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Cambia tu

manera de
pensar,
cambia
tu vida
Un mensaje de apoyo

Nuestro ministerio es sostenido principalmente por ofrendas


de personas como tú. Tu generosidad hace posible que
podamos ofrecer este folleto edificante. Nuestro deseo es que
la literatura de Unity esté disponible para todo el que la desee,
especialmente aquellos que más necesitan aliento espiritual.
Queridos amigos:
Los sabios a través del tiempo nos han dicho que nuestros
pensamientos dan forma a nuestra experiencia de vida.
Proverbios 23:7 dice: “Porque cuales son sus pensamientos
íntimos, tal es él”. Shakespeare escribió en “Hamlet”: “…
no hay nada bueno ni malo, sólo el pensar lo hace así”. En
Unity utilizamos frases como: “Aquello en lo que pensamos
manifestamos” y “Los pensamientos que mantenemos en la
mente producen según su género” para recordar el poder de lo
que pensamos y creemos.
No importa lo poética o “pegajosa” que pueda ser la frase, el
significado es el mismo. Nuestros pensamientos crean nuestra
realidad. Cuando cambiamos nuestra manera de pensar,
cambiamos nuestras vidas.
Los relatos en estas páginas reflejan el descubrimiento
espiritual que tiene lugar cuando este principio es puesto en
acción. Esperamos que te inspiren a prestar atención a tus
pensamientos —y a cualquier cambio consciente que te ayude
a crear una vida más feliz y satisfactoria para ti.
Bendiciones en tu viaje espiritual,

Tus amigos en Unity


¡Abracadabra!
por la Rev. Toni Stephens Coleman

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Unity enseña que “lo que pensamos, manifestamos”. Sin
embargo, la idea de que nuestros pensamientos determinan
nuestra realidad no se originó en Unity. Data de miles de
años.
La palabra “abracadabra” es una palabra aramea. El
arameo era el idioma que Jesús habló. “Abracadabra”
significa literalmente: “Creo según lo que hablo”. Luego
fue traducida al hebreo como: “Todo sucedió como se
había dicho”.
En los años 1600, luego de pasar por una metamorfosis
a través del griego y el latín, esta palabra de poder se
convirtió en una popular utilizada por los magos. Se creía
que tenía poderes mágicos, y a veces hasta se utilizó para
referirse a Dios. La gente usaba amuletos con la palabra
“abracadabra” para sanar y alejar la enfermedad. En ese
tiempo, el mundo estaba lleno de enfermedades terribles.
Utilizar la palabra “abracadabra” enfocaba el poder
creativo y sanador del pensamiento.
Debido a su herencia ecléctica, se han utilizado palabras
derivadas de abracadabra en literatura, historietas
y películas, incluyendo la serie de Harry Potter. Sin
embargo, existe una verdad eterna en el origen de esta
palabra: “Creo según lo que hablo”.
En Génesis se nos dice que Dios pronunció la palabra
para crear el mundo. El evangelio de Juan nos habla de la
historia gnóstica del nacimiento de Jesús: “Y el Verbo se
hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14).
Estos pasajes son más que poéticos, representan principio
y Verdad. Quieren decir que damos ser a nuestro mundo
según lo que hablamos.

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Nuestras palabras comienzan en nuestras mentes, en
nuestros pensamientos y, a medida que las pronunciamos,
manifestamos su energía en el mundo. De aquí que si
cambiamos nuestra manera de pensar —¡abracadabra!—
cambiamos nuestras vidas.
Puedes demostrar este concepto con un piano. Presiona
uno de los pedales y canta una nota o vocaliza un sonido.
El piano vibrará a tu tono exacto. Lo que emitimos, eso
recibimos.
Podemos utilizar el principio de “abracadabra” para
amplificar nuestros doce poderes divinos como los identificó
Charles Fillmore: Fe, Fortaleza, Sabiduría, Amor, Poder,
Imaginación, Comprensión, Voluntad, Orden, Celo o
Entusiasmo, Eliminación y Vida. Al enfocar nuestra atención
en uno de estos dones magnificamos su presencia en nuestra
vida. Por ejemplo, si enfocamos nuestra atención en la
fe, tendremos una fe más profunda en nuestras vidas. Si
la enfocamos en el orden, nuestras vidas se volverán más
ordenadas.
El primer paso en el proceso de la creación es dirigir la
energía del pensamiento mediante la palabra. Y dicha palabra
luego se manifiesta en el mundo material. Debido a que
hemos sido creados a la imagen y semejanza de Dios
—energía divina— somos creadores, tenemos la habilidad
de manifestar lo que precisamos en nuestro pensamiento.
Dios es una fuerza enérgica de amor y poder creativo, y
tenemos esta energía en nosotros. Podemos ser y hacer todo
lo que imaginemos, según valoramos cada pensamiento
como una herramienta creativa y damos ser al bien que
deseamos a través de las palabras. ¡Abracadabra!

