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Emergencias y Desastres

Autor: Samuel Barahona


Índice

1. Unidad 1: Definiciones............................................................................................................ 3
1.1. La evolución del concepto de desastre ........................................................................ 4
1.2. Conceptualización del riego ............................................................................................ 8
1.3. La gestión del riesgo y la reducción del riesgo de desastres ................................ 10
1.4. El ciclo de manejo del riesgo ........................................................................................ 12
1.5. El concepto de desarrollo dentro de la gestión del riesgo ..................................... 16
1.6. Emergencias, desastres y catástrofes ........................................................................ 20
2. Unidad 2: Metodología para la Elaboración de un Plan de Emergencia ......................... 25
2.1. El plan de emergencia .................................................................................................... 25
2.2. Diagnóstico de riesgo y recursos
La metodología AIDEP ....................................................................................................... 27
2.3. Elaboración de un plan de emergencia
La metodología ACCEDER ................................................................................................ 32
2.3.1. Alerta y alarma .............................................................................................................. 33
2.3.2. Comunicaciones ........................................................................................................... 34
2.3.3. Coordinación y dirección............................................................................................ 34
2.3.4. Evaluación (Primaria o Preliminar) ........................................................................... 38
2.3.5. Decisiones ..................................................................................................................... 39
2.3.6. Evaluación complementaria (o secundaria) ............................................................ 40
2.3.7. Readecuación de las decisiones o del plan de emergencia ................................ 40
3. Unidad 3: ABC Ambulacia Bomberos Carabineros ........................................................... 42
3.1. Glosario ............................................................................................................................. 42
3.2. Contextualización ............................................................................................................ 42
3.3. Fase alarma....................................................................................................................... 44
3.4. Fase desplazamiento ...................................................................................................... 46
3.4.1. Ley del Tránsito: ........................................................................................................... 46
3.4.2. Señales ........................................................................................................................... 46
3.4.3. Acceso al sitio del evento\ ......................................................................................... 46
3.5. Fase organización en sitio emergencia....................................................................... 47
3.5.1. Identificación de equipos de trabajo ........................................................................ 47
3.5.2. Procedimiento en caso de emergencia .................................................................... 47
3.5.3. Perímetro y áreas de seguridad................................................................................. 48
3.5.4. Atención de lesionados............................................................................................... 48
3.5.5. Evacuación de lesionados .......................................................................................... 49
3.5.6. Normalización del sitio del suceso ........................................................................... 49
3.5.7. Informaciones ............................................................................................................... 49
3.6. Desastres con múltiples víctimas ................................................................................ 50
3.6.1. Alarma ............................................................................................................................ 50
3.6.2. Organización en el terreno ......................................................................................... 50
Unidad 1: Definiciones
Para comprender la transformación vertiginosa que se ha dado en los medios de
comunicación social durante las últimas décadas es importante tener presente que
a partir de los años setenta se inicia el proceso de desarrollo de las nuevas
tecnologías de la información y el conocimiento, mejor conocidas como TICs.
Estas tecnologías han producido cambios sustanciales en la forma de vida de las
personas, en su forma de aprender, de trabajar y de comunicarse, al punto de que
en la actualidad los servicios de generación, almacenamiento, procesamiento y
distribución de todo tipo de información se han convertido en el mayor generador
de riqueza y puestos de trabajo en todo el mundo.

Por ello, algunos especialistas han optado en denominar esta Sociedad como la
Sociedad de la Información. UNESCO, sin embargo, prefiere utilizar el concepto
de Sociedad del Conocimiento, que tiene en sí una dimensión más pluralista de
desarrollo, no enfocada únicamente en las innovaciones y avances tecnológicos,
sino en el derecho de todas las personas, comunidades y pueblos de poder crear,
consultar, utilizar y compartir la información y el conocimiento para fortalecer e
incrementar sus posibilidades de desarrollo y su calidad de vida de forma
sostenible.

Durante las últimas décadas, el impacto de los desastres, sean generados por la
dinámica y fuerzas internas del planeta o por la acción transformadora del ser
humano, se ha reflejado a nivel mundial en alarmantes cifras de víctimas,
destrucción y pérdidas económicas que han incidido directamente en un retraso en
el desarrollo social, económico y cultural previamente planificado por muchos
países y por ende en la calidad de vida de sus pobladores.

Factores como la pobreza, el aumento en la densidad de población, las


migraciones, la degradación ambiental, el calentamiento global, el estilo y las
condiciones de vida de los países menos desarrollados contribuyen en gran
medida al aumento de la vulnerabilidad ante los desastres de distintos territorios y
por ende de los ecosistemas y grupos sociales que se asientan en ellos.

La Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de las Naciones


Unidas - EIRD, considera que todos los años más de 200 millones de personas
resultan afectadas por las sequías, inundaciones, ciclones tropicales, terremotos,
incendios forestales y otros peligros. Con este alarmante panorama, es importante
resaltar que el acceso a la información y el conocimiento es una poderosa y muy
efectiva herramienta para gestionar y reducir los riesgos y los desastres y por
ende salvar vidas, reducir el sufrimiento humano y las pérdidas materiales.

“Los desastres pueden reducirse considerablemente si la gente se mantiene


informada sobre las medidas que puede tomar para reducir su vulnerabilidad y si
se mantiene motivada para actuar”. ( Marco de Acción de Hyogo de las Naciones
Unidas, 2005)
1.1.- LA EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE DESASTRE

Ha ocurrido una evolución en torno a la protección civil, pasando desde un modelo


centrado principalmente en la respuesta, centrado en el caos, mando y el control
del evento, hacia un modelo de gestión integral para la reducción de Riesgos de
desastres, lo cual implica a su vez que ha habido un cambio en torno al concepto
de desastres, incorporando una visión de continuidad, coordinación y cooperación.

A partir de lo anterior, se puede puntualizar que históricamente, el ser humano y


las sociedades que componen se han preocupado en cierto grado de la gestión
del riesgo en sus sistemas tecnológicos, infraestructuras urbanas y cosmología.
En Perú por ejemplo, la cultura Chimú represento los impactos sociales y
económicos del El Niño en enormes tapices de adobe en la ciudad costera de
Chan Chan. (Informe de Evaluación Global sobre la Reducción del Riesgo de
Desastres, GAR 2011)

Se plantea que durante el siglo XIX, es cuando se comenzaron a incorporar


conceptos de las placas tectónicas, lo cual gradualmente fue aceptado por la
comunidad científica, y paulatinamente se comenzaron a entender las amenazas
físicas de la “naturaleza”, de manera que fueron incorporadas como amenazas,
con potencial de convertirse en riesgos de desastres.

Una visión complementaria a la anteriormente planteada, nos indica que las


sociedades han enfrentado los desastres de diferentes maneras, principalmente
de acuerdo a la forma en que éstos han sido comprendidos, y si bien existen
tantas definiciones de desastres como autores que han escrito sobre ellos, es
posible identificar tres grupos de definiciones, relacionadas a tres momentos de la
evolución del concepto:

El desastre como fenómeno sobrenatural: Etimológicamente la palabra


desastre proviene del latín des, que significa dificultad o anomalía e indica
negatividad, y desastre, que significa astro o estrella, asociados en épocas
antiguas a las divinidades. El desastre es concebido entonces como producto de
la voluntad divina, generalmente un castigo por el comportamiento errado del ser
humano, frente a lo cual, la posibilidad de intervención de las comunidades se
reduce a la realización de ceremonias y rituales en busca de la compasión y del
perdón.

El desastre como fenómeno natural: Con el comienzo del estudio científico de


éstos, el desastre deja de ser concebido como producto de la voluntad divina y
pasa a ser considerado como una expresión de la naturaleza, resulta inevitable,
impredecible e impacta azarosamente a las comunidades. Frente a ello, la
intervención de las comunidades enfatiza la reacción, la atención y respuesta
inmediata de los afectados.
El desastre como construcción social: Sólo a partir de la segunda mitad del
siglo XX, se puede observar un análisis más estructurado respecto de la relación
entre los fenómenos de la naturaleza y las condiciones de vida de las personas.
Particularmente en las dos últimas décadas, se ha hecho evidente que:

Las características de la sociedad pueden minimizar o magnificar el impacto de un


fenómeno natural.

La distribución de los daños producidos en los desastres no es homogénea ni


azarosa.

La capacidad de recuperación de las diversas comunidades afectadas es diferente


para unas u otras comunidades.

A partir de esto, surge una comprensión de las situaciones de desastre distinta a


las anteriores. Los desastres hasta ahí conocidos como “naturales”, se
comprenden más bien como producto de una construcción social.

Si bien se reconoce la existencia de fenómenos naturales potencialmente


peligrosos, estos constituyen más bien amenazas, de modo que un fenómeno
natural no origina necesariamente un desastre. Para que éste se materialice, hace
falta una comunidad propensa a sufrir daño, es decir, vulnerable.

Como se verá más adelante, la vulnerabilidad se conceptualiza como un producto


social, como una condición o situación en la cual hay una propensión a sufrir daño,
lo cual se va a traducir en la capacidad o no de una comunidad de anticipar,
sobrevivir, resistir y recuperarse del impacto de una situación de desastre. En este
sentido, la relación que se da entre amenaza y vulnerabilidad, habla más bien de
una probabilidad o riesgo de ocurrencia del desastre.

A lo anterior, se le suma el concepto de capacidad, la cual es definida por la


Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres –
UNISDR- como:

“La combinación de todas las fortalezas, los atributos y los recursos


disponibles dentro de una comunidad, sociedad u organización que pueden
utilizarse para la consecución de los objetivos acordados”

De este modo, la capacidad se encuentra directamente relacionada con la


vulnerabilidad y la amenaza, en términos de que posibilitan o no, una mejor
respuesta del sistema (comunidad, instituciones) frente a la ocurrencia de un
evento o incidente con impacto negativo hacia las personas, sus bienes y el medio
ambiente.

La capacidad puede incluir la infraestructura y los medios físicos, las instituciones


y las habilidades de afrontamiento de la sociedad, al igual que el conocimiento
humano, las destrezas y los atributos colectivos tales como las relaciones
sociales, el liderazgo y la gestión. La capacidad también puede describirse como
aptitud. La evaluación de las capacidades es un término para describir un proceso
en el que se revisan las capacidades de un grupo en comparación con los
objetivos deseados, y se identifican brechas relativas a las capacidades con el fin
de tomar acciones posteriores.

Esta expresión, muestra que el riesgo de ocurrencia de desastre está dado por
una relación compleja entre amenaza y vulnerabilidad.

Junto con la evolución en el modo de comprender los desastres, la Protección


Civil, fue desarrollando y profundizando su modalidad de acción:

Desde un modelo de administración de Caos – Mando – Control, se asume de


manera progresiva en el mundo el modelo de Continuidad – Coordinación –
Cooperación.

Paulatinamente se van fortaleciendo los sistemas de protección civil de las


naciones, y la gestión realizada en relación a éstos, ya no se reduce a los meros
preparativos y respuesta para controlar los eventos destructivos. Se comienza a
instalar un enfoque preventivo e integral, que promueve la gestión permanente y la
integración de recursos para evitar la ocurrencia de dichos eventos, y de ser
posible, para reducir al mínimo su impacto.

Es a partir de ello que se habla de una Gestión del Riesgo de Desastres, y la


Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres- EIRD-, lo ha definido de
la siguiente manera:

“El conjunto de decisiones administrativas, de organización y conocimientos


operacionales desarrollados por sociedades y comunidades para
implementar políticas, estrategias y fortalecer sus capacidades a fin de
reducir el impacto de amenazas naturales y de desastres ambientales y
tecnológicos consecuentes. Esto involucra todo tipo de actividades,
incluyendo medidas estructurales y no-estructurales para evitar (prevención)
o limitar (mitigación y preparación) los efectos adversos de los desastres. ”

(Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres - EIRD- las Américas. (s/a). Terminología:
Términos principales relativos a la reducción del Riesgo de Desastres, Recuperado de:
http://www.eird.org/esp/terminologia-esp.htm)

A nivel internacional ha existido una creciente preocupación ante esta situación.


La Asamblea General de las Naciones Unidas decretó el periodo 1990 – 1999
como el Decenio Internacional para la Reducción de Desastres Naturales
(DIRDN), con el propósito de promover las acciones de prevención ante estos.
Más tarde se establece la Estrategia Internacional para la Reducción de
Desastres (ERID) como sucesora de la DIRDN, cuyo principal objetivo es
implementar un cambio conceptual como base para el desarrollo de sociedades
más seguras ante los desastres.
La iniciativa internacional ha logrado una mayor concientización acerca de la
importancia de reducir el riesgo de desastres: han sido 168 los países que han
adherido a la estrategia, entre ellos Chile, comprometiéndose a garantizar que la
reducción del riesgo de desastres sea una prioridad nacional, utilizando el
conocimiento y la educación para crear una cultura de la seguridad y protección.

