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Nadia Rosso
Cuando fui invitada a participar en este libro con el tema de la soledad, me emocioné
mucho. Yo tenía tiempo reflexionando sobre este tema, que me parece importantísimo
encontrar interlocución y eco a mis propios pensamientos. A partir de ahí surgió mi texto,
titulado El mundo es para dos. De manera lúdica me aproximé a la manera en que esta
sociedad nos interioriza, e incluso nos impone, la noción de la pareja como único ideal
para alcanzar la felicidad, y muestra cualquier otra elección de vida como ilegítima y
amor como estrategia política, continué profundizando con esta reflexión, buscando más
Ahora quisiera compartir con las lectoras los puntos clave a los cuales me he
¿Solas o desoladas?
Me gustaría retomar la lúcida distinción que hace Marcela Lagarde entre la soledad y
la desolación. Ella dice que las personas siempre hemos estado solas. Es una condición
humana, estudiada por muchos filósofos, que han explicado varios comportamientos
como parte del intento por huir de la soledad, buscando otra persona que nos acompañe
en la antigüedad, las personas eran seres esféricos conformados por dos personas
unidas. Pero como eran muy fuertes y ágiles, retaron a los dioses, pero fueron
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2003, Texto en línea, disponible en: http://www.e-mujeres.net
castigados por su soberbia, y separados. Es por eso que los seres humanos andan por
que las personas estamos “incompletas”, y nos hace falta nuestra otra mitad para estar
plenas. Esta concepción está tan extendida en nuestros días, que las canciones de amor
están plagadas de este concepto de “la otra mitad”, como en aquélla canción de mi
En general, se acepta que las personas no valemos nada si no tenemos pareja, que
Aquí vuelvo al texto de Lagarde: solas, todas las personas lo estamos, pero la
desesperación, necesidad de tener una pareja, no es lo mismo que estar sola. Porque
cuando una está sola en su casa y tiene tiempo para ver una película, tomar una copa de
vino, tomar un baño largo… y pasar el tiempo con una misma, esto resulta enormemente
disfrutable. ¿Por qué será entonces, que constantemente tenemos el deseo de compartir
todo lo que hacemos con otra persona? El percibir nuestra soledad como una condición
negativa, insoportable y como un problema que debemos resolver, es lo que nos lleva a
la desolación.
Un ejemplo de esta diferencia sería una playa: una playa sola, donde no hay
puede sentirse ahí a gusto, sabiendo que nadie la molestará. Una playa sola es deseable
tengamos pareja o no, porque solas nunca dejamos de estar- y saber que todas las
personas lo estamos. Sin embargo ¿quién dice que la soledad sea mala? Todas las
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Platón, Diálogos, Porrrúa, México 1979.
connotaciones negativas de la soledad son aprendizajes sociales que hemos adquirido, y
que son especialmente severos con las mujeres. La idea de que una necesita compañía
para pasarla bien, para estar feliz, y más aún, para tener valía, es una construcción
La soledad puede vivirse con placer y goce. Por ejemplo, ir al cine sola: a pesar de
que me gusta también ir acompañada, para mí ir sola tiene una especie de magia.
Disfruto desde el trayecto, elegir la película que quiero, quizá esperar bebiendo un café o
hay que aprender a pasarla bien con nosotras mismas y saber que nosotras somos y
seremos siempre quienes más nos amamos, quienes más nos cuidamos, y quienes más
mí misma, y recibo algún cuestionamiento como: ¿Por qué estás sola? siempre
respondo: Yo me considero una excelente compañía y por ello me gusta salir conmigo.
