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6. L. Esquivel: El libro de las emociones, Random House Mondadori, Barcelona, 2005, p. 42.
7. Ibíd., p. 44.
8. Ibíd., p. 41.
9. C.S. Lewis: La experiencia de leer. Un ejercicio de crítica experimental, Alba, Barcelona, 2000, p. 23.
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10. Francine Masiello: «La insoportable levedad de la historia: los relatos bestseller de nuestro
tiempo» en Revista Iberoamericana No 193, 10-12/2000, pp. 799-814.
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Jeffrey Cedeño
¿A qué gobierno le puede interesar que un soldado sienta compasión por el enemigo
al que tiene que aniquilar? ¿Que piense en el dolor que va a provocar en la esposa y
los hijos de ese hombre al momento de matarlo? ¿O a qué inversionista le agradaría
que una anciana se negara a vender su casa ubicada en un área altamente comercial
porque en ella nacieron sus hijos y nietos? (…) ¿A quién importan los ríos, las casas,
los árboles, los monumentos históricos, los campesinos, los pobres cuando está de por
medio el desarrollo económico? ¿Cuál es el valor que tienen en el mercado las emociones?
Ninguno. Y tal parece que a muchos les encantaría acabar de plano con ellas para que no in-
terfieran en sus proyectos de desarrollo (…) Pero a las emociones no se les puede vender tan
fácilmente.11
16. Estas segmentaciones nacionales dificultan la formación de una lengua común subcon-
tinental en la medida en que una colección de tal alcance limita con una no identificación
lingüística entre los lectores de los diversos países y, justo allí, el mayor riesgo para el retorno
de la inversión.
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Tanto la crítica literaria marxista como los estudios culturales tienen razón
al señalar que el arte y la literatura moderna occidental redujeron sus histo-
rias a un asunto de tradición y ruptura, evolución y revolución, imitación e
innovación siempre tras una metafísica sustraída de la Historia correlativa
a la estructuración de la conciencia de la clase burguesa. En efecto, otra po-
lítica de interpretación de la Historia evidenció tramas aún más complejas,
y no gratuitamente en las últimas décadas del siglo pasado las políticas de
identidad fracturaron perspectivas tradicionales y hegemónicas dentro del
campo sociocultural. Pero creo que el surgimiento del relativismo cultural, si
bien legítimo, ha desalojado, de múltiples maneras, el valor histórico que aún
posee la tradición literaria de la modernidad occidental, cualquiera que sea…
Lo que resta de ese valor de lo nuevo en la idolatría moderna ya ni siquiera
es el kitsch, el retorno crítico o paródico del pasado en el presente, sino la
franca mercantilización de una literatura que, muchas veces bajo la preten-
dida reafirmación política de la identidad, desaloja lo político y la historia y,
en esa justa medida, la vida. Este es tan solo uno de los múltiples resultados
que convocan las fuerzas transnacionales del mercado editorial y algunas
intervenciones de los movimientos progresistas de identidad cuando deciden
democratizar la literatura al servicio de fines políticos, sin apuntalar la relación
del discurso literario con la dimensión simbólica del mundo social. Resulta
claro entonces que, hoy, poner el pie en la identidad es, de algún modo, pisar
el maleable terreno del mercado.
18. Citado en Josefina Ludmer: Las culturas de fin de siglo en América Latina, Beatriz Viterbo, Rosa-
rio, 1994, p. 21.
19. Ob. cit., pp. 1-20.
20. Ibíd., p. 20.
21. Pero anclar la razón de ser de la política en la cultura no garantiza de antemano una redistri-
bución significante en la representación identitaria de las minorías, precisamente por la diver-
sificada gramática cultural que informa los procesos de producción y circulación del capital en
el cambio de siglos. Resulta claro que lo anterior interroga en toda su amplitud y complejidad el
campo de posibilidades estratégicas que opera el diálogo entre lo cultural y lo político dentro del
espacio de la representación que inscriben no solo lo estético y lo social, sino también el mercado
global en sus múltiples asimetrías; lo que no implica, en modo alguno, una reducción de lo polí-
tico a las representaciones culturales o a las identidades sociales. Michel de Certeau advierte que
«[m]antener esta representación cultural es entrar en el juego de una sociedad que ha constituido
lo cultural como espectáculo, y que instaura por todas partes los elementos culturales como
objetos folclóricos de una comercialización económico-política». Sostiene, además, la necesidad
de inscribir una estrategia, pues las decisiones que designa «ponen en crisis una organización
de poderes. Poner de manifiesto esta relación es regresar al sistema social a través de un análisis
político». Culture in the Plural, The University of Minesotta Press, Minneapolis, 1997, p. 157.
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tituyan fenómenos del mundo público22 –sin duda un valor por resguardar,
una esfera por defender–, la propiedad de la cultura se encontrará en franca
e irremediable disputa.