En la actualidad, se está trabajando en base al Marco de Acción de Hyogo,


sucesor de la Estrategia de Yokohama, la cual fue aprobada en 1994, y se
constituye como un plan de acción que ofrece una orientación para reducir los
riesgos y el impacto de los desastres. El Marco de acción de Hyogo adopta las
cinco prioridades siguientes:

1.-Velar por que la reducción de los riesgos de desastre constituya una prioridad
nacional y local dotada de una sólida base institucional de aplicación.

2.-Identificar, evaluar y vigilar los riesgos de desastre y potenciar la alerta


temprana.

3.-Utilizar los conocimientos, las innovaciones y la educación para crear una


cultura de seguridad y de Resiliencia a todo nivel.

4.-Reducir los factores de riesgo subyacentes.

5.-Fortalecer la preparación para casos de desastre a fin de asegurar una


respuesta eficaz a todo nivel.

Hyogo plantea un trabajo por parte de los países que adheridos, implica una
incorporación en sus políticas públicas y accionar institucional, una gestión para la
Reducción del Riesgo de Desastres

1.2.- CONCEPTUALIZACION DEL RIESGO

Como se ha comentado anteriormente el riesgo de ocurrencia de desastre está


dado por la relación entre amenaza y vulnerabilidad.

El riesgo es la probabilidad de exceder un valor específico de daños sociales,


ambientales y económicos en un lugar dado y durante un tiempo de exposición
determinado. El valor específico de daños se refiere a las pérdidas que la
comunidad está dispuesta a asumir, y se conoce como riesgo aceptable. Esto
debido a que resulta impensado concebir un sistema social absolutamente carente
de riesgo, ya que se plantea que el Riesgo cero no existe.

Como ya se ha visto, el riesgo está relacionado con la probabilidad de que un


sistema sufra daño, lo que no está determinado sólo por la ocurrencia de un
evento o incidente externo (amenaza), sino también por la susceptibilidad del
sistema frente a este, (vulnerabilidad) esta relación propicia una visión general, en
donde el riesgo puede ser visto como causa, y su efecto vendría siendo la
ocurrencia de emergencias, desastres y catástrofes.

Lo anterior plantea un trabajo en el cual se considere un análisis tanto de las


amenazas como de las vulnerabilidades, de manera que sea una labor integrada
entre estos elementos, a su vez se debe considerar la capacidad de respuesta que
una comunidad (sistema) tenga para hacer frente a los riesgos en su integralidad.

AMENAZA

La amenaza se concibe como un factor externo de riesgo, representado por la


potencial ocurrencia de un suceso en un lugar específico, con una intensidad y
duración determinadas, no predecible. Algunos ejemplos de amenaza son los
siguientes: el desborde de un río; un derrame tóxico; un sismo, etc.

Si bien la amenaza se define como un factor externo en relación a un sistema, es


necesario señalar que las amenazas pueden provenir tanto de la naturaleza como
de la organización del sistema mismo, es decir, se pueden clasificar como
amenazas de origen natural o como amenazas producto de la actividad humana o
antrópica.

Estas últimas son las generadas en la medida que el ser humano es precursor de
ciertos procesos o eventos que pueden provocar daños. Ejemplos de amenazas
de origen natural son todos los procesos asociados a la dinámica geológica,
geomórfica, atmosférica y oceanográfica, mientras que las explosiones, derrames
de sustancias peligrosas y contaminación ambiental, constituyen ejemplos de
amenazas de origen humano.

Junto con la clasificación de acuerdo al origen, las amenazas también pueden ser
clasificadas de acuerdo a su forma de manifestación:

De manifestación lenta: son aquellos elementos de lento desarrollo, que por su


duración, extensión y severidad, terminan traduciéndose en daños materiales y/o
humanos con características de emergencia, desastre o catástrofe. Se
caracterizan por el daño sistemático producido por un periodo de tiempo. Por
ejemplo: sequías, contaminación ambiental, desertificación, entre otras.

De manifestación súbita: son aquellos eventos de desarrollo intempestivo, las


más de las veces violentos generando daños materiales y humanos con
características de emergencia, desastre o catástrofe. Por ejemplo: terremotos,
tsunamis, entre otros.

VULNERABILIDAD

La vulnerabilidad se concibe como un factor interno de riesgo de un sistema


expuesto a una amenaza, que corresponde a su disposición intrínseca a ser
dañado. Algunos ejemplos de vulnerabilidad son los siguientes: asentamientos en
la ribera de un río, inadecuada manipulación de sustancias peligrosas;
construcciones no sismo resistentes en áreas sísmicas, entre otros.

La vulnerabilidad se conceptualiza como un producto social que se refiere a la


propensión o susceptibilidad, derivada de la estructura y funcionamiento de un
sistema social, a sufrir daño, lo cual se va a traducir en la capacidad o no de una
comunidad de anticipar, sobrevivir y resistir y recuperarse del impacto de una
situación de desastre.

Algunos de los factores o variables que configuran la vulnerabilidad son los


siguientes:

Factores geográficos y climáticos: Relacionados a condiciones intrínsecas de la


zona, como por ejemplo, la erosión.

Factores estructurales: Características de asentamientos humanos,


construcciones y redes de servicio, acceso a medios de transporte y
comunicación, entre otros.

Factores económicos: Incapacidad de mantener los procesos productivos,


escasez, desorganización o deficiente utilización de los recursos económicos,
poca capacidad de reserva, es decir, de acumular excedentes para enfrentar los
periodos de escasez.

Factores socio-culturales: Características de las relaciones humanas y de sus


organizaciones, participación de la comunidad, relación con las autoridades,
actitud de la población y modo en que enfrenta la situación crítica.

De esta manera, el riesgo, producto de la interrelación de amenazas y


vulnerabilidades es una construcción social, dinámica y cambiante, diferenciada
en términos territoriales y sociales, la cual si no es abordada en mayor o en menor
medida, pudiese generar la ocurrencia de emergencias, desastres u catástrofes.
1.3.- LA GESTIÓN DEL RIESGO Y LA REDUCCIÓN DEL RIESGO DE
DESASTRES

Como se ha mencionado anteriormente, el riesgo es el resultado entre la


interacción de amenazas y vulnerabilidades, la interrelación de estos elementos
como ecuación fundamental del riesgo, genera un abordaje en términos de
acciones que tanto los estados, como las instituciones y sistemas debiesen
abordar, a esta acción se le denomina la Gestión del Riesgo, la cual, puede ser
definida como:

“El enfoque y la práctica sistemática de gestionar la incertidumbre para


minimizar los daños y las pérdidas potenciales”

(Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres-UNISDR-. (2009).
Terminología sobre la Reducción del Riesgo de Desastres.2009. UNISDR. Recuperado de:
www.unisdr.org)

Este enfoque abarca la evaluación y análisis del riesgo (interrelación e interacción


entre amenazas y vulnerabilidades), como también la ejecución de estrategias y
acciones específicas para controlar, reducir y transferir el riesgo.

Esto implica que la gestión del riesgo es una labor que debiese ser incorporada en
todo proceso de planificación territorial y proceso de desarrollo de los estados, de
manera de reducir los impactos negativos a todo nivel frente la ocurrencia de
emergencias, desastres o catástrofes. Por lo tanto implica un enfoque que incluya
a todos los sectores de la sociedad, y principalmente la labor de los estados o
gobiernos como garantes de la seguridad de la población y del medio ambiente.

Tal como lo plantea Allan Lavell (Lavell, 1996): “La gestión del riesgo no es solo la
reducción del riesgo, sino la comprensión que en términos sociales se requiere de
la participación de los diversos estratos, sectores de interés y grupos
representativos de conductas y modos de vida (incluso de ideologías y de
perspectivas del mundo, la vida, la religión) para comprender como se construye
un riesgo social colectivo, con la concurrencia de los diversos sectores de una
región, sociedad, comunidad o localidad concreta. La gestión del riesgo no es
simplemente bajar la vulnerabilidad, sino la búsqueda de acuerdos sociales para
soportar o utilizar productivamente los impactos, sin eliminar la obtención
inmediata de beneficios”.

La gestión del riesgo como enfoque y práctica debe ser transversal a todos los
procesos y actividades humanas, como eje integrador de las fases del ciclo de
manejo del riesgo, el cual se analizará más adelante.
En la actualidad, la gestión del riesgo se ve complementada con la visión
planteada por el término de la Reducción del Riesgo de Desastres (RRD), la
cual puede ser definida como:

“El concepto y la práctica de reducir el riesgo de desastres mediante


esfuerzos sistemáticos dirigidos al análisis y a la gestión de los factores
causales de los desastres, lo que incluye la reducción del grado de
exposición a las amenazas, la disminución de la vulnerabilidad de la
población y la propiedad, una gestión sensata de los suelos y del medio
ambiente, y el mejoramiento de la preparación ante los eventos adversos”

(Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres-UNISDR-. (2009).
Terminología sobre la Reducción del Riesgo de Desastres.2009. UNISDR. Recuperado de:
www.unisdr.org)

Esto incluye la reducción del grado de exposición de las amenazas, como también
la disminución de la vulnerabilidad. Se plantea que estas acciones pueden ser de
orden político, técnico, social o económico. La reducción del riesgo de desastres
puede revestir formas tan variadas como el asesoramiento en la definición de
políticas, legislación, planes de preparación ante catástrofes, proyectos agrícolas,
planes de seguros, entre otros. Este enfoque hace posible que las personas
reflexionen y se esfuercen en toda la sociedad, para asegurarse que todos (desde
gobiernos hasta los individuos), tomen las decisiones correctas para reducir el
riesgo y los efectos de los desastres.

Como ya se ha mencionado, estas acciones deben ser cuidadosamente dirigidas,


frente a lo cual surge la necesidad de adoptar o considerar diversas etapas para el
manejo del riesgo, y para responder a esta necesidad se plantea el ciclo de
manejo del riesgo, como herramienta fundamental del trabajo en protección civil.

1.4.- EL CICLO DE MANEJO DEL RIESGO

La comprensión de los desastres como producto de una construcción social,


sitúan el concepto de riesgo como el eje fundamental en el análisis de este tipo de
situaciones, así como también en la búsqueda de esquemas de intervención, que
permitan reducir la probabilidad de su ocurrencia. Esto implica desarrollar
estrategias para la transformación de ciertas condiciones que subyacen al riesgo,
principalmente a la vulnerabilidad.

Se ha visto que la gestión del riesgo se entiende como el esfuerzo de detección y


evaluación del mismo, con el fin de prevenir su derivación en eventos destructivos,
(emergencias, desastres o catástrofes), o bien, frente a los inevitables, responder
minimizando las pérdidas y potenciando las capacidades de recuperación ante sus
consecuencias.
Para lograr lo anterior, el ciclo de manejo del riesgo, presenta un modelo de
acción, que sistematiza las acciones a implementar frente a los riesgos en
diferentes instancias, en relación a la ocurrencia de un evento o incidente adverso,
logrando una gestión integral del riesgo, para la efectiva reducción de la
vulnerabilidad existente.

Las etapas del ciclo de manejo del riesgo, pueden ser sintetizadas en tres grandes
fases: Fase de Prevención, Fase de Respuesta y Fase de Recuperación. La fase
de prevención, está compuesta por tres etapas interrelacionadas: prevención
propiamente tal (también llamada supresión), mitigación y preparación. La fase de
recuperación, en tanto, está compuesta por dos etapas: rehabilitación y
reconstrucción.
Fase de Prevención

La prevención involucra todas aquellas actividades previas a la ocurrencia de un


evento o incidente adverso, a fin de evitarlo o suprimirlo definitivamente y, de no
ser posible, reducir al máximo los efectos que sobre las personas, los bienes y el
ambiente pueda llegar a provocar.

Esta fase considera las etapas de prevención propiamente tal, mitigación;


preparación, comprendiendo todas aquellas actividades destinadas a evitar o
reducir la vulnerabilidad asociada a determinadas amenazas, y, por ende, las
consecuencias adversas que se pudiesen ocasionar a partir de un evento. A su
vez considera la implementación de la alerta, como medida precautoria, la cual se
explicará más adelante.

Prevención propiamente tal (Supresión): Son todas aquellas actividades


destinadas a suprimir o evitar, en forma definitiva, que sucesos naturales o
generados por la actividad humana causen daño. Por ejemplo: erradicación de
viviendas de lugares de riesgo; sistema de cierre automático de válvulas para
evitar escapes de sustancias químicas.

Mitigación: Son todas aquellas actividades tendientes a reducir o aminorar el


riesgo, reconociendo que en ocasiones es imposible evitar la ocurrencia de un
evento. Por ejemplo: códigos de construcción sismo-resistente de edificios; obras
de represamiento o encauzamiento de ríos; construcción de vías exclusivas para
transporte de carga peligrosa.

