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Mesa temática 8. Tecnologías del cuerpo, arte y performance.

“Una casa es una máquina de habitar. Arquitectura del Movimiento Moderno como
tecnología de los cuerpos”

Nuviala Antelo, V.1 y V. Nuviala Antelo 2

Palabras Clave
Arquitectura | Movimiento Moderno | Máquina de habitar | Cuerpos | Le Corbusier

(1) Introducción

Entre las décadas de 1910 y 1940 el mundo tal como se lo había conocido parecía desaparecer. La
sucesión casi inagotable de conflictos bélicos traían consigo un encadenamiento de experiencias
hasta el momento desconocido. La irrupción de la máquina en los enfrentamientos abrió una serie
de paisajes irreconocibles, de ciudades devastadas, de cuerpos mutilados, de materialidades
indistinguibles. La máquina también fue contemplada como una posible salida de este nuevo estado
del mundo. La reconstrucción de las ciudades y de los cuerpos se presentaba como ineludible,
imprescindible, indispensable.

El encuentro de la máquina con los cuerpos ha formado parte, durante el siglo XX, de numerosos
debates que han tenido lugar en el marco de diversos campos disciplinares, en los cuales han
proliferado incontables perspectivas (Clark 2003). Asimismo, durante las últimas tres décadas esta
relación -máquina | cuerpo- se ha convertido en uno de los núcleos problemáticos de autoras que
transitan por territorios reflexivos postfeministas y queer (Haraway 1991; Preciado 2002, 2008;
entre muchas otras).

Tomando como punto de partida la propuesta de algunas de estas autoras (Haraway, 1991; Preciado,
2010) acerca de la irrupción que supuso la industria farmacológica y protésica hacia mitad del siglo
XX, en tanto emergente de esta 'relación cuerpo-máquina', nos proponemos explorar el modo en
que la reflexión en torno a este vínculo percoló al campo de la Arquitectura del siglo XX. Un
momento particular del pensamiento y de la praxis arquitectónica, en tanto la conformación de lo
que se conoció como ‘Arquitectura Moderna’ supuso una serie de rupturas con las tradiciones

1 Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (IMHICIHU | CONICET) - Facultad de


Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU | UBA) - victorianuviala@gmail.com
2 Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario Buschiazzo” (FADU | UBA) - Facultad de
Arquitectura Diseño y Urbanismo (FADU | UBA) - nviole@yahoo.com.ar
Académicas, y abrió nuevos espacios de reflexión sobre la arquitectura, el espacio, la máquina, el
ser humano y el cuerpo.

(2) La máquina de entreguerras, entre creación y destrucción

“La 'palabra mecánica se refiere a la


construcción de máquinas que exigen
directamente la presencia del hombre y
de los espacios que las rodean.”3

Durante el período usualmente nombrado de entreguerras (1918-1939), nos encontramos frente a


un nuevo paisaje social, político, económico e ideológico, entre los muchos adjetivos que podemos
enumerar. Un paisaje descripto por la historiografía moderna de incontables maneras (Hobsbawm,
1994) Pero, ¿cómo describir un paisaje que no tiene precedentes en la experiencia de la humanidad?

Desde el presente podemos imaginar paisajes, donde la máquina -una máquina que ahora podemos
pensar como mecanicista- irrumpe en los enfrentamientos bélicos por aire, por agua y por tierra,
dejando a su paso la destrucción, el desmembramiento de materialidades, de un modo tanto
cuantitativo como cualitativamente desconocido hasta el momento. Desde el campo de la
Arquitectura, este fenómeno no pasa desapercibido. Así relata, el arquitecto moderno Charles
Edouard Jeanneret Gris, también conocido como Le Corbusier, este nuevo paisaje: “La guerra ha
terminado el año pasado, aniquilando todo a su paso. Ya la primera guerra 1914-18 había cubierto
de ruinas los países.”(1949: 136)

Asimismo, la máquina continuó una paralela, y esta vez sutil invasión de la vida cotidiana. Durante
las primeras décadas del siglo XX, la máquina había logrado penetrar no sólo en la casi totalidad de
las prácticas de los sujetos, sino también en sus nociones más básicas, como las del tiempo y del
espacio. (ver Imágenes en Anexo I)