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Dios es bueno y está presente
en todas partes
por Elise Cowan

Como estudiante ministerial en Unity Institute and Seminary,


pensaba que yo prácticamente podía lidiar con todo. Después
de todo, sabía que podía crear mi realidad por medio de mis
pensamientos —ya que así fue como llegué al seminario.
Pero entonces, sucedió lo inesperado. Mientras estaba en
casa durante mis vacaciones de verano, mi esposo Ken tuvo
un accidente automovilístico serio. Sufrió 17 fracturas en
el torso, incluyendo una en el cuello. El doctor de la sala de

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emergencia dijo que Ken tendría una recuperación completa
sin cirugía en un año si hacía lo que le decían. Esencialmente
lo que el doctor le dijo fue: “Permanezca quieto”.
Ken me había estado manteniendo durante mis estudios en
el seminario gracias a que es dueño y opera una compañía
de purificación y distribución de agua. Aun con eso, el
dinero escaseaba. Ahora que estaba lastimado, la pregunta
era: ¿Cómo iba yo a poder cuidar de él, de nosotros? Estaba
asustada y sentía que mis estudios ministeriales habían
llegado a su fin.
Así que me entregué a mi fe, y comencé a afirmar: “El Cristo
en mí sabe qué hacer”, aunque yo personalmente no tenía la
menor idea.
Al día siguiente, mientras Ken estaba en la unidad de cuidados
intensivos esperando que el equipo de doctores de trauma
viniera a colocarle un soporte alrededor del cráneo, sentí la
urgencia de salir corriendo. Quería huir de la situación, huir
de mis pensamientos y regresar a la escuela donde todo sería
normal de nuevo.
Pero, por el contrario, entré a la capilla del hospital para orar
y meditar. El Cristo en mí todavía no me había dicho qué
hacer, e impacientemente clamé: “¡Muéstrame, Dios! ¡Dime
cómo manejar esto!” Oí la respuesta tan claramente como si
alguien me estuviera hablando directamente: “Haz que el agua
fluya de nuevo en la compañía de Ken. Esto te ayudará”.
“¡NO!” Pensé, ya que nunca había querido manejar el
negocio. Mi cabeza comenzó a dar vueltas ante la nueva vida
ante mí. Lloré, mas continué afirmando soluciones correctas y
meditando.

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La segunda noche después del accidente, llegué a casa
exhausta. Justo cuando me senté a descansar, una amiga me
llamó para invitarme a un concierto esa noche. Mi mente daba
vueltas. ¿Cómo podía salir y divertirme cuando mi vida estaba
en ruinas? Estaba a punto de decir que no cuando la misma
voz que había oído en la capilla habló de nuevo. “Ve”, dijo.
Fui al concierto y mientras estaba allí me reí, canté y lloré.
Se me ocurrió que soy yo quien elije qué pensar y sentir, sin
importar lo que esté sucediendo en mi vida. En ese momento
la luz regresó a mi interior.
Al día siguiente, le dije a Ken que me haría cargo de su
compañía de agua. “Tú no puedes hacerlo”, me dijo. No es
que él creyera que yo no era lo suficientemente inteligente,
sino que el trabajo era muy duro físicamente.
Sin desanimarme, el lunes siguiente empecé
a producir y distribuir agua purificada en
envases de cinco galones utilizando mi
convertible. La camioneta de trabajo
había quedado totalmente
destruida en el accidente.
Comencé a hacer el
trabajo mecánicamente.
La gente de la iglesia me
ayudó de mil maneras,
desde producir el agua
hasta colocarla en mi
carro y ayudarme con la
contabilidad.
Al final del día visité a Ken
en el hospital. “Tenías razón,”

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le dije a los pocos días en mi nueva vida. “No puedo hacerlo.”
Estaba exhausta.
“Sí, sí puedes, tú puedes hacerlo”, dijo Ken. Y así comenzó
mi motivación formal para hacer que cada día contara. Mi
corazón deseaba desesperadamente regresar a la escuela y a la
vida que había conocido antes del accidente.
Recordaba la noche en el concierto. “Puedo encontrar gozo
dondequiera que busque”, afirmé para mí misma. Al esforzarme
para completar cada día de trabajo, encontré gozo en las cosas
sencillas: en la brisa fresca que me acariciaba el rostro, las
flores bellas a la orilla de la carretera, el amor y el apoyo de las
personas en mi vida. Dios estaba en medio de todo.
Cada día traía nuevos milagros y nuevas bendiciones por
medio de mi manera de pensar. En vez de ver las heridas
de Ken, vi cómo sanaba, y después de sólo seis semanas,
el doctor le dijo que podía levantarse y caminar. En vez de
encontrar miseria en mi situación encontré gozo. Nueve
meses después del accidente Ken regresó a su compañía y yo
regresé a la escuela ministerial.
Dios es bueno y está presente en todas partes. ¿Estás
prestando atención?

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Pensar detenidamente…
por la Rev. Toni Stephens Coleman

Una noche fría y deprimente…


no hay nadie quien encienda el fuego
no hay nadie con quien compartirlo
¿Lo enciendo para mí sola?
Sola.
¿Vale la pena el esfuerzo?
¿Soy digna de ese resplandor?
¿De la calidez envolvente?
La cerilla toca las astillas de leña
una chispa se vuelve azul brillante
dorado aurora.
Estoy llena
de la maravilla que surgió
con la primera llama
reflejada en los primeros ojos
a través del túnel del tiempo
YO SOY
estoy conmigo..