El emparejamiento compulsivo
En El mundo es para dos fui tomando conciencia de cómo se nos hace temer tanto a
pareja, sentimos un deseo irrevocable por tenerla. Muchas veces ni siquiera sabemos
exactamente por qué, simplemente tenemos una sensación de que así debe ser, de que
Lo que pasa es que lo que escuchamos en cualquier lado sobre la pareja y el amor, es
que el amor romántico y monógamo es el valor máximo, que estar en pareja es el estado
grave que debe ser solucionado lo antes posible. Tenemos esto tan interiorizado, que no
Porque no sólo nos dicen, rezan y repiten que tenemos que estar en pareja, también
hay miles de trampas que nos hacen sentir que, realmente, si no estamos en pareja no
dobles para…” Y todos los números impares quedan fuera. Una sabe que si le regalan
pases dobles para el teatro, es para que vaya con su novio o esposo (porque por
lo que sea, traen también esta cantaleta: Maquillajes muybella, para verte guapa para él;
crédito hipotecario bancofam, para que tu familia tenga la casa que merece; champú
fruticioso, para un cabello suave y terso (que te ayude a conseguir pareja…). Porque eso
es lo que todos estos comerciales llevan detrás. En todos los ellos aparece en pantalla
una feliz pareja. Ya no digamos las telenovelas, dónde aprendemos que hay que luchar
con uñas y dientes por un hombre, porque la que se queda sola, pierde… y las
canciones de amor para cortarse las venas con galletas de animalitos porque sin ti, no
soy nada. Todo esto nos causa una especie de esquizofrenia, un frenesí emparejador y
por ende, un vacío irreparable si no obtenemos ese “objeto” que debemos adquirir, que
para menos: nuestra concepción del amor y hasta de la vida misma lleva implícito el ideal
de la pareja. Nuestra idea de cómo debe ser la pareja y de nuestra necesidad de ella, la
Pronto comprendemos que hay para todas sólo una opción, un mismo camino a seguir
para nuestras vidas: encontrar pareja, casarnos, tener hijos o hijas y ser buenas
esposas, hasta que la muerte nos separe. Hasta las leyes están hechas para la pareja. El
matrimonio es una ley civil que da cobijo a los cónyuges y extiende ciertos beneficios
sociales de quien los posee, a su pareja. Estos beneficios no son iguales para una
persona sola, ni existen para cualquier forma comunitaria de familia distinta a la pareja
Es decir, una es más ciudadana si está en pareja y esa relación de pareja está
existencia del Estado civil, que al parecer importa muchísimo en todos los ámbitos de la
vida. A una le preguntan si es soltera o casada, como si eso marcara alguna diferencia,
En todos lados, el tema central es la búsqueda de ese “amor verdadero”, de esa otra
mitad que curará todos nuestros males y automáticamente nos transportará a la felicidad
eterna, a un “vivieron felices para siempre”. Lo cual me recuerda un curioso chiste que
escuché hace poco en el metro: “Mi esposa y yo fuimos muy felices durante 20 años…
luego, nos conocimos”. Por experiencia, sabemos que la pareja no nos cura de todo mal,
Pero lo curioso es que este cuento de hadas, que aprendimos desde nuestra tierna
infancia en las películas de Disney -las cuales tramposamente siempre terminan cuando
dogma de fe, y seguimos siempre a la búsqueda de ese príncipe (o princesa) azul que
nos curará de nuestra soledad, nos hará princesas valiosas, nos hará existir y tener un
nombre: nos hará por fin, encajar en ese modelo que supuestamente es el que debemos
seguir.
homosexuales, estamos insertas en esa lógica), quien quiera que sea, ya no importa si
que importa. “Peor es nada” dice el dicho popular, y esto se lleva a la práctica
constantemente. Si la pareja es violenta, desconsiderada, agresiva… no importa. Como
mujeres debemos tolerarlo, porque no hay nada peor que estar solas.
Aquí pretendo entrar en un tema esencial para este libro: ¿Qué significa la soledad
para las mujeres? Porque la vivencia de la soledad no es igual para las mujeres que para
los hombres. Con todas las diferencias de género construidas socialmente, el significado
de muchas cosas -entre ellas el amor, el sexo, la familia, la pareja y la soledad- son muy
construcción de nuestra visión del mundo, y por ello quisiera ejemplificar con una
distinción sexista del significado de las palabras. En español, tenemos el término soltero,
soltera, que vienen del latín solitariu: solitario. Como vemos, la noción que tenemos
viene de la noción de soledad. Es decir, que una puede tener familiares, amigas y
amigos, o amantes, pero si no tiene pareja ni está casada, está sola. A mí eso me suena
Pero aquí viene lo más interesante, relacionado con el uso coloquial de las palabras.
Existe también el término “solterona”. Su significado remite a una mujer que lleva
determinado tiempo soltera, y en especial que, por su edad “ya se le fue el tren” para
encontrar marido. Este término, que se emplea especialmente para las mujeres, es
otra frase popular que dice “¡Qué genio! ¡Ya cásate!”. También tenemos el término
“soltero codiciado”, toda una construcción que, por cierto, en inglés tiene su propio
sustantivo: bachelor, que se utiliza únicamente para los hombres. Este término tiene
connotaciones positivas. La idea de que un hombre de cierta edad pueda ser un soltero
codiciado, implica que está soltero por decisión –pues si es codiciado, bien podría tener
apliquen, una, negativamente sólo para las mujeres, y otra, positivamente, sólo para los
hombres?
Este es un claro ejemplo no sólo del sexismo en el lenguaje, sino de cómo este
sexismo refleja una diferenciación real entre la soltería para los hombres, y para las
mujeres.