La máquina se presentaba como una doble potencia: de destrucción y de creación, ambas ilimitadas.
Esta tensión entre creación y destrucción fundaba un encuentro entre: sentimientos de optimismo 4,
confianza, fe en el progreso, la industria y la máquina; y sentimientos de desconfianza, rechazo y
desesperanza. Sentimientos que sólo se resolverían en la ambivalencia, en la contradicción, en la
tensión. Tan similares a aquellos descriptos por Walter Benjamin respecto de la Modernidad en su
totalidad. (Baudelaire en Benjamin, 2002; Benjamin, 2002)

3 Le Corbusier, 1949: 29
4 “La industria desbordante como el río que corre hacia su destino, nos trae nuevas herramientas, adaptadas a
esta nueva época animada de este espíritu nuevo.” (Le Corbusier, 1923: XXXII)
De de la mano de esta mirada optimista sobre la máquina, sobre la industria como río desbordante5,
germina en el campo de la Arquitectura una nueva pregunta: “Después que se han producido en las
fábricas tantos cañones, aviones, camiones y vagones, uno se dice: ¿No se podrían fabricar casas?”
(Le Corbusier, 1923: 193)

Este interrogante realiza un movimiento único, equiparando a la máquina -en las diversas formas
que tomó a lo largo de la guerra- con la casa, permite volver a la pregunta por la relación entre
cuerpo y máquina, pero esta vez desde el campo de la vivienda. En el ámbito de la Arquitectura del
siglo XX, de la mano del Movimiento Moderno, surgiría por primera vez la reflexión por la
máquina de habitar.

A continuación quisieramos explorar brevemente el contexto arquitectónico en que tiene lugar el


Movimiento Moderno y más específicamente la obra escrita de uno de sus principales
representantes: Le Corbusier. La pregunta que nos guiará será, ¿Cuál es el contexto arquitectónico
en que este movimiento se permite esta pregunta?

(3) Las múltiples trayectorias de la arquitectura moderna: el Movimiento Moderno

“Digno período el que se anuncia, en el


cual el hombre ha abandonado la
pompa”6

Los diversos cambios que supuso la irrupción de la Arquitectura Moderna en el siglo XX delinearon
nuevos modos de concebir la ciudad, la arquitectura y el espacio doméstico. La intención de ruptura
total con el pasado, especialmente con la Arquitectura Académica heredera de la Escuela de Bellas
Artes de Paris; el distanciamiento de los sistemas de composición clásicos; la incorporación de
nuevas técnicas y materiales producto de los nuevos sistemas de fabricación; la concepción del
espacio racionalizado, funcional y estandarizado; así como la depuración del lenguaje a través de la
prohibición del ornamento como recurso estético válido, llevó a la configuración de un nuevo modo
de concebir la arquitectura.

Dentro de las múltiples trayectorias de esta Arquitectura Moderna, se dio en el período de


entreguerras un momento de condensación, que se tradujo en lo que se conoció años más tarde
como Movimiento Moderno. Este movimiento es leído por gran parte de la historiografía como una
ruptura dentro de la historia de la arquitectura (Gideon, 1978; Pevsner, 2011). Y si bien esta
Arquitectura Moderna se presentaba a sí misma como ahistórica, desvinculada del pasado, lecturas

5 Op. cit. Le Corbusier, 1923: XXXII.


6 Op. cit. Le Corbusier 1923, XVI.
posteriores se encargarían de trazar vínculos con los procesos que se venían desarrollando, al menos
desde la Revolución Industrial. Siguiendo con esta línea, ya hacia mediados del siglo XX, algunos
autores se proponían rastrear y reconstruir la historia de la “ahistoria” de las vanguardias y de la
arquitectura del Movimiento Moderno7. (Tafuri, 1984).

Sin embargo, y mas allá de la tensión que puede leerse entre estas interpretaciones, el Movimiento
Moderno de la mano de algunos de sus más conocidos representantes -La Escuela de Diseño
Bauhaus, Walter Gropius, Ludwig Mies Van der Rohe, o Le Corbusier- significaron una inflexión en
esta historia de la modernidad arquitectónica. Este nuevo modo de pensar y de hacer arquitectura
encontraría en los CIAM -Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna-, un espacio de
reflexión, debate y difusión de estas nuevas ideas. Hacia 1923 Le Corbusier reclamaba, “Existe una
multitud de obras de espíritu nuevo que se encuentran, especialmente, en la producción industrial.
La arquitectura se ahoga con las costumbres.” (Le Corbusier, 1923: XXX)

Le Corbusier delineará gran parte de sus reflexiones de avanzada sobre la ciudad, la arquitectura y
la vivienda en dos de sus textos más significativos: “Hacia una Arquitectura” (1923) y el
“Modulor. Ensayo sobre una medida armónica a escala humana aplicable universalmente a la
Arquitectura y la Mecánica”8 (1949). Gran parte de su pensamiento, trasvasará el papel y se verá
traducido tanto en sus obras pictóricas como arquitectónicas y urbanas.

