundamento etimológico de la palabra liderazgo
(leadership), se encuentra en su raíz, to lead (Oxford University Press, 1995),
que significa indicar el camino, guiar, dirigir, mandar, conducir. Líder sería
entonces, quién manda o conduce, en un sentido más amplio el vocablo se
reduciría al concepto de mando, basado en las cualidades superiores de la
persona que manda y es reconocida por sus seguidores.

De este modo, en términos amplios se puede sostener que la literatura


coincide en reconocer que liderazgo se entiende como una relación entre el
líder y sus seguidores, en la cual el líder influiría más de lo que él es influido, en
virtud de esa influencia los seguidores actuarían o sentirían en forma diferente
de lo que ocurriría sin la presencia del líder. Por tanto, no estaríamos en
presencia de solo una superioridad jerárquica burocrática vinculada a una
función directiva, sino que trascendería esta función obteniendo un rol con un
significado más profundo.

No obstante lo anterior, la literatura revisada permite concluir que no


existe consenso sobre la connotación específica del termino liderazgo,
refiriéndose indistintamente a él como una habilidad, cualidad, proceso o
función entre muchas otras, sin embargo en lo que si existe consenso es en
reconocer que el liderazgo se refiere a aquella forma a través de la cual alguien
ejerce influencia sobre un grupo de personas, lo cual indica que se trata de un
fenómeno social. Desde el punto de vista de las diversas disciplinas tampoco
sería arriesgado sostener que el significado de la palabra líder y liderazgo,
varía según el contexto donde se le utilice.

En el trabajo de Iliana Páez Gabriunas y Gustavo Yepes López (2004)


sobre “Liderazgo, Evolución y Conceptualización”, se propone una clasificación
de más de un centenar definiciones de liderazgo que resulta ser muy ilustrativa
y ayudan comprender de mejor forma las distintas conceptualizaciones. De
ellas solo mencionaremos las más afines a nuestra investigación.

La primera conceptualización reconoce al liderazgo como resultado de


la expresión de características personales, por tanto se refiere a la importancia
que los autores le asignan a la presencia de una serie de atributos o
características presentes en el líder. En esta línea aparecen autores como
Peter Northouse (1997), Joan Ginebra (1997), Hedrick Smith (1988), R.M.
Stogdill (1990) y el propio Bernard Bass. Este último sostiene que no
deberíamos reconocer al líder solo por la presencia de una serie de virtudes o
la combinación de cualidades, no obstante lo que si debe hacer es aceptar la
existencia de un patrón personal que si pueden ser relevante en la
observación de las actividades y metas de sus seguidores.

Una segunda línea conceptual se refiere al liderazgo como una forma de


comportamiento, es decir que por sobre los atributos o características, existiría
un patrón de conducta la cual resultaría decisiva en el éxito del liderazgo y que
estaría asociado a la manifestación de tres aspectos visión, comunicación y
confianza. En esta línea aparecerían autores como Warren Bennis (1985) y
Peter Northouse (1997).

En una tercera línea se intentarían precisar que aspectos personales


relativos al líder serían esenciales en el ejercicio del liderazgo, esta postura
inclina por reconocer ciertas habilidades y destrezas, donde la habilidad de
mandar o dirigir seria entendida como la capacidad que caracteriza el actuar y
se manifiesta en el momento requerido, de este modo se asume esa capacidad
como un saber hacer. Autores que respaldarían esta conceptualización serían
Lee Bolman y Terrence Deal (1984), James MacGregor Burns (1978) y
Stephen Covey (1994). Estos autores también reconocerían el dominio de
ciertas habilidades, entre las que destacarían la capacidad de influir sobre un
grupo de personas, la habilidad de motivar y en un tercer orden de recurrencia
aparecería la capacidad de desarrollo del potencial de sus seguidores.