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¿Sin idea?
por el Rev. Michael Korpan

?
En 1985, fue estrenada la película “Clue, el castillo del
misterio”; una historia de intriga basada en el juego de

?
mesa llamado “Sospecha”. Aunque la película no fue muy
aclamada, fue verdaderamente única en un sentido:
presentaba tres finales muy diferentes. El final
que cada espectador veía dependía del teatro
al que fueran. En cada versión, las escenas, las
acciones y los diálogos eran idénticos. Y, en
cada versión, los pensamientos que llevaban a
la conclusión dada eran compartidos de manera
lógica y cada escenario tenía sentido.
De este modo, la película ilustraba hermosamente el
concepto de “cambia tu manera de pensar, cambia
tu vida”. Aunque el propósito de la película era
determinar quién había cometido el asesinato, en nuestra
experiencia, gran parte de nuestro viaje espiritual está
enfocado en averiguar de qué se trata la vida y por qué
estamos aquí.
El “qué” de las cosas está generalmente bastante claro,
el “cómo” y el “por qué” son más esquivos. Al ponderar
por qué las cosas suceden, y cómo debemos responder,
conjuramos pensamientos para llenar los espacios en blanco
y crear historias. Desarrollamos contextos en los cuales las
experiencias tienen sentido.
La diferencia entre ser víctimas o héroes en la vida yace
simplemente en la naturaleza del pensamiento. Cuando
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una crisis ocurre, una víctima podría empeñarse en pensar:
“¡Ay de mí!” Un héroe puede que inicialmente se abata,
pero cambia rápidamente su pensamiento a: “¿Qué me
corresponde hacer?” o hasta: “¿Qué he sido llamado a ser?”
Todos tenemos experiencias difíciles y dolorosas en nuestras
vidas. Las historias que elegimos crear como resultado de esas
experiencias dan forma a nuestras vidas y nos definen.
Ser definidos por nuestros pensamientos es un concepto tan
antiguo como el tiempo. En Proverbios 23:7 leemos: “Porque
cuales son sus pensamientos íntimos, tal es él”. Henry Ford
dijo una vez: “Bien sea que pienses que puedes o que pienses
que no puedes —tienes razón”. En 1930, Watty Piper escribió
el cuento clásico para niños, La pequeña locomotora que pudo,
basado en la afirmación de la pequeña locomotora: “Creo que
puedo. Creo que puedo. Creo que puedo”.
Pero, ¿puede ser tan sencillo como esto: “cambia tu manera
de pensar, cambia tu vida”? ¿Son nuestras vidas transformadas
cuando cambiamos nuestra historia? La respuesta es sí, pero…
debemos recordar incluir a Dios. A medida que revisamos
nuestra manera de pensar acerca de un tópico dado, podemos
preguntarnos: “¿Dónde está Dios en esta historia?” El método
para esta investigación es la oración.
Mientras más buscamos a Dios en nuestros pensamientos, en
nuestras historias, más discernimos el significado profundo de
nuestras vidas. Si Dios está ausente de nuestra historia, quizás
nuestro papel es traer a Dios de nuevo a ella, por medio de
nuestras decisiones y acciones. Al estar receptivos a la guía
del Espíritu en nosotros, nuestras oraciones son contestadas
—y el camino se aclara. Ya no estamos “sin idea” —sino que
somos dirigidos internamente y con seguridad hacia nuestro
mayor bien.
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El deseo sencillo que
cambió todo
por Joyce Flowers

Algunas de mis oraciones son largas, elaboradas y repetitivas.


Mas otras son como melodías queridas que surgen casi como
el hipo. Ésta es una historia de una de esas oraciones que
cambió mi vida para bien.
Hace años, estaba viviendo con un esposo alcohólico de quien
me había convertido en dependiente total desde el punto de
vista emocional. Pensaba que yo era una mujer fuerte, pero
en realidad, vivía como si lo necesitara para poder respirar.
Las campanas de alarma —señales del Espíritu, sin duda—
comenzaron a sonar en cada etapa de la relación personal, mas
en mi estado de negación las ignoré. Las tomaba como una
señal de que debía poner más empeño.
Finalmente, estaba tan deprimida por la manera como vivía
que dije a Dios y a mí misma: “Deseo sentirme ilusionada
acerca de algo”.
En ese momento de oración, la manifestación comenzó. Dios
me oyó y juntos dimos nacimiento a una nueva vida.
Lo que pasó después fue, superficialmente, desagradable. Mi
esposo hizo algo que ya yo no podía pasar por alto ni vivir
con ello. Esto resultó ser el catalizador que necesitaba para
cambiar mi manera de pensar, y cambió mi vida.
Me liberé de esa vida dependiente con completa claridad.
Aprendí lo que aceptaría y lo que no, y a pararme sola. Como
resultado, mi vida cambió para bien por siempre.

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Recuerdo la primera vez que escuché la palabra “cocrear” en
un servicio de Unity. Transformó mi vida. Me asombró que
pudiéramos vincular nuestra conciencia con la de Dios y
manifestar lo que más necesitábamos o deseábamos.
Hoy tengo el tipo de relación personal con Dios de la cual
había leído en libros. Le hablo tres veces al día, y a veces
muchas más. Me dirijo a Dios para todos mis deseos y todas
mis necesidades. Y Dios nunca me ha decepcionado.
A nivel humano, tengo una relación personal que crece
lentamente con un hombre respetuoso y respetable quien sabe
quién es, quien me lleva al teatro y a largas caminatas por
bellos lugares, y quien me permite tener mi independencia
como persona adulta y madura.
Doy gracias a Dios porque mi manera de pensar ha cambiado
y mi vida ha cambiado por ello. ¡Si yo puedo hacerlo, tú
también puedes!

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Un espíritu resiliente
por el Rev. Mark A. Fuss

¿Te has identificado—me suena mejor. alguna vez con


una palabra? ¿Una que saltó de la página mientras todo tu
reverberaba con reconocimiento?
Hoy leí la palabra “resiliencia”, y sentí que la verdad de la
palabra me llegó al corazón.