Sin embargo, es en el campo de las ideas producidas a través de la palabra escrita, donde
pretendemos construir nuestro espacio de reflexión, en el particular vínculo que construye entre el
cuerpo y la máquina, a partir de la noción de la máquina de habitar. En torno a estos nuevos
espacios pensados y producidos por el Movimiento Moderno, nos preguntamos, ¿Cuál es la relación
entre el espacio arquitectónico y el cuerpo humano en la máquina de habitar de Le Corbusier?

Es decir, estas máquinas de habitar ¿han sido pensadas para ser habitadas por un ‘cuerpo humano’
estandarizado o para producirlo? Y en tal caso, ¿de qué modo la arquitectura del Movimiento
Moderno modela los cuerpos que habitan o participan de ella?

7 La Arquitectura moderna supone un conjunto de trayectorias, expresiones, ideas, discursos y materialidades, dentro
de las cuales puede ubicarse el Movimiento Moderno. Este movimiento, a su vez está formado por diferentes
arquitectos y experiencias que han compartido ciertas preocupaciones pero que de ningún modo fueron homogéneas.
Por otro lado, este movimiento existe como tal, en tanto construcción historiográfica posterior.
8 Este texto tuvo una segunda parte, titulada “Modulor 2. Los usuarios tienen la palabra” (1955).
(4) La Máquina de Habitar

“Una casa es una máquina de habitar.


Baños, sol, agua caliente, agua fría,
temperatura a voluntad, conservación
de alimentos, higiene. Un sillón es una
máquina de sentarse.”9

El campo de la vivienda, del espacio doméstico, del ámbito privado es y ha sido un espacio de
reflexión complejo e inabarcable. Los múltiples relatos y discursos que le han ido dando forma, dan
cuenta a su vez, de su densidad histórica y teórica. Dentro de estos, la noción moderna de la
máquina de habitar corbusierana ha sido conocida tanto por los cambios que supuso en los modos
de pensar, producir y habitar la vivienda, como por las profundas críticas de las cuales fue
protagonista. Pero principalmente, por la nueva relación que propuso entre el hombre y la máquina.

Tempranamente, Le Corbusier exhorta al mundo a concebir la vivienda como una máquina de


habitar. En su texto-manifiesto Hacia una Arquitectura (1923) sentencia que los espacios deberán
ser ahora funcionales, seriados, modernos y sin vinculación con la historia. Y agrega, la casa debe
ser una casa en serie “Expresado de otro modo, una casa como un auto, concebida y provista como
un ómnibus o una cabina de barco.” (Le Corbusier, 1923: 199) Esta vinculación estrecha, pero
conflictiva se fundaba en la creencia de la necesidad de generar nuevos espacios acordes a la 'vida
moderna'; y sobre todo en el poder que, la arquitectura y la vivienda tendrían a la hora de 'cambiar
el mundo'. Le Corbusier afirma entonces, “El maquinismo, hecho nuevo en la historia humana, ha
suscitado un espíritu nuevo. (...) La vida moderna exige, espera, un nuevo plan para la casa y para la
ciudad” (Le Corbusier, 1923: 69)

La intensidad con la cual Le Corbusier describe su máquina de habitar, nos habla de que esta
metáfora, no era únicamente una metáfora. La casa debería ser, en adelante, una máquina más, que
al igual que un automóvil, un barco o un avión, expresara la potencia que la industrialización había
ejercido hasta entonces. Le Corbusier entiende que: “La nueva forma de la vivienda tendría la
imagen correspondiente a la edad de la máquina, sin cubiertas en punta, con paredes tan lisas como
las planchas metálicas y con ventanas y puertas iguales que en las fábricas.” (Le Corbusier, 1923:
XX)

Sin embargo, su intención última era poder producir cambios en las prácticas que sucedían al
interior de sus espacios. Así, estos escenarios domésticos permitirían experimentar los nuevos
modos de la vida moderna. A su vez, estas nuevas prácticas servirían para repensar y delinear
nuevos espacios. La vivienda tenía y tiene esa doble condición de ser marco productor de prácticas
9Op. Cit. Le Corbusier, 1923: XX.
sociales, las que a su vez promueven nuevos modos de pensar y hacer los espacios que las
contienen. (Aboy, 2005)