Preparación: Conjunto de medidas y acciones previas al evento o incidente


destructivo, destinadas a reducir al mínimo la pérdida de vidas humanas, y otros
daños, organizando las medidas y procedimientos de respuesta y rehabilitación
para que éstas sean oportunas y eficaces. Por ejemplo: elaboración y ejercitación
de planes de emergencia; inventario de recursos humanos y financieros;
capacitación de los equipos humanos de emergencia y de la comunidad.

Alerta: Resulta importante mencionar que parte de la etapa de preparación, es la


Alerta. Ésta como ya se ha mencionado anteriormente, es un estado declarado de
atención, con el fin de tomar precauciones específicas, debido a la probable y
cercana ocurrencia de un evento incidente adverso.

Se tipifican distintos tipos de alertas según gravedad e intensidad del evento o


incidente ocurrido, estas se exponen a continuación:

Alerta verde: se define como el estado permanente que implica la vigilancia


continua de la situación general del país para advertir con la máxima prontitud una
situación de riesgo. Al advertirse una situación de riesgo que pudiera
desencadenar un evento o incidente destructivo, esta Alerta Verde se proyecta al
Sistema de Protección Civil como Alerta Temprana Preventiva.
Alerta Temprana Preventiva: constituye un estado de reforzamiento de las
condiciones de vigilancia y atención. Constituye un estado de anticipación (en los
términos y condiciones factibles), a posibles situaciones de emergencia, e implica
el monitoreo riguroso de las condiciones de riesgo advertidas. A su vez, implica
determinar estrategias básicas para la movilización de recursos y actividades para
guiar y apoyar los esfuerzos locales de administración de la situación.

Alerta Amarilla: Se establece cuando una amenaza crece en extensión y


severidad, que no podrá ser controlada con los recursos locales habituales,
debiendo alistarse los recursos necesarios para intervenir, de acuerdo a la
evolución del evento o incidente destructivo.

Alerta Roja: Se establece cuando una amenaza crece en extensión y severidad,


requiriéndose la movilización de todos los recursos necesarios y disponibles, para
la atención y control del evento o incidente destructivo. Una alerta roja de acuerdo
al tipo de evento o incidente destructivo podrá establecerse de inmediato, sin que
medie previamente una alerta amarilla.

El establecimiento de una Alerta debe contemplar la extensión de esta misma,


sobre todo pensando en los recursos comprometidos y el área de aplicación de
una Alerta, por lo que ésta extensión se encuentra definida por la Amplitud y por la
Cobertura.

Amplitud: Puede abarcar a todos los servicios y organizaciones del Sistema de


Protección Civil o limitarse sólo a aquellos más directamente involucrados en el
evento.

Cobertura: Factor territorial, pudiendo declararse para una o más comunas, una o
más provincias, una o más regiones.

Cabe señalar, que la alerta no debe ser confundida con la alarma. La Alarma es la
percepción directa o señal emitida que indica que se ha producido o iniciado un
evento o incidente potencialmente destructivo, para la activación inmediata de los
respectivos planes de emergencia o contingencia y corresponde más bien a la
fase de respuesta del Ciclo de Manejo del Riesgo.

Fase de Respuesta

Corresponde a las actividades propias de atención y control de un evento o


incidente destructivo. Estas actividades se llevan a cabo inmediatamente de
iniciado u ocurrido el evento o incidente, y tienen por objetivo salvar vidas, reducir
el impacto en la comunidad afectada y disminuir las pérdidas. Ejemplos de
acciones de respuesta son la búsqueda y rescate, asistencia médica, evacuación.

Fase de Recuperación

Son las actividades destinadas a recuperar, en una primera etapa las condiciones
básicas de vida, como también, en una segunda etapa volver al estado de
desarrollo previo y, si es posible, superar ese nivel. Considera las etapas de
Rehabilitación y Reconstrucción.

Rehabilitación: Corresponde al período de transición comprendido entre la


culminación de las acciones de respuesta o control y el inicio de las acciones de
reconstrucción. La Rehabilitación consiste en la recuperación, en el corto plazo, de
los servicios básicos e inicio de la reparación del daño físico, social y económico.
Apunta a proveer a las comunidades afectadas al menos, seis elementos
sustantivos: alimento, agua, abrigo, luz, refugio y comunicación.

Reconstrucción: Consiste en la reparación y/o reemplazo, a mediano y largo


plazo, de la infraestructura dañada y, en la restauración y/o perfeccionamiento de
los sistemas de producción. Por ejemplo: construcción de viviendas y edificios
públicos; reparación de carreteras y aeropuertos; recuperación agrícola;
pavimentación de carreteras; reordenamiento de la comunidad y del ambiente
físico.

Existe una estrecha interdependencia entre las actividades de cada etapa y de


cada fase. Por un lado, esta situación dificulta delimitar con exactitud cuándo una
actividad corresponde a una etapa o a otra, de allí que el modelo final sea un ciclo.
Por otro, implica que la gestión realizada en una etapa, debe ser realizada
pensando en las etapas siguientes, en especialmente, pensando en la prevención.
De este modo las decisiones en la etapa de respuesta deben promover una
rehabilitación rápida; o bien, la reconstrucción debe ser diseñada con un enfoque
preventivo. De hecho, el ciclo se conforma por sí solo frente a cada reconstrucción
emprendida con enfoque preventivo, con el fin de evitar que éste vuelva a
registrarse y, de no ser ello posible, al registrarse, el impacto sea mucho menor.

Ahora bien, todas las gestiones que se puedan desarrollar en cada una de las
etapas, llevan integrado el concepto de Desarrollo, entendido como el aumento
acumulativo, durable y sostenible en cantidad y calidad de bienes, servicios y
recursos de una comunidad, unido a cambios sociales, en función de una mejor
seguridad y calidad de la vida, sin comprometer los recursos de las generaciones
futuras.

De esta manera, el Ciclo de Manejo del Riesgo, proporciona una orientación


acerca de cómo intervenir el riesgo, propicia una gestión iniciada en la prevención,
pero si ello no es posible, también advierte como oportuna la gestión iniciada a
partir del evento o incidente destructivo o de la reconstrucción.
1.5.- EL CONCEPTO DE DESARROLLO DENTRO DE LA GESTIÓN DEL
RIESGO

Cuando nos referimos al desarrollo dentro de la gestión del riesgo,


necesariamente tenemos que referirnos nuevamente al concepto de amenaza,
entendida esta como un factor externo de riesgo, representado por la potencial
ocurrencia de un suceso de origen natural o generado por la actividad humana,
que puede manifestarse en un lugar específico, con una intensidad y duración
determinada. Relacionado a este punto, cabe destacar que podemos encontrar
amenazas que remiten al ámbito más social del ser humano, como son las
industrias, transporte, actividades agrícolas, mineras y pesqueras, localización de
asentamientos humanos, crecimiento urbano, calidad de la administración y
gestión pública, infraestructura existente, etc., los que en términos generales
constituyen manifestaciones del proceso productivo de las sociedades.

Estas manifestaciones del proceso productivo pueden expresarse de dos modos,


por un lado, un proceso o elemento de desarrollo puede pasar a convertirse en un
factor externo de riesgo, vale decir una amenaza particular, por otro lado, estos
mismos procesos o elementos también se manifiestan como elementos o
condiciones de vulnerabilidad para la sociedad en general.

En términos muy sencillos, esta relación puede graficarse de manera directa con
un ejemplo: Si en una determinada zona existe un volcán activo y en su entorno
un asentamiento poblacional, se está en frente a una zona de riesgo: la amenaza
es el volcán y la vulnerabilidad son las personas y sus bienes. Si no existen
personas, ni bienes, el volcán deja de ser una amenaza, siendo sólo un fenómeno
de la naturaleza. Por lo tanto, no hay riesgo volcánico en esa zona específica,
pues se ha eliminado el factor de vulnerabilidad.

Desde esta perspectiva, es clave tener en cuenta que frente a las dinámicas
propias de la naturaleza, la gestión del riesgo es mucho más factible desde el
manejo de la vulnerabilidad, para evitar o mitigar la ocurrencia de emergencias,
desastres o catástrofes.

Siempre, y en todo contexto y actividad humana, confluyen determinados factores


de amenaza y vulnerabilidad, tal vez en su mayoría controlables con una gestión
profunda y sostenida, pero no eliminables en su totalidad. En relación a esto y
teniendo en cuenta el mismo ejemplo anterior sobre el volcán, cuando se traslada
a la población, se elimina la condición de vulnerabilidad frente

al volcán activo, pero la población puede igualmente recibir la influencia de otros


factores de amenaza o del mismo volcán, pero en un grado mucho menor.

Es por este motivo que hoy en el mundo se plantea de manera racional la


reducción del riesgo como área formal de la gestión, particularmente en función de
la reducción de la vulnerabilidad humana.
Es aquí donde se requiere de un enfoque más moderno, centrando su
preocupación fundamental en que el proceso de desarrollo al que está abocada la
sociedad, se vaya cumpliendo bajo nítidas y efectivas condiciones de protección y
seguridad integral para las personas, sus bienes y el medio ambiente. Ello sin
duda, otorga efectivas condiciones de sustentabilidad a este proceso de
desarrollo, donde el manejo de las vulnerabilidades pasa a ser el cimiento de la
gestión de riesgos.

La existencia de condiciones de riesgo en las distintas naciones del mundo, es


reflejo de determinadas opciones de desarrollo, las más de las cuales no ha
logrado incorporar adecuadamente equilibrios de relación y equidad entre los
seres humanos y la naturaleza, lo que ha dado lugar a un incremento de la
vulnerabilidad de la sociedad frente a los cambios de su entorno.

Es así, que el concepto de desarrollo toma vital relevancia dentro de este contexto
de la gestión de riesgos, para destacar su importancia, se utilizará el concepto de
desarrollo empleado por el Programa de Capacitación y Asistencia Técnica de
USAID/OFDA para la América Latina:

“Desarrollo es el aumento acumulativo y durable de cantidad y calidad de


bienes, servicios y recursos de una comunidad, unido a cambios sociales,
tendiente a mejorar la seguridad y calidad de la vida humana, sin
comprometer los recursos de las generaciones futuras”
(Sarmiento J.P. El Desafío de la Gestión de Riesgos como Estrategia de Intervención Multisectorial
y Participativa al Servicio del Desarrollo.)

Complementando la definición anterior de desarrollo, se plantea en la actualidad el


concepto de desarrollo sostenible, entendido este como:

“Un Proceso de transformaciones naturales, económicas, sociales,


culturales e institucionales, que tienen por objeto asegurar el mejoramiento
de las condiciones de vida del ser humano, la protección de bienes y
prestación de servicios, sin deteriorar el ambiente natural ni comprometer
las bases de un desarrollo similar para las futuras generaciones”
(Lavell, Allan. (s/a). Sobre la Gestión del Riesgo: Apuntes Hacia una Definición)
En base a las descripciones mencionadas anteriormente acerca del desarrollo,
cabe destacar el concepto que se contextualiza en torno a la gestión del riesgo
como parte fundamental del desarrollo sostenible, esta última se puntualiza como:

“La gestión de riesgo es un componente esencial e integral de desarrollo


humano sostenible, en el marco de una agenda universal que busca
incrementar el bienestar de las mayorías”
(Sarmiento J.P. El Desafío de la Gestión de Riesgos como Estrategia de Intervención Multisectorial
y Participativa al Servicio del Desarrollo)

Cabe destacar que la gestión del riesgo debe estar centrada en el trabajo sobre
las amenazas, sobre todo a las amenazas que remiten al ámbito más social del
ser humano, las cuales se constituyen manifestaciones del proceso productivo
(industrias, transporte, actividades agrícolas, mineras y pesqueras, localización de
asentamientos humanos, entre otras.) las cuales pueden expresarse de dos
modos:

 Como un proceso o elemento de desarrollo puede pasar a convertirse en un


factor externo de riesgo, vale decir una amenaza particular

 Se pueden manifestar como elementos o condiciones de vulnerabilidad


para la sociedad en general.

Es clave tener en cuenta que frente a las dinámicas propias de la naturaleza, la


gestión del riesgo es mucho más factible desde el manejo de la vulnerabilidad,
para evitar o mitigar la ocurrencia de emergencias, desastres o catástrofes.
En torno a lo anteriormente señalado es que actualmente se han incorporados dos
enfoques que tienden a propiciar un trabajo integral en la gestión del riesgo:

Uno se encuentra centrado en la Gestión Correctiva o Compensatoria: la cual


se entiende por ser aquella acción que pretende reducir los niveles existentes de
riesgo, revirtiendo procesos negativos consolidados en el tiempo o interviniendo
en la vulnerabilidad, que por lo general requieren de una alta inversión económica.
Ejemplo de aquello sería el traslado de una comunidad en riesgo, la
reconstrucción de edificaciones vulnerables y la recuperación de cuencas
degradadas, entre otros.