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Recibido: 04/V/2014 Aceptado: 13/VI/2014 Cuadernos del CILHA - a. 15 n. 21 – 2014 (123-136)
Fernando Larraz
Universidad de Alcalá
fernando.larraz@uah.es
España
Abstract: Publishing industry has special features of which other kinds of productive and
commercial activities lack. Book publishers occupy a significant position in a cultural field as
the objet which they produce has got a symbolic significance that includes putting in
objective terms identities and cultural traditions. According to that and to the fact that
language is the main common factor in publishing activity, this paper puts forward the
need to study the relations between publishing industries in Spanish language as a key to
the development of literary history in these countries. This particular transatlantic link —
most often visible in terms of competitiveness— would integrate the net of connections
that explain why national literary histories cannot be understood isolated from a linguistic
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transnational community. In particular, this paper focuses on the directions of the
publishing relations between the two main publishing industries in Spanish: Spain and
Argentina. This premise leads us to distinguish, along the 20th century, four major
paradigms according to representational patterns, publishing strategies and political and
trade contexts which have objective consequences on literary processes of canonization.
Los editores, como industria, juegan por tanto en el campo de la cultura y no son meros
gestores de ella. Su mediación no es neutral: tampoco aquí la forma es discernible del
fondo; su labor incide incuestionablemente sobre la literatura. Detentan un poder
central: convertir en materia y hacer visibles para el público a los textos y a los autores.
Son, en realidad, quienes dirimen qué texto es publicable y bajo qué forma y cuál no lo
es. Son árbitros del campo literario, pero unos árbitros sui generis porque también
participan —y de manera activa— en la fijación de las normas. Han pasado ya muchos
años desde que Roger Escarpit hizo hincapié en la relación causal que existe entre
industria editorial, sociología del gusto estético y creación literaria. Al principio de su
incursión pionera en el campo de la sociología literaria dejó establecido que ―no deja de
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ser indiferente para la comprensión de las obras que el libro sea un producto
manufacturado, distribuido comercialmente, y sujeto por tanto a la ley de la oferta y la
demanda‖ (1968: 10). Dado que el libro debe someterse a su realidad industrial y
comercial, el editor es depositario de una especial responsabilidad en los procesos de
comunicación literaria. Este ascendiente consiste en una triple manipulación que, en el
cumplimiento de sus funciones, ejerce sobre los textos literarios y que se resume en los
verbos ―seleccionar‖, ―fabricar‖ y ―distribuir‖ (1958: 68).
Dada la doble condición doble del libro como ―mercancía y significación‖, dotada de un
capital simbólico y potencial generador de un capital económico, la edición posee un
estatus especial que eleva al editor a una casta de aristocracia empresarial. No porque
los editores sean en un sistema productivo los empresarios que más réditos obtienen,
sino porque la finalidad de su elaboración se eleva sobre el resto de mercancías
susceptibles de ser producidas y comercializadas. Se advierte con frecuencia que sacar
a la luz libros con cierto éxito requiere cualidades adicionales a las del fabricante de
botones o de derivados del petróleo. Para ser editor es preciso sumar a las aptitudes
comerciales una especial competencia lectora y una comprensión exhaustiva del campo
cultural vigente. Lo cual significa que el editor es un rara avis; sin ser creador o
investigador, es un promotor de las letras de suma relevancia que se ha visto
involucrado accidentalmente en el ámbito de los números y el comercio. Esta aptitud —
manifestada no en una persona, sino en un comité editorial que fija los criterios de
―publicabilidad‖ de un texto― remite al concepto clásico del editor, el que pertenece a
un tiempo mítico en el que su labor consistía en iluminar derroteros estéticos hasta
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El campo editorial de los países de habla hispana presenta una particularidad en tanto
que cada industria nacional posee una relación estrecha con las demás del ámbito
lingüístico. Existe un enorme número de destinatarios, dispersos en multitud de
estados, que leen en una misma lengua y que, si bien sus gustos son diversos, poseen
en común una misma lengua, característica necesaria para convertirse en consumidor
editorial. Esto no significa que haya un único mercado editorial: de la misma manera
que existen industrias editoriales nacionales existen públicos con sensibilidades e
historias diferentes. Pese a ello, estudiar la historia editorial española o argentina (o
chilena, mexicana, uruguaya o venezolana) de manera aislada puede llevar a
conclusiones parciales porque la evolución de cada uno de estos espacios ha ido
construyéndose en relación de competencia con los demás. Así pues, en tanto que
industria cultural, la edición está determinada por los ámbitos lingüísticos, los cuales
crean mercados más o menos autónomos. Al emplear el sintagma ―industria cultural‖ se
está aplicando las categorías comerciales a la cultura. En la cultura hay adherencias y
trazas identitarias de las que carecen otros productos susceptibles de expandirse
comercialmente por el mundo. Adherencias y trazas identitarias que, desde luego, se
encuentran también en otras industrias, como la alimentaria, la musical, la del mueble o
la del transporte pero cuya configuración ideológica aparece vehiculada de una manera
mucho más explícita en el libro. En esta relación, por lo dicho anteriormente, está
implicada la posibilidad de transformar en cultura escrita la idiosincrasia nacional, por
muy múltiple y ambiguo que este concepto resulte. La competencia será entendida al
mismo tiempo en términos de competencia comercial y cultural. Dicho de otra manera,
en ningún sector empresarial se entrelazan de una manera tan intrínseca relaciones de
dominio comercial y cultural ―de metrópoli y colonia― como en las industrias culturales
y, particularmente, en la industria cultural que ha tenido una repercusión más
dominante en los países hispánicos a lo largo del siglo XX: la industria editorial. Y
también por ello, es difícil encontrar tantos discursos legitimadores de una posición de
dominio ―con argumentos no meramente comerciales sino de carácter histórico, social,
antropológico, lingüístico…― como en el caso del comercio de libros.