estricto como para las mujeres la necesidad de estar en pareja. En todo caso, hay cierta
presión social por “sentar cabeza”, es decir, encontrar una pareja estable, casarse y
tener descendencia, pero no existe la idea de que un hombre soltero está desolado,
triste, desamparado y desprotegido y sobre todo, no necesita a una mujer para tener
pareja sino más específicamente como la ausencia de un hombre. Esa sospecha puede
Platicando con una amiga, comentábamos algo que, con sus particularidades, nos ha
sucedido a varias. En los lugares de socialización, cuando una sale con una o más
amigas, es común que algún donjuán se nos acerque y nos pregunte: “¿Por qué tan
solitas?”. Comúnmente se interpreta este comentario como inicio del ritual de seducción
-el cual, por cierto, tiene como finalidad un emparejamiento, ya sea este efímero o
duradero-. Sin embargo ¿qué sucede con estos hombres que asumen que las mujeres,
cuando no hay hombres, están solas? Yo tengo entendido que la soledad se remite a la
presencia de sólo una persona. Por ende, cuando se está con más personas, ya no se
está “sola”, en el sentido literal de la palabra. Por otro lado, nunca he escuchado que
hay varias mujeres y sólo un hombre), el susodicho se acerque y diga: ¿Por qué tan
solitos?. La frase se enuncia siempre en femenino. Porque somos las mujeres las que,
sin hombres, estamos “solitas”. Aunque también, claro está, se considera que si hay un
hombre, las mujeres que están con él se encuentran dentro de su territorio y la incursión
Sin embargo -y aunque es evidente que la soledad en las mujeres es percibida como
la ausencia de un hombre, que generalmente debe ser su pareja o mejor aún, su marido-
creo que la lógica de pareja es tan fuerte que rebasa el terreno de la heterosexualidad.
una pareja que las acompañe y con la cual se sientan incluidas socialmente. No es de
extrañar que el término solterona también se utilice para las lesbianas que no tienen
pareja (y para los hombres homosexuales solteros). A final de cuentas, el mundo está
hecho para dos y así está construido todo, en todos lados. Siempre se regalan boletos
dobles, viajes dobles, pases dobles… Los asientos de los autobuses, los juegos
mecánicos… van de dos en dos, las mesas de los restaurantes son mínimo para dos
personas (a excepción de las barras, para el club de los corazones solitarios). Hay
En el inicio de una charla siempre puede surgir un: ¿tienes pareja? Y cuando la
respuesta es no, siempre cabe un ¿y por qué no?, como si se debiese justificar una
elección, una decisión o una circunstancia personal. Y me pregunto yo ¿por qué se nos
dice a las mujeres, que una de las principales metas en la vida es encontrar una pareja?
Pareciera que la soledad y la ausencia de pareja comienza a ser un tema cada vez
más recurrente. Los cambios económicos, sociales y culturales que han sufrido nuestras
funcionando. Cotidianamente nos damos cuenta cómo hay cada vez más divorcios, y los
índices de violencia en la pareja son más elevados, lo cual denota cómo seguimos
máxima no es estar casadas y convertirnos en amas de casa, sin poder ejercer nuestra
profesión. Por ello, estamos buscando otras formas de relación que no coarten nuestra
Para muchas, las relaciones de amistad cobran especial importancia. Son relaciones
de solidaridad, de apoyo, respeto, amor y libertad. Estos elementos son los que nos
Eso no quiere decir que entre las jóvenes no haya el mandato del emparejamiento
compulsivo. Por el contrario, existen todavía innumerables formas de hacernos sentir mal
novio: soy un estorbo… Y sin embargo desde los discursos rebeldes, disidentes críticos,
se está creando cada vez más conciencia de la necesidad de construir nuevos modelos
amor y la amistad. Todavía falta largo camino, pero no nos queda más que, de boca en
alternativas, y la posibilidad de inventar las suyas propias. Sobre todo en las mujeres
mayores, que han tenido que soportar durante más tiempo y de manera más rígida esos
decidido no seguir el caminito que le han marcado, sino construir el suyo propio, como
más le guste y como más le convenga. Ejemplos de ello son mujeres adultas mayores
que, por decisión propia o porque las circunstancias así lo dispusieron, viven solas y han
construido redes de apoyo con amigas. En estos casos, las relaciones de amistad les
proporcionan confianza, amor, respeto, solidaridad y apoyo, todo esto sin coartar su
libertad.
Es importante reivindicar la amistad como una forma de relación que está repleta de
amistad, puedan trasladarse a las relaciones eróticas. ¿Quién dijo que cuando tenemos
un vínculo erótico-afectivo con una persona, eso deba significar que le consagremos
relaciones más libres, más desapegadas y más respetuosas del tiempo, espacio y
Mientras tanto, experimentemos las formas de vida y de relación que mejor nos
acomoden: no olvidemos que, aunque no parezca, nada está escrito en piedra, y todo lo
maneras de sentir, se piense que todas las personas debemos relacionarnos igual y
tener las mismas metas en la vida. La pareja estable –y el matrimonio- es sólo una de las
miles de posibilidades que tenemos de compartir la vida con quienes nos rodean y con
quienes amamos.
Solas sí, pero desoladas no. Poco a poco podemos construir nuestra propia elección
vida, dejando de depender de las demás personas para ser felices porque, contrario a lo
que nos hacen creer, ninguna persona nos acompañará toda la vida, más que nosotras
mismas. Recuerdo una entrañable frase feminista que se leía en un cartel callejero y que
decía “Yo soy la mujer de mi vida”. Comencemos, entonces, a llevarnos bien y a disfrutar