Una relación bidireccional que, encierra nuevos modos de concebir al ser humano y al cuerpo. Esta
máquina de habitar que se basaba en nociones de precisión, eficacia y normalización, entendía al
cuerpo como el primer o último engranaje de un sistema complejo y racionalizado. Este discurso de
la máquina de habitar creía que: “Se llegará a la casa-herramienta, a la casa en serie, sana
(moralmente también) y bella con la estética de las herramientas de trabajo que acompañan nuestra
existencia” (Le Corbusier 1923, XXXIII) Mas adelante Le Corbusier diría: “Hay que enorgullecerse
de tener una casa práctica como una máquina de escribir” (Le Corbusier, 1923: 201)

̔
Esta idea arquitectónica,̕ que deviene en discurso moral sobre la relación entre la arquitectura y el
ser humano, entre el cuerpo y la maquina será un campo de exploración para el arquitecto
suizo-francés, durante los primeros pasos del siglo XX. Y si bien las últimas décadas de su
producción dejan ver ciertos distanciamientos o desvíos de esta primera etapa más ortodoxa, hacia
la década de 1950 produce otro de sus más reconocidos textos, dedicados ahora a la construcción de
un sistema de medidas capaz de producir la nueva arquitectura. Un sistema acorde al tiempo de la
máquina, basado en la relación entre el cuerpo humano y las ciencias matemáticas.

Hacia 1923 Le Corbusier proclamaba: “Porque la casa en serie necesita el estudio detallado de
todos los objetos de la casa y la búsqueda de la norma, del tipo” (Le Corbusier, 1923: 223) Años
más tarde, esta proclama se traduciría en su detallado y polémico estudio, el Modulor (1949).

(5) El Modulor: el cuerpo del Movimiento Moderno

Paralelamente a su máquina de habitar, Le Corbusier comenzó a dar forma a aquello que


entendemos como la representación del sujetx-que-habita. Una representación polimorfa, que
aparece en sus planos, en sus collages, en las vistas de sus espacios, en sus esculturas y a través de
sus palabras. Este sujetx polimórfico, puede ser nombrado por momentos como Modulor y
encuentra una suerte de síntesis en su escrito, “Modulor. Ensayo sobre una medida armónica a
escala humana aplicable universalmente a la Arquitectura y la Mecánica.” (1949)

En los inicios este sujeto no es más que un sistema de medidas, descripto por él, como el resultado
del estudio de las relaciones entre el cuerpo humano y las matemáticas 10; surgido de la necesidad de
dar cuenta del carácter 'construido' y 'artificial' del sistema métrico, y sus consecuencias, descriptas

10“Los sabios de la Convención adoptaron una medida concreta tan despersonalizada y desapasionada que se convertía
en una abstracción, en una entidad simbólica: el metro, la diezmillonesima parte del cuadrante del meridiano terrestre.”
(Le Corbusier, 1949: 40)
como negativas por su deshumanización, como perversiones sobre la relación entre los hombres11 y
la Arquitectura (Le Corbusier, 1949).

En una de sus incontables y ambivalentes mutaciones, el sistema de medidas se hace carne, toma la
forma de un cuerpo. En su última entrevista, Le Corbusier explica “El Modulor está basado en el
cuerpo humano ¿entiende? Es un hombre de 1.83, con el brazo levantado 2.26, eso es ya una
proporción áurea ¿no? y así continúa todo, subiendo y bajando...”(Le Corbusier y Desalle, 1999: sn)

El Modulor, es un cuerpo, no cualquier cuerpo sino uno humano. Es también escala, referencia,
medida, proporción, relación y fundación del acuerdo entre el hombre y su medio12. En principio se
presenta como un cuerpo de carne y hueso, con ojos, pies, codos, dedos, que ve con los ojos a 1,70
metros del suelo13. Es un cuerpo natural, instintivo, prísitino, y por tanto universal y ahistórico, es
un cuerpo plagado de ingenuidad14.

Este cuerpo para el que Le Corbusier piensa su máquina de habitar, es uno que dice no tener
tiempo, ni espacio. Es un cuerpo, que como todo universal borra las diferencias, “Todos los
hombres tienen el mismo organismo, las mismas funciones. Todos los hombres tienen las mismas
necesidades” (Le Corbusier, 1923: 108) Un cuerpo con pretensiones de universalismo, y por tanto
de inmutabilidad, un cuerpo que se legitima en una naturaleza regida por leyes, por verdades.