No cabe dar respuesta a estos interrogantes en las páginas que siguen, pero sí acaso
tratar de situar sus coordenadas. Para afrontar estas cuestiones, proponemos un rápido
repaso por la historia de las relaciones editoriales entre Argentina y España,
estableciendo cuatro paradigmas consecutivos que formalizan las bases de estas
relaciones. El filósofo de la ciencia Hans Kuhn empleó el término ―paradigma‖ para
nombrar un ámbito de creencias, valores y técnicas que comparten los miembros de
una comunidad científica. En nuestro estudio, nos valemos de un concepto débil de
―paradigma‖ para significar un esquema formal con el que se definen los modelos de
transmisión cultural a través del libro atendiendo a su producción, difusión y recepción.
Así, por paradigma entenderemos en este contexto el esquema formal que define el
contacto entre la culturas producidas en Argentina y España a través del libro y que
incluye pautas representacionales, estrategias editoriales y políticas y económicas en las
que se objetiva la ideología dominante de cada periodo histórico. Hay en ello, desde
luego, representaciones simbólicas de la otra orilla atlántica, así como correlaciones de
poder y estrategias de dominio, puesto que se trata en todo caso de una relación de
competencia. Las mutaciones de un paradigma a otro se deben a uno o varios factores
externos en los que se implica una triple crisis —económica, política y
representacional— que afecta a las relaciones culturales entre los dos espacios.
Obviamente, no hablamos de los grandes cambios en la historia del libro sino a
mutaciones y evoluciones que permiten trazar una continuidad en los cambios
protagonizados por el libro en lengua española.
Mucho antes de la gran revolución de los medios de masas, los libros ya operaban su
pequeña globalización. Cuando no había hamburgueserías en Asia ni retransmisiones
deportivas de fútbol europeo en América Latina, un lector culto de Argentina podía
acceder a las novedades editoriales de Madrid, París y Leipzig. Los catálogos editoriales
de un país reflejan la configuración de la cultura nacional; en ellos se vislumbra el peso
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A lo largo del siglo XX cabe discernir cuatro grandes paradigmas en las relaciones
editoriales entre España y Argentina en particular y España y América Latina en general.
El primero de ellos podría denominarse ―El meridiano intelectual‖, de acuerdo con el
famoso editorial de 1927 escrito por Guillermo de Torre y publicado en La Gaceta
Literaria, y abarcaría aproximadamente desde 1914 —cuando al calor del desarrollo
económico de España, comienzan a fortalecerse las verdaderas redes comerciales del
libro entre España y América Latina— hasta 1936 —cuando, a raíz del estallido de la
guerra civil, España pierde a favor de Argentina la primacía editorial en castellano—.
Para el segundo paradigma proponemos el marbete ―La edad de Oro de la edición
argentina‖, empleado por diversos autores y que cubre los años que van de 1936 a
1961, periodo de máxima y explícita conflictividad entre editores argentinos y españoles
en el que Buenos Aires ocupa a su inicio y abandona a su final —nuevamente por
motivos políticos y económicos— el epicentro de la actividad editorial en lengua
española. Un tercer modelo, efímero pero representativo, acaso el más profusamente
estudiado, es el dominado por el fenómeno literario-editorial ―Boom de la literatura
hispanoamericana‖ (1961-1980), en el que se pone en la balanza, de manera muy
palmaria, la relación de oposición/comprensión entre dinero y arte. Y, por último,
podemos considerar el periodo que se inicia en la década de 1980 y que está
caracterizado por la globalización del libro en español.
discursos en los que se arma una alianza perfecta entre ambas. Así se ve en el editorial
de La Gaceta Literaria con que he querido nombrar esta etapa del 1 de abril de 1927, el
famosísimo artículo de Guillermo de Torre que concluía del siguiente modo:
¿de qué ha servido tamaño estruendo verbalista, cuál ha sido, en el orden práctico, su
utilidad inmediata, si nuestra exportación de libros y revistas a América es muy escasa, en
proporción con las cifras que debiera alcanzar, si el libro español, en la mayor parte de
Sudamérica, no puede competir en precios con el libro francés e italiano; y si por otra
parte, la reciprocidad no existe? (De Torre, 1927: 1).
