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Teresita nos enseña entonces a recibir a Dios para que El haga en cada uno de nosotros
su obra creadora, transformadora, santificadora.
Te recibe como eres, aún con tu fragilidad, tu pequeñez, tus deseos de ser mejor y con tu
pecado y te da unas alas nuevas, una vida nueva, una felicidad y una fuerza capaz de
hacer de ti un ser creado por El desde adentro.
Teresita se siente pequeña y ahí está su secreto: se abandona con un niño en la manos
de su padre Dios y sabe que Él le dará todo y mucho más.
El Pajarillo
…Jesús, Jesús, si el deseo de amarte es tan delicioso, ¿Qué será poseer el amor, gozar
del Amor?
¿Cómo un alma tan imperfecta como la mía puede aspirar a poseer la plenitud del Amor?
¡Oh Jesús, mi primero, mi único Amigo! Tú a quien únicamente amo, dime, ¿Qué misterio
es éste? ¿Por qué no reservas esas inmensas aspiraciones para las almas grandes, para
las águilas que planean en las alturas?
Yo me considero como un débil pajarito cubierto de suave plumón. No soy un águila. Del
águila tengo sólo los ojos y el corazón, pues, a pesar de mi extremada pequeñez me
atrevo a fijar la mirada en el Sol Divino, el Sol del Amor y mi corazón siente todas las
aspiraciones del águila….El pajarito querría volar hacia el Sol brillante que fascina sus
ojos, querría imitar a sus hermanas águilas a quienes ve elevarse hasta el horno ardiente
de la Santísima Trinidad…. ¡Ay! Todo lo que puede hacer es agitar sus alitas, pero echar
a volar, eso no está en la pequeñez de su poder.
¿Qué va a ser de él? ¿Morirá de pena al verse tan impotente? De ninguna manera. El
pajarito ni siquiera se va afligir. Con audaz abandono quiere seguir mirando a su Sol
Divino; nada será capaz de atemorizarlo, ni el viento, ni la lluvia, y si las nubes oscuras
llegaran a esconder al Astro de Amor; el pajarito no cambiará de lugar, porque sabe que
detrás de las nubes su Sol sigue brillando, sin que su esplendor pueda eclipsarse ni un
instante.
Jesús, comprendo tu amor por el pajarito hasta este momento puesto que no se aleja de
Ti. Pero Tú sabes y yo también lo sé, que con frecuencia, la imperfecta criaturita, aunque
permaneciendo en su lugar (es decir bajo los rayos del Sol), se deja distraer un poco de
su única ocupación: picotea una semillita a derecha e izquierda, corre tras un gusanito, o
chapotea en un charquito y se moja sus plumitas apenas formadas, ve una flor que le
gusta y su diminuto espíritu se ocupa de esa flor; en una palabra ya no puede planear
como las águilas, el pobre pajarito se ocupa de las bagatelas de la vida.
Jesús, tu pajarito está contento de ser débil y pequeño. ¿Qué sería de él si fuese grande?
A estos buitres, imágenes de los demonios, no les teme el pajarito, porque no está
destinado a ser su presa sino la del águila que él contempla en el centro del Sol de Amor.
¡Verbo Divino!, tú eres el Águila adorada que amo y que me atrae. Eres Tú quien,
lanzándote hacia la tierra del exilio, has querido sufrir y morir a fin de atraer a las almas
hasta el eterno y ardiente foco de la Trinidad Santísima. Eres Tú, quien, remontándote
hacia la Luz inaccesible que será en adelante Tu morada, te quedas todavía en este valle
de lágrimas, escondido bajo las apariencias de una hostia blanca….
Águila Eterna, Tú quieres alimentarme con tu divina sustancia, a mí, pobre criaturita, que
volvería a la nada si tu mirada divina no me diera la vida a cada instante.
Jesús, yo soy demasiado pequeña para hacer grandes cosas, y mi propia locura es
esperar que tu Amor me acepte como víctima. Mi locura consiste en suplicar a mis
hermanas las águilas, que me obtengan el favor de volar hacia el Sol del Amor con las
alas mismas del Águila Divina.
Por todo el tiempo que Tú quieras, Amado mío, tu pajarito se quedará sin fuerzas y sin
alas, pero siempre tendrá los ojos fijos en Ti; quiere ser fascinado por tu mirada divina,
quiere convertirse en la presa de Tu amor. Tengo la esperanza de que un día vendrás,
Águila Adorada, a buscar a tu pajarito y remontándote con él al Foco de Amor, lo
sumergirás para toda la eternidad en el ardiente abismo de ese Amor al que se ha
ofrecido como víctima…