Sumado a la anterior se encuentra la Gestión Prospectiva: definida por ser


aquella acción que busca evitar y controlar el riesgo dentro del desarrollo
económico y territorial de una comunidad o estado. Requieren de un alto grado de
conciencia, preocupación y compromiso con la reducción del riesgo. Ejemplo de
aquello seria la normativa sobre el uso del suelo urbano y rural, el uso de
materiales y métodos de construcción seguros, la reforma de malla curricular
escolar, y los usos productivos alternativos para terrenos peligrosos, entre otros.

En definitiva, estos enfoques que se encuentran contextualizados a los desafíos


actuales de la gestión de riesgos, que buscan por un lado, incrementar las
capacidades de resiliencia de las comunidades y generar un cultura preventiva.
Y por otro lado, buscan generar un cambio de conciencia de la población, las
instituciones y autoridades, en torno a la importancia que toma la gestión de
riesgos, al ser incorporada en las políticas públicas, como parte de un trabajo
integral que se direcciona hacia un desarrollo sostenible real, lo cual implica un
esfuerzo, como ya se ha mencionado, de todos los actores involucrados en la
sociedad.

Cabe destacar que por Resiliencia se entiende como la capacidad de “resistir” o


de “resurgir” de un choque, contextualizada en el grado en que una comunidad
cuenta con los recursos necesarios y es capaz de organizarse tanto antes como
durante los momentos apremiantes. A su vez refiere a la capacidad de un sistema,
comunidad o sociedad, expuestos a una amenaza para resistir, absorber,
adaptarse y recuperarse de sus efectos de manera oportuna y eficaz, lo que
incluye la preservación y la restauración de sus estructuras y funciones básicas.

Sumado a lo anterior, se entiende por cultura preventiva como la toma de


conciencia por parte de las autoridades, de los organismos que trabajan en el
plano de las emergencias, y de los ciudadanos como clave del éxito para enfrentar
el impacto de los procesos naturales o aquellos que pueden ser provocados por el
hombre, logrando una cultura de prevención y mitigación.
1.6.- EMERGENCIAS, DESASTRES Y CATÁSTROFES

Cuando se habla de situaciones de emergencia, desastres y catástrofes, en


general se está hablando de eventos adversos o destructivos. Estos últimos se
definen como alteraciones intensas en las personas, los bienes y el medio
ambiente – causadas por un suceso natural o generado por la actividad humana –
que pueden exceder o no la capacidad de respuesta del sistema afectado.

La capacidad de respuesta es la acción de articular y gestionar los recursos


humanos, materiales, técnicos y financieros, con que cuenta una comunidad en un
territorio determinado, de acuerdo a lo establecido en un plan de emergencia o
respuesta ante situaciones de emergencia o desastre.

La capacidad de respuesta de un sistema o comunidad frente a un evento o


incidente adverso, es fundamental para determinar si, este último se constituye o
se identifica como emergencia, desastre o catástrofe.

Un Evento o Incidente es definido como un acontecimiento, ya sea de origen


natural o producto de la acción humana, que requiere de una respuesta para
proteger la vida, los bienes y el medio ambiente. Que un evento o un incidente
derive en una emergencia, desastre o catástrofe, depende de la capacidad de
respuesta de la comunidad afectada. Los eventos o incidentes pueden contemplar;
incendios forestales y estructurales, inundaciones, derrames con materiales
peligrosos, accidentes nucleares, accidentes de aeronaves, sismos y tsunamis y
otros eventos que requieren de una respuesta de emergencia

A continuación se presentan las definiciones operativas de las emergencias,


desastres y catástrofes:

Para una mejor comprensión a continuación se señalan, las definiciones


operativas utilizadas en protección civil para los conceptos mencionados de
Emergencias, Desastres y Catástrofes.

Emergencia: Es un evento o incidente causado por la naturaleza o por la


actividad humana que produce una alteración en un sistema, la cual no excede o
supera su capacidad de respuesta

Desastre: Es una interrupción grave del funcionamiento de una comunidad o


sociedad que puede causar pérdidas humanas, materiales, económicas o
ambientales generalizadas, que exceden la capacidad respuesta utilizando los
propios recursos.

Catástrofe: Es una situación de una alteración tal que resultan insuficientes los
medios y recursos del nivel nacional, siendo requerido el aporte de la comunidad
internacional.

Esto implica que sólo una evaluación objetivada de los daños registrados y de las
necesidades producidas, permite establecer si la capacidad de respuesta de la
comunidad afectada ha sido superada o no, determinándose si se está frente a
una emergencia, un desastre o una catástrofe.

En busca de una comprensión y entendimiento acerca de las emergencias,


desastres y catástrofes, nos encontramos con conceptos asociados que permiten
medir objetivamente el daño causado por estos fenómenos.

Daños: Corresponde a los perjuicios o efectos nocivos cuantificables,


ocasionados por la emergencia. Lo anterior puede constatar en efectos en la
propia comunidad (lesionados, heridos, muertos), en la infraestructura (caída de
murallas u otros daños), comunicaciones (suspensión del servicio telefónico,
suspensión del tránsito, entre otros).

Impactos: Corresponde a los cambios o modificaciones que, a partir del evento o


incidente adverso, se producen en las condiciones de vida de las personas, en sus
interacciones habituales, en su entorno, en su habitabilidad, en su lugar de trabajo,
en su estado psicológico, vale decir, son los desequilibrios que se producen en su
habitualidad. Estos, no siempre pueden ser cuantificados.

Necesidades: Este aspecto apunta directamente a satisfacer las demandas de las


personas de acuerdo a la situación creada. Pueden generarse necesidades de
primeros auxilios, albergues, habilitación de rutas alternativas, rescate, traslado a
centros asistenciales, entre otros. La prioridad debe centrarse en las necesidades
básicas de vida de las personas: techo, alimentación, luz, agua y abrigo.

Pérdidas: Concepto asociado a un flujo económico negativo, percibido tras el


evento o incidente adverso que se mantiene por un periodo de tiempo, se
relaciona al concepto de daño, ya que estos necesitan ser cuantificados, se realiza
mediante:

 Medición del factor económico disminuido o afectado en torno a:


Ingresos económicos perdidos, producción no realizada, reducción del
empleo, déficits presupuestarios asociados a la emergencia post desastre,
altos gastos de recuperación y reconstrucción, así como los ingresos
fiscales disminuidos.

 Pérdidas de vidas humanas y lesiones provocadas por los eventos


adversos,

 Pérdidas en términos sociales y comunitarios, generando una ruptura


en los lazos sociales, afectando la estructura familiar y comunitaria.
Respecto de la coordinación en torno al evento, o en efecto si éste se convierte en
emergencia, desastre o catástrofe, surge la necesidad de aclarar el concepto de
manejo de evento y manejo de la emergencia la cual se presenta a continuación:

Manejo del Evento o Incidente: este implica la tipificación del evento, (si es un
evento o incidente destructivo producto de un sismo por ejemplo) la aplicación de
procedimientos específicos de contención, control y extinción por parte de los
organismos especializados, (como en el caso de CONAF para el manejo de
incendios forestales) la aplicación de planes de contingencia específicos. A su vez
se debe monitorear el estado de situación del evento, evaluando y analizando la
capacidad de respuesta respecto a los recursos involucrados, se debe a su vez
definir los nuevos cursos de acción si fuese procedente acorde al control o avance
del evento, y el establecimiento de las zonas de gestión operativas y otras
acciones que permitan un correcto y efectivo manejo de la situación.

Manejo de la Emergencia: corresponde al desarrollo de una gestión integral que


involucra: el control del evento, sus impactos en la población, bienes y entorno, el
establecimiento de alertas, la evacuación, la coordinación y movilidad de recursos,
la evaluación de daños y necesidades y la permanente información a la autoridad
superior y a la comunidad, entre muchas otras acciones.

De acuerdo a lo anterior, un mismo evento o incidente adverso puede constituir


una emergencia para un sistema y desastre para otro. Por otro lado, lo que para
un sub sistema como el nivel local puede constituir un desastre, debido a que
superó su capacidad de respuesta, para el macro sistema como el nivel nacional
puede constituir una emergencia.

La capacidad de respuesta en relación a los daños, las pérdidas y el impacto, son


los únicos factores objetivos que permiten determinar, en el mínimo tiempo
posible, la dimensión de un evento, con el fin de priorizar y disponer las acciones
más efectivas para el control de la situación.

Para una mayor claridad en la delimitación entre situaciones de emergencias,


desastres o catástrofes, se han establecido cuatro niveles, en relación a la
capacidad de respuesta:

Nivel I: Situación que es atendida con recursos locales habitualmente disponibles


para emergencias en un territorio en particular. Por ejemplo: el rompimiento de
una matriz de agua es atendido por el servicio de emergencia propio de la
empresa de agua potable respectiva; el incendio de una o dos viviendas es
combatido por la Compañía de Bomberos del sector y Carabineros de la Tenencia
local estable un perímetro de seguridad en el área del siniestro.

Nivel II: Situación que es atendida con recursos locales adicionales o reforzados,
dispuestos para emergencias, sin exceder su capacidad. Normalmente se
establece una coordinación a nivel comunal. Por ejemplo: ante el rompimiento de
una matriz de agua potable cuya reparación tardará algunos días, el Municipio
debe contratar camiones aljibes en la misma localidad, para abastecer a la
población.

Nivel III: Situación que sobrepasa la capacidad local de respuesta. Se establece


una coordinación a nivel provincial o regional. Por ejemplo: para el combate de un
incendio forestal de grandes proporciones, se solicita apoyo a la Intendencia
Regional para coordinar operativos (Bomberos, CONAF, entre otros.) y para la
contratación de aviones cisterna.

Nivel IV: Situación que sobrepasa la capacidad regional, requiriéndose el apoyo


de recursos dispuestos y/o coordinados por el nivel nacional. Por ejemplo:
terremoto, cuyos efectos sobrepasan siempre la capacidad regional de respuesta,
ante lo cual se debe establecer una coordinación superior para las operaciones
multisectoriales que permitan superar la situación.

Generalmente, los eventos destructivos de los niveles I y II se asocian con el


concepto de emergencia y los niveles III y IV con el concepto de desastre, cabe
destacar que respecto al nivel IV también esta pudiese ser catalogada como
catástrofe.

Como parte del proceso de respuesta frente a las emergencias, desastres o


catástrofes, en nuestro país, el Sistema Nacional de Protección Civil, implementa
el sistema nacional de alertas, que ante la presencia o la posible ocurrencia de
una emergencia o desastre, se ponen en sobre aviso mediante una señal de
alerta, la que determina una acción conjunta, bajo una coordinación superior
orientada por los principio de ayuda mutua y uso escalonado de los recursos.
Unidad 2: Metodología para la Elaboración de un Plan de
Emergencia

2.1.- EL PLAN DE EMERGENCIA

El Plan de Emergencia es un instrumento que contiene, de manera ordenada y


organizada, las acciones y procedimientos que se deben poner en marcha, los
roles y funciones del recurso humano, y los recursos técnicos, materiales y
financieros que se utilizarán en la respuesta frente a una situación de emergencia,
desastre o catástrofe.

En este sentido, el Plan de Emergencia debe establecer previamente hasta dónde


se administra una emergencia con medios propios, y cuándo se recurre a
instancias superiores del Sistema de Protección Civil (en sus niveles comunal,
provincial, regional o nacional).

Como principio básico se debe considerar, que un Plan de Emergencia no


contiene procedimientos rígidos destinados a enfrentar eventos adversos. Por el
contrario, se trata de un documento dinámico y flexible, que puede ser modificado
y/o adecuado sobre la base de las lecciones aprendidas en hechos (eventos)
reales, o como resultado de sus ejercitaciones, considerando además, que la o las
variables de riesgo son cambiantes, de acuerdo a la incidencia en factores, tanto
naturales como humanos, que finalmente afectan la concepción inicial del Plan.

En definitiva el Plan de Emergencia es un documento que:

1. Estandariza y protocoliza la respuesta a emergencias.


2. Guía la acción colectiva y coordinada de los diferentes participantes.
3. Asigna la responsabilidad a las personas y organizaciones para llevar a cabo
acciones específicas en caso de emergencia.
4. Establece las líneas de relaciones de autoridad y organización y muestra cómo
todas las acciones se coordinarán.
5. Identifica el personal, equipo, instalaciones, suministros y otros recursos
disponibles dentro de la jurisdicción necesarios para responder.
Junto con lo anterior, el Plan de Emergencia, debe establecer procedimientos
generales y específicos para los distintos tipos de eventos o emergencias que
puedan registrarse en el área que se desea proteger. En efecto, la respuesta ante
un terremoto, no es igual que la respuesta frente a un incendio, y a su vez, esta
última no es la misma que ante un accidente de tránsito. No obstante lo anterior,
un terremoto representa el peor escenario de riesgo en que la sociedad y sus
organizaciones pueden verse colapsadas, por lo que cualquier localidad o
estructura social deberá tomar en consideración a la hora de elaborar un
instrumento de este tipo y convertirse en el plan de emergencia modelo desde el
cual se deriven otros procedimientos para atender emergencias de menor impacto.