El artículo tiene una repercusión extraordinaria en Argentina, país donde está teniendo
lugar una industria editorial incipiente y, simultáneamente, un intenso debate acerca de
la identidad cultural centrado en torno al hispanismo y a otras influencias extranjeras.
Así se entiende la polémica que generó, manifestada sobre todo en la respuesta airada
de los jóvenes redactores del Martín Fierro con Jorge Luis Borges a la cabeza, aúna la
reacción contra la pretendida ascendencia hispana sobre de los movimientos literarios
—en particular de las vanguardias (Alemany 1998)— con un enfoque indisociable, el del
colonialismo editorial al establecer el imperativo origen español de los libros leídos en
Argentina. La relación indisoluble entre intereses materiales (el libro, la industria) e
intelectuales (las ideas, las obras) está subrayada por la particular posición de Guillermo
de Torre, crítico, editor y autor con fuertes vinculaciones transatlánticas ya por
entonces. Y sin embargo, bajo el paraguas legitimador de este discurso y la realidad del
dominio mercantil, en esta época expansiva, en particular durante los años treinta,
muchas de las obras más importantes de la narrativa hispanoamericana se habían
publicado por primera vez en España. Son los casos, por ejemplo, de las primeras
ediciones de Doña Bárbara (Araluce, 1929), de Rómulo Gallegos; Leyendas de
Guatemala (Oriente, 1930), de Miguel Ángel Asturias; Ecue-Yamba-O (Rivadeneyra,
1933), de Alejo Carpentier; El tungsteno (Cénit, 1931), de César Vallejo; y Las lanzas
coloradas (Zeus, 1931), de Arturo Uslar Pietri. Al mismo tiempo, los editores españoles
se establecen de manera definitiva en Buenos Aires a través de filiales y sucursales. De
hecho, el editorial de Guillermo de Torre se entiende sobre todo a raíz de la política
editorial española de aquellos años, claramente volcada hacia los mercados exteriores,
imprescindibles para colocar sus excedentes de producción. Un ejemplo de esta
necesidad empresarial travestida de legitimidad histórica lo constituye, unos años
después, el decreto que dio lugar al Instituto del Libro Español, de 1935, una vez
garantizada la hegemonía de los editores españoles en América, en el que se fija que,
entre sus objetivos, ―el más apremiante, por los resultados inmediatos que promete, es
la creación de depósitos o stocks de libros en América Latina‖. Nuevamente se apelaba
a tópicos de índole trascendente (―vehículo espiritual entre la América Latina y España‖)
para la defensa de intereses económicos (―producto al que hay que hacer accesibles
mercados‖)1.
1
―Decreto creando el Instituto del Libro Español‖, Gaceta de Madrid, n. 120, 30 de abril de 1935:
876-877. Véase también: ―Decreto creando en este Departamento y en la Biblioteca Nacional, con
el nombre de Instituto Nacional del Libro Español, bajo la dependencia directa del Ministro, un
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El momento de auge de la industria editorial argentina hizo que los editores se volcaran
sobre mercados exteriores, dándose una acentuada internacionalización de los
catálogos editoriales. Dejando aparte el descarado hispanismo de Espasa-Calpe, uno de
los sellos principales de estos años, que miraba más hacia España, donde no podían
publicar libros con costes tan bajos como los argentinos, las grandes editoriales de
estos años —Sudamericana, Emecé, Losada— ponen a disposición de sus lectores un
elenco de autores que, sin desdeñar a los nacionales, los relacionan con los grandes
escritores occidentales. La competencia es dura, pero la comunicación fecunda porque
la difusión de estos escritores —cuyos derechos de traducción no pueden pagar en
general los editores españoles al carecer de divisas— contribuye a la creación en los
organismo encargado de la tutela económica y cultural del libro español‖, Gaceta de Madrid, n.
215, 3 de agosto de 1935: 1131-1132.
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años cuarenta de una sociedad literaria porteña muy bien informada y cosmopolita. En
este proceso —que empieza a entrar en quiebra a partir de la década de 1950, con una
inflación galopante y crecientes intromisiones políticas en las estrategias editoriales—
observamos una constante: la expansión de la industria editorial lleva aparejada la
atención a espacios extranjeros, mientras la retracción tiene como consecuencia una
mayor atención a autores nacionales. En su historia de la edición argentina, José Luis
de Diego ha visto que ―la ‗época de oro‘ de la industria editorial coincide con un
desarrollo significativo de la literatura argentina, pero de una literatura de minorías; y el
comienzo de la decadencia de la industria editorial coincide con un desarrollo notable de
la literatura argentina y latinoamericana en el interés de los lectores‖ (De Diego, 2006:
112).
