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LA CONSTITUCIÓN BOLIVIANA DE 1826

Insólita, atrevida y desconcertante fue la constitución que el mismo Libertador redactó para la
recién creada república de Bolivia, a raíz de las espléndidas y rotundas victorias de Junín y
Ayacucho. Insólita porque se trataba de un estatuto fundamental muy controvertido en sus
planteamientos ideológicos absolutistas y absorbentes; atrevida porque rompía el esquema
político constitucional imperante, tanto en su parte dogmática como en su parte orgánica; y
desconcertante porque consagraba el régimen autocrático y personalista, en franca oposición a
las repúblicas democráticas que habían surgido de la Guerra Magna, precisamente bajo la espada
fulgurante y victoriosa de Bolívar.

Por: ARMANDO GOMEZ LATORRE 06 de mayo 1997 , 12:00 a.m.


Fue inmediato y evidente el fracaso de aquel estatuto en Bolivia y Perú, donde rigió fugaz y
brevemente. Y trascendental su franco y enérgico rechazo en la Gran Colombia, pese a los
esfuerzos e intrigas de los comisionados para imponerlo aquí, porque tropezaron con una
oposición infranqueable: la vigencia democrática de la Carta de Cúcuta de 1821 y la tenacidad y
mística de Santander y de los liberales en rechazar la ley suprema boliviana, contraria a la
cucuteña, que había sido aplicada con éxito en un quinquenio de su benéfica, democrática y
plausible experiencia (1821-1826).
El texto se había elaborado con confusión y timidez porque estoy persuadido de mi incapacidad
para hacer leyes según confesión de Bolívar, y como réplica al requerimiento 5 de agosto de
1825 de la Asamblea General de los Representantes del Alto Perú (hoy Bolivia) con sede en
Chuquisaca (hoy Sucre), que le pedía una ley fundamental hija de sus luces, experiencia y amor a
la libertad, texto que con alguna enmienda fue sancionado por el Congreso de Bolivia el 19 de
noviembre de 1826.

Contenía la constitución boliviana 142 artículos, resumidos en 10 títulos, enunciados así luego de
una invocación teocrática de la autoridad: I. De la nación; II. Del gobierno; III. Del poder
electoral; IV. Del poder legislativo; V. Del poder ejecutivo; VI. Del poder judicial; VII. Del
régimen interior de la república; VIII. De la fuerza armada; IX. Observancia de la Constitución,
y X. De las garantías. Su modelo se inspiraba en la constitución de Haití y en conjunto era una
miscelánea de instituciones romanas, normas británicas, principios afrancesados y legislación
norteamericana.

Cuatro puntos fueron claves en su esencia: la presidencia vitalicia y hereditaria, que abría el paso
al absolutismo dictatorial, aunque no a la monarquía; el establecimiento de cuatro poderes
electoral, legislativo, ejecutivo y judicial, en contraste con la tradicional división tripartita del
poder público; la novedad de un congreso con tres cámaras senado, cámara de los censores y
cámara de los tribunos que remplazaba el sistema bicameral, y el curioso, oportunista y populista
poder electoral, cuya mecánica estatuía el voto popular restringido y de difícil aplicación.

Cuando Bolívar trató de implantar aquí su constitución, los cimientos republicanos de la Gran
Colombia comenzaron a crujir hasta su desmoronamiento.

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