Acciones para la elaboración de un Plan de Emergencia

Para la elaboración de un Plan de Emergencia se han identificado, al menos 6


acciones a desarrollar, las cuales se presentan a continuación:

1.- Conformación de un Equipo de Trabajo

Se debe conformar un equipo de trabajo que sea responsable de desarrollar el


plan. Este equipo debe estar compuesto por representantes de diversos
organismos jurisdiccionales que suelen participar en las operaciones de
emergencia, incluyendo la comunidad.

2.- Análisis de Riesgos

Se debe realizar un análisis de las amenazas y vulnerabilidades presentes en el


territorio al que responderá el plan de emergencia. Este análisis proporciona una
base para determinar qué riesgos, amenazas y vulnerabilidades merecen especial
atención, y qué acciones deben ser planificadas, y qué recursos es probable que
sean necesarios. Se Realiza Utilizando la Metodología AIDEP

3.- Definición de Metas y Objetivos

Utilizando la información obtenida mediante la metodología AIDEP, se proyecta a


partir de la planificación, cómo sería una operación exitosa frente a una
emergencia determinada, identificando las acciones y recursos requeridos. Para
ello es necesario considerar la elaboración de Prioridades (se debe contar un
orden de importancia asignada a los diferentes cursos de acción), Metas:
(Afirmaciones amplias y generales que indican los métodos mediante los cuales
alcanzar las prioridades) y Objetivos (Son acciones específicas, identificables y
medibles durante la operación)

4.- Desarrollo del Plan

Se deben generar los cursos de acción que van a permitir manejar la emergencia
de manera efectiva para proteger a las personas, los bienes y el medio ambiente.
Para ello, se debe establecer una línea de tiempo que considere el escenario de
análisis de riesgo, en donde se pueda ubicar los distintos momentos de la
emergencia. A su vez, se debe poder Identificar y ubicar en el tiempo los puntos
de decisión, y cada una de las acciones a realizar.
Mediante la línea de tiempo se deben responder las siguientes preguntas:

¿Cuál es la acción a realizar?

¿Quién es el responsable de la acción?

¿Cuándo se debería desarrollar?

¿Cuánto dura?

¿Cuánto tiempo hay disponible para ejecutar?

¿Cuáles son los requisitos?

¿Qué recursos se necesitan?

¿Qué pasa después de ejecutada la acción?

Es importante destacar que parte integral de desarrollo del plan se une con la
aplicación de la metodología ACCEDER, la que se analizará con mayor
profundidad más adelante.

5.- Preparación, revisión y aprobación del Plan de Emergencia

No debemos olvidar que el objetivo principal del Plan es enfrentar, controlar y


minimizar los efectos de una emergencia. Una vez realizado el análisis de riesgo,
definidos los objetivos y establecidas las líneas de acción se debe implementar y
ejecutar un marco operativo orientado a la gestión de la emergencia, el cual se
constituye como la metodología ACCEDER la cual se verá con una mayor
profundidad más adelante.

6.- Implementación del Plan de Emergencia

El último paso se relaciona con la evaluación de la eficacia del plan, la cual implica
la capacitación, ejercicios y otras actividades para determinar si las metas,
objetivos, decisiones, acciones establecidas en el plan llevan a una respuesta
satisfactoria. A su vez el equipo de trabajo debe establecer un proceso periódico
de revisión y actualización del plan.

2.2. DIAGNÓSTICO DE RIESGOS Y RECURSOS: LA METODOLOGÍA AIDEP

Con el objetivo de que el Plan de Emergencia, y en general, toda la planificación


en protección civil, sea pertinente y responda a las necesidades de seguridad de
la realidad de un territorio, resulta fundamental un diagnóstico previo. El
diagnóstico de la realidad del territorio, pasa a constituir la base de la planificación
y programación de las acciones, tanto de prevención como de respuesta ante
situaciones de emergencia o desastre.

AIDEP se constituye como una herramienta de recopilación y sistematización de


información, que es una de las bases para el desarrollo del Plan de Emergencia, y
permite poner en marcha un proceso de reconocimiento de los riesgos, así como
también de los recursos, asociados a un territorio en particular. AIDEP es una
herramienta de microzonificación, es decir, permite diagnosticar los riesgos de una
zona específica y los recursos (humanos, técnicos y financieros) disponibles y
necesarios para la satisfacción de las necesidades de seguridad de dicha zona.

La microzonificación consiste en el proceso de evaluación de amenazas y


vulnerabilidades considerando para cada sitio o lugar, las condiciones locales del
suelo, topografía, vegetación, actividades socioeconómicas, calidad administrativa,
servicio, entre otros, con el fin de identificar y localizar los riesgos.

Cada letra del nombre de esta herramienta, señala una etapa en el proceso de
microzonificación:

Análisis Histórico.

Investigación en Terreno.

Discusión (Para priorizar participativamente las amenazas, vulnerabilidades y


recursos).

Elaboración de Mapas y Cartografías (Identificando Riesgos y Recursos para


Prevención y Respuesta).

Planificación Integral en Protección Civil.

Si bien este proceso de microzonificación, puede ser realizado desde los niveles
Nacional, Regional, Provincial o Comunal, su mayor efectividad es alcanzable si
es aplicado de este último nivel: el nivel Comunal.

El Comité de Protección Civil, del nivel correspondiente, es la estructura desde la


cual se gestiona el proceso de microzonificación, es decir, desde la aplicación de
AIDEP. El comité es responsable y parte activa del diagnostico y posterior
planificación. En el comité deben estar representadas las instituciones,
organismos y servicios de los tres integrantes claves: autoridad, ciencia y
tecnología, y comunidad, quienes tienen por misión proveer información desde el
ámbito de su competencia:

Fuentes de gobierno Local (Municipalidades y de servicios públicos): Entregan


información sobre la evaluación técnica de los riesgos efectuados por sus
instancias competentes y proporcionan una visión general para la gestión en
protección civil, de acuerdo a su disponibilidad de recursos. Fuentes Científicas y
Técnicas: Proporcionan información relacionada con la identificación de amenazas
y análisis de vulnerabilidades.

Fuentes Comunitarias: Proporcionan información fundamentalmente basada en la


percepción del peligro, identificando amenazas y vulnerabilidades, frente a hechos
recurrentes que han afectado su calidad de vida.

ANALISIS HISTORICO: ¿QUÉ NOS HA PASADO?

La primera etapa del proceso de microzonificación consiste en realizar una


investigación sobre eventos ocurridos en un territorio o zona en particular,
revisando toda información sobre situaciones que en el pasado han puesto en
riesgo o han dañado a las personas, los bienes y el ambiente.

Cada instancia integrante del Comité debe aplicar sus propias potencialidades
investigativas para acceder a tales antecedentes. Por ejemplo, para la autoridad
de los riesgos oficiales constituyen el insumo principal; para la ciencia y la
tecnología, estudio sobre eventos ocurridos, investigación sobre los fenómenos de
la naturaleza, sus probables manifestaciones, los análisis sobre la realidad
económica y social del área, etc.; y finalmente, para la comunidad, la experiencia
vivida por sus propios vecinos o sus familiares frente a diversos eventos, así como
también respecto de los recursos que se utilizaron en el enfrentamientos de los
eventos ocurridos y evaluar su grado de efectividad.

INVESTIGACIÓN EN TERRENO: ¿DÓNDE Y CÓMO PODRÍA PASAR?

A partir de la historicidad configurada en la etapa anterior, el proceso continúa con


una evaluación en terreno de las condiciones que en la actualidad se presentan en
el área de estudio, que pudieran anticipar una probable recurrencia del evento, o
bien, la mitigación o eliminación del riesgo. Se debe recorrer el territorio para
verificar en terreno si permanecen o no las condiciones de riesgo descubiertas en
el análisis histórico, resultando importante también observar si existen nuevos
elementos o situaciones de riesgo las que deben ser debidamente consignadas.

El aporte científico en esta etapa también es sustantivo en cuanto a los avances


que en el tiempo se hayan logrado y los estudios de los fenómenos que originaron
los eventos, a través de modelos e instrumentos, y también en relación a las
vulnerabilidades asociadas, tanto en los aspectos socioeconómicos como
estructurales y ambientales.

Paralelamente al registro que en este recorrido se efectué respecto de los riesgos,


se deben consignar los recursos disponibles para enfrentar esos riesgos, ya sea
destinados a evitar que se traduzcan en un daño o para estar preparados para una
oportuna atención a las personas o cuidado de los bienes al no haber podido
impedir la ocurrencia de una situación destructiva. En este contexto, la
determinación de recursos no puede quedar restringida exclusivamente a los
fondos monetarios de que dispondría la autoridad para tales efectos, sino que se
debe ampliar el análisis a los recursos técnicos y financieros de los distintos
organismos involucrados y también el conocimiento que aporta la ciencia y la
tecnología. Se debe siempre tener en cuenta que el principal recurso estratégico
es el ser humano.

DISCUSION DE PRIORIDADES

En esta etapa del proceso, se someten a análisis los diversos riesgos destacados
para establecer una priorización de los mismos y, en virtud de ello, planificar la
gestión pertinente en prevención, respuesta o recuperación, siempre de acuerdo a
los recursos disponibles o alcanzables. Algunos criterios de priorización que es
posible recomendar son los siguientes: recurrencia (eventos o incidentes del
mismo tipo que se producen frecuentemente en el área); impacto, la recurrencia
del evento o incidente es menor pero cuando se registra su impacto es mayor a
otros; recurrencia e impacto (eventos del mismo tipo que se manifiestan con
frecuencia y alto impacto).

En esta etapa, el comité con todos sus integrantes incluidos los representantes de
Carabineros, Salud y otros organismos o instancias técnicas que lo componen, se
reúnen para discutir y analizar los riesgos y recursos consignados, para otorgarles
una priorización, determinando que se abordara en un primer momento.

ELABORACION DE MAPA

La siguiente etapa consiste en la elaboración o confección del mapa. La


información recabada en las etapas anteriores es decir, los riesgos y recursos
identificados y priorizados previamente, deben ser referidos espacialmente en un
mapa, para lo cual pueden ser utilizados los planos Municipales. En ellos debe ser
indicado los riesgos priorizados y los recursos identificados en su correspondiente
ubicación. Este mapa pasará a constituirse en una verdadera fotografía de la
realidad de riesgos y recursos del sector examinado, base sustantiva de
información para la planificación.

PLANIFICACION

Sobre la base del diagnóstico logrado en las etapas anteriores, se esta en


condiciones de iniciar el proceso de planificación, en que deben participar
activamente las tres instancias, cada una de acuerdo a sus particulares facultades
y competencias. Si bien las etapas de AIDEP pudieran desarrollar las tres
instancias en forma conjunta (autoridad, ciencia-tecnología, comunidad
organizada) resulta práctico que cada una de ellas las efectúe por separado
manejando cada cual su propio lenguaje y su particular nivel y área de
conocimiento y competencia. Donde sin lugar a dudas deben confluir las tres
visiones que son la expresión del saber técnico y del saber social, es en la
planificación.
La planificación deber consultar acciones para cada una de las fases y etapas del
ciclo para el manejo del riesgo, es decir, para la prevención, respuesta y
recuperación. En este caso particular, AIDEP es utilizado como base para la
elaboración del Plan de Emergencia.

Debido a que las mismas acciones de prevención y mitigación, van estableciendo


variaciones sobre las amenazas y principalmente sobre las vulnerabilidades
asociadas, los recursos van presentando modificaciones de acuerdo al desarrollo
tecnológico, al avance del proceso de microzonificación de riesgos y de recursos
debe ser efectuado periódicamente como diagnóstico continuo. AIDEP no
concluye con la elaboración del mapa o con la confección del plan.

El objetivo es que llegue a constituirse como una práctica, a modo de programa de


trabajo del Comité, para actualizar permanentemente la información sobre riesgos
y recursos.