Parece difícil encontrar un hito tan esclarecedor y al mismo tiempo tan complejo de las
relaciones entre literatura y mercado editorial como el llamado boom de la literatura
latinoamericana, en el que la instauración de nuevos valores por parte de la industria
editorial española —singularmente el editor Carlos Barral y la agente literaria Carmen
Balcells— determinó un cambio en los gustos del público español. La tensión entre
cosmopolitismo e identidades locales alcanza aquí un momento clave que se evidencia
en la disparidad de lecturas críticas que ha recibido. Por una parte, están quienes
tachan a los escritores del boom de estar sometidos al mercado literario, que si bien
produce una internacionalización inédita de las letras de América Latina, por
contrapartida, generó un fetichismo esclerotizado en determinadas imágenes estáticas
de la identidad americana, requisitoria ineludible de la industria que optó por
promocionar el exotismo y el compadreo político de un grupo de autores provenientes
de países del tercer mundo. Por otra, no sin razón, están quienes detectan la
acentuación del movimiento de las industrias editoriales americanas al que nos
referíamos antes por centrarse en discernir las múltiples identidades americanas a
través de la literatura. De hecho, pese al protagonismo otorgado a los manejos de
Barral y Balcells, la mayor parte de autores del boom publican sus obras en casas
editoriales americanas —principalmente argentinas—, las cuales viran la tradicional
preeminencia en sus catálogos de autores extranjeros para dar cabida masivamente a
escritores americanos.
Lo que las críticas al boom como fenómeno comercial a veces obvian es que las casas
editoriales que apostaron fuertemente por la publicación de escritores latinoamericanos
hicieron un interesante recorrido contrario a la tendencia con que Bourdieu caracteriza
la industria editorial actual y que denomina ―Una revolución conservadora en la
edición‖: ―el desplazamiento hacia las posiciones dominantes se acompaña de un
reforzamiento de la tendencia a privilegiar la gestión de los logros en detrimento de la
búsqueda de la innovación y a poner el capital simbólico detentado al servicio de
autores mucho más comerciales, los que no eran, en los tiempos heroicos de los
comienzos los que han contribuido a la acumulación de ese capital‖ (2012: 237). Si bien
la publicación de Roa Bastos por Losada, de Vargas Llosa por Seix Barral, de García
Márquez por Sudamericana, de Onetti por la General Fabril Editora... no corresponde a
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Sin embargo, a aquellos tiempos heroicos siguió en casi todos los casos el proceso de
―revolución conservadora‖ descrito por Bourdieu y consecuencia de la caída de las
ventas que sobrevinieron a la vuelta del boom, en la segunda mitad de la década de
1970, y que se agravaron con el advenimiento del cuarto paradigma aquí contemplado.
Un rasgo relevante de este proceso es el hecho de que la mayor parte de las editoriales
hayan sido adquiridas por empresas de comunicación, lo que produce que sean capaces
de lanzar productos indiscriminados que luego venden a través de poderosas redes de
promoción y venta y que implican la introducción de estrategias comerciales
sumamente agresivas y que nunca antes se habían implementado en el comercio de
libros. El proceso de globalización en industrias tan sensibles como las culturales ha
producido movimientos paradójicos que ha explicado bien Malena Botto:
Ocupando los espacios vacantes dejados por estas editoriales, se observa en este
mismo periodo el llamativo surgimiento de editoriales llamadas independientes, primero
en Argentina y, años después, en España. Se trata de un interesante fenómeno de
resistencia editorial transatlántica que ha sido profusamente analizado, bien desde una
perspectiva crítica (Padilla, 2012) bien con una mirada más complaciente (Astutti y
Contreras, 2001). En cualquier caso ―sea en contra o a favor de los vientos del
capitalismo―, los nuevos editores independientes aportan una necesaria diversidad al
ecosistema2 editorial y, al mismo tiempo, revitalizan la debilitada visión transatlántica
que, en los años cuarenta y cincuenta aportaron la unión de intelectuales argentinos y
españoles exiliados en no pocos sellos. En realidad, lo característico de estas editoriales
es su necesidad de ocupar un espacio genuinamente transatlántico, publicando a
autores de la otra orilla. Un caso significativo es el de Alpha Decay, que obtuvo uno de
sus primeros grandes éxitos comerciales publicando la primera novela de la autora
argentina Pola Oloixarac, Las teorías salvajes (2007); Candaya ha publicado varios
libros de Sergio Chejfec y Lázaro Covadlo; y Páginas de Espuma ha editado los libros de
microcuentos de Ana María Shua, por poner solo unos pocos ejemplos y por no hablar
de otros sellos independientes pero no pequeños, como Tusquets y Anagrama. Es obvio
que la proclamada independencia de estas editoriales no debe confundirnos y llevarnos
a la conclusión de su autonomía respecto de las normas del campo, pero creemos con
Adriana Astutti y Sandra Contreras que
2
Véase, de una manera gráfica, el espacio lejano al centro económico —donde se encuentran los
sellos pertenecientes a las constelaciones de los grandes grupos— en que los creadores de la
infografía ―Mapa Astral de la Edición 2011‖, referida al campo editorial español, han colocado a la
mayoría de estos sellos en http://www.anatomiadelaedicion.com/wordpress/wp-
content/uploads/2011/06/mapa-astral-editorial-2011.pdf. Consultado: 20/02/2014.