“Resiliencia es una palabra interesante. Significa que


has estado en algún sitio y vas a otro sitio y a otro. Lo
cual es lo que todos hacemos”. —Maya Angelou

Resiliencia —permití que la palabra rodara en mi lengua


y vagara a través de mis años en esta tierra. Si observo
cuidadosamente, puedo ver los movimientos de mi vida,
los capítulos, a través del lente de la resiliencia. Y tengo que
sonreír por los recuerdos.
Recordando la resiliencia del chico que era —la lucha para
encontrar mi lugar en el mundo.
Recordando el joven que era —el llamado, el orgullo, la ira,
el andar sin rumbo.
Recordando la carrera que logré —la creatividad, el talento
y el trabajo arduo.
Recordando las adicciones —los ojos hundidos y el corazón
hueco, el intento de aliviar un dolor interno. Sin embargo,
tenía un destino.

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Recordando el buscador —¡sabía que había algo más!
Busqué y encontré una espiritualidad que hizo cantar a mi
corazón.
Recordando el ministro en el que me he convertido
—el llamado insistente, el profundo trabajo interno de
transformación y educación, para una vida de servicio. Soy
una luz en este mundo.
Resiliencia. ¿Cómo se siente la palabra en tu boca? ¿Dónde
cobra vida en ti? ¿Puedes nombrar los capítulos de tu vida y
celebrar la resiliencia de tu espíritu? Tú eres la luz del mundo.

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No abandones tus
sueños
por Lindsay C. Gibson, Psych. D.
(Adaptado de su libro Who You Were Meant to Be: A Guide
to Finding or Recovering Your Life’s Purpose. Far Hills, NJ: New
Horizons Press. 2000.)

Para permitir que tu luz resplandezca en el mundo, tienes


que encontrar lo que se supone que debas ser. Descubrir el
propósito de tu vida es un proceso de crecimiento que revela
tu ser verdadero y da esperanza a tus sueños. Sin embargo,
es importante tener presente que el proceso de crecimiento
funciona para que no te desanimes. Es un patrón predecible
de crecimiento encontrar la joya de la esperanza y luego
perderla, creando así la necesidad de encontrarla de nuevo.
Pero a medida que pasas por el proceso de crecimiento,
mantendrás tu sueño en tus manos cada vez por más tiempo.
Y será mucho más fácil encontrarlo la próxima vez que lo
dejes caer.
Simplemente porque te caigas y te sientas perdido, esto no es
una declaración de realidad. Es solamente el humor del cual
estés comentando acerca de un mal día. Einstein tenia días
malos. Picasso tenia días malos. Sin embargo, continuaban
siendo ellos mismos. Continuaban viviendo. Continuaban
trabajando en ello.
Esfuérzate lo suficiente para esperar grandes cosas de ti
mismo. Cuando las cosas se pongan difíciles, sé amable y
reconfortante como una buena madre. Pero cuando estés

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tentado a darte por vencido, sé un padre severo. Sé el
entrenador implacable. Sé el tipo de mentor para ti mismo que
no va a permitirte malgastar tu potencial sin hacer nada.
Perteneces a este mundo, con tus intereses y dones.
Pueden surgir temores, pero resuelve seguir tus sueños.
Una vez que sepas lo que deseas y estés decidido a hacerlo,
las circunstancias comenzarán a organizarse hacia el
cumplimiento de tu sueño. Las energías del universo desean
que seas quien se supone que seas.

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Sí, seguro
por la Rev. Pat Veenema

Madre de dos niñitas


esposa, voluntaria en la iglesia, líder de la Niñas Exploradoras,
maestra,
hija, Hermana, amiga
a menudo demasiado ocupada para tomar tiempo para sí
misma.
Mudándose a una nueva ciudad,
con esperanzas que no se materializaron.
Aislada y sola en medio de las ocupaciones.
Siendo la mejor mamá y esposa posible.
La oscuridad se cierne sobre ella. Cada vez más oscura.
Todavía activa: iglesias, escuelas, trabajos,
ocupada, ocupada, ocupada.
Cada vez más oscuridad.
La orientación sicológica se convierte en
una sesión de llanto continuo, incapaz de ver la luz.
Sin esperanza, sin pasión, sin gozo.
Cientos y cientos de páginas en mi diario:
Dios, ¿por qué estoy tan triste?
¿Por qué estoy tan enojada?
Enojada, triste, enojada, desilusionada.

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¿Dónde puedo encontrar alivio?
Hiciste un pacto conmigo, pero ¿dónde estás?
¿Qué es el gozo? No recuerdo cómo se siente.
Tan sola.
Es su culpa de mi esposo.
Es su depresión introvertida, su alcoholismo, su oscuridad.
Años de lucha, tristeza, enojo y soledad.
Una invitación para Un curso de milagros, luego la iglesia
Unity.
“Tus afirmaciones funcionan para ti bien lo creas o no”.
Sí, seguro.
“Soy gozosa en Dios”. Sí, seguro.
“Soy una creación perfecta de Dios”. Sí, seguro.
Continúa diciéndolas... Bueno, pero ¿años de tristeza
borrados por unas palabras?
“Soy feliz y estoy en paz”. Sí, seguro.

