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Una guerra que revive las tensiones entre Estados Unidos y Rusia por el control de
puertos estratégicos (Sebastopol) y de paso de ductos de hidrocarburos. Allí, las
agendas locales para superar la crisis económica se mezclaron con agendas de
geopolítica y generaron un conflicto con grandes repercusiones internacionales.
Ucrania ha mostrado, como lo hizo Osetia del Sur, la agilidad rusa, la lentitud
estadounidense y la inmovilidad europea. El gran reto es lograr que Estados Unidos
y Rusia encuentren una salida negociada, siguiendo el ejemplo de 2015 de la
negociación entre las potencias e Irán sobre su programa nuclear.
Sudán
Este país nació en 1956 con graves tensiones entre una capital centralista y
excluyente, y unas áreas rurales abandonadas; una de las zonas más rebeldes a ese
modelo fue el sur, que desde 1980 se armó contra la capital. En 1999, debido a la
altas exploraciones de petróleo, China presionó la paz entre norte y sur, lo cual dio
origen a un tratado de paz (2005) y años después al nacimiento de un nuevo país:
Sudán del Sur.
Al mismo tiempo que se firmaba la paz entre norte y sur, otra región de Sudán
(Darfur) protestó seriamente frente a la exclusión socioeconómica, lo que fue
respondido por el gobierno con el desarrollo de una campaña de violencia,
especialmente a través de fuerzas paramilitares, de tal magnitud que la Corte Penal
Internacional calificó los hechos como genocidio. La prioridad internacional de
salvar la paz entre el sur y el norte fue cómplice (por omisión) de la situación de
Darfur.
Para 2016 persisten indefiniciones fronterizas entre el norte y el sur, en zonas ricas
en petróleo; una gran inestabilidad del liderazgo del sur que no logra garantizar un
gobierno más sólido; la permanencia de la crisis humanitaria; y la pendiente orden
de captura de la Corte Penal Internacional sobre el presidente de Sudán por el
genocidio de Darfur.
El siglo XX fue, sin lugar a dudas, el más letal de la historia de la humanidad. 110 millones de
personas perecieron en los conflictos armados de dicho siglo, con dos guerras mundiales que regaron
largo período de guerra fría que significó la exportación de la muerte a los países del sur, a la
periferia, en lo que se ha venido a llamar “guerras por delegación” donde las grandes potencias
dirimían sus luchas de intereses a través de terceros países (Angola, Mozambique, Afganistán, etc.).
La década de los años ochenta fue una época de “inseguridad controlada”, con guerras de baja
conflictos. La década posterior, la de los noventa, fue en cambio de un “desorden generalizado”, con
guerras civiles. Las guerras entre Estados, típicas del pasado, habían prácticamente desaparecido.
Sin contar las dos guerras mundiales, los conflictos más mortíferas del siglo pasado fueron la guerra
de Corea (2’9 millones de muertos), el genocidio de Camboya (2 millones), la guerra civil de Nigeria
(2 millones), la guerra del Vietnam (2 millones), la guerra civil del sur del Sudán (2 millones), la
invasión india a Bangladesh (1’5 millones), la guerra civil de Rusia (1’3 millones), la guerra civil
española (1’2 millones), el genocidio armenio (1 millón), las luchas entre musulmanes e hindúes en
la India (800.000), el genocidio de Ruanda (600.000), la guerra entre Etiopía y Eritrea (545.000) y la
guerra Irán-Iraq (400.000). Otros conflictos provocaron más de 100.000 muertos. Un balance, en
suma, catastrófico en cuanto a capacidad de los seres humanos de regular sus disputas a través de
medios pacíficos.
Somalia