Otros autores, en una cuarta línea conceptual, describen el liderazgo


como una función de la persona que representa o asume el papel de líder, y
que por tanto ven al liderazgo como un rol o actividad que debe desempeñar el
líder para llevar a cabo un proceso que implica varios objetivos a la vez. Estos
objetivos son entendidos como la socialización de la meta o visión con el
equipo de trabajo, la integración y motivación de las personas y, finalmente la
consecución de resultados, de modo que el liderazgo aparecería
principalmente asociado a actividades de motivación. Algunos autores en esta
línea serían John Kotter (1990) y Philip Crosby (1996).

Una quinta línea conceptual entiende al liderazgo como una relación


entre líder y seguidores, en la que existiría influencia de una de las partes y la
confianza de la otra, por tanto será necesario contar con los medios efectivos
para canalizar expectativas y percepciones, en esta conceptualización se le
otorgaría gran importancia a la comunicación, como al manejo de relaciones
interpersonales. En esta línea aparecerían autores como Bernard Bass (1995),
R. Tannenbaum (1971) y Joseph Boyett (1999).

Por otro lado, ciertos autores ven el liderazgo como un proceso que
implicaría la integración de varios factores, como recursos, actores y etapas.
Estas definiciones trabajan dos aspectos para entender el liderazgo como
proceso, la primera es que se requiere una interrelación de al menos dos
partes que se acepten y se reconozcan entre sí y el segundo la existencia de
una clara dirección hacia el objetivo, así como la influencia para que este
objetivo sea compartido. Autores que comparten esta línea serían John
Gardner (1990), R. Lussier y Ch. Achua (2001)

Resulta evidente que las distintas teorías y conceptualizaciones sobre el


liderazgo se han concentrado principalmente en tratar de explicar los factores
relacionados con el surgimiento del liderazgo y su naturaleza. Como ya hemos
señalado las primeras evidencias y teoría sobre el liderazgo surgen en el siglo
XIX, con escritos sobre grandes personajes y acontecimientos en los que ellos
participaron, este enfoque correspondería al ya citado Thomas Carlyle, cuyas
teorías fueron reforzadas por el pragmatista norteamericano William James.

En estudios más recientes Bass (2000) presenta como resultado de sus


investigaciones que los rasgos más comunes de los que existiría evidencia
relevante sobre su relación con el liderazgo serían: inteligencia, formación,
seguridad en el ejercicio de sus responsabilidades, actividad, participación
social y estatus socio-económico. Entre los principales críticos al enfoque de
los rasgos, esta la idea que estos no son suficientes explicativos para
garantizar la efectividad del liderazgo, aunque si contribuyen a ello.

El siglo XX muestra que los estudios se concentrarán más bien en


identificar y medir las cualidades superiores e innatas de los grandes hombres
con el fin de distinguir a los líderes de los que no lo son, lo que dio origen al
enfoque del liderazgo basado en los rasgos.

Posteriormente a mediados de siglo XX se señala que será la forma de


actuar del líder lo que determinará su éxito, estaríamos en presencia del
enfoque conductual, lo que permitirá que los estudios comiencen a concebir el
liderazgo dentro del contexto empresarial, lo que significaba un cambio en el
enfoque histórico de su concepción, en adelante los diferentes enfoques sobre
el liderazgo se basarán en la búsqueda de la efectividad en la gestión de
dirección. El enfoque de la conducta se inicia en los años cincuenta con
estudios que se centrarán básicamente en dos dimensiones del estilo del
liderazgo conocidas como la estructura o la orientación a la tarea y la
consideración o la orientación a las personas o a la relaciones.

De acuerdo con esto, ciertas líneas de pensamiento han vinculado la


complejidad de las situaciones propias del entorno empresarial con el
liderazgo, sosteniendo que no existiría un patrón único de comportamiento, por
lo que correspondería más bien hablar de un enfoque situacional del liderazgo.
Este último enfoque que predominará entre los años 1960 y 1990 ha sido
ampliamente reconocido y estudiado y su premisa básica consiste en sostener
que en situaciones diferentes se requiere diferentes tipos de liderazgo, donde
la efectividad del líder dependerá de la capacidad de adaptar su estilo a las
demandas de cada situación. Se abría la posibilidad de capacitar al individuo
para adquirir esta habilidad.