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Rostros amorosos, abrazos, sonrisas cada domingo.
Ven a las clases, a lo mejor lo logras.
Continúa diciendo tus afirmaciones. Permites que calen en ti.
Las palabras que escucha le producen lágrimas. Tocan su dolor.
Una caja de pañuelos de papel a su lado cada domingo.
Limpiándolo todo.
Abriendo los canales para que el amor llene el vacío.
Poco a poco, gradualmente, la oscuridad se disipa. La Luz
comienza a asomarse.
Poco a poco, gradualmente, las afirmaciones son significativas.
Poco a poco gradualmente, ella contribuye con obras que
otros aprecian.
Alguien dijo: “Transformaos por la renovación de vuestro
entendimiento”.
Ahora ella escucha esa frase con una nueva comprensión.
Un día alguien dice: “Me ayudaste verdaderamente con esto o
aquello”.
Otro día, alguien la presenta como un hermoso ser espiritual.
Ella siente la verdad de estas palabras. Afirma que son verdad.
Comienza a creer lo que una vez dudó. Comienza a creer en
su Ser.
Y un día, se encuentra diciendo la misma frase a otra persona
que sufre en la oscuridad:
Tus afirmaciones funcionan para ti bien lo creas o no.
Una vez más conoce a Dios, pero con una nueva manera de
pensar: Dios en ella,
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Dios en el hermoso templo que ella es, no solamente allá
afuera.
Un Dios íntimo, que sabe, ama y escucha.
Su oscuridad desapareció. La esperanza es la Luz.
Con caca aliento, con cada pensamiento, ella se aferra a la
Luz.
Crece en la Luz, en Amor, en Paz.
La Luz devora la oscuridad.
El amor fortalece el cuerpo.
La paz aquieta la mente.
Y el Gozo regresa al alma.
Gracias a Dios, Fuente de Luz, Amor, Paz y Gozo.

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Deja tus armas
por la Rev. Robyn Plante

Al recoger mis llaves, la botella de agua y el suéter, miré


una última cosa debatiendo si debía meterla en el bolsillo
o no. Un pequeño cilindro gris, del tamaño de un rollo de
caramelos salvavidas. El cilindro se sentía liviano en mi mano,
pero pesado en mi mente. ¿Debería llevarlo o no? Lo había
encontrado en el gabinete de la cocina —dejado allí por uno
de mis hijos adultos o sus amigos. Era un arma que solo había
visto en películas: aerosol de pimienta.
Me dirigía al trabajo, a dar una clase nocturna para hombres
jóvenes que se preparaban para tomar el examen equivalente a
la educación secundaria. Muchos en el programa habían pasado
sus años de adolescentes en la calle, involucrados en drogas y
pandillas, y ahora buscaban un futuro mejor. El salón de clase
estaba en una comunidad donde había habido informes de
crímenes y, esta noche, el supervisor y el personal de la oficina
tenían la noche libre. Así que yo era la única allí. Y tenia miedo.
Era nueva en el trabajo, y no conocía bien a los estudiantes.
En nuestras clases anteriores me miraban cautelosamente, sin
embargo, respondían respetuosamente. Pero allí estaba yo,
con miedo por ser la única autoridad adulta presente, la única
mujer en un salón lleno de hombres y la única persona de mi
raza en el salón.
El miedo palpitaba en mi corazón según tomaba el cilindro
y caminaba hacia la puerta, luego di marcha atrás y puse de
nuevo el aerosol de pimienta en el gabinete. Traté de discernir:
¿era mi seguridad una preocupación verdadera o estaba el

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miedo sólo en mi cabeza? Si traía esto al trabajo, ¿sería
mi mente una extensión del arma? Si llevaba el aerosol de
pimienta conmigo, ¿me enfocaría en él toda la noche —cómo
utilizarlo, cuándo, dónde apuntar— en vez de enseñar?
Entonces tuve el pensamiento horripilante de que ¡quizás
estaba bajo la influencia de algún estereotipo cultural que ni
siquiera sabía que poseía! Aquí estaba, una educadora, cuya
meta era enseñar tolerancia, ver más allá de las apariencias,
dar ejemplo de confianza y aceptación y, sin embargo, tenía
miedo de los estudiantes a quiénes quería enseñar.
Me senté en el sofá y lloré. Luego oré.
Pedí al Espíritu Santo que enviara luz a
los cuatro rincones de mi mente. “Envía
luz adonde pueda estar asechando
cualquier prejuicio”. “Envía luz adonde
cualquier desconfianza humana pueda
estar escondiéndose”. “Envía luz adonde
cualquier temor de la conciencia masiva
de la humanidad pueda haberse colado”.
Oré para que los viejos rencores fueran
sanados.
Visualicé soldados en campos de batalla
en todas partes del mundo dejando atrás
las armas y corriendo a abrazar a los otros
soldados como hermanos.
Cuando mi oración terminó, sabía lo que debía hacer.
Boté el aerosol de pimienta.
Fui a trabajar esa noche sin temor, sabiendo que estaría segura
en el salón de clase. La única que fue desarmada fui yo.

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El punto de elección
por la Rev. Paula Mekdeci

En la primavera del 2006, recibí el llamado inequívoco del


Espíritu de mudarme de mi casa en Portland, Oregón, a
Kansas City, Missouri, para entrar a la escuela ministerial.
Una vez que dije “sí” a ese llamado, el universo se alineó de
maneras aparentemente mágicas para reforzar mi decisión y
hacer mi camino seguro y sin tropiezos. Una “coincidencia”
tras otra se desenvolvió a mi favor.
Mi fe era tan fuerte que corrí lo que ahora parecen riesgos
inconcebibles: con sólo cinco meses de pago por cesantía
de un trabajo en Portland que había sido eliminado y sin
ingreso adicional, me mudé a Kansas City y compré una
nueva casa, confiando en que mi casa en Portland se vendería
rápidamente. “En unos pocos meses, quizás en unas pocas
semanas se venderá”, decía todo el mundo. El mercado de
bienes raíces en Portland había estado bueno. Así que tomé
una segunda hipoteca para una nueva casa.
Sentí que mi llegada a Kansas City fue triunfante. Comencé a
buscar trabajo a tiempo completo y mientras tanto acepté una
posición a medio tiempo en Silent Unity. Me sentía mareada
con la energía de seguir el llamado del Espíritu. Me encantaba
mi nueva casa y esperaba con emoción pagarla completamente
cuando mi casa en Portland se vendiera —lo cual seguramente
sucedería cualquier día.
Mas no fue así. El mercado de bienes raíces se vino abajo
y, semana a semana, mes a mes, mi casa permanecía sin
venderse. Nada sucedió, inclusive luego de bajarle el precio.