Cada una de las etapas del AIDEP, presenta fortalezas y debilidades que son
necesarias de considerar para en pos de un buen uso de la herramienta:

ETAPAS FORTALEZAS DEBILIDADES

Análisis histórico Nada enseña más y mejor Puede llegar a ser


que lo experimentado autorreferente u obstaculizar el
directamente aporte de la ciencia y tecnología

Investigación empírica Permite relacionar de Puede llegar a invalidar la


manera más objetiva y riqueza indiscutible de la
científica amenazas con experiencia histórica
vulnerabilidades

Discusión de Permite abordar los Puede estancar la gestión una


prioridades problemas urgentes e vez que se ha cubierto lo
irrenunciables urgente

Elaboración de un Posibilita una visualización Requiere de una actualización


mapa eficaz de los riesgos en un permanente, por el dinamismo
área determinada en las de los riesgos.
potencialidades de
gestión.

Planificación integral Posibilita el ordenamiento Sin sustentarse en un


de la gestión y la diagnóstico, para a ser solo
optimización del uso de los teoría.
recursos
2.3.- ELABORACION DE UN PLAN DE EMERGENCIA: LA METODOLOGIA
ACCEDER

Como fue mencionado en el apartado anterior, la herramienta AIDEP, en la etapa


de planificación, considera la elaboración de un Plan Integral de Protección Civil
de una zona determinada y la elaboración de un Plan de Emergencia, es decir, la
planificación de la respuesta frente a situaciones de emergencia, desastres o
catástrofes.

Ahora bien, para la elaboración de este último, la metodología ACCEDER


constituye un pilar fundamental

ACCEDER es una herramienta simple, de fácil manejo, destinada a guiar y facilitar


la elaboración de un plan de emergencia, considerando los principios de Ayuda
Mutua y Uso Escalonado de Recursos, que sustentan al Sistema Nacional de
Protección Civil. Es un acróstico que señala los elementos básicos a tener en
cuenta en la acción de respuesta a una emergencia, como lo son: Alerta y Alarma,
Comunicaciones, Coordinación, Evaluación Primaria, Decisiones, Evaluación
Complementaria o Secundaria y Readecuación de las acciones de emergencia,
palabras claves, de cuya primera letra se va conformando el acróstico ACCEDER.

La herramienta ACCEDER permite a los administradores de emergencias recordar


fácilmente los aspectos que siempre deberán estar presentes en un Plan de
Respuesta a modo de lista de chequeo y que requieren de una adecuada
preparación para su efectiva articulación.

Para facilitar el proceso de confección del Plan, resulta conveniente un análisis


detallado de los componentes de ACCEDER. A continuación se describe cada uno
de los elementos que señala la herramienta de preparación de respuesta
ACCEDER.

Alarma

Comunicaciones

Coordinación

Evaluación Primaria o Preliminar

Decisiones

Evaluación Secundaria

Readecuación del Plan


2.3.1.- Alerta y Alarma

Si bien con frecuencia Alerta y Alarma son utilizados como sinónimos, la Alerta
corresponde a una instancia previa a la respuesta frente a un evento o incidente o
fenómeno determinado, mientras que la Alarma es la primera acción de respuesta

La alerta es un estado de vigilancia y atención. Indica mantenerse atento. Por


ejemplo, se conoce o maneja información sobre la posible ocurrencia de vientos
huracanados, nevazones, precipitaciones intensas, entre otros fenómenos y se
deben tomar todas las precauciones necesarias para evitar que generen daño.

El Plan Nacional de Protección Civil establece tres grados de Alerta: Temprana


(Verde); Amarilla y Roja, según la severidad del evento o incidente que se alerta o
bien, cuando un evento o incidente ya en proceso, amenaza con crecer en
extensión y/o severidad, el sistema de Alerta se detalla a continuación:

Alerta Temprana Preventiva (alerta verde): entendida esta como una instancia
primaria que implica la vigilancia permanente de distintas áreas y escenarios de
riesgos.

Alerta Amarilla: Se establece cuando una amenaza crece en extensión y


severidad, que no podrá ser controlada con los recursos locales habituales,
debiendo alistarse los recursos necesarios para intervenir, de acuerdo a la
evolución del evento o incidente destructivo.

Alerta Roja: Se establece cuando una amenaza crece en extensión y severidad,


requiriéndose la movilización de todos los recursos necesarios y disponibles, para
la atención y control del evento o incidente destructivo. Una alerta roja de acuerdo
al tipo de evento o incidente destructivo podrá establecerse de inmediato, sin que
media previamente una alerta amarilla.

El Plan de Emergencia debe dejar expresamente definida la o las opciones que se


utilizarán, es decir, debe definir y establecer exactamente las señales que estarán
destinadas a estas instancias y la forma en que se activarán entre los
componentes del Plan y su sistema de enlace.

De acuerdo al tipo de riesgo, debe establecerse un procedimiento específico de


Alerta, en relación a las variables a considerar, según los escenarios previstos.
Establecida una Alerta, al menos desde su grado Amarilla en adelante, se debe
constituir un Comité de Operaciones de Emergencia en un lugar físico con
facilitación de comunicaciones y en un área idealmente exenta de riesgo, el que se
conocerá como Centro de Operaciones de Emergencia (C.O.E.). A diferencia del
Comité de Protección Civil -que es de amplia convocatoria y cuya misión es
integral, vale decir, destinado a abordar desde la Prevención hasta la
Reconstrucción - el Comité de Operaciones de Emergencia deberá quedar
constituido por aquellas instituciones u organismos cuyos Roles tienen
capacidades o competencias expresas según el tipo de evento o incidente
alertado o ya declarado.

2.3.2.- Comunicaciones

La comunicación e información se encuentran directamente relacionadas con los


conceptos de Alerta y Alarma. El concepto de comunicación hace referencia a un
proceso con mensajes, en un código determinado, de ida y retorno, y por un canal
específico; a diferencia de la información, que se refiere a la transmisión de
antecedentes o datos, sin retroalimentación.

Al confeccionarse el Plan de Emergencia deberán establecerse los mecanismos


de comunicación entre cada uno de los organismos componentes del Plan, puesto
que la determinación de una clara Cadena de Comunicación entre todos los
involucrados, constituye el factor medular de una buena Coordinación.

Para establecer los mecanismos de comunicación se deben definir protocolos y


sistemas de comunicación entre las organizaciones que participan en la respuesta
a emergencias, en al menos cuatro aspectos:

Convocatoria

Plan de Enlace

Interoperabilidad

Manejo de la información interna/externa

Estas consideraciones son fundamentales para toda comunicación de emergencia,


cualquiera sea el medio o canal que se utilice, sobretodo en la radiocomunicación,
la que generalmente utiliza códigos, destinados a hacer breves y precisos los
mensajes. Para que éstos sean realmente efectivos, la codificación que se utilice
debe quedar explicitada en el Plan y por lo tanto, conocida y entrenada por todos
quienes aplicarán ese instrumento. El objetivo es unificar el lenguaje.

2.3.3.- Coordinación y Dirección

La Coordinación consiste en trabajar en acuerdo, con procedimientos comunes e


interrelacionados, lo que se hace urgente e indispensable durante una situación de
emergencia, habiéndose establecido previamente tanto los mecanismos de
coordinación interna, como también con los organismos externos .

Lo anterior implica una definición clara y precisa acerca de los MANDOS (de
autoridad, Coordinación y Técnico) y de los ROLES y FUNCIONES, declarando
las acciones y responsabilidades que asumen los integrantes del Comité.
Para tal efecto se considera la elaboración de la matriz COE la cual se aborda a
continuación:

Matriz COE

El Directorio (Plan de Enlace) constituye el complemento clave de una Matriz


COE, a modo de “check list” sobre roles y funciones a establecer en el Plan de
Emergencia, para armonizar en el contexto de un COE - Comité de Operaciones
de Emergencia - las relaciones entre los distintos organismos/instancias que lo
integran.

Para tal efecto, deben identificarse Responsables y Colaboradores de los


PROCESOS clave a desarrollar mediante las operaciones de emergencia,
considerando, a lo menos:

Plan de Enlace

écnicos de emergencia

En general, es posible señalar que:

El proceso general reconoce un Mando de Autoridad y un Mando de Coordinación.


El Mando de Autoridad está a cargo el Alcalde en el nivel Comunal; del
gobernador en el nivel Provincial; del Intendente en el nivel Regional y del Ministro
del Interior y Seguridad Pública en el nivel Nacional.

La Información Pública es de responsabilidad del Mando de Autoridad, que puede


delegarla en el Mando de Coordinación.
La primera línea de gestión de emergencia corresponde al nivel local, debiendo
escalonar los recursos y medios, a fin de ir controlando la situación.

El nivel provincial se constituye de este modo en una instancia de articulación y


enlace entre el nivel comunal y regional.

Esta movilización escalonada de medios y recursos deberá quedar establecida en


el Plan de Emergencia.

En el contexto territorial, se debe tener en cuenta:

Los servicios y/u organismos técnicos especializados del Estado, deben ser
activados a nivel regional y a través de las respectivas SEREMIs, de acuerdo a las
necesidades específicas de la situación que se esté abordando.

Los procesos aquí indicados no constituyen necesariamente un paso a paso,


puesto que muchas acciones pueden y deben ir cumpliéndose de forma
simultánea, según sea la situación.

El escalamiento en la gestión de coordinación y operación hacia el nivel nacional,


se debe efectuar desde el nivel regional.

Dentro del contexto local se debe tener en cuenta en esta Matriz COE a los
integrantes del Comité de Operaciones de Emergencia del nivel Comunal,
considerando como mínimo a las siguientes autoridades e instituciones:

Alcalde

Encargado Comunal de Protección Civil y Emergencias.

Carabineros

Ambulancias (Sistema de Salud Municipal y Privado)

Cuerpo de Bomberos

Municipio (salud, educación, dirección de obras municipal, SECPLAN, DIDECO,


departamento de tránsito, entre otros)

Instituciones que administran los servicios básicos (Luz, Agua, Gas)


Mandos de Coordinación

Lo anterior, obliga a confeccionar un Plan de Emergencia, con clara definición de


los Roles OPERATIVOS, Roles de COORDINACIÓN y Roles de DECISIÓN,
estrechamente relacionados con los tipos de Mando y de acuerdo a los proceso
que se definan.

Por ello es clave que el Comité defina el Mando, los Roles y las Funciones
específicas, lo que evitará conflictos cuando ese Plan deba ser activado.

No cabe duda que el Mando de Autoridad deberá quedar bajo la responsabilidad


de la autoridad superior de la unidad territorial, laboral o social respectiva, como
Autoridad Administrativa, quien – idealmente - se apoyará en un Coordinador de
Protección Civil y Emergencia o de Seguridad (con conocimiento técnico y
práctico), el que pasa a asumir un Mando de Coordinación.

De acuerdo al tipo de evento o incidente que se deba enfrentar y su magnitud,


pueden concurrir organismos técnicos especializados de respuesta operativa, los
que, según corresponda al tipo de evento o incidente y/o impacto, éstos asumen
un Mando Técnico. Por ejemplo, en el caso de un incendio, el Mando Técnico
queda a cargo de Bomberos. Si es un accidente con lesiones personales, el
Mando Técnico queda a cargo de Salud. Siguiendo el mismo ejemplo, si confluyen
ambos organismos: entre ellos comparten el Mando Técnico.
Estas tres instancias de Mando – de Autoridad, de Coordinación y Técnico –
conformarán un Mando Conjunto, a través del cual se adoptarán las decisiones
para que cada uno cumpla con su respectivo rol, referido a las personas
actuantes.

En el proceso de diseño del Plan de Emergencia, también deberá considerarse la


coordinación y comunicación con los directivos o autoridades superiores.

El número y tipo de Roles estará siempre dependiendo de la complejidad de la


unidad territorial, laboral o social para la cual se está planificando, en cuanto a
extensión territorial, tamaño de la infraestructura, número de personas, ubicación
geográfica en relación a los organismos técnicos de respuesta primaria ante una
emergencia (Bomberos, Carabineros, Unidad de Salud, entre otros).

Es pertinente reiterar que para cada uno de los Roles que se definan, en el Plan
de Emergencia deberán quedar rigurosamente indicadas sus respectivas
funciones y las formas de enlace con los demás roles.

Mando: De Autoridad, de Coordinación y Técnico

Rol: Según el tipo de Mando (Autoridad, Coordinación y Técnico y Mando


Conjunto en Terreno); de Responsabilidad y de Colaboración de acuerdo a cada
proceso operativo que se establezca según el tipo de evento o incidente y sus
variables.

Funciones: Definiendo medios y recursos humanos, técnicos y financieros


necesarios para alcanzar el objetivo de cada Proceso determinado por el Plan de
Emergencia, para sustentar los PROCEDIMIENTOS de Operación.

2.3.4.- Evaluación (Primaria o Preliminar)

Esta fase o componente de ACCEDER apunta a la valoración de las


consecuencias producidas por un accidente, emergencia, desastre o catástrofe
desde el primer momento. Constituye una labor destinada a objetivar las reales
dimensiones del problema, para adoptar decisiones operativas Racionales y
Lógicas, entendiendo siempre que los recursos de respuesta generalmente son
inferiores a las necesidades.