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pequeñas… Micropolíticas culturales en Cultura Económica, 2006: 91-123.
la literatura argentina actual‖, Revista
Iberoamericana, vol. LXVII, n. 197, De Torre, Guillermo. ―Madrid,
2001: 767-780. meridiano intelectual de
Hispanoamérica‖, La Gaceta Literaria,
Botto, Malena. ―1990-2000. La 8, 15 de abril de 1927: 1.
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industria editorial‖. En: José Luis De Epstein, Jason. La industria del libro:
Diego (dir.). Editores y políticas Pasado, presente y futuro de la edición.
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Bourdieu, Pierre. Intelectuales, política
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Cuadernos del CILHA - a. 15 n. 21 - 2014 - ISSN 1515-6125
v. 15 n. 2 – 2014 - EISSN 1852-9615
Noviembre de 2017
Coordinación editorial
José Diego González M.
Diagramación
Epígrafe Ltda.
Corrección de estilo
Robin Dimitrov
Investigación realizada como parte del proyecto “Internacionalización del libro peruano: expandir y consolidar la participación
del sector editorial peruano en el mercado internacional del libro”, financiado por el Programa Nacional de Innovación para la
Competitividad y Productividad, Innóvate Perú, del Ministerio de la Producción.
Contenido
Diagnóstico de la producción editorial en Perú 7
La oferta editorial en Perú 11
Número de agentes editores 11
Construcción de un catálogo editorial 12
Número de títulos registrados y formato 14
Títulos y distribución geográfica 16
Número de títulos según agente editor 18
Títulos y tipo de edición 22
Títulos y áreas temáticas 24
Idioma de publicación y traducciones 25
A manera de resumen 27
Anexo 29
Las bibliotecas de los peruanos son bastante modestas: 47.6 % de los en-
trevistados no tienen más de 10 libros en sus casas. El porcentaje de per-
sonas que tienen más de 100 libros en su hogar apenas llega al 4.3 % de los
entrevistados.
2 Instituto de Opinión Pública, pucp. Boletín n.º 137. Estado de la opinión pública. Libros y hábitos
de lectura, año xi, septiembre de 2015.
Gráfica 1
Perú. Número de agentes editores que registraron obras en el ISBN
2000-2016
1.200
600
475 594
539
368
400
298
332
200 218
0
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la agencia peruana del ISBN.
Para tal efecto se analizaron las bases de datos del período 2010-2016 para
identificar el número de títulos registrados por cada agente editor. Se concen-
tró el análisis en los agentes cuya producción, presumiblemente, es comercia-
lizable (editoriales privadas, editoriales universitarias y algunas organizacio-
nes no gubernamentales).
En una primera mirada, se seleccionaron las empresas editoriales que te-
nían más de 10 títulos registrados en el período. La pesquisa arroja un total
de 237 agentes editoriales.
Gráfica 2
Perú. Número de agentes editores que registran títulos
2012-2016
2013 a 2016 16
2014 a 2016 12
2015 a 2016 11
2012 a 2013 7
Solo en 2016 5
Solo en 2014 3
Solo en 2012 3
Solo en 2015 2
Solo en 2013 2
2013 a 2014 2
2014 a 2015 2
0 20 40 60 80 100 120
Fuente: Elaborado por Cerlalc, con base en datos de la agencia peruana del ISBN.
suponemos que todas las obras registradas en formato digital lo fueron tam-
bién en formato impreso, podría estimarse que el total de obras registradas,
como primeras ediciones, pasa de 1.984 a 5.834, entre 2000 y 2016.
Las cifras muestran, entonces, un notorio crecimiento en la oferta editorial
peruana, base para entender las potencialidades de la misma en el mercado
internacional, aunque es indudable que el ritmo de crecimiento del registro
editorial es inferior al promedio registrado en América Latina.
Perú participa con 3,4 % de la oferta total de títulos en América Latina.