24
Para enero del 2007, era claro que mis ahorros se agotaban.
Estaba trabajando solamente a medio tiempo, pagando dos
hipotecas y, como si fuera poco, pagando la matrícula de mis
hijos en la universidad.
Un día, al pensar en todo ello, sentí pánico. “¡Se me va a
acabar el dinero!” era todo lo que podía pensar. El miedo me
consumía y comencé a llorar. ¿Iba a la ruina? ¿Tendría que
vender mi casa en Kansas City? ¿Había cometido un error
terrible?
Por horas fui presa del miedo y la preocupación. Y luego,
gracias a Dios —literalmente, gracias a Dios— un nuevo
pensamiento vino a mi mente. Fue un pensamiento
proveniente de mi Ser más elevado, el observador en mí. Y el
pensamiento fue: “Espera un momento. Soy la misma persona
que era ayer. Y ayer, todo estaba bien. Me sentía calmada,
clara y hasta feliz. Nada es diferente hoy, excepto lo que
me estoy diciendo”. Me di cuenta de que al dar poder a mis
pensamientos de temor, estaba creando un infierno.

25
Y por primera vez en mi vida, que pueda recordar, me di
conscientemente a la tarea de tener pensamientos diferentes.
“Niego cualquier poder a pensamientos de preocupación y
temor. Soy la misma persona que fui ayer. Todo estaba bien
entonces, así como lo está ahora”. Luego pensé en las cosas
que podría hacer para contribuir a mi paz mental. Llamé a una
amiga. Fui a dar un paseo. Pasé tiempo en oración.
Tan pronto como me calmé, evalué mis opciones. Llamé a un
familiar que podía ayudarme si tocaba fondo financieramente.
Pero al final no fue necesario. Unas semanas después,
conseguí el trabajo de mis sueños en la sede central de Unity
en Unity Village. Y, al mes siguiente, mi casa en Portland se
vendió. Unos años después comencé la escuela ministerial.
Fue la experiencia más clara que he tenido del darme cuenta
de que podía crear mi cielo o mi infierno por medio de los
pensamientos que elegía tener. Podía elegir crear escenarios
de pánico, drama, de “todo está perdido” —o podía tomar las
cosas un día a la vez, un momento a la vez
si fuera necesario, apoyada en la presencia
eterna del Espíritu para mantenerme en
calma y evaluar conscientemente los
próximos pasos a seguir.
“Cambia tu manera de pensar,
cambia tu vida”. Siempre me sonó
bien, pero ese día de enero fue
verdaderamente cierto. Ahora, cada
vez que surge un reto recuerdo: “nada
puede perturbar la paz de mi alma
—a menos que yo se lo permita”. La
decisión es mía.

26
Sepárate y depende
por la Rev. Claudell County

No importa dónde estemos ahora


o qué estemos haciendo,
podemos separarnos de ello por un momento
y depender de Dios
la Presencia nos llena.
No importa cuán dura la lucha
o cuán sin esperanzas la vida parezca ser,
podemos separarnos de ello por un momento
y depender de Dios
la Luz nos muestra un nuevo día.
No importa cuán desanimados podamos sentirnos
o cuán equivocados pensemos que hemos estado,
podemos separarnos de ello por un momento
y depender de Dios
el Amor nos sana.
No importa cuán perdidos, cuán asustados,
o cuán enojados estemos.
Podemos separarnos de ello por un momento
y depender de Dios
La Paz nos eleva.
La vida puede parecer tan confusa, tan complicada, tan frustrante
o la vida puede ser tan gozosa, tan edificante, tan emocionante.
La gratitud puede ser nuestra realidad, y la fe la estrella que
nos guía.
Si recordamos separarnos y depender de Dios.

27
Por qué no puedo
abordar este tema
por el Rev. Ed Townley

Cuando recibí el mensaje invitándome a contribuir con un


poema o un artículo para este folleto, pensé, “bueno, ¿qué
podría ser más fácil? Sólo necesitaba pensar en un momento
de mi vida cuando me di cuenta de que mis pensamientos
aparecían frente a mí”. Como ministro Unity por más de dos
décadas, a menudo he hablado —¡y con gran pasión!— acerca
de lo que Unity llama “la ley de la acción mental”. “Me voy a
sentar cuando tenga unos minutos para poner en orden mis
pensamientos”, decidí, “y después termino con esto”.
Mas entonces, querido lector, ¡algo extraño sucedió! Al
continuar con mi vida diaria, traté de pensar en el ejemplo
perfecto. Pero cada vez que dirigía mi mente hacia el tema,
una niebla parecía entrar en mi conciencia, oscureciendo
cualquier pensamiento específico o recuerdos acerca del tema.
Una y otra vez, cuando pensaba en mis experiencias de haber
creado mi realidad por medio de mi manera de pensar, la
pantalla se disolvía en niebla.
¿Qué significaba esto? me pregunté. Estoy seguro de que en el
pasado he compartido historias, experiencias y retos. ¿Por qué
no puedo recordar ninguna de ellas en este momento? ¿Es un
comienzo prematuro de Alzheimers? (Mi ego inmediatamente
pintó el peor escenario posible).
Bueno, decidí, no tengo que responder a cada invitación a
escribir. Voy a dejar pasar ésta.