¿Qué pasó?

¿Qué se dañó?

¿Cuántos y quiénes resultaron afectados?


Si el evento o incidente está aún en proceso, esta evaluación quedará más
enriquecida si cada Rol proyecta de alguna manera las dimensiones que el evento
o incidente podría alcanzar de no ser controlado oportunamente, en cuyo caso, las
preguntas a agregar son:

¿Qué está pasando?

¿Qué se está dañando?

¿Cuántos y quiénes podrían resultar afectados?

…El énfasis de la evaluación debe estar en las personas.

Para el cumplimiento de esta fase ACCEDER, la estructura administrativa del


Estado de Chile – a través de los Municipios, Gobernaciones Provinciales,
Intendencias Regionales, bajo la coordinación nacional de la Oficina Nacional de
Emergencia del Ministerio del Interior y Seguridad Pública – se debe utilizar el
Plan DEDO$: Sistema de Evaluación de Daños y Necesidades, establecido en
el Plan Nacional de Protección Civil.

2.3.5.- Decisiones

De acuerdo a los daños e impactos y a las respectivas necesidades evaluadas, el


Mando Conjunto, según las capacidades internas y externas factibles de movilizar,
adoptará las decisiones de atención a las personas, como por ejemplo, el asignar
tareas especiales, reubicar o trasladar a las personas afectadas, convocar a los
organismos técnicos especializados, convocar a otros organismos, asignar
recursos de acuerdo a las necesidades presentes, coordinarse con autoridades
superiores, suspender actividades habituales, etc.

Todo ello en función del principio de “uso escalonado de recursos”, debiendo


determinarse con precisión - para acceder al máximo de objetividad y oportunidad
posible.

Al momento de diseñarse el Plan de Emergencia, deben diferenciarse a lo menos


dos tipos de decisiones, directamente relacionadas con los tipos de Mando:

1. De Autoridad, en todo lo referente a responsabilidades y competencias


administrativas;

2. De Coordinación, para la movilización consensuada y racional de recursos


humanos, financieros, materiales y técnicos, referida al ámbito, responsabilidad y
capacidades de acción de los organismos técnicos especializados.

Para facilitar la toma de decisiones, el Plan deberá trabajar sobre supuestos en


relación a los procesos a consignar en el Plan, según las directrices básicas
determinadas en la Matriz COE.
2.3.6.- Evaluación Complementaria (o Secundaria)

La segunda evaluación o evaluación complementaria tiene por fin contar con


antecedentes más profundos y detallados sobre las repercusiones del evento o
incidente adverso que afectó o aún está afectando a la unidad laboral o territorial.

Esta segunda evaluación va a depender de la magnitud de la emergencia y puede


incluir un seguimiento a la comunidad afectada; profundización sobre los daños a
la infraestructura y su entorno si es el caso; el ánimo de la comunidad; situación
sanitaria; estado del sistema de comunicaciones y de transporte, entre otros.

Debe tenerse en cuenta que la gestión de emergencia apunta a la


rehabilitación o restablecimiento de los elementos básicos de vida de las
personas afectadas, derivando, la mayoría de las veces, a soluciones provisorias,
procurándose, dentro de lo estrictamente factible, que éstas no sean definitivas,
sin que ello signifique retardar la respuesta.

Sin embargo, la información de emergencia servirá también de base para la


Planificación del Proceso de Reconstrucción.

2.3.7.- Readecuación de las Decisiones o del Plan De Emergencia

Tiene por fin contar con antecedentes más detallados sobre las repercusiones del
evento o incidente que afectó o aún está afectando. Debe iniciarse un proceso de
perfeccionamiento continuo, sobre cada una de las etapas del PLAN DE
EMERGENCIA, debiendo indicar:

Lecciones aprendidas.

Detección de fortalezas del Plan de Emergencia

Detección de debilidades del Plan de Emergencia

Cabe destacar que para eventos de menor complejidad, este paso, a cargo del
Comité de Protección Civil o de Seguridad, apunta a incorporar en el Plan de
Emergencia los mecanismos (reuniones de análisis, búsqueda de opiniones,
encuestas, etc.) destinados a aprender de las experiencias, para aplicar medidas
correctivas y no repetir errores o mejorar lo obrado y así perfeccionar las
operaciones de continuidad o de mejoramiento continuo del Plan.

Para eventos de mayor complejidad, este paso, a cargo del Comité de


Operaciones de Emergencia, apunta también a perfeccionar las modalidades de
coordinación, para corregir decisiones ya adoptadas, a fin de optimizar las
operaciones de control de la situación que se irán anexando.

Igualmente, una vez superado el evento o incidente más complejo, deberá


efectuarse la evaluación sobre lo realizado, siempre con miras a perfeccionar el
Plan, el que en sí mismo debe incluir los modos y medios para ese fin, tales como:
Recopilación de informes: Los antecedentes que se obtengan de la situación
vivida servirán de base para la Readecuación del Plan. Los datos deben ser
fidedignos, con el fin de proporcionar una visión objetiva de los hechos. Esta tarea
requiere implementar un sistema de recopilación permanente y con responsables
definidos durante todo el proceso.

Análisis y recomendaciones: Del estudio de los antecedentes recopilados


deberá surgir la formulación de recomendaciones para mejorar el sistema de
respuesta. Estas nuevas proposiciones se plantearán sobre la base de hechos o
estudios, lo que otorgará un sólido sustento a las acciones a realizar.

Ejercitación del Plan de Emergencia

Concluida la etapa de confección del Plan de Emergencia, se debe iniciar un


proceso de perfeccionamiento continuo, a partir del desarrollo de ejercicios:
simulaciones y simulacros. El Plan debe estar lo suficientemente afinado cuando
sea el momento de aplicarlo y no esperar la ocurrencia de una emergencia para
verificar la efectividad del instrumento.
Unidad 3: ABC AMBULANCIA BOMBEROS CARABINEROS

3.1.- GLOSARIO

TÉRMINOS ESPECIALIZADOS Y ABREVIACIONES DE USO COMÚN

Centro Regulador S.A.M.U (C.R.): Estructura bajo dirección médica permanente,


dotada de medios de telecomunicación, donde se realiza la regulación médica,
entendiéndose por tal:

Recepción de las demandas de asistencia médica urgente durante las 24


horas, en el número telefónico único “131” u otro medio;

Análisis técnico de la demanda de asistencia médica urgente;

Activación de la respuesta mejor adaptada a la naturaleza de la demanda,


desde el simple consejo médico, al envío de un equipo de reanimación avanzada;

Organización del transporte al servicio hospitalario más adecuado, por los


medios más apropiados;

Preparación de la recepción en los establecimientos hospitalarios, y

Participación en la elaboración y ejecución de los planes de emergencias


médicas en caso de catástrofe.

Desastre: Situación o situaciones inesperadas, de diversa naturaleza, que


producen un desequilibrio entre la demanda generada hacia las Instituciones de
urgencia y la capacidad de oferta de servicios de éstas.

PCM: Puesto de Comando Multi-institucional.

PMA: Puesto Médico Avanzado.

SAMU: Sistema de Asistencia Médica de Urgencia.

Triage: Procedimiento de selección que posibilita la atención priorizada de las


víctimas en un caso determinado, atendiendo a la gravedad de sus lesiones y a
sus posibilidades de recuperación y sobrevida.

3.2.- CONTEXTUALIZACION

Ante la ocurrencia de una emergencia, de cualquier naturaleza, las condiciones de


vida actual exigen de una respuesta multi-institucional. Las Instituciones
involucradas capacitan personal, movilizan vehículos y recursos tecnológicos, y
asumen, cada cual, sus roles en un mismo escenario y en forma simultánea. El
ordenamiento y sistematización de esfuerzos conjuntos permite una mejor
atención de las víctimas y una optimización en la gestión de las Instituciones y
organismos involucrados, que tienen mandos diferentes. Por esta razón, se ha
elaborado y aprobado la siguiente normativa, la que tendrá aplicación en todo el
territorio nacional.

En las circunstancias señaladas, al presentarse una emergencia, la participación


de las Instituciones llamadas a prestar ayuda y apoyo a los afectados, se
desarrolla principalmente, en los siguientes aspectos:

1. Procedimiento policial: Que es el conjunto de acciones que ejecuta

Carabineros, orientadas a aislar el sitio de un suceso, proteger la integridad de las


personas y los bienes y reunir los antecedentes que sirvan de base a los

Tribunales de Justicia para desarrollar su labor.

2. Rescate: Entendido como el conjunto de acciones destinadas a liberar una o


varias personas, atrapadas en una estructura o en una ubicación tal que no
puedan salir de ella por sus propios medios o con el concurso de recursos
habituales.

3. Procedimiento “HAZMAT”: Conocido como el conjunto de procedimientos,


ejecutados por bomberos, que se aplican para enfrentar una emergencia en la que
estén involucrados “Materiales Peligrosos”, es decir, materias, sustancias o
elementos que, por su volumen o peligrosidad, implican un riesgo alto y cierto,
más allá de lo normal, para la salud, los bienes y el medio ambiente, durante su
extracción, fabricación, almacenamiento, transporte y uso, y que se encuentran
definidos en la Norma Chilena 382.OF89.

4. Reanimación: Es el conjunto de procedimientos llevados a cabo por personal


de salud, aplicados a las personas y destinados a estabilizar y asegurar su
condición anatómica y/o fisiológica, en el lugar del evento y durante su traslado a
un centro hospitalario.

Cabe llamar la atención que ante una situación de emergencia con frecuencia
existe un procedimiento policial, aun cuando un rescate o una reanimación no
sean necesarios. Deberá también tenerse presente que determinadas
emergencias, por las características delictuales o subversivas de los hechos que
las constituyen, exigen la intervención preeminente de Carabineros, quienes, a
través de “Comités de Crísis”, definen los cursos de acción y determinan la
oportunidad de la participación que corresponda a Bomberos y/o Servicios
Médicos de Urgencia.

A su turno, las funciones de reanimación y traslado de pacientes son


responsabilidad de las organizaciones de salud. En los lugares en que esté
operando un sistema de atención pre-hospitalaria para víctimas de emergencias
médicas, será esta organización quien deba ejecutar las acciones de reanimación
y traslado. En ausencia de una organización de este tipo, la responsabilidad de las
acciones de reanimación será asumida por los servicios de ambulancias, públicas
y/o privadas, quienes deberán ocupar los lugares, cumplir las normativas y asumir
las responsabilidades que le asigna a SAMU, salvo las relativas al Centro
Regulador, las que naturalmente no podrán llevarse a cabo.

Si no hay presencia de estos servicios en un área territorial o, circunstancialmente,


no hay disponibilidad de ambulancias, no será posible efectuar acciones de
reanimación pre-hospitalaria avanzada quedando sólo el traslado de los pacientes
a cargo de la organización más eficiente y mejor equipada para efectuarlas. En
estos casos, el grupo de rescate vehicular de bomberos u otras personas o
instituciones capacitadas, podrán efectuar las maniobras de reanimación básica.

En los lugares en que existe un sistema de atención pre-hospitalaria coordinado


por un Centro Regulador, este centro, ante circunstancias específicas, podrá
solicitar la colaboración de otras instituciones en el traslado de pacientes.

3.3.- FASE ALARMA

La alarma es la fase esencial para desencadenar el procedimiento destinado a


ayudar a quien lo requiera. La demora en tomar conocimiento de la ocurrencia de
un evento que requiera de la intervención de alguna de estas Instituciones, va a
conducir a la pérdida de minutos e incluso horas que pueden significar la vida de
una o varias personas. Por esta razón se concluye que:

1. La alarma debe ser siempre compartida por las tres Instituciones, en forma
inmediata y con los medios tecnológicamente más eficientes a disposición de ellas

2. Si la alarma recibida en una Central no corresponde a esa organización o viene


de otra área geográfica, será la Central solicitada quien haga llegar la información
a la que corresponda, sin dejar esta responsabilidad a la persona que ha llamado.

3. La alarma deberá incluir, idealmente, información distinta para cada Institución,


la que se detallará más adelante.

4. La decisión de hacerse presente en el lugar del evento queda bajo la


responsabilidad del sistema de despacho de cada organización.

5. Cuando una de estas tres organizaciones, llegada al sitio del suceso advierta
que ya no es necesaria la presencia de alguna de las otras, podrá dar la contra-
alarma para evitar una asistencia innecesaria, debiendo tener especial cuidado de
proceder informadamente para no incurrir en errores que puedan generar
responsabilidades posteriores. Lo anterior es sin perjuicio de la concurrencia de
Carabineros, en los casos en que sea necesario adoptar in situ los procedimientos
policiales que la situación amerite.

