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LA CONFIANZA, SÓLO LA CONFIANZA…

Teresita del Niño Jesús nos enseña que la santidad no es


realizar un esfuerzo sobrehumano para alcanzar méritos
que nos vuelvan superiores a los demás...

La santidad para Teresita es antes que nada llegar


simplemente ante Dios, presentarle humildemente mi
pequeñez y tener una confianza sin límites, sabiendo que Él
como un buen papa me va a recibir amorosamente, no me
va a castigar o a condenar, al contrario: me va a cargar en
sus brazos, me va a transformar amorosamente y ME VA A
DAR TANTO AMOR, QUE SERÁ JUSTAMENTE ESE
AMOR EL QUE VA A HACER DE MI UNA CRIATURA
NUEVA, FELIZ Y SANTA, capaz de amar hasta el extremo,
capaz de perdonar y hacer feliz la vida de los demás.

Teresita nos enseña entonces a recibir a Dios para que El haga en cada uno de nosotros
su obra creadora, transformadora, santificadora.

Se trata de creer con osadía en un Dios bueno, Padre de Perdón.... Él no se escandaliza


de tu pecado:

Te recibe como eres, aún con tu fragilidad, tu pequeñez, tus deseos de ser mejor y con tu
pecado y te da unas alas nuevas, una vida nueva, una felicidad y una fuerza capaz de
hacer de ti un ser creado por El desde adentro.

Teresita se siente pequeña y ahí está su secreto: se abandona con un niño en la manos
de su padre Dios y sabe que Él le dará todo y mucho más.

Fray Alejandro Tobón, OCD

HISTORIA DE UN ALMA (Sta. Teresa del Niño Jesús)

Pensamientos de Santa Teresita del Niño Jesús

El Pajarillo

…Jesús, Jesús, si el deseo de amarte es tan delicioso, ¿Qué será poseer el amor, gozar
del Amor?

¿Cómo un alma tan imperfecta como la mía puede aspirar a poseer la plenitud del Amor?
¡Oh Jesús, mi primero, mi único Amigo! Tú a quien únicamente amo, dime, ¿Qué misterio
es éste? ¿Por qué no reservas esas inmensas aspiraciones para las almas grandes, para
las águilas que planean en las alturas?

Yo me considero como un débil pajarito cubierto de suave plumón. No soy un águila. Del
águila tengo sólo los ojos y el corazón, pues, a pesar de mi extremada pequeñez me
atrevo a fijar la mirada en el Sol Divino, el Sol del Amor y mi corazón siente todas las
aspiraciones del águila….El pajarito querría volar hacia el Sol brillante que fascina sus
ojos, querría imitar a sus hermanas águilas a quienes ve elevarse hasta el horno ardiente
de la Santísima Trinidad…. ¡Ay! Todo lo que puede hacer es agitar sus alitas, pero echar
a volar, eso no está en la pequeñez de su poder.

¿Qué va a ser de él? ¿Morirá de pena al verse tan impotente? De ninguna manera. El
pajarito ni siquiera se va afligir. Con audaz abandono quiere seguir mirando a su Sol
Divino; nada será capaz de atemorizarlo, ni el viento, ni la lluvia, y si las nubes oscuras
llegaran a esconder al Astro de Amor; el pajarito no cambiará de lugar, porque sabe que
detrás de las nubes su Sol sigue brillando, sin que su esplendor pueda eclipsarse ni un
instante.

Es verdad que, a veces, el corazón del pajarito se ve envuelto en la tormenta. Le parece


no creer que exista otra cosa que las nubes que lo rodean: es el momento de la alegría
perfecta para la pobrecita y débil criatura. ¡Qué dicha quedarse ahí a pesar de todo, no
apartar la mirada de la luz invisible que sustrae a su fe!