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Y, por supuesto, en el momento en que me liberé del estrés y
la ansiedad, la niebla se disipó, y vi inmediatamente por qué
la asignación era un reto tan grande.
Pedir un ejemplo de cómo la energía creativa del universo se
expresa por medio de mí es como pedirme que recuerde un
aliento específico habiendo respirado toda mi vida. La verdad
es que todos elegimos qué creer a cada momento, y luego
experimentamos esa creencia en nuestras vidas. No depende
de nosotros hacer que suceda, es como pretender que tenemos
que recordar respirar.
Claro que podemos tomar conciencia de nuestra respiración
cuando lo deseemos y apreciar profundamente el proceso
sorprendente y hermoso que es. Al pensar en esto comencé a
sentir que estaba en contacto con una comprensión cósmica
de “cómo funciona”. La gratitud es el combustible que nos
permite ser la Ley en acción. Todo nuestro propósito en esta
vida ilusoria y dual es simplemente movernos a través de
ella, de un momento al próximo, dándonos cuenta de todo y

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apreciando todo. Todo. Nuestro aprecio es nuestra elección de
qué creer —dónde colocamos nuestra fe— en un momento
dado. Y, como Jesús nos enseñó pacientemente durante Su
estadía en la tierra, la energía de la fe es la que crea nuestra
experiencia terrenal.
Pero, ¿y las experiencias negativas —enfermedad, pérdida de
un ser querido, escasez? Cómo lidiamos con esa parte de la
ecuación? Exactamente de la misma manera. Comenzando
con un momento específico, nos damos cuenta de una
emoción, un síntoma o una creencia. Los apreciamos porque
aprendemos de ellos, mas reconocemos que no tienen poder
sobre nosotros a menos que se lo demos. Y a medida que esos
momentos de aprecio se acumulan, nuestra fe toma forma
como nuestra próxima experiencia de vida.
¡Esto es todo Bien, todo el tiempo! Lo que puede
parecer como experiencias negativas pueden, apreciadas
apropiadamente, convertirse en comprensiones importantes
para guiar nuestras decisiones y creencias en los momentos
venideros. Qué danza tan hermosa a medida que nos
movemos por el infinito dándonos cuenta, apreciando
y experimentando desde este momento al próximo, y al
próximo, y al….
Mientras más conciencia traigamos al participar en esta gran
danza cósmica de la cual todos somos un elemento esencial,
más podremos participar de manera poderosa y precisa.
Aprecio la oportunidad de escribir acerca de este tema, el cual
ha expandido mi conciencia de maneras inesperadas. Elijo
avanzar más consciente, e infinitamente más agradecido. Elijo
no experimentar la Ley de la creación, sino ser la Ley, en mi
propia vida y en todas las experiencias con que tenga contacto
en el camino.
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El soldado y el
banco de nieve
por el Capellán (Capitán) Thomas W. Shepherd,
U.S.A. (Ret.)
(También conocido como el Rev. Dr. Thomas W. Shepherd)

No hacía demasiado frío esa mañana, a penas 10


grados Fahrenheit bajo cero. El cielo estaba oscuro,
por supuesto, porque a las 8 a.m. todavía faltaban unas
horas para el amanecer de diciembre. Con mi chaquetón
verde oliva del ejército, guantes árticos y botas blancas
“de conejo” para el frío, paseaba por la calle arbolada
hacia el comedor. A mi izquierda y perpendicular a la
carretera llena de nieve estaban tres pisos de barracas,
y el comedor a la derecha, una calle de dos canales
pavimentada con nieve endurecida de una acera a otra.

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Durante mi primera temporada prolongada de invierno en
el estado número 49, aprendí que esa nevada en Alaska era
sorprendentemente ligera, pero la temperatura permanecía
fría, así que cada ola nueva de copos de nieve se apilaba sobre
la anterior, lo que resultaba en una masa acumulativa blanca.
Cuando las máquinas que barren la nieve limpiaban las calles,
tendían a dejar paredes de hielo y nieve cada vez más altas
en su camino. El lado de la calle donde estaba el comedor
no sufría este efecto porque las máquinas barrían en la otra
dirección, pero eso sólo significaba que las máquinas habían
echado una gran masa de nieve al lado de la calle donde
estaban las barracas, creando un dique impenetrable de casi
ocho pies de altura.
Esa mañana, a medida que caminaba a lo largo de la calle
para tomarme una taza de café en el comedor, vi a un soldado
en la distancia atacando la colina blanca que bordeaba
las barracas con una pala de aluminio para nieve. Justo
cuando me acercaba, tiró la pala al suelo y soltó una sarta de
insolencias que se congelaban en el aire frío. Entonces me
miró y aparentemente notó la crucecita plateada que todos los
capellanes cristianos llevan en sus chaquetones.
“Oh, perdone, padre”, dijo avergonzadamente. Los soldados
católicos a menudo llamaban padre a los capellanes. Aprendí
a no corregirlos, porque era su señal de respeto al clero en
general.
Sonreí. “¿Qué pasa, soldado?” Otro intercambio formal.
No pude ver su rango, pero parecía como tener 19 años,
demasiado joven para ser suboficial, así que utilicé el término
genérico aceptable de soldado, el cual los miembros del
servicio generalmente toman como un cumplido.