6. Cuando las centrales de Carabineros o Bomberos reciban una alarma en que


hay presencia de víctimas, junto con alertar a SAMU deben sugerir al demandante
comunicarse con el 131 para facilitar la entrega de consejos médicos de
prellegada.

7. Ante cualquier duda se debe pedir información por teléfono a los números:

131(*) 132(*) 133

Ambulancias Bomberos Carabineros

Cada Institución deberá ser requerida y hacerse presente en los siguientes casos:

Carabineros:

a) Personal policial: En toda emergencia que requiera de un “procedimiento


policial”.

b) Apoyo aéreo (helicópteros): Ante situaciones que lo ameriten de acuerdo a la


evaluación en terreno.

c) Grupo de Operaciones Policiales Especiales (GOPE): Situaciones de alto riesgo


por presencia de explosivos, acción terrorista o similar. (*) En estos casos la
intervención de Bomberos y Servicios de Urgencia debe quedar supeditada a la
autorización previa que otorgue Carabineros.

d) Laboratorio de Criminalística (LABOCAR): Cuando sea necesario el examen


especializado del sitio del suceso.

e) Salud de Carabineros (Rescate Hoscar): Cuando hay lesionados que sean


miembros de la Institución.

SAMU:

a) Siempre que esté afectada la salud de las personas o exista sospecha de ello.

b) Siempre que exista la posibilidad razonable de necesidad de “reanimación”.

Bomberos:

a) Incendios.

b) Incidentes con materiales peligrosos.

c) Cuando sea necesaria una acción de “rescate”.


3.4.- FASE DESPLAZAMIENTO

3.4.1.- Ley del Tránsito:

En todo momento, los vehículos de emergencia en actividad deben observar las


normativas de la Ley de Tránsito, especialmente lo dispuesto en sus artículos 146
y 147, debiendo asegurarse de que no existan riesgos de accidentes.

3.4.2.- Señales: En el uso de señales, los móviles se adaptarán a la siguiente


normativa:

a) Carabineros:

Balizas en todo desplazamiento.

Balizas y sirenas en caso de emergencia.

b) Bomberos:

Balizas en desplazamientos a servicios que no impliquen urgencia.

Balizas y sirenas en caso de emergencia.

c) Ambulancias:

Balizas cuando circule con un paciente a bordo.

Balizas y sirenas cuando se dirige a un llamado de emergencia crítica y cuando


regresa de este con un paciente en estado grave.

3.4.3.- Acceso al sitio del evento:

a) Rutas: Las rutas de acceso y egreso al evento que puedan ser consideradas
como preferibles, deben ser requeridas al demandante.

Si alguna de las instituciones tiene conocimiento de dificultades en el


desplazamiento (congestión, reparaciones, inundaciones, barricadas, etc.) debe
comunicarlo a las otras y sugerir lugares o vías por donde transitar.

b) Casos especiales: Ante la solicitud del centro regulador del SAMU de escolta
de emergencia para sus vehículos, Carabineros la proveerá, de acuerdo a su
disponibilidad de recursos. Cuando, eventualmente, por la premura del tiempo y/o
por la falta de vías despejadas, parte del trayecto deba efectuarse por rutas no
habituales, Carabineros facilitará y señalará oportunamente esta circunstancia.

c) Información de ubicación: Los móviles del SAMU, informarán periódicamente


su ubicación al centro regulador, para que éste a su vez, mantenga informadas a
las otras instituciones involucradas sobre la proximidad del móvil.
d) Llegada al evento: Puesto que en las proximidades del sitio del evento suelen
producirse dificultades en la circulación, Carabineros cautelará el fácil acceso y
salida de los móviles de emergencia a éste. Asimismo, el ingreso a las áreas
restringidas (Roja y Naranja), de los vehículos particulares en que se trasladen los
miembros de los equipos de emergencia, quedará sujeto a la autorización y control
de la policía uniformada. La ruta de acceso se entenderá finalizada en el perímetro
de seguridad establecido en torno al evento por la organización competente.

3.5.- FASE ORGANIZACIÓN EN SITIO EMERGENCIA

3.5.1.- Identificación de equipos de trabajo:

Dada la necesidad de trabajar en conjunto en el escenario del evento, los


miembros de las distintas Instituciones deben reconocerse y prestarse
colaboración mutua, coordinándose sus jefes entre sí al llegar al lugar, en el
desarrollo de la atención de la emergencia y al momento de retirarse, conforme se
señala:

a) El miembro del equipo de trabajo de mayor rango de cada Institución, debe


identificarse ante los jefes de los equipos que ya estén en terreno y solicitar una
sucinta información de lo ocurrido y las maniobras que hasta ese instante se han
llevado a cabo.

b) Al retirarse una Institución del sitio del evento por estar ya cumplido su
cometido, el jefe a cargo debe señalarlo a los otros jefes.

c) Si por alguna razón el jefe de una Institución se retira antes que la totalidad de
su equipo, debe comunicar a los otros jefes quién es la persona que queda a
cargo.

3.5.2.- Procedimiento en caso de emergencia:

a) Emergencia originada por accidente de tránsito

Dado que la Ley Nº 18.290, Ley de Tránsito, en su Título XVI, artículos 178 a 196,
confiere a Carabineros especiales funciones en los accidentes de tránsito, las
otras instituciones deben recurrir a ellos para que les garanticen el libre, expedito y
más próximo acceso al lugar, la protección del personal y de los equipos y el
control de las eventuales situaciones delictivas. Las otras instituciones deberán
evitar la innecesaria alteración del sitio del accidente, lo que dificulta la posterior
investigación que en el mismo debe realizar Carabineros.

b) Otras emergencias

Tratándose de hechos diferentes de los observados en el párrafo precedente, la


instituciones coordinarán su acción de acuerdo a la naturaleza de la emergencia.
3.5.3.- Perímetro y áreas de seguridad:

En todo momento se debe establecer un perímetro de seguridad con el objeto de


evitar más accidentes y nuevas víctimas y facilitar las labores. Idealmente se
utilizará una cinta multi-institucional.

a) La primera organización que llegue al sitio del evento, evaluará el escenario del
suceso y establecerá un perímetro de seguridad provisorio.

b) La institución más competente de acuerdo a las circunstancias, establecerá uno


o más perímetros de seguridad y los dejará señalados.

c) Carabineros se encargará de mantener y hacer respetar los perímetros


establecidos y sus accesos.

3.5.4.- Atención de lesionados:

La atención de lesionados será la primera prioridad para las tres organizaciones


en el escenario del evento y sus esfuerzos deben sumarse para el logro de este
propósito.

a) La primera evaluación del número y calidad de los lesionados, será informada


inmediatamente al centro regulador del SAMU por la primera institución que llegue
al sitio del suceso, de acuerdo a plantilla.

b) La evaluación definitiva, atención y eventual evacuación de los lesionados en el


sitio del accidente es responsabilidad de los organismos de Salud competentes
autorizados por el Centro Regulador.

c) Estando el equipo de salud presente, Bomberos le permitirá, siempre que no


existan riesgos evaluados en conjunto, el acceso a los lesionados para establecer
su condición y eventual necesidad de apoyo sanitario, antes o durante el rescate
que eventualmente estén llevando a cabo.

d) Cuando las circunstancias lo ameriten, personal de salud podrá y deberá


solicitar la ayuda de personal de las otras Instituciones para efectuar maniobras
específicas, manteniendo en todo momento la supervisión y responsabilidad de
ellas.

e) Cuando no se hayan constituido aún los funcionarios autorizados de los


organismos de Salud, Bomberos y/o Carabineros podrán permitir la atención de
los lesionados por parte de médicos u otros profesionales afines, que se
encuentren presentes en el sitio del suceso y ofrezcan su colaboración.

3.5.5.- Evacuación de lesionados:

a) Ningún lesionado deberá ser evacuado sin la evaluación del personal de los
organismos de salud presentes en el lugar de los hechos, salvo que el centro
regulador lo autorice. El medio de traslado será definido por personal de salud y
autorizado por el Centro Regulador, cuando exista un operativo. En los casos en
que aún no se haya constituido personal de Salud en el sitio del suceso, previa
autorización de destino del lesionado efectuada por el Centro Regulador,

Carabineros podrá trasladar a los lesionados más graves en helicópteros


institucionales que se encuentren próximos al lugar.

b) La destinación de los lesionados será decidida y notificada al personal de los


móviles por el Centro Regulador quien la comunicará a Carabineros.

c) El Centro Regulador alertará al establecimiento hospitalario de destino sobre el


arribo de lesionados, su número y condición. No se trasladarán aquellos
lesionados que teniendo poder de discernimiento rechacen el traslado, salvo que
se le deban practicar procedimientos que tengan finalidad judicial o de
investigación. Si un lesionado rechaza su traslado, debe firmar la hoja de
intervención y el hecho debe ser incluido en el parte policial correspondiente.

d) El diagnóstico y pronóstico definitivo de los lesionados serán dados por los

Servicios de Urgencia que los atiendan, a Carabineros.

3.5.6.- Normalización del sitio del suceso:

Este es un objetivo importante y también prioritario de las organizaciones


participantes por lo que deben orientar sus esfuerzos a ello.

La normalización de la situación la anunciará y pondrá en práctica Carabineros,


quien solicitará cuando sea necesario, apoyo técnico de la organización
correspondiente.

3.5.7.- Informaciones:

a) La entrega de información a familiares de víctimas, medios de prensa y


autoridades, sólo puede ser dada por el personal que cada organización haya
autorizado para ello, en su reglamento interno.

b) A los medios de prensa se les asignará un lugar en el que puedan cumplir con
sus funciones, que no estará nunca en el interior del perímetro interno (zona roja).

c) En la medida de las posibilidades, se entregará una declaración en conjunto a


nombre de las instituciones presentes en el lugar.
3.6.- DESASTRES CON MÚLTIPLES VÍCTIMAS

Si bien los desastres con múltiples víctimas, no difieren de los otros en cuanto a
sus prioridades y al propósito de las organizaciones de emergencia, existen, por la
gran cantidad de heridos, diversas causas que la generan y lugares que pueden
afectar, algunos problemas que obligan a las Instituciones a efectuar actividades
complementarias a las descritas en los numerales precedentes de este instructivo.

Especialmente en las instituciones de salud, la presencia de víctimas numerosas


puede exceder la capacidad de respuesta local instalada, con el peligro de
desarticular la organización, por lo que debe recurrirse a procedimientos
específicos. Aun cuando se reconocen en los desastres las fases de pre-impacto
(asociada a la preparación y organización para enfrentarlos), de impacto y de post-
impacto (que se asocia a la vuelta a la normalidad de todos los ámbitos), sólo se
tratará la fase de impacto que es la que se relaciona con las operaciones de
emergencia. Sin embargo, es necesario reiterar que en aquellos casos delictuales
o terroristas que deriven en toma de rehenes, lesionados, detonación de artefactos
explosivos u otros de similares características, la oportunidad de la intervención de
las instituciones debe ser decidida por Carabineros de Chile.

3.6.1.-. Alarma

a) La alarma, como en todos los casos, debe ser inmediatamente compartida.

b) Dada la trascendencia del hecho, la confirmación de la situación a todas las


centrales, es obligación de quien primero se presente en terreno, incorporando en
lo posible, información sobre número de víctimas, condiciones de peligrosidad,
características del terreno, etc.

c) Confirmado el hecho, deben activarse las comunicaciones por una frecuencia


radial única, multi-institucional, exclusiva para esa emergencia.

3.6.2.- Organización en el terreno

a) Una vez confirmada la situación, el personal que primero se haga presente


iniciará el establecimiento del perímetro exterior de seguridad y retirará a los
curiosos del lugar.

b) Los miembros de las Instituciones que lleguen dispondrán sus vehículos en las
cercanías de los que hayan llegado antes, para formar el “Puesto de Comando
Multi-institucional” (PCM).

c) Las distintas autoridades de los organismos operativos que eventualmente se


hagan presentes, relevarán a sus subordinados en el PCM.

d) El centro regulador del SAMU dispondrá, una vez confirmada la situación de


desastre, del envío de un equipo de “triage”, liderado por un médico que debe
estar identificado. Este equipo montará en la zona naranja un “Puesto Médico
Avanzado” (PMA)

e) Puesto que la configuración de un PMA es obligatoria en una situación de


desastre, todas las organizaciones representadas en el PCM, deben asegurar un
lugar para este dispositivo y colaborar con su funcionamiento.

f) Debe enfatizarse que ningún lesionado debe abandonar el escenario del


desastre si no ha pasado por el PMA, puesto que existe el riesgo de que arriben
primero a los hospitales los pacientes menos comprometidos, bloqueando su
capacidad de atención para los más graves.

g) Finalizada la emergencia, las jefaturas Institucionales representadas en el PCM,


deben planificar una reunión de evaluación de las actividades, para detectar
falencias y planificar su resolución

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