En el 2000, este indicador era de 2,3 %. En 2000, en América Latina se re-
gistraban en promedio 165 títulos diarios, de los cuales el 69 % se registran,
en su orden, en Brasil, México y Argentina. Las cifras para 2016 muestran
un promedio regional de 549 títulos diarios, de los cuales, el 75 % se gene-
ran en los mismos tres países. En Perú, la estimación del número de títulos
registrados diariamente pasa de 4 a 17 entre 2000 y 2016. Si se compara con
Colombia, un país de similar desarrollo relativo, las diferencias son eviden-
tes, pues el registro diario en Colombia era de 17 títulos en el 2000 y pasó
a 49 en el 2016.
Tabla 1
Perú. Número de títulos con registro ISBN según formato
2000-2016
Año Impreso Digital Total
2000 1.984 17 2.001
2001 1.371 21 1.392
2002 1.593 6 1.599
2003 2.237 17 2.254
2004 2.997 17 3.014
2005 3.878 21 3.899
2006 4.083 60 4.143
2007 4.847 140 4.987
2008 5.037 195 5.232
2009 5.208 120 5.328
2010 5.960 71 6.031
2011 5.274 202 5.476
2012 5.695 260 5.955
2013 6.422 337 6.759
Fuente: Elaborado por Cerlalc, con base en datos de la agencia peruana del ISBN.
Gráfica 3
Perú. Distribución porcentual del número de títulos con registro ISBN según formato
2011-2016
120
80
60
40
20 12,7
5,0 7,4 7,2
3,7 4,4
0
2011 2012 2013 2014 2015 2016
Impreso Digital
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la Agencia Peruana del ISBN.
Tabla 2
Perú. Número de títulos registrados por ciudad
2016
Ciudad Número de registros ISBN
Lima 5.800
Trujillo 117
Huancayo 101
Arequipa 92
Cusco 77
Chiclayo 33
Puno 32
Cajamarca 30
Huánuco 23
Santa 16
San Román 15
Huamanga 13
Huaraz 13
Piura 12
Tacna 11
Juliaca 11
Callao 5
Mariscal Nieto 5
Otras ciudades 57
Total 6.463
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la Agencia Peruana del ISBN.
Tabla 3
Perú. Número de títulos registrados por departamento
2016
Departamento Número de registros ISBN
Lima 5.805
La Libertad 122
Junín 102
Arequipa 92
Cusco 80
Puno 63
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la Agencia Peruana del ISBN.
I D T I D T I D T I D T I D T
Editorial 1.161 9 1.170 3.005 6 3.011 4.705 34 4.739 4.135 113 4.248 4.262 604 4.866
Institución universitaria 466 - 466 445 - 445 448 12 460 635 194 829 452 154 606
Institución religiosa 26 - 26 17 - 17 56 - 56 46 10 56 70 10 80
Otros 292 8 300 251 13 264 304 8 312 411 88 499 345 31 376
Sin información - - - 4 - 4 - - - - - - - - -
Total 1.984 17 2.001 3.878 21 3.899 5.960 71 6.031 5.655 439 6.094 5.642 821 6.463
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la Agencia peruana del ISBN.
Gráfica 4
Perú. Distribución del número de títulos registrados según tipo de agente editor
2000
1,9 % 15 %
1,3 %
23,3 % 58,5 %
Otros
Gráfica 5
Perú. Distribución del número de títulos registrados según tipo de agente editor
2016
5,7 %
5,8 %
2,2 %
1,3 %
9,3 %
75,7 %
Tabla 5
Perú. Agentes editoriales según tipo y número de títulos
2016
Tipo de agente editor Agentes editores Títulos registrados
Número % Número %
Comerciales 268 27,2 4.225 65,4
Públicas 43 4,4 249 3,9
Universitarias 65 6,6 626 9,7
ONG 208 21,1 774 12
Autor-editor 350 35,6 408 6,3
Otros 50 5,1 181 2,8
Total 984 100 6.463 100
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la Agencia peruana del ISBN.
Tabla 6
Perú. Editoriales comerciales según rango de registro de títulos
2016
Número Número Promedio % %
de empresas de títulos de títulos acumulado
Más de 100 títulos 10 1.889 189 44,7 44,7
Entre 50 y 100 títulos 4 350 88 8,3 53
Entre 30 y 50 títulos 17 663 39 15,7 68,7
Entre 10 y 29 títulos 49 793 16 18,8 87,5
Entre 5 y 9 títulos 42 259 6 6,1 93,6
Menos de 5 títulos 146 271 2 6,4 100
Total 268 4.225 16 100
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la Agencia peruana del ISBN.