Jesús, comprendo tu amor por el pajarito hasta este momento puesto que no se aleja de
Ti. Pero Tú sabes y yo también lo sé, que con frecuencia, la imperfecta criaturita, aunque
permaneciendo en su lugar (es decir bajo los rayos del Sol), se deja distraer un poco de
su única ocupación: picotea una semillita a derecha e izquierda, corre tras un gusanito, o
chapotea en un charquito y se moja sus plumitas apenas formadas, ve una flor que le
gusta y su diminuto espíritu se ocupa de esa flor; en una palabra ya no puede planear
como las águilas, el pobre pajarito se ocupa de las bagatelas de la vida.

Sin embargo, después de todas esas fechorías, en vez de ir a esconderse en un rincón


para llorar sus miserias y morirse de arrepentimiento, el pajarito se vuelve hacia su
Amado Sol, expone a sus rayos bienhechores sus alitas mojadas, gime como la
golondrina y en ese suave canto le confía sus infidelidades contándolas en detalle, pues
en su temerario abandono piensa que adquirirá así mayor imperio, que atraerá más
plenamente el amor de Aquel que no ha venido a llamar a los justos sino a los
pecadores….

Si el Astro adorado permanece sordo a los gorjeos quejumbrosos de su criaturita, si


permanece velado, la criaturita se queda mojada aceptando estar transida de frío y se
regocija también por este sufrimiento, que empero se lo tiene merecido.

Jesús, tu pajarito está contento de ser débil y pequeño. ¿Qué sería de él si fuese grande?

Nunca tendría la audacia de comparecer en tu presencia, de dormitar delante de Ti. Si,


esta es otra flaqueza del pajarito: cuando quiere clavar su mirada en el Sol Divino y las
nubes le impiden ver siquiera uno de sus rayos, sus ojitos se cierran a pesar suyo,
esconde su cabecita debajo de la alita y el pobrecito se duerme, creyendo que sigue
mirando a su Astro querido. Cuando se despierta no se desconsuela, su corazoncito
queda en paz y vuelve a comenzar su oficio de amor. Invoca a los ángeles y a los santos
que se elevan como águilas hacia el fuego devorador, objeto de su deseo y las águilas
apiadándose de su hermanito, lo protegen, lo defienden y ahuyentan los buitres que
querrían devorarlo.

A estos buitres, imágenes de los demonios, no les teme el pajarito, porque no está
destinado a ser su presa sino la del águila que él contempla en el centro del Sol de Amor.

¡Verbo Divino!, tú eres el Águila adorada que amo y que me atrae. Eres Tú quien,
lanzándote hacia la tierra del exilio, has querido sufrir y morir a fin de atraer a las almas
hasta el eterno y ardiente foco de la Trinidad Santísima. Eres Tú, quien, remontándote
hacia la Luz inaccesible que será en adelante Tu morada, te quedas todavía en este valle
de lágrimas, escondido bajo las apariencias de una hostia blanca….

Águila Eterna, Tú quieres alimentarme con tu divina sustancia, a mí, pobre criaturita, que
volvería a la nada si tu mirada divina no me diera la vida a cada instante.

Jesús, en el exceso de mi agradecimiento, déjame decirte que tu Amor llega hasta la


locura…Yo sé que los santos han hecho locuras por Ti, han hecho grandes cosas porque
eran águilas.

Jesús, yo soy demasiado pequeña para hacer grandes cosas, y mi propia locura es
esperar que tu Amor me acepte como víctima. Mi locura consiste en suplicar a mis
hermanas las águilas, que me obtengan el favor de volar hacia el Sol del Amor con las
alas mismas del Águila Divina.

Por todo el tiempo que Tú quieras, Amado mío, tu pajarito se quedará sin fuerzas y sin
alas, pero siempre tendrá los ojos fijos en Ti; quiere ser fascinado por tu mirada divina,
quiere convertirse en la presa de Tu amor. Tengo la esperanza de que un día vendrás,
Águila Adorada, a buscar a tu pajarito y remontándote con él al Foco de Amor, lo
sumergirás para toda la eternidad en el ardiente abismo de ese Amor al que se ha
ofrecido como víctima…

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