Este enfoque situacional ha sido uno de los más reconocidos y de él se


han derivado varias teorías y modelos donde quizás la más conocida sea la de
Hersey y Blanchard (1999), esta perspectiva considera que el liderazgo esta
compuesto de dos dimensiones, una directiva y otra de apoyo, las cuales se
deben aplicar apropiadamente de acuerdo a cada situación. Este enfoque
contempla múltiples circunstancias que inciden en el ejercicio del liderazgo,
centrándose especialmente en tres factores: el líder, los seguidores y la
situación.

De la teorías situacionales se han derivado diversos modelos, que en el


caso particular de este trabajo solo las mencionaremos su existencia, sin mayor
desarrollo: La teoría X y Teoría “Y” de Douglas McGregor; el Modelo del
Comportamiento Continuo del líder de Tannenbaum y Schmidt; la Teoría de
Contingencia de Fred Fiedler; la Teoría del Ciclo de Vida de Hersey y
Blanchard; el Modelo de participación en la Toma de Decisiones de Vroom y
Yetton y la Teoría de la Trayectoria-Meta de Robert House y Mitchell.

Si bien es cierto el enfoque de liderazgo situacional ha sido uno de los


más divulgados y aceptados, por la comprensión práctica que permite de los
diversos estilos de dirección, algunos autores critican el concepto de variación
de estilos según la necesidad o situación, ya que consideran que de alguna
manera se desvirtúa la posición única y definida con la que se reconoce al
líder, aspecto asociado a la coherencia y credibilidad, ambos muy importantes
para el liderazgo y además difíciles de lograr.

A partir de 1980 se hablará de una teoría que pretende interpretar el


liderazgo a partir de intercambios o transacciones, que se darían entre el líder y
sus seguidores. En esta dinámica de intercambio se presentarían dos tipos de
relaciones, las que se caracterizan por un mayor compromiso, desempeñando
el líder un rol más activo y cumpliendo funciones mas allá de lo establecido
para su cargo, son las denominadas relaciones internas y las que se
caracterizan por cumplir un rol limitado a sus labores, relaciones de grupo
externo.

A través de este liderazgo transaccional se busca, como en otros


enfoques de liderazgo gerencial el cumplimiento de metas, pero a través de un
intercambio directo entre el líder y el seguidor también se busca alcanzar un
beneficio para ambos. De esta manera, según Bass, el líder y los seguidores se
perciben mutuamente como instrumentos potenciales para lograr las
necesidades de cada uno.

Para James McGregor Burns (1978), la teoría transaccional de relación


entre líderes y seguidores, se explica como un intercambio de gratificaciones
en un espacio político, en el cual líder y seguidores, son negociadores que
buscan potenciar y maximizar sus beneficios políticos. El propio Burns se
refiere a una manipulación acumulativa de intercambios en torno a intereses de
las partes, lo cual haría que estas gratificaciones pierdan vigencia cada vez, en
virtud de los objetivos que se plantean entre si los beneficiarios. “La relaciones
en la teoría del liderazgo transaccional están dominadas por lo rápidos cálculos
de costo beneficio que realizan, tanto líderes como seguidores, buscando su
mayor conveniencia. Incluye hasta el cambio de elección de líderes y
seguidores” (Burns 1978).

Con posterioridad surge un nuevo enfoque, conocido como liderazgo


transformacional, el cual como su nombre lo indica se trataría de un proceso
que cambia y transforma a los individuos. Está relacionado con valores, ética,
estándares y metas de largo plazo. Este enfoque surge a partir del trabajo del
propio James McGregor Burns denominado Leadership (Burns, 1978),
considerado uno de los estudios clásicos sobre el tema, donde el autor
describe a los líderes como aquellos que saben aprovechar las motivaciones
de sus seguidores, para alcanzar mejor las metas de todos.