Tabla 7
Perú. Editoriales universitarias según rango de registro de títulos
2016
Número de Número de Promedio % %
instituciones títulos de títulos acumulado
Más de 100 títulos 1 152 152 24,3 24,3
Entre 50 y 100 títulos - - - 0 24,3
Entre 30 y 50 títulos 3 118 39 18,8 43,1
Entre 10 y 29 títulos 12 206 17 32,9 76
Entre 5 y 9 títulos 14 99 7 15,8 91,9
Menos de 5 títulos 35 51 1 8,1 100
Total 65 626 10 100
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la Agencia peruana del ISBN.
Gráfica 6
Perú. Registro ISBN de títulos nuevos y reediciones
2000-2016
7.000
5.941 5.834
6.000
5.349 5.389
5.136 4.888 5.138
4.000 3.634
3.374
2.697
3.000
1.819 1.944
2.000 1.475
1.297
905 895 818 1.014
0
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
Reediciones Títulos nuevos
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la Agencia peruana del ISBN.
Tabla 8
Perú. Número de títulos registrados (nuevos, reediciones, reimpresiones)
2000-2016
Año Títulos nuevos Reediciones Reimpresiones
Impreso Digital Total Impreso Digital Total
2000 1.806 13 1.819 178 4 182 3
2001 1.276 21 1.297 95 - 95 16
2002 1.469 6 1.475 124 - 124 17
2003 1.931 13 1.944 306 4 310 48
2004 2.682 15 2.697 315 2 317 64
2005 3.353 21 3.374 525 - 525 328
2006 3.574 60 3.634 509 - 509 223
2007 4.213 139 4.352 634 1 635 691
2008 4.315 194 4.509 722 1 723 838
2009 4.303 120 4.423 905 - 905 534
2010 5.066 70 5.136 894 1 895 1.069
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la Agencia peruana del ISBN.
Tabla 9
Perú. Número de títulos con registro ISBN según materia
2011-2016
Materia 2011 2012 2013 2014 2015 2016
Generalidades 176 309 340 282 368 337
Filosofía y psicología 199 125 158 157 126 135
Religión 148 248 163 215 176 179
Ciencias sociales 2.172 2.519 3.115 2.624 2.588 3.108
Lenguas 127 136 101 167 172 29
Ciencias naturales y matemáticas 195 388 225 232 196 175
Tecnología (ciencias aplicadas) 604 621 726 517 499 566
Bellas artes y artes decorativas 141 120 115 180 175 113
Literatura y retórica 1.495 1.246 1.551 1.537 1.504 1.609
Geografía e historia 219 242 265 241 286 212
Total 5.476 5.954 6.759 6.152 6.090 6.463
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la Agencia peruana del ISBN.
Tabla 10
Perú. Número de títulos con ISBN traducidos
2000-2016
Año Desde el español Desde otras Total
a otras lenguas lenguas al español
2000 16 18 34
2001 3 26 29
2002 15 34 49
2003 11 61 72
2004 11 51 62
2005 22 54 76
2006 25 87 112
2007 33 102 135
2008 44 51 95
2009 24 39 63
2010 74 87 161
2011 73 123 196
2012 87 94 181
2013 52 139 191
2014 61 186 247
2015 45 250 295
2016 42 140 184
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la Agencia peruana del ISBN.
Fuente: elaborado por Cerlalc, con base en datos de la Agencia peruana del ISBN.
Estudio diagnóstico del sector editorial del Perú
[26]
Diagnóstico de la producción editorial en Perú
A manera de resumen
Anexo
Tabla 12
Perú. Clasificación de los agentes editores por número de títulos registrados
2016
Agente editor Número de registros
Santillana S. A. 365
Ediciones Corefo S. A. C. 218
Grupo Editorial Norma S. A. C. 212
Empresa Editora Macro E. I. R. L. 200
Ediciones SM S. A. C. 193
Penguin Random House Grupo Editorial S. A. 167
Planeta Perú S. A. 161
Pontificia Universidad Católica del Perú 152
Ediciones Lexicom S. A. C. 147
Arca de Papel E. I. R. L. 120
ECB Ediciones S. A. C. 106
Asociación Fondo de Investigadores y Editores 98
Instituto Pacífico S. A. C. 95
Gaceta Jurídica S. A. 94
San Marcos E. I. R. L. 80
Corporación Editora Chirre S. A. 78
Instituto de Estudios Peruanos 60
Luppa Perú S. A. C. 59
Beca S. A. C. 48
Escuela Activa S. A. 47
Delta Editores S. A. C. 46
María Trinidad S. A. C. 45
Grupo Editorial I & C S. A. C. 45
Universidad de Lima 44
Text Book S. A. 44
Septiembre S. A. C. 44
Punto y Coma Editores S. A. C. 43
Didáctica Editores S. A. C. 43
Mega Editores S. A. C. 42
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas S. A. C. 41
Sociedad de San Pablo 40
a cada contexto local, asegurar un futuro a los valores que deben preservarse
dentro de la cadena editorial [...]4.