Pero las mutaciones continúan, y las ambivalencias se multiplican. Y este cuerpo natural, universal,
ahistórico, inmutable es también un aparato, una conjunción entre humano y matemática, entre
nacido y construido15. Es una entidad ahistórica que al mismo tiempo es producto de su época, “En
todo hombre moderno hay una mecánica. El sentimiento de la mecánica deriva de la actividad
cotidiana.” (Le Corbusier, 1923: 100)

¿Es este cuerpo universal resultado inevitable de las leyes de la naturaleza, o producto de la
elaboración estandarizada? El Modulor, se presenta y podría ser entendido, por momentos como
una mirada ingenua sobre la naturaleza, al mismo tiempo que, un intento de normalización, una
búsqueda por la seriación y la estandarización. Entendiendo que en palabras de Le Corbusier, “La
normalización reduce los obstáculos, barriéndolos ante la magnificencia de la regla” (1949: 134)

Haciendo un recorrido por las diversas y ambivalentes trayectorias que sigue el Modulor en sus

11Utilizamos los términos hombre y hombres no como equivalentes a sujeto o cuerpo, sino para ser fieles a los textos
del autor que utiliza el término hombre como equivalente a ser humano, sujeto, persona.
12“Solo el arquitecto es capaz de fundar el acuerdo entre el hombre y su medio. (El hombre= una psicofisología; el
medio=el Universo: naturaleza y cosmos)” (Le Corbusier, 1949: 133)
13“El hombre ve las cosas de la arquitectura con ojos que están a 1,70 metros del suelo. Sólo se puede contar con
objetivos accesibles al ojo, con intenciones que utilizan los elementos de la arquitectura.” (Le Corbusier, 1923:
XXXII)
14“El codo, la braza, el palmo, el pie y la pulgada fueron el instrumento prehistórico y siguen siendo el del hombre
moderno.” (Le Corbusier, 1949: 39)
15“... el Modulor es un aparato de medidas fundado en la estatura humana y la matemática. Un
hombre-con-el-brazo-levantado proporciona los puntos determinantes de la ocupación del espacio- el pie, el plexo solar,
la cabeza, la punta de los dedos manteniendo levantado el brazo -tres intervalos que engendran una serie derivada de la
sección áurea, llamada de figonacci... (Le Corbusier, 1949: 75)
escritos, podríamos pensar la tensión entre su presentación como resultado ineludible de las leyes
inmutables de la naturaleza, y por lo tanto de su carácter ahistórico y legítimo, y algunos de sus
pasajes más paradójicos donde afirma, “Se trata de invención pura, personal, hasta el punto que la
invención de un hombre (...)” (Le Corbusier, 1923: 179). Esta tensión habita el texto en su totalidad,
la ambivalencia entre nacido y construido, natural y artificial, universal y estandarizado,
preexistente y resultante.

Este anclaje en lo natural, en lo universal es el que permite el borramiento de cuerpos, de


subjetividades históricamente presentes en el mismo momento en que Le Corbusier escribe: “La
arquitectura se ocupa de la casa ordinaria y corriente, para hombres normales y corrientes” (Le
Corbusier, 1923: xv). Un borramiento, un silenciamiento, que no puede ser leído como pura
inocencia, sino como creencia, como una posible solución al contexto histórico mundial:

Dado que los objetos de fabricación mundial, que hay que dimensionar con el
Modulor, viajan a todas partes, convirtiéndose, por lo tanto, en propiedad de
usuarios de todas las razas y de todas las estaturas, es tan natural como imperativo
adoptar la talla del hombre más alto (seis pies) para que los contenedores que se
fabriquen puedan ser usados también por él (Le Corbusier, 1949: 83-84)

Pronto, este Modulor, esta escala humana -que promete en su título el ensayo-, se revela como una
imagen de un cuerpo que lejos de ser universal, se presenta como un cuerpo masculino -un hombre
de 1.83, con el brazo levantado 2.26-, como un hombre seriado, racional, estandarizado.