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“¡Estoy totalmente de malas hoy!”
Pero él no dijo de malas.
“Perdone, padre,” añadió rápidamente.
“Entonces, ¿qué pasó?” Esto se había convertido en una
oportunidad de hacer un poco de asesoramiento improvisado,
que es por lo que nosotros los capellanes vagábamos por todas
partes. No pude evitar desear que pudiéramos entrar a una de
las barracas cálidas, quizás sentarnos en el salón y conversar.
Pero aquí estábamos, bloqueados de los alojamientos de los
soldados por una montaña de nieve hecha por el hombre. Y
este joven obviamente no podía tomarse un descanso para ir
conmigo al comedor.
“Vengo a trabajar a tiempo esta mañana”, me explicó. “Buena
actitud. Listo para trabajar. Estoy en un equipo de morteros,
y se supone que practiquemos colocando, apuntando,
disparando y moviéndonos”.
Él era uno de cuatro en un equipo de morteros —un
sargento y tres reclutas—practicando la antigua triple
jugada del ejército de disparar, irse, y comunicarse. Como
estaban entrenando en el área de las barracas, obviamente
era un ejercicio de práctica. Una pantomima sin municiones
verdaderas. La gente de la ciudad cercana de Anchorage no
aprobarían ningún plan de rondas de fuego de artillería en sus
comunidades.
“Entonces, uno de los reclutas no se aparece”, dijo el soldado.
“El otro llega tarde y comienza a replicarle al sargento, así que
él manda al sabelotodo al primer sargento para más asesoría”.
No se necesitaba un diploma de West Point para saber lo que
“asesoría” significaba en ese contexto —una buena reprimenda,
33
34
como sólo un primer sargento veterano puede dar. Pero, ¿y
el “buen” soldado que llegó a tiempo, respetuoso y listo para
trabajar? Supuse lo que había sucedido y él me lo confirmó.
“Así que el sargento me da esta pala y dice ‘cava un hueco a
través del banco de nieve’. ¡Y me castiga por hacer lo correcto!”
No es de extrañar que estuviera indignado. Pensé acerca de
la ocurrencia infame de Clare Booth Luce, “Ninguna buena
obra queda sin castigo”. Hubiera sido fácil sentir lástima por
él acerca del sufrimiento del inocente, pero algo acerca de
esta situación me llamó a evaluar de nuevo su situación. Miré
el banco de nieve, el cual bloqueaba el acceso a las barracas
y hacía necesario que los soldados rodearan el dique blanco
para poder ir al comedor. En las mañanas bajo cero, eso era
un reto aún para la gente joven y saludable.
“Viniste a trabajar listo para cumplir con tu deber y entrenarte
en el mortero”, le dije. “Pero el sargento quien llevó al revoltoso
a la oficina te dio una mayor oportunidad. Esto es Alaska. El
paso que estás abriendo a través de este banco de nieve durará
todo el invierno. Hombres y mujeres pasarán rápidamente por
este atajo y llegarán al comedor sin congelarse hasta los huesos.
Y nadie sabrá quién los bendijo con esta ruta de acceso. Así que
tú eres como el agente secreto de Dios”.
Una pequeña sonrisa surgió en su rostro. Hablamos por uno
o dos minutos más, y continué mi camino hacia mi café. Al
mirar hacia atrás, estaba atacando la montaña de nieve con
renovada prontitud. Para cuando regresé con una taza de
café caliente para él, ya había cavado a la mitad del monstruo
blanco y me saludó con un alegre, “¡Hey, Capellán!”
Pensé acerca de esta transformación en este joven. Era la
misma pala, la misma montaña de nieve, la misma mañana

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fría. La única diferencia era su actitud hacia la tarea. Él
decidió que no era un castigo sino una oportunidad de
prestar un servicio a sus compañeros soldados. No era Mary
Poppins encontrando gozo en cada trabajo. El trabajo era
igual de arduo, pero su nuevo sentido de servicio marcó la
pauta. Él estaba transformando el mundo por la renovación
de su mente. Pensé acerca del proverbio Zen, “Antes de la
iluminación, corta leña, acarrea agua. Después de la iluminación,
corta leña, acarrea agua”.
¿Cuánto trabajo arduo o rutinario de repente se convertiría
en actos de buena voluntad si la naturaleza interdependiente
de la vida fuera comprendida con claridad? Claramente tu
actitud hacia la vida daría forma a lo que la prosperidad
significa. Una vida confiada, gozosa, no se trata de la cantidad
sino de la calidad de las experiencias. Para algunas personas,
una gran riqueza no es una carga excesiva. Para otras, la
búsqueda de la felicidad no se trata tanto de los bienes
materiales sino de la libertad para hacer las cosas que desean
hacer.
Cada vez que tengo una montaña que necesita ser movida y
me siento oprimido por la injusticia del mundo, pienso acerca
de ese joven soldado sin nombre atacando el “Monte Everest”
con una pala de aluminio en la mano y una sonrisa en el
rostro. Y, a veces, el recuerdo transforma mi tarea molesta en
una oportunidad de servicio para la renovación de mi mente.

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¿Cómo podemos servirte?
Por medio de la oración, la publicación y la educación espiritual,
Unity está siempre disponible para ayudarte a que reconozcas y
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