Uno de los factores que caracterizaría al liderazgo transformacional se


relaciona con el carisma. Este concepto se usó inicialmente para describir un
don especial que poseían ciertos individuos selectos, el cual les daba la
capacidad de realizar cosas extraordinarias. Se estima que el concepto de
carisma fue introducido por Max Weber (1994) en las primeras décadas del
siglo XX, al sostener que los líderes carismáticos son personas
extremadamente estimadas y dotadas de cualidades ejemplares. Weber
propuso una definición de carisma, ampliamente conocida y aceptada, ésta
entiende el carisma como una característica especial de la personalidad, que
otorga a la persona poderes especiales, de origen divino, reservados solo a
unos pocos, tras lo cual la persona es reconocida como líder. Se estima que
Weber encontró en la obra de Rudolph Sohm (Mommsen, (1981), el concepto
de carisma, dicha definición le habría parecido que se adecuaba
excelentemente para la finalidad de una generalización de sus observaciones
sobre sociología de la religión, de este modo Weber habría extraído el
concepto del espiritualismo del cristianismo primitivo y lo utilizó en un sentido
mucho más general, confiaba haber encontrado en el carisma un concepto de
una amplitud suficiente como para poder excluir todos los rasgos ideológicos e
históricamente condicionados de este fenómeno de la influencia de actitudes
valorativas de la realidad social

Según Bernard Bass (Bass y Stogdill, 1990) los líderes carismáticos


tienen una extraordinaria influencia entre sus seguidores, quienes se contagian
con la inspiración moral y el propósito. Estos líderes surgirían usualmente en
tiempos de crisis como salvadores, siendo capaces de suplir las necesidades
emocionales de sus seguidores. En la teoría del liderazgo carismático se le da
gran importancia al grado de aceptación personal que tiene el líder de sus
seguidores “el carisma debe ser visto como una atributo dado por los
seguidores” (Conger, J y A. Kanungo, 1998, p. 48). Por tanto, el carisma más
que una característica personal o un elemento mágico se trata más bien, de un
factor que le otorga tal poder al líder que puede llegar a convocar la
movilización ciega de otros en pro de un objetivo.
Conclusión

De la revisión de la literatura sobre el liderazgo político, social y


organizacional es posible desprender algunas conclusiones o aspectos
comunes a los diversos autores.

a. La forma o modelo de liderazgo que se adopte no está necesariamente


vinculado al conocimiento que el líder tenga de la teoría que la sustenta.
b. La literatura en general no ha encontrado diferencias entre el liderazgo
académico, empresarial, social y político, o dicho de otro modo es
posible de hablar de liderazgo en diversos ámbitos, sin necesidad de
que ninguno de ellos quede invalidado.
c. Los autores que han estudiado el liderazgo al interior de las
organizaciones con una orientación transaccional enfatizan el liderazgo
basado en consensos y sugerencias y los autores transformacionales
señalan que las instituciones académicas son fundadas con base en una
visión y una energía en su dirección.
d. En la literatura en general se observa el liderazgo como expresión del
rol de quién lo ejerce, y como parte de su personalidad y de su relación
con el poder o como agente de cambio.
e. La mayor coincidencia que se observa entre los autores analizados es el
consenso de que la misión básica de todo líder es la de dirigir a un
grupo humano hacia la consecución de metas deseadas y propuestas.
f. Existiría una relación entre líderes y seguidores que se observa en las
capacidades personales, habilidades, destrezas para fijar metas, obtener
resultados, dirigir, motivar, comunicarse, planear y manejar conflictos.
g. El liderazgo toma en cuenta a la persona, las relaciones que se dan
entre el líder y los subordinados, el contexto donde se dan las relaciones
(cultura) y los resultados deseados (visión, metas, objetivos y
desempeño)
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