Luego de interrogarnos: ¿Para quién piensa Le Corbusier esta máquina de habitar? Nace una nueva
pregunta: ¿Es este Modulor -sujetx | cuerpo- preexistente a la máquina de habitar? O acaso, este
Modulor que encontramos tan detalladamente descripto en sus textos es el cuerpo que busca
construir, modelar con estas nuevas tecnologías que suponen las máquinas de habitar.
(6) Las máquinas 'colaboran' íntimamente con el hombre16

“Hombres y máquinas se ponen de


acuerdo, sensibilidad y matemática, los
números hacen brotar el fruto de
prodigiosas relaciones: trama de
proporciones”17

Este interrogante puede ser reformulado, una y mil veces: ¿A qué | quién se refería Le Corbusier por
máquina de habitar: a la vivienda o los cuerpos que se encontrarían dentro? ¿Es posible que esta
máquina que nos prometía eficacia, comodidad, una adaptación inagotable a nuestras necesidades, a
nuestros deseos no fuera tal? Retomando las palabras de Beatriz Preciado (2006)

Allí donde la arquitectura parece simplemente ponerse al servicio de las


necesidades naturales más básicas (dormir, comer, cagar, mear) sus puertas y
ventanas, sus muros y aberturas, regulando el acceso y la mirada, operan
silenciosamente como la más discreta y efectiva de las ‘tecnologías de género’,
para modelar nuestrxs cuerpos. (Pp. 1)

¿Es posible que estos espacios que se ofrecían como universales, eficaces -con sus blancas paredes
neutrales- buscaran no adaptarse sino dar forma, modelar lxs cuerpos de sus habitantes? En su
ensayo Le Corbusier anuncia: “Nuestras casas forman calles, las calles forman ciudades, y las
ciudades son individuos que cobran un alma, que sienten, que sufren y que admiran” (Le Corbusier,
1923:7) Asimismo agrega, “Estudiar la casa, para el hombre corriente, universal, es recuperar las
bases humanas, la escala humana, la necesidad-tipo, la función-tipo, la emoción-tipo. Es así. Es
capital. Es total.” (Le Corbusier, 1923: XVI)

A lo largo de sus ensayos Le Corbusier reproduce una serie de tensiones: cuerpo-máquina,


natural-construido, universal-estandarizado. Tensión que se observa en su noción misma de
Arquitectura como “primera manifestación del hombre que crea su universo”, pero que es a su vez
creada “a imagen de la naturaleza, sometiéndose a las leyes de la naturaleza, a las leyes que rigen
nuestra naturaleza, nuestro universo.” (1923: 56) Frente a esta tensión podríamos abrir un campo de
debate entre opuestos absolutos: artificial – natural, cuerpo – máquina; sin embargo nuevas
perspectivas permiten dinamitar estas estructuras binarias, abriendo nuevos y ambivalentes espacios
de reflexión: “¿Por qué deberían nuestros cuerpos terminar en la piel o incluir en el mejor de los
casos, otros seres encapsulados por la piel?” (Haraway, 1991)
16 Op. Cit. Le Corbusier, 1923: 231.
17 Op. Cit. Le Corbusier, 1949: 134.
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Tournikiotis, Panayotis (2001) La historiografía de la arquitectura moderna, Madrid, Librería


Mairea y Celeste Ediciones.
Anexo I

(b)

(a) (c)

(d)

(a) Madre con su hijo, 1941, © IWM (D 3918), recuperada de:


http://www.iwm.org.uk/collections/item/object/205198677.
(b) Niños con máscaras de gas, © IWM, recuperada de: http://www.iwm.org.uk/collections.
(c) Poster “Save waste for war weapon”, Art.IWM PST 14688, recuperada de:
http://www.iwm.org.uk/learning/resources/second-world-war-posters.
(d) Vidriera en Londres, 1946. Fotógrafo desconocido. Photo N°: 2031-D1024, recuperada de:
sparvagsmuseet.sl.se.
Anexo II

(e) (f)

(g) (h)

(e) Tapa del texto Hacia una Arquitectura, Le Corbusier, 1923


http://arquibooks.blogspot.com.ar/2009/01/hacia-una-arquitectura-le-corbusier.html

(f) Tapa del texto El Modulor, Le Corbusier, 1949

(g) Imagen del Voiture Minimum_1936_LC y P. Jeanneret


VV.AA, Le Corbusier, Le Grande, Londres, Phaidon, 2008

(h) Imagen de La analogía maquinista, Maison Citrohan, Le Corbusier, 1920


VV.AA, Le Corbusier, Le Grande, Londres, Phaidon, 2008

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